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1 He
aquí todavía una doctrina, Tat, que quiero exponerte completamente,
para que no continúes sin ser iniciado en los misterios de Aquél
que es demasiado grande para ser llamado Dios.52
Tú pues, comprende cómo el ser que a la mayoría parece
inaparente va a volverse para ti en el más aparente. En efecto,
no podría existir siempre si no fuese inaparente; porque todo lo
que aparece ha sido engendrado, ya que ha aparecido un día. Al contrario
lo inaparente existe siempre, porque no tiene necesidad de aparecer: es
eterno en efecto, y es él quien hace aparecer todas las demás
cosas, siendo él mismo inaparente ya que existe siempre. Hace aparecer
todas las cosas, pero él mismo no aparece jamás, engendra,
pero él mismo no es engendrado; nunca se nos ofrece como imagen
sensible, pero él es quien da una imagen sensible a todas las cosas.
Pues manifestación en imagen sensible sólo la hay de los
seres engendrados: en efecto venir al ser no es otra cosa que aparecer
a los sentidos. 2
Por eso es evidente que el Único no engendrado es a la
vez inaparente y no susceptible de ofrecerse en imagen sensible, pero,
como él da imagen sensible a todas las cosas, aparece a través
de todas, y en todas, y aparece sobre todo a aquellos a quienes él
mismo ha querido manifestarse. Tú pues, Tat, hijo mío, ruega
en primer lugar al Señor y Padre y Solo, que no es el Uno sino fuente
del Uno,53
que se muestre propicio, a fin de que puedas alcanzar por el entendimiento
ese Dios tan grande y para que haga resplandecer uno de sus rayos, aunque
sea uno sólo,54
sobre tu inteligencia. En efecto, sólo el Conocimiento ve lo inaparente,
ya que él mismo es inaparente. Si puedes, aparecerá entonces
a los ojos de tu intelecto, Tat: pues el Señor se manifiesta con
plena liberalidad a través de todo el Universo. ¿Puedes ver
tu pensamiento y asirlo con tus propias manos y contemplar la imagen de
Dios? Pues, si incluso lo que está en ti es para ti inaparente,
¿cómo se te manifestará Dios mismo, a tí, por
medio de los ojos del cuerpo? 3 Así
pues si quieres ver a Dios, considera el sol, considera el curso de la
luna, considera el orden de los astros. ¿Quién es el que
lo mantiene así? Todo orden en efecto supone una delimitación
en cuanto al número y al lugar. El sol, dios supremo entre los dioses
del cielo, a quien todos los dioses celestes ceden el paso como a su rey
y soberano, sí, el sol con su inmenso tamaño, él que
es más grande que la tierra y el mar, soporta tener por encima de
sí, cumpliendo su revolución, astros más pequeños
que él mismo. ¿A quién reverencia o a quién
teme, hijo mío? ¿Todos esos astros que están en el
cielo no cumplen, cada uno por su lado, un curso semejante o equivalente?
¿Quién ha determinado para cada uno de ellos el modo y la
amplitud de su carrera?55
4 He aquí la Osa, que
gira alrededor de sí misma, arrastrando en su revolución
al cielo entero: ¿quién es el que posee ese instrumento?
¿Quién es el que ha encerrado el mar en sus límites?
¿Quién el que ha asentado la tierra sobre su fundamento?
Pues existe alguien, Tat, que es el creador y señor de todas esas
cosas. No podría ser, en efecto, que ni el lugar ni el número
ni la medida fueran cumplidos con regularidad si no existiese alguien que
los ha creado. Todo buen orden supone en efecto un creador, sólo
la ausencia de lugar y medida no lo supone. Pero aun esta ausencia no carece
de señor, hijo mío. En efecto, si lo desordenado es deficiente,
no por ello obedece menos al señor que todavía no ha impuesto
el orden en la ausencia de lugar y armonía.
5 ¡Quiera el cielo que te fuera dado tener alas y elevarte al aire, y allí, situado en el medio de la tierra y del cielo, ver la masa sólida de la tierra, las olas extensas del mar, el correr de los ríos, los movimientos libres del aire, la penetración del fuego, la carrera de los astros, la rapidez del cielo, su rotación alrededor de los mismos puntos! ¡Qué visión tan bienaventurada, hijo, cuando se contemplan en un solo momento todas estas maravillas, lo inmóvil puesto en movimiento, lo inaparente volviéndose aparente a través de las obras que genera! Tal es el orden del universo y tal la hermosa armonía de ese orden. 6 Si quieres contemplar a Dios también a través de los seres mortales, de los que viven sobre la tierra y de los que viven en el abismo, considera, hijo mío, cómo es formado el hombre en el vientre materno, examina con atención la técnica de esta producción y aprende a conocer quién es aquel que moldea esta bella, esta divina imagen que es el hombre.56 ¿Quién ha trazado los círculos de los ojos? ¿Quién ha horadado los agujeros de la nariz y los oídos? ¿Quién ha hecho la abertura de la boca? ¿Quién ha tensado los músculos y los ha ligado? ¿Quién ha conducido los canales de las venas? ¿Quién ha solidificado los huesos? ¿Quién ha recubierto toda la carne de piel? ¿Quién ha separado los dedos? ¿Quién ha agrandado la planta de los pies? ¿Quién ha abierto los conductos? ¿Quién ha extendido el bazo? ¿Quién ha modelado el corazón en forma de pirámide? ¿Quién ha cosido juntos los nervios? ¿Quién ha ensanchado el hígado? ¿Quién ha ahuecado las cavidades del pulmón? ¿Quién ha construido el amplio receptáculo del bajo vientre? ¿Quién ha hecho las partes nobles para que sean bien evidentes y ha cubierto las vergonzosas? 7 Ve, ¡cuántas técnicas diferentes aplicadas a la misma materia, cuántas obras de arte reunidas en una sola figura, y todas admirablemente bellas, todas exactamente medidas, todas diversas unas de otras! ¿Quién ha creado pues todas esas cosas? ¿Qué madre, qué padre, sino el Dios invisible que, por su propia voluntad, todo lo ha fabricado? 8 Nadie presume que una estatua o una pintura pueda haber sido hecha sin escultor o sin pintor, ¿y esta creación habría venido a ser sin Creador? ¡qué colmo de ceguera! ¡qué colmo de impiedad! ¡qué colmo de irreflexión! Nunca vayas a separar, Tat, hijo mío, las obras creadas de su Creador. O más bien, él es aún más grande que lo que implica el nombre Dios: tal es la grandeza del Padre de todas las cosas; porque, en verdad, él es el único en ser padre y es esto mismo lo que constituye su función propia, el ser padre. 9 E incluso, si me fuerzas a decir algo aún más osado, su esencia propia es alumbrar y producir todas las cosas; y, del mismo modo que sin productor nada puede venir a ser, así Dios no puede existir siempre, si no crea constantemente todas las cosas, en el cielo, en el aire, sobre la tierra, en el abismo, en toda región del universo, en el todo del Todo, en el ser y en la nada. Porque, en el universo entero, nada existe que no sea él mismo. Él es a la vez las cosas que son y las que no son. Porque las cosas que son, él las ha hecho aparecer, y las que no son, las contiene en sí mismo. 10 Él es el Dios demasiado grande para tener un nombre, él es lo inaparente y él es lo muy aparente; el que contempla el Intelecto es también aquél que ven los ojos; él es el incorpóreo, el multiforme, o mejor aún, el omniforme. Nada existe que él no sea también: porque todo lo que es, todo es Él. Y de allí viene que posea todos los nombres puesto que todas las cosas han nacido de este único padre; y de allí viene que no tenga ningún nombre, porque es el padre de todas las cosas.57 ¿Quién, pues, podría ensalzarte, hablando de ti o dirigiéndose a ti? ¿A dónde volver mi mirada cuando quiero alabarte? ¿A lo alto? ¿Abajo? ¿Hacia dentro? ¿Afuera?58 Ninguna vía, ningún lugar en tu entorno, ni absolutamente ningún ser: todo es en ti, todo viene de ti. Tú das todo y no recibes nada: pues tu tienes todas las cosas, y no hay nada que tú no poseas. 11 ¿Cuándo te cantaría? Porque no puede concebirse estación ni tiempo que te conciernan. ¿Y por qué te cantaría? ¿Por las cosas que has creado o por aquéllas que no has creado? ¿Por las que has hecho aparecer o por las que has ocultado? ¿Y en razón de qué te cantaría? ¿Como perteneciéndome a mí mismo? ¿Como teniendo algo propio? ¿Como siendo otro que tú? Porque tú eres todo lo que soy, tú eres todo lo que hago, tú eres todo lo que digo. Porque tú eres todo, y no existe nada más que tú: incluso aquello que no existe, tú también lo eres. Tú eres todo lo que ha venido al ser y todo lo que no ha venido al ser, eres pensamiento, en tanto que pensante, Padre, porque modelas el universo, Dios, en tanto que energía en acto, bueno, porque creas todas las cosas. |
NOTAS | |
52 | Festugière, en nota: o "del Dios que es demasiado grande para recibir un nombre". Recordar también al Tetragramaton de la cábala hebrea y otras muchas tradiciones que no nombran al Ser Supremo. |
53 | El Uno
es ya la primera determinación; por encima de ella todo es No-Ser.
Ver nota ![]() |
54 | "Así
es, en efecto, como el Demiurgo, quiero decir el Sol,.": XVI, 5 y 6. "Un
hombre recibe la luz del rayo divino por intermedio del sol": XVI, 16.
Ver Estobeo XXI, 2; el sol ha creado en el ámbito no humano:
hermano del Anthropos, padre del hombre individual, coadyuva en
su creación como todo lo que está en el cosmos. Ver también ![]() ![]() El Dios Absoluto, el Dios más alto, no se involucra en la Creación, y permanece totalmente ajeno a ella en su indiferenciación. Sin embargo, crea una entidad, el Demiurgo, hijo suyo, conformado a su imagen y semejanza que será el Gran Constructor y Artesano del Universo –mientras él es el Arquitecto, o sea aquél que concibió en su mente (Divina) el Plan de la manifestación total– sujeto por lo tanto a la dualidad, dinámica del Cosmos. En la cábala hebrea Adam Kadmon es el Gran Arquitecto del Universo, Noûs–Dios o Dios Absoluto, y Adam Protoplastos el Demiurgo, segundo Dios o Dios cósmico. En Asclepio 29 Hermes dice a Asclepio que "es el sol que gobierna todas la cosas y esparce su luz sobre todos los vivientes de la tierra a quien debe tener por el segundo Dios". Efectivamente el simbolismo solar es para nuestro plano el reflejo del símbolo polar de lo invisible e inaparente. |
55 | La cita
de textos de la Antigüedad que destacan la importancia de la cosmogonía
es mucha, sobre todo después de Platón. El Hermetismo ha
sido considerado dentro de las "religiones cósmicas" por la importancia
otorgada al Demiurgo creador y a su obra, en sus dos vertientes, como constructor
del orden maravilloso del cosmos, el cosmos mismo, o como limitación
de las posibilidades metafísicas al sellar su obra en la materia.
También consiste en una Gnosis basada en la meditación en
la obra inteligente del Dios Demiurgo, el plan divino, y la contemplación
de su belleza y misterios. Ver nota ![]() |
56 | Producción
(![]() ![]() ![]() |
57 | "Y como
los teólogos supiesen esto, alaban a Dios como carente de nombre
y, al mismo tiempo, como poseedor de todo nombre". Dionisio Areopagita,
ibid. VI. "Por ello dice rectamente Hermes Trismegisto que, puesto
que Dios es la universalidad de las cosas, no hay ningún nombre
que sea apropiado para él, ya que sería necesario o que Dios
fuera designado con todos los nombres, o que todas las cosas se designaran
con su nombre, por complicar en él mismo en su simplicidad la universalidad
de todas ellas." Ibid. XXIV. Ver también nota ![]() |
58 | Las enseñanzas herméticas coinciden aquí con las de Plotino cuando éste rechazaba los cultos exteriores. "Pues nada falta a aquél quien es él mismo todas las cosas o en quien todas las cosas son. Nosotros adorémosle con acciones de gracias: este es desde luego, el mejor incienso que puede ofrecérsele a Dios, la acción de gracias de los mortales" (Asclepio, 41). |
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