SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis
 
 
  [RENE GUENON]
PSICOLOGIA

Capítulo XII
LA EXTENSION Y LA DURACION

Al estudiar anteriormente las sensaciones, hemos dejado de lado lo que concierne especialmente a la extensión y a la duración. Hemos negado por otra parte que éstas sean sensaciones: en todo caso ellas tienen un carácter de constancia que es único, que no se encuentra en ninguna de las otras sensaciones, y por este motivo merecen ser estudiadas aparte.

Por una parte, todo fenómeno juzgado interior o exterior está dado en el tiempo, luego inseparable de la idea de duración; por otra parte, solamente ciertos fenómenos, entre los fenómenos juzgados exteriores, están dados en el espacio, luego inseparables de la idea de extensión: son las sensaciones visuales y táctiles.

Los otros fenómenos sensibles están indirectamente referidos al espacio; en cuanto a los fenómenos juzgados interiores, o sea a los fenómenos psicológicos, no están en modo alguno referidos al espacio, ni directamente ni indirectamente.

Dejaremos aquí de lado la cuestión de la objetividad del espacio y del tiempo, que no es una cuestión de orden psicológico.

Vamos a examinar las diferentes objeciones que se hace a la teoría que contempla la extensión y la duración como sensaciones.

1 – Se observa que a la extensión y a la duración no se unen hechos emotivos como se unen a las otras sensaciones, sino únicamente reflexiones de orden puramente intelectual. Esto es sin duda verdad en cierta medida, aunque haya motivo para tener en cuenta al menos la existencia de ciertos sentimientos de orden estético, tales como los sentimientos de la proporción y del ritmo, que están evidentemente ligados respectivamente a la extensión y a la duración.

Puede, es cierto, que estos sentimientos sean producidos por ideas asociadas a la extensión y a la duración, más que por la duración y la extensión mismas, y que suceda lo mismo con diferentes sentimientos de cualquier otro orden, agorafobia, vértigo, aburrimiento (sentimientos en parte condicionados por el estado fisiológico); pero se puede admitir igualmente la existencia, al menos en el origen, de una idea que puede ser más o menos subconsciente, como intermediaria entre todas las sensaciones y los sentimientos que ellas provocan.

Por otra parte, hay que observar que las otras sensaciones están desigualmente ligadas a emociones, y que todas pueden sugerir reflexiones de orden intelectual.

2 – Se dice que la extensión y la duración, al ser los principios de las matemáticas, que son una ciencia de puras ideas, no pueden ser ellas mismas sino puras ideas. Habría primero que hacer una salvedad en lo que concierne a la duración, que no interviene más que en la mecánica y no en las matemáticas propiamente dichas.

En efecto, no nos es posible admitir la teoría de Kant, según la cual la consideración de la duración sería necesaria a la aritmética, so pretexto de que no podemos pensar todos los números al mismo tiempo. Esto es falso psicológicamente; esta teoría no reposa más que sobre una confusión, ya que la sucesión de los números debe ser concebida como una sucesión puramente lógica y no como una sucesión cronológica o temporal.

En cuanto a la extensión, se puede decir que es en tanto que idea que ella es el principio de la geometría, pero [...] toda ciencia intelectualiza las sensaciones que son más manifiestamente tales, las transforma en cierta manera en ideas, para teorizar sobre ellas desde un punto de vista cualquiera...

3 – En tercer lugar, se dice también que por una parte, la extensión se asemeja más a la duración que a las diversas cualidades sensibles, tales como los colores, los sonidos, y que por otra parte, la duración parece ser una idea pura, porque no vemos cuál es el sentido que nos la daría.

Los que hacen esta objeción olvidan ante todo, distinguir entre la idea de duración, tal como se la contempla en mecánica, y el punto de partida de tal idea en la experiencia inmediata. Lo que acabamos de decir sobre la extensión en tanto que ella es el principio de la geometría, puede aplicarse igualmente aquí. Después, la duración no es ciertamente un sentimiento y no se puede decir tampoco que sea una noción; ella es, bien percibida, como una cualidad del mismo género que las cualidades sensibles.

La extensión es dada por dos sentidos: la vista y el tacto. Se puede también admitir que la duración sea dada por todos los sentidos, si no obstante es cierto que no está ligada más particularmente a un sentido determinado, cuestión que no podemos examinar aquí.

No subsiste más que una dificultad: si la duración es dada por uno o varios sentidos, parece que no debería ser dada con los hechos mentales del orden más elevado, el menos sensitivo. Pero aun cuando estos hechos fueran en sí mismos verdaderamente independientes de la duración, no puede ser lo mismo de sus concomitantes fisiológicos, y basta que se acompañen de movimientos cerebrales, como es verosímil, para que no parezcan independientes de la duración.

Para poder ir más lejos haría falta preguntarse si existen cosas que no están sometidas a la duración o, también, que están sometidas a otros modos de duración que la duración temporal que nos es dada por la experiencia ordinaria, y que es la única de la que tenemos que ocuparnos aquí.

Todas estas cuestiones se salen por completo del dominio de la psicología clásica.

4 – En cuarto lugar, se observa que el espacio y el tiempo son construcciones: no examinaremos esta cuestión a fondo por el momento, pero si esto fuera verdad, ello probaría simplemente que hay motivo para distinguir entre el espacio y el tiempo, considerados como construcciones, y la extensión y la duración, que serían entonces los elementos de estas construcciones, las bases a partir de las cuales ellos son elaborados; y nada se opone evidentemente a que estas bases sean cualidades sensibles.

5 – Se observa, con Kant, que el espacio y el tiempo son las condiciones de toda experiencia y que por consiguiente no pueden ser dados en la experiencia, lo que viene a decir que no son sensaciones.

Pero Kant se equivoca al decir que el espacio y el tiempo, o la extensión y la duración, son condiciones necesarias de todas las experiencias posibles, y por otra parte, cual sea el papel atribuido a la extensión y a la duración, es necesario, para que estén unidos a nuestras sensaciones tan íntimamente como lo están, que sean ellos mismos sentidos de alguna manera. No vemos lo que podría ser por ejemplo el color sin la extensión, ni lo que sería una sensación cualquiera sin la duración; y si se dice que no percibimos nunca la extensión y la duración solas, se puede responder a esto que tampoco percibimos el color solo y que no obstante nadie piensa que esto implique que el color no es una sensación.

6 – Se dice finalmente que si la tercera dimensión de la extensión está construida (y lo está, al menos en el sentido de que constituye una percepción adquirida) puede suceder lo mismo con las otras. Esto no es lo mismo, ya que hemos visto que cuando se posee ya la extensión de dos dimensiones, se tiene todo lo necesario para construir la tercera dimensión (lo cual no quiere decir por otra parte que no corresponda a ésta algo tan real y tan objetivo como a las otras dos, pero no tenemos en modo alguno que contemplar la cuestión desde este punto de vista), pero en cuanto a construir la extensión de dos dimensiones o construir la duración, no vemos cómo sería posible, como no vemos tampoco como sería posible construir el color, el sonido o cualquier otra cualidad sensible.

En todas estas objeciones no hay nada que pruebe verdaderamente que la extensión y la duración no son sensaciones; podemos por otra parte admitir que son sensaciones que tienen un carácter más intelectual que las otras, e incluso, si se quiere, entender por ello que hay en ellas algo que es a priori. Esto no impide que sean sensaciones, ya que decir sensación no es esencialmente decir algo completamente empírico, completamente a posteriori; todas las sensaciones son traducciones de la realidad exterior, traducciones en las cuales la mente tiene evidentemente una parte: así pues, en cierto sentido, son todas a priori, o sea que todas implican elementos independientes de la experiencia. Además, si no nos situamos desde el punto de vista de la sensación, sino que nos situamos desde el de la percepción, es evidente que entra aquí tantos elementos propiamente intelectuales, cuando se trata de la extensión y de la duración, que en lo que concierne a las otras cualidades sensibles. Lo que hemos dicho se aplica a toda percepción.

Completaremos con una indicación sumaria de algunas teorías diferentes de las expuestas.

1 – La teoría llamada intelectualista saca la idea o la sensación de la extensión y la de la duración de la percepción de un orden de coexistencia y de un orden de sucesión. Si se habla de ideas, esto es contrario a la teoría que hemos admitido, si se habla de sensaciones, es poco lógico hacer que la sensación proceda de una percepción, a menos de entender esta última palabra en un sentido diferente de aquel en el que la hemos tomado.

En realidad, la tesis de que hablamos no es más que una transposición errónea de la teoría de Leibniz, según la cual el espacio en sí mismo es el orden de las coexistencias, y el tiempo es el orden de las sucesiones; pero, como esta teoría restablecida en su verdadero sentido no es de orden psicológico, no vendría al caso discutirla aquí.

2 – En cuanto a la teoría de Kant, hemos indicado ya la tesis esencial, a saber que el espacio y el tiempo son las condiciones necesarias de toda experiencia: ellos son lo que Kant llama las formas a priori de la sensibilidad, entendiendo por sensibilidad la facultad de sentir.

Pero para desarrollar las razones por las que no podemos admitir esta concepción, necesitaríamos también salir del punto de vista psicológico.

No tenemos que buscar aquí lo que son la extensión y el tiempo.

3 – Entre las teorías empiristas la más importante es la de Bain y de Stuart Mill: según estos filósofos el tiempo o la duración vienen dados con las sensaciones musculares y cuando se junta aquí el movimiento, la extensión es imaginada. Los autores de esta teoría olvidan que los elementos de los que parten deben ya ser contemplados o sentidos como espaciales para poder ser juzgados diferentes de los simplemente temporales; además, si las sensaciones musculares son dadas como temporales, las otras lo son también.

Finalmente, cuando estos filósofos hablan del espacio, contemplándolo como sinónimo de un tiempo reversible, introducen una idea que está muy poco clara: o la expresión "un tiempo reversible" no significa nada, o la idea que expresa es idéntica a la de lo yuxtapuesto o de lo simultáneo que se trata de explicar.

Nuestra conclusión será la siguiente: o la extensión y la duración son sensaciones, ya que ninguna de las objeciones que se han hecho a esta tesis es verdaderamente convincente, o al menos son dadas inmediatamente con las sensaciones.

En todo caso ellas son percibidas por las facultades sensibles.

No nos es posible por el momento ir más lejos y resolver la alternativa que acabamos de enunciar, ya que no podemos hacerlo sin abordar la cuestión del espacio y del tiempo fuera de la psicología.  

Traducción: Miguel Angel Aguirre
 
Capítulo XIII
LA ASOCIACION DE IDEAS Y DE IMAGENES
 
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