Ese es el libro de la vida y del universo, en el que está escrito nuestro nombre y el de todos los seres y las cosas, y los distintos planos en que conviven y se expresan, comunicándose perpetuamente, interrelacionándose entre sí a través de gestos y símbolos. La trama entera del cosmos es en verdad un símbolo que cada una de sus partes expresa a su manera. Y si toda la manifestación es simbólica y el universo un lenguaje, un código de signos, nosotros somos también símbolos y conocemos y nos relacionamos a través de ellos. Todo pasa entonces a ser significativo y cada cosa está representando otra de orden misterioso y superior a la que debe la vida, su razón de ser... Los indefinidos códigos simbólicos están manifestando un solo modelo universal, la arquitectura de la tierra y el cielo, encuadrada en los límites del espacio y del tiempo. (...) De los numerosos símbolos que aparecen en una u otra tradición o civilización, alejadas en el espacio (geográfico) o en el tiempo (histórico) y que son idénticos, merece especial atención el símbolo de la rueda. No sólo porque éste se da en todas las culturas de las que tenemos noticia, sino también por las innumerables posibilidades que brinda, la diversidad de campos que abarca, y la acción concentradora que ejerce en el estudio y el ordenamiento indispensable en cualquier investigación seria. Estamos ante una verdadera introducción al simbolismo y a las artes y ciencias herméticas. |