RENE GUENON
CARTAS A VASILE LOVINESCU (2)
El
Cairo, 19 de mayo de 1935.
Señor,
He recibido su carta
del 30 de abril, y le agradezco en primer lugar lo que tiene a bien decirme
aún con respecto a mis escritos. – Me alegra saber que dispone ahora
de la colección de Voile d'Isis, donde efectivamente podrá
encontrar aclaraciones sobre muchas cuestiones.
Justo al mismo tiempo
que su carta, he recibido también una del Sr. Avramesco, con el
2º nº de Memra aparecido por fin; me habla de las numerosas
dificultades que ha tenido y que han causado este retraso, y parece en
efecto que todo se haya mezclado; esperemos no obstante que las cosas vayan
mejor en el futuro.
Lo que usted dice con
respecto a la teoría de los Avatâras a buen seguro
es cierto, pero sin embargo he de confesar que, por lo menos hasta ahora,
no veo el medio de exponerla de manera que no se corra el riesgo de que
aún presente más inconvenientes que ventajas, dada la incomprensión
general del Occidente actual.
No puede decirse que
una tradición sea "primordial" por el hecho de que esté fundada
por un Avatâra, ya que no puede haber, por definición
misma, más que una tradición primordial para un Manvántara.
Además, esa tradición (ya se trate del cristianismo como
de cualquier otra) se constituye necesariamente en un medio determinado,
cuyas condiciones influyen sobre la forma que ella reviste, medio que está
siempre en relación con las formas tradicionales preexistentes;
el "descenso" directo del Espíritu (ese es el sentido propio de
la palabra Avatâra) no cambia en nada la cosa. Hay ahí
algo que en resumidas cuentas podría compararse con el nacimiento
de un ser individual, que ciertamente está determinado por la influencia
del "Sí", pero también por las condiciones del medio en que
se produce (lo que puede ser representado geométricamente por la
intersección de una vertical y una horizontal). – Por otra parte,
no pienso que pueda calificarse al Judaísmo como tradición
de segunda o tercera mano, pues eso es olvidar que en su origen está
Moisés, profeta y legislador inspirado; quizá incluso se
podría recurrir aquí a la concepción de los Avatâras
secundarios… En todo caso, lo que es seguro, es que la constitución
de toda forma tradicional requiere una intervención "supra-humana";
puede haber solamente diferencias en sus modalidades, en su grado de importancia
o en la extensión del dominio sobre el cual su influencia debe ejercerse;
pero, si aquélla estuviera ausente, no se trataría ya de
una forma tradicional verdadera, sino de una simple deformación
debida a unas iniciativas humanas (lo que representa, por ejemplo, un caso
como el del protestantismo). – Por otra parte no se puede decir nunca que
la constitución de una nueva forma tradicional forzosamente deba
tener por efecto el hacer desaparecer a otra (incluyendo aquella de la
que procede más directamente), porque siempre podrá haber
seres para quienes esta sea más apropiada, igual que el predominio
de una cierta raza en un período no impide que subsistan representantes
de las razas que la han precedido… – En fin, en cuanto a la no aceptación
del Cristianismo por los judíos, no podría hablarse de "satanismo"
más que si hubiera un rechazo voluntario de una verdad reconocida
como tal, lo que no es evidentemente el caso, y, lo que además,
de una manera general, ni siquiera es fácilmente concebible. La
supervivencia de los judíos conservando su tradición a través
de todas las vicisitudes históricas indica manifiestamente que tenían
aún un papel que jugar en el mundo (cualquiera que sea por otra
parte su carácter) después del advenimiento del Cristianismo;
si su misma dispersión no ha podido jamás destruirlos en
tanto que pueblo ni desligarlos de su tradición propia, eso no es
evidentemente sin una razón profunda.
Por lo que se refiere
a la iniciación basada sobre el esoterismo cristiano, todo lo que
puede conocerse de ella es efectivamente más bien de orden cosmológico
y "hermético" que puramente metafísico; esto tiene que ver
sin duda con la mentalidad occidental, más que con el Cristianismo
mismo. Sería no obstante poco probable que nunca hubiera habido
otra cosa, pero ha debido de estar siempre reservada a un número
muy pequeño y no ha dejado trazas aparentes; de otro modo, sería
suponer que se trata de una tradición incompleta en su misma esencia;
pero lo anterior ha podido no expresarse nunca de otra manera que por una
"transposición" de los mismos símbolos a un nivel superior.
Gracias por todas sus
explicaciones sobre las manifestaciones tradicionales en Rumania; hay ahí
cosas que son verdaderamente interesantes y que de ningún modo conocía.
– Siempre he pensado que la historia de Zalmoxis, por muy deformada que
haya podido serlo por los historiadores griegos, debía tener una
importancia particular en relación con el Orfismo y el Pitagorismo.
Se la mezcla a menudo con la de Ábaris; éste parece haber
sido un dios escita (o su representante); pero ¿qué parentesco
de raza había exactamente entre los escitas y los tracios? En todo
caso, es cierto que todo esto se liga directamente a la cuestión
del Apolo hiperbóreo. En cuanto al nombre de Zalmoxis como designando
una función (igual que el de Zoroastro y muchos otros), pienso que
tiene usted toda la razón. – La cuestión de las montañas
sagradas es también un punto importante. El nombre "Om" es curioso,
incluso aunque su similitud con el monosílabo sagrado de la India
no se deba a ninguna relación etimológica; pero ¿qué
quiere decir el otro nombre "Kaliman"? – En cuanto a Jean Huniadi, si lo
he designado como húngaro he debido simplemente reproducir con ello
lo encontrado en los escritos teosofistas, sin pensar en hacer investigaciones
para verificar si la cosa era exacta. – En todo caso, en cuanto a la fundación
de los 3 principados, el simbolismo hermético es en efecto evidente,
como usted dice; y lo mismo en cuanto a todo lo que concierne a los cuentos
y el llamado "folklore"; hasta es raro, creo, que este simbolismo se haya
conservado tan claramente en casos semejantes… – ¿No pensaría
en hacer algún trabajo sobre todas estas cuestiones? Seguramente
valdría la pena, especialmente cuando que el tema, sobre todo desde
este punto de vista, no ha debido ser muy estudiado hasta ahora.
Crea, le ruego, señor,
en mis mejores y más distinguidos sentimientos.
El
Cairo, 24 de junio de 1935.
Estimado señor,
Sí me ha llegado
su carta del 1º de junio. – Veo que ha comprendido bien lo que quería
decir con respecto a la teoría de los Avatâras. Esta
y la de los Profetas representan dos puntos de vista que son de alguna
manera complementarios uno del otro, y que, como tales, pueden conciliarse
muy bien. – Está claro que el retorno del Cristo, al final del ciclo,
corresponde al 10º Avatâra. Lo que usted dice sobre los
judíos es exacto; solamente que la actitud de negación de
la que usted habla procede de un desconocimiento que no puede llamarse
voluntario; se encuentran además otros ejemplos de una actitud así
por parte de los representantes de una forma tradicional con respecto a
otra más reciente. En el fondo, la manera en que los cristianos
se comportan ante el Islamismo es muy comparable a la de los judíos
ante el Cristianismo; e incluso, en cuanto al esoterismo, el análogo
de lo que usted recuerda con respecto al Zohar podemos encontrarlo
por ejemplo en Dante (podría uno preguntarse por otra parte si no
se trata sobre todo de una precaución que se toma para no topar
con la mentalidad exotérica, pues es evidente que tales "exclusivismos"
no pueden ser inherentes al propio esoterismo).
Los libros que me enumera
son todos ciertamente interesantes y útiles. – En cuanto a los Essais
on Gîtâ de Aurobindo Ghose, no he tenido ocasión
de leerlos, pero pienso que hay en todo caso algo que sacar de ellos, pues
he oído hablar favorablemente de los mismos. Lo que es un poco fastidioso,
es que nunca escribe él mismo, de suerte que las cosas siempre pueden
estar más o menos deformadas por sus discípulos, como ha
ocurrido en otro tiempo con RâmaKrishna.
El "Adepto" es propiamente
aquél que ha llegado a la perfección de alguna cosa: en relación
con los "pequeños misterios" (adeptus minor), es el hombre
reintegrado en el estado primordial; en relación con los "grandes
misterios" (adeptus major), es el jîvan-mukta.
Gracias por sus nuevas
precisiones sobre la cuestión de las montañas sagradas; todo
ello es efectivamente muy interesante. – Pensando de nuevo en este tema
de las tradiciones rumanas, después de que le escribí, he
tenido la idea de pedirle si no podría hacer usted alguna cosa sobre
ello para Voile d'Isis; y veo que ha tenido precisamente la misma
idea por su parte. Si quiere pues hacer un primer artículo y enviármelo
como me propone, acepto de buena gana; no le inquiete si hay algunos defectos
en cuanto a la lengua, yo lo arreglaría fácilmente en cualquier
caso.
Lo que dice a propósito
de los monasterios ortodoxos también es una cuestión interesante;
he oído hablar, por lo que se refiere a Rusia, de entrenamientos
en los que la respiración tiene un gran papel. En cuanto al monte
Athos, me han contado también las mismas cosas que a Vd; pero no
he podido aclarar mucho más la cuestión, y me pregunto si
no son sobre todo recuerdos de un pasado más o menos lejano y si
todavía subsiste efectivamente alguna cosa.
Crea, le ruego, señor,
en mis mejores sentimientos.
El
Cairo, 21 de julio de 1935.
Estimado señor,
Gracias por el comienzo
de su artículo, que recibí ayer. Acabo de leerlo, y entiendo
que es casi imposible resumir más; en suma, creo que irá
bien así, y no veo sino algunos giros que hay que modificar ligeramente.
Naturalmente, esperaré a tenerlo completo para enviarlo a Chacornac,
sobre todo dado que ahora, de todas maneras, nada puede incluirse ya antes
de octubre, puesto que de aquí a entonces no habrá sino el
nº de agosto-septiembre, que ha de estar dedicado especialmente a
la tradición hindú.
Me alegra saber que
ha vuelto a ver usted al Sr. Avramesco; yo no he tenido otras noticias
de él desde que me envió el 2º nº de Memra;
¿dónde está ahora? Por mi parte, todavía no
he podido hallar el tiempo para preparar el artículo que le he prometido…
La cuestión que usted ha planteado con él es "teórica",
porque, en las condiciones actuales, no es concebible que un Adepto juegue
el papel de jefe de estado o del ejército; no puede tomar tales
funciones más que en casos excepcionales, en relación con
esa fundación de estados de la que usted habla en su artículo;
en cualquier otro caso siempre ejercerá su influencia de modo invisible.
– En cuanto a esos casos de excepción, los medios que han podido
emplearse se relacionan con unas condiciones de las que apenas podemos
hacernos un idea actualmente. Por otra parte va de suyo que la manera de
actuar de un Adepto no puede ser comparada a la de un hombre ordinario,
ni siquiera aunque se le parezca exteriormente, puesto que sus motivos
son diferentes; así pues si ha empleado unos medios que nos parecen
chocantes es porque la verdadera razón de ello se nos escapa, y
creo que eso es todo lo que puede decirse… Hay también quienes han
simulado la locura; ¿qué hay que concluir de ello?…
Lo que usted dice con
respecto a la iniciación masónica es exacto; naturalmente,
la concentración ha de tomar entonces como soporte, preferentemente,
los símbolos propios de esta iniciación; aunque este aspecto
de "realización" esté hoy completamente perdido de vista
en general, sin duda pueden esperarse de este modo ciertos resultados;
desgraciadamente, no hay que contar por parte de la organización
con otra ayuda que la sola transmisión de la influencia iniciática.
Un centro espiritual
puede conocer la intención de alguien por medios muy diversos, que
siempre sería erróneo intentar limitar; pero, aparte de casos
bien raros, quien se limitase a esperar la iniciación en cierto
modo pasivamente, correría el riesgo, creo, de esperar largo tiempo,
al menos en los países donde no existen ya organizaciones iniciáticas
verdaderamente efectivas; no hay que olvidar nunca que estamos en una época
anormal desde este punto de vista.
En cuanto al fin del
ciclo, todos los cálculos parecen converger hacia los últimos
años de este siglo; y un gran sheikh de Marruecos afirmaba
últimamente que el Anticristo ya ha nacido, pero que no debe manifestarse
enseguida todavía. – En cuanto a las posibilidades de una renovación
iniciática en Occidente antes de estos acontecimientos, es algo
muy difícil de decir, y no hay hasta ahora ningún indicio
que permita pronunciarse netamente sobre ello.
Le pido me excuse por
escribirle en el desorden de una mudanza, necesaria por la llegada de los
libros y papeles que había dejado en París, y que por fin
he conseguido hacer llegar aquí.
Crea, le ruego, señor,
en mis más distinguidos sentimientos.
El
Cairo, 3 de septiembre de 1935.
Estimado señor,
Me excuso por haber
tardado más de lo que hubiera querido en responder su carta; durante
este tiempo, me he encontrado aún más ocupado que de ordinario,
a consecuencia de toda una serie de circunstancias: primero, la llegada
de mis libros y papeles, que por fin he conseguido, tras más de
5 años, hacer llegar de París donde habían quedado;
después, esto mismo me ha obligado por añadidura a un traslado,
de tal manera que todavía me hallo lejos de haber podido poner todo
en orden; en fin, se me ha pedido que ahora dé, para Voile d'Isis,
2 artículos por nº, lo que me causa también un trabajo
suplementario; ¡y quisiera alcanzar siempre a todo, pero no siempre
es fácil! – Envío igualmente esta carta a la dirección
que me indica, pero me pregunto si le encontrará en ella todavía;
de todas formas, y sobre todo certificándola tal como me pide, espero
que le llegará sin dificultad.
He recibido también
el nº de Familia que contiene su artículo, y se lo agradezco;
hasta donde puedo comprender, esta presentación me parece en verdad
muy bien.
No sólo es con
usted que estoy retrasado: también escribo hoy solamente al Sr.
Avramesco, de quien recibí una carta algún tiempo antes de
la suya; me pedía, para el próximo nº de Memra,
un artículo que quería enviarle al mismo tiempo, pero que
no había podido llegar a escribir hasta ahora… Como me planteaba
la misma cuestión de la cual había hablado usted con él,
le digo que, cuando le vuelva a ver usted a su retorno de Bucarest, podrá
comunicarle lo que yo le respondí al respecto. Me habla también
de Bô Yin Râ; pienso que no puede haber ningún inconveniente
en que le haga partícipe de lo que le he dicho.
Creo que sí
ha recibido usted, según lo que me escribe, las líneas que
le envié sobre su trabajo para Voile d'Isis; comprendo ahora
por otra parte que su ausencia le ha debido impedir seguir con él,
pero espero que le sea posible enviarme su continuación muy pronto.
Llego ahora a su carta,
que me ha interesado vivamente, pero que, debo confesarlo, me pone también
en un embarazo bastante grande, porque, cuando se trata de una forma tradicional
con la cual no tiene uno mismo ningún lazo, es verdaderamente imposible
responder de una manera categórica a ciertas preguntas. Dice usted
que no puede contentarse con un "tal vez", y le entiendo muy bien, tratándose
de una decisión como la que considera, pero, en lo que me concierne,
no puedo juzgar la cosa más que según los indicios contenidos
en lo que usted mismo me expone, y de lo que no resulta sino una impresión
bastante dudosa, pues están lejos de ser todos igualmente favorables.
Sea como fuere, con
el fin de decirle lo que pienso de todo ello sin olvidar nada si es posible,
voy a intentar retomar las cosas siguiendo prácticamente el orden
de su carta. – En primer lugar, lo que dice usted de la iconografía
sagrada como ciencia todavía viva es muy interesante, y es bien
cierto que ya no se podría encontrar nada semejante actualmente
en la Iglesia latina, ni siquiera en los monasterios. Sólo que,
he aquí el punto esencial: aquéllos que continúan
esta tradición iconográfica ¿tienen todavía
conocimiento del alcance verdadero del simbolismo que está contenido
en ella, desde el punto de vista hermético por ejemplo, o bien no
han guardado conscientemente más que su sentido exterior y puramente
religioso? Querría saber si ha podido darse cuenta de alguna cosa
neta al respecto. – Entre las Vírgenes de las que habla, ¿hay
Vírgenes negras? usted sabe sin duda que estas tienen un significado
particularmente importante desde el punto de vista hermético, e
incluso desde un punto de vista más universal (al simbolizar aquí
el negro la "indistinción" de Prakriti).
Lo que dice de la disposición
de los lugares parece indicar con bastante claridad que se trata de un
paraje destinado a servir de soporte a influencias espirituales y favorable
para la constitución de un cierto centro; pero todo esto ¿se
limita al orden religioso (que implica también la intervención
de elementos "no–humanos")? e, incluso si en efecto ha habido algo más,
¿subsiste aún ahora?
El punto más
importante, para intentar resolver la cuestión, es quizá
lo que concierne a esos 7 ascetas misteriosos; dado que uno de los religiosos,
quien parece presentar toda garantía de veracidad, afirma que se
ha encontrado con uno de ellos, hay ahí pues otra cosa que una simple
leyenda o un recuerdo de tiempos antiguos. Pero, por otro lado, parece
que, aparte de ese caso de encuentro excepcional y que no parece tener
continuidad, los monjes no están en comunicación consciente
con ellos. Entonces, ¿no daría esto a suponer que no hay
más que un grupo muy pequeño y extremadamente cerrado que
posea una iniciación real, y que los monjes ordinarios apenas tienen
oportunidad de poder ser admitidos alguna vez en ella? Habría que
saber al menos cómo y dónde se reclutan estos ascetas cuando
su número ha de ser completado; ¿es entre los monjes o, lo
que parece más probable, entre los solitarios que viven en esos
lugares casi inaccesibles de los que usted habla? Por otra parte es el
papel exacto de esos solitarios lo que aún me parece quizá
lo menos claro de todo; ¿son solamente unos monjes cualesquiera
que, por una u otra razón, deciden ellos mismos escoger este género
de vida y separarse de los demás? Si esto es así, ¿desaparecen
definitivamente, o bien hay entre ellos quienes vuelven más tarde
a los monasterios? ¿O bien es necesario, para retirarse así,
que reciban una "llamada" especial, lo que podría indicar que han
sido escogidos para una iniciación? y, en esta última hipótesis,
¿podrían éstos al menos estar en comunicación
regular con los 7 ascetas, de los cuales quizá fueran incluso en
cierto modo sus discípulos particulares…? Pero, si nadie se les
acerca nunca, ¿cómo podría saberse de qué se
trata justamente? – Ya ve que hay en ello muchas preguntas planteadas por
las cosas mismas que menciona; tal vez le fuera posible precisar al menos
algunos de estos puntos; de otro modo, habría que esperar la ocasión
de obtener nuevas informaciones, por ejemplo si hiciera en adelante otro
viaje, en el que, habiendo examinado ya todo esto, le fuera más
fácil naturalmente poner toda su atención sobre las cuestiones
esenciales o particularmente difíciles de resolver.
Paso a lo que concierne
a los monjes mismos y sus prácticas: "oración del corazón"
u "oración de la inteligencia", esa asimilación es en efecto
notable y por completo conforme a la enseñanza de todas las doctrinas
tradicionales sobre el corazón en tanto que representa la sede (si
así puede decirse) de la inteligencia supra-racional. La descripción
que usted da de esta oración, comprendido el ritmo respiratorio,
coincide exactamente con lo que se me ha dicho se halla también
en uso en ciertos monasterios rusos (si recuerdo bien, se la designa en
ellos por una expresión que debe significar algo así como
"oración verdadera" u "oración justa"). El "descenso de la
cabeza al corazón" es una cosa bastante característica, así
como el "calor del corazón"; parece que, en ciertos casos, se produce
un calor, incluso físico, que se exterioriza, y que algunos monjes
rusos hacían fundirse de esa manera la nieve a una cierta distancia
a su alrededor, cosa por completo semejante a los efectos obtenidos por
los ermitaños tibetanos… Evidentemente, debe tratarse, por lo menos
en su origen, de un procedimiento de despertar de la Shakti; y hay
también en ello una analogía con la "endogenia del Inmortal"
de las enseñanzas taoístas; pero esto ¿todavía
se comprende y utiliza así actualmente? En fin, las celdas de las
que habla recuerdan con bastante exactitud a la Khalwah que se usa
en ciertas organizaciones islámicas. – Esto es lo del aspecto favorable;
pero, de otro lado, si se admite que la fórmula puede pronunciarse
indiferentemente en no importa qué lengua y producir a pesar de
todo los mismos efectos, ello es totalmente contrario al principio mismo
de los mantras y parece reducirla al papel de una simple invocación
religiosa. Además, si el resultado obtenido fuera en verdad la posesión
de un estado iniciático, es muy evidente que, tal como usted dice,
sería adquirido de una vez por todas y no podría perderse
jamás. La posibilidad de perder ese resultado recuerda más
bien el caso de los estados místicos, que son siempre una cosa transitoria
y sujeta a desaparición; no obstante hay esta diferencia: que aquí
por lo menos hay un método que excluye la pasividad, lo cual con
seguridad es muy preferible, incluso admitiendo que no se trate más
que de obtener un resultado del mismo orden que no sobrepasa el dominio
religioso. El papel del Maestro, en este último caso, podría
reducirse a no ser más que una garantía contra los peligros
posibles; si por el contrario se trata de algo realmente iniciático,
debe haber ahí la transmisión de una influencia espiritual;
este es también un punto dudoso y que habría que esclarecer
más completamente; lo que ha podido observar al respecto no parece
desgraciadamente muy satisfactorio… – Otra cosa fastidiosa, es esa insistencia
con respecto a la humildad; si no se la considera más que como un
simple medio "purificatorio", consiento en que pueda tener su valor como
tal igual que muchas otras cosas, pero, sin embargo, no uniformemente para
todo el mundo, pues han de tenerse en cuenta las diferencias de naturaleza
de los individuos; en cualquier caso, aunque así fuera, no podría
tener un papel más que en los estados preliminares, y sería
inconcebible que pudiese influir sobre los resultados ya adquiridos. –
Es también singular que no se considere la cuestión de la
cualificación; pero ¿se admite a no importa quién
entre los monjes, o bien hay algunas condiciones, incluso físicas,
tal como existen para la ordenación? A propósito de esto,
me pregunto (aunque la cuestión no tenga más que un interés
muy secundario) si los monjes sacerdotes son numerosos o si no representan
más que una minoría en el conjunto. – En fin, está
esa historia del Diablo, que, si se toma realmente de una manera tan literal,
no es tampoco buena señal; desde el punto de vista iniciático,
es seguro que eso no puede tener ningún interés; y, si fuera
posible entenderla simbólicamente, aún sería exagerado
darle tal importancia… Sin duda puede admitirse que una iniciación
muy cerrada se disimule bajo una fraseología religiosa, pero con
todo debe haber siempre alguna cosa que señale la posibilidad de
hacer la transposición de un dominio al otro.
Como usted, no le doy
gran importancia a todo aquello que es simplemente de orden "fenoménico",
como el hecho de que se supiera que iba usted a llegar; eso puede ser,
según los casos, comunicación de pensamiento, hecho místico,
etc., y no prueba absolutamente nada por sí mismo; estoy totalmente
de acuerdo al respecto.
No sé quién
es el Sr. Eugene Mercier y nunca había oído hablar de su
libro. Es extraño, si esta historia de "ágapes subterráneos"
responde a alguna realidad, que no haya podido usted percibir alguna alusión
a ello.
No he tenido nunca
ocasión de hablar con otros monjes griegos que no fueran los del
Monte Sinaí; pero estos son completamente ignorantes de todo esoterismo.
Su misma biblioteca, donde algunos se imaginan que hay cosas muy misteriosas,
no contiene absolutamente nada de ese orden, sino solamente manuscritos
cuyo interés es más bien arqueológico. Es verdad que
hubo, en cierta época, un bibliotecario tan ignorante que destruía
los libros que encontraba en demasiado mal estado; ¿quién
sabe lo que ha podido desaparecer así?…
En resumen, mi impresión
es que si realmente hay aún ahí alguna cosa desde el punto
de vista propiamente iniciático (entiendo alguna cosa totalmente
consciente), es menos entre los monjes ordinarios que entre los ascetas
o solitarios donde hay que buscarla; pero entonces el problema es el de
tener acceso a ellos de una forma cualquiera, y no parece que ni siquiera
la entrada a los monasterios pueda facilitar mucho su solución (esto
bajo la reserva de los diversos puntos obscuros sobre los que he llamado
su atención). En estas condiciones, mi opinión es que ciertamente
no habría ventaja en tomar una decisión demasiado prematura
y que pudiera usted tener que lamentar; la cuestión exige a buen
seguro ser examinada más de cerca y tomándose todo el tiempo
requerido para ello; pero por otra parte, si ha de encontrar ahí
lo que busca, es muy probable que se presenten a continuación unas
circunstancias cuya naturaleza haga desaparecer toda duda y toda vacilación.
Excusándome
de nuevo por el retraso y la insuficiencia de mi respuesta, le ruego crea
en mis mejores sentimientos.
¿Ha oído
hablar alguna vez de una organización esotérica cristiana
que se llamaría "El Cedro de Oro" y que, según lo que me
han dicho, tendría su centro en el Líbano?
Cont.
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