Mercurio
Ciriaco d'Ancona, Bodleian Lybrary, Oxford
 
RENE GUENON 
CARTAS A VASILE LOVINESCU (7)
 
Publicamos el resto de esta correspondencia completamente inédita en cualquier lengua, cuya mayor parte apareció en nuestro Nº anterior. Como antes, los corchetes señalan alguna parte del texto difícil de reconocer. Las reproducciones de los originales se irán añadiendo progresivamente.
 
El Cairo, 30 de diciembre de 1936.
Estimado señor, 

Recibí su carta hace ya algunos días, y me excuso por no haber podido responderla enseguida. – Hoy, recibo unas letras del Sr. Vâls. anunciándome su llegada a París; sin duda volverá a escribirme muy pronto sobre los acontecimientos de Magl., de lo que me dice ya había hablado también con usted antes de su partida de Bucarest. 

Sé que Sidi Aissa no escribe de muy buena gana, probablemente a causa de sus ocupaciones, porque a menudo yo también estoy largo tiempo sin tener ninguna noticia de él. Sin embargo le confieso que mucho preferiría que fuera él quien respondiera a las preguntas que usted se plantea con respecto a la "realización", por muchas razones, y ante todo porque es él quien le ha recibido en la tarîqah. Verdaderamente es lamentable que se encuentre usted aislado así en cierto modo, pues hay muchas cosas que apenas es posible tratar de esta manera, por lo menos si se desea hacerlo con alguna precisión. En resumen, lo que dice usted respecto a la manera en que procede me parece bien, y no veo demasiado qué observaciones podrían hacerse al respecto, con la única reserva de que ello se mantenga en los límites de las instrucciones que se le han dado (y ya ve usted que aquí es Sidi Aissa el único que puede saber a qué atenerse al respecto). En todo caso, llamo su atención, aunque tal vez esto sea inútil ya que usted no alude a ello, sobre el hecho de que nunca hay que hacer el dhikr de pie cuando se está solo; la regla es incluso que para ello hay que ser siete como mínimo. Por otra parte, con respecto a esa especie de "viaje" del que habla, me parece que puede ser peligroso el insistir demasiado, o de una manera demasiado expresamente voluntaria, sobre la primera parte, la que corresponde al "descenso a los Infiernos"; dudo de que haya verdadera ventaja en insistir sobre esta suerte de agotamiento de las posibilidades inferiores, y, en todo caso, es necesario que no haya en ello nada "forzado". – Siempre siento un poco de reparo por el empleo que hace usted, en todo esto, de la terminología alquímica, porque nunca estoy seguro del todo de comprenderla exactamente en el sentido en que usted mismo ha querido entenderla; usted sabe en efecto a cuántas interpretaciones diversas puede dar lugar. – En cuanto a la cuestión de las condiciones para que, de virtual, la realización llegue a ser efectiva, no creo que sea posible formularlas netamente; es ésta una cosa que puede producirse de modo bastante súbito en un momento dado, y que, en ese aspecto, compararía de buena gana a la cristalización de una solución sobresaturada; y es muy evidente que hay algo ahí que escapa a toda iniciativa por parte del individuo. – Tiene usted mucha razón manteniéndose siempre en estado de perfecta lucidez; como decía un Sheikh de aquí, "no hay que olvidar nunca que es el hombre quien debe dominar el hâl (el estado), y no el hâl quien ha de dominar al hombre". 

Una aspiración "hacia lo alto" sólo puede corresponder a sattwa, luego a algo que todavía pertenece a lo manifestado. En cuanto a lo No-Manifestado, no veo otro simbolismo espacial, si aún se le puede llamar así, que el del "vacío"; por lo demás, todo símbolo no puede ser aquí más que de apariencia "negativa". 

Lo que quise decir respecto al Tantrismo, es que se halla en cierto modo difuso en toda la doctrina hindú, al menos en su forma presente (quiero decir desde el comienzo del Kali-Yuga), y que realmente es imposible asignarle unos límites netamente definidos. En cuanto a Shankarâchârya, existen himnos suyos que son claramente tántricos, incluso en el sentido más ordinario y restricto, ya que se dirigen a la Shakti. En tiempos modernos, RâmaKrishna fue antes que nada shâkta, luego tántrico; sin embargo no parece que se haya ocupado especialmente del Kundalinî-Yoga. 

Lo que me dice de la continuación de sus investigaciones sobre la tradición dácica siempre es interesante; me alegro de que mi artículo sobre el jabalí y la osa haya podido atraer también su atención sobre otros puntos como los que me señala y que en efecto son muy notables. Se me ocurre una pregunta que quizá usted pueda resolver: ¿cuál puede ser el origen o la etimología del nombre de los "Smei"? Eso ayudaría sin duda a fijar cuál ha sido realmente su carácter primero. Otro punto que no me parece totalmente claro, es el sentido del cambio de hombre a mujer, e inversamente, como consecuencia de una maldición, a menos que no se quiera ver en ello algo que contraría el desarrollo de las posibilidades de un ser conforme a su propia naturaleza. – Respecto a los nombres de lugares de los que habla, ¿no parece que Tuzla se repita de alguna manera en Tulcea? En cuanto al meridiano de las Pirámides, es muy posible que tenga cierta importancia especial, pero, quizá debido a todas las fantasías que se cuentan al respecto, nunca me he dedicado a examinar esta cuestión. – Sus observaciones sobre el simbolismo de IO son también verdaderamente curiosas; ¿ha encontrado figuraciones que señalen de cierta manera ambos aspectos IO y OI? En cuanto a la importancia del negro, lo que usted supone no tendría en sí nada de inverosímil, pues muchos pueblos diferentes, comprendidos los chinos, se han calificado de "cabezas negras", "caras negras", etc.; sin embargo, ¿concordaría eso bien con el caso de una tradición de origen hiperbóreo? 

Quizá sepa usted que, hace 2 o 3 meses, ya se había anunciado la muerte de Z., después había sido desmentida (y no era la primera vez); pero ahora se asegura que es cierto. Sin embargo tengo ciertas dudas, conociendo la manera casi clandestina en la que se ha efectuado el entierro. Lo que me dice al respecto asimismo es muy extraño, pero conviene esperar naturalmente a que lo sepa usted de modo más seguro. Está igualmente el hecho de que se haya producido justo en el momento que él había señalado como el del comienzo de una nueva acción. Por otra parte, cualquiera sea el carácter de esa "desaparición", ¿ha observado su coincidencia con la abdicación del rey de Inglaterra, que también parece tener un "fondo" bastante enigmático? – En cuanto a la primera pregunta, me es bien difícil decirle lo que debe hacer; puede que haya cierto interés en estar informado de lo que pasa, pero, por otro lado, es seguro que puede haber en ello algún peligro, aunque tan sólo fuera el de despertar sospechas en uno u otro momento. Por otra parte, ¿tendría usted alguna razón plausible que invocar para rechazar la proposición que pudiera hacérsele? Por mucha que sea la estupidez de la gente, es siempre más prudente no contar demasiado con ella. 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

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El Cairo, 16 de marzo de 1937.
Estimado señor, 

He aquí que ya hace más de una semana que recibí su carta del 26 de febrero, y no he podido todavía llegar a responderla; me he encontrado algo fatigado todo este tiempo, lo que ha hecho que me retrase mucho en todo. 

Es lamentable ciertamente que se sienta usted tan aislado; la misma "protección" de la que habla no puede ejercerse evidentemente de manera tan plenamente eficaz como lo sería si usted se hallara en un medio tradicional, pero en fin, a pesar de ello, no creo que sea nunca despreciable. 

Hace mucho tiempo que no tengo noticias del Sr. Avr.; por el contrario, el Sr. Vâls. me ha escrito varias veces desde que está en París, y me ha enviado un voluminoso trabajo sobre Magl., que todavía no he tenido tiempo de examinar por completo en detalle, de manera que no tengo aún una idea muy neta de lo que puede haber realmente en el fondo de todo eso. 

Puede que efectivamente haya en ocasiones cierta vaguedad en el empleo de las palabras hâl y maqâm, pero su sentido propio es realmente el de un estado transitorio la primera y el de uno estable y definitivo la segunda; tiene pues razón al hacerlas corresponder a una realización virtual y a una efectiva. – Pienso, al respecto, en lo que se dice de Plotino, que no habría alcanzado ciertos estados más que 2 o 3 veces en su vida; si eso es exacto, habría que concluir de ello en una realización que quedó en él muy imperfecta, ya que no habría sido cumplida de una vez por todas y se habría limitado así a estados simplemente pasajeros. 

Los Tantras se presentan bajo la forma de diálogos entre Shiva y Shakti; esto sin duda es porque se tiene la costumbre de considerar que el tantrismo implica esencialmente la consideración de estos dos principios complementarios; pero en realidad puede haber en él, fuera de esto, muchas otras cosas que estén inspiradas más o menos directamente por la doctrina de los Tantras; y se puede hablar de un tantrismo en cierto modo difuso, no solamente en el Shivaismo, sino incluso en el Vishnuismo, por lo menos en las formas que revisten actualmente uno y otro; desde luego, todo esto es casi imposible de delimitar exactamente. 

Mario Meunier me ha enviado efectivamente su libro sobre Apolonio de Tiana, y lo he leído también; pero me parece muy difícil saber exactamente lo que ha podido ser en realidad el personaje, y qué importancia conviene atribuirle; no todo es perfectamente coherente en el contenido del mismo, y a menudo, admitiendo los hechos tal como son referidos, se pregunta uno qué grado de conocimiento pudiera haber alcanzado. Por otro lado, es evidente que no se le puede hacer responsable de las evocaciones de Eliphas Lévi o de otras historias más o menos dudosas del mismo género; esto es siempre algo molesto, pero hay bien pocos personajes con alguna reputación que los medios ocultistas no hayan pretendido acaparar de ese modo en su provecho. 

Su pregunta con respecto al estado de los Adeptos no me parece del todo clara; desde el momento en que un ser ha pasado más allá del nombre y de la forma, todas las conexiones que haya podido tener anteriormente se encuentran rotas por eso mismo, y la cuestión de una "identidad" individual ni siquiera parece ya tener sentido en un caso semejante; ¿es eso lo que ha querido usted decir? 

La Liga parece haber sido la última expresión exterior de lo que, anteriormente, se había manifestado también en la "misión" de Juana de Arco; no creo que se pueda hablar propiamente de R + C en este caso; pero ciertamente no por ello sería menos interesante estudiar el papel de los Guisa, aunque esto tampoco parezca fácil de aclarar por entero. – En cuanto a la frase de mi artículo que usted recuerda, debo decir que tuve más bien en vista una "posibilidad" que unos casos determinados; quizá pudiera llegar a encontrarse algo así en la edad media, pero, en la historia moderna, es mucho más dudoso. 

Si Smei ha significado dragón, quizá habría que relacionarlo con una designación de los jefes entre los celtas. Por otra parte, esa palabra se parece mucho a una raíz árabe y hebrea que expresa una idea de "elevación", pero parece improbable que haya ahí un parentesco real. 

Su observación sobre Tuzla es curiosa, pero quizá sea ir un poco lejos, al menos en relación con Atl, en la que el grupo tl representa en realidad una letra única y, como consecuencia, no puede disociarse. – Yo tampoco creo que la reunión de IO y OM en las letras latinas I.O.M. pueda responder a algo intencionado; también podría observarse que estas mismas letras forman exactamente la palabra que significa "día" en hebreo y en árabe, ¡pero yo no osaría sacar ninguna consecuencia de ello! 

Me sorprendería mucho que Osiris pueda tener una relación con la tradición hiperbórea; todo lo que usted cita al respecto parece reposar por completo en una confusión con Dionysos, que los griegos efectivamente han cometido; no sé bien qué razones podrían justificar tal asimilación. No he visto nunca en ninguna parte la forma […]; ¿dónde se encuentra esto? – En cuanto al "Cáucaso", parece evidente que es una denominación que ha tenido muchas aplicaciones geográficas diferentes; solamente habría que poder encontrar si tienen entre sí alguna relación más precisa. 

Lo que me señala sobre la raíz bar y rab realmente me parece muy importante; yo también pienso que una inversión así de ninguna manera es imposible, y las interpretaciones que permite efectivamente son bien notables. – En cuanto al "negro", sé muy bien que se encuentran designaciones como las de "pueblo negro", "cabezas negras", etc., allí donde no pueden aplicarse realmente a una raza negra, como en China y Egipto por ejemplo; tampoco hay pues ahí, en el fondo, ninguna contradicción con la tradición hiperbórea; sólo que, hasta ahora, nunca había visto ejemplos mencionados por ese lado. Si pudiera hablarse en este caso de una "Etiopía", sin duda podría hablarse también de un "Preste Juan"; pero ¿se puede encontrar, para justificar de modo más completo este último punto, alguna clara indicación de una unión de las funciones sacerdotal y real en los antiguos príncipes rumanos? 

Paso ahora a un tema muy distinto: respecto a Z., sin duda sabe usted que unos desconocidos han intentado abrir su sepultura, probablemente para asegurarse de la identidad del cuerpo; por lo demás, ¡rápidamente se ha hecho el silencio sobre este asunto! De otro lado, lo que me parece algo sorprendente, no es que realmente no haya muerto, sino más bien que todavía esté en la Costa Azul, donde debe de ser demasiado conocido por mucha gente como para poder pasar fácilmente desapercibido. – En cuanto al ex-rey, lo que se dice en el entorno de D. desde luego confirma una vez más lo que yo pensaba; pero sin duda ha de considerársele más bien como un instrumento. Lo igualmente curioso, es esto: el astrólogo Maurice Privat, quien tiene unas relaciones bastante sospechosas (él mismo se ha jactado de recibir a emisarios del "cde. de S.-G."), ha publicado un libro de predicciones sobre 1937; estaba escrito antes de la abdicación, y no la prevé en absoluto, pues incluso da detalles sobre la coronación; pero, además, anuncia que el rey será "el futuro árbitro del mundo"; ¿quién sabe si se haya re-nunciado a hacerle desempeñar este papel …más tarde? 

Por lo que se refiere al nuevo caso concerniente a Siria, parece en efecto bastante grave, pero no representa en realidad algo completamente nuevo. Ese país es la sede de varias organizaciones heterodoxas de carácter muy sospechoso, comenzando por los ismailíes; y el jefe de la rama india de estos últimos no es otro que el Agha-Khan (recuerde al respecto la famosa lista). De otro lado, Crowl. dice estar en relación con un cierto "Templo del Desierto" que estaría ubicado en la misma región, y en el que residiría un "Maestro" llamado Ara ibn Shams. A propósito de esto, no comprendo bien si el nombre que usted me cita sería el del "Maestro" o el de su discípulo; en cualquier caso, es un nombre totalmente "normal", pero no me recuerda nada. – El hecho de frecuentar la S. T. parecería más bien convenir a un behaista; pero estos, aunque más o menos en simpatía con todos los movimientos "neo-espiritualistas" de Occidente, son a fin de cuentas más bien insignificantes y bastante poco peligrosos por ellos mismos; su centro también está en Siria, en S. Juan de Acre, pero la mayor parte de sus adeptos se halla en América. – En fin, si tiene otras precisiones, por favor no se olvide de compartirlas conmigo. 

En su última carta, el Sr. Vâls. alude a una reciente disolución de la Mas.·. en Rumania; no he oído hablar de ello en otro lugar; ¿a raíz de qué acontecimientos se habría producido? 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

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El Cairo, 13 de abril de 1937.
Estimado señor, 

Recibí el sábado su carta del 5 de abril; no quiero tardar en responderla, pero tal vez no voy a tener más remedio que resumir un poco, pues todavía tengo muchas cosas atrasadas. – Ciertamente, quisiera poder dedicarme a la preparación de una nueva obra; pero, durante todo este tiempo, me encuentro muy ocupado en revisiones de traducciones inglesas e italianas de varios de mis libros; y va a hacer falta también que me ocupe lo más pronto posible de completar el Rey del Mundo para su reedición, pues se me lo reclama con una insistencia creciente. 

No sé lo que podré hacer, falto siempre de tiempo, en relación con lo que me pide respecto a su nombre; pero, en cualquier caso, puede estar seguro de que no dejaré de pensar en ello si se presenta la ocasión. 

A menudo recibo cartas del Sr. Vâl., siempre sobre el tema de Magl., pero felizmente ahora considera las cosas de manera mucho más tranquila y "desapegada". Igualmente, en cuanto a usted, pienso que es acertado que no haya persistido en esas meditaciones de las que habla; y lo que me dice de las razones que le han hecho dejarlas es también un indicio desfavorable que viene a sumarse a muchos otros. No tendría tiempo para entrar en detalles (tal vez el propio Sr. Vâl. le hablará de ello más completamente); pero cuanto más examino la cuestión, más se precisa mi impresión: es seguro ahí hay en acción una influencia psíquica muy poderosa, pero el carácter de lo que se encuentra detrás parece ser totalmente inquietante e incluso más bien "tenebroso". – Lo que por otra parte me dice usted con respecto a la "Guardia de Hierro" parece también estar relacionado con cosas del mismo género; es bastante manifiesto que actualmente las mismas "fuerzas" obran a la vez desde lados aparentemente opuestos. – 

La cuestión de las relaciones entre Egipto y Dacia también es un punto que parece interesante, pero difícil de poner en claro; puede que la designación de Egipto (que asimismo era una "tierra negra", y en donde se halla una palabra, Rômit, que recuerda bastante a los Rohmans) no deba tomarse forzosamente en sentido literal. – A propósito, pienso en el nombre de Romaní que se dan a sí mismos los bohemios, llamados también "egipcios" en muchos países, y que se interpreta como significando "los hombres" por excelencia. – En cuanto al nombre de Sesostris, no sé muy bien qué puede sacarse de él, pues parece que sólo lo hayan empleado los griegos. 

Es poco probable que el AVM católico pueda haber venido de la tradición hindú; debe tratarse de una derivación más directa en relación con la Tradición primordial. 

El lenguaje del hermetismo está muy complicado por una multitud de términos más o menos sinónimos o equivalentes entre sí; pero pienso que el "Disolvente" debe de entenderse mucho más como un "agente" que como una "materia". 

Por lo que se refiere a los "Superiores Ignotos", parece que se trata más bien de una acción en cierta manera "esporádica", después de la ruptura de los lazos iniciáticos regulares en cuanto al mundo occidental. – Todavía hay algunos restos de Mas.·. operativa; pero los personajes de los que usted habla, del comienzo del siglo XIX, pertenecían a ritos de altos grados (Alejandro I también, por lo demás), lo que es una cosa totalmente diferente. El caso de Eckartshausen está menos claro, y se parece un poco al de Boehme; desde luego hay en él una parte de hermetismo, pero ¿hasta dónde llega?. – En cuanto a Napoleón, yo pensaba, en conexión con Malta, en algo relacionado con las Ordenes de caballería; por otra parte es bastante curioso que Malta parezca haber sido un "centro" desde los tiempos prehistóricos. 

No tengo ningún recuerdo de haber escrito un artículo titulado "Iniciación sacerdotal", y en cualquier caso no lo encuentro, de modo que no comprendo muy bien de qué se trata; ¿me haría el favor de precisármelo en una próxima vez? 

No sabía que Dacia fue representada con una pica que lleva una cabeza de asno; eso podría significar la victoria sobre lo que ésta representa. – Abul-Hawl no es el nombre de un personaje; es simplemente la Esfinge, que se designa así en árabe; el sentido literal es "padre del espanto". 

Tengo el libro Inquire Within, e incluso un segundo que él publicó el año pasado, The Trail of the Serpent, en el cual lo que usted ha observado se encuentra aún más acentuado, a tal punto que he hablado de ello, por otra parte sin nombrarlo, en un artículo para E. T. de mayo; ¡es bastante curioso que me haya hablado usted de esto justo en el momento en que lo escribía! 

Había creído comprender que X. era sirio, pero ahora veo que solamente fue a Siria; ¿cuál es su origen en realidad? – En cuanto a A. A. H., o al personaje, quienquiera que sea, que ha respondido con su nombre, debo confesar que estoy tan sorprendido como usted. No sólo conoce evidentemente ciertas cosas, lo cual es menos sorprendente si realmente se trata de un oriental, así se halle lejos de ser un "Maestro"; sino que no creo posible que estas respuestas provengan de un c.-in.; a menos (porque hay que considerarlo todo) que simplemente haya copiado esto de alguna parte para producir esa ilusión; pero entonces, por muy hábil que pueda ser, será muy sorprendente que eso no aparezca tarde o temprano. Lo que me inquieta un poco, a este respecto, es el gran parecido del lenguaje con el que yo mismo empleo; y que he estado obligado en cierto modo a "fabricar" para traducir cosas desacostumbradas en las lenguas occidentales; como evidentemente las mismas cosas pueden expresarse de muchas maneras diferentes, es bastante sorprendente que se caiga justo en las mismas expresiones; esto ¿no le ha llamado también la atención? – Los ejercicios respiratorios no son algo muy "comprometedor"; indicaciones más o menos parecidas se encuentran un poco por todas partes, de manera que no hay en ello nada verdaderamente característico. Lo que es un poco singular, por otro lado, es que en ninguna parte se trate de la ligazón a una forma tradicional definida; es cierto que podría decirse que no se trata más que de una cosa completamente "preliminar". Pero, si hay ahí algo serio y verdaderamente iniciático, ¿cómo es que se juzga bueno el dirigirse a un medio tan poco apropiado? La explicación más simple, sería que no se trata ni de esto ni de la c.-in., sino una vez más de un nuevo intento de "imitación" como hay tantos, quizá solamente más hábil que muchos otros; pero en fin, lo mejor será esperar la continuación para ver qué cariz tomará esto. 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

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El Cairo, 23 de mayo de 1937.
Estimado señor, 

Quizá estas líneas se crucen con una carta suya, pero prefiero no esperar más para una cosa que quería pedirle desde hace ya algún tiempo. He aquí de lo que se trata: al Sr. Clavelle le intrigó lo que usted le había escrito con respecto a A. A. H., y me había pedido unas explicaciones sobre ello. Le dije en resumen de qué se trataba, pero ve ahí unas posibles relaciones con algunas otras cosas, y, por esa razón, le agradaría disponer de más detalles sobre el tema. ¿Querría usted pues tener la cortesía de enviarle la copia de las respuestas que me hizo llegar? Excúseme por pedirle esto, pero estoy siempre tan ocupado, como usted sabe, que no llegaría a encontrar tiempo para transcribírselo todo yo mismo; gracias por adelantado. 

El Sr. Vâls. me escribe que muy próximamente va a dejar París para volver a Bucarest; así pues tendrá usted sin duda la ocasión de verle de aquí a poco, y él podrá darle entonces explicaciones más completas respecto al asunto de Magl.; por otra parte todavía ha de enviarme unas notas complementarias sobre diferentes puntos. Me dice que ha recibido últimamente una carta suya. 

El Sr. Clav. me dijo, hace ya algún tiempo, que le devolvió a usted, a su pedido, la última parte de su trabajo para hacer algunos añadidos. Pienso que lo que todavía falta antes de eso debe aparecer en el nº de este mes. Como la publicación de este trabajo va a terminar pronto, ¿le sería posible reconsiderar el proyecto de un estudio sobre los iconos y su simbolismo, del cual me había hablado tras su visita al Monte Athos? 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

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El Cairo, 6 de junio de 1937.
Estimado señor, 

Me ha alegrado recibir su carta con la del Sr. Vâl.; le respondí a éste hace alrededor de una semana, y le dije que trataría de no retrasarme demasiado en escribirle igualmente a usted. – Cuando vuelva a verle, sea tan amable de decirle que recibí, en el último envío de Chac., el libro de Vulpescu sobre las […] rumanas que él me había anunciado; creo comprender, según esto, que debió de entregárselo al Sr. Cl. antes de su partida de París. 

Por lo que respecta al asunto A. A. H., creo que ha hecho usted bien en poner al corriente al Sr. Vâl., pero también en no hablar de ello a nadie más, por lo menos hasta nueva orden. Por mi parte, sólo se lo he comentado al Sr. Cl., y aun esto tan sólo después que usted mismo hubiese aludido al tema cuando le escribió, tal como le dije a usted en mi última carta. 

Según las nuevas respuestas de las que me habla en esta ocasión, este asunto cambia algo de aspecto, sin que por ello se vuelva más claro: esta inesperada recomendación de la lectura de mis obras parece excluir efectivamente la hipótesis de una "deformación", a menos sin embargo que se haya pensado que sería demasiado fácil darse cuenta de ello y que, por eso, se haya juzgado preferible tomar la delantera. Pero la cuestión es saber en qué sentido y con qué intenciones se quiere así "utilizar" mis obras, y es sobre este punto sobre el que existen indicios poco tranquilizadores, como el reclutamiento en un medio tan poco favorable como aquél de que se trata, por ejemplo. Con respecto a esto, ¿podría darme usted algunas explicaciones más acerca del proyecto del "círculo de estudios" y la publicación de una revista que me señala el Sr. Vâl.? – En cualquier caso, me parece que, si A. A. H. piensa de mí lo que dice, debería intentar ponerse en relación conmigo, y que, si verdaderamente él es lo que pretende, eso no debería serle muy difícil; ¿por qué no lo hace? Me pregunto si no sería posible hacerle llegar una pregunta más o menos en ese sentido, pero no sé exactamente en qué forma; ¿qué piensa usted? 

No veo ninguna expresión tradicional que pudiera traducirse literalmente por el "Unico Maestro"; en rigor, podría tomarse como un equivalente aproximativo de ciertas designaciones del "Polo"; pero no me explico muy bien lo que hace aquí una alusión al Cristo; en cualquier caso, esto necesita de mucha mayor precisión. 

La práctica del ritual ortodoxo, en tanto que consiste en una ligazón a una tradición exotérica, es seguramente mucho mejor que nada de nada; pero ¿hasta dónde puede conducir en estas circunstancias? Si se asegura por otra parte que ya no hay iniciación en el Cristianismo, siempre llegará un momento en que se plantee la cuestión de la ligazón a otra forma tradicional determinada que pueda proporcionar la base de una realización iniciática; y entonces, los lazos establecidos o reforzados por dicha práctica ¿no resultará que constituyen un obstáculo? Hay en ello algo que puede parecer más o menos contradictorio; ¿podría quizá verse un poco lo que hay en el fondo preguntando si puede haber una iniciación que no se vincule a una forma tradicional determinada, o que se concilie con prácticas pertenecientes a otra forma? 

Excuse estas pocas reflexiones hechas a toda prisa, a la espera de algo mejor. – Aún no he tenido tiempo de examinar las notas que el Sr. Vâl. me ha enviado. 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

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El Cairo, 22 de junio de 1937.
Estimado señor, 

Recibí el sábado su carta del 16 de junio; gracias ante todo por haber llevado a cabo mis encargos para con el Sr. Vâl.; ayer respondí a su última carta; me alegra saberles así en relación constante. 

Gracias por comunicarme la nueva carta del discípulo de A. A. H., quien, a decir verdad, tampoco me da muy buena impresión. Esa manera de negarse a todo control, sobre todo en el tono en que está formulada, es verdaderamente desagradable, al igual que la pretensión de no comunicarse con usted más que a través de D.; en todo caso, esto incrementa mucho, ciertamente, la dificultad de aclarar este asunto. Usted podría a buen seguro, si con ello no se corriera el riesgo de romperlo todo demasiado pronto, responder a esa gente, quienquiera que sea, que no es usted el que ha ido a buscarlos, y que por lo demás, cuando se pide la admisión en una organización iniciática, se sabe por lo menos cuál es y de qué forma tradicional depende, lo cual no es aquí el caso. Sea como fuere, ese rechazo a responder a unas preguntas de "control" me recuerda enojosamente otra historia que tenía unos fondos totalmente sospechosos; me parece incluso que algunos de los comunicados obtenidos en este caso tenían una "firma" casi igual a la de la carta en cuestión (símbolos que no tienen nada de anormal en sí mismos, muy bien pueden ser "usurpados", evidentemente, eso también forma parte de las siempre posibles "deformaciones"). – El empleo más o menos justificado de la palabra "Verdad" (Haqq) parece estar en relación con el nombre del "Maestro"; pero ese mismo nombre es inexplicable si se trata de un centro ortodoxo. – Sea tan amable de comunicarle igualmente esta carta al Sr. Cl., quien quizá también encuentre otras cosas en relación con la conexión en la que ha pensado usted; si puede enviarle al mismo tiempo una muestra de la escritura del personaje (tal vez ya se la haya pedido) eso le permitiría efectuar una comparación que quizá diese algún resultado. – No sé si la frase referente a mi obra implica por completo el sentido que ve usted en ella; en cualquier caso, ése no es el punto importante esta vez. En cuanto a la pretensión de estar informado de todo lo que a usted concierne, uno se pregunta qué pensar exactamente de ello y hasta qué punto hay que tomarla en serio. – El Sr. Cl., había pensado, para facilitar la "identificación", plantear algunas preguntas sobre la Masonería y sobre el Lamaísmo; desgraciadamente, no parece que eso pueda lograrse ahora. 

Hay que esperar que el grupo que usted ha comenzado a formar logre constituirse; por otra parte no es necesario que sea muy numeroso, desde luego, e incluso quizá esto sería más bien una desventaja; sea tan amable de tenerme al corriente. 

El simbolismo de Avalokitêshwara tiene estrecha relación con la idea de "Providencia"; pero me cuesta ver que pueda tener alguna con Apolo. 

Se cuentan muchas cosas sobre el papel de los Estuardo en relación con la Masonería escocesa; pero uno puede preguntarse si ese papel no ha sido sobre todo nominal y más bien "representativo", si así puede decirse, antes que verdaderamente efectivo. 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

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El Cairo, 11 de julio de 1937.
Estimado señor, 

He aquí que hace ya casi dos semanas que recibí sus cartas del 21 y 22 de junio; me excuso por no haber podido responderlas más pronto, lo cual se ha debido a distintas circunstancias: un traslado, cosa bastante complicada por mis libros, y después, quizá a causa de la fatiga, un ataque de reuma que me ha dejado completamente inmovilizado durante varios días. 

He recibido también, al comienzo de esta semana, la carta del Sr. Vâl. con las notas que la acompañaban; sea usted tan amable de decírselo, a la espera de que igualmente le responda a él. Sólo el atlas cuyo envío me anunció no ha llegado todavía, pero a fin de cuentas eso no tiene nada de extraño. 

En cuanto a los hechos de que me habla, me han sorprendido mucho, porque, aunque siempre he tenido en consideración la hipótesis de una posible mixtificación, nunca hubiera supuesto que viniese de ese lado. Me pregunto por otra parte si identificar al propio A. A. H. con el Sr. Avr. no es una solución demasiado simple; el Sr. V. me dice por lo demás que a pesar de todo no puede creerlo; y lo que me parece va más particularmente en contra de ello, es que el nombre de X. también lo ignore el Sr. Avr. Parecería pues que es más bien X. quien se sirve o quiere servirse de éste; y quizá todo proceda únicamente de ese X., pues hay también personas que prefieren hacerse pasar simplemente por "intermediarios", para hacer creer que hay algo detrás de ellos. Dicho de otra manera, yo creería de bastante buena gana que A. A. H. es X., antes que el Sr. Avr.; pero eso no impide que encuentre muy singular la manera en que éste se ha mezclado en el asunto, sobre todo teniendo en cuenta que nunca le ha parecido oportuno aludir a él en lo más mínimo al escribirme. Por otra parte, si esto tiene relación, como parece, con el proyecto de sus revistas, según las encara ahora, la cosa no es muy tranquilizadora; y lo que me informa el Sr. V. sobre su lado político (G. de H., etc.) no lo es mucho más a ese respecto; todo esto hace que encuentre menos deseable el logro de dichos proyectos que antes de estar al corriente de estas historias, pues, en semejantes condiciones, se pregunta uno qué influencias podrán ejercerse allí dentro. 

– El asunto de esta suiza también es bien extraño; ¿tendrá igualmente algo que ver con la fundación de las revistas? Me pregunto por otra parte si es sólo a eso a lo que quiere referirse el Sr. V. cuando habla de un aspecto "financiero" del asunto A. A. H., o si aún hay algo más que hubiese olvidado precisar, lo cual no sería sorprendente en medio de tantas cosas así de confusas. 

Lo que me dice del parecido entre el estilo de A. A. H. y el del Sr. Avr. sería quizá el argumento que más llame la atención en favor de su identificación, porque, todo el resto (identidad de ciertas opiniones, etc.), puede explicarse también por las relaciones de X. con el Sr. Avr., sobre todo si se admite que X. y A. A. H. son uno en realidad (éste puede muy bien entonces reproducir efectivamente algunas cosas en sus cartas tal como se las ha dicho el Sr. Avr.). – A propósito de eso, ahora también observo una cosa en la que no había puesto atención hasta este momento: y es que en resumen las razones alegadas por A. A. H. para la adopción de los ritos ortodoxos se parecen mucho a aquéllas que determinaron, en el Sr. Avr., su propia adhesión a la ortodoxia. – En cuanto a las consideraciones propiamente doctrinales, puede decirse que en el fondo cualquiera que haya leído mis libros podría hacer otro tanto; y hay junto a esto muchas incoherencias, como también usted señala; pero lo que quizá me parezca la peor señal (y creo que ya se lo dije), es que no se encuentre en todo esto ningún indicio de vinculación a una forma tradicional determinada. 

El signo que emplea X. me parece, como a usted, más bien fantasioso y sin gran interés; observo únicamente que la presencia de las letras hebreas no concuerda con la hipótesis de una organización islámica sugerida por el nombre A. A. H. – Ahora, lo que todavía me parece completamente extraordinario, es que no se pueda llegar a saber nada sobre este X., que sin embargo ha de tener un domicilio en alguna parte y bajo un nombre cualquiera, auténtico o supuesto, y que debe también recibir correspondencia; ¿cómo es que D. no ha tratado de informarse de ello de un modo u otro? Digo D. porque él es quien debería tener naturalmente mayores facilidades para ello, estando más directamente en contacto con el personaje...

Desde luego, voy a pensar de nuevo en todo ello, y le volveré a hablar de esto al Sr. V. cuando le responda, lo cual haré lo más pronto que me sea posible.

En cuanto a la opinión que me solicita en su segunda carta, en relación con las investigaciones que le guatría hacer, me parece que no se equivoca usted al pensar que la cosa podría presentar cierto peligro desde diferentes puntos de vista, sobre todo actualmente, y que en cualquier caso sería mejor esperar para ello a que todas estas historias sospechosas se hayan aclarado un poco (también el asunto de Magl. adquiere decididamente un sesgo de los más inquietantes). Debo decir por otra parte que todo esto parece indicar de modo bastante neto que no quedan ya auténticos representantes de la tradición dacia, o bien que están completamente degenerados, porque de otra manera no se ve cómo cosas así serían posibles. Le rogaría que esperase, para volver a hablar de esta cuestión, a leer el artículo sobre los "residuos psíquicos" que va a aparecer en el nº de julio de los E. T., pues las cosas de las que se trata están precisamente entre aquellas en las que en particular pensé al escribirlo. 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

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*   *
El Cairo, 14 de julio de 1937.
Estimado señor, 

Recibí anteayer su carta del 7 de julio, justo cuando la víspera había respondido a las dos anteriores. – Hoy ha llegado el atlas cuyo envío me había anunciado el Sr. V.; sea usted nuevamente tan amable de decírselo y de agradecérselo de mi parte mientras que le escribo, lo que pese a todo espero llegar a hacer de aquí a poco. – Así pues no falta nada de lo que se me envió; pero es muy singular que haya cartas que nunca le han llegado a usted. El Sr. Cl. se inquietaba por no tener respuesta suya; en su última carta me dice que se alegra de tener noticias finalmente. Me habla naturalmente del asunto A. A. H. – Avr., y veo que piensa lo mismo que yo, pues sus reflexiones son casi exactamente lo que le escribí el otro día. Sea cual fuere el rol del Sr. Avr., es muy cierto que no basta para explicar todo el asunto, ya que por lo menos hay un tercer personaje, el intermediario X., que también existe realmente, y que parece tener parte aún más importante. Lo que dice usted en esta oportunidad es lo más probable: el Sr. Avr. es aquí el instrumento de algo, pero es sobre todo este algo lo que habría que llegar a identificar. 

Es mejor que haya podido disuadir a D. de presentar una demanda; por otra parte, como regla general, desde el momento en que se encuentran implicadas cuestiones de cierto orden en un asunto de este tipo, es muy evidente que jamás se debería hacer intervenir en ello a los tribunales profanos. 

Tiene razón al pensar que nunca le he concedido gran importancia a lo que el Sr. Avr. me ha escrito con respecto a usted; lo atribuía a una especie de antipatía debida a alguna incompatibilidad de temperamentos. Pero ahora la cosa toma un cariz mucho más serio; le agradecería pues que me diera a conocer la historia de sus relaciones tal como me propone; comprendo que sea poco agradable, pero es mucho mejor que yo esté completamente informado sobre todo ello. – El Sr. Avr. le reprocha a usted especialmente, como una imprudencia grave, el que pensara apoyarse en la G. de H. de cara a una restauración tradicional; pero parecería, según lo que me dice el Sr. V., que sea él quien actualmente intenta alguna cosa por ese lado. – El Sr. V. alude a Mircea Eliade; yo le pediría también, a él o a usted mismo, que me dijeran algo más preciso sobre éste, del que no sé casi nada; no he leído su libro, e incluso no he oído hablar del mismo sino de una manera bastante vaga. 

Fãt como derivado del latín foetus me parece una simple fantasía de los filólogos; la existencia de la forma femenina (en árabe fatah, una joven) tendería igualmente a confirmar lo que pienso del origen de esta palabra, que no sería por otra parte un caso aislado, pues he observado varios otros cuya procedencia árabe es totalmente evidente. 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 
 

Cont. y final
 
 
René Guénon
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