L'HERMETISME.
Françoise Bonardel. P. U. F., col. ¿Que sais-je?. París
1985. 127 págs.
Desde hace un tiempo, especialmente en inglés, se establece una distinción entre los términos Hermetica, Hermetismo y Hermeticismo, que algunos autores franceses, como A. Faivre han adoptado. Para F. Bonardel, Hermética sería lo concerniente el Corpus Hermeticum, Hermetismo todo aquello puesto bajo la advocación de Hermes Trismegisto, la Tabla de Esmeralda, la Alquimia, la Magia natural, la Cábala cristiana y ciertos textos gnósticos (p. ejemp. la Pistis Sophia), medievales, renacentistas y aún posteriores, y finalmente Hermeticismo para designar aquello o aquel hermeticista que participa del Verbo y la comprensión gnóstica que estos textos revela. (Ver aquí "Anales del Colegio Invisible"). Desde nuestro punto de vista consideramos válidas esas diferenciaciones que aceptamos. Sin embargo, el referirnos a esas cuestiones supone un público capaz de entenderlas y valorizarlas, lo cual no es el caso de lo que sucede con el público de lengua castellana cuya ausencia de información sobre Hermetismo y Tradición Hermética es mucha, salvo acaso alguna referencia a través de las brumas del ocultismo, pero constituyen temas casi desconocidas aún en el medio universitario, donde debiera estudiárselas, dada la importancia filosófica, religiosa, artística y científica que han tenido estas ideas que, desde su origen egipcio, pasando por la cultura griega (y luego la romana), han estado presentes en Occidente, como las andanzas de sus dioses y mitos, así como la participación de sabios de la talla de Pitágoras, Sócrates y Platón, también en contacto permanente con otras culturas, formas de pensamiento y religiones con las que coinciden en el saber esotérico, aunque muchas veces las separaban las formas hasta el punto de tornarlas enemigas. Pues la Sophia ha sido permanentemente venerada, especialmente por los adeptos que desde el Faro de Alejandría, han iluminado la Cultura de Occidente, pues es la Tradición Hermética, la que recorre permanentemente la espina dorsal de una estructura cultural que de no ser por ella se habría venido abajo hace siglos, aunque el hombre moderno no sepa advertirlo.1 Sin embargo, el hecho de que esta corriente de ideas tenga una trayectoria comprobable y clara, es decir una historia de transmisión ininterrumpida expresada en diversos documentos, por distintos grupos o individualidades que se hallan entretejidos en la médula misma del pensamiento contemporáneo, es algo que se ignora en general. Por ello nos alegramos de que exista un trabajo sumamente breve y condensado -como lo exige la colección en que se edita- sobre el Hermetismo, de mano de Françoise Bonardel, pues sintetiza con maestría un tema tan arduo y difícil, agregando mucho de su parte para aclarar los asuntos que trata vistos a la luz de las Ideas Universales, a la par que en su proyección histórica. La obra se divide en dos partes diferenciadas. En la primera se trata la Tradición Hermética en sí, aclarando términos, y sobre todo, conceptos de su doctrina, basándose fundamentalmente en el Corpus Hermeticum, estableciendo sus relaciones con otras gnosis aparentemente distintas y sus proyecciones en el pensamiento posterior europeo hasta nuestros días. Esta es la parte más valiosa del libro a nuestro entender y un gran trabajo de hermenéutica y síntesis. Queremos extraer de ella algunas citas, tal vez extensas que servirán al lector interesado en la cuestión: Refiriéndose a Hermes Thoth (pág. 16): "Hermes-Thoth-Trismegisto fué ante todo el mediador de lo invisible, el profeta y el sabio que, prolongando la filiación mítica de Adán, invita a todo hombre a reencontrar en sí al Adán primordial comenzando el ciclo de esa regeneración espiritual que enseña la revelación hermética y que la tradición alquímica occidental asimiló a la búsqueda de la Piedra filosofal"; con respecto a Hermes Mercurio, (pág. 17): "Hermes-Mercurio sigue siendo (como Thoth y el Trismegisto) el iniciador, el mediador, aquél que se ocupa de las diversas formas de pasaje: ya se trate de transmitir los mensajes entre los dioses y los hombres, de guiar a las almas (psicopompo), de orientar o despistar a los viajeros. Presente en las encrucijadas, Hermes negocia los cambios de estado, las transiciones y los lazos (J. P. Vernant, Mythe et pensée chez les Grecs, t. 1, p. 126); que sea capaz tanto de petrificar como de convertir en pájaro recuerda que es el amo de los extremos y los límites: petrificación y volatilización serían así dos formas disociadas de lo que la famosa fórmula alquímica Solve et coagula (disuelve y coagula) invitará a reunificar. Sin embargo la cuestión de la regeneración espiritual no es la preocupación esencial de Hermes-Mercurio, que ejerce sus funciones de un modo a menudo lúdico, y es ante todo un conductor"; y a la cosmogonía del Poimandres (pág. 28): "Después que hubo sido creada la oscuridad, en forma de espiral como una serpiente y ocupando las bajas regiones, sale de ella un vapor húmedo, gimiente, profiriendo una llamada inarticulada. El Verbo santo, surgido de la luz, viene entonces a cubrir la Naturaleza: el vapor húmedo se convierte en fuego, el cual da nacimiento al aire; este se une al elemento luminoso ígneo y divino y ambos no dejan de animar a la tierra y el agua, íntimamente mezcladas." "La segunda fase de esta Génesis es el engendramiento por el Noûs-Dios de un Noûs-demiurgo: dios del fuego y del soplo, éste engendra a su vez a los Gobernadores, 'los cuales envuelven en sus círculos al mundo sensible; y su gobierno se llama el Destino' (I, 9). Sigue un episodio bastante confuso donde se dice que el Verbo de Dios, uniéndose al Noûs-demiurgo de misma naturaleza que él, abandona la creación a su estatuto de 'simple materia'; mediante esta unión giran sin embargo los círculos del mundo mientras que las diferentes especies de animales irracionales nacen de cada elemento (Aire, Agua, Tierra) así animado." "Paralelamente el Noûs-Dios engendra al Hombre a su imagen y le entrega la Creación. Ahora bien, seducido por la obra del demiurgo, el Hombre quiso también crear, y 'conocer la potencia de aquél que reina por el fuego' (I, 13)". Su proyección histórica será el tema de la segunda parte. Allí también se hace gala de una interpretación muy ajustada de los temas de la Tradición Hermética, y su importancia en el Renacimiento. El lector podrá encontrar aquí numerosos nombres de hermetistas y sabios, su obra y su pensamiento, proponiéndole un recorrido cultural e histórico que deberá él profundizar con la guía que se le brinda. Nos ha interesado mucho la inclusión de Mircea Eliade (también la de Henry Corbin) en este conjunto, puesto que es un gran autor que ha incluido la Tradición Hermética y la Alquimia (a la que ha dedicado libros) en su obra. Por otro lado eso es traer a nuestros días la continuidad de esta gnosis, en cuanto corresponde a una realidad que el lector debe conocer. Por eso se destacan dentro del inmenso volumen de la obra del autor rumano algunos fragmentos muy indicados de sus libros. Reproducimos dos de ellos: "A diferencia de las asociaciones cerradas que comportan una organización jerárquica, ritos iniciáticos y la revelación progresiva de una doctrina secreta, el hermetismo, tal como la alquimia, implica únicamente un cierto número de textos revelados, transmitidos e interpretados por 'un maestro' a algunos discípulos cuidadosamente preparados (.). No hay que perder de vista que la revelación contenida en los grandes tratados del C. H. constituye una gnosis suprema, especialmente la ciencia esotérica que asegura la salvación". "Yo comparo mi inmersión en los documentos (estudio, búsqueda, concentración) con la fusión con la materia. Justo al límite de mi resistencia física desciendo al centro de la materia muerta, lo que es comparable a un descensus ad inferos. Cuando me encuentro, cuando vuelvo a la vida, yo comprendo." Se destaca esta obra por la seriedad de sus planteos e investigación, a la vez que constituye una inmejorable introducción a la Tradición Hermética. F. G. |
NOTA | |
1 | Lo mismo debe decirse del cristianismo y el judaísmo. |
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