A PROPOSITO DE LA MASONERIA
René
Guénon nos ha legado un verdadero "corpus doctrinal", una "summa"
perfectamente coherente que no es una improvisación individual,
sino el reflejo de la lógica tradicional bajo sus diferentes formas.
Es uno de esos pocos autores contemporáneos que
han abordado el proceso de la manifestación, así como la
metafísica.
Fuera de algunos puntos, su obra en general y en particular
todo lo tratado en ella acerca de la Iniciación, jamás ha
sido rebatido de una manera precisa y seria. Iniciación y Franc-Masonería
ocupan un destacado lugar en sus obras, tanto más cuanto que la
Franc-Masonería es designada sin ninguna ambigüedad como una
de las escasas vías o posibilidades iniciáticas en Occidente.
Para tal cometido la obra de René Guénon es un viático
indispensable, porque ella:
- expone las leyes
que rigen la transmisión iniciática.
- nos da preciosas
indicaciones a propósito de la realización espiritual.
- precisa acerca de
lo que debería ser la orden Masónica, teniendo en cuenta
las restricciones a las que se ve sometida una organización esparcida
en diferentes obediencias.
Todo masón cuya andadura iniciática ha sido
guiada por la obra de René Guénon deplora la incomprensión
de que hace gala la Masonería en cuanto a la razón de ser
y a la naturaleza de la misma. Un simple ejemplo ilustrará lo que
decimos. Con frecuencia, los miembros que dirigen estas organizaciones
explican el carácter universal de la Masonería por la implantación
geográfica y los lazos internacionales tejidos entre sus diferentes
representantes. Ahora bien, es el simbolismo de la cruz espacial tridimensional,
perfectamente precisado en los rituales, el que da las dimensiones de la
Logia y le confiere su universalidad. Semejante confusión entre
lo universal y todo aquello que no es más que mundialismo o internacionalismo,
dice bastante acerca del grado de degeneración y oscurecimiento
al que han llegado las diferentes obediencias.
Es, pues, la Logia y no la Obediencia la que posee el
carácter universal; la consecuencia directa es la autonomía
justa y perfecta de la Logia y su soberanía absoluta. Desgraciadamente,
esto no sucede así; las Logias están sujetas a una tutela
administrativa centralizadora, sustentada y agravada por los engranajes
provinciales y regionales. Es esta una desviación muy grave cuyas
consecuencias nefastas son múltiples. Sin embargo, parece que algunas
Logias están tomando actualmente conciencia de esta situación,
procurando por diferentes medios, reestablecer su soberanía, y reencontrando
de nuevo una vía auténticamente iniciática.
René Guénon, con frecuencia ha señalado
la tendencia de los occidentales a la afectividad y al sentimentalismo.
De ahí ciertas vías iniciáticas propias al Occidente:
iniciación caballeresca, Fieles de Amor, etc... Este aspecto caluroso,
disfrazado y avivado de manera superficial, se manifiesta en nuestros días
por una fraternidad que al nivel donde ella se sitúa no es el monopolio
de la Masonería. En el mundo profano pueden encontrarse formas más
deterioradas de esa misma fraternidad, pero en ocasiones más loables
también.
Alentar un sentimentalismo teñido de "amiguismo",
no es sólo una manera inocente de actuar, por cuanto conduce a predicar
la tolerancia y luego, la humildad: ¡y ya se sabe que orgullo y humildad
provienen de la misma raíz!
Reducir la Masonería a una simple fraternidad muy
alejada de lo mental y a fortiori de la intelectualidad, sirve de
pretexto a un laxismo que se extiende a múltiples dominios. La cooptación
se cambia en reclutamiento intensivo. Las reglas más elementales
de cualificación son olvidadas. En nombre de la fraternidad y la
humildad ni tan siquiera se alude a las descualificaciones físicas
análogas a la regla de las tres "b". En cuanto al criterio según
el cual el postulante ha de ser de "buenas costumbres", es decir de costumbres
armoniosas, las que reflejan el equilibrio interno del propio individuo,
muy raramente son tenidas en cuenta. Esta fraternal tolerancia se extiende
a las ausencias repetidas y mantiene una dejadez evidente a nivel de la
práctica del ritual y de los trabajos.
Así, pues, es fácil entender por qué,
incluso en las obediencias que presumen de tradicionalismo, René
Guénon molesta. Ciertos responsables al más alto nivel desaconsejan
su lectura. A falta de argumentos, de hechos que pongan en tela de juicio
los trabajos de René Guénon, algunos se adornan, sin reír,
con el título de "doctor en Masonología" a fin de dar algún
peso a la incoherencia de su diatriba, la cual no se sabe si apunta al
hombre o a la Tradición.
Esta política es impuesta al nivel de las Logias;
algunas, sencillamente, prohiben su lectura, otras, más solapadamente,
tienden a desacreditarla¼ El resultado es que ciertos masones vilipendian
a René Guénon sin haberlo leído: ¡éstos
habrían sido fraternalmente puestos en guardia... sin ninguna tolerancia!
Las razones que conducen al rechazo de René Guénon
por las instancias oficiales son múltiples, pero de cualquier forma
su obra es un vademecum indispensable en todo proceso masónico
profundo y serio, que ciertamente no podría acomodarse a los extravíos
actuales.
En primer lugar, lo más importante es tomar conciencia
del cuadro tradicional: la tradición una y primordial, fuente única
de las diferentes adaptaciones formales, y que tiene por corolario la doctrina
de los ciclos, común a todas las Tradiciones. Las consecuencias
a que da lugar el desarrollo cíclico (que representa un gradual
alejamiento del polo principial) son: oscurecimientos, sustituciones, "palabra
perdida"... Todos estos elementos conducen a la percepción y a la
comprensión del fin del ciclo actual, el KALI YUGA. Por elementales
que sean estas líneas directrices, no por ello son menos indispensables
para una buena orientación inicial. Ellas permiten un cierto número
de constataciones. Se trata, a partir del KALI YUGA o edad de hierro, de
efectuar una tentativa de reconquista de la Edad de Oro, de reencontrar,
por diferentes estados ...o estaciones, la conformidad, léase la
identidad, con el polo principial. Esto implica, en el dominio iniciático,
una inversión de relaciones en el ser humano análoga a la
conversión en modo exotérico, como lo ha precisado René
Guénon. Este proceso, a contra corriente del ciclo, está
suficientemente señalado en los Rituales Masónicos. El trabajo
comienza cuando el sol está en el cenit, para finalizar a medianoche.
Medianoche correspondiente al Norte, al solsticio y a San Juan de invierno,
puerta de los dioses, que expresa el paso más allá de la
forma.
Así, el punto de partida, el fin y la vía
están definidos. Quedan por examinar los medios.
El proceso masónico implica una transmisión
regular y la práctica de un ritual. Este es el primer escollo. En
efecto, los rituales en general, y en particular los rituales oficiales,
han sido acortados, y en ocasiones hasta vaciados de su substancia. Sin
embargo, gracias a una búsqueda paciente, a un trabajo prudente,
esta deficiencia puede subsanarse. Al contrario, toda vía iniciática
implica la teoría y la enseñanza correspondiente. Hay que
reconocerlo, ¡éstas no existen ya en el cuadro masónico!
Es en este dominio que la obra de René Guénon
adquiere toda su eficacia: todo lo referente a la teoría de la Iniciación
tiene su tratamiento. Seguramente, siempre es posible discutir la totalidad
o una parte de este corpus doctrinal, pero él existe, y es
una base única de trabajo. Queda a aquellos que la rechazan, el
aportar una alternativa ordenada y seria.
En la mejor hipótesis, el estadio especulativo
es el límite de la Franc-Masonería actual, por su denominación
misma y su capacidad intrínseca. Por otra parte, ella se define
como tal con satisfacción, otorgando a la palabra operativo un sentido
falso, asociándolo al trabajo manual, a la labor y no al
opus. René Guénon ha definido ambos dominios: especulativo
y operativo, virtual y efectivo, pasaje de la potencia al acto. Frecuentemente,
se le reprocha no haber sido lo suficientemente explícito sobre
el paso del uno al otro. No obstante, ha dejado algunas indicaciones.
- El primer objetivo
es la iniciación virtual y que el saber teórico correspondiente
sea lo más sólido posible; éste no es sino un reflejo
situado en el plano mental, pero es la condición necesaria.
- El segundo objetivo
es desarrollado en Initiation et Réalisation Spirituelle,
cap. Travail collectif et présence spirituelle. En
esta hipótesis el grupo iniciático es su propio Guru.
Dispone "de una fuerza de orden sutil constituida de alguna manera por
las contribuciones de todos sus miembros, pasados y presentes..." "...para
asegurar la perennidad de la obra..." como precisan ciertos rituales.
Y cuando los iniciados se reúnen esta entidad colectiva... "es
el soporte del Principio trascendente en el nombre del cual ella trabaja...".
Es, pues, la posibilidad de una presencia espiritual actuando en
y por el trabajo colectivo.
- El tercer objetivo
es la meditación, la contemplación.
He aquí lo que preconiza René Guénon
en lo que concierne a las organizaciones iniciáticas occidentales,
y más particularmente a las que utilizan un oficio como soporte.
Aunque esta vía no es única.
En efecto, en Orient et Occident, René Guénon
consagra varios capítulos a la constitución de una élite
y a su función. Estos textos, por otra parte, son muy rara vez citados.
El fin de dicha élite es la reconstitución de la Tradición
occidental bajo ciertas condiciones previas. Objetivo lejano, difícil,
hipotético. Se trata de una posibilidad de realización prescindiendo
de toda filiación o transmisión regular, siendo un imperativo
el aspecto informal de estos grupos. Ciertamente se trata de la élite,
mas toda élite está jerarquizada. No está prohibido
tender hacia el hombre primordial, dejando a los que tienen la posibilidad
la realización del Hombre Universal. Por otra parte, René
Guénon precisa que si el fin último no es alcanzado, el trabajo
realizado no es por ello menos eficaz e importante, pues lleva en él
mismo sus propios frutos.
Para alcanzar ese objetivo, René Guénon
preconiza los mismos medios expuestos anteriormente, pero prescindiendo
de toda organización iniciática:
- Necesidad de saber
doctrinal extenso y seguro.
- Trabajo colectivo,
y más particularmente de orden metafísico.
- Concentración,
o fijación de lo sutil, y sobre todo de lo mental.
Las dos últimas indicaciones, tratan, de hecho,
de la "imantación" de los alquimistas, "lo semejante atrae a lo
semejante", y que los escolásticos formularon como "el alma deviene
lo que conoce".
Esas son las líneas directrices de orden general,
frutos de una experiencia masónica esclarecida por René Guénon.
Julius Evola, poco sospechoso de "guenolatría", ha escrito en
l'Arc et la Massue: "En el dominio tradicional, actualmente
tan sólo existe la contribución aportada por la corriente
tradicional que reconoce en René Guénon su jefe de filas.
En este campo René Guénon ha sido el más serio, habiendo
bebido de numerosas fuentes auténticas y directas...". Asimismo,
René Guénon ha dejado a cada uno el medio de verificar su
propia medida: "Todo ser tiende a realizar en él mismo el 'plan
del Gran Arquitecto del Universo' y a concurrir por ello, según
la función que le pertenece en el conjunto cósmico, a la
realización total de ese mismo Plan. Es en el punto preciso de su
desarrollo en que un ser toma realmente conciencia de esta finalidad, que
comienza para él la iniciación efectiva". Aperçus
sur L'Initiation, cap. XXXI: "De
la enseñanza iniciática".
Trabajo Comunitario,
Auvergne 25-2-86.
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