PAR - IMPAR (3)
Siguiendo
con esta misma concepción del número como principio, pero cambiando ahora
de forma tradicional y pasando a la tradición órfico-pitagórica,
he aquí otros argumentos y comentarios en los que se hace también
referencia al número, a lo par y a lo impar.
"Tales34
definió el número como una colección de mónadas, según la doctrina
de los egipcios, por los que fue instruido. Pero Pitágoras lo definió como
la extensión y energía de las razones espermáticas contenidas en
la mónada. O, dicho de otro modo, como aquello que subsiste en un
intelecto divino con anterioridad a todas las cosas, con el cual
y a partir del cual se coordinan todas las cosas y permanecen connumeradas
en un orden indisoluble."35
"Los pitagóricos
(...) llamaron a las formas [o ideas] números, como cosas que son
las primeras en separarse de una unión inseparable; porque las naturalezas
que están por encima de las formas están también por encima de la
separación36 (...). Ni los pitagóricos ni Platón denominaron a las
ideas a partir de unas cosas y a los números ideales a partir de
otras (...), las ideas fueron nombradas por convertir a sus participantes
en similares a ellas, objetos participantes a los que les impartieron forma,
orden, belleza y unidad (...). También se otorgó está denominación
a los números, por impartir proporción y disposición elegante
a todas las cosas. Porque, dice Siriano37, los antiguos llaman al adaptar o componer, arsai, arsai,
del que se deriva, ariqmoz, arithmos, número.
De ahí que anarsion, anarsión,
signifique no compuesto para los griegos (...). Por todo ello
los griegos llamaron al número arithmos, como aquel que mide
a todas las cosas, las dispone ordenadamente y las une en una unión
amigable."38
"Siriano
dice también que los pitagóricos recibieron de la teología de Orfeo
los principios de los números inteligibles e intelectuales, les asignaron
una progresión abundante y extendieron su dominio hasta los sensoriales.
De ahí que fuera propio de los pitagóricos el proverbio de que todas
las cosas son asimilables a los números. En su discurso sagrado,
Pitágoras afirma con claridad que "los números son los señores
de las formas y las ideas y las causas de los dioses y los demonios".
También supone que "para la deidad más antigua y artificialmente
reinante, los números son los cánones, la razón artificial, también
el intelecto y el equilibrio más estable de la composición y generación
de las cosas" (...). Siriano añade que "Filolao declaró que
los números son el lazo gobernante y autogenerado de la eterna permanencia
de las naturalezas mundanas" (...). "E Hipaso y todos los
que fueron destinados a un silencio quinquenal llamaron a los números
instrumentos judiciales del creador del universo y primer paradigma
de la creación mundana" (...). ¿Pero cómo les sería posible
hablar de forma tan sublime de los números, a no ser que los consideraran
como poseedores de una esencia separada de lo sensorial y de una
transcendencia creadora y paradigmática, al mismo tiempo?"39
"Ya que (...)
el número es el lazo que conecta a todas las cosas, es necesario
que se atenga a su propia esencia (...). Porque ¿qué podría unir
a la esencia del número, cuando fue su paradigma el que unió a todas
las cosas? (...). Parece que se trata de un compuesto de sí mismo.
Además, puesto que parece que nada se compone de similares, ni tampoco
de cosas que no guardan relación de analogía y que están esencialmente
separadas entre sí, (...) el número (...) no está compuesto de similares
ni de cosas que no tienen adhesión mutua analógica. Así que las naturalezas
primarias en las que consisten los números son los pares y los impares
que, por cierto poder divino y aunque sean disimilares y contrarios,
fluyen de una misma fuente y se unen en una composición y modulación."40
"Por lo tanto,
la primera división de los números es en pares e impares (...). Su
definición según la teoría pitagórica es la siguiente: El número
par es el que puede ser dividido en mayor y menor con una misma división;
mayor en el espacio (la magnitud de sus partes) y menor en cantidad
(de sus partes) (...). Y el número impar es aquel al que esto no
puede suceder, ya que su división natural es en dos partes desiguales
(...). Si dividimos 8 en 4 y 4, no habrá otra división que produzca
partes mayores, es decir en la que ambas partes sean mayores, ni
habrá tampoco otra división que pueda dividir el número entero en
cantidades (de sus partes) menores, porque no hay división menor
que una sección en dos partes (...).
"(...) según
una definición más antigua (...), el número par es el que puede ser
dividido en dos partes iguales y dos desiguales; pero de modo que
en ninguna de las dos divisiones se mezclará la paridad con la imparidad
o la imparidad con la paridad; con la única excepción del número
binario, el principio de la paridad, que no recibe sección desigual
porque sólo consiste en dos unidades (...). Y el número impar es
aquel que con cada división siempre se divide en partes desiguales,
de modo que siempre exhibe ambas especies de números (...), nunca
(en él) puede separarse una de la otra, las cuales constituyen por
naturaleza el poder y la esencia del número, en la división de los
números impares (...)".41
Los números pares
y los impares, observados alrededor de la unidad, se suceden unos
a otros alternativamente, como en un vaivén rítmico, participando
ambos de ambas especies de números. Veamos ahora algunas de las denominaciones
y cualidades que los pitagóricos atribuían a los números pares e
impares de la década.
"Como sabemos
por extractos de Nicómaco42, conservados por Fotio, los pitagóricos
llamaban a la mónada, intelecto, masculino y femenino, Dios, y en
cierto respecto, materia. También dijeron que en realidad contenía
a todas las cosas, es el recipiente de todo, es el Caos, la confusión,
la mezcla, la oscuridad, el abismo, Tártaro, Estige, el horror, lo
desprovisto de mezcla, la profundidad subterránea, Lete, una virgen
rígida y Atlas. También la llaman eje, Sol, Piralio, Morfo, torre
de Júpiter y razón espermática. Asimismo Apolo, profeta y ambigua."
"Con respecto
a la primera de estas denominaciones, intelecto, la razón por la
que los pitagóricos denominaban a la mónada así será evidentemente
si consideramos que llamaban a las formas, o ideas, números, y que
el intelecto es la fuente de todas las ideas, del mismo modo que
la mónada contiene en sí a la causa de los números. Asimismo, de
la misma manera que la mónada comprende en sí a la multiplicidad
que produce y con la que concuerda, el intelecto comprende en sí a
todas las formas que proceden de él y con las que se coordina. Y
parece que llamaron a la mónada masculino y femenino porque contiene
en sí causalmente a lo impar y a lo par, el primero de los cuales
corresponde a lo masculino y el segundo a lo femenino; o, según el
autor anónimo de Theologumenis Arithmeticis, la llamaron así por
ser la semilla de todas las cosas. Teo de Esmirna (p. 30) nos informa
que, en su tratado llamado Pitagórico, Aristóteles dijo que "el
uno participa de ambas naturalezas; porque cuando lo sumamos
al impar produce un número par, y cuando lo sumamos al par produce
un número impar, cosa que no podría hacer si no participara de ambos." Y
nos informa además que Arquitas era de la misma opinión. Puesto que
Dios es también la causa de toda multiplicidad, es obvia la razón
por la que llamaban a la mónada Dios (...)".
"(...) Y
la denominaron Júpiter porque el uno, o principio inefable
de todas las cosas, es para todas las órdenes de los Dioses lo que
Júpiter es para todas las órdenes divinas posteriores a él, según
la bella observación de Proclus en Theol. Plat., Lib.
5 (...). Asimismo la llamaron Mnemosine, la madre de todas las Musas,
porque del mismo modo que las Musas generan toda variedad de las
razones con las que el mundo está repleto, y son las causas de la
perfección del Universo, Mnemosine será análoga a el uno que
es la fuente de toda multiplicidad. También podemos decir que de
la misma manera que Mnemosine es memoria, y la memoria es la estabilidad
del conocimiento, se denominaba así a la mónada por ser la imagen
de el uno, que es la raíz estable de todo conocimiento y de
todas las cosas. Y la llamaron Vesta, el fuego en el centro de la
tierra que, como observa Simplicio (de Caelo, Lib.
2), posee un poder creador, nutre a toda la tierra desde el centro
y excita a todo lo que hay en ella de naturaleza frígida. Como centro
creador es pues análoga a el uno. Sobre esta denominación
existe el siguiente pasaje notable del arriba mencionado autor anónimo:
'También dicen que, además de estas cosas, hay cierto cubo de fuego
con la naturaleza de la unidad situado cerca del centro de los cuatro
elementos, posición central que también conocía Homero cuando decía: Arrojado
tan al fondo de la región invisible / Como distante es la tierra
del mundo etéreo.' "
"Empédocles,
Parménides y casi todos los hombres sabios de la antigüedad parecen
estar de acuerdo con los pitagóricos en estas cosas; ya que dicen
que la naturaleza monádica, al modo de Vesta, está establecida en
el centro y por ello conserva su lugar en equilibrio."43
La mónada es pues,
según los pitagóricos, centro, y centra; es el punto central de la
cruz, en cuyas ramas están situados los cuatro elementos en posición
simétrica dos a dos, que opera el paso de lo simétrico a lo centrado,
y también de lo centrado a lo simétrico; es decir opera el paso de
lo par a lo impar, y también de lo impar a lo par. Lo cual, si se
recuerda lo que se ha visto antes cuando se hablaba de la tradición
extremo-oriental, es lo mismo que dicen los chinos.
"Como nos
transmite Nicómaco, los pitagóricos llamaron a la díada, audacia,
materia, causa de la disimilitud e intervalo entre la mónada y la
multiplicidad. Ella sola produce igualdad a partir de la composición
y la mezcla y por ello es también igual. Pero es demasiado desigual,
defectuosa y abundante, y ella sola es no-figurada, indefinida. Es
también el sólo principio y causa de lo par, aunque no es par-par
ni par-impar ni impar-par44 (...). Es asimismo la fuente de toda
sinfonía, y, entre las Musas, es Erato. Es también armonía, paciencia
y raíz, aunque no en energía, en cierto sentido. Y es poder, las
estribaciones de Ida llenas de fuentes, cumbre y Fanés. Es la Justicia,
e Isis, la Naturaleza y Rea, la madre de Júpiter y la fuente de distribución.
También la llamaban Frigia, Lidia, Dindimene, Ceres, Eleusina, Diana
y Cupido, Dictina, Aeria, Asteria, Disamos y Esto. Y Venus, Dione,
Miquea, Citerea, ignorancia, innobleza, falsedad, diferencia, indistinción,
disputa, disensión, Destino y Muerte."
"(...) los
pitagóricos investigaron la causa de la multiplicidad que existe
y encontraron que, entre los géneros del ser, es la diferencia la
que subsiste según el no-ser; pero en causas eminentemente
primeras, es la díada indefinida a la que Pitágoras llama Caos en
su Discurso Sagrado y a la que asocia con el intelecto; porque adjudica
esta denominación a la mónada, que es el primero de los dos grandes
principios45 después del inefable."
"Esta díada
es realmente siempre la causa de la multiplicidad, en cuanto produce
cosas a partir de el uno con sus diferencias propias. Pero
en cuanto principio, hay también, en las varias órdenes de los seres,
una mónada propia; y connotada a ella se encuentra una díada, que
genera un número acomodado en sí mismo."
"Todos los
números existen a partir de estos dos principios, la mónada y la
díada; y los números impares se caracterizan más por las propiedades
de la mónada, mientras que los pares por las propiedades de la díada
(...)."
"(...) Porque
como comenta Proclus en su Comentario sobre la 20ª definición del
primer libro de los Elementos de Euclides: "La díada es el centro
entre la unidad y el número. Ya que la unidad produce más por adición
que por multiplicación; los números, al contrario, se aumentan más
por multiplicación que por adición; y la díada produce la misma cantidad
sumándose a sí misma que multiplicándose por sí." A la díada
se le llama asimismo igual porque, según el autor anónimo, "dos
más dos es igual a dos veces dos" (...). Y, puesto que
hemos demostrado que se le llamaba igual, no es de extrañar que se
le denominara causa de lo par, y que, como causa de ello, no sea
considerada ni como par-par ni como impar-par ni como par-impar."
"Se le llamaba
fuente de toda sinfonía porque la sinfonía diapasón, que es la más
armónica, se forma con una razón doble. Y se le denominó Erato porque,
nos dice el autor anónimo, "se atrae el acceso de la mónada –como
de la forma– hacia sí por medio del amor, y genera así los efectos
restantes" (...). Es también raíz aunque, en cierto sentido,
no lo es en energía, porque es la madre de los números a los que
está dando a luz pero no es número en perfecta energía (...). Y es
las estribaciones de Ida llenas de fuentes, porque es la raíz de
la región de las ideas o esencias inteligibles. Ya que las estribaciones
de una montaña son lo mismo que su raíz; y, como observa Proclus
en su Apología para Homero, el monte Ida significa la región de las
ideas (...). Y podemos decir que, en general, es Justicia, Isis,
Naturaleza, Rea etc., porque siendo de naturaleza femenina es la
fuente de todas las divinidades con características femeninas. Y
parece que la llaman Cupido por la razón ya mencionada por la que
también se le denominó Erato, es decir por desear el acceso
de la mónada (...)."46
La díada es pues,
según los pitagóricos, la Diosa que por amor se atrae el acceso del
Dios, es decir de la mónada. Lo cual recuerda el idilio de Siva y
la Devi de la tradición hindú.
"En los extractos
que Fotio conservó de Nicómaco, éste observa sobre la tríada lo siguiente,
según la teoría de los pitagóricos: La tríada es el primer número
impar en energía, es el primer número perfecto, es el centro y la
analogía. Hace que la potencia de la mónada prosiga hacia la energía
y la extensión. Pero es también el primero de los números y propiamente
un sistema de mónadas (...). Porque es la causa de lo que tiene dimensión
triple, pone límite al número infinito, es similar y semejante, homóloga
y definida (...). Es asimismo el más principal de todos los números
y el ama y composición de toda música. Es especialmente ama de la
geometría, posee autoridad sobre todo lo referente a la astronomía
y a la naturaleza y conocimiento de los cuerpos celestes, los relaciona
y los conduce a su efecto (...). En segundo lugar y con respecto
a sus denominaciones mitológicas es Saturno y Latona y el cuerno
de Amaltea. Es también (...), entre las Musas, Polimnia. Además es
Plutón y Loxia –el oso– y Hélice y la constelación que nunca se sumerge
en la profundidad (...)".
"Hasta aquí con
Nicómaco. Será, pues, evidente que la tríada es el primer número
impar en energía cuando consideremos que, en realidad, es el primer
número; ya que los números se aumentan más por multiplicación que
por adición, como ya hemos observado con Proclus, y éste es el caso
con la tríada pero no con la díada ni con la mónada. Que sea el primer
número perfecto queda evidente por lo siguiente: como observa Aristóteles,
tres cosas son el todo y el todo es perfecto por tener un principio,
un centro y un fin. Y la tríada es centro y analogía porque toda
analogía o proporcionalidad consiste al menos en tres términos, y
los antiguos llamaban a las analogías centros. También hace que la
potencia de la mónada proceda en la energía y la extensión, porque
la mónada considerada como improcedente es el híparxis o cumbre de
la esencia; pero es prolífica por potencia y, en tercer lugar, desdobla
la multiplicidad hacia la luz por medio de la energía. Ya hemos demostrado
por qué es el primero de los números. Y me parece que la consideraban
como un sistema de mónadas, porque todo sistema tiene un principio,
un centro y un fin. Pero pone límite al número infinito porque es
todo-perfecta. También por su naturaleza todo-perfecta es similar
y semejante, homóloga y definida (...). Es el más principal porque
es el primero de todos los números. Y es el ama y composición de
toda música porque la armonía contiene tres sinfonías, la diapasón,
la diapente y la diatesarón. Asimismo podemos decir que es especialmente
ama de la geometría, porque el triángulo es el principio de todas
las figuras. Con respecto a la tríada como poseedora de autoridad
sobre todo lo que concierne a la astronomía y a la naturaleza y conocimiento
de los cuerpos celestes, que los relaciona y los conduce a su efecto,
esto será evidente cuando consideremos que los signos celestiales
tienen tres cuaternarios, el fijo, el móvil y el común. Asimismo
en cada signo hay tres aspectos, tres decanos y tres regentes de
cada triplicidad (...)."47
La tradición extremo-oriental
coincide también en decir, como se ha visto antes, que 3 es el primer
número, el primer número perfecto, casi la unanimidad; y aunque lo
representa mediante el círculo, lo curvo, expresando con éste el
cielo, en vez de mediante el triángulo, como hacen los pitagóricos,
para éstos el triángulo expresa igualmente el cielo. El mundo, dice
Trismegisto, está compuesto por tres cosas: el Hemarmene,
que muchos llaman destino, la necesidad y el orden. Y según el libro
de la Sabiduría, Dios gobierna al mundo a través de tres cosas: el
número, el peso y la medida.
Vistos los tres
primeros números, según los comentarios de los autores griegos citados,
comparémoslos ahora con las tres primeras sefiroth, 1 Kether (corona),
2 Hokmah (sabiduría) y 3 Binah (inteligencia), según
las expone la cábala, para ver las equivalencias que pueden resultar
entre estas dos formas de simbolismo numérico. De las sefiroth se
dice "que emanan de arriba abajo, pues el árbol de las sefiroth crece
hacia abajo a partir de su raíz, la primera sefirah, y se
va extendiendo a través de las sefiroth que constituyen su
tronco. Así pues, se las encuentra con mucha frecuencia agrupadas
en una estructura formada por triángulos que tiene la forma de un árbol,
con la raíz arriba y la copa abajo, aunque la figura más extendida
es en forma de hombre. Mientras el árbol crece cabeza abajo, esta
forma humana tiene la cabeza arriba, como es debido, y en ocasiones
se alude a ella como el "árbol invertido". Las tres primeras sefiroth representan
la cabeza, y, en el Zohar, las tres cavidades del cerebro;
la cuarta y la quinta, los brazos; la sexta, el torso; la séptima
y la octava, las piernas; la novena, el órgano sexual; y la décima
se refiere o bien a la totalidad global de la imagen, o (como en
el Bahir) a la hembra como compañera del varón, ya que ambos
se necesitan conjuntamente para construir el hombre perfecto. En
la literatura cabalística este simbolismo del hombre primordial en
todos sus detalles recibe el nombre de Si'ur qomah. El esquema
más generalizado es:
1 Kether
3 Binah 2 Hokmah
5 Geburah 4 Gedullah
6 Tif'ereth
8 Hod 7 Netsah
9 Yesod
10 Malkuth
"El simbolismo general de las sefirot se
basa en un conjunto de imágenes matemáticas y orgánicas. En el que
depende de conceptos matemáticos, unido a veces a imágenes de luces
y ríos, la primera sefirah es la nada, cero, y la segunda
es la manifestación del punto primordial, que en este estadio no
tiene tamaño, pero contiene en su interior la posibilidad de medida
y expansión. Por ser intermedio entre la nada y el ser, se la llama hathalat ha-yesut ('el
comienzo del ser'). Y puesto que es un punto central, se expande
en un círculo en la tercera sefirah o construye alrededor
de él un 'palacio' que es la tercera sefirah. Cuando
este punto se representa como una fuente que mana desde las profundidades
de la nada, la tercera sefirah se convierte en el río que
fluye de la fuente y se divide en distintos brazos siguiendo la estructura
de la emanación hasta que sus afluentes desembocan en 'el gran mar'
de la última sefirah. El primer punto se establece por un
acto de la Divina Voluntad, al dar su primer paso hacia la creación.
En el Zohar la aparición del punto superior (que se llama resit 'comienzo',
parte de la primera palabra de la Biblia) va precedida por varios
actos que tienen lugar entre 'En-sof y la primera sefirah o
dentro de la primera sefirah. Lo mismo que es la nada ('ayin)
y la voluntad de Dios, esta sefirah es también el éter primordial
('awir qadmon) que rodea a 'En-sof como un aura eterna.
Del misterio de 'En-sof se enciende una llama y dentro de
la llama surge un manantial escondido. El punto primordial sigue
resplandeciendo en el ser cuando el manantial atraviesa el éter.
Parece como si todas las imágenes posibles se hubieran agrupado en
esta descripción."
"El simbolismo orgánico identifica el punto primordial
con la semilla sembrada en el seno de 'la madre superior', que es Binah.
'El palacio' es el seno que llega a ser fértil por la fecundación
del semen y da a luz a los niños que son las emanaciones (...)".
"Un simbolismo general (...) está relacionado
con los estadios de la manifestación de la identidad personal e individual
de Dios. La primera sefirah contiene sólo a 'Él'; algunas
veces el 'Él' está oculto y no se hace mención de Él a causa de su
auto-ocultamiento extremo, como ocurre, por ejemplo, con el verbo bara' ('Él
creó'), al comienzo de la Biblia. Así, be-resit bara' 'Elohim (traducido
por lo general como 'en el comienzo Dios creó') se interpreta místicamente
como referido a las tres primeras sefirot: por medio (el prefijo be)
de Hokmah (llamada resit), la primera sefirah –la
fuerza oculta en la tercera persona del singular de la palabra bara'– produjo
por un acto de emanación la tercera sefirah (Binah)
que se llama también 'Elohim. 'Elohim ('Dios') no es
el sujeto sino el objeto de la oración. Esta atrevida interpretación
es común a casi todos los cabalistas del siglo XIII. Pero al continuar
su manifestación, Dios se convierte en 'Tú', al que el hombre se
puede dirigir directamente, y este 'Tú' está relacionado con Tif'eret o
con la totalidad de las sefirot en Malkut. Sin embargo,
Dios alcanza su individuación completa a través de su manifestación
en Malkut, en donde se le llama 'Yo'. Esta concepción se resume
en la afirmación común de que a través del proceso de emanación 'la
Nada se cambia en el Yo' ('Ayin le-'ani). Las tres letras
o elementos que forman la palabra 'Ayin ('la Nada') –'alef, yod, nun– están
también contenidas en 'ani que está tanto al comienzo como
al fin del proceso, pero igual que las fuerzas a las que ellas denotan,
están combinadas de distinto modo."48
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