SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis


MEDALLONES DE DAMAS HERMETICAS:
III
El Camino del Largo Estudio y el Arte de la Construcción. Cristina de Pizán (1364-1430) (3)
MIREIA VALLS

Cristina se ha remontado hasta la raíz y fuente de la cultura occidental, y desde este punto ideal, la Sibila la conduce por todas las maravillas del mundo, siguiendo un trayecto alrededor del planeta que las llevará por los lugares más significativos de la geografía sagrada, plasmación sobre la tierra del orden celeste: Constantinopla, Tierra Santa, Egipto, Ténedos, la antigua Troya, Rodas, Grecia, Armenia, Alejandría, Babilonia, Arabia y Siria. Cruzan los ríos sagrados Pisón, Guijón, Eúfrates y Tigris, llegando incluso a la India y hasta

"la provincia fronteriza del Preste Juan, que es limítrofe y en donde se encuentran tantas maravillas"137.

Finalmente, toman la dirección del Paraíso Terrestre, pero al encontrar la puerta cerrada y protegida por una muralla de fuego, ascienden una alta montaña y emprenden la conquista de los espacios celestes, imágenes simbólicas análogas a los estados superiores del Ser. Una enigmática figura las detiene y Sibila le dirige estas palabras:

"Escucha y después dime si podemos subir allí arriba; pues esta dama, alumna de nuestra fina escuela, quisiera permanecer un poco. Y si no ves inconveniente a que ella suba para su recreo procúrale una escalera capaz de conducirla hasta allí, de una talla razonable proporcionada a su cuerpo"138.

La escalera139, símbolo universal de pasaje entre un mundo conocido y otro por conocer, está asociada también al Eje del mundo y a la gradación que caracteriza la conquista de los diversos estados jerarquizados del Ser. Nos dice A. K. Coomaraswamy:

"El Eje del Universo es como una escala por la cual se efectúa un perpetuo movimiento ascendente y descendente"140.

Además, ésta guarda una estrecha correspondencia con las Artes Liberales, las cuales son vistas como los peldaños de una escalera invisible por la que se asciende, paso a paso, desde la ignorancia hasta la identificación de las leyes con las que se establece el orden del cosmos y la final consecución del estado en el que se resuelven y unifican todos los aspectos aparentemente distinguidos de la doctrina emanada del Uno sin segundo. Al ascender la escalera se hace posible la máxima hermética de "Espiritualizar los cuerpos".

"La materia de esta escalera que ves para subir al cielo se llama 'Especulación'; y es amada por todos los espíritus sutiles. Ganarás en valor moral si la escalas; en efecto, no hay ningún escalón desde el más alto al más bajo, que no comporte un misterio singular. Y a fin que no te mantengas en la ignorancia quiero que sepas esto: de esta misma materia según el amor que lleva a la sutilidad son hechas muchas escaleras que uno escala en los deseos elevados"141. (.) "Son entregadas a los espíritus sutiles, confeccionadas para aquellos que miran alto. Cada cual recibe una escalera proporcionada a su fuerza"142.

Sibila y Cristina inician la escalada a regiones ignotas, análogas a estados de la conciencia, combinando ardor y prudencia, entrega y reconocimiento de los encuadres:

"Te es preciso subir al firmamento; otros van todavía más lejos, pero tú no tienes del todo la estatura que a ello conviene; sin embargo, sé que el defecto no es tuyo, si te falta la fuerza necesaria es porque has venido tarde a mi escuela143. ¡Venga, sube! Eres fuerte y debes esforzarte en comprender bien las bellas cosas que verás, pues vas a visitar nuevos países"144.

Y de este modo,

"Sibila delante y yo detrás, ganamos el cielo, escalón por escalón, de suerte que bien pronto, me vi ya tan alto, que me pareció, os lo aseguro, que mirando abajo veía toda la Tierra como una pequeña pelota tan redonda como una albóndiga"145.

Conquistan el primer cielo, de aire; el segundo, de fuego; el tercero de éter; el cuarto, llamado Olimpo y el quinto, Firmamento. Allí:

"Quedé invadida por un deseo tal de saber, de conocer y de contemplar todo lo que había en este lugar, que hubiese querido, si hubiese sido posible, que todos mis miembros deviniesen ojos, a fin de poder ver mejor las bellas cosas que apercibía y que Dios había dispuesto según una cierta jerarquía"146.

Cristina expone a continuación, con belleza, simplicidad y apoyándose en la simbólica astrológica, el orden del universo tal cual lo conoce y en el que se reconoce, culminando su exposición con la descripción –en la medida que ello es posible–, de la inaudible música de las esferas, símbolo de un elevado estado de conciencia:

"Me abandoné por entero a la contemplación de esta bella y noble obra de arte que cumplía exactamente su oficio, en su movimiento rápido, reglado, según una composición espléndida alojada en el interior de un recinto. En lo más grande del placer que este espectáculo me procuraba, no hay persona que pueda concebir ni decir, así hablara sin parar, la melodía y dulce sonoridad, la armonía y exquisita canción que producen los bellos movimientos celestes de estos círculos giratorios, claros y mesurados, admirablemente proporcionados, y ubicados por orden de tamaño. Dimanan un sonido dulce y sereno templado y perfecto: es la soberana música que despliega sus sublimes acordes"147.

"Entonces contemplaba estas cosas empleando todas mis facultades para el estudio, pero aún y mi aplicación, no comprendiendo todo su contenido a causa de mi inteligencia demasiado grosera"148.

Sibila la insta:

"Ven detrás mío, ven que me voy. No puedes ir más alto; no te es permitido dar un paso más allá de este cielo; en tanto que habites este cuerpo, las puertas superiores te están cerradas"149.

Por el momento no le es permitido ir más allá. Cristina sabe que hay más jerarquías celestes, a saber,

"los íntimos de Dios, colocados en nueve órdenes",

e incluso otro ámbito allende la cosmología, el de la metafísica, que aunque no lo nombra lo insinúa, mientras asume que por ahora aún no lo puede conquistar. Todo iniciado intuye en su interioridad cuál es el fin supremo de la búsqueda: la fusión con el Infinito mismo. Pero también es cierto que, atendiendo al plan del Gran Arquitecto del Universo, cada cual está llamado a seguir la vía que le ha sido trazada. Sucede que en el estado humano, si uno es tocado simbólicamente por la varita de Hermes, de entrada debe entregarlo todo, sin reservas individuales de ninguna índole150, pero asumiendo también con humildad que no podrá añadir un codo a su estatura; que se llegará en este estado de la existencia hasta donde ese plan tenga medido, y que, además, el identificar y conocer cualquier límite es lo que hará posible su traspaso, ya sea en este estado del ser o en otro. Los accesos o aperturas de la conciencia no están en manos de la individualidad sino de la Providencia.

Gracias al soporte de la escalera, descienden a un ámbito inferior151 y allí Cristina se encuentra con una corte celeste poblada de personajes simbólicos: príncipes, princesas y nobles a los que identifica como las "Influencias" y los "Destinos", esas energías sutiles que emanadas del Principio único e inmutable,

"regulan el mundo, distribuyendo el mal y el bien, la alegría y el dolor, en función de lo que les es ordenado desde las altas esferas del cielo, pues ellas no hacen más que recibir –no invento nada–, las órdenes expresas que transmiten por su intermedio allí abajo, al mundo"152.

Cuatro damas revestidas de sus atributos y acompañadas por su séquito están sentadas en sus respectivos tronos, ubicados en cada uno de los puntos cardinales; en el Oriente la Sabiduría; en Occidente la Riqueza; Nobleza al Norte y Caballería en el Mediodía. Y en el justo centro, Razón153 que con una rama de olivo en la mano derecha y una espada cortante en la izquierda, llama a Elocuencia para que proceda a dar lectura a la demanda de la Madre Tierra, Rea, Ceres o Isis. Esta última se queja de la desnudez de virtud de que adolece el mundo entero y del estado de ignorancia en el que ha sucumbido la humanidad. Razón promueve y dirige un debate celestial, en el que cada una de las cuatro damas expresa, desde su punto de vista, las razones que han conducido al mundo a este estado de degradación, así como la propuesta de una solución para restablecer el orden sobre la tierra. Razón concluye:

"Será necesario, para reconducir el mundo a la Paz, que reine un solo hombre, el cual tendrá plenos derechos para gobernar y deberá salvaguardar la paz, haciendo justicia a los promotores del desorden"154.

A continuación cada dama presenta su candidato y la enumeración de las cualidades que tal ser debe reunir. Llegados a este punto, y dada la necesidad de no extendernos en demasía, alentamos al lector a pasearse por las páginas en las que Sabiduría toma la palabra y muestra, haciendo honor a su nombre, su supremacía en el orden celeste y su incidencia directa sobre el mundo, pasajes todos ellos de gran inspiración y belleza155.

Al final, se toma la resolución –gracias al consejo e intercesión de un sabio– de transmitir los resultados del debate celeste a la Tierra, y en concreto a la corte de Francia, que se estima como la más idónea –justamente por la sabiduría, honor, elocuencia, nobleza de carácter y dignidad de sus miembros–, para llevar a cabo la máxima alquímica de 'corporeizar los espíritus', o lo que es lo mismo, de hacer que las influencias celestes, verdaderas regentes del universo surgidas del Principio, se concreten en la substancia del mundo. Alguien deberá actuar como intermediario. Sibila propone a Razón que sea Cristina:

"He venido ante vos para proponeros una persona perfectamente conveniente para ejecutar la tarea de mensajera (.) Aparece en un buen momento, pues esta mujer vive en Francia y es discípula de nuestra escuela"156.

Razón, después de aplomarla, le dirige estas palabras:

"Cristina, querida amiga, que amas la ciencia, tu referirás nuestros debates tal cual los has entendido, allí, en el mundo, a los grandes príncipes franceses. Salúdalos de nuestra parte; después diles que les confiamos este debate como a la soberana parte del mundo y que les encargamos deliberar con justicia quién debe gobernar y tener el honor, el poder y la más grande gloria de la tierra: si la nobleza, o bien la caballería, la sabiduría o la riqueza"157.

Y con este encargo y la promesa de fidelidad y diligencia de la mensajera, Sibila la conduce hasta la escalera, por la que desciende y retorna de nuevo a su enclave, después de un extraordinario viaje con el Pensamiento.

"Llegué abajo, y me pareció que me llamaba aquélla que me había portado en su seno, golpeando la puerta de mi habitación. Mi madre se extrañó de encontrarme todavía en la cama, pues ya era tarde; me desperté"158.

En este poema Cristina se ha revelado, de forma muy sutil y con los convenientes recaudos para no ser tildada de herética por el dogmatismo religioso de su época, como una afiliada a la corriente del Hermetismo, el cual irrumpe con fuerza en su vida a través de las enseñanzas que le transmitiera su padre y de las muchas lecturas de los sabios que ella misma cita en su poema (ver nota 128). Cristina recibe, aunque sea a veces de forma incompleta como ella misma reconoce, la doctrina emanada del dios Hermes, esto es, el saber perenne de donde mana la cultura occidental. De sus palabras se desprende que esta mujer va más allá del punto de vista exotérico y que participa de una visión esotérica o interior de la realidad de las cosas. El final del poema que hemos desgranado, altamente simbólico, demuestra hasta qué punto se halla identificada con las funciones del dios Hermes, pues ella misma encarna en su propia piel la función de mensajera divina y la alta misión de transmitir a la humanidad de su tiempo –ya muy caída en la ignorancia y en la negación de la espiritualidad– la necesidad del restablecimiento de un nuevo orden universal, ejercido por lo que en términos tradicionales ha venido a denominarse "Rey del Mundo", que no es sino el símbolo de la Inteligencia Universal, surgida del Principio Supremo y cuyo poder ordenador y regulador es capaz de equilibrar y armonizar todas las tendencias cósmicas aparentemente discordantes u opuestas en la justa inmutabilidad del centro159. No podríamos asegurar hasta que punto Cristina era conocedora de la integridad de la doctrina tradicional de los ciclos cósmicos y de su íntima relación con la autoridad espiritual y el poder temporal, pero de lo que sí estamos seguros, pues así lo atestigua su obra, es que vislumbró y transmitió en la medida de sus posibilidades ciertos aspectos de dicha doctrina y que además intentó buscar aplicaciones prácticas.

Los tiempos históricos en los que vive Cristina de Pizán son ya muy próximos a la fase terminal de lo que en la terminología hindú se conoce como Kali Yuga idéntica a la Edad de hierro de los griegos, momentos oscuros en los que los seres humanos del siglo XXI vivimos inmersos de lleno. Esta mujer de finales del Medioevo, apoyada en la certeza interior y en el estudio del corpus doctrinal, aún confía en la posibilidad de la restitución de un orden exterior de amplio alcance, reflejo del enderezamiento interior promovido por la influencia espiritual de la Inteligencia Universal en el corazón o conciencia de los seres humanos abiertos al mensaje edificante de la Verdad.

Actualmente, la cosa está mucho más cruda. Nos sumamos a las palabras de Federico González, aparecidas en la carta editorial del número 23-24 de la revista SYMBOLOS:

"En todo caso se puede afirmar sin equivocarse que nuestra ubicación y, en general, el planteo de nuestra vida cambia si aceptamos como definitivo el que estamos en una etapa avanzada del Kali Yuga, y que por lo tanto es ya inevitable la caída e innecesaria cualquier acción de tipo social, por el mismo hecho de que nada podemos hacer más allá de operar en la individualidad o en un pequeño –pequeñísimo– grupo. Desde luego aceptar esto –que nos ha sido enseñado– es muy doloroso, es decir, que esta humanidad se autocondena y que no quedará nada de ella. Es un alivio, sin embargo, reconocer que, por alguna razón eso forma parte del plan divino, y que nosotros no tenemos ninguna responsabilidad en ello."

Más bien de lo que se trata ahora es de preparar el Arca que albergue las semillas del nuevo ciclo, arca que entre otras cosas es símbolo del receptáculo, de la vacuidad, de la tierra virgen que espera ser fecundada con los gérmenes rescatables de este tiempo exhausto y cuya germinación representará el enderezamiento espiritual parejo al nacimiento de un Nuevo Mundo.

Es menester que el alma se torne receptiva, pasiva, silente.

"Todo esto no debe quitarnos la Esperanza y la verdadera Fe en un mundo futuro, virginal y nuevo, con la frescura de otro amanecer, al que debemos arribar por medio del sacrificio que antecede a cualquier gestación, y aun del sufrimiento que caracteriza a toda re-generación, y donde el dolor, la pobreza, la enfermedad, la ignorancia y la muerte han sido de una vez por todas abolidos por la misericordia divina contemporáneamente con la entrada al Paraíso de una Edad de Oro, tanto para nosotros como para nuestros semejantes"160.


Vías iniciáticas Mujeres en el Medioevo 
Cont. (4)

NOTAS
137 Identificamos todos estos lugares como enclaves altamente significativos en los que se sembró y fructificó la Tradición Hermética y la Judeo-Cristiana. Respecto al límite del Preste Juan, ver: René Guénon. El Rey del Mundo. Luis Cárcamo, Editor. Madrid, 1987, pág. 16-17. También se puede consultar la nueva edición de este libro publicada por la editorial Paidós.
138 Christine de Pisan, Le Chemin de Longue Étude. pág. 183.
139 Sobre la simbólica de la escalera ver de René Guénon, "El simbolismo de la escala" en Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, Eudeba, Buenos Aires, 1988, pág. 293. De este artículo extraemos: ". Se ve que la escala ofrece, así, un simbolismo muy completo; es, podría decirse, como un 'puente' vertical que se eleva a través de todos los mundos y permite recorrer toda su jerarquía, pasando de peldaño en peldaño; y a la vez, los peldaños son los mundos mismos, es decir, los diferentes niveles o grados de la Existencia universal". Este libro también ha sido reeditado por Paidós.
140 A. K. Coomaraswamy, "The Inverted Tree", citado por René Guénon en Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, capítulo LIV ("El simbolismo de la escala"). Ed. Eudeba. Buenos Aires, 1988, pág. 294.
141 Le Chemin de Longue Étude, pág. 187.
142 Op. cit. pág. 187.
143 Ibid. 189. Se podría uno preguntar: ¿A qué escuela se está refiriendo la Sibila? Según todo lo que se nos ha ido revelando en este poema, ¿no es acaso el Colegio iniciático que bajo distintos ropajes en el devenir temporal, congrega a todos los llamados y elegidos a seguir y aprehender los misterios de la cosmogonía, antesala de la Metafísica? Y por tanto, ¿no es cierto que nos encontramos con pistas cada vez más evidentes de la adscripción de Cristina a la saga de iniciados de la Tradición Hermética? Sigamos conociendo su obra, y la respuesta caerá por su propio peso.
144 Ibid. pág. 189.
145 Ibid. pág. 189.
146 Ibid. pág. 195.
147 Ibid. pág. 207. ¡Cuantos autores tradicionales nos han hablado de esta música del universo! Desde Pitágoras y Platón pasando por Escipión y el mismo Shakespeare, por citar sólo algunos.
148 Ibid. pág. 207.
149 Ibid. pág. 209. ¿Cómo acceder a esas regiones supremas? La Tradición nos dice unánimemente que sólo es posible invocando esa facultad superior, suprahumana pero experimentable por el hombre, que se llama Intuición Intelectual o Intelecto Puro, que ya nada tiene que ver con el cuerpo, es decir, con las experiencias sensoriales, ni incluso con las de orden psíquico, sino que pertenece al ámbito puramente espiritual.
150 Recordemos el célebre pasaje del Evangelio de San Mateo XIX, 16 sobre el joven rico.
151 "En ciertos casos se encuentra también el símbolo de una escala doble, lo que implica la idea de que la subida debe ser seguida de un redescenso; se suben entonces, por un lado, peldaños que son 'ciencias', es decir, grados de conocimiento correspondientes a la realización de otros tantos estados, y se bajan del otro lado por peldaños que son 'virtudes', es decir, los frutos de esos mismos grados de conocimiento aplicados a sus niveles respectivos". René Guénon. "El simbolismo de la escala" en Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, Eudeba, Buenos Aires, 1988, pág. 295, y también en la nueva edición de Paidós.
152 Ibid. pág. 213.
153 Razón, asociada no tanto a la facultad mental puramente humana, sino a la ratio, esto es, al rayo o radio que simbólicamente conecta la periferia de la circunferencia con su centro, o también, al eje invisible que pendiendo de la estrella polar atraviesa todos los mundos desde el Zenit al Nadir. Dice Cristina: "Está exenta de toda corrupción, reina sobre los otros, sabia, recta, y bienhechora. Mensajera de Dios Padre, testimonio de la presencia del Espíritu Santo, ella refiere del cielo todo lo que le es sugerido."
154 Ibid. pág. 267. La simbólica del Rey del Mundo está ampliamente estudiada por René Guénon en el libro que precisamente lleva por título El Rey del Mundo y del que hemos dado referencia en la nota 137. De éste extraemos: "Por lo que acabamos de decir, ya se puede comprender que 'el Rey del Mundo' debe tener una función esencial ordenadora y reguladora (y se observará, no sin razón, que esta última expresión tiene la misma raíz que rex y regere) función que puede resumirse en una palabra como la de 'equilibrio', o la de 'armonía', lo que se traduce precisamente en sánscrito por el término Dharma: lo que entendemos por ello es el reflejo, en el mundo manifestado, de la inmutabilidad del principio supremo". (Op. cit. pág. 21-22).
155 Ofrecemos solo algunos de estos fragmentos: "Que nada es más digno de alabanza, ni más provechoso que la ciencia, es evidente todos los días; pues, en tanto que el mundo continúe girando, si no está regido por el orden, tenderá a la confusión; sin orden nada perdura, nada se fija. ¿Y de dónde viene el orden? ¿No es si no de su amiga la sabiduría?" pág. 387. "El espíritu del sabio jamás será agitado por nada ni desviado de su recta línea." pág. 395. "Es ella [la Sabiduría] quien puede lo mortal, transmutar en inmortal; la humana y transitoria vida, en gloria perfecta." pág. 397. "El dios de los dioses, en quien depositó su confianza, fue en la Sabiduría (.) Los ancianos filósofos, hombres sabios y admirables, hicieron poner en sus templos la imagen de la Sabiduría sosteniendo noblemente su cetro; se la reconocía a la entrada del santuario." pág. 407.
156 Ibid. pág. 461.
157 Ibid. pág. 463-465.
158 Ibid. pág. 467.
159 Para ampliar información y conocimientos sobre esta idea, ver el libro anteriormente citado de René Guénon, El Rey del Mundo, que aporta numerosas claves sobre esta cuestión tan trascendente. De él extraemos: "Este nombre, por otra parte, no designa en absoluto a un personaje histórico o más o menos legendario; lo que designa en realidad es un principio, la Inteligencia cósmica que refleja la luz espiritual pura y que formula la Ley (Dharma) propia de las condiciones de nuestro mundo o de nuestro ciclo de existencia; y es al mismo tiempo el arquetipo del hombre considerado especialmente en tanto que ser pensante (en sánscrito mânava)". Pág. 13-14.
160 Federico González, Carta Editorial de la revista SYMBOLOS Nº 23-24: "René Guénon II". Barcelona, 2002.

 
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