HEREJES

GUSTAVO DEHEZA UGARTE *

Para que algo sea calificado como herejía o alguien sea acusado de hereje es necesario que exista una doctrina, un cuerpo de principios o en definitiva un sistema de creencias que se consideran verdades absolutas, indiscutibles, por lo tanto irrefutables, que no pueden, bajo ningún concepto ser puestas en cuestión. Así, lo que se considera “herejía”, se define respecto de un cuerpo de creencias que tienen, para quienes las sostienen, un valor de verdad absoluta. Hereje, en consecuencia ha de ser quien ose sostener creencias que se oponen o contradicen a ese cuerpo de ideas y creencias que se considera incuestionable por principio.

Por lo tanto, lo que fue llamado herejía es algo arbitrario, dependiendo de una doctrina considerada como la verdadera. Pero no es suficiente que exista una doctrina o un cuerpo de creencias que sea considerada como verdad absoluta, sino que sus seguidores, es decir aquellos que la sostienen, tienen que tener el poder como para imponer su sistema absoluto y defenestrar a quienes lo cuestionen. Por lo tanto para que haya herejía tiene que haber creencias consideradas verdad absoluta y unos sustentadores de esas creencias con el poder suficiente para imponerlas al resto de personas. Quienes se resistan discutiendo esas verdades absolutas corren el riesgo de ser calificados de herejes.

Así la herejía no es algo que se puede presentar en abstracto, que tiene sentido en sí mismo, sino siempre en el contexto de relaciones sociales que implican además, de manera necesaria, relaciones de poder. Pero no es cualquier poder, se trata de un poder particular: tiene la pretensión de ser absoluto, es decir uno y único en el espacio en el que se impone. En esas condiciones lo que se califique como “herejía” no puede ser tolerado y la lógica de desarrollo de los acontecimientos será, no solo el de su eliminación sino el de su aniquilación, es decir su desaparición completa tanto en el ámbito de las ideas como la desaparición de las personas que la sustentan. La Historia es lamentablemente recurrente en este sentido.

Nosotros analizamos una de las más importantes “herejías” de la historia humana: el Catarismo, que se presentó en el seno del cristianismo o más precisamente del catolicismo entre los siglos X a XII, sobre todo en el territorio del Languedoc, Francia. Para comprender a los Cátaros, hay que señalar de principio que, en general, las principales herejías que se plantean en el cristianismo de esos siglos tienen a la base la explicación e interpretación de dos temas fundamentales que van a producir las divergencias:

  • El problema del Bien y del Mal y

  • La interpretación de la persona y naturaleza de Jesús.

El problema de la coexistencia del Bien y del Mal en un mundo creado por Dios es una interrogante que atormenta al Ser Humano. Las enfermedades, el sufrimiento, el hambre, la miseria, la maldad, las guerras y más aún en aquellos siglos, tenían una brutal presencia en la vida de esos hombres. Los seres humanos se van a preguntar cómo es posible que en un mundo que ha sido supuestamente creado por Dios, puede ser parte de esa creación el Mal, además una parte consubstancial. Todas las religiones van a tratar de dar una respuesta a este interrogante. Las llamadas herejías también dieron su respuesta, pero de una manera que no correspondía a la verdad y a la doctrina que se impuso.

Respecto de Jesús, fue centro de grandes controversias al inicio del cristianismo y un tema de central importancia en aquellos siglos. A muchos les sorprenderá plantearse el tema de la interpretación de la naturaleza de Jesús, pero hay que tener en cuenta que en los primeros siglos del cristianismo no estaba claramente definido quién fue, no había una sola doctrina al respecto y existieron diferentes interpretaciones de su naturaleza. Finalmente la visión e interpretación que hoy tenemos de Jesús es, en definitiva, la que acabó imponiéndose en todo este tiempo de entre las diversas que existieron y expresa el resultado de los enfrentamientos entre esas diferentes formas de interpretarlo. La gran discusión interpretativa de quién era Jesús, ha de caracterizar a la Iglesia en los primeros siglos y, lógicamente las herejías son también interpretaciones, solo que quedaron fuera de la que va a ser establecida como la “oficial” y por lo tanto la única “verdadera”. Si las llamadas “herejías” o en específico el Catarismo se hubiese impuesto, otra hubiese sido la figura de Cristo hoy en día.

Pero cómo es que se estructuraron estas respuestas y visiones divergentes. Para comprenderlas, es necesario tener en cuenta que las ideas y creencias, el pensamiento se construye también (no solamente) de manera acumulativa, sobre la base de cuerpos de pensamiento que antecede y que sirve de base para esas nuevas construcciones. En este sentido, para comprender las herejías y en especial la Cátara, es necesario buscar los antecedentes a estos dos temas, la presencia del Bien y del Mal en un mundo creado por Dios y la naturaleza de Jesús, pues ellos habrán de proyectarse en el sistema de creencias que serán sostenidos en el debate de los S. X a XII siendo anatemizados como “herejías” por un poder que acabó finalmente por imponerse y por la fuerza, por una fuerza brutal como será la guerra de exterminio y la Santa Inquisición.

I. LOS ANTECEDENTES

Consideraremos tres grandes corrientes de pensamiento y creencias como los que influenciaron en la constitución de aquellas “posiciones teológicas” que serán consideradas en los s. X a XII como herejías; ellas son: el Mazdeísmo, el Gnosticismo y el Maniqueísmo. Estos tres cuerpos de ideas y creencias respondieron de manera particular a los interrogantes sobre la presencia del Mal en la creación divina y, sobre todo las dos últimas fijaron también una posición respecto de la naturaleza de Jesús. En este sentido, estas tres corrientes influenciaron en el Catarismo y constituyeron la gran herejía.

   1. El Mazdeísmo

Es una de las religiones más antiguas de la humanidad. Se origina en Persia con su fundador llamado Zoroastro o Zaratustra, un persa que habría vivido entre el 660 a 583 a.C.1 Se tienen pocas referencias sobre su vida, de todas formas Platón lo cita en “Alcibíades” y se dice también que Pitágoras habría sido su discípulo. Algunos autores consideran que Zoroastro es el primer teólogo de la historia, en el sentido de la primera persona que desarrolló un sistema completo de creencia religiosa2. Consideraba que su misión era encaminar a su pueblo por el camino de la salvación, erradicar el politeísmo, la magia, los sacrificios de animales y llevar la religión a un nivel más espiritual y ético.

Zoroastro fue acérrimo enemigo del politeísmo, en ese sentido, el Mazdeísmo es una religión monoteísta aunque con una fuerte orientación dualista, esto es de separación del Bien y del Mal, considerando que el Mal no puede ser creación de Dios, a diferencia de las religiones sumerias y babilónicas de ese tiempo para las que un mismo Dios era capaz tanto del Bien como del Mal.

Las creencias que establece Zaratustra están contenidas en el Libro Sagrado del Mazdeísmo que es el “Avesta” que habría sido escrito por Zoroastro a partir de las revelaciones que Dios le habría hecho, tal como él mismo lo afirmó. En él está contenida la respuesta que dio el Mazdeísmo al tema del Bien y del Mal, respuesta que habrá de influir enormemente en el cristianismo que es posterior.

En el Avesta el Mazdeísmo establece que existe desde el inicio del Tiempo, una lucha permanente entre dos Principios en los que se resume el Mundo y la Vida: el Bien y el Mal. El Bien está representado por Ahura Mazda o Ormuz y el Mal representado por Ahriman o Angra Mainyu. Cada uno tiene sus respectivos arcángeles, comandando sus huestes de ángeles en esta eterna batalla.

Este enfrentamiento entre el Bien y el Mal, solo acabaría el día del Juicio Final. Ese día, Ahrimán, es decir el Mal y su ejército de ángeles y arcángeles del Mal, será finalmente derrotado y desaparecerá para siempre en las profundidades del infierno. Entonces Ahura Mazda, vencedor absoluto, abrirá el Libro en el que está escrita la conducta de cada persona y en base a lo registrado en él, juzgará a cada uno. Los que hayan observado a lo largo de su vida una conducta acorde a las leyes y las disposiciones del Avesta se irán al Paraíso que es el Reino de Mazda para vivir eternamente con Él.

El Juicio Final será anunciado por un Mesías (el Saoshyant) o el Salvador que vendrá para mostrar el camino que todos debemos hacer para llegar preparados a ese día, de tal manera que podamos alcanzar el Paraíso de la Luz donde viviremos eternamente. Creían en la inmortalidad del Alma y en que cuando llegue el final de los tiempos se produciría la resurrección de los muertos.

En su prédica, Zoroastro señalaba que el Hombre debe tratar de tener “buenos pensamientos” y que debe existir una coherencia en su comportamiento entre sus “buenos pensamientos” con “buenas palabras” y “buenos actos”, es decir, coherencia entre el pensar, el decir y el hacer, que siempre deben estar orientados hacia el Bien. Sostenía la “Igualdad” y la “Caridad” como preceptos que deben guiar el comportamiento humano. En su simbolismo, el Sol representaba la “energía creadora” y el fuego era el símbolo de la divinidad.

El Mazdeísmo desapareció con la invasión musulmana pero, como se puede ver, influenció fuertemente en el Judaísmo, el Cristianismo y en el Islam, las tres grandes religiones abrahámicas. En el Judaísmo pues el pueblo judío tuvo estrecho contacto y conoció el Mazdeísmo durante el cautiverio de Babilonia (600 a.C.) A través del Judaísmo influyó en el Cristianismo y posteriormente en el Islam. Se puede decir que las ideas de Satanás dios del Mal opuesto y en lucha con Dios, los ángeles y los demonios como huestes del Bien y del Mal, la venida del Mesías, la idea de la existencia del Paraíso y del Infierno, la concepción de la Resurrección y del Juicio al final de los Tiempos, están ya contenidas en el Avesta y las vamos a ver después presentes en el Judaísmo, el Cristianismo y en el Islam, las tres grandes religiones que marcan la historia religiosa de casi toda la humanidad.

   2. El Gnosticismo

Esta es otra fuente de influencia sobre el pensamiento que se constituyó en los primeros siglos del cristianismo y ha de estar también a la base de la conformación de las llamadas “herejías”.

Se denomina “gnosticismo” a una corriente de pensamiento de carácter filosófico religioso que incorporó de manera sincrética elementos del mazdeísmo y de la filosofía antigua. Tuvo una fuerte presencia en los primeros siglos de nuestra era influyendo de manera significativa en el cristianismo primitivo. No es fácil datar sus orígenes, pero algunos de los escritos gnósticos como por ejemplo el de Eugnosto el Beato es anterior al nacimiento de Cristo.

Respecto del problema de la coexistencia en el mundo creado tanto del Bien como del Mal, tal como se planteaba ya en la tradición mazdeísta, el gnosticismo tiene también una visión dualista, en el sentido de que, como el mazdeísmo, considera que en el mundo dos fuerzas están desde siempre en conflicto: el Bien y el Mal. El Bien se hace presente en el mundo en el Espíritu y el Mal en todo lo que es la materia. En esta línea toman también elementos del pensamiento socrático que pueden ser interpretados como dualistas. Sócrates (469-399 a.C.) plantea que la verdad no está en el mundo exterior o naturaleza, sino en el mundo interior o alma a cuyo conocimiento se accede por medio del perfeccionamiento. En “El Fedón o del Alma”, dice que es preciso que abandonemos el cuerpo y conocer el alma del ser humano para reconstruirla a imagen y semejanza de un ser sobrenatural, dios único, absolutamente perfecto”3, lo mismo que en su Mayéutica como recurso para lograr el verdadero conocimiento que está más allá de lo inmediato que sólo es aparente. Se afirma también que en el Platonismo, con su distinción entre materia y espíritu, el mundo material y el de las ideas, como en el planteamiento de su forma introspectiva de llegar a un conocimiento superior, hay antecedente del gnosticismo. De esta manera en el gnosticismo se integran de manera sincrética el dualismo mazdeísta y afirmaciones provenientes de la filosofía antigua.

Como hemos señalado, un elemento central del gnosticismo, en sus diferentes corrientes es el de la presencia, en el seno del mundo, en todas las cosas y desde el inicio de los tiempos, de dos principios totalmente opuestos pero en una unidad permanente: el Bien y el Mal. El Mal es, está y actúa a través de la Materia, en tanto que su opuesto, el Bien, expresión de Dios, es sola y únicamente el Espíritu. En el ámbito de lo estrictamente corpóreo, el Mal es el cuerpo, que aprisiona el único elemento divino que tenemos: el Espíritu.

La salvación, en tanto considerada vocación del ser humano, no puede darse en la materia y en el cuerpo, pues ambos no son sino expresión del reino del Mal, no puede haber salvación alguna en la materia y en el cuerpo. El Ser Humano solo puede alcanzarla a través del descubrimiento – encuentro – conocimiento de lo único bueno y divino que existe en el mundo y que se encuentra aprisionado en su cuerpo: el Espíritu, imagen y semejanza de Dios, la chispa divina atrapada en la materia, creación del Mal.

Sólo a partir de la aceptación de esta dualidad intrínseca, Espíritu – Materia, Bien – Mal, el Ser Humano puede iniciar el camino introspectivo para conocer el Espíritu que es el camino del encuentro con Dios que, en definitiva solo se dará plenamente, al abandonar el cuerpo con la muerte. Este descubrimiento del Espíritu, que es el encuentro con Dios, es siempre y solamente mediante un proceso introspectivo, de volver sobre sí mismo y a su propio interior.

Por eso se habla de la gnosis que quiere decir conocimiento, que es conocimiento del elemento único de la presencia de Dios que se encuentra en la materia del cuerpo y el mundo. Sólo a través de esa gnosis, que se da de manera introspectiva, es que se accederá, al conocimiento – encuentro con Dios y el descubrimiento de las Verdades Trascendentes que harán posible, la salvación eterna, que es la liberación definitiva del cuerpo y la materia. Esto es la gnosis, la experimentación, descubrimiento y conocimiento, luego conciencia de lo divino. Una experimentación interna de cada Persona que se alcanza a través del encuentro – conocimiento de nuestro Espíritu.

El hombre debe adquirir conciencia, de su doble naturaleza, Materia y Espíritu, Bien y Mal y debe esforzarse por lograr la escisión, la separación – liberación del Espíritu de la Materia que lo aprisiona y lo corrompe. Para ello, el camino es el ascetismo y el cumplimiento de los mandamientos. Solo así el Espíritu ascenderá después de la muerte al Reino de la Luz. Es así una constante y permanente gnosis de sí mismo. Es, en este sentido una nueva forma de comprender la máxima griega del Nosce te Ipsum, “Conócete a ti Mismo”

Es importante hacer notar, que de acuerdo a esta concepción, la salvación no estaba entonces en el conocimiento de la Verdad Revelada, ni en la fe, ni en Cristo, sino en la gnosis o conocimiento introspectivo de lo divino, que es un conocimiento personal, considerado superior a la fe. En este sentido, el ser Humano es autónomo y la salvación de cada uno depende de sí mismo y no de sacerdotes o de una iglesia.

Concebían una jerarquía espiritual: en la cima está Dios, luego le siguen una serie de seres emanados de Él que se denominaban Eones, inteligencias eternas o entes divinos que, en su conjunto, integraban la plenitud de la divinidad suprema de la cual emanan. En este sentido, el gnosticismo planteaba que Cristo era un Eon, aquel cuya misión era enseñar a los hombres el camino de la salvación. En lo más bajo de la escala está el Demiurgo, antítesis de Dios, es el origen del Mal, creador del mundo, de todo lo que es la materia encadenando la esencia espiritual y divina de los Hombres a la prisión de la carne.

A esta jerarquía espiritual, correspondía en el mundo material una jerarquía en la que en la cima se encontraban los Iniciados en los que es predominante el Espíritu, debajo estaban todos aquellos que aún no se habían desprendido del cuerpo y la materia y finalmente en lo más bajo de la escala aquellos en los que predominaba el mundo y el cuerpo.

El gnosticismo fue importante en los primeros años del cristianismo, por lo que encontramos ya en esta corriente consideraciones acerca de la naturaleza de Cristo. De acuerdo a su concepción de que la materia es obra del Mal, tienen una comprensión diferente de Cristo puesto que, lógicamente, no es posible que Cristo, siendo un ser divino, pueda encarnarse en un cuerpo material, expresión absoluta del Mal y creación de Satanás. Por eso hablaban del “cuerpo aparente de Cristo”, esto es que la divinidad no pudo venir en carne sino que vino en espíritu mostrando a los hombres un cuerpo material (esta doctrina se llamó “docetismo”) Otros sostenían que Cristo fue un hombre común y corriente que fue adoptado por una fuerza divina (doctrina del adopcionismo).

Al gnosticismo se ingresaba por medio de un proceso de Iniciación. De esa manera se empezaba el camino del conocimiento de lo divino, a través de la gnosis introspectiva. La gnosis entendida como el supremo conocimiento y la misión fundamental del hombre sólo estaba al alcance de los Iniciados. Su dualismo prefigura el futuro maniqueísmo.

   3. El Maniqueísmo

Fue fundado por Manes (215 d.C.-276 d.C.) quien se consideraba inspirado por Dios. De él se sabe que nació en Babilonia, antigua Persia el 14 de abril 216 d.C. Dice que a la edad de 12 años recibió la primera revelación para que cumpla con su papel de enviado de Dios. Mani se consideraba el profeta total, el revelador supremo, en quien se manifestó la verdad total y que venía a completar la tarea realizada tanto por Zoroastro, como por Jesús y por Mahoma.

Fundó una religión que se extendió a la China y a muchas partes del Imperio Romano, aprovechando el incremento importante que tuvo el comercio en estos siglos y con ello los intercambios culturales que se abrieron entre muchas partes del mundo conocido de entonces. En este sentido, la ruta de la seda fue su principal área de expansión y su centro principal fue la antigua Persia.

Fue una religión que contó en gran medida con el apoyo del poder político y esto le permitió extenderse rápidamente. Sin embargo, en el reinado de Bahram (274 d.C.-277 d.C.) se produjo un cambio radical en la corte Persa por la acción de enemigos de Manes que lograron enemistarlo con la corona y finalmente hacerlo encarcelar, muriendo en prisión en 277 d.C. Su fiesta principal se llamaba el Berna, para la que se ponía un asiento o trono de cinco peldaños.

Respecto del tema de la coexistencia del Bien y del Mal, al igual que el Mazdeísmo y por influencia gnóstica, los maniqueos pensaban también que había una eterna lucha en el mundo y en la vida, entre dos principios irreductibles: el Bien y el Mal, la Luz y las Tinieblas. Los dos principios eran iguales en orden y dignidad, pero absolutamente irreconciliables. Cada uno tenía su propio reino. El de la Luz se encontraba al norte, el de las Tinieblas al sur, ambos con sus propios reyes, el Imperio de la Luz con el Padre de la Grandeza y el reino del mal con el Príncipe de las Tinieblas.

Al inicio del Tiempo, el reino de las Tinieblas atacó y trató de apoderarse del Reino de la Luz. De esta manera, entre los dos principios y sus respectivos reinos se entabló una guerra. Para defender su reino el Padre de la Grandeza creó al primer Hombre, quien con sus cinco aliados, los cinco elementos aire, viento, luz, agua y fuego, combatieron pero fueron vencidos por el Mal y se hundieron en las Tinieblas. Por eso, la parte de naturaleza divina que se encuentra en el Hombre está aprisionada en la materia.

El Hombre frente a su caída, derrota y a su desventura, pide auxilio al Padre de la Grandeza, a Dios, quien le tiende la mano (este era el apretón de manos simbólico de los “Elegidos” maniqueos) y para ayudarlo crea por emanación y libra de sí al Espíritu Viviente que desciende al mundo para mostrarle al Hombre el camino para librarse de la materia y redimir su Espíritu. Este espíritu viviente y salvador que emana de Dios y desciende a la Tierra para la salvación del Hombre era para los maniqueos Jesús.

Dios es el creador de todo lo bueno. Satanás de todo lo malo. El dios del Antiguo Testamento, creador del cielo y de la Tierra, es para ellos, en realidad Satanás. El Espíritu del Hombre es de Dios, el cuerpo es del Demonio. El Espíritu se encuentra cautivo en la materia. Consideraban que el mal es indestructible, por lo que no se trata de combatir o enfrentar al Mal, sino que se debe huir de él y trabajar para construir el reinado del Bien.

En este camino, para la salvación, el maniqueísmo establecía dos grupos: Los llamados “Elegidos” que se encontraban en lo más alto de la escala y en la etapa final de liberación del mundo y la materia. Quienes formaban parte de este grupo practicaban el celibato, pues no era correcto traer niños a este mundo o disfrutar los placeres de la carne, eran vegetarianos y pasaban todo el tiempo en prédica y oración. Al morir los “Elegidos” se iban al Reino o Paraíso de la Luz. El otro grupo era el de los llamados “Oyentes” que llevaban una vida más común, podían casarse y ayunaban una vez por semana. Los Oyentes tenían como tarea fundamental servir y mantener a los Elegidos. A su muerte, si habían cumplido bien su etapa de “Oyentes”, se mantenía un período en sueño hasta que se pueda reencarnar como “Elegido”. Aquellos que habían sido pecadores se iban simplemente al Infierno.

Como para los maniqueos solo el ascetismo permite liberar al Espíritu de la materia que es la expresión del Mal, los Elegidos debían abstenerse de todo lo que liga al hombre a la materia y mantener la pureza a través de un triple sello: de la boca, de las manos y del seno. El sello de la boca quiere decir que deben abstenerse los placeres de la comida, de comer carnes, tomar vino, y deben ayunar los domingos y los lunes. El sello de las manos, significa que el Elegido no puede matar a un ser vivo de ninguna naturaleza es decir animal y mucho menos a un ser humano. El sello del seno significaba que el Elegido es célibe y debe abstenerse de tener relaciones sexuales.

Su organización estuvo conformada de la siguiente manera: un jefe supremo, máxima autoridad religiosa en Babilonia, 12 apóstoles, 72 obispos o Maestros de la Verdad, 360 presbíteros y luego el número de diáconos, elegidos y oyentes que existieran. Sus principales escritos fueron “El gran Evangelio de Alfa a Tau”, “El Tesoro de la Vida”, que fue varias veces citado por San Agustín, que durante una etapa de su vida fue parte de los maniqueos, “El Libro de los Misterios” y varias Cartas que fueron escritas por Manes y por sus seguidores.

A fines del S. III se inicia el fin del maniqueísmo. En el año 297 el Emperador Diocleciano (que combatió también duramente a los cristianos), empezó una encarnizada represión contra los maniqueos. Ordenó que sus líderes sean quemados vivos, los seguidores comunes muertos por espada y los maniqueos ricos enviados a trabajar a las minas. Confiscó las propiedades de todos los seguidores de Manes. Su siguiente objetivo fueron los cristianos.

Esta política contra los maniqueos se mantuvo y en el 372 Valentiniano I prohibió la práctica del maniqueísmo. Finalmente en el 382 el Emperador Romano Teodosio El Grande va a luchar arduamente por imponer el cristianismo como la única religión en el Imperio, hay que señalar que este emperador combatió también al zoroastrismo en el Imperio y acabó eliminándolo en su territorio. Teodosio estableció la pena de muerte para cualquier persona que practique el maniqueísmo. La Iglesia considera Santo a este Emperador.

Pese a todo ello, las ideas maniqueas se mantuvieron de una u otra manera entre grupos minoritarios sobre todo en el Imperio de Oriente. Entre estos grupos estaban los Paulicianos, que se desarrollaron en Armenia en el siglo VII (alrededor del 650), los Bogomilos, que se desarrollaron en Bulgaria en el siglo X. Los Bogomilos van a estar ligados al origen de los Cátaros.

II. La Gran Herejía

NOTAS

* Gustavo Deheza Ugarte es doctor en Sociología por la Université Catholique de Louvain - Bélgica. Profesor universitario en Cochabamba, Bolivia.

1 Deheza, Gustavo et al. “Solsticio”. Bolivia, Ed. Ciagraf, 2008. p. 127 a 129.

2 Mc. Nall Burns, Edward, Robert Lerner y Standish Meacham. “Western Civilizations. Their History and their Culture”. EEUU, Ed. Norton & Company. 9 ed. 1980. Pp. 65 a 68.

3 Puigros, Rodolfo. “La Cruz y el Feudo”. Bs. As. Pp. 15.

   
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