RENE GUENON
CARTAS A VASILE LOVINESCU (3)
El
Cairo, 29 de septiembre de 1935.
Estimado señor,
Acabo de recibir su
carta del 20 de septiembre, y le agradezco las precisiones que me da. Comprendo
muy bien por otra parte que, en una estancia tan corta, no le fuera posible
verlo todo y darse cuenta exactamente de todo. Sea como fuere, si hay allí
un verdadero grupo iniciático, debe ser muy restringido, y parece
que el hecho de entrar en un monasterio no ofrece más que muy pocas
oportunidades de tener alguna vez acceso a él, sobre todo si el
número de sus miembros está rigurosamente determinado… Por
otra parte, el estado de espíritu de los monjes en general, con
esa importancia que se atribuye a los fenómenos, no parece que constituya
un medio muy favorable; eso puede justificar ciertamente unas precauciones
tales como la recomendación de la humildad; pero aún así
es sorprendente que no se reaccione de otra manera contra esa mentalidad,
haciéndoles comprender que los fenómenos no tienen ningún
valor en ellos mismos, cortando de raíz todos los asertos del tipo
de los que cita al respecto, pues es esa, si así puede decirse,
una simple cuestión de educación. Desde luego, podría
responderse que eso mismo sirve para disimular otra cosa; pero, si así
fuera, ello confirmaría de nuevo que se considera a los monjes ordinarios
como destinados a seguir siendo siempre unos profanos, incapaces de sobrepasar
este nivel inferior en el que los resultados que se obtienen son únicamente
de orden psíquico; y es muy evidente que no es eso lo que puede
interesarle… – En cuanto a la "oración del corazón", su doble
utilización tampoco es ciertamente algo imposible; las observaciones
que me hace parecen confirmar su carácter original de mantra; toda
la cuestión sería la de saber si algunos, por poco numerosos
que fueran, la utilizan todavía conscientemente como tal. Hay otros
ejemplos de prácticas cuyo origen es indiscutiblemente iniciático,
pero que han caído ahora enteramente en el dominio religioso y exotérico;
el caso del rosario es uno de los más claros. – A propósito
de lo anterior, es admisible que, en el Cristianismo, algunas fórmulas
en griego hayan tenido el valor de verdaderos mantras; en latín,
no me lo parece, porque el latín nunca ha tenido ninguno de los
caracteres de una lengua sagrada; en cuanto al griego, por el contrario,
el hecho mismo de que las letras tengan valores numéricos, como
en hebreo y árabe, podría ser la indicación de alguna
cosa en ese sentido. Pero lo que es completamente singular es que, en resumidas
cuentas, los Libros sagrados del Cristianismo no existen en su lengua original;
hay ahí algo que parece anormal y que no se encuentra en ninguna
otra forma tradicional, y esto es ciertamente un obstáculo para
el empleo de ciertos métodos iniciáticos… – Volviendo a la
"oración del corazón", veo que el papel del Maestro es con
todo más importante que lo que me había parecido según
su carta anterior; esto deja abierta en todo caso la posibilidad de una
verdadera transmisión espiritual. Por otra parte, el punto concerniente
a la purificación por los elementos, que usted me recuerda,
[…]
…encontrará
reproducida en el nº especial de Voile d'Isis dedicado al Compañerazgo;
ahora bien, he visto en otra ocasión un ícono semejante (salvo
que naturalmente las inscripciones estaban en griego) que se me ha dicho
provenía del Monte Athos, y del que se me ha asegurado que los monjes
se servían especialmente como de un soporte de meditación;
¿ha visto algo de este género? – Dicho todo esto, mi conclusión
anterior no ha cambiado, y es que en resumidas cuentas conviene esperar
a que las cosas se precisen por las mismas circunstancias, a menos que
de aquí a entonces se presente a usted alguna otra solución
preferible. Pareciera que una iniciación basada en las formas cristianas,
incluso en épocas en que muy ciertamente existía, haya sido
siempre algo mucho más disimulado y difícil de alcanzar que
las iniciaciones orientales; y todo lo que de hecho puede conocerse del
esoterismo occidental es siempre singularmente oscuro, sin duda porque
el medio era tal que se imponían mayores precauciones…
No pienso que se pueda
encontrar en el Cristianismo la idea de manifestaciones avatâricas
menores; quizá algunos hayan querido atribuirle un carácter
de esa clase a S. Francisco de Asís, pero se han salido de la ortodoxia.
– No hablo de las diferentes formas del gnosticismo, donde quizá
ello se encontrara (con respecto a Simón el Mago, Dositeo, etc.);
lo que de esto se conoce está tan incompleto y deformado que es
muy difícil decir algo sobre ello con certeza.
Las iniciaciones por
vías en cierto modo anormales, aun siendo siempre …
[…]
… no hace más
bien sino reforzar un lazo que puede seguidamente constituir un obstáculo
en el orden psíquico para ligarse a otra cosa. Es cierto, en efecto,
que la mezcla de elementos pertenecientes a formas tradicionales diferentes
puede provocar, sobre todo al comienzo, reacciones psíquicas desagradables
y a veces incluso peligrosas.
Con vistas a una iniciación
hindú o islámica, es evidente que un cierto conocimiento
del sánscrito o del árabe es necesario; no se trata de un
conocimiento especialmente "lingüístico" y gramatical, pues
no es eso lo que importa en el fondo, sino de un conocimiento que dé
la posibilidad de aprehender, primero porque la lengua propia de
una tradición es realmente una base de la cual la forma misma de
esa tradición es inseparable, y después porque, en todos
los países orientales, aquéllos que poseen verdaderos conocimientos
tradicionales ignoran generalmente las lenguas occidentales. – Debo decir
que una iniciación islámica es, de modo general, más
fácil de obtener que una iniciación hindú; incluso
no es imposible que ello se haga sin abandonar Europa…
Ya que habla de Aurobindo
Ghose, es necesario que le diga que hay, en su entorno, personas que no
me inspiran entera confianza; incluso es de temer que no hagan con su enseñanza
lo que otros han hecho con la de Râma-Krishna…
En cuanto a aquello
de lo que le he hablado con respecto a B. Y. R., se trata efectivamente
de una organización iniciática degenerada o desviada, sobre
todo por el predominio de un cierto lado "mágico", pero, en semejante
caso, es muy raro que elementos pertenecientes a la "contra-iniciación"
no aprovechen de ello para introducirse y ejercer su influencia (como por
otra parte también hacen a veces hasta en el caso de simples organizaciones
"pseudo-iniciáticas", que entonces son utilizadas para fines que
sus mismos dirigentes están bien lejos de sospechar).
Espero recibir muy
pronto, como me anuncia, la continuación de su artículo;
veo que en efecto sigue encontrando cosas verdaderamente interesantes al
respecto, y espero que le sea posible coordinarlo todo. Ciertamente este
tema es completamente desconocido para los lectores de Voile d'Isis;
así pues, la publicación de su trabajo (que, me dicen, podrá
quizá comenzar en el nº de diciembre) no tendrá sino
más interés.
No he recibido otras
noticias del Sr. Avramesco; me pregunto si el nuevo nº de Memra
habrá podido aparecer antes de fin de mes como él esperaba…
Me pregunto si después
de vuestro trabajo sobre las tradiciones rumanas, no le sería a
usted posible hacer algo sobre el simbolismo de los íconos, naturalmente
haciendo resaltar en particular su significado hermético; ¿querría
reflexionar sobre ello?
Crea, le ruego, estimado
señor, en mis mejores sentimientos.
El
Cairo, 14 de octubre de 1935.
Estimado señor,
Sus dos cartas me han
llegado al mismo tiempo, anteayer; gracias por la 2ª parte de su artículo,
que he revisado y enviado hoy a París, y también por su promesa
de un trabajo sobre la iconografía bizantina, que con seguridad
tampoco carecerá de interés. – Naturalmente he transmitido
las indicaciones referidas a los pasajes que se repiten; por otra parte,
no creo que haya de temer alguna supresión, pues no se retoca nunca
lo que yo he hecho. En cuanto a hacerlo aparecer todo en 2 nos sucesivos,
esa es otra cuestión; lo he pedido desde luego, pero no sé
si será posible, pues hay que tener en cuenta la limitación
del número de páginas impuesta por las condiciones económicas
actuales, y que a menudo causa bastantes dificultades en la composición
de los nos. Espero que comprenderá muy bien esta situación;
desgraciadamente, algunos colaboradores no parecen darse cuenta de ello
y se contrarían cuando sus artículos aparecen con algún
retraso; le aseguro que, aún aportando en ello toda la buena voluntad
posible, ¡no siempre es fácil dar satisfacción a cada
uno! Sea como fuere, según las últimas noticias que he recibido,
no hay que contar con que el comienzo de su estudio pueda aparecer en el
nº de noviembre, que ya está completo; y hasta creo que 2 o
3 artículos que esperaban desde hace ya algún tiempo habrán
de posponerse nuevamente, de manera que no sé exactamente cómo
se presentarán las cosas para el nº de diciembre. Le explico
todo esto para que vea que, si uno está obligado a pedirle que tenga
un poco de paciencia no es porque alguien ponga en ello mala voluntad,
tanto más cuanto que sé que se ha encontrado muy interesante
la 1ª parte de su estudio. – Hay, 2 páginas antes del final,
una nota que reenvía a un artículo mío sobre Pitágoras;
cosa singular, no he podido llegar a encontrar de qué se trata;
¿querría usted precisármela, de modo que se pueda
completar esa referencia? – En cuanto a sus conclusiones, me parece que
están presentadas con toda la prudencia requerida, ya que ha puesto
usted buen cuidado en señalar lo que tienen de hipotético;
voy a ver si, por mi parte, puedo escribir, como sugiere, algo que clarificara
un poco más la cuestión…
Le agradezco que haya
comunicado al Sr. Avramesco lo que podía interesarle de mis cartas;
no creo que él tenga interés en abandonar el Judaísmo,
pues por muy restringidas que estén actualmente en él las
posibilidades de iniciación, aún existen a pesar de todo,
mientras que, en el Cristianismo, me parece más que dudoso…
No conocía lo
que me dice con respecto al papel de los tres "jerarcas" en la tradición
ortodoxa; parece que esto indica que representan una "función" única,
y, sin duda, ello puede tener alguna relación, tal como usted dice,
con la idea de los Avatâras menores, sobre todo a causa de
esa afirmación de que, sin ellos, el Cristo habría debido
volver a la tierra, lo que parece darles un carácter realmente "supra-humano".
Es ciertamente en el
grupo del Sr. Schuon en el que pensaba al hablarle de la posibilidad de
obtener una iniciación islámica en la misma Europa; lo esencial,
para comenzar, es la ligazón por la cual se transmite la influencia
espiritual; el resto no viene sino a continuación… Por lo demás,
en lo que a usted atañe, hablaré del asunto al Sr. Schuon
en cuanto tenga ocasión; no puedo hacerlo en estos momentos, pues
debe cambiar de dirección y no sé aún adónde
habré de escribirle ahora; pero puede estar seguro de que no lo
olvidaré. – Me parece que esta posibilidad es en este momento la
única por ese lado, en un caso como el suyo, pues, de cualquier
otra manera, habría de comenzar usted por aprender el árabe
lo bastante como para poder comunicarse con gente que no conoce otra lengua.
Es más, en Africa del Norte (Marruecos, Argelia, y Túnez),
la cosa sería casi imposible actualmente, al ser las autoridades
francesas desconfiadas y quisquillosas en extremo. Aquí, no es lo
mismo, pero habría dificultades de otro tipo: dada la situación
económica, sólo se deja entrar a las personas que pueden
mostrar una cierta suma (no sé por otra parte cuánto), e,
incluso en este caso, solamente se concede el permiso de estancia por un
mes; en estas condiciones, y sobre todo para alguien que no sabe ya la
lengua, es evidente que este viaje no representa más que un gasto
inútil y no habría ningún resultado serio que esperar.
Ha hecho usted bien en plantear claramente esta cuestión, ya que
es de aquellas a las que se puede dar una respuesta totalmente precisa.
Todo lo que se dice
del décimo Avatâra o, lo que es igual, de la segunda
venida del Cristo (tanto en el Islam como en el cristianismo), lo presenta
como una manifestación sobrehumana; es verdad que puede uno preguntarse
hasta qué punto esto es simbólico; en cualquier caso, la
idea de un Avatâra occidental es lo que me parece más
inverosímil. En cuanto al Anticristo, se dice que ha de ser un hombre
(el Mahdi también); aquí, algunos afirman que ya ha nacido;
no sé qué es lo que hay que pensar de su origen judío,
que algunos incluso precisan diciendo que debe ser de una familia judía
de Teherán; su nombre talmúdico, Armilûs, parece
ser una deformación de Agrominiûs [o Agraminiûs],
es decir Ahrimán, lo que nos remite también a Persia… No
sé qué pensar de la fecha de 1940, y creo que no hay que
intentar precisar demasiado; todos los cálculos que pueden hacerse
sobre datos tradicionales o proféticos conducen más bien
hacia el fin del siglo XIX. Por mi parte, no hago ninguna predicción,
pero me sorprendería mucho que los próximos años fuesen
tranquilos; el conflicto siempre posible entre Francia y Alemania no me
parece por otra parte que represente en ello más que un simple punto
particular, al que no hay razón de atribuir más importancia
que al resto; vistos desde aquí, todos los pueblos europeos se parecen
mucho, y sus diferencias son muy secundarias…
La visión de
ese campesino es verdaderamente algo muy curioso; antes de leer el final
ya pensaba en los 7 ascetas; pero ¿por qué las alas? Como
ya ha debido usted ir allí según planeó, espero a
que me dé otros detalles para volver a hablarle de ello.
Crea, le ruego, en
mis mejores sentimientos.
El
Cairo, 9 de noviembre de 1935.
Estimado señor,
Acabo de recibir sus
dos cartas, que me han llegado al mismo tiempo. Gracias por las adiciones
a su artículo; será muy fácil de arreglar como usted
indica. Según las noticias que he recibido esta semana, es casi
seguro que su publicación comenzará en enero, y se procurará
hacerla en 2 nºs consecutivos, o quizá en 3 si es demasiado
largo para aparecer en dos veces, pues, como le he explicado, está
siempre la cuestión del nº de páginas que no se puede
sobrepasar.
No tengo aún
la nueva dirección del Sr. Schuon, pero, desde luego, no olvido
lo que le prometí. Es cierto que lo esencial es la transmisión
de la influencia espiritual, pues es ello lo que abre ciertas posibilidades;
por otra parte, si esto puede llevarse a cabo, se le darán naturalmente
indicaciones sobre lo que habrá de hacer a continuación.
Estoy muy contento
por lo que me dice de sus investigaciones sobre Dacia, y espero con mucho
interés el estudio que me anuncia; sin conocer aún lo que
ha encontrado en ese sentido, debo decir que la idea de que haya habido
allí una de las etapas del centro de la tradición hiperbórea,
en cierta época, no me parece nada improbable; quizá la dificultad
sea la de precisar el periodo al que eso puede corresponder…
He visto el símbolo
de la abeja sobre todo en las tradiciones egipcia y caldea, lo que no parecería
indicar un origen hiperbóreo; hay en él sobre todo un sentido
que se relaciona con la realeza (el término caldeo sâr
significa a la vez príncipe y abeja). Lo curioso, es que el mismo
símbolo parece haber sido tomado por los primeros reyes de Francia,
pues se han encontrado abejas de oro en sus tumbas, y algunos incluso quieren
ver en la figura de la abeja uno de los posibles orígenes de la
"flor de lis" (que probablemente reúne en ella varios símbolos
diferentes, pero que pueden disponerse sobre un mismo esquema, relacionado
con el número 6). Cosa singular, este símbolo de la abeja
fue retomado de nuevo mucho más tarde por Napoleón; pero
no sé cuáles pueden ser, históricamente, las razones
que le condujeron a ello; hay por otra parte, en lo que a él se
refiere, muchos puntos bastante enigmáticos… Ahora, puede que, en
cuanto a la abeja, todavía haya otra cosa distinta a todo esto:
hace algún tiempo me señalaron con respecto a este tema la
historia de Aristeo y las abejas en las Geórgicas de Virgilio;
seguramente hay ahí alguna cosa que merecería examinarse
más de cerca, pero debo confesar que, hasta ahora, no he tenido
ni tiempo ni ocasión para ello; tal vez le fuera a usted posible
mirar un poco por ese lado, pues me pregunto si eso no tendrá una
relación más directa con lo que tiene en vista…
En cuanto a manes,
en el caso que cita, no veo que pueda referirse especialmente a Manú;
parece más bien que hay algo ahí que únicamente puede
relacionarse con los significados generales de la raíz man.
En cuanto a las relaciones
entre el Cristo y Melquisedec, la manera en que las considera es totalmente
exacta; pero, de hecho, no pienso que las cosas puedan quedar tan claramente
separadas como dice. Observe, en primer lugar, que la Kábala establece
entre el Mesías y la Shekinah una relación tan estrecha
que a veces llega hasta la identificación; y lo que es también
importante al respecto, es que, en la misma tradición cristiana,
muchos símbolos se atribuyen a la vez al Cristo y a la Virgen (el
Sr. Charbonneau-Lassay me ha mostrado, en los documentos que ha reunido
para los trabajos que tiene en preparación, cosas totalmente características
sobre este punto). Por otra parte, usted sabe cuáles son también
las relaciones de la Shekinah con Metatrón, en el cual hay
además una pluralidad de aspectos; más aún, la tradición
islámica asimila a Metatrón con Er-Rûh, es decir
"el Espíritu" en el sentido "total" del término, y también,
de un modo más particular, de donde proceden todas las manifestaciones
proféticas; me propongo escribir un día algo sobre este tema,
aunque sea bastante difícil explicarlo con total claridad, debido
precisamente a esa multiplicidad de aspectos.
La sucesión
Ouranos-Kronos-Zeus se refiere evidentemente a diferentes aspectos divinos,
pero considerados sobre todo, parece ser, en su correspondencia con distintos
períodos cósmicos. – A propósito de esto es necesario
que le indique que el nombre griego de Saturno es en realidad Kronos,
y no Cronos (el tiempo), aunque los propios griegos hayan establecido
a veces una especie de asimilación fonética entre ambos;
pero las raíces son diferentes, y Kronos se refiere a la raíz
KRN que expresa las ideas de potencia y elevación (cf. el simbolismo
de los cuernos, de la corona, etc.; y recuerdo al respecto, sin que pueda
encontrar por el momento la indicación precisa, la historia de un
"altar de cuernos" elevado al Apolo hiperbóreo).
Lo que dice respecto
a Saturno y Jano me parece justo, tanto más cuanto que, en cierto
aspecto del simbolismo de Jano, los dos rostros están relacionados
con los poderes sacerdotal y real. Sin embargo, quizá hay una mayor
dificultad en lo que atañe a la analogía entre Saturno y
Cristo; pero puede que la diferencia provenga sobre todo del predominio
dado respectivamente a los dos simbolismos "polar" y "solar"; estas sustituciones
tienen por otra parte una importancia bastante grande al indicar una relación
con diferentes periodos. A este respecto, sin duda hay lugar de insistir
sobre la relación de Saturno con la "edad de oro" (que Virgilio
llama Saturnia regna); la apelación hindú de Satya-Yuga
ha de subrayarse también, al encontrarse la raíz Sat
en el nombre de Saturno. – Ciertamente habría todavía otra
cosa que aclarar: se trata de las afinidades entre la historia de Saturno
y la de Abraham (a quien la tradición islámica pone precisamente
en relación con el cielo de Saturno); hay particularmente en esto
cosas en verdad singulares relacionadas con el simbolismo de las piedras;
esta cuestión es también de aquellas que tengo intención
de tratar un día u otro…
No sé si estas
explicaciones le bastarán; si, después de conocerlas, tiene
aún necesidad de otras aclaraciones, se las daré con mucho
gusto si puedo. Es mejor ciertamente que se tome todo el tiempo necesario
para la preparación de este estudio ya que, de todas maneras, no
podrá publicarse naturalmente sino hasta después que haya
aparecido el otro.
– Buscando nuevamente
en mis notas, he hallado la indicación del nombre de Apolo Karneios,
que debe tener una relación con el altar de cuernos del que le hablaba
más arriba. – Veo también, a propósito de las abejas,
que anoté una similitud del toro de Aristeo con el toro primordial
de la tradición persa, de cuyo cuerpo salen todos los seres vivos.
Hay, por otra parte, un extraño parecido entre el nombre latino
de la abeja, apis, y el nombre del toro sagrado de los antiguos
egipcios…
– Paso ahora a su segunda
carta: me parece, según todo lo que me explica, que en verdad hay
algo serio en esas apariciones del pastor, pues es evidente que éste
no puede tener los conocimientos que harían falta para inventar
cosas semejantes.
Ahora, toda la cuestión
es saber cuál puede ser exactamente su significado; desde este punto
de vista, sin duda lo más importante es ese anuncio de una "bendición"
del país, y la manera en que usted lo interpreta es al menos muy
plausible. Esas exhortaciones casi que no pueden representar nada más
que una preparación con vistas a alguna otra cosa; será interesante
seguirlo a esto y ver si todavía hay alguna otra manifestación
que aporte nuevas precisiones…
En cuanto a las historias
del conde de Saint-Germain, son seguramente de un tipo muy distinto, y
confieso que, a pesar de todas las cosas más o menos extraordinarias
que ya he visto u oído al respecto, ¡esa identificación
con lord Rothermere era para mí completamente inesperada! Por lo
que se refiere a la reina Isabel, ya había oído hablar en
otra ocasión de sus relaciones con cosas singulares, aunque no he
conservado recuerdos muy precisos sobre ello; ya que esta historia data
de antes de la guerra, podría muy bien tener relación con
aquello a lo que aludí en el Teosofismo… En todo caso parece
que hay uno o varios personajes que juegan, en ciertas circunstancias,
el papel del conde de Saint-Germain; el asunto sería saber con qué
derecho y por cuenta de quién… En cuanto al verdadero conde de Saint-Germain,
nunca se ha podido estar seguro de sus orígenes; algunos han dicho
que pertenecía a la familia Rakoczy, pero esta no es más
que una hipótesis entre muchas otras; Chacornac, que estudia especialmente
la cuestión desde hace años e intenta reunir toda la documentación
posible acerca de ella, no ha conseguido aclararla. También hay
que decir que, según otra hipótesis, que explicaría
la coexistencia de datos contradictorios, ese nombre (que a fin de cuentas
significa simplemente "Compañero de la Fraternidad Santa") no habría
sido jamás otra cosa que una especie de "pseudónimo colectivo".
– Se da también en este momento una historia de supuestas manifestaciones
del conde de Saint-Germain en América, e incluso se ha publicado
un libro al respecto; pero parece que se trata de una simple mixtificación,
pues ha habido toda una serie de desmentidos a unas afirmaciones contenidas
en ese libro; recibí de quienes lo publicaron, hace algunos meses,
una extraña carta a la que me he guardado bien de responder…
Crea, le ruego, señor,
en mis mejores sentimientos.
El
Cairo, 11 de noviembre de 1935.
Estimado señor,
Recibo una carta de
Clavelle, a quien he transmitido el complemento de su trabajo, tal como
le había dicho, y le comunico a continuación lo que él
me escribe al respecto:
"La dificultad seria
reside en el número de fotografías; un cliché en cobre
y el papel cuché necesario para la tirada representan alrededor
de 100 fr., o sea, para 8 clichés 800 fr.; es imposible pedirle
esto a Chac., apenas si puedo esperar obtener 2, que, con el mapa y los
pequeños clichés de signos que hay que colocar en el texto,
representarán alrededor de 275 fr. de gasto suplementario. Sería
pues necesario que el Sr. Lovinescu escogiese entre las fotografías
las 2 que le parezcan más interesantes, a menos sin embargo que
quiera tomar a su cargo todos los gastos de los clichés, cosa que,
en mi opinión, sería la mejor solución. En ese caso
podría, para recuperarlos, publicar su edición en rústica
en 100 o 150 ejemplares los cuales vendería (en lugar de
recibir los 30 o 40 destinados únicamente para distribución);
estoy persuadido, dado el tema, que Chac. y una o dos librerías
más de París encontrarían bastante fácil el
darles salida."
También yo creo
que, si le es posible, es eso lo que valdría la pena, pues encuentro,
y Clav. también, que su trabajo es muy interesante y que sería
una lástima disminuirlo de un modo cualquiera. Me dice también
que le pedirá a Chac. que le de los precios para la tirada aparte;
sólo que puede que el tiempo necesario para entenderse sobre todo
esto obligue a remitir el comienzo de la publicación a febrero en
lugar de enero. En todo caso, para evitar complicaciones y retrasos de
correspondencia lo mejor sería que a partir de ahora escribiera
usted directamente a Clavelle; creo que ya tiene correspondencia con él,
pero le vuelvo a dar su dirección para mayor seguridad:
149, rue Nationale,
París (XIIIe)
Espero muy vivamente que
todo se arregle de la mejor manera, porque, repito, la cosa vale verdaderamente
la pena; y esta idea de una tirada aparte más importante me parece
excelente.
Reflexionando en lo
que me ha escrito con respecto al "Maestro de los Balcanes", me va pareciendo
cada vez más probable que el personaje que querían presentarme
en 1913 ya era sir B. Z. No sé ya si le he dicho que en aquella
circunstancia se trataba de la constitución de Albania como Estado
independiente, y de la posible intervención, al respecto, de algunas
organizaciones islámicas que existían en ese país.
Ahora, hay otra cosa que también es bien curiosa: la cita, a la
que finalmente el personaje no se presentó, era en la casa de uno
de los miembros de la organización oriental de la que le he hablado
con respecto a B. Y. R.; ¡y además éste (que entonces
no era conocido aún bajo ese nombre) se encontraba presente ese
día! Hasta creo incluso que esa es la única ocasión
en que me he encontrado con él, a menos no obstante que lo haya
encontrado una vez más por la misma época, pero no estoy
muy seguro, no teniendo entonces ninguna razón para dedicarle una
atención particular… ¿Que diría usted de toda esta
historia?
Crea, le ruego, en
mis mejores sentimientos.
Cont.
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