HEREJES

GUSTAVO DEHEZA UGARTE

II. LA GRAN HEREJIA

Lo que llamamos “La Gran Herejía” se extendió en Europa entre los siglos X a XII d.C., un período especial en la historia de ese continente fundamentalmente porque en ellos se va definiendo la configuración del espacio europeo, las monarquías como poderes terrenos supremos y la posición de la Iglesia Católica como único poder espiritual de todo ese territorio, hechos que van a tener una gran importancia para comprender el combate a las divergencias religiosas a partir de un pensamiento dominante: el cristianismo como religión del Estado.

   1. Europa siglos XI a XIV

Del año 1000 al 1300 d.C. son años de cambios importantes en Europa. Es un período en el que Occidente encuentra, finalmente, una cierta paz luego de constantes guerras e invasiones que habían asolado su territorio. Concluyó la invasión musulmana que se consolidó en gran parte de Hispania, cesaron las invasiones y saqueos de los normandos, vikingos, suecos y magiares. Europa entró en un período de relativa paz sobre todo si tenemos en cuenta los tiempos precedentes.

Mapa de Europa en el año 1000

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La penetración de los árabes en Hispania trajo un desarrollo de la moneda en Europa y ello, junto a las nuevas condiciones permitió el incremento cada vez más importante del comercio tanto entre regiones del continente, como fuera de él. Los árabes trajeron también nuevos conocimientos sobre navegación y nuevas tecnologías como la brújula y el catalejo, con lo que se hizo posible mejorar la navegación.

Un cambio sumamente importante de este período es la transformación que se produjo en la agricultura europea que era, en definitiva la principal actividad productiva. Se dio una expansión significativa de la superficie cultivada y un incremento de la productividad del suelo como efecto de la introducción de cambios en las tecnologías de cultivo. Se empezaron a utilizar herramientas de hierro para el cultivo de la tierra, molinos de viento y sobre todo de agua, se produjo un cambio sustancial en el sistema de rotación de tierras, se introdujeron importantes cambios en el arado romano que hasta entonces se utilizaba (lo que permitió el cultivo de tierras que con el anterior arado no era posible o simplemente no era productivo). Se introdujeron también nuevas formas de utilizar animales de tiro para el trabajo de la tierra, se inventó la carretilla, en fin, una serie de cambios tecnológicos que permiten afirmar que este período constituye lo que puede llamarse la primera gran revolución agrícola en Europa.

Entre el año 1000 y el 1300 la población del continente casi se triplicó. Europa tenía 25 millones de habitantes al inicio del S. XI, hacia el S. XII tenía 75 millones de habitantes. Las ciudades crecieron, por lo que se conoce también este período como la Primera revolución urbana. Se produjeron igualmente desplazamientos de población hacia zonas que estaban despobladas o poco pobladas, expandiéndose así la frontera agrícola. En las ciudades se desarrollaron diversos oficios como carpinteros, zapateros, herreros, carreteros, molineros, etc. y, con ello, el comercio como medio para propiciar el intercambio creciente, necesario para satisfacer las necesidades que aparecían como consecuencia de la mayor división del trabajo. Hay que tener en cuenta que en el S. XI se van a desarrollar también las Cruzadas hacia Jerusalén que, además de las implicancias religiosas, tuvieron sobre todo un gran impacto en el crecimiento del comercio y el desarrollo de las primeras formas de lo que hoy llamaríamos un sistema financiero.

Un factor que también incidió en hacer de este período entre los siglos XI al S. XIV, en gran medida excepcional en Europa fue que se produjo una mejora importante en el clima europeo. Subió la temperatura, los inviernos se hicieron más suaves y más cortos, los veranos fueron más secos. Esto incidió en el incremento de la producción agrícola, la movilidad de la población, la expansión de la frontera agrícola y de las tierras ocupadas, el crecimiento de pueblos y ciudades, en definitiva fue cambiando de manera importante el panorama que presentaba Europa. Tierras que eran hasta entonces demasiado húmedas pudieron ser ocupadas, es lo que ocurrió con el norte de Europa donde las tierras eran pantanosas como para propiciar la agricultura.

Un aspecto importante para la comprensión del combate a la herejía, es que esta mayor estabilidad y crecimiento en Europa llevó a un crecimiento del poder del Rey. Más población, más producción, más comercio significaba más impuestos, por lo tanto coronas más ricas capaces de pagar una burocracia que administre el territorio y la posibilidad de sostener un ejército. Este es un aspecto importante porque en estos siglos se va a dar también un proceso de expansión territorial del poder del rey buscando unificar territorios que antes estaban en poder de señores locales. Se va a dar la constitución y prefiguración de los estados modernos (desde el punto de vista del territorio) por medio de la expansión del poder del rey a esos nuevos espacios. Los normandos van a conquistar Inglaterra, en 1003 Roberto II de Francia invade el ducado de Borgoña, 1037 Fernando I de León conquista el reino de Galicia, 1073 se produce la Querella de las Investiduras. Las monarquías europeas comienzan un largo proceso de imponer su autoridad en sus territorios, por encima de la autoridad de los señores feudales locales. Este hecho va a tener que ver con las luchas contra las “herejías”, especialmente el caso de los cátaros en Francia.

   2. Los herejes.

Como hemos señalado, se considera “herejía” a un pensamiento (conceptos, ideas, creencias) controversial dentro un sistema de creencias, especialmente religiosas, que entra en conflicto con el pensamiento establecido. Es pues algo que se considera “una desviación”, respecto de ese cuerpo de creencias, cuyos pilares sobre todo en el ámbito religioso van a constituirse además en dogmas.

Así, la herejía es una creencia o doctrina considerada por los sostenedores de la creencia oficial, contraria a los dogmas de fe establecidos por una religión. En el caso de la Iglesia Católica la ortodoxia y los dogmas de fe, han de tener su inicio más importante en el Concilio de Nicea.

      2.1 El Concilio de Nicea. Constitución de la Ortodoxia

En el primer Concilio de Nicea, esto es año 325, se define como “herejía” una doctrina divergente de la enseñanza oficial de la Iglesia y de sus dogmas consagrados por su autoridad. Es pues lo opuesto a ortodoxia.

Es importante tener en cuenta qué fue este Concilio de Nicea, pues lo que se llamaron Concilios, sobre todo en los primeros siglos del cristianismo no fueron precisamente muy parecidos a los actuales concilios que conocemos.

Para empezar, el Concilio de Nicea fue convocado por el emperador romano Constantino I, también llamado El Grande. Constantino acababa de imponer su dominio sobre la totalidad del Imperio Romano, después de vencer a Licinio y consideró que la unidad del Imperio requería de una religión que permita la unificación. El cristianismo haría posible lograr ese propósito y responder a esa necesidad política fundamental, pero existía un problema que ponía en riesgo la alternativa elegida: las numerosas divisiones que existían en el seno del cristianismo, todas ellas basadas en las interpretaciones divergentes acerca de Cristo, de la divinidad de Jesucristo, de su relación con Dios Padre, la naturaleza de la Trinidad y, finalmente, de la forma de vivir el cristianismo y su organización en tanto iglesia.

La cuestión principal en ese momento era lo que se denominaba “la controversia arriana” que se refería al debate sobre la naturaleza divina de Jesús. Un sector de los cristianos liderados por el obispo de Alejandría (Alejandro) defendía que Cristo tenía una doble naturaleza humana y divina y que, por lo tanto, Cristo era verdadero Dios y verdadero Hombre. Jesús, el Hijo era igual al Padre, uno con el Padre y de la misma substancia.

En cambio otro sector liderado por el presbítero Arrio, sacerdote de la parroquia de Bacaulis, la principal de Alejandría, afirmaba que Cristo había sido la primera creación de Dios antes del inicio de los tiempos, pero que habiendo sido creado no era Dios. Cristo es hijo de Dios, pero no Dios mismo. El Hijo fue creado por Dios al inicio de los tiempos y éste luego se encarnó en Jesús quien fue un ser con atributos divinos, pero no era Dios. Eran de la misma substancia, pero no idéntica.

Luego de dos meses de enconados debates, finalmente Constantino inclinó la balanza a favor de quienes decían que Cristo es Dios. El Hijo era igual que el Padre, uno en el Padre y de la misma substancia. Como expresión de principios que servirían para unificar a la “nueva” Iglesia, este Concilio creó el Credo, como verdadera declaración de principios de la doctrina, de la ortodoxia que, finalmente, comenzaba por imponerse y se establecería en el tiempo como la única verdadera. En su contenido, el Credo, al parecer, fue propuesto por el propio Emperador. Todos los obispos firmaron el Credo, salvo dos que se negaron a hacerlo.

Este Concilio va a condenar al arrianismo como “herejía” y a todo pensamiento doctrinario que se aleje o contradiga la doctrina oficial que se establece en el Concilio y que será la base de todo el desarrollo doctrinario posterior de la Iglesia, con una dogmática que se va delineando, definiendo y afirmando. En el Concilio de Nicea el cristianismo se erigió en la religión oficial del imperio. Este “cristianismo” nacido del Concilio se llamó en un principio el “cristianismo niceo” o “fe niceana” para diferenciarse de otras posturas que aún se mantuvieron como las arrianas u otras disidentes menores como por ejemplo los macedonios.

El emperador Teodosio, llamado “El Grande”, (el mismo que combatió al zoroastrismo, que estableció la pena de muerte para los maniqueos y que es considerado santo por la Iglesia), fue el que finalmente impuso, de manera férrea, la “fe niceana” como la ortodoxia cristiana y la religión del Imperio. Se puede decir que es, en gran medida, el nacimiento del catolicismo y su ortodoxia. El 26 de noviembre de 380, a su llegada a Constantinopla expulsó al obispo no niceno y nombró autoridades nicenas en la Iglesia. El 27 de febrero de 380 publicó un edicto obligando a todos los súbditos a profesar la fe nicena.

El texto exacto de este decreto, reunido en el Codex Theodosianus XVI.1.2, dice:

“Es nuestro deseo que todas las diversas naciones que están sometidas a nuestra Clemencia y Moderación, deben continuar en la profesión de esa religión que fue transmitida a los romanos por el divino apóstol Pedro, tal como ha sido conservada por la fiel tradición y que actualmente es profesada por el Pontífice Dámaso y por Pedro, Obispo de Alejandría, un hombre de santidad apostólica. De acuerdo con la enseñanza apostólica y la doctrina del Evangelio, creemos en una sola deidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, en igual majestad y en una santa trinidad. Autorizamos a los seguidores de esta ley que asuman el título de católicos cristianos; pero por lo que se refiere a los otros, pues, en nuestro juicio ellos son locos insensatos, decretamos que sean señalados con el ignominioso nombre de herejes, y no pueden pretender dar a sus conventículos el nombre de iglesias. Ellos sufrirán en primer lugar la reprensión de la condena divina y en segundo lugar el castigo de nuestra autoridad que de acuerdo con el deseo del Cielo decidirá infligir4.

De esta manera queda claramente establecida la ortodoxia de la doctrina católica, sobre todo en los aspectos referidos a la naturaleza de Cristo y, con ello, la prefiguración de lo que podrá ser definido como herejía, o como decía el Decreto, el pensamiento de aquellos “locos insensatos”. Diremos brevemente que la herejía se diferencia de la apostasía en que aquella no abandona la religión, sino que hace una interpretación diferente de ella en partes componentes de la misma, consideradas como sustanciales.

   3. Los Cátaros.

El Catarismo fue un gran movimiento religioso que se desarrolló en los siglos X a XIII especialmente en el Languedoc, Francia, aunque se extendió también a partes de Flandes (hoy Holanda y norte de Bélgica), Suiza, Colonia y Bonn en Alemania, Milán en Italia … .Su centro fue Tolosa, hoy Toulouse, oeste de Francia.

El Languedoc era en ese entonces un territorio rico e independiente con vínculos con Aragón, Hispania que como el resto de los señores hispanos se encontraban arrinconados contra los Pirineos por la presencia de los árabes que habían establecido el Califato de Córdoba (ver Mapa 1). El Languedoc gozaba de independencia y se autoabastecía de trigo, vino, aceite y carnes de cordero, ternera y producía lana que exportaba. Las ciudades de este territorio acuñaban su propia moneda, tenían un importante comercio con el resto de Europa (lo que permitía también la expansión del Catarismo) y contaban con un componente fundamental que le daba unidad a este territorio; una lengua única5. Era un territorio rico y poderoso, uno de los más importantes de la Europa Occidental en ese tiempo. Tolosa (Toulouse) era la tercera ciudad de Europa después de Venecia y Roma6. Este es el territorio en el que se desarrolló de manera rápida el Catarismo.

La existencia del Mal, era el elemento central del Catarismo, como lo fue en el Mazdeísmo, en el Gnosticismo y en el Maniqueísmo que van a ser sus raíces doctrinarias o de pensamiento. ¿Por qué había el Mal?, ¿Quién lo había creado?, ¿Cómo era posible que exista en un mundo creado por Dios quien era por esencia el Bien Absoluto?, eran las preguntas que se formulaban.

Como en sus fuentes la respuesta a estos terribles interrogantes fue en el sentido de separar el Mal de la naturaleza divina: el Mal no procede de Dios, no puede proceder de Dios que es por esencia el Bien, sino de otras potencias maléficas. Del Bien surge todo lo que es Luz y Espíritu, del Mal todo lo que es obscuridad y materia.

El mundo es creación de Satanás. Retoman el mito mázdico – gnóstico – maniqueo de que al inicio de los Tiempos se produjo el ataque al Reino del Dios Bueno por las fuerzas del Mal. Satanás y sus ángeles del Mal se habían lanzado a la conquista del Cielo. San Miguel, Arcángel de los ángeles buenos, había intentado repeler el ataque, pero fue vencido. Es la derrota del Hombre primordial y la condena de la especie humana a la vida terrenal. La Tierra es creación de Satanás y es el Infierno. El paso por la Tierra es una dura prueba que tenemos que superar.

El mundo al que había que aspirar era el celeste, la morada del Dios Eterno, el dios del Bien. Era un reino en el que moraban una serie de seres creados que servían de vínculo entre el reino de Dios y la Tierra, morada del Hombre. Estos seres intermedios mediaban también entre el Hombre y Dios. Es la idea de los Eones gnósticos.

El Hombre debe vivir en la Tierra para alcanzar su salvación que pasa por la liberación de su Espíritu de la materia que lo aprisiona. Esta es una tarea personal que no pasa por la Iglesia Católica, pues es una cuestión de conocimiento – encuentro introspectivo y no una cuestión de fe. Estos “gnósticos medievales de Occitania” como les llama Hervas7, sólo aceptaban el Evangelio de San Juan.

Respecto del gran problema del Bien y del Mal, bajo la influencia de las corrientes anteriores de pensamiento, eran también dualistas, sosteniendo que en el mundo estas dos fuerzas están permanentemente en conflicto. El Espíritu es creado por Dios y todo lo material por Satán. El Dios del Antiguo testamento, creador de la Tierra, celoso, cruel y vengativo, es en realidad Satán.

Respecto de la naturaleza de Jesús sostenían que no podía ser la encarnación de Dios ya que Dios no podría haberse encarnado en un cuerpo que como toda materia es impuro. El Hombre no es más que un ser espiritual encerrado en un cuerpo impuro. Luego su meta es liberarse del cuerpo y la materia y volver a su estado de Espíritu Puro que es el estado de perfección. Esto es sólo posible mediante el ascetismo que se basa en la negación a la satisfacción de las necesidades materiales y fisiológicas. Mientras esta meta no se cumpla, el Espíritu irá reencarnándose una y otra vez por lo que en cada vida debemos esforzarnos por alcanzar estados superiores de perfección que nos permitan finalmente la liberación definitiva del cuerpo y la morada eterna al lado del Padre.

Existían dos tipos de Cátaros. Los llamados “Perfectos” que habían logrado por su vida ascética un nivel más alto en la comunidad y se encontrarían ya en una etapa más próxima a la liberación definitiva de su Espíritu una vez ocurrida su muerte. Debían ser vegetarianos, célibes, desprendidos de todo apego al mundo materia (por lo tanto a sus riquezas) y dedicar su vida a la prédica y la enseñanza. Quienes no eran más que cátaros comunes debían proporcionar ayuda y sostén a los Perfectos. Si eran buenos en la vida, podían aspirar a acercarse a ser Perfectos en las otras vidas.

Como se puede observar los postulados de la doctrina cátara a los que hemos hecho referencia eran absolutamente inaceptables para la Iglesia Católica y más aún, en la coyuntura que se presenta en los siglos X a XII en la que la Iglesia Católica pretendía la hegemonía en Europa y la reconstrucción de un solo poder religioso que unifique ese continente bajo la autoridad espiritual indiscutible del Papa y de la doctrina, en ese entonces ya elaborada, del catolicismo.

Lo particular es que este propósito va a coincidir con un período de fortalecimiento de los poderes de la corona francesa y su pretensión de ampliar su control sobre el territorio francés, lo que suponía el interés de controlar el Languedoc, someter a los señores locales que no estaban alineados bajo su mando y evitar cualquier influencia de la corona de Aragón sobre ese territorio.

Así, interés “espiritual” e interés terrenal coincidieron de manera complementaria. Los Cátaros y el Languedoc podían temer lo más grave. El Papa Inocencio III convocó a la cruzada contra los Cátaros otorgando de antemano a todos aquellos que luchen en ella indulgencias, perdón y la absolución por todos los crímenes que cometieran. Se conformó una de las fuerza militares más poderosas que hasta ese entonces se había visto en Europa. El ejército inició operaciones en julio de 1209.

La cruzada fue cruel en extremo. Solamente haremos referencia a algunos hechos para dar una idea de las dimensiones de crueldad a la que se llegó. En la toma de Montpellier se mató a todos los habitantes de esta ciudad. En la iglesia de la Magdalena fueron masacradas 7000 personas. La orden era matar a todos los Cátaros de la ciudad. “Durante la matanza tuvo lugar un episodio del que se ha hablado mucho. Al preguntársele al abad de Citeux de qué manera se distinguía a los herejes de los católicos para no matar a estos, Arnaldo Almarico habría respondido: ‘Matarlos a todos; Dios reconocerá a los suyos’”8 y así se hizo.

En el sitio al castillo de Minerva, cuando esta plaza se rindió, las condiciones de la capitulación establecían que los cátaros que renieguen de la herejía conservarían la vida. Esta cláusula fue protestada señalándose que la cruzada era para destruir a los herejes, no para perdonarlos. En el sitio de Lavaur el señor local Emerico de Montreal y sus ochenta caballeros fueron ahorcados; la hermana de Emerico fue arrojada viva a un pozo y los cátaros fueron quemados vivos. En junio de 1215 los cruzados entraron en Tolosa (Toulouse), el centro del catarismo, pero la guerra no concluiría allí, sino que se extendió con intermitencias, hasta la toma final de Montségur en 1243. Los herejes que se habían refugiado en esta plaza fueron quemados vivos en una enorme hoguera el 16 de marzo de 1244. Eran 210. Después siguieron combates menores y atrocidades parecidas, pero era ya el final de esta historia.

   4. La lucha contra los Cátaros: La Inquisición. El fin de la
       Herejía y consolidación de la Iglesia Católica y de la
       monarquía francesa.

Además de la lucha militar la Iglesia creó en este episodio de la historia lo que conocemos como la Santa Inquisición. La Inquisición fue la institución creada por la Iglesia Católica, inicialmente no solo para combatir, sino para eliminar la herejía cátara. En este combate los Inquisidores estaban autorizados por Roma para recurrir a cualquier medio incluso la aplicación de la tortura (hay que decir, en honor a la verdad, que esta autorización no era muy rara, pues en esa época, el uso de la tortura era muy común y considerado un recurso “normal” en todo proceso) pudiendo condenar al “hereje” a la muerte. Era pues un tribunal eclesiástico establecido para investigar y castigar los delitos contra la fe, que contaba con todo el respaldo y la autoridad del Papa de Roma.

Su origen estuvo en la lucha que la Iglesia, en concordancia con los intereses políticos locales, contra los Cátaros. En este sentido, en 1184 se reunió un Concilio en Verona, convocado y presidido por el Papa Lucio III con el fin de adoptar medidas para combatir la herejía cátara.

Como lo dispuesto en este Concilio no tuvo mayor efecto y prácticamente se redujo únicamente a la Bula “Ad Abolendam”, en la que se creaba la Inquisición, en 1215 el Papa Inocencio III reunió el IV concilio de Letrán con el fin de reorganizar la Inquisición ante la continuidad de la “herejía” cátara. Este Papa nombró al primer Inquisidor el monje Domingo de Guzmán9 que estableció en 1216 el primer tribunal de la Inquisición en Tolosa, Francia (hoy Toulouse), que era precisamente el centro del Catarismo. En 1218 funcionaban ya tribunales en Alemania, España, Inglaterra, Italia y se extendía a toda la cristiandad.

Antes las situaciones que podían considerarse como “herejías”, eran penadas con la excomunión. A partir de la creación de la Inquisición se castigaban castigarse hasta con la muerte. Cuando el catolicismo se convirtió en la religión del Estado, la herejía comenzó a ser vista también como una rebelión contra el Estado y, por lo tanto, los herejes como peligrosos enemigos políticos.

Creo que es importante señalar que si bien la Inquisición se crea para enfrentar las posiciones religiosas que podían contradecir la doctrina que se consolidaban precisamente en esos años como la doctrina oficial y, por lo tanto “ortodoxa”, sin embargo la dinámica de los hechos la llevó a constituirse también en un instrumento terriblemente poderoso para combatir el surgimiento de nuevas formas de conocer y establecer “la verdad” que se empezaron a desarrollar y que dejaban al margen u obviaban a la Iglesia Católica y, por lo tanto estaban al margen de la Revelación, la fe y de la doctrina. Se trata de una nueva forma de entender el conocimiento y, en definitiva el Hombre y su rol en la Historia. Es la nueva episteme que nace y que significará la separación entre fe y Ciencia, entre la Revelación como fuente de conocimiento y la Observación científica como el conocimiento para el Hombre. La Inquisición ya no podrá contra esta nueva criatura que será fuerte en los siglos XVII, XVIII, pero ya es otra época y otra historia.

   5. La confluencia de los intereses religiosos y políticos.

Con la eliminación de los Cátaros, la Iglesia unificó y afianzó su poder, el rey de Francia unificó Francia y pasó a controlar todo ese territorio. Logró arrebatarle a Aragón su influencia en el oeste de Francia y con ello confinó definitivamente a España al otro lado de los Pirineos.

Cuando en 1209 el Papa Inocencio III, el italiano Lotario, puso en marcha la Cruzada contra los cátaros, coincidieron los intereses religiosos (acabar con la “herejía” y lograr la unidad religiosa de Europa bajo el Papa) con los intereses de la corona de Francia (unificar Francia, someter a los nobles “independientes” de Occitania y acabar con la influencia de España a ese lado de los Pirineos). Los Cátaros al ser fuertes en un territorio rico e importante al margen del poder de Roma y con señores locales que se beneficiaban de esta autonomía frente al Rey de Francia, no podían ser tolerados ni por Roma ni por la corona Francesa. Los cátaros iban a contra de la historia y lo pagaron muy caro.

Novedades

NOTAS

4 Bettenson, Henry. “Documents of Christian Church”. Oxford University Press, 1967. p. 22 en es.wikipedia.org/wiki/Teodosio_I_el_Grande

5 Hervás, Ramón. “Jesús o el gran secreto de la Iglesia”. España, Ed. Hermética, 2004.

6 Niel, Fernand. “Albigenses y Cátaros”. Bs. As. Compañía General Editora. 1962.

7 Hervás, Ramón. Op. cit.

8 Niel, Fernand. Op. cit. p. 90.

9 Este hombre nacido en Burgos, España, fue el Primer Gran Inquisidor, organizador de la Inquisición y también fundador de la Orden de los Dominicos. Fue declarado Santo por la Iglesia Católica.

Bibliografía

Bibliografía citada
Deheza, Gustavo et. al. “Solsticio”. Bolivia, Ed. Ciagraf, 2008. P. 127 a 129.
Henry Bettenson, “Documents of the Christian Church”. Oxford University Press, 1967, 2.ª (1.ª 1943), pág. 22).10 en http://es.wikipedia.org/wiki/Teodosio_I_el_Grande
Hervás, Ramón. “Jesús o el gran secreto de la Iglesia”. España, Ed. Hermética, 2004.
Mc. Nall Burns, Edward, Robert Lerner y Standish Meacham. “Western Civilizations. Their History and their Culture”. EEUU, Ed. Norton & Company. 9 ed. 1980. Pp. 65 a 68.
Niel, Fernand. “Albigenses y Cátaros”. Bs. As. Compañía General Editora. 1962.
Puigros, Rodolfo. “La Cruz y el Feudo”. Bs. As. Prensa Universitaria, 1972. Pp. 15.

Bibliografía consultada
http://arvo.net
http://es.m.wikipedia.org/wiki/ para Gnosticismo, Dualismo, Herejía
http://es.m.wikipedia.org/wiki/catarismo
http://www.loscataros.org/
http://www.loscataros.com/castillos/historia-de-los-cataros
http://suite101.net/article/la-herejia-ctara-a11821
http://www.cataro.philosophi.org/
http://www.corazones.org/
P. Argenter. “Los Cátaros”, en: http://www.phistoria.net/reportajes-de-la-historia/Los-Cataros
http://www.proyectopv.org
David Barreras y Cristián Durán. “Breve Historia de los Cátaros”, en: http://historiaconminusculas. blogspot.com

   
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