Se
divide habitualmente el estudio en cuatro partes:
1 conservación, 2 reminiscencia, 3 reconocimiento,
4 localización en el pasado.
Hablando de la asociación de ideas, hemos estudiado por medio de ella
una parte considerable de los casos de reminiscencia; nos queda pues por estudiar
el reconocimiento y la localización en el pasado y también, en
primer lugar, lo que se denomina el recuerdo espontáneo. Hay que entender
por recuerdo espontáneo un recuerdo que no se explica ni por asociación
ni por una sacudida súbita del sistema nervioso (golpe violento, fiebre,
delirio).
Se puede citar al menos un caso muy claro de recuerdo espontáneo: es aquél
en el que al cesar de obrar la causa de una sensación, la sensación
subsiste; suceda esto bajo el impulso de la voluntad o sin ese impulso, todavía
se cree tener la sensación aun cuando ésta ya no es en realidad
más que un recuerdo.
Por otra parte, cuando estamos muy preocupados por un acontecimiento, no sirve
explicar por medio de la asociación la reaparición frecuente del
pensamiento de ese acontecimiento. En fin, si consideramos por una parte que
nada puede desaparecer completamente de la conciencia, y por otra que no obstante
la conciencia está obligada a cambiar de estado en cada instante, hay
que inferir que la conciencia debe de tener espontáneamente una tendencia
a hacer revivir, cuando ello es posible, los hechos que han pasado a su través.
El estudio de la memoria espontánea termina de aclarar además el
estudio de la memoria por asociación: acabamos de ver en efecto en los
estados de conciencia, tomado cada uno por separado, una tendencia que explica
la posibilidad de su reaparición. Ahora, el enlace entre dos o varios
estados, del que hablábamos en el capítulo anterior, enlace que
es obrado por la conciencia, forma parte del contenido de ésta; él
mismo es un estado de conciencia como los demás y debe de tener la misma
tendencia a reaparecer tan pronto como las circunstancias lo permitan. Por consiguiente,
en todos los casos, es la permanencia de la conciencia y sus determinaciones
lo que explica la posibilidad del recuerdo e igualmente la tendencia a recordar,
es decir a regenerar los estados anteriores de la conciencia; el recuerdo intermitente
no es en suma más que el sustituto del recuerdo permanente y total, que
las condiciones fisiológicas hacen imposible.
Por lo que respecta a la parte que corresponde a la fisiología en la explicación
de estos fenómenos, solamente haremos observar que debe de haber también
aquí una repetición fisiológica espontánea, ya que
la materia viva tiene una tendencia a recuperar la marca* que tuvo una vez bajo
no importa qué influencia; en otras palabras, el hábito bajo forma
de repetición es una ley de la materia viva; así cuando la fatiga
ha pasado, es decir cuando la nutrición producida por la circulación
ha devuelto a los tejidos nerviosos su vigor, existe naturalmente en esos tejidos
una tendencia a reproducir los movimientos y en consecuencia a ocasionar los
mismos estados psíquicos correspondientes.
Lo que aún tendería a mostrarlo, es el hecho de que la buena nutrición
del cerebro, facilitada por una buena circulación, es una condición
importante de la memoria; pero, como lo hemos dicho en el capítulo anterior,
nunca hay que confundir las condiciones orgánicas de un hecho psíquico
con ese hecho mismo. Y por otra parte, si la memoria se explica en parte por
un hábito orgánico, las propiedades de la materia viva misma, en
lo que tienen de verdaderamente especial y de inexplicable mediante las leyes
de la física y la química, deben tener en el fondo un origen que
es ya psicológico.
El fenómeno del reconocimiento, que consiste en afirmar que un estado
de conciencia presente es como una imagen de otro estado de conciencia que se
ha tenido en el pasado, ya que una tal afirmación es necesaria para que
el estado presente sea reconocido como recuerdo, es decir como otro que el presente,
este fenómeno, decimos, es en realidad un juicio análogo con respecto
a la simple reminiscencia a lo que es la percepción con respecto a la
sensación.
No puede haber, propiamente hablando, conocimiento directo del pasado, hay
solamente conocimiento del presente acompañado de la idea del pasado, que se podría
llamar la idea de un presente otro que el presente actual, ya que es como presente
que ha sido conocido.
Esta idea del pasado responde psicológicamente a una dificultad que es ésta:
una imagen se nos presenta con una fuerza y una vivacidad mayor que la de las
imágenes que consideramos como siendo simplemente obra de nuestra imaginación,
y además, va acompañada de la idea de esa misma imagen aún
más fuerte; pero la fuerza de una imagen es precisamente el carácter
[gracias] al cual reconocemos en general que ella debe corresponder a una realidad
exterior. Nos vemos pues requeridos, para explicar este hecho, a declarar que
la imagen de que se trata ha correspondido a una realidad exterior en un presente
otro que el presente actual.
La idea del "yo" es ante todo, en un sentido al menos, obra del juicio
de reconocimiento, luego de la memoria, pero a continuación esa idea misma
acaba y precisa el juicio de reconocimiento, en el cual la idea de objeto exterior
real juega también un papel en la mayor parte de los casos.
El juicio de reconocimiento puede ser más o menos vago, pero cuando se
localiza con precisión en el pasado, ya se una aquí o no el razonamiento,
es siempre por medio de la asociación de ideas.
Nuestro recuerdo claramente consciente no es integral, debido a las condiciones
fisiológicas que determinan la fatiga y en consecuencia el olvido; para
remediar esta falta, tanto como ello nos es posible, asociamos los acontecimientos
de nuestro pasado a ciertos puntos de referencia, que son los acontecimientos
más importantes de nuestra existencia, y ordenamos esos puntos de referencia
asociándolos a la idea de ciertas fechas, contadas según el orden
natural de la serie de los números.
Habría que estudiar, para terminar, las enfermedades de la memoria y especialmente
los casos de amnesia y de hipermnesia; estas enfermedades, como todos los otros
fenómenos patológicos, deben explicarse sobre todo, si no exclusivamente,
por causas de orden fisiológico. Por otro lado, la mayoría de los
fenómenos llamados de alteración de la personalidad, que se interpretan
de muy diversas maneras, se explican de un modo bastante satisfactorio por las
alteraciones de la memoria. Hemos explicado, en última instancia, la memoria
mediante las propiedades de la conciencia, pero hay que añadir que la
conciencia no iría lejos sin memoria, en razón de esta ley del
cambio que es consecuencia inevitable de la fatiga.
Por otra parte, no hay que olvidar que la simple conciencia, que da lugar a
la memoria, debe ser diferenciada de la conciencia reflexiva y a la cual se
ha añadido
la idea del "yo", que le es posterior.
Esta última es la conciencia perfeccionada por la memoria, pero la memoria
ha sido engendrada primero por la conciencia.
Traducción:
Miguel Angel Aguirre |