RENE GUENON 
CARTAS A VASILE LOVINESCU (y 8)
 
 
facsimilEl Cairo, 17 de julio de 1937.
Estimado señor, 

He recibido esta mañana su carta del 14 de julio; respondí a las anteriores el 11 y el 14 – Naturalmente dirigí ambas cartas a Bucarest; espero que le llegarán antes de su partida, o que en todo caso le seguirán a usted. 

Le agradezco que continúe teniéndome al corriente de lo que pasa; veo que efectivamente las cosas toman un aspecto cada vez peor; y en estas condiciones, como ya le dije el otro día, es ciertamente preferible que me comunique todo lo que se refiere a la historia de sus relaciones con el Sr. Avr. – Este me escribió en efecto que usted daba conferencias a un grupo de jóvenes pertenecientes a la S. T.; esto parece indicar que se trataba de muy otra cosa que de una simple conferencia hecha ocasionalmente y debido a una petición especial, lo que con seguridad es algo muy diferente. En cuanto al trabajo de usted, lo que él ha dicho a D. al respecto es absolutamente falso: sólo me ha hablado del mismo para criticar algunas aproximaciones lingüísticas que no le parecían exactas, y también para reprocharle a usted el haberle "quitado" ciertas ideas (ya no sé cuáles) que le habría expuesto en el curso de sus conversaciones; pero nunca ha hecho la menor alusión a nada "subversivo". Consecuentemente, va de suyo que nunca pedí que se interrumpiera la publicación de su trabajo; de hecho, si se encuentra retrasada, es únicamente por circunstancias que no dependen de la voluntad de nadie (limitación del número de páginas, necesidad de incluir artículos que no se podían posponer indefinidamente, etc.); el Sr. Cl. podrá confirmárselo, tanto más cuando es el único que se encarga de arreglar con el Sr. Chac. la disposición de la revista (la distancia a la que me hallo no me permite evidentemente intervenir en estas cuestiones que no pueden arreglarse más que en el propio lugar). Puede pues quedarse completamente tranquilo al respecto; y aún debo añadir que, por lo que se refiere a la historia del "pacto" (?), tampoco había oído hablar de ella hasta ahora. – Creía que el Sr. Avr. aún estaba en relación con el Sr. Gig., pues, en su última carta, es decir hace alrededor de 3 meses, todavía me hablaba de éste como si estuviese seguro de contar con su apoyo para la revista; ¿qué habrá podido pasar también por ese lado? 

Ahora, admitiendo que pueda hablarse de simple estafa por parte del Sr. Avr., según la opinión de D., queda todavía por explicar la parte X. – A. A. H., lo que parece más complicado; pienso que también es a esto a lo que usted alude al decir que no ve cómo podría aclararse el asunto. Por otra parte, cuando subraya usted su carácter grotesco, es de temer que no haya ahí una "señal" totalmente sospechosa; eso sería peor que la estafa, sin excluirla por lo demás, pues esa mezcla es muy frecuente; pero, en este sentido, no me parece posible en cualquier caso que Avr. sea algo más que un instrumento inconsciente… 

Recuerdo en este momento una cosa que no me había producido buena impresión: la amenaza, publicada en la revista, contra aquéllos que quisieran dificultar su publicación; me parecía que había ahí un aire de charlatanismo; al no haber aludido a ello Avr. en sus cartas, yo tampoco le hablé del asunto; ¿qué habría ahí exactamente? 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

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El Cairo, 7 de noviembre de 1937.
Estimado señor, 

Acabo de recibir su carta; sea tan amable de decirle al Sr. V. que he recibido igualmente todas las suyas; como la respuesta a ellas será más larga, le escribo a usted primero; pienso por otra parte que continúan comunicándose todo lo que es susceptible de interesarles a ambos. – Sabía que el Sr. Cl. les había informado del por qué de mi silencio; si no hubiese sido así, habría escrito antes al menos algunas líneas para que no supusiera usted que se habían perdido algunas cartas. Aunque ahora voy mejor, todavía resiento sin embargo una fatiga que sólo se atenúa muy lentamente; también me hallo aún muy lejos de haber podido poner al día todo el trabajo acumulado durante el tiempo en que me fue imposible hacer nada que fuere. 

Gracias por la otra carta referente a la historia de sus relaciones con Avr.; todo esto es con seguridad poco agradable y poco interesante en sí mismo, pero valía la pena que yo supiera exactamente a qué atenerme sobre todo ello; nunca hubiera creído que toda su anterior actividad tuviera un carácter tan charlatanesco, pero seguramente esto hace menos sorprendente todo lo que ha pasado en estos últimos tiempos… 

He aquí pues que por fin se conoce la identidad de X.; parece, por lo que me dice de este personaje, que ha debido actuar enteramente por instigación de Avr., o que por lo menos la cosa ha sido combinada entre ellos dos. No obstante, me pregunto igual que usted si a pesar de todo no ha habido otra cosa en todo esto, es decir si no han sido inconscientemente instrumentos de ciertas influencias. El efecto que todo ello puede producir, en el sentido de un descrédito de los estudios tradicionales, tendería bastante a hacerlo pensar; y la coincidencia que usted me señala, por lo que se refiere a D., es bien singular también… – En cuanto a la carta que Avr. debía escribirme, según lo que él le había dicho al Sr. V., nunca recibí nada; ¡comprendo por otra parte que debe de encontrarse digamos que apurado para darme explicaciones sobre esta historia! Lo que también me pregunto, es si, ahora que todo esto se ha descubierto y que él debe darse cuenta de ello, aún osará persistir en su proyecto de una revista… De todas maneras, es muy molesto que se sirva de mi nombre para todo como lo ha hecho; pero, por lo menos en tanto no lo ha hecho por escrito, ¿cómo se le podría impedir? 

En cuanto a D., según lo que el Sr. V. me ha dicho de sus recientes artículos, verdaderamente parece muy superficial e incluso muy inestable; lo cual no da la impresión de que se pueda esperar una seria comprensión de su parte, aun cuando pusiera en ello una cierta buena voluntad, ¡cosa que desgraciadamente está lejos de ser suficiente! 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

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El Cairo, 16 de enero de 1938.
Estimado señor, 

El Sr. Vâl., a quien escribí por fin hace unos diez días, ha debido decirle a usted que recibí su carta del 18 de diciembre, y también comunicarle lo que le decía a él sobre la carta que finalmente recibí de Avr. – Le agradezco a usted las informaciones sobre Mirc. El., así como sobre la desagradable situación que existe actualmente a causa de Avr. Desgraciadamente, el medio que considera usted para acabar con ella me parece muy difícilmente realizable, y he aquí por qué: en el caso de G. de M., que usted recuerda, se trataba de un colaborador de la revista, mientras que esto no es así en el de Avr., cuyo nombre incluso es completamente desconocido para la mayoría de los lectores; además, G. de M. había publicado en otras partes cosas incompatibles con la continuidad de su colaboración, y que justificaban suficientemente esa advertencia; pero si Avr. nos atacara haciendo valer que una nota así le perjudica, ¿qué podríamos hacer para defendernos? Habría que temer que no fuéramos a atraernos un asunto bastante peligroso; y por otra parte Chac., que siempre teme las cosas de este tipo, probablemente no dejaría que se publicase ese anuncio… 

Ahora, he de decirle también que, después de que le escribí al S. Vâl., aún se ha producido algo nuevo: recibí el pasado jueves una 2ª carta de Avr., que, esta vez, es casi una intimación a tener que responderle lo más pronto posible, por las razones que va a ver. Lo mejor es que transcriba textualmente la parte importante de esta carta: "D., quien ha venido a proponerme una colaboración en una revista que quiere publicar próximamente, me ha dicho que el Sr. Lov. ha querido volver a verle, que se han encontrado muy recientemente, y que le ha hablado de una carta que ha recibido de usted, en la cual le comunica la clave de todo este asunto, y en la que me gratifica usted con un epíteto inesperado y bien desconcertante: el de "farsante"… D. me ha dicho también que el Sr. Lov., furioso porque se le ha esfumado todo un andamiaje de interpretaciones fantasiosas que había construido a propósito de este nuevo espantajo "contra-iniciático", le ha aconsejado dirigirse a la Fiscalía, y depositar una demanda contra mí, y también inaugurar una campaña de prensa para comprometerme, utilizando, si es necesario, un facsímil de la última carta que le ha dirigido usted, y que el Sr. Lov. estaría dispuesto a ceder a D. expresamente… Espero pues de usted, no solamente una respuesta a mi carta anterior, sino también unas palabras sobre este último asunto…" – Naturalmente, no comprendo absolutamente nada de toda esta nueva historia: yo no le he dado a usted ninguna "clave", puesto que al contrario es usted quien me ha dicho todo lo que sé del asunto en cuestión; además, estoy casi seguro de no haber empleado la palabra "farsante", aunque no sea sino porque encuentro la cosa mucho más grave que una simple "farsa"… Si usted puede proporcionarme algunas aclaraciones, se lo agradecería mucho, porque todo esto me pone en una situación realmente embarazosa: ¿qué piensa usted que debo hacer ahora con respecto a Avr.? 

La expresión enigmática tra Feltro e Feltro ha dado lugar a muchos comentarios; Feltro es el nombre de una región de Italia, pero es también una palabra que significa "fieltro"; podría haber, bajo este equívoco, una alusión a las tiendas de fieltro de los tártaros: Veltro = Cane = (fonéticamente) Khan;* quizá esta sea la explicación más probable. 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

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El Cairo, 29 de enero de 1938.
Estimado señor, 

Acabo de recibir su carta del 20 de enero, que se ha cruzado con la mía; pienso que, por su parte, debe tener ésta ahora. Habrá visto la versión que me ha dado Avr. de lo que pasó entre él y D., y se habrá podido dar cuenta que no se parece en nada a la de D. que usted me comunica. Por otra parte es comprensible que Avr. intente disfrazar cosas que le hacen aparecer bajo una luz tan poco favorable; pero entonces ¿no habría sido mucho más sencillo que no me escribiese nada? Es cierto que sin duda preveía que yo me enteraría de algo por usted, y habrá querido así adelantarse… En cuanto a D., no se ve bien qué interés tendría en contarle a usted esa historia de manera inexacta; ¿qué piensa usted de ello? Un punto oscuro es que, en su versión, no se cita para nada ninguna carta mía; sin embargo me parece casi imposible, a pesar de todo, que Avr. lo haya inventado por entero; y es eso sobre todo lo que me gustaría poder aclarar; espero que pueda usted informarse por D. y decirme algo al respecto en su próxima carta. 

Evola me escribe que va a ir sin duda próximamente a Bucarest, y me pide que le indique personas con las que pudiera encontrarse. No hay otras que usted y el Sr. Vâl., y espero que no verá usted inconveniente en que le dé sus direcciones para que les pida una cita (le daría las dos por si acaso uno de ustedes estuviera ausente). Naturalmente, no sabe nada de las historias de Avr., y pienso que sería bueno evitar que se encontrara con él; cuento con usted para ello. 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

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El Cairo, 6 de febrero de 1938.
Estimado señor, 

Sí que recibí su carta del 26 de enero, y le agradezco que me haya respondido tan rápidamente con respecto a esta desagradable historia. Por mi parte, le he escrito el 29 de enero en respuesta a su carta anterior. 

La 2ª carta de Avr. está fechada el 31 de diciembre, es decir que ha sido escrita durante vuestra ausencia; pero la 1ª es del 3 de noviembre, luego más antigua de lo que usted pensaba. Veo que desgraciadamente no tiene usted completa confianza en lo que dice D., de manera que todavía puede uno preguntarse si, en algunos casos (la amenaza de mi carta por ejemplo), las mentiras vienen de él o de Avr., y parece muy difícil saber exactamente qué es lo cierto. En todo caso, si Avr. le ha dicho realmente que recibió una carta mía en septiembre, esto es completamente falso; estoy tanto más seguro de ello cuanto que precisamente estaba enfermo en aquel momento, como usted sabe, y en consecuencia no pude escribirle; por lo demás, he encontrado la fecha exacta de la última carta que le dirigí: ¡es el 13 de abril! – Como usted, pienso que ciertamente es más prudente que no le responda nada; veremos si todavía insiste de nuevo; en cuanto a una explicación del asunto A. A. H., es evidente que no la dará jamás… Creo también que, en su pensamiento, el otro "espantajo contra-iniciático" debe de ser el asunto B. Z.; no veo, fuera de esto, a qué podría realmente querer referirse. 

Lo que dice usted del papel de la "petrificación" en la tradición rumana es realmente interesante; el sentido general, al menos, desde luego parece ser el que usted considera. En cuanto a la relación del "fuego de Hécate" con Kundalinî, sería necesario, para identificarlos, considerar a ésta en el sentido descendente; en suma, su relación es la de dos corrientes de sentidos contrarios, que naturalmente están también en relación con las dos fases herméticas de "coagulación" y "solución". El simbolismo de la piedra tiene por lo demás aspectos múltiples y complejos; probablemente tenga ocasión de volver a él en mis artículos… 

La interpretación según la cual el 10º Avatâra sería de raza tártara estaría, en el fondo, de acuerdo con la tradición según la cual debe venir de Chang Shamballa, si se admite la localización de ésta en el norte del Tíbet (aparte del sentido simbólico que, desde luego, no queda excluido por ello). – En cuanto a Armilus, no veo que su manifestación pueda no estar sometida al tiempo en el sentido que usted dice; si es un ser humano, lo que él "encarna" o representa al mismo tiempo no cambia nada desde ese punto de vista. 

Por lo que se refiere a la interpretación de Harap Alb, debo decir que me parece justa en conjunto, pero que tal vez, por mi parte, habría presentado ciertos puntos bajo una forma más "dubitativa". Por ejemplo, la conexión entre el nombre de Perseo y Parashu, etc. no me parece muy segura; no sé por lo demás qué origen se da generalmente al nombre de Perseo… – No llego a comprender la expresión "iniciación hamsa", pues el estado de hamsa se refiere precisamente a un periodo en el que la necesidad de la iniciación todavía no existía; ¿puede explicarme lo que ha querido decir con ello? – Procuraré volver a hablarle de nuevo sobre este tema una próxima vez, si quiere usted recordármelo… 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

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El Cairo, 12 de febrero de 1938.
Estimado señor, 

He recibido anteayer una carta del Sr. Vâl., a la cual procuraré responder sin tardar demasiado; pero es necesario que le ponga a usted enseguida al corriente de un nuevo hecho que también es bastante desagradable. 

En primer lugar debo decir que la carta del Sr. Vâl. me ha confirmado, por lo que se refiere a D., la impresión que ya tuve a partir de lo que usted me había escrito. Me dice en efecto que piensa que las últimas complicaciones se deben en gran parte a D., quien habría deformado e incluso inventado algunas cosas para impresionar a Avr., lo que desde luego ha conseguido. 

Ahora, justo al mismo tiempo que esta carta, he recibido una del propio D., el cual comienza por decir que ha dudado mucho en escribirme, pero que cree que debe hacerlo puesto que se ha utilizado mi nombre en el asunto en cuestión. Me habla de su entrevista con Avr. de una manera que naturalmente concuerda con lo que le ha dicho a usted, aunque con menos detalles; tras lo cual me hace el reproche de haber "dado una especie de autoridad" a Avr. ¡al colaborar en su revista! Esto, por otra parte, no le impide pedirme, para terminar, unos consejos sobre la vía que debe seguir… 

No tengo ninguna gana de responder directamente a esta carta, primero porque en estas condiciones no habría ninguna razón para que todo esto acabe alguna vez, y después y sobre todo porque, con esa falta de escrúpulos de la que habla el Sr. Vâl., me pregunto cómo podría utilizar mis cartas. Desde el momento en que he decidido no responder a Avr., me parece que no he de responder tampoco a D., ya que a fin de cuentas se trata de un asunto entre ellos dos; en cuanto a los artículos en los que ha hablado de mi obra y que también hace valer en su carta, no encuentro que yo deba estar tan satisfecho de ello… En fin, la carta misma me produce también una impresión muy poco favorable, incluyendo esa escritura artificiosa en la cual me parece que hay algo falso… 

Siendo esto así, querría pedirle, que en la próxima ocasión que tengan (usted o el Sr. Vâl., desde luego), le digan a D. de mi parte que he recibido su carta y que le agradezco lo que me comunica, pero que mi intención es la de permanecer completamente fuera de este asunto que a fin de cuentas no me concierne; a continuación, que nunca he dado ninguna clase de autoridad a Avr., a quien por lo demás no conozco personalmente, y que, si había aceptado colaborar en su revista, fue únicamente en base al programa que él me había expuesto, sin que ninguna consideración de tipo individual hubiera tenido que ver con ello; en fin, que me es absolutamente imposible meterme a dar consejos particulares a quienquiera que sea, según he informado por otra parte a mis corresponsales en varias ocasiones por medio de avisos publicados en E. T. – Le agradezco por adelantado esta comisión, excusándome por lo que ella pueda tener de enojoso, pero no veo verdaderamente otro medio para desembarazarme de este personaje, ¡del que no esperaba en absoluto esa manifestación! 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

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El Cairo, 2 de marzo de 1938.
Estimado señor, 

Su carta del 17 de febrero me ha llegado la última semana; se ha cruzado con aquella en la que le hablaba de la carta de D.; ¡me preguntaba también cómo habría obtenido mi dirección! Espero que vuelva a verle de nuevo y pueda transmitirle mi respuesta, pues cuanto más reflexiono sobre ello, más pienso que es mucho mejor que yo no entre en correspondencia directa con él… 

Procuraré responder a sus preguntas sin retrasarme demasiado, y también a la última carta del Sr. Vâl., para lo cual aún no he podido encontrar tiempo hasta ahora. – En cuanto a la correspondencia del coagula y el solve, se trata en efecto de lo que usted ha comprendido. 

Por hoy, solamente he de transmitirle una pregunta que me ha encargado A. K. Coomaraswamy. Hay en el Museo de Boston una moneda de Miguel A[pa]fi, príncipe de Transilvania, fechada en 1677, y en la cual es calificado de Siculorum Coms. Nadie puede comprender el significado de este título, pues es muy inverosímil que esto tenga alguna relación con Sicilia (que por lo demás era un reino y no un condado); ¿ha habido pues, en otro lugar que no fuera Sicilia, algún pueblo que llevara también el mismo nombre de sículos, o que por lo menos haya podido ser latinizado de esa forma? Si se trata de un pueblo de alguna región rumana, lo cual sería la hipótesis más probable, sin duda conocerá usted la explicación; sea tan amable de dármela en cuanto pueda; gracias por adelantado. 

Otra cosa de la que es necesario que le prevenga: parece que recibirá probablemente alguna carta de Mostaganem; hará bien en no responderla más que de una manera tan insignificante como le sea posible y mediante fórmulas de pura cortesía; e incluso, si prefiere usted no responderla en absoluto, ello no constituiría un gran inconveniente. En efecto, hemos convenido con Sidi Aissa reducir las relaciones por ese lado al mínimo, pues lo que sucede ahora allí está muy lejos de ser satisfactorio; se ha sacrificado todo a unas tendencias exotéricas y propagandistas que no podemos aprobar en absoluto; la rapidez con la que se ha producido esta degeneración es completamente extraordinaria. Felizmente, por el contrario, todo va muy bien en Bâle; he tenido también excelentes noticias hoy mismo.– Añado al respecto que, para evitar cualquier confusión, que sería más o menos penosa en las condiciones presentes, Sidi Aissa ha decidido, de acuerdo conmigo, retomar el antiguo título completo que fue abandonado en Mostaganem desde la muerte del Sheikh: Et-Tarîqah El-Alawiyah Ed-Derqâwiyah Eh-Shâdhiliyah; tal vez ya haya sido usted informado por lo demás… 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

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El Cairo, 10 de marzo de 1938.
Estimado señor, 

He respondido estos últimos días al Sr. Vâl.; pero he aquí que hoy llega aún algo nuevo: una tercera carta certificada de Avr., que naturalmente se queja mucho de mi silencio, y que declara que no me volverá a escribir más si esta vez no recibe respuesta; ¡esperémoslo! – Pero lo más interesante en su carta es esto: parece que D. le ha dicho que le he tratado de "farsante" en varias de las cartas que le he escrito a usted, y también, además, que le puse que "habría que hacer todo lo posible para impedirle (a Avr.) que se interese en el esoterismo". Ahora bien yo no he escrito nada de todo esto; entonces, me pregunto más que nunca, quién, si D. o Avr., ¡es el más mentiroso! Sólo hay una cosa exacta en lo que ha dicho D.: es la reflexión que le hice a usted (o al Sr. Vâl., ya no lo sé exactamente) con respecto a la nota "conminatoria" insertada en el nº 2 de Memra… Sea como fuere, le rogaría a usted muy encarecidamente que no comunique ya a D. nada de lo que le escribo (aparte de lo que le pedí le dijera de mi parte, desde luego), ya que veo que no tiene otra cosa más urgente que hacer que írselo a contar a Avr. deformándolo y añadiendo sus propias invenciones. Con todo, si bien es verdad que yo no he tratado a Avr. de "farsante", D. mismo lo trata de "estafador" a lo largo de toda la carta que me escribe… ¡gracias a la dirección que ha obtenido de él!; en mi opinión, ambos personajes son equivalentes, y es por eso que pienso que lo mejor es mantenerlos a distancia tanto al uno como al otro, de otro modo no habría ninguna razón para llegar alguna vez a ver el fin de todas estas historias más que desagradables… 

Apresuradamente, con mis mejores sentimientos. 

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El Cairo, 30 de marzo de 1938.
Estimado señor, 

Me excuso por no haber podido responder enseguida a su carta del 5 de marzo, que he recibido la semana pasada; y he aquí que acaba de llegar a su vez la del 19. 

Gracias en primer lugar por su respuesta con respecto a los "sículos"; la transmito enseguida a Coomaraswamy, y al mismo tiempo, le comunico la petición de usted con respecto a sus obras. Naturalmente, él no puede disponer de los libros propiamente dichos, los que, como los míos, pertenecen a los editores, quienes se niegan siempre a dar ejemplares como "publicidad" cuando no es casi inmediatamente después de su publicación; pero puede que al menos queden todavía unos ejemplares de las tiradas aparte de algunos de sus artículos, y eso siempre sería mejor que nada; en fin, yo le ruego a él que haga lo que le sea posible… 

Gracias también por haber llevado a cabo la poco agradable comisión con relación a D.; ¡tanto mejor si, a pesar de todo, la cosa ha sucedido de manera más o menos conveniente! Esperemos que por lo menos éste no insista de nuevo… – Desgraciadamente, no ocurre lo mismo por el lado de Avr.: dijo que no me volvería a escribir más, ¡pero no ha tardado… en hacer que me escriba su mujer! Recibí anteayer una carta de ésta (también certificada): usa un tono totalmente implorante para obtener de mí una respuesta, reconociendo que se ha cometido una falta, pero, dice, con las mejores intenciones y sin que mi nombre se haya mezclado en ello, etc.; en fin, para que me apiade todavía más, me anuncia que espera próximamente un 2º hijo, y dice que mi respuesta, antes de ese acontecimiento, sería para ella "un verdadero consuelo". Yo me pregunto, en el fondo, qué es lo que todo esto puede significar; ¡le aseguro que me gustaría que toda esta gente (quiero decir tanto D. como Avr.) acaben por decidirse a dejarme tranquilo! 

Veo por lo demás, en lo que se refiere a D., que el frecuentar a todo tipo de gente perteneciente a medios sospechosos es decididamente lo que siempre parece que más le conviene. Esa historia del discípulo de Rör. es igualmente bien curiosa; por otra parte no estoy muy sorprendido del efecto que ha producido en él la mención de mi nombre, pues generalmente es así con toda esta gente, incluso cuando aparentemente no hay ninguna razón plausible… En cuanto a Rör. mismo, no he tenido desgraciadamente la ocasión de leer más que algunos artículos suyos, pero sé que se presenta como "legado de la Gran Logia Blanca", y también que dispone de fondos considerables, cuya procedencia es enteramente enigmática. Debo tener alguna información sobre los "institutos" que ha fundado en América y en el Himalaya, pero no puedo encontrarla en este momento, tendré que procurar buscarla… 

Estoy contento de saber que ha visto usted a Ev., aunque este encuentro no haya tenido a fin de cuentas un resultado muy importante; no he tenido noticias directas de él desde entonces. Ha hecho bien en responderle de esa manera con respecto a Memra; es posible que Avr. le haya enviado los nºs, aunque no recuerdo que ni el uno ni el otro me hayan hablado de ello; por otro lado, no sé si conoce al Sr. El., pero esto es también muy posible. No sé cuál es ese proyecto de revista, del que no me ha dicho nunca nada hasta ahora, pero supongo que no debe tener una relación muy directa con las cuestiones tradicionales; desde hace un cierto tiempo, parece especialmente preocupado por la cuestión judía, pero, en el fondo, no sé muy bien por qué se dedica tanto a ella… En fin, ya se verá más adelante lo que hará con todo ello, pero temo que se "disperse" un poco en todas esas cosas contingentes, cuando ciertamente tendría algo mejor que hacer. 

Vuelvo a su precedente carta; debo decir que, en cuanto a Dante, como también en muchos otros casos en los que se alude a cosas completamente desaparecidas (ver por ejemplo el Timeo de Platón), no creo mucho en que puedan interpretarse exactamente todos los puntos de detalle; en todo caso, para intentarlo, habría que disponer de mucho tiempo… En cuanto a Gerión, la explicación que usted considera es seguramente probable, pero yo no osaría ser demasiado afirmativo; por otra parte siempre me he preguntado por qué Dante había aplicado ese nombre a un monstruo cuya descripción apenas tiene parecido con la del Gerión de tres cuerpos del que se trata en la leyenda de Hércules; debe haber también alguna razón para esto, pero ¿cuál es exactamente?… 

Seguramente, la idea de considerar a S. Francisco y a Sto. Domingo como "Avatâras menores" no sería admitida por la Iglesia católica, como usted mismo lo dice; eso no quiere decir, desde luego, que sea absolutamente inaceptable en sí misma, a condición de añadir, por otra parte, que puede haber muchos grados diferentes en cuanto a la importancia y la extensión del papel de tales Avatâras. Hay también gente que considera a S. Francisco como un Bodhisattwa; pero hay que decir que, en eso, parecen más o menos influenciados por ideas teosofistas… En todo caso, lo que no es dudoso, es el carácter "complementario" de ambos personajes; eso al menos es totalmente neto. 

En cuanto a la cuestión de las 24 estrellas, también es uno de esos puntos sin duda bien difíciles de aclarar; haría falta intentar trazar la figura sobre un mapa del cielo, y no sé lo que podría resultar. Además no estoy muy seguro de que el pasaje tenga exacta y completamente el sentido que usted le da; me parece que se trata en él del "primer móvil", que no es la estrella polar, sino un cielo situado entre el de las estrellas fijas y el Empíreo, es decir lo mismo que el "cielo cristalino" del que se trata en los cantos XXVII y siguientes. 

Excúseme por responderle siempre de modo muy incompleto a sus preguntas; ¡siempre me falta tiempo para llegar a todo! 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

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El Cairo, 4 de septiembre de 1938.
Estimado señor, 

Recibí su carta la última semana, y me alegro de tener noticias suyas después de tanto tiempo; sólo que hubiera deseado fueran mejores, y espero que esas dificultades ya hayan terminado; creo, desgraciadamente, que casi nadie puede escapar en estos momentos a preocupaciones de este tipo… 

A. K. C. me ha dicho, en una nueva carta, que había recibido la suya poco después de haberme escrito; y añadía que se propone continuar haciéndole envíos de vez en cuando. 

Esa historia del Dr. M. es verdaderamente bastante curiosa, aunque no da la impresión de que haya llegado muy lejos; en cuanto a lo que dice de Tilak, exagera seguramente el grado que éste había alcanzado, a pesar de que haya tenido conocimientos muy ciertos. Esta especie de iniciación que recibió de él parece ser algo así como la transmisión de un mantra, con la influencia espiritual que le está especialmente vinculada, más bien que una iniciación de un orden más extenso y completo. – Quien lo preparó para su admisión, ¿no será Damodar Vinayak Savarkar? Todo esto me trae recuerdos bien viejos, de hace alrededor de una treintena de años… 

Gracias por la reproducción y explicación del icono del Arcángel Miguel, que en efecto es verdaderamente interesante, y en el que hay ciertamente muchos detalles enigmáticos. Es sorprendente que el autor del artículo no parezca haber observado esas dos cabezas cuyo carácter "dácico", como usted dice, no ofrece dudas; es posible que simplemente los haya considerado como constituyendo parte de la ornamentación de la armadura, pero, incluso en ese caso, son lo bastante singulares como para que merezcan mencionarse; y, cualquiera que sea su interpretación, es cierto que no los han podido poner ahí sin una intención… Lo que usted considera es seguramente muy probable; el punto que sobre todo puede prestarse a objeción es este: puede tratarse de una representación del origen del Voivodato (lo que por otra parte concuerda con la idea de que se trata ahí de la función misma y no de un personaje determinado) sin que eso implique forzosamente algo que tuviese una existencia efectiva en la época en que fue hecho el icono. A propósito de esa época, me pregunto lo que significa la fecha 7156; ¿a qué era puede referirse? La corona de 5 puntas ¿es una insignia habitual de los Voivodas? La veo también sobre otra de las figuras que acompañan al artículo (sobre ésta, parece no tener más que 4 puntas), pero no entiendo si ella representa igualmente a un Voivoda… En cuanto a su idea respecto a la "caverna", me parece muy justa; también es una "tumba", pero el que está encerrado en ella no ha muerto corporalmente.– Ahora, observo también otra cosa: los dos brazos del Arcángel conforman, tan claramente como es posible, el signo del solve-coagula hermético; esto no carece de relación con el simbolismo de las "dos vías" (el Rebis mismo no es otra cosa que una forma andrógina de Jano)… 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

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*   *
El Cairo, 28 de enero de 1940.
Estimado señor, 

Me ha alegrado mucho recibir noticias suyas, pues hace mucho tiempo que no tenía, salvo indirectamente a través del Sr. Vâlsan. 

Ahora estoy mucho mejor, aunque sin embargo todavía no me encuentro restablecido del todo, pues me queda una fatiga que parece que no desaparecerá sino con bastante lentitud; este ataque de reuma ha sido esta vez verdaderamente largo… En fin, desde hace unos dos meses, he podido incluso comenzar a trabajar y a escribir mis artículos para los próximos nºs de Etudes Traditionnelles. 

Tenemos buenas noticias de Suiza; el Sr. M[a]yer vino últimamente a pasar unos diez días con su mujer y su hija mayor; nos ha alegrado esta oportunidad de verle. El Sr. Ceresole vino con ellos y se quedó por algún tiempo también. Ya sabe sin duda que los Sres. Paterson y Lings están aquí y los dos tienen un empleo. 

El Sr. Schuon se detuvo aquí mientras iba a la India, con los Sres. Levy y Mac Iver que todavía están allí; pero él tuvo que partir casi nada más llegar y volver inmediatamente a Francia. Aunque está movilizado, puede usted escribirle; no hay ningún inconveniente en ello, y sé que incluso le alegra mucho recibir cartas de todo el mundo; lo mejor es dirigírsela así: 

a la atención del teniente Blétry 
Hôpital du Val-de-Grâce. 
Servicio de Estomatología. 
París (Ve.).
Debía tener un permiso ahora, y sin duda está en París en este mismo momento. 

Por lo que se refiere a la sura Ya Sîn, pienso que sería mejor que le hablase usted antes de comenzar nada, tanto más cuanto que las circunstancias no son muy favorables en este momento… (En realidad son 41 veces y no 40.) – El Sr. Lings prepara justamente un trabajo sobre esta sura para Etudes Traditionnelles. 

Por lo que se refiere a la inscripción latina de la que me habla, me pregunto si no hay una inexactitud en ella, pues no llego a comprender lo que puede querer decir ahí la palabra deciderunt; me parece que debería ser más bien algo como dedicaverunt o dedicarunt. Desgraciadamente no tengo el texto latino del pasaje del Apocalipsis, al cual evidentemente se refiere esto como usted ha pensado. En cuanto a la palabra Majores, no sé si puede tener el sentido de "superiores"; no es imposible, pero en todo caso, significa más habitualmente "antiguos" (esto incluso podría ser entonces una alusión a los 24 ancianos del Apocalipsis). Si se trata de "antiguos" (o de ancestros espirituales, como usted dice), eso señalaría más bien algo que se remontaría a un pasado más o menos lejano, y sería difícil concluir de ahí su continuación hasta una época reciente; pero ciertamente todo ello no está muy claro… 

Crea, le ruego, estimado señor, en mis mejores sentimientos. 

Paleografía, traducción y notas: J. M. Río
 
 
NOTA
* Ver al respecto el libro de R. Guénon El Esoterismo de Dante, cap. VII y notas.
   
 
René Guénon
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