Pero esta obra es al mismo tiempo la expresión de un recorrido interior, espiritual, o sea de un peregrinaje por las esferas de la conciencia que ascienden y ascienden hasta alcanzar la cúspide de la montaña en la que se ubica simbólicamente la verdadera morada del alma; ese Olimpo invisible o Ciudad Celeste –oculta paradójicamente en el corazón de todo ser humano– de la que se dice que descenderá del cielo engalanada como una novia al final del presente ciclo cósmico. La poética de la escritura se entrelaza con el poder evocador de unas bellas ilustraciones, conformando un único discurso, análogo al que va experimentando el alma al penetrar estados cada vez más interiores y elevados, universales, hasta su completa fusión con el Espíritu. |