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II Una estrella en Alejandría. Hypatia (370-415 d. J. C.). |
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Penetramos ahora un nuevo mito y en un instante nos ubicamos en la Alejandría del siglo IV después de Cristo. Esta ciudad de Egipto acogió durante los siglos II y III de nuestra era a sabios procedentes de las tierras más diversas; hombres y mujeres venidos de Grecia, Roma, Persia, norte de Africa, e incluso de la India y del Lejano Oriente, los cuales, reunidos por un interés común de transmisión de Conocimiento, realizaron una magna labor de síntesis del legado tradicional universal, comunicándose a viva voz las enseñanzas sapienciales, ya fuera en escuelas, academias, museos, o en templos a cubierto de las miradas profanas, a la par que en la vastísima biblioteca que atesoraba dicha ciudad se reunían volúmenes de los textos sagrados de cada una de las culturas que representaban, o bien nuevas glosas inspiradas que aportaban más luces al saber. Período floreciente de la humanidad en el que la Tradición Hermética se nutrió de las enseñanzas universales aportadas por todos estos hombres de Conocimiento, imprimiendo a esta rama de la Tradición Primordial un vigor renovado y una actualización de su mensaje universal y perenne.65 Pero ya se sabe que tras la conquista esplendorosa de cualquier cumbre sigue el declive o descenso; y el brillo que por un tiempo irradió desde este enclave del Mediterráneo se fue apagando poco a poco, si bien no murió, sino que se desplazó o transfirió por vía aérea, a expensas del dios Hermes, hacia otras tierras en las que emergieron nuevos centros espirituales y focos de saber. En el siglo IV y V asistimos ya al inicio del eclipse del faro alejandrino, y es justo en este período cuando resuena el nombre de una sabia mujer, Hypatia, que etimológicamente deriva del griego vpatos, es decir, "lo más alto", "lo más elevado" y también "lo más perfecto y excelso" tendencias a las que aspiró toda su vida.
Repasemos las voces tradicionales y fidedignas que nos hablan de su paso por la Tierra. En primer lugar está la de Teón, su padre, que la menciona en el libro III del Comentario sobre la Sintaxis matemática o Almagesto de Ptolomeo. También se han conservado hasta la actualidad algunas de las cartas que dirigiera el discípulo y amigo Sinesio de Cirene66 a su venerada maestra, así como ciertos fragmentos de la biografía de esta mujer recogidos en la Historia Eclesiástica de Sócrates Escolástico y también en La vida de San Isidoro de Damascio de Damasco. Finalmente aparecen algunas referencias a Hypatia en un léxico del s. X llamado La Suda67. Son pocos los datos, pero tan significativos que hablan por sí solos, configurando una nueva historia ejemplar en la que lo anecdótico adquiere el carácter revelador de realidades míticas y metahistóricas a todo aquél que las encare como soportes de autoconocimiento. El Magisterio
Se dice que Hypatia aplicó toda su vida a la enseñanza de las matemáticas, la astronomía y la filosofía en el citado Museo y era tal su sabiduría que, como relata su propio discípulo Sinesio en una carta que envía a su buen amigo Herculiano69, muchos seguidores del Conocimiento, entre los que se contaban ellos dos, viajaban hasta Alejandría para recibir directamente de esta mujer iniciada en los misterios la enseñanza esotérica:
En otra carta añade:
Mencionaremos aún otro fragmento de una carta de Sinesio dirigida a su hermano, en la que le pide:
Según todos estos testimonios nos encontramos indudablemente frente a una iniciada en los grandes misterios de la antigüedad, una adepta inspirada por las Musas, una maestra73 de la Ciencia Sagrada cuya autoridad venida de lo alto fue reconocida por todos los que participaban del amor al Conocimiento, una heredera de las doctrinas neoplatónicas y neopitagóricas que legó generosamente a su descendencia espiritual. Hypatia fue una voz del
que, con su sola presencia, gestos y conciencia, contribuyó a sostener el mundo, gracias al repetido rito de actualización del Sí Mismo. En este sentido, nada más evidente que unas palabras que dirigió Sinesio a su maestra:
Hypatia forma parte del círculo de adeptos de la Tradición Hermética, o de los "locos" por la Sabiduría, que es lo que son y han sido siempre los verdaderos filósofos76, unidos entre sí por un vínculo suprahumano o divino. Religados por los lazos indestructibles del origen espiritual único e idéntico y sabiéndose partícipes de un parentesco celeste, los integrantes conscientes de esta fraternidad, que se remonta desde la actualidad hasta el principio de los tiempos77, se han considerado siempre entre sí como hermanos. Es por eso que Sinesio llama también a su venerada maestra, hermana, y merced a sus escritos la podemos identificar como un eslabón de la cadena de seres humanos vivificadores del Mensaje liberador de la Tradición, sin que ello le suponga ningún mérito especial –sino la sola constatación de su participación consciente en la gran concordia universal y armonía del Todo–, aunque tampoco se mengüe en nada su función. Hypatia: una varilla hueca de cristal por la que sopló el Espíritu, y tras ella un hilo sutil de adeptos y adeptas que han repetido el rito de la vacuidad y la apertura a la realidad del Principio. El discurso de la modernidad va pregonando que todas estas ideas pertenecen a una mentalidad antigua, de sobras superada por el progreso; pero si no claudicamos y seguimos navegando a través de estas vidas simbólicas, descubriremos que la visión sagrada ha perdurado milagrosamente hasta nuestros días. De la producción literaria de esta mujer no nos ha llegado nada; solamente conocemos los títulos de tres obras que se le atribuyen: un Comentario a la aritmética de Diofanto, otro Comentario a las Cónicas de Apolonio y el Canon Astronómico, del que no puede asegurarse a ciencia cierta si es obra suya o de su padre Teón, aunque sea lo que fuere, es indudable la estrecha colaboración entre ambos. Estos sucintos datos nos permiten recordar que jamás ningún hombre o mujer de conocimiento ha inventado una sola palabra o Idea. Ya se sabe que el Verbo emana del Principio Supremo, y que el lenguaje es una revelación divina; lo mismo cabe decir de los textos sagrados de todas las tradiciones, los cuales, aunque transcritos por mano humana, son fruto de la Inteligencia y Sabiduría divina "depositada" en la intimidad del corazón del sabio, del teúrgo o del hierofante. Las verdades eternas no se inventan, se reconocen en la huella del Ser y su expresión es siempre inagotable y sorprendente. En palabras de Sinesio, el discípulo de Hypatia:
Entonces, los adeptos o iniciados, inspirados siempre por las Musas o por las deidades intermediarias como el propio Hermes, se ciñen a la vivificación del mensaje perenne, inmutable y universal, aportando sólo determinados matices en la manera de decir, lo cual no resta ni un ápice de brillo, de belleza ni espontaneidad u originalidad a la nueva obra. Sus escritos consisten fundamentalmente en comentarios que, partiendo de los Principios universales o de los arquetipos divinos, admiten indefinidos desarrollos y concreciones materiales. También realizan glosas sobre obras buriladas por otros sabios coetáneos o que les precedieron. Así es como se ha ido tejiendo la literatura sapiencial: haciendo fructificar una herencia espiritual inmutable en esencia, pero que se actualiza y vivifica constantemente, lo cual es análogo a la re-creación siempre novedosa y asombrosa de un gesto original y primigenio79. La mal llamada "creación" literaria es un invento moderno, producto de la desvinculación y del aparente olvido del hombre actual de los Principios Universales, –que son los verdaderos artífices o generadores de toda ulterior manifestación–, lo que la convierte en el terreno de abono más propicio para dar rienda suelta a la siempre inestable y móvil psiqué, la cual, sin la referencia inmutable del Principio o del Espíritu, deja entonces de ser un espejo límpido del mundo de las ideas, para convertirse en la rasante expresión de la individualidad humana atrapada en la multiplicidad, la materialización, el desorden y los indefinidos egos o falsas identidades. Virginidad y Maternidad
Y como bien hemos podido leer en el encabezamiento de este capítulo, Sinesio reconoce a Hypatia como su madre o progenitora en la Vía del Conocimiento. La voz de una mujer contemporánea explica sintéticamente la esencia de estas dos ideas estrechamente vinculadas, y presentes unánimemente en todas las tradiciones, más allá de la simple interpretación fisiológica, psicológica, moral o religiosa que pueda dársele la cual sólo puede tener un interés secundario:
Y añadiremos también, secundando a esta autora, que virginidad y maternidad son dos estados del alma del iniciado (encarnados vivamente por nuestra querida Hypatia). El primero se refiere a la imprescindible necesidad de vaciar el alma del adepto de toda programación e idea preconcebida, de hacer tabula rasa y de borrar cualquier condicionamiento e ilusión. El segundo, a la posibilidad de que la cámara secreta de su corazón devenga un receptáculo apto para recibir el influjo espiritual emanado del Principio, que desarrollado por el fuego del Amor en el seno de la matriz, geste y dé nacimiento al nuevo ser, el iniciado o "dos veces nacido", el que traspasando los misterios de la vida y de la muerte se identifica con su verdadera esencia inmortal. Hay también otro hecho "curioso" en la vida de Hypatia –relacionado igualmente con su condición femenina– evocado por varias de las fuentes tradicionales a las que nos estamos refiriendo y que ha pasado a la historia como una anécdota un tanto incomprensible, si no grotesca y hasta incluso tildada de una cierta ordinariez. En un pasaje de La vida de San Isidoro, Damascio relata que, dada la extrema belleza de Hypatia, muchos de sus discípulos se prendaban de ella. En una ocasión, un alumno se enamoró tan locamente de su maestra, que fue incapaz de controlarse y le mostró abiertamente un signo de su infatuación. Ella, entonces, reunió compresas manchadas durante su período menstrual y se las enseñó diciéndole:
El muchacho, avergonzado y sorprendido, experimentó un cambio de corazón y se marchó como un hombre regenerado.82 Reconocemos aquí una didáctica al modo de las paradojas empleadas por los maestros de las tradiciones extremorientales, sobre todo los del Budismo Zen.
El ejemplo que nos ha proporcionado Hypatia da idea de los diversos recursos empleados por muchos maestros herméticos84, análogos a los de los extremorientales, con el fin de provocar rupturas de nivel en la conciencia del aprendiz, favoreciendo así el proceso de purificación del alma para aprehender –con el concurso de la certeza que confiere la intuición intelectual– las más altas realidades del Ser y la apertura a mundos o planos siempre presentidos y mucho más libres, sutiles, etéreos, universales y próximos a la conciencia de Unidad o Eternidad. Unicamente agregaremos, sin pretender agotar las enseñanzas contenidas en el Koan planteado por Hypatia, que éste invita a meditar en la simbólica del período menstrual femenino, y por extensión, y en virtud de las leyes de correspondencia y analogía, en la de cualquier otro ciclo, ya sea de alcance macro o microcósmico, posibilitando así el descubrimiento de ciertos módulos, proporciones y leyes inexorables que se repiten tanto en el discurrir circular de los astros y estrellas por el cielo, como en el ritmo respiratorio o cardíaco, en el devenir de las estaciones al correr el año, en las fases del día, de la luna, en el movimiento de las mareas, el crecimiento de los vegetales y también en la sucesión de las edades del hombre, de una humanidad o de un universo entero85. Hay un trabajo de M Angeles Díaz titulado El simbolismo menstrual cuya lectura recomendamos para profundizar en esta simbólica, y del que evocamos:
Muerte y Regeneración
De igual modo, Hypatia no aspiró a otra cosa durante su existencia terrena que no fuese el Conocimiento, consagrándose por entero a la aprehensión de la Sabiduría, o en otros términos, a la búsqueda de la palabra sagrada.
Igualmente, Hypatia recibió el mensaje tradicional y lo legó a viva voz a todo aquél que se abría con sinceridad de corazón a los efluvios celestes.
La misión de los adeptos alejandrinos, entre los que contamos por supuesto a Hypatia, fue análoga a la de Osiris, el paredro de Isis, el cual simboliza tanto la función civilizadora y ordenadora que emana de la Sabiduría divina aplicada con Inteligencia, como también su estrecha vinculación al ciclo vida-muerte-regeneración presente en cualquier doctrina tradicional que aborde el tema de los ciclos cósmicos.
Los ignorantes, envidiosos y ambiciosos, aferrados siempre a lo mundano y contingente, se ponen ellos mismos indefinidas trabas que les impiden recibir la fecundación espiritual. Sumidos en una completa desorientación e incomprensión, persiguen entonces a todo aquél que encarna un Conocimiento que los excede. Esto sucedió en la Alejandría del s. V d. J. C. Ciertos grupos de cristianos fanáticos, dogmáticos y literalistas emprendieron una encarnizada persecución y cacería sobre los mal llamados paganos, los que no eran sino sabios o filósofos tendentes a la experiencia metafísica.
Nos dice el texto de Sócrates Escolástico respecto a Hypatia:
Crueldad extrema la de la ignorancia, que cobra una dimensión mucho más amplia por su circunscripción al mito: Tifón y sus secuaces encierran a Osiris en un cofre96 y lo tiran al río, siguiendo su viaje por mar hasta tierras lejanas. Isis sale en su búsqueda y tras una serie de vicisitudes lo recupera, retorna al dios momentáneamente a la vida para concebir a Horus y después lo esconde en un lugar apartado.
El fanatismo, la ignorancia y la ambición acabaron con la vida de Osiris así como con la de Hypatia en tanto que ser individual, pero la transmisión de la Sabiduría no se interrumpió. El mito prosigue:
El saber universal atesorado en el seno de la vigorosa Tradición Hermética que se expande desde Alejandría y del que Hypatia es una valiente y entregada representante, fue llevado por sus discípulos a otras tierras, y en ellas surgieron nuevos centros espirituales.
Allí donde la semilla de la Tradición Hermética cayó en el interior de una tierra fértil, esto es, en el corazón receptivo de nuevos adeptos, germinó su mensaje vivificador con más esplendor si cabe; y si bien muchos seres humanos perecieron en su labor testimonial y difusora, la doctrina renació en otros ámbitos temporales y espaciales y bajo nuevos ropajes sin perder ni un ápice de su fulgor99. Isis,
La plasticidad, versatilidad y capacidad de adaptación son cualidades inherentes a la naturaleza de la Tradición Hermética, la cual, haciendo frente a todos los embates de la vida, y operando constantes adaptaciones, siguió y continúa vertebrando lo que resta de la civilización occidental. La estrella alejandrina murió, pero su luz aún es visible. La esencia de Hypatia pervive a través de sus descendentes espirituales.
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El Camino del Largo Estudio y el Arte de la Construcción. Cristina de Pizán (1364-1430) |
NOTAS | |
65 | Para tomar conciencia de la importancia de esta ciudad del Mediterráneo en los primeros siglos de nuestra era ver los acápites titulados "Alejandría", "El Hermetismo Alejandrino" y "Cosmovisión Hermética Alejandrina" del volumen de Federico González y colaboradores. Revista SYMBOLOS N 25-26, op. cit. |
66 | Ver: Sinesio de Cirene. Cartas. Ed. Gredos. Madrid, 1995. Las cartas destinadas a Hypatia son: 10, 15, 16, 46, 81, 124, 154. Las cartas en las que figura su nombre: (5, 263), (124, 2), (136, 16), (137, 8). |
67 | Estas informaciones han sido recogidas en varios artículos aparecidos en la revista Alexandria. The Journal of the Western Cosmological Traditions, N 2. Phanes Press. Grand Rapids, Michigan, 1993. También del libro: Nuria Solsona i Pairó. Mujeres científicas de todos los tiempos. Ed. Talasa. Madrid, 1997. De éste hemos rescatado algunas reseñas interesantes, aunque el punto de vista en el que nos situamos en nuestro estudio no tiene nada que ver con el tono feminista y psico-social-histórico que emplea la autora. |
68 | El Museo es fundamentalmente el templo de las musas, un centro de enseñanza en el que se transmiten los saberes inspirados por las nueve diosas, emisarias celestes, las cuales revelan los secretos inherentes a la cosmogonía a los hombres y mujeres abiertos a su influjo espiritual. Los actuales museos se han convertido en grandes almacenes de piezas y objetos antiguos, catalogados según criterios pretendidamente científicos, cuya acumulación acaba por aburrir al visitante. ¡Pero cuán distinto significado cobraría la visita a estos recintos si uno los encarase como la posibilidad de contemplar símbolos vivos de toda cultura, significantes y vehiculadores de la misteriosa realidad del mundo y del hombre! |
69 | Sinesio de Cirene. Cartas. Op. cit., carta 137, 8. |
70 | Op. cit. carta 137, 1. |
71 | Ibid. carta 136, 15. |
72 | Ibid. carta 5, 263. |
73 |
Ya hemos dicho que Hypatia sobresalió por sus enseñanzas en Astronomía; al respecto traemos a la memoria unas consideraciones de Sinesio de Cirene dirigidas a Peonio:
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74 | Expresión de Plotino referida a la cadena áurea de iniciados desde el origen de los tiempos hasta ahora. |
75 | Sinesio de Cirene. Cartas. Op. cit., carta 46. |
76 |
Acerca del filósofo dice también Sinesio:
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77 | Con ello estamos afirmando que los iniciados de todos los tiempos y lugares han constituido y constituyen una entidad espiritual, un organismo vivo que participa y actualiza en cada momento del devenir y en cualquier espacio geográfico la realidad sacra del Ser Universal como reflejo o revelación de la verdadera posibilidad total y absoluta del No-ser, contando para esta labor con el soporte de la Vía Simbólica, el Rito de la Memoria y la vivencia del Mito. El despertar a este vínculo sutil y supraindividual y la posterior realización de todas sus posibilidades –lo que viene a denominarse "realización espiritual"'– se opera en la interioridad del ser, directamente, por la certeza y con el concurso de la facultad llamada intuición intelectual, aunque dicha transmisión puede vehicularse a través de diversas vías, a saber, la iniciación de tipo sapiencial, la guerrera o caballeresca, o bien en el seno de organizaciones iniciáticas grupales que toman como soporte un oficio; también se da en la vacuidad del corazón del solitario, pero en el fondo, sea cual sea la forma que asuma esa vehiculación –que no será más que una adaptación a las circunstancias relativas para asegurar su continuidad ininterrumpida–, el propósito último es siempre y en todo lugar el mismo: la Iniciación y la Realización Espiritual. Por lo que respecta a Hypatia y sus coetáneos, no disponemos de escritos (pues casi nunca los hay) que atestigüen cómo se desarrollaron en ese tiempo histórico los ritos y las prácticas iniciáticas que perseguían tal fin; lo cierto es que, ya fuesen unos u otros, no dejaron de operarse, propiciando la toma de conciencia de la unión suprahumana entre todos los seres afines al Mensaje Tradicional y asegurando así el fluir de una herencia celeste que se ha prolongado hasta nuestros días. |
78 | Sinesio de Cirene. "Relatos Egipcios". Himnos. Tratados. Op. cit.3, pág. 234. |
79 |
La literatura tradicional hila las ideas divinas con un lenguaje a veces enigmático o críptico, en parte por la naturaleza inefable del Misterio, en parte como medida de protección ante las miradas profanas. Por otro lado es indudable la colaboración entre los filósofos y la edificación conjunta de muchas de sus producciones. Como ejemplo de estas dos cuestiones que acabamos de comentar veamos que le dice Sinesio a su maestra Hypatia en una carta:
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80 | Frase de Damascio de Damasco que se cita en el libro: Nuria Solsona i Pairó. Mujeres científicas de todos los tiempos. Op. cit., pág. 32. |
81 | Para conocer la totalidad del artículo ver: Ester Llecha. "La Virgen". |
82 | Existen muchas similitudes entre la tradición hermética y la extremoriental, no tan solo en esencia (pues ya sabemos que el núcleo de todas las tradiciones es idéntico) sino incluso en su revestimiento formal. Sirva sólo a título de ejemplo el que en ninguna de las dos encontramos un exoterismo de tipo religioso; la práctica de sus ritos muchas veces no precisan de la existencia de templos, sino que se realizan a la intemperie, en la soledad e intimidad del corazón del adepto; además sus simbólicas son muy afines, tal el caso de la importancia concedida por ambas tradiciones a la Alquimia como ciencia de las transmutaciones del alma, o también a la identidad entre la simbólica del caduceo hermético y la del yin-yang oriental, entre muchas otras correspondencias. |
83 | Mª Angeles Díaz. "Notas sobre el Zen". |
84 |
Sería muy extenso enumerar las paradojas planteadas por la larguísima cadena de sabios herméticos, ya que en sus didácticas subyacen indefinidos planteamientos aparentemente incongruentes y chocantes para acometer la conquista del Conocimiento, lo cual se halla incluso plasmado en el devenir de sus propias existencias, trufadas de situaciones extraordinarias, esto es, no explicables por el simple razonamiento mental-discursivo. Parafraseando a Federico González:
para percatarnos de la permanente irrupción de lo asombroso y suprahumano. |
85 | Para ampliar la investigación sobre las cuestiones cíclicas se sugiere la lectura y estudio de los números de SYMBOLOS: Revista Internacional de Arte, Cultura, Gnosis. Nos. 15-16, 17-18, 19-20, 21-22. Barcelona, 1998-1999-2000 y 2001 respectivamente. Más de 1000 páginas dedicadas al estudio de la ciclología desde una perspectiva tan sagrada como actual. |
86 | Mª Angeles Díaz. "Simbolismo menstrual". |
87 | Plutarco. Isis y Osiris. Los misterios de la iniciación. Ed. Obelisco. Barcelona, 1997, pág. 16. |
88 | Op. cit. pág. 31-32. |
89 | El paréntesis es nuestro. |
90 | Op. cit. pág. 17. |
91 | Op. cit. pág. 40. |
92 | Op. cit. pág. 41. |
93 | El paréntesis es nuestro. |
94 | Op. cit. pág. 17. |
95 | Sócrates Escolástico. Historia Eclesiástica 7. 13. |
96 | No deja de ser bien significativo que el cofre con el cuerpo de Osiris, símbolo en muchas tradiciones del arca que contiene el tesoro tanto material como espiritual, llega hasta las costas de Biblos (palabra que etimológicamente se emparenta con Biblia y por tanto con el legado tradicional depositado en éste o cualquier otro libro sagrado) y allí Isis lo recupera del interior de una columna de tamarisco que había recubierto al cofre; añadir sólo que el tamarisco es un arbusto que simboliza la inmortalidad. |
97 | Plutarco, op. cit. pág. 50-51. |
98 | Op. cit. pág. 51. |
99 | La Ciencia Sagrada continuó encarnándose en organizaciones iniciáticas de corte caballeresco, en las de los monjes guerreros, en las cofradías de constructores de las catedrales góticas y de muchas de las edificaciones posteriores, en magos, teúrgos, alquimistas, cabalistas cristianos, médicos, mecenas de las Artes Liberales, juglares, poetas, curanderos, comerciantes, artesanos, titiriteros, pintores y más, muchos más. |
100 | Op. cit. pág. 51. |
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