SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis
 

EL RECUERDO DEL TIEMPO MITICO
Sabiduría oculta en el Símbolo

(2ª Parte)

CARLOS ALCOLEA

 

Con este ejemplo, queda fuera de toda duda qué sucede cuando el sentido de cualquier texto sagrado es manipulado interesadamente. Sirva como muestra el uso oportunista que se da al nombre de Alá y de la "gran guerra santa" proclamada por él; una expresión totalmente tergiversada, cuando en verdad su sentido auténtico se refiere sobre todo a una lucha interna para con uno mismo, cuya victoria debe establecer un nuevo orden espiritual.

Consideremos ahora el hecho de que nuestro héroe abandona al diablo y camina por delante de una cruz:

La cruz es el jeroglífico alquímico del crisol (creuset), al que se llamaba antiguamente (en francés) cruzol, (…) donde la materia prima, como el propio Cristo, sufre su pasión; es en el crisol donde muere para resucitar después, purificada, espiritualizada, transformada. Por otra parte, ¿acaso el pueblo, fiel guardián de las tradiciones orales, no expresa la prueba terrenal humana mediante parábolas religiosas y símiles herméticos? – Llevar su cruz, subir al Calvario, pasar por el crisol de la existencia, son otras tantas alocuciones corrientes donde encontramos idéntico sentido bajo un mismo simbolismo.10

Por consiguiente este es el significado de la transmutación alquímica, que implica dar un paso decisivo y definitivo a un espacio sagrado, al que se accede en soledad, dada la naturaleza de esta búsqueda. Además, nadie puede dar ese paso en sustitución de uno mismo. En esto no existe traspaso "de poderes" posible (si así puede decirse), ni nada por el estilo. Se trata de un conocimiento que no es propiedad de nadie, y que adquirirlo supone indefectiblemente Ser Uno con la Deidad creadora, o lo que es lo mismo, erradicar toda dualidad; o sea, que no es un aprendizaje simplemente teórico que pueda ser transmitido de maestro a discípulo sin más.

Este es un conocimiento directo, sin intermediarios, otorgado por la Gracia Divina a aquellos que poseen cualidades para recibirlo. En consecuencia, por muy acompañado que se esté de ayudantes externos como maestros, guías e instructores, lo cual tampoco debe ser desdeñado, será únicamente aquella individualidad, y sólo ella, la que pueda encontrar la realización interior gracias al conocimiento adquirido a través de la certeza que puede otorgar la influencia espiritual conferida al recibir una iniciación en los misterios.

Así pues, el ermitaño de la historia, contiene un doble significado: por un lado representa al instructor externo11, que actúa como guía del aprendiz, al que ofrece la asistencia y apoyo necesarios para que éste no se pierda en el camino; (dejando claro como ya hemos señalado, que la realización espiritual sólo será posible a través del trabajo interior del propio iniciado). Y por otro el del maestro interno, presentado aquí

como un anciano sabio (...) conocedor de los aspectos más ocultos (...) se relaciona con la experiencia, la lentitud, la paciencia, la soledad y en general con las bellas virtudes de la ancianidad;12

pudiendo actuar ambos como coadyuvantes en la elección de la vía o camino interior más apropiado a las características naturales de cada cual. Esta es la razón por la que Offerus, dada su condición particular, es conducido hasta un torrente en donde por amor a Cristo, trasladará de una orilla a otra a todos los viajeros que se lo pidan.

El paso a través de las aguas es un símbolo muy característico de diversas tradiciones:

Cada orilla simboliza un grado diverso del ser, correspondiendo una a la tierra y la muerte y otra al cielo y la inmortalidad. Este símbolo –que también se relaciona con el arco iris–, representa aquella entidad intermediaria que permite que las energías celestes desciendan al mundo terrestre y que la tierra se comunique con el cielo.13

Una noche, oye la voz de un niño que le llama tres veces por su nombre, para que le ayude a atravesar el río. Pero a mitad del mismo, las aguas se tornan cada vez más impetuosas; Offerus llega incluso a arrancar un árbol, para intentar salvar al niño. (Recordemos que algunas veces se lo representa apoyado en un árbol que utiliza a modo de cayado).

El árbol es uno de los símbolos naturales más difundidos del Eje del Mundo, y el que más claramente alude a la estructura cósmica y sus diferentes planos o grados de manifestación. Baste recordar el Arbol de la Vida Sefirótico, semejante, en cuanto a su significación esencial, a otros muchos árboles sagrados pertenecientes a las más diversas tradiciones de todos los tiempos y lugares, como la ceiba entre los mayas, el roble (o encina) entre los celtas, el olivo entre los pueblos mediterráneos, el árbol Yggddrasil entre los escandinavos, la palmera entre los antiguos egipcios y los árabes, etc.14

Aquel que se mantenga unido al eje axial de la tradición, representado aquí por el árbol, será rescatado de las aguas inferiores, y podrá ser llamado Rey del Mundo, pues sólo posee esta condición el que ha visto nacer al niño alquímico, creador del mundo, pues todo está contenido en él. En esto consiste la Obra que transmuta el plomo en oro, que transformó a Offerus en Christophorus, que significa el que porta a Cristo, similar al griego Crisophoros, el que porta el oro.

Con respecto a las figuras situadas en las jambas del pórtico de entrada, es interesante observar cómo su significado está estrechamente ligado con todo lo anterior, como no podía ser de otra manera.

De izquierda a derecha se puede leer al pie de cada una de las esculturas el fundamento al que hacen referencia: la prudencia, la templanza, la justicia y la fortuna. Cuatro damas benefactoras que actúan como guías, como luces a lo largo del camino, y sin cuyo apoyo es imposible llegar.

En un primer plano se encuentran la prudencia y la templanza, profundamente relacionadas por su significado; la primera, vinculada con la paciencia, indica la cautela con que se han de efectuar estos trabajos. Los alquimistas dicen al respecto que la cocción de la Gran Obra se realiza a fuego moderado, es decir, a temperatura prudente; si se aplica poco calor, no se avanza; si por el contrario el fuego es demasiado intenso, se corre el riesgo de quemar la materia con la que se trabaja. Y esto es sólo un ejemplo sobre las muchas adversidades que a lo largo del aprendizaje aparecerán con toda seguridad. A este respecto, existen numerosas referencias acerca de determinadas fuerzas tenebrosas que pueden llegar a representar para el iniciado el papel de verdaderos "guardianes del umbral",15 resultando imposible para él atravesar ciertos estadios en tanto en cuanto no pueda superar esos obstáculos. En muchas de las historias míticas que han llegado hasta nuestros días aparecen descritas simbólicamente estas dificultades, que no son otra cosa que los enemigos que el aprendiz lleva dentro de sí, o sea que forman parte de él mismo. Tomemos como modelo ejemplar el mito de Hércules,

prototipo del héroe triunfante, es decir del hombre que a través de una serie de esfuerzos y aventuras logra "divinizarse", o mejor, retornar a sus orígenes divinos (ya que es hijo de Zeus-Júpiter) (...) Su simbólica incluye no sólo los doce famosos trabajos y pruebas que debe realizar a exigencias de Hera-Juno, la contraparte femenina de Zeus-Júpiter (este último símbolo del espíritu fecundador), sino igualmente una serie de fabulosas victorias que corren parejas con sus nutridas flaquezas. Esta oposición entre las energías masculinas, celestes y espirituales, y las femeninas, terrestres y materiales, prefiguradas por la pareja olímpica Zeus-Hera (Júpiter-Juno para los romanos), marcará la vida de Heracles-Hércules, nacido humano, y el que por medio de los combates purificadores de toda su existencia es recibido en el Olimpo como el hijo preferido de su Padre celestial en razón del continuado sacrificio mediante el cual no sólo ha vencido a innumerables enemigos externos, sino que ha podido salir victorioso de los combates internos contra sus indefinidas tendencias hacia la densidad, reflejo de sus innumerables egos, antes de acceder al conocimiento y la paz, emblemas de la inmortalidad del alma y la vida eterna que finalmente logra por su espíritu combativo, sublimizado por la búsqueda constante del Espíritu y la Verdad, a través de un recorrido jalonado de errores, rectificaciones y logros.

(...) todos sus infortunios y caídas son provocados por Hera, imagen de sus impulsos destructores y descendentes, puesto que esta divinidad le maldijo por el hecho de ser hijo de su esposo Zeus (el espíritu ascendente), el que le fue infiel al procrear a Heracles fuera de su olímpico matrimonio, razón por la que el héroe humano debe ser objeto de su venganza y su nefasta influencia (...) todos estos "trabajos" o combates (...) se refieren a la purificación del espíritu gracias a la victoria sobre los oscuros impulsos "materiales", es decir entre la oposición y la complementación de lo más sutil y lo más denso.

En sus primeras acciones Heracles domina al jabalí de Erimanto, vence al toro de Creta y ahoga al león de Nemea. Todos estos animales simbolizan a las fuerzas vivas de las pasiones, a las que el héroe debe imponerse sin negarlas, ya que debe enfrentarlas como obstáculos en su camino. Igualmente sojuzga a la reina de las amazonas, o sea a su parte pasiva y oscura, uno de sus egos inestables. También mata a la hidra de Lerna, imagen de esos egos serpentinos a los que es casi imposible cortar la cabeza, labor que se le facilita por haber anteriormente limpiado de estiércol las caballerizas de Augías. Luego se impondrá sobre el gigante Geriones y sobre Anteo y Diomedes, símbolos de la bestialidad y lo antiespiritual, y puede así cazar a los emisarios celestes, los pájaros del lago de Estinfalo, lo que le permitirá obtener viva a la cierva de los pies de bronce, imagen de la ligereza, levedad y rapidez. Finalmente llega al jardín de las Hespérides, donde obtiene el fruto áureo de sus esfuerzos, lo que le facilita dominar al perro-monstruo de tres cabezas, Cerbero, guardián del Tártaro (como el dragón en otras tradiciones), último de sus obstáculos en el camino de la reintegración al Sí Mismo.16

Sin duda estas hazañas expresadas tan bellamente son capaces de remover algo en el interior del que las lee con un mínimo de interés. Y de eso se trata, pues el mito entronca con un proceso vital de autoconocimiento, rememorando un tiempo que constantemente se actualiza.

Por otra parte, la templanza (figura situada a la misma altura que la prudencia), tomada como una disposición de ánimo, indica el valor necesario para acometer esta empresa. Pero lo más interesante de esta energía es su poder activador, ya que pone en marcha

unos poderes-fuerza que el hombre posee, y que podrán, haciendo justo uso de ellos, reducir e incluso anular la fuerza hacia lo bajo. La Templanza no es, en modo alguno, esos poderes-fuerza del hombre, sino la operación mediante la cual éstos se ponen en acción y son justamente utilizados. La Templanza actúa sobre el cuerpo y el alma del hombre, sobre su intención, su deseo, su voluntad, sus pensamientos, palabras y acciones, negando lo que no es, la fuerza hacia lo bajo, afirmando lo que es, la fuerza hacia lo alto, y sumándose a esta.17

Resulta muy significativo el hecho de que en la Edad Media, existiera cierta orden de caballeros, los Templarios, encargados de custodiar el Santo Grial, constituido por la Enseñanza Sagrada, que comprende aspectos simbólicos tanto temporales como espaciales. A este respecto, el Camino de Santiago representa un modelo evidente:

La ruta jacobea que lleva a la tumba del apóstol se consideraba la proyección terrestre de la Vía Láctea o Camino de Santiago celeste, símbolo del Opus mercurial.18 "El camino es estrecho y accidentado", se lee en el cántico luterano de Santiago en lengua alemana, que data de 1553, "jalonado de agua y de fuego".19 Pero los peregrinos herméticos no buscaban sólo la edificación religiosa con su viaje, sino también el contacto con los saberes ocultos judíos y árabes que habían penetrado en el Occidente cristiano en el siglo XII a través de España.20

Estos caminantes, en su búsqueda de la verdad, eran los que le daban su verdadera razón de ser a este recorrido iniciático, vivificándolo cada vez que cualquier interesado por el "Arte Regio" se ponía en marcha. Así, pues, la Templanza no sólo es sinónimo de coraje y valor, sino que también existen como es natural en este símbolo otras lecturas superiores que no debemos pasar por alto:

Se puede ver en ella a las Musas y a las Gracias que inspiran al artista, y en general al Arte como vehículo de conocimiento. Abre nuestra mente a nuevos aspectos del ser, cada vez más profundos y sutiles (…) manifiesta las potencialidades ocultas que se van desplegando, y las facultades que se desarrollan y solidifican, así como las decisiones que se toman confiadamente y los estados de ánimo producto de la calma y la armonía. En el proceso alquímico representa los cuerpos luminosos y nobles que surgen a continuación de la muerte y la putrefacción de la materia vulgar.21

En un segundo plano, y junto a la prudencia, está la justicia. Esta cercanía parece querer expresar el vínculo existente entre el cuidado o comedimiento (prudencia) en relación con la medida o justeza (justicia) que se debe tener en las labores alquímicas.

El atributo de la justicia es la balanza, en cuyo equilibrio está el justo medio, allí donde se armonizan los opuestos que penden del eje central o fiel de la báscula, símbolo este último relacionado con la espada, la lanza, el cayado y cualquier otra representación axial de cuyas fuerzas complementarias ya hemos hablado, y que se resuelven en el nivel de la proporción cósmica.

En la Antigüedad Clásica, la Justicia es representada como la diosa Themis, hija de Urano (el cielo) y Gea (la tierra). Fiel consejera de Zeus-Júpiter, ella encarna el orden del mundo y la ley divina.

Esta diosa proporciona equidad y recto juicio en las decisiones difíciles, simbolizadas por aquéllas encrucijadas que aparecen en el camino, pero que se superan gracias a la inspiración transmitida a través de su gesto siempre recto y ecuánime.

Estas encrucijadas no son otra cosa que aquellos engaños a los que el ser individual permanece encadenado:

Literalidad, normas, estrechez de miras, tontera, deseos de cumplir ¿ante quién?, búsqueda de aceptación y reconocimiento, búsqueda de méritos, miedo a abandonarse a la Providencia, pereza, flojera, poner condiciones (...) El presente está más allá de la dualidad, por tanto toda pregunta del tipo ¿lo habré hecho bien?, ¿lo habré hecho mal?, está de más; el juicio debe cesar para que la justicia impere. Esta, la Justicia, no se inclina hacia la derecha ni izquierda, el fiel de la balanza, su eje, es uno con la vertical.

En los Himnos Orficos se invoca a la Justicia y a la Equidad, que como Energía-Fuerza, tiene la capacidad de provocar una ruptura de nivel, estimulando un tipo de pensamiento más analógico y menos racional, lo que tiene que ver con una poética (poiesis, creación), que recrea la vida continuamente:

Oh justísima, felicísima y agradable para los mortales, que, desde tu ecuanimidad, disfrutas siempre con los humanos justos; por todos honrada, de feliz sino, gloriosísima Equidad, que con pensamientos limpios decides siempre lo que es debido. Indestructible en tu mente, porque tú, en cambio, destruyes a todos cuantos no se sometieron a tu yugo, sino que lo despreciaron, volcando, por su insaciabilidad, los sólidos platillos de la balanza. Apacible, amiga de todos, festiva, agradable, que te alegras con la paz y buscas ardorosamente una vida segura, porque siempre odias la ambición y te alegras con la ecuanimidad; en ti, pues, el conocimiento de la virtud alcanza un noble fin. Escucha, diosa, y reprime con justicia la maldad de los mortales, para que siempre transite con equilibrio la vida honesta de los humanos que comen los frutos de la tierra, y la de todos los seres vivos que en su regazo nutre la diosa madre tierra y la de aquellos que sustenta Zeus, el de las aguas marinas.22

Por último tenemos a Fortuna, situada junto a la Templanza, y a la misma altura que Justicia. Fortuna, emparentada con la fuerza o la fortaleza, suele estar representada bajo el aspecto de una mujer y con diversos atributos como el cuerno de la abundancia, el timón, la rueda, el caduceo, etc. Por otro lado, se dice que a esta diosa se la ve a veces cerca de Júpiter, balanceándose en una rueda que está en continuo movimiento, y que

representa la rueda de la vida y las encarnaciones (lo que en el budismo se denomina Rueda del Samsâra) de la que habremos de liberarnos gracias al proceso iniciático, ascendiendo a otras regiones del ser.23

El símbolo del cuerno, que como hemos dicho es otro de sus atributos, está estrechamente relacionado con la cabra de Amaltea que

proporcionó la leche con que las Ninfas alimentaron a Zeus-Júpiter en el monte Ida. Este Dios la transportó al cielo, regalando a sus nodrizas uno de los cuernos de esta cabra, al que dio la propiedad de conceder a estas Ninfas todo lo que desearan…24

Pero, desde nuestro punto de vista, el significado más importante que el aprendiz debería extraer de la Fortuna es la profunda relación que esta guarda con la Gracia Divina, sin la cual es absolutamente imposible para el iniciado obtener el Toisón de Oro;25 por mucho empeño y dedicación que este demuestre.

Ya lo hemos dicho antes, en esto no hay confusión posible; no se trata de unos trabajos de erudición más o menos elevados, puesto que si así fuera estaríamos hablando de algo individual; esta es una enseñanza que supera la particularidad de un ser humano cualquiera.

Así, pues, la Realización Espiritual sólo puede ser aquí y ahora, por encima de toda relatividad, en ese lapso inaprensible del eterno presente o justo centro de la rueda, desde donde ya nada es afectado por el devenir cíclico y se es por fin Uno con el Ser indiferenciado, que está muy por encima de cualquier diferenciación.

Aquí concluye una parte del largo camino que todavía queda por andar. De nuevo descendemos a esta realidad, y conmovido admiramos por última vez el umbral del "Hôtel de Ville". En silencio, nos damos cuenta un poco más de la maravilla que nos rodea, de que existe una geografía e historia infinitamente más sugerente y reveladora que la que nos enseñan en las escuelas oficiales. Del auténtico viaje a través del tiempo y el espacio, que se puede realizar aquí y ahora gracias a la contemplación y meditación en los símbolos, que producen una ruptura de nivel, y una progresión en el trayecto hacia el centro del castillo interior, cuyas puertas han estado siempre abiertas.

Nuestra cultura se debate entre estertores agónicos por su tendencia hacia lo sustancial, hacia lo material, hacia lo denso. Sólo nos consuela pensar, que este es el momento cíclico que corresponde a una etapa en la que de decantación en decantación, la materia bruta se va sublimando, para que de lo más denso surja lo más sutil, y la luz triunfe de nuevo sobre la oscuridad, como así ha sido, así es y así será. Pues como dice Federico González: "Todo esto ya pasó. El fin del mundo ya fue".     


1ª Parte
NOTAS
10 Fulcanelli, El misterio de las catedrales, pág. 52-53. Debolsillo, Barcelona 2004.
11

Con respecto a esta cuestión, hemos creído conveniente transcribir un fragmento del libro Iniciación y realización espiritual de René Guénon, con el propósito de dejar clara cualquier posible confusión al respecto: "Lo más difícil, sobre todo en nuestra época, es encontrar un instructor verdaderamente cualificado (…) sin tal instructor, la iniciación, siendo con seguridad válida en sí misma, desde el momento en que la influencia espiritual ha sido realmente transmitida por medio de un rito apropiado, permanecería simplemente virtual, salvo en muy raros casos excepcionales. Lo que agrava aún más la dificultad es que aquellos que tienen la pretensión de ser guías espirituales, sin estar en absoluto cualificados para desempeñar este papel, probablemente jamás han sido tan numerosos como en nuestros días; y el peligro que se desprende de ello es tanto mayor cuanto que, de hecho, estas personas poseen generalmente facultades psíquicas muy potentes y más o menos anormales, lo que evidentemente no demuestra nada desde el punto de vista del desarrollo espiritual, y es incluso de ordinario un indicio más bien desfavorable a este respecto (…) estos falsos instructores, no pueden sino extraviar a quienes se dejen seducir por ellos (…) apenas hay necesidad de añadir que la confusión entre lo psíquico y lo espiritual, que desgraciadamente está tan extendida en nuestros contemporáneos, contribuye en gran medida a hacer posibles los peores equívocos a este respecto; si a ello se le añade el atractivo de los pretendidos 'poderes' y el gusto por los 'fenómenos' más o menos extraordinarios, que por otra parte casi inevitablemente le están asociados, se tendrá entonces una explicación muy completa de ciertos falsos instructores."

"No obstante, hay un carácter por el cual muchos de estos, si no todos, pueden ser reconocidos fácilmente (…) cualquiera que se presente como un instructor espiritual sin vincularse a una forma tradicional determinada o sin conformarse a las reglas establecidas por éstas no puede tener verdaderamente la cualidad que se atribuye; puede ser, según el caso, un vulgar impostor o un 'iluso' que ignora las condiciones reales de la iniciación; y en este último caso más todavía que en el otro es muy de temer que no sea frecuentemente, en definitiva, nada más que un instrumento al servicio de algo que ni siquiera él mismo sospecha."

12 Federico González, El Tarot de los Cabalistas, obra citada, pág. 96.
13 Introducción a la Ciencia Sagrada. Revista SYMBOLOS 25-26. "El atravesar las aguas", pág. 431.
14 Ibid. "Simbolismo vegetal I", pág. 164.
15 René Guénon hace mención de esto en su libro Initiation et réalisation spirituelle, capítulo III: "La enfermedad de la angustia". Ed. Traditionnelles, París.
16 Introducción a la Ciencia Sagrada. Revista SYMBOLOS 25-26. "Heracles-Hércules", pág. 44.
17 La Logia Viva. Simbolismo y Masonería. "La Templanza", pág. 173.
18 Aquí se alude a la obra por el mercurio. Tal y como señalamos en la nota 5, el Dios Hermes-Mercurio es el guía que acompaña a los iniciados a través de los infiernos.
19 Se trata aquí de las dificultades que el iniciado debe ir superando a lo largo de su camino interior. Dichas pruebas están relacionadas con el agua (relacionada con la luna y la psique individual), y con el fuego (los ardores de la pasión), cuyo calor según los alquimistas, hay que mantener en un estado moderado, de lo contrario se corre el riesgo de llevar al traste toda la obra.
20 Alexander Roob, El Museo Hermético. Alquimia & Mística. Pág. 564. Taschen, 2006.
21 Federico González, El Tarot de los Cabalistas, obra citada, pág. 101.
22 Himnos Orficos. "A la Equidad". Ed. Gredos, Madrid 1987.
23 Federico González, El Tarot de los Cabalistas, obra citada, pág. 97.
24 Dom Antoine-Joseph Pernety, Diccionario Mito-Hermético. Indigo, Barcelona, 1993.
25 Acerca de este Toisón de oro, se puede leer en la obra citada de Pernety lo siguiente: "… la fábula cuenta que Jasón y los Argonautas se expusieron a una infinidad de peligros para apoderarse de un toisón de oro que Frixo consagró a Mercurio y que estaba suspendido en el bosque de Marte, cerca de la ciudad de Colcos, donde reinaba Aeres, hijo del Sol. Medea, la hija de ese rey, favoreció a Jasón en la empresa, enseñándole los medios de superar todos los obstáculos que se oponían a la ejecución del designio (…) este Toisón es el símbolo de la materia de la gran Obra; los trabajos de Jasón son una alegoría de las operaciones y signos requeridos para alcanzar su perfección, y que el Toisón de oro, conquistado, es el polvo de proyección y la medicina universal, que Medea empleó para rejuvenecer a Esón, padre de Jasón su amante".
   

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