EN TORNO A UNA POLEMICA


Respuesta a tres miembros del Consejo Editorial de S
YMBOLOS

¡Vaya bravata de tres señores del Consejo Editorial de SYMBOLOS!  Es decir, los señores FA, MV y MG, cuyos nombres desconozco porque de esta laya firman las notas críticas1 a mi artículo “La Gran Tríada, la Trinidad y la Trīmurti2, alumbrado en la mencionada web, en el solsticio de invierno del hemisferio norte.

Lo que me propusieron estos señores es entablar una polémica, y a juzgar por el tono de sus “Notas” a mi artículo, lo que pretenden es que me justifique por lo que he escrito, y no estoy dispuesto a favorecer a tres señores que aspiran a demostrar quién ha leído más y quién ha entendido mejor lo que haya leído.

Esto no es el inicio de una polémica sino agredir a un colaborador de la revista virtual a la que estoy vinculado desde aproximadamente cuatro años. No obstante, me ocuparé de algunas cuestiones planteadas por mis oponentes sin otro propósito que el de ser cortés con quienes han tenido la deferencia de leerme, aunque ello les haya causado tanto desasosiego, al punto de dispensarme agraviantes epítetos que no deseo recordar aquí.

Hasta donde yo conozco, nunca un Consejo Editorial de una revista en papel o virtual, ha puesto en duda la aptitud intelectual de uno de sus colaboradores, pues la opción es siempre la misma: la coletilla de que la Dirección no asume el contenido de los artículos de sus colaboradores, o en otro caso, rechazar el artículo con o sin explicaciones a su autor. Esta vez, al autor se lo ha criticado con dureza antes de la publicación de su artículo, algo insólito, aunque debo reconocer que se ha puesto a mi disposición el contenido de dichas críticas antes de ser publicadas, lo que me sirve para responder a ellas, y lo haré luego que el artículo con sus notas críticas estén editados. Me parece sorprendente el procedimiento, pero no obstante, les hice saber que si deseaban hacerlo, que lo hicieran, por lo cual en este aspecto no tengo reproche.

Como respuesta me limitaré a formular ciertas reclamaciones.

Al señor “FA”, que cuando se refiere al “sentido más primordial” referente a los hábitos y creencias de los pueblos primitivos en relación a las variaciones que experimentó el sentido direccional del yin y el yang, debiera haber aclarado si está indicando que lo primordial se refiere a un orden lógico o cronológico. Y puesto que no desarrollo un tema de sociología antropológica, yo me quedo con lo primordial de orden lógico.

¡Ah!, y a propósito de su expresión “lo más primordial”. Es un absurdo intelectual porque nada hay más allá de lo primordial; no hay algo que sea simplemente primordial y otro algo que sea más primordial. Perdone que lo corrija, señor “FA”. Se trata de un pleonasmo gramatical pero, de un punto de vista metafísico, es algo más grave ya que sería tanto como decir “lo más infinito”, y en frase popular: “lo más mejor”.

Dice que interpreta bien el pensamiento que formulo, aunque aspira a que sea puesto con mayor claridad. Trato de ser lo más claro y explícito que me es posible. Hay quienes me entienden perfectamente cuando leen lo que escribo, y también los hay quienes reclaman mayor claridad. Es algo que no depende del autor sino del lector.

Afirma que Según la Tradición el noveno Avatara no fue Buddha sino Cristo. Me gustaría que hubiera aclarado a qué Tradición se refiere el señor “FA”, y estamos otra vez en la confusión que provocan sus palabras, porque otra vez escamotea hacernos saber si está pensando en un orden lógico o cronológico. Si  la inclusión de Cristo entre los avataras de Vishnú se refiere a un orden cronológico, no puede formular semejante aseveración si, como sabemos, Buda precedió a Cristo al menos en 500 años, por lo cual, ha “descendido” antes que Jesús. La Tradición en este caso, fracasaría por inexactitud histórica. Si, por el contrario, se refiere a un orden lógico, la cuestión pasa a ser bastante discutible, pues depende de la preeminencia que cada versión teológica quiera otorgar a su “enviado”. Pregúntele, por ejemplo, a un musulmán, cuál de los “enviados” proclama la verdadera fe, y en qué lugar sitúa el avatar del Profeta Mahoma. Por lo demás, es una incrustación extraña la que hace de Jesús en lo que es la Tradición hindú, fuente de posteriores culturas. No sé si lo hace porque así lo cree, o simplemente por fastidiarme.

Al igual que sus compañeros de ruta, se empeña en darme clases de hinduismo e insisten en negar toda relación posible entre lo que llaman metafísica hindú y el fenómeno religioso, y lo hacen porque siguen al pie de la letra lo que han formulado algunos autores, yo diría que en especial, uno, sin advertir que todas las religiones hindúes han bebido de la fuente de los textos tradicionales, porque en realidad son los intérpretes los que separan cuidadosamente lo metafísico de lo teológico en el hinduismo, ya que ambas dimensiones se encuentran tradicionalmente mezcladas. ¿Es que no vamos a tener presente los antiguos libros sagrados del hinduismo: Rig Veda, Sama Veda, Yagur Veda y Atharva Veda?  ¿Acaso vamos a renunciar a tener en cuenta el contenido cosmogónico de los Puranas, donde se mezcla la cosmogonía metafísica con la tradición religiosa del Dios Shiva o del Dios Vishnú? La cosmogonía de Brihadāranyaka Upanishad ¿es metafísica o teología? Por ello, las lecciones de hinduismo tanto del señor “FA” como las de sus compañeros, por el momento las dejo en remojo.

En cuanto al pensamiento del señor René Guénon, diré que me incluyo en la lista de los que lo consideran como uno de los más ilustres intelectuales del siglo XX, sin duda alguna, sin que esa opinión me conduzca irremediablemente de la admiración a la devoción. No creo que haya habido o pueda haber algún hombre merecedor de devoción. Algunos pocos dignos de admiración permanente, desde luego que sí.

Y en cuanto al señor Federico González que según me dicen ya no se ocupa de las actualizaciones, no sé lo que hubiera hecho en esta ocasión, pues con estas críticas de sus colaboradores, muy lejos queda del elogioso comentario que por vía de don José Manuel Río me distinguió con ocasión de un artículo que publiqué en “ATRIVM - Hacia la esencia del cristianismo”, del anillo de SYMBOLOS, en el que el señor Río expresa textualmente: He hablado con nuestro director, Federico González, quien ha leído su escrito “La Inmaculada Concepción” y me pide que le exprese sus mayores felicitaciones por su artículo y especialmente por su punto de vista. Atrium es una página que está en construcción, y este texto, seguido del “Icono de la Natividad”, será el que inaugure su nueva sección; también irá un artículo de una señora de la UNAM. Este e-mail, que supongo estará archivado en SYMBOLOS, es de fecha 10 de noviembre de 2005; de no ser así, puedo enviarles una copia en el supuesto de que se les haya extraviado. Recordado esto, me pregunto con vivo interés si podré conocer la respuesta, respecto de si esta intervención de los tres Consejeros obedece a una decisión personal o están cumpliendo órdenes del mentor y creador de SYMBOLOS, o de alguna otra persona o institución pública o privada.

Lo que me resulta incomprensible es que los señores “FA, MV y MG” me sometan a un tercer grado atribuyéndome desconocimiento de la metafísica hindú cuando, en la actualización anterior de SYMBOLOS que se llevó a cabo en el solsticio de verano de 2008 (hace seis meses), se ha publicado en la web de la que asumen la condición de Consejo Editorial, un extenso estudio de metafísica hindú que titulé “Elementos de la Creación” y firmé con el pseudónimo Narciso Lué, que utilizo a veces. Y tan extenso es el estudio, que por su volumen fue necesario separarlo en cuatro partes para que cupiera en dicha actualización, gesto que por cierto, agradezco a SYMBOLOS. A pocos meses de ello, a juicio de mis críticos ocasionales he perdido la noción de lo que es metafísica y lo que es teología, ¡y qué decir del hinduísmo!

Los tres, creo, se complacen en afirmar una y otra vez que algunos párrafos, si se salvan de la calificación de erróneos o absurdos, son al menos, confusos. Y así, el señor “MV” sostiene que sí se puede ser más claro distinguiendo lo cosmogónico de lo metafísico, aunque lo metafísico lo incluya todo. Reclamo al señor “MV” claridad en su exposición. ¿Acaso quiere decir que la cosmogonía en tanto que conocimiento de la Creación está incluida en la metafísica como conocimiento menor o dependiente, al mismo rango que otras disciplinas también contenidas en la metafísica? ¿Qué quiere decir con tal afirmación? ¿Qué entiende por metafísica este señor? ¿Una conjunción de cuatro materias o clases de conocimiento como lo explica Andrónico de Rodas ordenando los libros de Aristóteles? ¿La metafísica es en realidad una ciencia o el nombre de un conjunto de ciencias o disciplinas autónomas?  Que la metafísica lo incluye todo, dice el señor “MV”.  ¿Todo qué? ¿Incluye la lógica, la física y la teología? Porque de esto nada dice. ¿La cosmogonía es metafísica o teología? ¿De qué manera puede ser y de hecho es una cosa o la otra? Y las Puranas del hinduismo, ¿qué son, teología, religión o metafísica? Me da que el señor “MV” en esta ocasión está muy confuso, o siquiera, poco claro; mucho menos de lo que a este respecto, de mí supone.

En cuanto a las alegorías que tanto sorprende a este señor “MV”, le reclamo que trate de descifrar el significado de las palabras y se verá gratamente sorprendido. La alegoría es la representación simbólica de ideas abstractas por medio de figuras, es lo que dice el Diccionario de nuestra lengua. Tal definición es del todo aceptable con sólo excluir la palabra abstracta, para evitar tentaciones de desvíos en la interpretación. Los conocimientos tras-humanos (expresión guenoniana, lo reconozco), carecen de un lenguaje adaptado a sus necesidades, precisamente por la imposibilidad de contar con conceptos, ¿verdad, señor “MV”? Porque Aristóteles aseguró hace tiempo ya, que el hombre piensa mediante imágenes, de donde resulta que no es un despropósito que los conocimientos tras-humanos como los teológicos, que lo son, se sirvan de auxiliares como el símbolo, el símil, la alegoría, la analogía y hasta el ejemplo, al que acudían a menudo los griegos. ¿De qué se alarma o se sorprende este señor porque yo haya dicho que la concepción cósmica extremo oriental es una alegoría?  ¿Es acaso una realidad tangible como los principios de la mineralogía o la física? Un colaborador de SYMBOLOS, ha recordado en uno de sus artículos que Borges afirmó que la Cábala es “una suerte de metáfora del pensamiento”, y a toda la familia de SYMBOLOS les pareció un acierto. Y una metáfora, si se me permite la expresión, es un pétalo de la alegoría, ¿no?

Recuerde señor “MV”, que la línea divisoria de una concepción “metafísica” en el sentido de ontología y otra de carácter teológico, es muy tenue ya que, como quiera que sea visto, ambos conocimientos tienen el mismo carácter tras-humano y por esta vez, dirigidos ambos hacia el conocimiento del Principio, sea como Dios (teología), sea como el Absoluto (metafísica), aunque esto debiera saberlo el señor “MV” dada la extensión y profundidad de su conocimiento de la doctrina hinduista que quiere demostrar en cada frase. Lo que le ocurre, creo yo, tanto a él como a sus compañeros, es que tienen tal apego a los textos del señor Guénon, que no se atreven a dar un paso más allá de lo que marcan las palabras del pensador francés. Y esto no es una crítica, sino una evidencia que por lo demás, nada tiene de peyorativo.

En su confuso afán de mezclar concepciones mal explicadas, el señor “MV” moviliza a la primera tríada del Árbol de la Vida, aplicándola a la primera etapa del desarrollo del Universo. Expresa el señor “MV” refiriéndose a mí,  por lo que parece desconocer, o ignora, la presencia del símbolo de la tríada (tanto la principial del mundo de Atsiluth conformada por Kether, Hokhmah y Binah, como las dos inversas del mundo de Beriyah y Yetsirah) en el modelo cabalístico del Arbol de la Vida. Ignoro la razón por la que este señor vincula la primera tríada de la Cábala con la primera etapa de las cuatro que explican el desarrollo del Universo; tal vez obedezca a algún párrafo extraviado del Talmud que, como es sabido, contiene interpretaciones contradictorias de los rabinos empeñados en profundizar en el estudio de la Torá, algo que viene ocurriendo desde varios siglos antes de nuestra era. En todo caso, interpretándolo de ese modo, le faltará una tríada para cubrir las cuatro etapas, o le sobrará una de las etapas que se quedará sin tríada.

Inexplicablemente el señor “MV” define como dos etapas “inversas” a Beriá y Yetsirá, cuando en realidad nada tienen de inverso: la primera concierne al mundo de la Emanación, y la segunda al de la Formación. Pero estas llamadas por algunos expertos “cuatro etapas o mundos”, no desarrollan el Universo de modo sucesivo, sino simultáneo, es decir, algo semejante a la explicación de los seis días ocupados por Elohim en crear el Universo según Bereshit. Finalmente, me incomoda el tener que recordarle que los sefirots de la Cabala no son otra cosa que manifestaciones formales de la divinidad, en tanto que partes indivisibles de Dios. Creo que este señor debiera poner en claro si sigue los dictados de la tradición farisea que amplía a veces y en otras ocasiones disminuye la intensidad moral de la Torá, y de las normas básicas del judaísmo, porque es evidente que no se apoya en los principios rígidos de la tradición saducea. Si el señor “MV” lo hubiera explicado a tiempo, podríamos intuir, siquiera, sus recreaciones del fariseísmo más extremo, en el sentido cabal del vocablo, que nada tiene de despreciable, pese a haberlo vituperado la jerarquía católica, escamoteando la verdad de que Jesús fue uno de ellos.

Volviendo a las cuatro etapas de desarrollo del Universo, son el resultado de los intérpretes de la Cábala, que para nada destruyen el principio de Unicidad del Innombrable, por lo cual cabe que el señor “MV” se pregunte si tiene algo que ver la existencia innegable de tríadas que están presentes con distintas cualidades y finalidad en todas las civilizaciones y teologías, incluso en principios metafísicos, con la verdad de que las principales teologías monoteístas no admiten más divinidad que lo Único, sin perjuicio de las desinencias que se quieran apuntar a la Unicidad mediante aderezos metafísicos de los intérpretes, que no serán nada más que eso. Todo lo que excede de la concepción “metafísica” de la Unicidad, se inscribe en las interpretaciones teológicas que desarrollan el conocimiento esotérico de los textos sagrados.

Al señor “MG” le reclamo que no quiera tener en cuenta que los dioses pueden ser examinados intelectualmente de un punto de vista estrictamente ontológico o de un punto de vista teológico, y en este último caso, no se puede excluir sin más a las religiones, pues uno de sus componentes son los dogmas, cuyo estudio o explicaciones esotéricas corresponde a la teología y no a las homilías dominicales. Piénsese que la ontología en tanto que ciencia del ser, puede abarcar sin reservas el estudio del ser relativo y el Ser absoluto. Para dilucidar estas cuestiones es menester poner en claro de una vez ciertas ideas acerca del significado y contenido exacto de lo que es metafísica, teología, ontología, filosofía incluso, y demás vocablos que perturban el entendimiento entre los hombres. Quiero recordar, a propósito de esto, que el señor Guénon identifica el espíritu como el componente no mortal del ser humano, aquel donde reside el ātma. No obstante, según afirman quienes estuvieron con él en los últimos instante de su tránsito por la vida, antes de expirar dijo “el alma se va”, y no dijo: “el espíritu se va”. Espero que el recuerdo de este episodio no sea considerado por mis ocasionales críticos como una blasfemia intelectual contra el señor Guénon.

Se advierte entre los seguidores de Guénon, y el señor “MG” lo es, un reproche constante a las religiones a causa de que el pensador francés dejó decretado que el fenómeno religioso es claramente psicológico por ser emotivo e irreflexivo y por ende, de categoría inferior al conocimiento “metafísico”. Yo creo que las cosas no hay que llevarlas a tal extremo como lo hizo el propio Guénon al negarle al místico cristiano la posibilidad de fundirse con Dios por la vía del éxtasis porque se trata, según él, de un fenómeno psíquico, mientras que sólo concedía esa posibilidad al yoghi sumido en la contemplación. Todo esto, sin pruebas debidamente acreditadas, a no ser que la aguda presencia intelectual del señor Guénon fuera capaz de penetrar en el alma del místico para comprobarlo y formular el reproche psíquico. Por supuesto, ningún guenonista se atrevería a considerar siquiera la posibilidad de examinar sin pasión y con serenidad esta cuestión, nada baladí.

Afirmar que las tríadas de la Cábala por tener cualidad divina pueden ser veneradas como si se tratara de Dios mismo y que por lo tanto nada tiene de blasfemo tal comportamiento, es una temeridad del señor “MG”, porque debiera usted tener en cuenta que los propios cabalistas han debido corregir sus primeras interpretaciones para evitar que las esferas del Árbol de la Vida terminaran convertidas en otros tantos rostros del Innombrable y no lo que de ellas se debe entender; esto es, que todos los sefirots no son más que uno solo que constituye el lazo que une el Infinito, la Voluntad del Creador y la bondad de los hombres. Así, pues, no existe una posible veneración a título de dioses de los sefirots, porque no hay más que uno en los términos que acabamos de explicar parafraseando a los expertos hebreos. Si esta reducción de nueve a uno, excluyendo a Kéter por ser parte de la concepción del Infinito o En-Sof, es aceptable, quién podría negar que estamos en presencia de una alegoría. Sólo una alegoría y no una verdad trascendente es capaz de tolerar una modificación del número al concepto, y del primer significado al verdadero. Y algo más, señor “MG”: El hecho de que Allah tenga 99 nombres no significa que haya 99 dioses distintos a Allah que destruyan su unicidad, de modo que no sé a qué viene lo de los 99 nombres. Impedir la veneración divina a cada tríada o a cada sefira, es una obligación de todo judío ortodoxo, pues de otro modo el Innombrable no sólo recibiría diez nombres, uno por el de cada esfera, sino que sería identificado con diez rostros, lo que es una herejía para el judaísmo, se mire como se quiera.

No debiera afirmar, señor “MG”, cosas como que Un dogma religioso es muy distinto de una doctrina tradicional. Ésta es incuestionablemente cierta por ser una verdad revelada, mientras que aquél puede ser una mera convención exotérica, porque la mayoría de los dogmas sagrados provienen de revelaciones, ¿o no lo son las del Evangelio reveladas por el propio Dios, o las de Torá reveladas a Moisés por Elohim, o el Corán, revelado a Mahoma por el Arcángel Jibril?  Bien en cierto que los teólogos del Vaticano añaden dogmas que por ello mismo no tienen como base una revelación, pero hay que admitir que en cuanto a que la doctrina tradicional tiene el carácter de revelación en el sentido estricto de la palabra, tampoco es del todo cierto porque en la mayoría de los casos no lo es, como que lo tradicional es fruto de repetidos hábitos y sostenidas creencias a través del tiempo, cualquiera sea su fuente y por muy tradicional que se pretenda, a lo que debe añadirse, que pocas veces se alimenta con alguna revelación.

¿Cómo podría accederse a la metafísica si no es a través de la ontología?, se pregunta el señor “MG”, sin aclarar a cuál ontología se refiere, ¿a la que conoce por el método gnoseológico dualista, o el advaita, o la reminiscencia? Por lo demás, señor “MG”, su pregunta es confusa por no decir que inviable de todo punto de vista académico. ¿No será al revés? ¿Acaso no es a través de la metafísica que se accede a la gnoseología, a la epistemología, a la ontología y a la teología? Me da la impresión que usted al menos en esta ocasión utiliza las palabras en sentido vulgar, sin la necesaria pulcritud que exige todo trabajo intelectual y, a propósito, algo que concierne a los tres, y lo hago para corresponderles en su afán de dictar cátedra: les ruego que la próxima vez utilicen los acentos ortográficos en las palabras que lo llevan, incluso en las mayúsculas; queda más elegante.

CONCLUSIONES

Sólo tres:

  1. La Sabiduría no es producto cultural sino que proviene del Creador. El hombre con su relatividad ha logrado diseminarla en civilizaciones y religiones diversas y desde entonces procura conocerla con distintas gnoseologías tras-humanas. En esta tarea, advierto en mis ocasionales críticos una suerte de consigna disgregadora; la mía lleva un propósito unificador, dentro de lo que mis posibilidades son capaces de aportar en este empeño.

  2. Me resulta penoso y decepcionante el entusiasmo por crear polémicas en cuestiones que como todas las que admiten opiniones, tienen carácter relativo, salvo para quienes suponen y por ello afirman que son los únicos poseedores de la verdad. A mi entender, lo fructífero es darnos a conocer con la humildad de los primeros rosacruces, alejados de las sectas, las logias, las asociaciones y libres de normas comunes, reglamentos y prohibiciones, y como ellos, sin otro contacto que trasmitir nuestros pensamientos a nuestros iguales, que pueden aceptarlos o rechazarlos. Ya se ocuparán los “sabios” subvencionados, filósofos creadores de Best Sellers y divos de la televisión y la prensa escrita, en crucificar nuestros trabajos silenciosos. No se debiera colaborar con ellos en este propósito.

  3. Trato de encontrar una explicación y me es imposible. Ronda en mi cabeza una pregunta que carece de respuesta, por el momento. Tal vez algún día lo sepa. La pregunta es: ¿Por qué es el propio Consejo Editorial de una web en la que llevo escribiendo casi cuatro años, quien ataca mi trabajo con tanta virulencia?  Carlos Vázquez Iruzubieta (Narciso Lué)


*
*    *


Contestación al Sr. Vázquez Iruzubieta

Sr. Vázquez:

El texto con que usted responde a las notas de réplica del Consejo Editorial de SYMBOLOS abunda en cuestiones de índole diversa en las que no vamos a entrar de manera pormenorizada. Nos ceñiremos a algunos aspectos nucleares de su escrito y a sus conclusiones, pues de alguna manera lo sintetizan.

Constatamos, por lo que usted dice y el tono que emplea, que considera la réplica del Consejo Editorial como un ataque de tipo personal/ individual. El propósito de las notas de réplica es esclarecer las cuestiones ambiguas y los errores doctrinales advertidos en su texto, y ello nada tiene que ver con disputas de orden individual en las que no tenemos el más mínimo interés. Con la réplica no pretendemos que usted se justifique, ni suponemos que haya leído poco, ni ponemos en duda su aptitud intelectual, ni queremos darle clases de ningún tipo, etc. Otra cosa es lo que usted entienda y que quiera ver todo esto como una “agresión” y un “sometimiento al tercer grado”. Si esa es su perspectiva, poco podemos hacerle por nuestra parte.

Como le decimos, lo individual nos trae sin cuidado, y esa es la razón y no otra por la cual hemos firmado las notas de réplica con nuestras iniciales (al igual que muchas otras notas en SYMBOLOS a lo largo de 15 años). Si hubiésemos deseado ocultar nuestra identidad habríamos utilizado un seudónimo o el anonimato, pues cualquier lector de la revista puede verificar fácilmente a qué colaboradores habituales corresponden las iniciales. Por otra parte, sus sospechas acerca del proceder del Consejo Editorial y su cuestionamiento del respaldo por parte de la Dirección de la revista son totalmente inadecuados.

Usted viene publicando en el apartado de Ensayo y Literatura de SYMBOLOS Telemática desde hace algunos años, y en los trabajos que había enviado antes de “La Gran Tríada, la Trinidad y la Trīmurti” exponía unas ideas y empleaba un lenguaje afines a nuestro medio, cuyo punto de vista en lo que concierne al No-Ser y el Ser, la Metafísica, la Ontología, la Cosmogonía y el Símbolo es idéntico al de René Guénon -y no porque Guénon lo haya postulado, sino porque es el propio de la Cábala hebrea, el Hinduismo y el esoterismo tradicional en general-. Esta es la razón por la que sus artículos han sido aceptados hasta la fecha, y también la de nuestra extrañeza al observar el registro académico de tipo aristotélico-tomista que adopta en su último trabajo, el cual nos lleva a pensar que acaso haya cambiado usted de manera de pensar en el transcurso de los años.

Nada tiene que ver la Metafísica sin epítetos con la metafísca aristotélica, ni En Sof con la teología ni el Absoluto con lo religioso. Tampoco En Sof es igual al Ser. Ni el símbolo -ni por cierto la metáfora en el sentido especial con que Borges usa este término al referirse a la Cábala en el texto que menciona- a la alegoría. Estas son ideas que SYMBOLOS ha difundido desde que existe y que continuará afirmando en alta voz, advirtiendo de los errores doctrinales en este terreno siempre que sea necesario.

En cuanto a las conclusiones de su escrito de respuesta, hemos de señalarle lo siguiente:

  1. La afirmación de que la Sabiduría proviene del Creador es errónea. Tal como enseña la Cábala, la Sabiduría (Hokhmah) es la emanación primera de Kether -la esencia pura cuya única determinación es el ser- y está situada por encima del mundo de la Creación. El “Creador” es un aspecto del Ser Universal que se corresponde con la sefirah Hesed, la Gracia o Misericordia que se irradia a toda la Creación, como bien ilustra la correspondencia de Hesed con Júpiter.

    La Sabiduría es ajena a cualquier manejo humano e irreductible a formas religiosas o sistemas filosóficos. Se invoca y se esposa uno con Ella si la diosa viene a habitar graciosamente en su corazón.

    Y en cuanto al propósito que nos guía, le aseguramos que es el de reunir lo disperso y no el de disgregar. Si coincide con el suyo, nos congratulamos de ello.

  2. No nos entusiasma en absoluto haber tenido que entablar esta polémica -y menos aún tener que continuarla- con el fin de advertir acerca de las ambigüedades y errores doctrinales contenidos en un texto publicado en SYMBOLOS Telemática. Contrariamente a lo que usted dice, lo doctrinal no tiene un carácter relativo, y por ello no se presta a la opinión. Afirmar con claridad todo esto nada tiene que ver con la posesión exclusiva de la Verdad por parte de unas individualidades, pues la Verdad, por su propia naturaleza, no puede ser poseída por nada ni por nadie.

  3. Su última conclusión apunta a la clave de bóveda de su alegato. Usted ha publicado en SYMBOLOS Telemática durante casi cuatro años porque los artículos que había enviado hasta la fecha se adherían -o al menos así lo parecía- al punto de vista de nuestra publicación. Por ello le fueron aceptados. Al cabo de cuatro años, usted remite un artículo academicista de corte aristotélico-tomista y SYMBOLOS Telemática decide publicarlo en vez de rechazarlo a la vez que una réplica acerca de diversas cuestiones doctrinales, habiéndole advertido previamente del establecimiento de la polémica -que usted acepta-, remitido las notas de réplica un mes antes de su publicación en internet y ofrecido la posibilidad de incluir una respuesta suya en la actualización de la web correspondiente al solsticio de invierno -cosa que no es posible realizar porque usted no envía su respuesta hasta el 5 de enero, cuando la actualización ya está efectuada-. Así de claro y de sencillo.

Cordialmente, Marc García y Mireia Valls, secretarios de redacción de SYMBOLOS Telemática


*
*    *


Mensaje dirigido al Consejo Editorial de SYMBOLOS

Señores del Consejo Editorial:

El día 5 de los corrientes les envié mi respuesta a las notas críticas1 que tres miembros de ese Consejo han efectuado a mi artículo “La Gran Tríada, la Trinidad y la Trīmurti2, sin que hasta la fecha (hoy es 11 de enero de 2009) haya sido puesta en la actualización del solsticio de invierno.

Lo destacable de esta omisión es que los ocasionales críticos de mi artículo se han dado prisa en publicar sus “notas” discrepantes, a tal punto que lo hicieron antes de que se publicara dicho artículo, por lo que ambos trabajos (el mío y las críticas) han sido publicados el mismo día. Por el contrario, ninguna prisa por publicar mi respuesta han demostrado, cercenando mi derecho a defenderme, lo que hubiera sido un gesto adecuado a las circunstancias de parte de ese Consejo Editorial.

He recibido, como todos los lectores de SYMBOLOS, el correo con las novedades de enero con el artículo que lleva mi firma y las notas críticas, sin que haya tenido oportuna entrada mi respuesta a dichas críticas.

No quiero calificar esta conducta que se califica por sí sola, pero sí tengo que ponerles en conocimiento que el texto de este correo será publicado en otras revistas virtuales en las que suelo colaborar, así como mi respuesta, a fin de que sea conocida, y al mismo tiempo la razón por la que no ha sido publicada en SYMBOLOS, su sitio apropiado, con lo que quedará en evidencia la forma de proceder de este Consejo Editorial, muy adicto a criticar pero esquivo a recibir respuesta de sus críticas. Atte., Carlos Vázquez Iruzubieta


*
*    *


Respuesta al Sr. Vázquez Iruzubieta

Sr. Vázquez:

Como bien dice, usted nos remitió el texto de respuesta a las notas de réplica del Consejo Editorial (que le fueron enviadas el 23 de noviembre) en fecha 5 de enero de 2009, días después de haberse concluido la actualización de SYMBOLOS Telemática correspondiente al solsticio de invierno. Esta y no otra es la razón por la que su trabajo no forma parte de la citada actualización.

Pese a ello, y habida cuenta de la vigencia de la polémica, el Consejo Editorial decidió incorporar su comunicación a la sección “Ensayo y Literatura” de nuestra publicación a continuación de los textos a los que usted alude en su mensaje. De la inclusión de estos materiales de polémica se ha dado cuenta en el anuncio remitido el día 10 de enero a los suscriptores de SYMBOLOS.

Cordialmente, Marc García y Mireia Valls, secretarios de redacción de SYMBOLOS Telemática

 

 
NOTAS
1 Ver en esta misma sección el texto "Notas de réplica al texto 'La Gran Tríada, la Trinidad y la Trīmurti'", del Consejo Editorial de SYMBOLOS.
2 Ver en esta sección el artículo "La Gran Tríada, la Trinidad y la Trīmurti", de Carlos Vázquez Iruzubieta.


 
Ensayo y Literatura
Home Page