SYMBOLOS
Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis
 
 
LA ICONOGRAFÍA DE LOS «NUDOS» DE DÜRERO
Y DE LA «CONCATENACIÓN» DE LEONARDO * (1)
ANANDA K. COOMARASWAMY
 «La forma universal di questo nodo credo ch’io vidi» —Dante 
Paradiso XXXIII.91 
  —Aristóteles 
Metafísica III.1.2
 
Entre los grabados en madera de Albrecht Dürer está la serie los Sechs Knoten; el diseño (Fig. 1) llena un círculo y consiste en un modelo muy complicado de línea blanca ininterrumpida sobre un fondo negro; el modelo principal tiene réplicas en cuatro piezas esquinadas más pequeñas, y en varios casos el propio nombre de Dürero está grabado en el círculo negro central desde el que se expande el dibujo principal.1 Es aceptable el punto de vista usual, de que los Nudos de Dürero son variaciones de un grabado en cobre bien conocido de un medallón similar (Fig. 2), cuyo diseño se atribuye comúnmente a Leonardo da Vinci, y en cuyo centro aparecen las palabras Academia Leonardi Vinci. Goldscheider2 ve en esta «fantasia dei vinci» probablemente una «signatura jeroglífica», y cita a Vasari, que dice que «él [Leonardo] pasaba mucho tiempo en la confección de un diseño de una serie de nudos de manera que la cuerda pudiera seguirse de una punta a la otra, y cuya totalidad llenaba un espacio redondo. Hay un bello grabado de este dificultosísimo diseño, y en su medio están las palabras Leonardus Vinci Academia». Goldscheider observa que hay un «juego con las palabras vincire (encadenar, enlazar, anudar) y Vinci», y agrega más bien ingenuamente que los modelos de entrelazado no los inventó por primera vez Leonardo. 

A. M. Hind3 dice que «las prensas fueron grabadas por Leonardo mismo con el propósito definido de que sirvieran como patrones de un tipo de jeroglífico decorativo para artistas de distintos oficios. Ejemplos de un diseño de nudo similar aparecen a todo lo largo de los manuscritos de Leonardo… La relación de Vinci, el lugar de su nacimiento, con vinco (sauce), que se usaría comúnmente para el trenzado de cestos y similares en diferentes modelos entrelazados, puede haber sugerido el modelo, con el que puede haberse querido significar algún paralelo de vinci en el sentido de vincoli (lazos o cadenas). Este último sentido está en línea con el título de "Knoten" (o nudos) dado por Dürero mismo a seis grabados en madera que hizo después de la serie presente». Mr. Hind observa también que entre las variaciones de Dürero está «la línea interior usada en la representación de las "cuerdas", que hace que se parezcan más estrechamente al metal». 

G. d’Adda4 dice que a los Knots de Dürero se les ha llamado diseños de bordado, pero que en realidad son patrones de encaje («veritable patrons de passementerie»); en cualquier caso, los Knoten sugieren una aplicación textil. A los diseños también se les ha llamado «dedali» o «laberintos»; pero en opinión de Adda esto es inexacto, porque aquí las líneas se tocan y se superponen entre sí, lo cual no es el caso en los laberintos verdaderos. En su bibliografía, entre otros libros Adda cita uno de Balthazar Sylvius (Du Bois), publicado en 1554 y titulado (en latín): Un Pequeño Libro de Diseños Geométricos, llamados comúnmente "Moriscos"… muy útil para Pintores, Orífices, Tejedores, Damasquinadoresy también para los Bordadores. Por todo esto se deduce claramente que debió parecer a los coetáneos de Dürero que sus Nudos eran tales que podían emplearse en una gran variedad de técnicas; y que en general se reconocía una semejanza con los arabescos moriscos. 
 

Fig. 1. Uno de los «Sechs Knoten» de Dürero 
 
Fig. 2. «Concatenación» de Leonardo
 
Con respecto a las designaciones de «dédalo» y «laberinto» hay que decir mucho más de lo que Adda supuso. Es cierto que en lo que él llama el «laberinto verdadero» las líneas nunca se superponen; pero eso es inevitable, debido a que los laberintos construidos antiguos están dispuestos sobre superficies planas a fin de formar un «entramado» a cuyo través se puede caminar efectivamente hasta que se alcanza el centro, mientras que las representaciones, ya sean tallos de roca o dibujos, son meramente réplicas de las formas construidas. Estas formas construidas son de gran antigüedad; pueden referirse a la cultura megalítica, y aparecer como alineaciones de piedra en Finlandia y en Suecia.5 Los famosos ejemplos medievales están incrustados en los suelos de las catedrales; había ejemplos en Amiens, San Quintín y Rheims; y de los que todavía existen, el más notable es el de Chartres (Fig. 3), con una senda de alrededor de seiscientos cincuenta pies de larga, que ronda y ronda hasta que se alcanza el centro. En palabras de Hahnloser, «Gleichzeitig mit de Ruhme des Dädalus erhebt die Gotik auch seinen "Grundriss", die durchbrochene Spirale, zu symbolischer Deutung». W. R. Lethaby cita a Didron, que dice que «la totalidad del trazado tenía la intención de ser indicativo de los complicados repliegues del pecado por los que el hombre está rodeado, y de cómo sería imposible liberarse de ellos excepto a través de la mano asistente de la Providencia». En el caso de un laberinto en St. Omer, hay templos, animales y poblados pintados en el camino y el Templo de Jerusalén está en el centro. Lethaby dice que los laberintos franceses «parecen haber sido llamados la legua o el Camino de Jerusalén; estaban colocados en la punta oeste de la nave y las gentes hacían una peregrinación de rodillas, siguiendo el camino hacia el centro, al cual se dice que se le llamaba Sancta Ecclesia o Cielo».6 De los numerosos ejemplos ingleses cortados en césped, es de gran interés el hecho de que a uno se le llame por el nombre de «Troy Town».7 Los ejemplos italianos de laberintos de pavimento en Rávena, Roma, Pavía, etc., son descendientes, a través de los pavimentos y gemas romanos (Fig. 4), de las representaciones del laberinto de Dédalo que aparecen en las monedas cretenses. El motivo sobrevive en el arte folklórico oriental (Fig. 5). El dibujo de Villard de Honnecourt8 es idéntico al laberinto que aparece en el mapa de Creta de Hereford, inscrito Labarintus id est domus Dealli; y el de Amiens fue inscrito Maison de Dedalus. En Pavía el Minotauro está representado en el vórtice en la forma de un centauro. Como observa Lethaby, la forma exacta de los diseños originales se conservó durante la Edad Media, pero «cuando la raíz de la tradición fue cortada desde el Renacimiento, todo esto fue alterado, y los entramados devinieron invenciones, cada una diferente de las otras —telas de araña9 de engañosos caminos falsos». Reproducimos aquí una forma reciente, interesante porque el centro está ocupado por una torre elevada con una escalera espiral y coronada con una estatua (Fig. 6); quienquiera que asciende esta torre sería capaz de ver el laberinto a cuyo través ya ha pasado, abarcándolo todo en un sola mirada. 

Hemos examinado los «dédalos y laberintos» con alguna extensión para mostrar que es su tradición lo que sobrevive realmente en los Nudos de Leonardo y de Dürero. La mejor evidencia de esto la encontramos en el hecho de que mientras que los nombres de Leonardo y de Dürero están inscritos en los centros de sus diseños, en Amiens el centro del laberinto estaba ocupado por una efigie del arquitecto de la catedral, y similarmente en algunos otros ejemplos identificados por inscripciones. Como Hahnloser dice, esto implica una apoteosis del arquitecto, por asimilación a Dédalo, el constructor original y el único arquitecto mítico cuyo nombre era familiar a los constructores de la Edad Media. Puede haber poca duda de que la forma octogonal del pedestal, cuyos restos se encuentran en Chartres, tienen la significación de una regeneración como en el caso de las pilas bautismales. En cualquier caso, la afiliación y la analogía de los nudos y los laberintos está claramente establecida por el emplazamiento de los nombres o imágenes de sus autores en el centro. 

El hecho de que las líneas de los Nudos se superpongan y se intersecten no implica ninguna diferencia en principio, sino que representa una translación de la idea del laberinto a términos tridimensionales y textiles. La significación del «entramado decorativo» de Leonardo —al que desde un punto de vista oriental debe llamarse un maṇḍala— sólo se comprenderá si se considera como la proyección plana de una construcción que nosotros estamos mirando desde arriba. Visto de esta manera, el modelo se divide en tres partes, a saber, la del fondo obscuro de la tierra (con ornamentos angulares que indican las cuatro direcciones), la del tejido anudado que se ensancha abajo y que se contrae arriba, y la del centro y sumidad que sería blanco si uno lo estuviera viendo desde abajo pero que en la figura misma es obscuro porque a su través se muestra el terreno obscuro. 

La concatenación de Leonardo es un mapa del universo en los términos precisos de estas líneas de Dante: 
 

    «Co-creado fue el orden y entramado con la substancia; y ambos eran la sumidad en el universo desde donde se produjo el acto puro: 

    La potencialidad pura tenía el lugar más bajo; y en el medio la potencialidad con el acto anudados semejantes a una rama que nunca será deshecha» 
     

(«strinse… tal vime, che giammai non si divima», Paradiso XXIX.31-6), donde la metáfora (del trabajo de cestería) es justamente la de esa técnica que A. M. Hind sugiere, de manera completamente independiente, como la fuente probable del diseño de Leonardo. Casi idénticos a los de Dante son los términos con los que el sacrificador indio imita la Preparación de los Tres Mundos para ser habitados, a saber, «como un hombre trenza hilo con hilo (guṇe guṇam), así él trenza mundo con mundo, para que haya firmeza y para que no haya ninguna flojedad» (Taittirīya Saṁhitā VII.2.4.2). Guṇa, «fibra», o «hilo», es también «cualidad» o «virtud», notablemente con referencia a los «tres mundos», terrestre, atmosférico y celestial, mencionados arriba, y cuyas «cualidades» son respectivamente obscuro-potencial (tāmasik), multicoloreado-activado (rājasik) y blanco-esencial (sāttvik). 

No debemos pasar por alto tampoco esa otra línea de Dante en la cual habla de Dios «que atrae a la tierra y la une a sí mismo» («questi la terra in se stringe ed adune», Paradiso I.117) o esa en la que habla de ver a la vez «la forma universal de este mundo» («nodo», Paradiso XXXIII.91), que «si nuestros dedos son incapaces de desatar, es por causa de una gran negligencia» (ídem XXVIII.58-60).10 

La concatenaci—n de Leonardo es una realización geométrica de esta «forma universal». Leonardo debió conocer a Dante, y podría haber tomado de él la sugerencia para su criptograma. Pero hay muchas razones para pensar que Leonardo, como tantos otros eruditos renacentistas, estaba versado en la tradición esotérica neoplatónica, y que pudo haber sido un iniciado, familiarizado con los «misterios» de los oficios.11 Así pues, es mucho más probable que tanto Dante como Leonardo estuvieran haciendo uso del antiguo simbolismo tradicional del tejido y del bordado. En relación con las huellas de esta tradición en el arte folklórico suizo, Titus Burckhardt observa: «Los ornamentos en la forma de un nudo, que están ampliamente distribuidos en el arte nómada, comprenden un simbolismo especialmente sugestivo, basado en el hecho de que las diferentes partes del mundo se oponen una a la otra, al mismo tiempo que están unidas por la continuidad de la cuerda. El mundo se resuelve para quienquiera que comprende el principio del anudado, cuya invención misma, por así decir, es un símbolo de los principios ocultos de las cosas».12 

A través de fuentes intermediadoras (cf. Juan 12:32), questi la terra in se stringe de Dante se remonta hasta la «cuerda de oro» de Platón (Leyes, 644) a la que por todos los medios debemos agarrarnos si queremos ser gobernados rectamente, y no afligidos por los impulsos de las pasiones contrarias; e igualmente a la «cadena de oro» de Homero (Ilíada 8.18 sigs.) con la que Zeus podía atraer a todas las cosas hacia sí mismo y en la que Platón (Teeteto, 153) vio acertadamente un poder solar. Se cuenta también que cuando Zeus estaba ordenando todas las cosas, consultó a la Noche, y le preguntó «de qué manera todas las cosas podrían ser a la vez una y divididas, y se le dijo que envolviera de éter todo alrededor del mundo y que atara el paquete con la "cuerda de oro"».13 Casi en las mismas palabras Marsilio Ficino (a quien Leonardo debe haber conocido) dice que «de la misma manera que en nosotros el espíritu es el vínculo del Alma y el cuerpo, así la luz es el vínculo del universo (vinculum universali )».14 La clave sobrevive en las palabras de William Blake: 
 

      Yo te di la punta de una cuerda de oro, 
      Solo enróllala en un ovillo, 
      Ella te conducirá a la Puerta del Cielo 
      Construida en la muralla de Jerusalén. 
 
Las palabras de Sylvius, «quas vulgo Maurusias vocant», citadas arriba (en traducción), no solo nos recuerdan que nuestros «nudos» son, por así decir, «arabescos»,15 sino también que el simbolismo del hilo de la vida (familiar también en relación con las Moirai griegas y con las Norns escandinavas) aparece también en contextos islámicos; análogas a las de Blake, por ejemplo, son las palabras de Rūmī: 
 
      Él me dio la punta de un hilo —un hilo lleno 
      de mal y de engaño— 
      «Tira», dijo, «para que Yo pueda tirar; y no lo rompas 
      en el tiro»16  
 
Las fuentes indias para el simbolismo del cosido y del tejido y para la correspondiente doctrina del «hilo del espíritu» (sūtrātman) son aún más abundantes y explícitas. William Crooke registra que «en un lugar en Gilgit se decía que había una cadena de oro que colgaba desde el cielo a la tierra. Las personas sospechosas de fechorías o de falsedad eran llevadas a aquel lugar y obligadas a agarrar la cadena mientras juraban que eran inocentes o que sus declaraciones eran ciertas», y como él mismo agrega «esto sugiere la referencia homérica (Ilíada 8.18 sigs.), y la Aurea Catena Homeri, que fue transmitida a través de los neoplatónicos hasta los alquimistas de la Edad Media».17 

Esto es un paralelo notable, pero un paralelo del que no podría deducirse ningún argumento en prueba de una «influencia». Volviendo al siglo octavo antes de Cristo (y podrían citarse textos aún más antiguos), se nos dice que «el Sol es el amarre al que estos mundos están atados por medio de los cuadrantes… Él encorda (samāvayate, ve, «tejer», «trenzar», «encordar», presente también en «web» y en el italiano vinci, vime) estos mundos a sí mismo por medio de un hilo (Sūtra,√ siv, «sew», «coser»), a saber, el hilo del Viento (vāyu).18 Ciertamente, el que conoce ese hilo, y al Controlador Interno que desde dentro controla este mundo y el otro mundo y todos los seres, conoce al Brahman, conoce a los Dioses, conoce los Vedas, conoce el Ser, conoce al Sí mismo, conoce todo»;19 pues «por el Soplo (Vida) él conecta (saṃtanoti, tan, griego teíno) estos mundos».20 Mejor conocido es el texto de la Bhagavad Gītā VII.7: «Todo este universo está encordado (protam, √ ve como antes) en Mí, como hileras de gemas en un hilo» (Sūtra). 

Desde el punto de vista del arquitecto apoteosizado, o desde el del Demiurgo a quien se asimila, el modelo de los nudos de Dürero y de Leonardo es ciertamente el de un ornamento, nimbo o investidura circundante. Es en estos sentidos como, al describir el poder del Demiurgo solar que atrae ('elkōn) a todas las cosas hacia sí mismo, Hermes Trismegistos dice que «él se levanta en el medio y lleva el cosmos como una guirnalda en torno a él», y también, que el Cosmos sensible y todas las cosas que contiene «están tejidos como una vestidura» (quasi vestimentum contexta) por el Cosmos Inteligible.21 

Y en lo que se refiere a los nudos o lazos dependientes menores que se forman en esta cuerda sin fin, y a los cuales hace visibles el claroscuro, como si se tratara de una urdimbre blanca sobre la cual se ha entretejido una trama negra, estos nodi della vita son las definiciones de las existencias individuales, determinadas por sus nombres; y como tales han de considerarse favorablemente desde el punto de vista existencial y desfavorablemente desde el punto de vista esencial. Pues, en primer lugar, «la cuerda (tanti, √ tan, extender) es su palabra (vāc, aquí = logos) (a saber, del Soplo, de la Vida), y los nudos (dāma = griego desmós) son los nombres; y de esta manera con su palabra como la cuerda y los nombres como los nudos está atado todo este universo».22 «Toda transformación comienza desde la palabra, y es una cuestión de nombrado»;23 «todo aquí está sujeto por el nombre».24 Escribiendo de manera independiente sobre la «Concatenación», el profesor William Savery ha observado que «la cadena de los seres tiene lazos extraños».25 

La donación de nombres por el Gran Denominador es el acto primario de la creación.26 De aquí la importancia del acto de «cristianar», sánscrito nāmakarman; por ejemplo, el recién nacido Agni se queja de que él es todavía sin nombre, y de esta manera «no liberado del mal», es decir, no realmente un existente; y de aquí que «se deba dar un nombre», o más de un nombre, a un niño que nace, «pues con el nombre uno se liberal del mal», es decir, de la mera no entidad.27 De ahí también que se ate un amuleto o un brazalete con la plegaria: «Que yo permanezca firme como una roca… el Hombre es la gema, el Soplo (o la Vida) es el hilo, el Alimento es el nudo (granthi); deseando alimento, yo ato este nudo, el encanto contra la muerte. Que yo alcance la totalidad de mi vida, hasta la vejez»,28 etc.

 
Final
 
NOTAS
* Este artículo se publicó por primera vez en Art Quarterly (Detroit, Mich.), VII, 1944.
1 Valentin Scherer, Dürer (3ª ed.), Klassiker der Kunst. Los Sechs Knoten se reproducen en las Láminas 223-225.
2 G. Goldscheider, Leonardo da Vinci the Artist, Oxford, 1943, pp. 6, 7 y Fig. 5 (en el presente artículo, Fig. 2).
3 A. M. Hind, Catalogue of Early Italian Engraving in the British Museum, 1910, p. 405.
4 G. d’Adda, «Essai bibliographique des anciens modeles de lingerie, dentelles et tapisseries», Gazette des Beaux-Arts, XVII (1864), 434 sigs.; cf. del mismo autor también «Leonardo da Vinci, la gravure milanaise et passavant», ídem, XXV (1868), II, 123.
5 Ilustraciones de éstos y de otros laberintos se encontrarán en C. N. Deedes, «The Labyrinth»; en S. H. Hooke (editor), The Labyrinth, Londres y New York, 1935; W. H. Matthews, Mazes and Labyrinths, Londres 1922.
6 W. R. Lethaby, Architecture, Mysticism and Myth, Londres 1892, cap. VII. Ver también Fr. M. Th. Bṇhl, «Zum babylonische Ursprung des Labyrinths», Anecdota Orientalia XXII, 1935, 6-23.
7 La identificación de «Troya» con «laberinto» es examinada por Deedes, loc. cit., pp. 34-41, y por W. F. J. Knight, Cumaean Gates, Oxford, 1936, cap. V-VII.
8 H. R. Hahnloser, Villard de Honnecourt, Wien, 1935, p. 38 y Lám. 14 g.
9 La mención de las telas de araña es estrictamente apropiada, pues el Sol es el tejedor primordial que se mueve a lo largo de los hilos que teje (Śatapatha Brāhmaṇa XIV.2.2.22), y a menudo se lo iguala explícitamente a una araña (ver referencias en Journal of the American Oriental Society 55, 1935, pp. 397-8) que «hace su tela con un solo hilo» (Brahma Upaniṣad 1), y «sabio es el que reposa en ella» (ídem 3). Hay más en las palabras, «Entra en mi cámara, dijo la araña a la mosca», de lo que capta el oído. La notable perfección del simbolismo de la «araña» se extiende al hecho de que los radios (la urdimbre, los hilos) de la tela no son pegajosos, mientras que la espiral (la trama) sí es adhesiva; la araña misma camina sólo por los radios mientras que las moscas son atrapadas por la espiral pegajosa. Para el significado de esta «pegajosidad» ver mi «Note on the Stickfast Motif» en Folklore, I.VII (1944), 128-131: «la experiencia de los sentidos depende del contacto, y el que toca puede ser atrapado».
10 Los sentidos especiales de nodo incluyen nodo di Salomone, a saber, «un diseño que muestra un nudo sin puntas en las cuerdas que son visibles», nodo como una «sarta (de perlas)», y nodi della vita, «los lazos del cuerpo al alma» (Italian Dictionary de Hoare). Wicksteed y Oelsner traducen nodo por «complejo», y justamente eso es lo que es un «nudo». La «forma universal»: pues, «ciertamente, este Todo se mantiene unido por poderes invisibles, poderes que el Artesano ha extendido (apéteine) desde los confines de la tierra hasta el cielo, teniendo la sabia previsión de que las cosas unidas (dethénta) y pendientes, por así decir, de una cadena (seirá), no se soltaran; pues los poderes del Todo son lazos (desmoi ) que no pueden ser rotos» (Filón, Migr. 181 con 167). Aquí en (167) las cosas se consideran como si estuvieran pendientes de una guirnalda o de un collar, al cual están fijadas, y su caída de él sería su muerte. Es en este sentido como en la India a la muerte del individuo se la describe como un «corte»; y de la misma manera en la China, «los antiguos describían la muerte como la suelta de la cuerda en la que Dios tenía suspendida su vida» (Chwang Tzu III.4). Similarmente en la disolución del universo, «los vientos» son cortados (Maitri Upaniṣad I.4), cf. Journal of the Royal Asiatic Society, 1942, p. 230, nota 6 y 1943, p. 107, nota 1; estos «vientos» son igualmente esos a los que Rūmī se refiere como las «cuerdas de la causación» (Mathnawī I.647).
11 Cf. René Guénon, L'Esoterisme de Dante, París, 1925; J. H. Probst-Biraben, «Léonardo de Vinci, Iniciado», Le Voile d'Isis, 38, 1933, pp. 260-266; «Symbolisme des arts plastiques de l’occident et du proche orient», ídem 40, 1935, pp. 160-173 (p. 171, «Los genios del Renacimiento eran iniciados a la vez a los ritos y a los símbolos de las Fraternidades orientales y occidentales, procedentes de la Qabbala y del Sufismo, así como a los del Pitagorismo, del Platonismo y del Alejandrinismo, que en términos generales son idénticos, y que coinciden y se suceden por transiciones insensibles»); Paul Vulliaud, La pensée ésotérique de Leonardo da Vinci, París 1910.
12 En Schweizer Volkskunst; Art Populaire Suisse, Basle, 1941, p. 85, cf. pp. 94-96. En el mismo volumen se encontrarán algunos ejemplos de ornamentos caligráficos en la «técnica de la línea continua». Cf. René Guénon, «Le symbolisme du tissage», Le Voile d'Isis, XXXV (1930), 65-70.
13 Las palabras son de A. B. Cook en Zeus II, 1029, basadas en los Fragmentos Órficos, Niels, 165, y en otras fuentes.
14 Op. Om. p. 981, citado por P. O. Kristeller, The Philosophy of Marsilio Ficino, 1943, p. 116.
15 «El arabesco, ese poema lineal donde se juntan la geometría, la música y la escritura, es una síntesis metafísica… El arabesco ofrece así un paso incomparable desde el punto de vista espacial al punto de vista temporal… De la misma manera que el dhikr, disciplina de encantación, el arabesco lleva al que lo siente sobre el camino de retorno hacia Allāh» (Elie Lebasquais en Le Voile d'Isis, 40, 1935, p. 281. Luc Benoist, Art du monde, 3ª edic. 1941, pp. 178-9). Cf. E. Diez, «A stylistic Analysis of Islamic Art», Ars Islamica, V (1938), 36-45: «El arte islámico es el arte que expresa la sumisión [quiero decir, la dependencia de] Allāh… el arte islámico aparece como la individuación de su base metafísica (unendlichen Grund )… La construcción de las configuraciones lineales es… insoluble para el ojo del espectador, y se eleva así sobre los límites de la razón humana normal a la esfera de la inescrutabilidad divina. Estos entramados de líneas y de fórmulas, aunque pensados por el intelecto humano, significan a un cierto grado el rebase sobrenatural de los límites de la razón humana. La mejor confirmación para la categorización del arte islámico como polar-ornamentalista es la denotación persa de un patrón de alfombra como zemān ("tiempo"), y del suelo como zemīn ("espacio")». En relación con esta afirmación, «cada figura de un diseño ornamental… tiene una significación mística y simbólica concreta», Diez cita a J. Karabecek, Die persische Nadelmaierei Susandjird, Leipzig, 1881, pp. 137-67.
16 R. A. Nicholson, Odes of Shams-i-Tabriz, Cambridge, 1898, nº 28.
17 En Folklore, XXV (1914), p. 397.
18 Śatapatha Brāhmaṇa VI.7.1.17 y VIII.7.3.10.
19 Bṛhadāraṇyaka Upaniṣad III.7.1; cf. Sarvopaniṇad 3 (19), donde el hilo en el que están encordadas las gemas es el Espíritu (Ātman, Sí mismo) en tanto que Controlador Interno, de la misma manera que para Platón la «cuerda de oro» por la cual estamos suspendidos desde arriba en nuestro Hegemon. El concepto del hilo del espíritu no sólo está ampliamente extendido, sino que es de gran antigüedad: pues «la palabra markasu, "banda", "cuerda", se emplea en la mitología babilónica para el principio cósmico que une todas las cosas, y se usa también en el sentido de "soporte", a saber, el poder y la ley divina que mantiene el universo unido» (S. Langdon, Semitic Mythology, 1931, p. 109). Chwang Tzu (Cap. VI; en la versión de Hughes, Everyman's Library nº 973, p. 193) habla del Tao como «el lazo de toda la creación»: el carácter traducido aquí por «lazo» es hsi (Giles 4062, sinónimo del 4061 y 4104) que tiene los significados de «dependencia», «fijación», «enlace», «nexo», «cadena», «linaje», etc.; y con el determinante fonético (= 4061) en hsi es pictóricamente una madeja de hilo de seda, es evidente que la doctrina de Chwang Tzu es nuevamente una doctrina del «hilo del espíritu». Así mismo, teniendo presente que la «cuerda» puede igualarse con la «Palabra» de Dios, es significativo que un hadith bien conocido describe el Qur'ān como «una cuerda a la que el verdadero creyente debe agarrarse para salvarse».
20 Aitareya Āraṇyaka I.4.3. 
21 Hermes Trismegistos Lib. XVI.5-7 y Aesc. III.34 C. En el primer pasaje el verbo (hídrāo) es un verbo que se usa a menudo en relación con la «erección» de estatuas, especialmente de héroes, y esto nos recuerda la práctica medieval mencionada arriba. La comparación del universo a un vestido o a un tejido aparece también en la India, notablemente en las primeras palabras de la Īśāvāsya Upaniṣad, «Todo esto, todo lo que se mueve en el mundo móvil, es la vestidura del Señor».
22 Aitareya Āraṇyaka II.1.6. Dão, desm—s (sánscrito , atar); hélko; eíro, hérma, seirá (sánscrito sṛ, «deslizar», latín series); y teino (sánscrito tan, tanti, tantṛ, tantu, tanū, etc.) son las palabras clave en los contextos griego e indio para el presente ciclo de ideas. La igualación de los nudos con los nombres puede relacionarse con lo que una vez fue un método casi mundial (chino, sumerio, hebreo, inca) de guardar registros por medio de cuerdas anudadas. Así Jeremias observa que Gudea parece hablar de «nudos de palabras», y que en Sumeria los nudos pueden haber precedido a la escritura (Altorientalische Geistesgeschichte, p. 19); y Gaster que en OT. sis = bola o nudo y que en Numbers V.38, 39, etc. la referencia no es a los «bordes» sino a los «elaborados nudos mnemónicos, «mientras que las cuentas de los rosarios han ocupado el lugar de lo que eran originalmente nudos» (Floklore, XXV, 1914, pp. 254-258). San Agustín se refiere a los «nudos, que ellos llaman caracteres», y que tienen ya sea un significado oculto o ya sea un significado evidente (De doctr. christ. II.20). En el Kathā Sarit Sāgara 25.14 (Bombay ed. 1889, p. 116) las cuentas del rosario de un anciano asceta brahman se comparan en número a los nudos (granthi ) que marcan las centurias de su vida (cf. Penzer II.189). La huella del uso de nudos mnemónicos parece sobrevivir en el sánscrito grantha, granthana = literalmente composición y granthin, uno que conoce la letra de un texto (Manu XII.103). También podemos hablar del «hilo de un discurso» o del hilo de un argumento; y atar nudos mnemónicos en pañuelos o alrededor de un dedo. Así mismo, nuestros problemas son a menudo «como nudos»; y al resultado de un drama lo llamamos el desenlace.
23 Chāndogya Upaniṣad VI.1.4.
24 Śatapatha Brāhmaṇa IV.6.5.3.
25 Journal of Philosophy, XXXIV, 1937, 351.
26 ôgveda III.38.7, X.82.3 y passim
27 Śatapatha Brāhmaṇa VI.1.3.9, cf. Kausitakī Brāhmaṇa VI.2. 
28 Śāṇkhāyana Āraṇyaka XI.8.
 
 
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