SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis


MEDALLONES DE DAMAS HERMETICAS:
III
El Camino del Largo Estudio y el Arte de la Construcción. Cristina de Pizán (1364-1430) (2)
MIREIA VALLS

El Camino del Largo Estudio
El Camino del Largo Estudio es el título que da nombre a una obra central de Cristina y simultáneamente a aquella actividad a la que se entrega toda su vida sin reservas. Dejemos que este poema111 nos penetre y reconozcámonos en él, pues aunque escrito en un estilo acorde con los cánones y formas de la época, la rica simbólica que presenta nos habla de un saber atemporal y de una conquista universal. Interesa sobre todo por la simbólica que rescata, por las imágenes que promueve, por los mitos que vivifica, por su didáctica, por la saga de sabios, filósofos y poetas que atestigua como maestros y predecesores en la transmisión de los arcanos universales, por el uso de la poesía –lengua de los dioses–, y por la universalidad de las ideas que Cristina, reconociéndolas en sí misma, es capaz de transmitir a sus lectores-herederos.

Una joven dama112, que no es sino ella misma, viuda desde hace un tiempo, está encerrada en su estudio y se queja de los avatares que le ha deparado Fortuna. Con ánimo decaído invoca a la luz para que le envíe el consuelo a través de alguna lectura; recibe entre sus manos De la consolación de la filosofía de Boecio, la va leyendo y reflexiona. Ya entrada la noche se acuesta, y no pudiendo conciliar el sueño se adentra en una profunda meditación sobre el estado de disolución y destrucción que afecta al mundo entero113:

"Todo estalla en rebelión; no se trata solamente de los hombres, sino de todas las criaturas vivientes: y también los elementos se disputan de esta manera"114,

pues:

"Bajo el firmamento, todo se libra a la guerra"115.

Finalmente se duerme y tiene una extraña visión:

"No era una ilusión, sino por el contrario, el signo tangible de una cosa verdadera y segura"116.

Se le aparece la Sibila de Cumas117, la cual, después de darse a conocer y comunicar su alta función espiritual, le dirige estas palabras:

"Por la calidad de tu inteligencia, que veo hábil en concebir, te amo"118. (.) "En el presente –aunque tú no puedas pretender una vasta erudición–, me he manifestado a ti, pues te veo dispuesta a recibir mis palabras. Verás por qué aparezco en este preciso lugar; tu actitud me hace pensar que has prestado más atención al estudio que la gente"119.

Y por eso le ofrece su guía, protección y maestrazgo. Cristina le responde:

"¡Ah, mi muy querida y distinguida amiga de sabiduría, del colegio del gran saber de las mujeres que profetizaron por la gracia divina, y que, en tanto que depositarias de los secretos de Dios, hicieron conocer los misterios! (.) Quiero seguiros, sea cual sea la vía, pues sé con certeza (¡Dios me asista!) que vos no me conducirías más que a un lugar benéfico y que me plazca. Soy pues vuestra humilde camarera. ¡Id delante! ¡Yo iré detrás! ¡Es preciso que me levante con apresto!"120.

Y emprenden un viaje mítico121.

La Sibila y su discípula cruzan campos verdes y floridos hasta llegar a los pies de una montaña alta y eminente de la que fluye una fuente de aguas cristalinas en la que se bañan nueve mujeres desnudas. Sopla el Céfiro inspirando a los árboles una dulce melodía; cantan los ruiseñores e infinidad de pájaros. Cristina, entonces, interpela a su guía:

"Dulce maestra que me conducís por la vía que tanto había deseado, ahora os suplico, en nombre del amor por el que guiáis hacia la ciencia, que me instruyáis en todo sin dilación. Oh, dama versada en letras, decidme dónde estoy, en qué país y la naturaleza del lugar y de este sendero, pues tengo gran confianza en vos"122.

La Sibila le contesta que este es el camino reglamentado por la Ciencia y que

"aquél que desee seguirlo debe mostrarse diligente"123.

Pues:

"Los perezosos aquí no tienen nada que hacer, ya que el lugar está reservado a los que se esfuerzan por comprender y se deleitan en aprender"124.

Y engarzando las propias palabras versadas por Cristina, poco a poco se desvelan los misterios de este enclave simbólico. Cuenta Sibila:

"La montaña alta y soberbia que ves levantarse ante ti se llama el Parnaso; otras gentes la denominan igualmente 'Helicón'. La fuente que tiene próxima es aquella cuyo nombre y grandiosidad es célebre: se llama la Fuente de la Sabiduría." (.) "Te voy a decir el nombre de las damas que en ella se bañan y que contemplas con atención: se llaman las nueve Musas. Gobiernan la fuente, que es bella, límpida y sana; allí tienen la santa escuela que da a luz a la gran ciencia"125.

Y prosigue Sibila:

"Así puedes comprender la naturaleza de este lugar, pues el espíritu sutil dotado de entendimiento no precisa de gran intérprete para explicar todo lo que dice el autor"126. (.) "Estos caminos que ves revestidos de verdor por donde corren los brillantes arroyos, en lo alto, sobre las más bellas vistas, son los caminos donde los filósofos iban antaño a hablar a esas damas, ya que deseaban beber del agua dulce que les avaló su reputación de sabiduría"127. (.) "Puedes ver alrededor lugares extremadamente bellos y graciosos, donde la raza de los filósofos habitaron sus alturas. Contempla estos lugares hermosos y puros a donde venían Sócrates128 y Platón, Demócrito y Diógenes; el gran filósofo Hermes frecuentaba también asiduamente este lugar."129

Continuando:

"Ahora te he enseñado toda la verdad de este buen lugar y de la ubicación de la fuente de la ciencia, donde uno aprende astrología, y donde la filosofía tiene sus cuarteles; allí residía antaño Palas, y creo en efecto que allí está todavía ya que permanece inmutable a través del tiempo. Este lugar contiene igualmente toda la ciencia que los sabios siembran por el mundo. En tu vida entera, no podría decirte todas las grandes virtudes del camino en que nos encontramos; pero te diré su nombre: sepas que se llama 'Largo Estudio'. Ningún grosero entra, ni ningún villano lo puede franquear; sepas que lo amo por estas razones. Está reservado a los corazones nobles, y fue concebido por los espíritus sutiles"130.

Y Cristina se dice a sí misma:

"Me complací mucho de entender estas palabras; esta vía era, pues, el 'Largo Estudio'. Supe bien dónde estaba en el presente y que debía reconocer por mí misma el camino, aunque Sibila me lo señalara con el dedo, pues ya anteriormente lo había frecuentado, aunque nunca lo había ascendido por aquí"131.

Antes de proseguir, un inciso a propósito del gran valor que nuestra escritora concede a la certeza y a la experiencia, es decir, a la necesidad de encarnar lo que se conoce, lo cual da muestra de su amplitud de miras y de la búsqueda intelectual que emprende. Ella misma dice un poco más adelante acerca de las enseñanzas que le transmite Sibila :

"Me esforzaba en comprender sus explicaciones, pues deseaba ardientemente aprenderlas"132.

Todo conocimiento es vano si no promueve una identificación con lo que se conoce. Además, en el libro La Ciudad de las Damas pone en boca de las tres Damas que la visitan lo siguiente:

"Nos ha dado pena tu desconcierto y queremos sacarte de esta ignorancia que te ciega hasta tal punto que rechazas lo que sabes con toda certeza para adoptar una opinión en la que no crees, ni te reconoces, porque sólo está fundada en los prejuicios de los demás"133.

La entrada en una vía de Conocimiento supone la toma de conciencia de la gran ilusión de toda la manifestación, lo que va aparejado a un desprendimiento de todos los prejuicios heredados del medio sociocultural, familiar, histórico y geográfico en el que el ser individual ha nacido y crecido y que lo han convertido en un personaje encadenado a lo efímero y contingente. Es menester, entonces, operar una vacuidad, imprescindible para ser fecundado por el mensaje vivificador y regenerador de la tradición, palabra que significa transmisión y simultáneamente aceptación y conformidad con la enseñanza recibida. ¿Qué puede uno recibir de nuevo si ya está completamente lleno? Por otro lado, si uno se descubre copado de ilusión, ¿cómo no promover la vacuidad para poder acoger entonces las semillas de la doctrina, verdadero germen cuyo desarrollo y crecimiento conducirá al conocimiento de las leyes conforme a las cuales se establece el orden del cosmos (en su vertiente macro y microcósmica) y cuyo último traspaso posibilitará la fusión o identificación con lo único Real? Además, en este sendero se dice que nadie puede hacer el recorrido por uno mismo, y que la encarnación de las ideas pasa por experimentarlas verdaderamente en la intimidad del ser, o lo que es lo mismo, que sólo hay realización espiritual si la doctrina es vivificada con la conciencia y si se experimenta la certeza, vehículo directo de la influencia espiritual que irá abriendo las puertas del Pensamiento hacia regiones o continentes cada vez más sutiles, transpersonales y arquetípicos.

En el fondo el ser humano sabe todo134, pero ha olvidado135. Su labor, entonces, consiste más bien en recordar mientras se sacude el polvo que cubre la joya oculta en el interior de su corazón. Aunque no es imprescindible, se diría que resulta inestimable una indicación o insinuación del camino a seguir, y el ser obsequiado con las herramientas, soportes o claves para emprender la marcha hacia el encuentro del Sí mismo. Cristina reconoce la necesidad de intermediarios, de energías sutiles o maestros exteriores para despertar al verdadero y único maestro, el interior, esa energía llamada Inteligencia Universal que desvela, discrimina y guía hacia el Conocimiento Supremo. Dice la escritora en otro pasaje:

"¡Estoy loca! ¡Santa María! ¡Soy como las vacas de Barbaria que no reconocen a sus terneros! Anteriormente ya había visto estos soberbios lugares sin tomar ningún gusto en ellos; al contrario, los estimaba bien poco. Pero nadie me había enseñado jamás el nombre de este agradable enclave, salvo en la medida en que recordé que Dante de Florencia lo menciona en el libro que compuso, inaugurando un bello estilo. (.) Dante pronunció con mucho celo estas palabras: ¡Que me ayude el Largo Estudio!."136.


Cristina de Pizán. El Camino del Largo Estudio II
Cont. (3)

NOTAS
111 Presentamos por primera vez en castellano fragmentos de esta bella obra, proponiendo una versión libre en prosa, pero eso sí, procurando en todo momento ser fieles al sentido que plasmó la autora.
112 En muchos de sus escritos, Cristina parte de su propia vida, reconociéndose como el sujeto y el objeto de sus investigaciones. Sus relatos o poemas están en primera persona, pues a partir del Renacimiento ya son pocos los escritos anónimos, lo cual no debe entenderse como un afán de protagonismo por parte de los autores tradicionales (cosa que en gran parte es así entre los escritores que se desvinculan de las raíces sagradas de su cultura y no pretenden más que destacar y exponer parcialidades propias de sus elucubraciones personales), sino como una necesidad de posicionamiento y protección por parte de los verdaderos hombres y mujeres de conocimiento ante las cada vez más extendidas usurpaciones, plagios, burdas imitaciones o tergiversaciones del legado tradicional a las que se ven sometidos.
113 ¿No es esto la muestra de un cierto conocimiento, aunque sea parcial, por parte de esta autora, sobre el estado caído y terminal de la civilización occidental, que en nuestros días ya ha llegado a su fase terminal? Para ampliar conocimientos sobre la doctrina de los ciclos cósmicos ver los números 15-16 a 21-22 que la Revista SYMBOLOS ha dedicado íntegramente al estudio de esta rica simbólica, tan universal como actual y que ya hemos citado en una nota anterior.
114 Christine de Pizan. Le Chemin de Longue Étude. Librairie Générale Française. Lettres gothiques. Paris, 2000, pág. 111.
115 Op. cit. pág. 107.
116 Ibid. pág. 115. Se trata aquí del sueño como la simbólica idónea para expresar la ruptura de nivel y el acceso a estados más sutiles del ser, cada vez más libres e incondicionados es empleado aquí por Cristina, así como por otros autores y autoras, algunas de las cuales tendremos oportunidad de conocer en estos Medallones.
117 La Sibila de Cumas es un personaje mítico, que junto con otras seis, o nueve, según las fuentes, constituyen las entidades femeninas conocedoras del pensamiento divino, y por tanto, de los misterios más profundos. Estas se revelan a los hombres como profetisas, poetas, instructoras y civilizadoras, guías en el camino iniciático y son voces de la Verdad, así como de otras altas funciones. Para ampliar el tema ver de la misma autora en su libro La Ciudad de las Damas el Libro II, capítulo I dedicado a estas féminas.
118 Christine de Pizan. Le Chemin de Longue Étude Librairie Générale Française. Lettres gothiques. Paris, 2000, pág. 117.
119 Op. cit. pág. 126-127.
120 Ibid. pág. 127-129.
121 Seguramente que este inicio nos ha recordado el periplo seguido por Dante y su guía Virgilio en el libro La Divina Comedia, obra central de la cultura occidental, que como veremos guarda similitudes y correspondencias con la aventura de Cristina conducida por la Sibila de Cumas.
122 Ibid. pág. 139.
123 Ibid. pág. 143.
124 Ibid. pág. 143.
125 Ibid. pág. 147.
126 Ibid. pág. 147.
127 Ibid. pág. 147. A propósito de las Musas, inspiradoras de poetas y filósofos, recordamos este bello Himno de Proclo que les está dedicado:

"Cantemos la luz que lleva por el camino / Del retorno a los hombres; / Glorifiquemos a las nueve hijas del gran Zeus, / De luminosas voces; / Cantemos a estas vírgenes que, / Por la virtud de las puras iniciaciones que / Provienen de los libros, despertadores de inteligencia, / Arrancan de los dolorosos sufrimientos de la tierra, / A las almas que yerran en el fondo de los pozos de la vida."

128

Sólo a título de ejemplo anotaremos algunos nombres más de los filósofos, poetas, hombres de ciencia y sabios dirigentes así como personajes míticos, que Cristina designa en su obra y que constituyen los engranajes de la áurea cadena de transmisores de la Filosofía Perenne: la cúspide de la montaña está ocupada, según nuestra autora, por Aristóteles, al que siguen Platón, Sócrates, Demócrito, Diógenes, Hermes Trismegisto, Anaxágoras, Séneca, Cicerón, Ptolomeo, Avicena, Dante, Bocaccio, Virgilio, Homero, Horacio, Orfeo, Juvenal, Boecio, Apolonio, Alejandro Magno, Julio César, Escipión el Africano, Alfonso X el Sabio, Carlos V, Plutarco, Apuleyo, Valerio Máximo, Fulgencio, San Agustín, San Jerónimo, San Bernardo, Salomón, el rey Arturo, Merlín, la Sibila de Cumas, las Musas, Palas, Rea, Isis y algunos más.

129 Ibid. pág. 149. Resaltamos especialmente esta primera mención a Hermes Trismegisto, personaje o entidad mítica conocedora de las tres partes de la Sabiduría de la tierra, detentador y transmisor de los misterios de la cosmogonía y educador de los hombres, que con distintos nombres ha sido conocido por todos los pueblos.
130 Ibid. pág. 154-155.
131 Le Chemin de Longue Étude, pág. 155.
132 Ibid. pág. 203.
133 La Ciudad de las Damas, pág. 66.
134 No en tanto que mortal, sino en tanto que ser que alberga en su seno, en la cavidad más recóndita del corazón, símbolo del centro del mundo, a la deidad misma.
135 En el poema de Cristina se reconoce claramente la influencia de las ideas neoplatónicas, tanto del mito de la caída como por el de la reminiscencia, abordados por Platón en el Menón y en Protágoras.
136 Op. cit. pág. 155.

 
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