Grabado en madera, s. XV
 
NOTAS DE LECTURA
CHARLES-ANDRE GILIS
El número especial de Connaissance des Religions sobre Frithjof Schuon contiene, además de estudios y testimonios un tanto convencionales, inevitables en este tipo de publicaciones, una "aproximación biográfica" debida a la pluma del Sr. Jean-Baptiste Aymard, que ocupa más de una cuarta parte de las trescientas páginas de que consta el volumen. Su importancia está subrayada por el hecho de que su título, "Frithjof Schuon 1907-1998, Conocimiento y Vía de Interioridad", ha sido retomado para el conjunto del número. Esto está justificado, dado que el interés de este texto es considerable, ya que contiene un gran número de nuevas indicaciones y de documentos inéditos. Antes de examinar su contenido, debemos agradecer al Director de este Dossier especial el haber aceptado incluir un estudio que habíamos redactado para esta ocasión, a pesar de las críticas y reservas que formulábamos acerca de cuestiones esenciales. Añadimos nuestro agradecimiento al Sr. Jean Canteins por las amables declaraciones que nos ha dirigido públicamente a propósito de este trabajo. 

El estudio del Sr. Aymard es destacable por las precisiones que aporta sobre la carrera iniciática de Frithjof Schuon, que comprende cuatro grandes momentos: su iniciación por el Sheikh al-Alawi en Mostaganem en 1933; la actualización en sí del Nombre "Allah" el mismo día de la muerte del Sheikh en 1934; su designación como moqqadem por el Sheikh Adda, sucesor del Sheikh al-Alawi, en 1935; y finalmente, el siguiente año, "la certeza fulgurante e intrínseca de que él está investido de la función de Sheikh". La regularidad de estas investiduras sucesivas, a menudo tan injustamente cuestionadas, es sacada a la luz, y uno no puede más que estar agradecido al autor. Resulta sorprendente la atención más que benevolente con la que René Guénon sigue este proceso y lo dirige de una forma visible y a la vez secreta. El vínculo que en ese momento existe entre la función de Frithjof Schuon y la de René Guénon es evidente, apareciendo la figura del primero como complementaria de la del segundo1. Ciertas coincidencias son verdaderamente asombrosas: en 1932, René Guénon envía a Frithjof Schuon una carta donde le aconseja "ir a Mostaganem a ver al Sheikh Amed ben Aliua, a quien usted podrá presentarse de mi parte2"; pero al mismo tiempo, antes de recibir esta carta, Frithjof Schuon decide hacer lo que en ésta se le sugería, después de acontecimientos imprevisibles que suceden en Marsella, en un momento en el que él "soñaba todos los días en partir hacia la India". Más tarde, René Guénon dirá que esta "coincidencia" no es más que algo muy normal, pero es necesario entender que es "muy normal a los ojos de alguien que ejerce una función eminente en el orden del Taçawwuf o 'gobierno esotérico de los asuntos del mundo'". He aquí un excelente ejemplo de lo que este tipo de funciones, con frecuencia desconocidas por ignorancia o por propio interés, implica en realidad. Es importante subrayar que estas funciones comportan también una Bendición (Baraka) que les es propia; su presencia nos parece muy palpable en este caso. Más tarde, cuando Frithjof Schuon se separa de René Guénon, esta Baraka le es retirada. Para nosotros, es el carácter inédito de las indicaciones referentes a este dominio lo que confiere a este número especial todo su valor. Destaquemos las principales: 

– en referencia a René Guénon: "En cuanto a indicar a cualquiera una vía de 'realización', eso es algo que debo prohibirme rigurosamente; no puedo aceptar 'dirigir' a nadie, ni siquiera darle simples consejos particulares, pues ello está fuera del rol al cual debo ceñirme3".4 La función de René Guénon, no se repetirá nunca lo bastante, no es del mismo orden que la de Frithjof Schuon. Toda comparación entre las dos obras que no tenga en cuenta este elemento esencial, reposa sobre un malentendido. 

– en referencia a Frithjof Schuon, esta indicación del Sr. Alvin Moore: "siguiendo una sugerencia de M. Pallis le pedimos una vez que dedicara una monografía al Cristianismo. Su respuesta categórica, formal, e inmediata fue que no tenía autoridad para ello.5" Esta precisión coincide con lo que nosotros mismos escribíamos en ese mismo número: "Hace medio siglo que su función y su obra6 han perdido casi toda significación desde el único ámbito que importa: el enderezamiento tradicional del mundo occidental desde la perspectiva abierta de René Guénon"7. Este era un juicio severo, pero que confirmaba por lo menos que esta función y esta obra habían conservado hasta el final un cierto significado, el cual nos parece residir en el hecho de que para mentalidades marcadas por un punto de vista particular y metafísicamente reductor de la teología cristiana, los escritos de F. Schuon tienen la virtud especial, ligada a la naturaleza "maryami" de su realización, de dar a entender, en la medida de lo posible, que se trata de una doctrina universal. A este respecto, el homenaje más verdadero que figura en este número es sin duda el del Sr. James Cutsinger, autor de un estudio en inglés sobre F. Schuon, cuya contribución se titula: "Le Mystère des deux Natures"8. Quizás volveremos sobre ello en otra ocasión. 

– en referencia a Louis Massignon, este texto de F. Schuon citado por el Sr. Olivier Dard9: "(A Massignon) no le gustaba Ibn Arabi, aunque existen circunstancias atenuantes a este hecho, tanto más cuando esta opinión es compartida por ciertos musulmanes, además de que éste sentía un gran amor por El-Hallaj. He sentido algunas veces haber roto mis relaciones con él, bajo la presión ejercida por René Guénon, que tenía respecto a él singulares prejuicios. Debo añadir que en Massignon había una envergadura humana hecha de inteligencia y de nobleza que le situaba muy por encima de ciertos "metafísicos" guenonianos, cuya ciega arrogancia da buena cuenta de su pequeñez". Este texto, que sobrepasa verdaderamente todos los límites, fue "extraído de una versión inédita del estudio publicado bajo el título 'Algunas críticas' dentro del Dossier H dedicado a René Guénon". La publicación de este estudio, aparecido en 1984, ¿no habría perjudicado suficientemente a su autor hasta nuestros días?10 Si hay ciegos, son los admiradores excesivamente celosos11, quienes perjudican todavía más la imagen de F. Schuon creyendo servirlo. Es penoso que los escritos de Ibn Arabi y El-Hallaj sean evaluados aquí en términos de "amor", pero a nuestro entender hay ahí algo más grave. Si mencionamos a Massignon en este contexto es porque forma parte de esos extraños personajes que a principios de este siglo fueron llamados a jugar un papel en el "plan divino" relacionado con la manifestación de la función de René Guénon. Todo el secreto relacionado con su caso y su carrera provienen del modo en que fue apartado –por motivos inherentes a ciertos "errores"12 de su persona– de su vocación inicial. Este extracto que acabamos de citar muestra claramente que F. Schuon gozaba de la "protección" de René Guénon cuando seguía sus consejos, mientras que se exponía al error en cuanto se apartaba de ellos, ya que no hay nadie hoy en día, particularmente entre los islamólogos13, que dé ningún crédito a las tesis de Massignon sobre Hallaj. René Guénon no tenía ningún "singular prejuicio" respecto al célebre orientalista; la verdad es que conocía perfectamente su caso y disponía, allí como en cualquier otra parte, de criterios de juicio verdaderos. En este caso como en otros, constatamos una perfecta armonía entre la ciencia interior de René Guénon y la de Michel Vâlsan quien más adelante aportaría elementos complementarios relativos a esta cuestión: en su estudio sobre las Références islamiques du Symbolisme de la Croix, hace observar que Massignon no dudaba en desnaturalizar el sentido de los textos de Ibn Arabi con el fin de "¡poner en boca de éste el elogio a una doctrina de la que él no quiere sino mostrar, por el contrario, las limitaciones!"; y, en una nota titulada Sur le Cheikh al-Alawi, Michel Vâlsan escribe asimismo que el caso de Hallaj había sido utilizado "finalmente, pero no sin distorsión, como una sutil máquina de guerra contra el Islam en su conjunto".14 

– en referencia a Michel Vâlsan: cuando éste, de total acuerdo con René Guénon, con quien mantenía una estrecha relación, declaró su independencia respecto a Frithjof Schuon, escribió a éste último una larga carta (más de veinte páginas en letra pequeña) donde le exponía las razones de su ruptura. Este documento, que se puede calificar sin exageración de magistral, revela una ciencia incomparable de las funciones y de las reglas iniciáticas; sería vano buscar la más mínima equivalencia en la obra de Frithjof Schuon.15 El Sr. Aymard, que sabe muy bien que esta carta es impublicable, principalmente por razones jurídicas, aprovecha para ocultar su naturaleza reduciendo las cuestiones de principio a consideraciones de orden individual: "No sin vehemencia, Vâlsan le dirige una larga acusación en forma de epístola y de amonestaciones que le hieren profundamente".16 Todos aquellos que han tenido el privilegio de conocer esta carta decisiva saben bien que no era ofensiva, ni en su tono ni en su intención; que era, por el contrario, muy considerada en su forma y daba muestra de un gran escrúpulo tradicional. La misma presentación tendenciosa se reencuentra en la continuación del texto17: "Algunos años más tarde –en l958– Michel Vâlsan se traslada a Lausanne y, en un gesto de magnífica humildad, se excusará de todo lo que había pasado18 antes de proponer reintegrar su grupo". Nosotros desmentimos categóricamente esta insinuación. La carta mencionada anteriormente se refiere a los principios fundamentales de los que Michel Vâlsan jamás se apartó, por poco que fuera, hasta el fin de su vida, puesto que se referían directamente a su propia función. La conducta de el Sr. Aymard es engañosa y sospechosa.19

Dicho esto, cabría preguntarse: ¿cuál será el porvenir de eso que algunos llaman el "mensaje"20 schuoniano? En el estudio que publicamos en ese número, declarábamos especialmente21: "Sobre el plano doctrinal, se nota, en la obra schuoniana, una ausencia total de referencia al Rey del Mundo y a la enseñanza relativa al Centro Supremo, así como una ocultación de la doctrina del Califato mohamediano que es su equivalente islámico. Cualesquiera que sean las razones, resulta de ellas una enseñanza truncada y unilateral, en detrimento del interés que presentaba por otro lado". A partir de ahí, vemos dibujarse hoy en día lo que hay que denominar "schuonismo", término que se aplica, no a la obra de Frithjof Schuon, sino a la manera en que es comprendida por sus partidarios. La característica más visible de esta tendencia es que tiene necesidad, para subsistir, de referirse constantemente a René Guénon. Esto constituye una verdadera obsesión22, ligada a la necesidad ineludible de determinarse con respecto a su enseñanza, mientras que lo contrario no es cierto: quienes aceptan seguir a este último son, por ello mismo, vueltos "hacia la Tradición", es decir hacia el Depósito inmutable de ciencia y de normas sagradas confiado al hombre, sin necesidad de otra referencia. El schuonismo aparece así como una doctrina derivada, y en consecuencia efímera. Otro rasgo característico, ya señalado más arriba, es que las divergencias de principio son sistemáticamente reducidas a consideraciones individuales y a diferencias de temperamento, lo que apunta a descartar toda posibilidad de enfoque doctrinal: René Guénon es "desconfiado y fácilmente crítico con respecto a terceros" (p. 38); Michel Vâlsan tiene "una naturaleza voluntarista" (p. 31). Solamente Frithjof Schuon escapa a estas observaciones inútiles y profundamente desagradables. 

Mencionemos para terminar que la enseñanza de René Guénon está presentada de una manera a veces inexacta, y que el nivel intelectual así como la calidad literaria de algunos textos deja francamente, mucho que desear. ¿Cómo se pueden publicar "perlas" de este género?: "Schuon, metafísico teutónico como el Maestro Eckhardt" (p. 91); "El Schuon esencial está todavía vivo" (p. 172); "Schuon, al borde de la realización espiritual, sufriendo profundamente de un amor desdichado, lucha con la riqueza de su alma lastimada" (p. 232); "Schuon ha sido, con toda probabilidad, el primer Sheikh de una Tarîqa islámica adoptada por los Pieles-Rojas y por ello ligado al último eslabón de una tradición primordial " (p. 51). ¡"Con toda probabilidad", este será también el último! 

Se puede ver con todo esto que el interés de este número especial de Connaissance des Religions reside no solamente en los documentos inéditos que publica, sino también en las indicaciones que nos aporta sobre la mentalidad actual de los que se reivindican del "genio" desaparecido. 

Traducción: Patricia Serdá

NOTAS
1 La concordancia de los acontecimientos que marcan en este momento sus vidas merece también ser tenida en cuenta, pues desde 1930, René Guénon se instala en tierras del Islam, adopta las formas de vida prescritas por la Ley islámica y comienza a publicar sus textos sobre la iniciación. Cf. lo que nosotros hemos escrito sobre este asunto en nuestra Introduction à l'enseignement et au mystère de René Guénon, pp. 56-57.
2 El subrayado es nuestro.
3 Cf. p. 174. El subrayado es nuestro.
4 Carta inédita de René Guénon al Sr. Florin Mihaescu. Cf. p. 195.
5 Cf. p. 174. El subrayado es nuestro.
6 Se trata de Frithjof Schuon.
7 Cf. p. 251.
8 Cf. pp. 140 a 171.
9 Cf. p. 258. El Sr. Dard, nos dice, ha publicado un artículo titulado: Frithjof Schuon ou l'unité de l'essence-ciel. ¡Aparentemente estamos en la hora del retruécano tradicional!
10 En su Avant-Propos, el Sr. Canteins escribe: "Frithjof Schuon no tuvo ninguna consideración en ser oportuno; habiendo fallecido René Guénon, entrega su texto tal cual, sin preocupación por las reacciones previsibles". Para el Sr. Aymard (cf. p. 63): "La cuestión de la conveniencia de esta publicación no se plantea: Schuon no quería que se le atribuyeran... sistemáticamente...ciertas ideas de René Guénon en las cuales no se reconocía". Estas declaraciones son pasmosas, pues la "cuestión de la conveniencia" es un elemento esencial de las publicaciones que tratan temas tradicionales, y todo autor escrupuloso tiene el deber de tenerlas en cuenta.
11 En la página 33, a propósito del famoso texto sobre los "Mystères christiques" aparecido en Etudes Traditionnelles en 1948, el Sr. Aymard escribe lo siguiente: "Schuon, que ha adquirido la experiencia y una incuestionable madurez espiritual e intelectual, ya no considera que todas las tesis guenonianas son para aceptarlas totalmente o rechazarlas en su globalidad". El Sr. Aymard no parece comprender la inconveniencia de esta declaración. Hace quince años que Frithjof Schuon escribe; diez años que ejerce su función de Maestro espiritual... ¡pero sólo adquiere su madurez a partir del momento en que se distancia de René Guénon! Sr. Aymard, ¿por quién se ha tomado?
12 Estos explican la falta de claridad de sus biógrafos sobre aspectos poco brillantes de lo que Frithjof Schuon llama su "envergadura humana". (?)
13 En primer puesto figura Henri Laoust, su sucesor en el Colegio de Francia, que dirigía la edición final de La Passion d'al-Hallâj de Gallimard.
14 Cf. Etudes Traditionnelles, 1968, p. 334 y 1971, p. 59.
15 Esta ciencia es patrimonio de los más grandes. Fuera de Michel Vâlsan, sólo René Guénon e Ibn Arabî se han referido a ella.
16 Cf. p. 40.
17 Cf. p. 41.
18 El subrayado es nuestro.
19 Falso porque disimula; sospechoso porque ciertos pasajes de su texto –que, a diferencia de lo que acabamos de citar, pueden ser fácilmente verificados– son aproximativos, o lo que es lo mismo inexactos: escribir que Michel Vâlsan falleció en diciembre de 1974 (cf. p. 41) es una aproximación, pues él murió en noviembre; escribir en dos ocasiones (cf. p. 40) que el Dossier H sobre René Guénon fue publicado en 1986 es una inexactitud, pues apareció en 1984.
20 Este término es constantemente utilizado por los autores que no pertenecen al Islam. Los autores musulmanes son lo suficientemente conscientes de la ambigüedad que éste implica para evitar su empleo; cf. W.N. Perry, p. 94, J. Cutsinger, p. 149, A. Moore, p. 173, P. Laude, p. 21, M. Perry, p. 218.
21 Cf. p. 254.
22 Veamos algunos ejemplos: "reprochamos (a René Guénon) una presentación demasiado unilateral, esquemática y rígida de las verdades espirituales que no tiene suficientemente en cuenta el elemento humano" (W.N. Perry, p. 98); "En la exposición rigurosa e intransigente de la sabiduría perenne, hacía falta un lado más humano" (Viret, p. 209); "La obra de Schuon prosigue, a la vez que profundiza considerablemente, la de René Guénon" (O. Dard, p. 258).
   
 
 
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