VIII
DISCURSO DE HERMES TRISMEGISTO
Que ninguno de los seres perece y que es un error llamar a los cambios destrucciones y muertes
1 En lo tocante al alma y al cuerpo, hijo mío, hay que decir ahora de qué manera el alma es inmortal y de qué especie es la fuerza que causa el ensamblaje del cuerpo y su disolución. Porque la muerte no tiene nada que ver con ninguna de estas cosas, sino que es sólo un concepto forjado sobre el término inmortal, sea por pura ficción, sea que por privación de la primera letra se de lugar a la palabra thanatos en lugar de athanatos.64 Porque la muerte pertenece a la categoría del aniquilamiento: ahora bien, nada de lo que está en el cosmos es aniquilado. Efectivamente, si el cosmos es segundo dios y un viviente inmortal, no es posible que una parte cualquiera de este viviente inmortal llegue a morir: pues todo lo que está en el mundo, es parte del mundo y sobre todo el hombre, el animal racional.  

2 Verdaderamente antes de todos los seres está Dios, eterno, no engendrado, creador del universo; viene en segundo lugar aquél que ha sido hecho por el Primero a su imagen y que por él es conservado, nutrido, y dotado de inmortalidad en tanto que nacido de un padre eterno, viviendo sin fin en cuanto inmortal. Porque el viviente sin fin difiere del eterno.65 Dios, en efecto, no ha sido engendrado por otro: aún suponiendo que lo hubiera sido, lo sería por él mismo. Pero, de hecho, no ha sido nunca engendrado: él se engendra eternamente. El Padre, habiendo nacido de él mismo, es eterno; el cosmos, habiendo salido del Padre, ha nacido + .... + e inmortal, 3 y todo lo que había de materia, que había sido reservado por su voluntad, ese todo, el Padre lo hizo en forma de cuerpo y, habiéndole dado volumen, le dió figura esférica,66 habiéndole atribuido incluso esta cualidad, siendo la materia también inmortal y su materialidad eterna.67 Aún más, después de haber diseminado las cualidades de las formas específicas en el interior de la esfera, el Padre las encerró en ella como en un antro, queriendo adornar con todo atributo el ser así cualificado gracias a sus cuidados, y envolvió completamente de inmortalidad al cuerpo entero a fin de que, aún cuando la materia quisiera separarse del ensamblaje de este cuerpo, no pudiera disolverse en el desorden que le es propio. Porque, cuando la materia no estaba formada en un cuerpo, hijo mío, estaba en desorden; e incluso aquí abajo, conserva la facultad de aumento, y la facultad de disminución que los hombres llaman muerte. 4 Este desorden no se produce más que en los vivientes terrestres. Pues, en lo que respecta a los vivientes celestes, sus cuerpos tienen un orden único, aquél que les ha sido asignado por el Padre desde el principio; y este orden es conservado indisoluble por el retorno de cada uno de ellos a su lugar primero. En cuanto al retorno de los cuerpos terrestres a su origen, esto significa la disolución de la ensambladura, y esta disolución consiste en un retorno a los cuerpos indisolubles, es decir, los cuerpos inmortales: así se produce seguramente una pérdida de la conciencia, pero no una aniquilación de los cuerpos.  

5 El tercer viviente es el hombre, que ha sido hecho a imagen del cosmos,68 y que, a diferencia de los otros animales terrestres, posee el Intelecto según la voluntad del Padre; y no sólo está unido al segundo dios por un lazo de simpatía, sino que además toma su inteligencia del primer Dios. A aquél, en efecto, lo percibe mediante la sensación como cuerpo, a éste lo aprehende por la Inteligencia como No Corporal e Inteligente, el Bien.  

– ¿Este viviente no es pues aniquilado? – Calla, hijo mío, y concibe lo que es Dios, lo que es el Universo, lo que es un viviente inmortal, lo que es un viviente disoluble, y comprende que el cosmos ha sido hecho por Dios y que es en Dios, y que el hombre ha sido creado por el cosmos y está en el mundo,69 y que es Dios quien causa, envuelve y mantiene unidas todas las cosas.

 
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NOTAS 
64 Mortal e inmortal respectivamente. Obsérvese esta muestra de transposición cabalística, donde el nombre, se identifica con la escritura del mismo y esa escritura es sujeto de indefinidas permutaciones, lo que da lugar a la ciencia de la Gematría. 
65 Aquí se ve claramente señalada la diferencia entre lo indefinido y lo infinito.
66 "La figura apropiada para el ser vivo que ha de tener en sí a todos los seres vivos debería ser la que incluye todas las figuras. Por tanto, lo construyó esférico, con la misma distancia del centro a los extremos en todas partes, circular, la más perfecta y semejante a si misma de todas las figuras". Timeo, 33b. 
67 Los términos "materia inmortal" y "materialidad eterna" son contradictorios en ellos mismos. Tal vez deberían traducirse por "materia perenne" y "materialidad indefinida". 

"Ya sea que hables de materia, de cuerpo, o de substancia, has de saber que estas cosas también son ellas mismas energías [o "actos", energeiaV] de Dios, energía de la materia la materialidad, energía de los cuerpos la corporeidad, energía de la substancia la substancialidad: y Dios es ello, el Todo." (XII, 22). 

68 Transcribimos aquí una interesante nota de Festugière referida a distintos libros del Corpus acerca de los siguientes temas: el cosmos imagen de Dios:  I, 31  V, 2  VIII, 2  XI, 15; el cosmos imagen del eón:  XI, 15; el hombre imagen del cosmos:  VIII, 5; el hombre imagen del sol:  XI, 15; el primer Hombre imagen de Dios:  I, 12. 
69 Como se ha visto en el libro I, el Hombre, el Arquetipo o el Anthropos ha sido creado por Dios, al igual que el Cosmos: el Hombre es hermano del Cosmos. Sin embargo el hombre terrenal nace de la conjunción de tierra y agua, el barro primordial que, sin embargo, pertenece al cosmos, al igual que el fuego y el aire, principios que emanados solidifican en las cualidades sensibles de esos elementos que, al ensamblarse, producen el hombre. Por eso el hombre (micro) y el cosmos (macro) son análogos, ya que están hechos a semejanza de un mismo Padre: Dios, que utilizó elementos del Cosmos para ensamblar al hombre. A diferencia de otros movimientos gnósticos dualistas para quienes el Demiurgo era un padre castigador y un ser literalmente terrible, los hermetistas lo conciben como un hermano bueno, alegre, con el que comparten la vida y el misterio. Ver igualmente Estobeo XI 2 (6-7). 

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