SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis

GUENON EN LA OBRA DE FEDERICO GONZALEZ  (y 2)
MARC GARCIA

Acerca de la iniciación femenina en Occidente
Otro asunto en el que Federico González nos ha ayudado a librarnos de las garras del guenoliteralismo es el de la iniciación de las mujeres en Occidente, y más particularmente, el de su iniciación masónica, posibilidad que los paladines de la lectura pétrea de las obras de René Guénon niegan furibundamente recurriendo de nuevo a un texto del metafísico francés, en esta ocasión "Iniciación femenina e iniciaciones de oficio" perteneciente a la compilación póstuma Etudes sur la Franc-maçonnerie et le Compagnonnage. Escribe Guénon en dicho artículo:

A menudo se nos hace caer en la cuenta de que parece no haber, entre las formas tradicionales occidentales que subsisten actualmente, ninguna posibilidad de orden iniciático para las mujeres, y muchos se preguntan cuáles pueden ser las razones de este estado de cosas, que ciertamente es muy lamentable pero que sin duda sería bien difícil remediar.23

La verdadera razón de la ausencia de toda iniciación femenina en el Occidente actual es que todas las iniciaciones que subsisten están basadas esencialmente en oficios cuyo ejercicio pertenece exclusivamente a los hombres (…). Sabemos bien que ciertos de nuestros contemporáneos han pensado que en el caso de que hubiese desaparecido el ejercicio efectivo de un oficio, la exclusión de las mujeres de la iniciación correspondiente habría perdido por ello mismo su razón de ser; no obstante, eso es un verdadero sinsentido pues la base de tal iniciación no queda alterada por ello, y tal como hemos explicado en otro lugar, dicho error implica un total desconocimiento del significado y del alcance real de las cualificaciones iniciáticas. Como decíamos entonces, la conexión con el oficio, totalmente independiente de su ejercicio exterior, permanece inscrita necesariamente en la forma misma de esa iniciación y en aquello que la caracteriza y constituye esencialmente como tal, de modo que en ningún caso podría ser válida para quien no sea apto para ejercer el oficio en cuestión. Naturalmente, es a la Masonería a la que tenemos presente aquí de manera particular, ya que en lo que respecta al Compañerazgo, el ejercicio del oficio no ha dejado de considerarse una condición indispensable; además, no conocemos de hecho ningún otro ejemplo de una desviación así más que la "Masonería mixta", la cual, por la razón citada, jamás podrá ser admitida como "regular" por nadie que comprenda mínimamente los propios principios de la Masonería. En el fondo, la existencia de esta "Masonería mixta" (o Co-masonry, como se le denomina en los países de habla anglosajona) representa simplemente una tentativa de transportar la concepción "igualitaria" al dominio iniciático, el cual debería estar exento de ella aún más que cualquier otro. Dicha concepción, rehusando ver las diferencias de naturaleza que existen entre los seres, llega a atribuir a las mujeres un papel propiamente masculino y está manifiestamente en la raíz de todo el "feminismo" contemporáneo.24

El cóctel de una lectura literal de esta última cita y de la consideración doctrinal de que la Masonería –junto con el Compañerazgo– es la única organización de Occidente que puede reivindicar "un origen tradicional auténtico y una transmisión iniciática real"25 conduce a la aparentemente irremediable y demoledora conclusión de que media civilización occidental (su mitad femenina) está excluida a priori de cualquier posibilidad iniciática, cosa que los guenoliteralistas afirman con la tranquilidad propia de aquéllos que se hacen pasar por maestros pero les importa un bledo las cuestiones que tratan, ya que sólo aspiran a repetir, no a comprender y mucho menos a encarnar.

Lo que afirma Guénon es que una forma iniciática masónica en la que se desconociese la conexión con el oficio de constructor y se pasase por alto este hecho en el reconocimiento de las cualificaciones de los candidatos sería un imposible, lo cual es algo indiscutible desde el punto de vista doctrinal puesto que lo que caracteriza a la vía masónica de Conocimiento –así como a cualquier otra vía iniciática– es el lenguaje que emplea para revelar los Misterios y en la Masonería éste es, precisamente, el simbolismo constructivo. Pero sería un error colegir de ello que sólo los tipos musculosos capaces de levantar sillares y dar grandes golpes de martillo pueden ser considerados candidatos a los misterios masónicos. Federico González, en el capítulo "La mujer y las utopías del Renacimiento" de su libro Las Utopías Renacentistas. Esoterismo y Símbolo, nos recuerda un texto de Platón que creemos que tiene mucho que ver con la cuestión que aquí se trata:

Por consiguiente, querido mío no hay ninguna ocupación entre las concernientes al gobierno del Estado que sea de la mujer por ser mujer ni del hombre en tanto hombre, sino que las dotes naturales están similarmente distribuidas entre ambos seres vivos, por lo cual la mujer participa, por naturaleza, de todas las ocupaciones, lo mismo que el hombre; sólo que la mujer es más débil que el hombre.26

La menor fortaleza física de la mujer con respecto al hombre no puede ser invocada como un motivo de exclusión para el desempeño del oficio tradicional de constructor, cuyas facetas son múltiples y adecuadas para un amplio abanico de naturalezas individuales pues incluye no sólo el acarreo de piedras y su colocación en los cimientos, muros y techumbres del edificio sino también, por ejemplo, la fabricación y el coloreado de vitrales, el tallado de imágenes, el tejido de los tapices que decoran las paredes y aclimatan el recinto envuelto por la fábrica o el cuidado de la cocina de la logia, trabajos cada uno de ellos que suponen un proceso de pulido y perfeccionamiento a lo largo de tres etapas –aprendiz, compañero y maestro– y admiten la misma transposición simbólica que el labrado literal de piedras27. Por tanto, no es de extrañar que haya antiguos manuscritos masónicos que den testimonio del trabajo de mujeres en logias operativas, como tampoco lo es que Naamah haya participado en el tiempo mítico junto a sus hermanos Jabel, Jubal y Tubalcaín en la invención de las "ciencias y oficios del mundo" que fueron grabadas en las columnas que Hermes y Pitágoras hallaron tras el diluvio universal y que éstos transmitieron a los masones para su ejercicio28.

Por otra parte, Guénon niega la masonería mixta 'igualitarista' fundada sobre un pretendido derecho individual al 'nosotras también' y a la paridad sexual, cosa ciertamente ajena a lo iniciático. Pero nada tiene que ver dicha masonería con las logias mixtas o femeninas en las que trabajan mujeres con el afán de vivificar en su interior la conciencia del Ser Universal andrógino a fin de trascenderla y acceder a la metafísica. Son éstos talleres en los que se ha operado una adaptación tradicional como la que el propio René Guénon plantea como posibilidad para el restablecimiento de una iniciación de oficio femenina:

No obstante, tal vez se podría entrever una solución si se considera lo siguiente: los oficios pertenecientes al Compañerazgo29, habida cuenta de sus afinidades más especiales, han tenido siempre la facultad de afiliar a tales o cuales oficios y conferirles una iniciación de la que antes carecían, iniciación que es regular porque no es más que una adaptación de una iniciación preexistente; ¿no habría algún oficio que fuera susceptible de efectuar tal transmisión con relación a determinados oficios femeninos? La cosa no parece enteramente imposible, y quizá no carezca de antecedentes en el pasado; sin embargo, no hay que ocultar que habría grandes dificultades en lo que concierne a la necesaria adaptación, que es evidentemente mucho más delicada que entre dos oficios masculinos. ¿Dónde podrían encontrarse hoy hombres que sean suficientemente competentes para realizar dicha adaptación con un espíritu rigurosamente tradicional y guardándose de introducir la menor fantasía que arriesgaría comprometer la validez de la iniciación transmitida?30

Federico González, quien en 1997 dedicara el volumen doble monográfico de la revista SYMBOLOS sobre la Masonería a las "esforzadas hermanas que trabajan en las logias femeninas"31, escribe en Las Utopías Renacentistas:

En todo caso y recordando los prejuicios que se tienen acerca de ellas, pensamos que finalmente quién o qué va a impedir a la hembra el Conocer, el encarnar el proceso iniciático y hacerlo efectivo por lo más alto. Para acceder finalmente a aquello que no tiene sexo, ni ninguna otra determinación, de lo cual emanan todos los colores, fenómenos y cosas del plano creacional, y aún sus posibilidades supracósmicas y supraindividuales presentes en el Ser (macrocosmos y microcosmos) que, no olvidemos, es el camino para el Conocimiento del No Ser, la Posibilidad Universal.32

Ningún dogmatismo denso ni ninguna interpretación sesgada de la enseñanza guenoniana va a poder refutar el hecho incontestable de que la Masonería, arca viviente de los símbolos en el Occidente del fin de ciclo, representa hoy en día una puerta abierta para la realización metafísica de los hombres y las mujeres de corazón limpio, firme voluntad y recta intención.

Alcance de la Tradición Hermética y de los Misterios Menores
En una muestra de los errores doctrinales fomentados por la lectura literal de la obra de René Guénon que el magisterio de Federico González ha traído a la luz y corregido no puede faltar el relativo a los 'límites' de la Tradición Hermética y los Misterios Menores33. La jugada guenoliteralista es aquí doble: primeramente, se cuestiona a la Tradición Hermética porque Guénon niega que el hermetismo sea una doctrina tradicional completa; y en segundo lugar, se remata el asunto postulando que los Misterios Menores a los que la Tradición Hermética está asociada (y por lo tanto, también dicha Tradición) tienen un alcance iniciático limitado al orden cosmológico que excluye la ontología y la metafísica porque Guénon así lo dice. En cuanto al primer tema, la munición de la andanada es este texto de Aperçus sur l'Initiation, retomado posteriormente en Formas Tradicionales y Ciclos Cósmicos:

Ahora se plantea una cuestión: ¿lo que se ha mantenido bajo el nombre de "hermetismo" constituye una doctrina tradicional completa? La respuesta sólo puede ser negativa, pues estrictamente sólo se trata de un conocimiento que no es de orden metafísico, sino de orden únicamente cosmológico (entendiéndolo, por lo demás, en su doble vertiente "macrocósmica" y "microcósmica"). No se puede admitir, pues, que el hermetismo, en el sentido que esta palabra tomó a partir de la época alejandrina y ha conservado desde entonces, represente la totalidad de la tradición egipcia. Aunque, en ésta, el punto de vista cosmológico parece haber sido desarrollado particularmente, y es en todo caso lo más aparente en todos los vestigios que de tal tradición subsisten, ya se trate de textos o de monumentos, no hay que olvidar que nunca puede ser más que un punto de vista secundario y contingente, una aplicación de la doctrina al conocimiento de lo que podemos llamar el "mundo intermedio".34

No obstante, el embate guenoliteralista a la Tradición Hermética usando el anterior texto como ariete tiene puntos débiles, ya que el propio Guénon afirma apenas unas líneas después que "no es que el hermetismo constituya en sí una desviación total, o que implique esencialmente algo de ilegítimo (lo cual hubiera hecho imposible su incorporación a formas tradicionales ortodoxas)"35. Para asegurar el éxito de la descalificación, pues, conviene negar las posibilidades metafísicas no sólo de la Tradición Hermética, sino de todas las vías de Conocimiento encuadradas en los Misterios Menores. Pareciera que Guénon se lo pone más fácil al literalismo por este lado:

Los "pequeños misterios" comprenden todo aquello que se relaciona con las posibilidades del estado humano contemplado en su integralidad; alcanzan, pues, hasta aquello que hemos denominado la perfección de dicho estado, es decir, a lo que es designado tradicionalmente como la restauración del "estado primordial". Los "grandes misterios" conciernen propiamente a la realización de los estados suprahumanos: tomando al ser en el punto en que lo han dejado los "pequeños misterios" –y que es el centro de la individualidad humana–, le conducen más allá de este dominio, a través de los estados supraindividuales pero aún condicionados, hasta el estado incondicionado que es el verdadero y único final y que se designa como la "Liberación final" o la "Identidad Suprema". Para caracterizar respectivamente a estas dos fases se puede hablar, aplicando el simbolismo geométrico, de "realización horizontal" y de "realización vertical", debiendo servir la primera de base para la segunda. Esta base está representada simbólicamente por la tierra, la cual corresponde al dominio humano, y la realización suprahumana está descrita como una ascensión a través de los cielos, los cuales se corresponden con los estados superiores del ser.36

De ello resulta en efecto que los "grandes misterios" están en relación directa con la "iniciación sacerdotal" y los "pequeños misterios" con la "iniciación real". Si empleamos términos tomados en préstamo a la organización hindú de las castas, podemos decir que, normalmente, los primeros pueden ser vistos como el dominio propio de los Brâhmanes y los segundos como el de los Kshatriyas. Se puede decir además que el primero de estos dos dominios es de orden "sobrenatural" o "metafísico", mientras que el segundo es solamente de orden "natural" o "físico", lo cual corresponde efectivamente a las atribuciones respectivas de la autoridad espiritual y el poder temporal; por otra parte, ello también permite caracterizar netamente el orden de conocimiento al que se refieren los "grandes misterios" y los "pequeños misterios" y que ponen en práctica en la parte que les concierne de la realización iniciática: los últimos comportan esencialmente el conocimiento de la naturaleza (no es necesario decir que contemplada desde el punto de vista tradicional y no desde el punto de vista profano, que es el de las ciencias modernas), y los primeros, el conocimiento de lo que está más allá de la naturaleza. Así pues, el conocimiento metafísico puro compete propiamente a los "grandes misterios", y el conocimiento de las ciencias tradicionales a los "pequeños misterios" (…).37

Quien se desliza por la superficie de estos textos de René Guénon sin profundizarlos puede llegar a concluir, adherido al guenoliteralismo, que las vías iniciáticas emparentadas con los Misterios Menores (los "pequeños misterios" en la terminología de Guénon) son una especie de segunda división deportiva en la que jamás se puede alcanzar el trofeo máximo porque éste se disputa en un campeonato distinto. Nosotros pensamos que Guénon escribió Aperçus sur l'Initiation y el resto de su obra no para fastidiar, negando o limitando las posibilidades iniciáticas de las formas tradicionales que han subsistido hasta nuestros días, sino para todo lo contrario: para anunciar a los hombres y las mujeres de Occidente que aspiran a la realización metafísica de una manera sincera, recta y firme la buena noticia de que continúa siendo posible la iniciación efectiva y la vivencia de la Suprema Identidad transitando por las vías simbólicas que se mantienen vivas en el ocaso del ciclo. Federico González, en el acápite del Programa Agartha dedicado al simbolismo del templo, escribe acerca de los Misterios Menores lo siguiente:

Esta construcción, imagen y modelo del cosmos, tiene pues una puerta de entrada que se abre al recorrido horizontal del templo (transposición de la puerta, paso por las aguas del baptisterio, pérdida en el laberinto cuya salida desemboca en el altar, corazón del templo), y posteriormente un orificio de salida sobre el eje vertical, esta vez ubicado en la sumidad, simbolizando la Coronación de la Obra y el ingreso a otro espacio, o mundo, enteramente diferente, que está "más allá" del cosmos, al que el templo simboliza. Es también el templo una imagen viva del microcosmos y representa el cuerpo del hombre, creado a imagen y semejanza de su creador; inversamente, el cuerpo del hombre es su templo. El centro de comunicación vertical es el corazón, y allí, en ese lugar, se enciende el fuego sagrado capaz de generar la Aventura Real de la Transmutación, después de las pruebas y experiencias de Conocimiento que llevan hasta ese lugar. En nuestro diagrama Sefirótico, la puerta horizontal se abre de Malkhuth a Yesod, mientras que la vertical de Tifereth a Kether. Es decir, que todo el trabajo previo, encaminado al Conocimiento, ha de tener por objetivo inmediato la llegada al corazón del templo, el fuego perenne del altar sobre el cual se asienta el tabernáculo, espacio vacío construido con las reglas y proporciones armónicas del templo mismo, del que es su síntesis. Habrá entonces terminado con la primera parte de los Misterios Menores (misterios de la tierra) y comenzará su ascenso simultáneo por la segunda parte (los misterios del cielo), quedando para más allá del templo, es decir, para lo supracósmico, los Misterios Mayores, que por ser inefables no pueden tener aquí cabida ni comentario.38

Como Guénon expone, el dominio de los Misterios Menores es el Cosmos; pero para la Tradición no hay diferencia entre el Cosmos en su sentido más pleno y el Ser Universal ya que los Principios ontológicos generadores de la manifestación están implícitos en ella como una "inmanencia divina" (shekhinah) que se revela en el corazón de todo lo creado. Tales Principios no son una deidad que esté fuera del Cosmos, una otridad dual con respecto a éste, la cual sería una pura imposibilidad. Afirmamos con Guénon que los Misterios Menores conducen al ser hasta el centro de la individualidad humana; pero, ¿qué es aquello que el ser encuentra y conoce en dicho centro sino los Principios?39 Y si ello es así, ¿cómo negar el alcance ontológico de los Misterios Menores?40

Por otra parte, como el propio Guénon afirma, "algo que hay que comprender bien ante todo es que no hay [en la distinción entre 'grandes misterios' y 'pequeños misterios'] géneros de iniciación diferentes, sino estadios o grados de una misma iniciación"41, por lo que son absurdas las ideas, que parecen abundar entre los guenoliteralistas, de que entre los Misterios Menores y los Misterios Mayores hay que superar algo parecido a un examen de reválida, y que mientras uno no lo apruebe gozará de un título de graduado en esoterismo pero no podrá acceder al dominio de la metafísica42. Es igualmente ajena a la Tradición la concepción de unos Misterios Menores 'autónomos' con respecto a los Misterios Mayores, ya que "los 'pequeños misterios' no son sino una preparación a los 'grandes misterios'"43 y "los Misterios Menores y los Mayores se interpenetran constantemente formando un todo en la búsqueda del Graal, en la obtención del Conocimiento"44. No hay discontinuidad alguna entre los Misterios Menores y los Misterios Mayores, cuyos símbolos, ritos y mitos son jalones de un mismo y único tránsito al No-Ser que cada ser recorrerá "hasta el punto en que se detienen sus propias posibilidades."45

Federico González expone magistralmente lo que la Tradición Hermética es, y que ella posee una amplitud muchísimo mayor que aquello a lo que René Guénon denomina "hermetismo" o "lo que se ha mantenido bajo el nombre de 'hermetismo'"46 , lo cual se limita, en la acepción restringida de este término que el metafísico francés emplea en su obra, al conjunto fragmentario de símbolos y artes de la antigua tradición sacerdotal egipcia en su versión griega que fueron incorporados por el esoterismo cristiano y el esoterismo islámico de la Edad Media. Dice Federico en La Rueda: Una Imagen Simbólica del Cosmos:

La tradición hermética deriva su nombre, nada menos que de Hermes, dios griego, el Mercurio romano, y sobre todo del mítico Hermes Trismegisto, todos ellos instructores y educadores de los hombres, mensajeros de los dioses, personaje que aparece en casi todas las tradiciones bajo distintas formas, como emisario o intermediario entre cielo y tierra, siempre vinculado con lo que vuela, por lo que se lo suele representar con atributos alados. Asimismo se lo relaciona con audiciones, recepciones y transmisiones de mensajes. Es decir, con doctrina, ciencia, sabiduría y revelación. La palabra tradición viene a significar en cierta forma lo mismo que lo anterior, por lo que la expresión tradición hermética pudiera parecer una redundancia, si no se quisiera destacar, por el aditamento de esta última palabra, un origen revelado neto, como también señalar una circunstancia histórico cultural referida específicamente al Occidente y a los orígenes de su civilización. Por otra parte, el término que nos ocupa es también claro en cuanto indica una vía de conocimiento determinada, relacionada con los misterios menores, llamados también mundo o plano intermedio, en el camino iniciático, expresando además la idea de la obscuridad y silencio, inherentes a este sendero, refiriéndose igualmente a su naturaleza misteriosa.

La tradición hermética es, pues, una forma de la tradición unánime, universal y primigenia –adecuada al ropaje histórico y a la mentalidad de ciertos pueblos y ciertos seres– que se ha manifestado aquí y allí, conformando y organizando la cultura y la civilización.47

Agregando:

Lo que sí nos interesa ahora es destacar que las ciencias y artes que se han dado en llamar la tradición hermética tienen un origen común, que se manifiesta históricamente a lo largo de la vida de Occidente, y que se expresa por medio de una serie de disciplinas y trabajos, mitos y símbolos, que constituyen un código coherente, susceptible de ser transpuesto a todos los códigos y sistemas tradicionales, pues en verdad ellos expresan y se proponen lo mismo: revelar un conocimiento oculto, permitiendo de esta manera la conquista del verdadero estado humano, el ser original, que todo hombre ha perdido por la caída, y que lo coloca en una situación infrahumana con respecto a sí mismo, motivo por el que ha de restaurar su verdadero Yo, que se halla oculto en su interior, tan sólo vivo en forma potencial, y que debe actualizar, por la memoria de sí y el recuerdo del arquetipo original, con fe y amor, gracias a la doctrina tradicional, conocida en este caso con el nombre de hermetismo. Que le permite re-nacer al estado auténticamente humano, de cara al cual los estados inferiores aparecen como sueños, o ensayos, o proyectos ilusorios, o mera tontería, por no decir estúpida vanidad.

Estas disciplinas, o vehículos, llevan al aprendiz –a través del mundo intermedio– y lo colocan frente al tabernáculo, en el corazón del templo, en el eje, que igualmente comunica con la cripta o caverna, el país subterráneo de los muertos, o mejor, en el interior del sagrario, desde donde podrá iniciar su ascensión vertical, hacia la cúpula o la sumidad, que simbolizan la salida del templo o del cuerpo, lo supracósmico o lo suprahumano.48

Y prosigue:

Podemos ubicarnos entonces en la Alejandría del siglo III de nuestra era y observar la multitud de ideas, concepciones y personajes, tradiciones y culturas –incluso la hindú y la budista–, que confluyen allí, constituyendo una verdadera encrucijada de caminos, un punto de concentración de una serie de energías análogas, venidas de varias y diferentes tradiciones, las cuales han de conformar posteriormente nuestra cultura. En aquellas fechas y lugar podemos encontrar al cristianismo de los primeros padres conviviendo con el gnosticismo, ambos de origen oriental. Al pensamiento griego, en particular el neo-platonismo –que ha de aparecer como una constante a lo largo de la historia de Occidente– mezclado con la tradición hebrea, y con los fragmentos de civilizaciones como la caldea, la egipcia, las del Irán y otras, algunas de ellas perdidas u olvidadas por nosotros. (…) Desde nuestro punto de vista, destacamos estas coordenadas espacio-temporales, como lugar de reunión y posterior expansión de las ideas de la Tradición Unánime, de la filosofía perenne y universal, de la doctrina, que han llegado a nosotros con el nombre de tradición hermética.49

La tradición hermética ha estado presente en Occidente desde sus orígenes históricos e ideológicos, manifestándose a través de distintos grupos, personas o instituciones. No nos referimos exclusivamente a la filosofía griega, Pitágoras y Platón, Plotino y Porfirio, ni a la soteriología de los romanos (Virgilio, Apuleyo) tampoco a los verdaderos gnósticos, ni a los primeros padres de la Iglesia, sino que queremos destacar el enorme cúmulo de hermetistas occidentales cristianos y esoteristas judíos e islámicos, que tanta influencia tuvieron sobre los constructores de la Edad Media y entre alquimistas, rosacruces y algunas órdenes caballerescas de diferentes tipos, de las cuales deriva la Masonería, organización iniciática nacida históricamente en el siglo XVIII, aunque de orígenes mucho más antiguos –inclusive míticos–, que afortunadamente ha permanecido hasta la fecha, aunque desgraciadamente es casi desconocida, aun para los propios integrantes de sus cuadros, en razón de la degradación cultural cíclica, que se da en todos los órdenes y lugares, cada vez más progresiva y veloz, y que ha hecho a la verdad tanto más misteriosa y secreta, como si se hubiera retirado realmente al interior de sí misma y hubiese que buscarla, o sacarnos los velos psicológicos que nos la ocultan de nosotros mismos. Sin embargo, la Masonería sigue otorgando la iniciación en sus logias y ésta es perfectamente válida, dado que se trata de la transmisión regular de una influencia espiritual. Son muchas las logias que en Europa y América están trabajando muy seriamente y son bastantes los adeptos que revitalizan los valores originarios.50

La Tradición Hermética y las vías iniciáticas que ésta cobija en su seno, ya sean las iniciaciones rituales de oficio o las iniciaciones solitarias, que no por espontáneas y plásticas dejan de constituir un rito análogo –el de la afiliación a la influencia espiritual que se revela en el neófito–, representan en Occidente la posibilidad real de efectivizar el conocimiento de los Misterios de la tierra y del cielo en pos de la metafísica.

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La defensa de la Tradición
En el capítulo "¿Qué es la Tradición?" de Esoterismo siglo XXI, Federico González escribe:

Una Cultura es la concepción internalizada de un modo coherente de ser, que vivencian todos los integrantes de la misma. Es un organismo vivo que a los efectos de su manifestación ha tomado una estructura determinada que lo hace apto para la interrelación de sus distintos integrantes, cuyos canales se comunican entre sí con el objeto de satisfacer todas sus necesidades.

Esta forma particular de ver la organización, cultural o social, tiene especial interés no bien se reflexiona en que todas las ciudades o civilizaciones –como ya llevamos dicho– tienen un Origen Mítico, vale decir, sagrado. En un medio de esta naturaleza, la Tradición, en sí, no es sino la imagen del Mundo Arquetípico, Atemporal, que se expresa cíclicamente en la cinta del tiempo.51

Por lo tanto cuando se nos dice que algo es supracósmico, o constituye la Tradición, debemos comprender que se nos está hablando de un concepto que está más allá de la comprensión ordinaria del hombre. De algo invisible que no es aprehendible por los canales del hombre común. Algo que sin embargo es tan auténtico y real que llega a decirse que es la vida misma.52

La Tradición es el cordón umbilical que nos mantiene unidos a la matriz del Cosmos y nos da el ser. No hay ser sin vínculo con el Principio, ya que Principio y Ser (o Cosmos) forman una unidad indisoluble. No hay cuerpo humano en el que no lata un corazón, y no hay ser humano que sea ajeno al Corazón del Ser por más que haya legiones de individuos que piensen lo contrario. Los conglomerados psico-corporales supuestamente ajenos al Espíritu a los que la gran mayoría de nuestros contemporáneos denominan abusivamente 'hombre' y 'mujer' son monstruos mentales muertos por aplastamiento bajo el peso de una individualidad densísima que se cree dual con respecto al Ser Universal y a su Principio. Habitamos en un mundo crepuscular lleno de zombies; pero en él subsiste aún la Tierra de los Vivos, la isla blanca de Utopía cuyos habitantes respiran y se nutren del hálito que infunde la Tradición.

Quien comprende a qué debe su vida se convierte en un testigo de la Tradición encarnándola, y también en un guardián dispuesto a combatir a las fuerzas oscuras que pretenden impedir su transmisión hasta el fin de los tiempos53. A esa labor de defensa de la Tradición han consagrado su vida hombres de conocimiento tales como René Guénon y Federico González, eslabones de la cadena de oro por medio de la cual la Tradición de Occidente se ha mantenido viva hasta nuestros días.

Como se enseña al neófito en el rito de iniciación masónica, los peores enemigos de la Tradición se pueden hallar en la cadena de unión. Son traidores difíciles de desenmascarar, lobos recubiertos de piel de oveja que impostan con mansedumbre pero a quienes sus propios errores acaban por delatar tarde o temprano. Este es el rol villano que ha desempeñado Frithjof Schuon en relación con el magisterio de René Guénon: el del discípulo renegado y farsante, el del hijo que asesina al padre para afirmar sus tesis infantiles, tesis que, por razones relacionadas con el devenir cósmico, han tenido difusión sobre todo en Estados Unidos. Allí es donde se ha forjado el concepto del Traditionalism, una especie de flan de preparación rápida (sólo hay que revolver) y consumo fácil que tiene como ingredientes principales una versión mutilada del legado de Guénon y los digestos de Schuon. El negocio es próspero, y hoy dispone de agentes comerciales en muchos países.

Schuon versus Guénon
Para defender a la Tradición es menester poner de manifiesto las traiciones –aun a riesgo de parecer descortés o socialmente incorrecto– nombrándolas. Hay que identificar a las fuentes del engaño para evitar que se pueda beber de ellas y quedar envenenado. Esa es la misión de los guardianes de la Tradición, y constituye la razón por la cual Federico González ha dedicado un espacio en su obra a la denuncia de la desviación tradicional protagonizada por Frithjof Schuon, autoproclamado continuador de la obra de Guénon y pretendido suministrador de un 'método de realización' dulzón y de fácil ingesta de lo que Guénon sólo habría enseñando 'teóricamente'. Leemos en el apéndice 2 de Esoterismo siglo XXI, titulado "Schuon versus Guénon":

La diferencia fundamental entre la Obra de René Guénon y la literatura de Frithjof Schuon estriba en la concepción que de la religión tienen ambos autores. Mientras que Schuon concibe el esoterismo como una hiper religión, Guénon aclara a lo largo de su obra (y su correspondencia) que ambas pertenecen netamente a distintos órdenes y niveles de la realidad. Al caer en tan tamaño y deliberado error, Schuon crea una situación que confunde y asimila la religión a la metafísica, impidiendo la efectivización de esta última, negando así su existencia que es en definitiva la única posibilidad verdadera que le cabe al ser humano, ya que ella es la realización del Conocimiento, por la que le toca al hombre el papel de mediador que le ha sido acordado.54

La Religión y sus sacramentos no tienen una relación directa con la Iniciación. Por el contrario los Misterios Menores, o sea las antiguas Artes Liberales componen la médula de la iniciación de Occidente, fundada en el Dios Hermes (Henoc), el Mercurio Solar, equiparado a Metatron y a Cristo (Sol Invictus).

Debido a lo que no hay ninguna posible comparación entre estos dos niveles. La Iniciación comprende a los Misterios Mayores y los Menores. Según Guénon la Religión no tiene nada que ver con ello, es de otra naturaleza. Lo mismo sucede entre la obra metafísica de Guénon y la literatura religiosoesotérica de Schuon.

Sólo la ignorancia, la mala fe, o aviesas intenciones pueden conjugar el pensamiento de Guénon con el de Schuon. Y aunque este último haya tomado todo su andamiaje intelectual de la obra del primero, sin embargo él mismo se ha encargado de diferenciar su "misión" de la del metafísico francés, al que no sólo no considera su maestro, sino al que juzga muy duramente y sin ningún atisbo de amor, o agradecimiento, llegando incluso sus comentarios al liso y llano desprecio.55

Por otra parte, en el capítulo "Sobre René Guénon", el autor de Esoterismo siglo XXI nos advierte de lo siguiente:

Volviendo al texto que comentamos, diremos que Schuon no reconoce en el ser humano sino la posibilidad de estados individuales, siendo los estados supraindividuales una simple aspiración humana, y de allí la importancia atribuida a la religión, la moral y la "santidad", porque él mismo no conoce otros estados, cosa curiosísima si se tiene en cuenta la calidad y pretensión de sus libros, y confunde la salida de Mâyâ, tan trabajosamente lograda, con los fines cada vez más sutiles de la iniciación, o sea de la realización en vida del Ser Universal, no ya de los estados del No Ser, a los que niega, aferrándose a su papel egótico de gurú, atrapado en las coordenadas de su personalidad; de allí que su investigación espiritual sea una vía muerta, un simple peldaño introductorio, un poco más destacado que ciertos institutos yoga o sectas como "los Niños de Dios", en la escalada del Conocimiento; de allí también su necesidad de señalar "errores" y poner apostillas de tipo lógico y teológico a una obra inspiradísima, a la que no ha podido llegar por sus propias limitaciones intelectuales nacidas de un pequeño corazón lleno de extraños rencores y envidias y de una psiqué enfermiza, amanerada y compleja, que lo lleva a asumir un papel tiránico que no le corresponde, como forma de ocultar o negar lo que no puede saber sino de una manera chata, puesto que no ha recibido la gracia necesaria para transponer esos límites que los hados tan generosamente otorgan a otros más frescos e "ingenuos". Para Schuon no hay verdadero milagro, ni poesía, ni conocimiento; sólo normas lógicas (teologizantes), "prospectiva literaria", belleza de consumo y pequeña erudición; es una forma de negar la gracia y malversar el término misterio, vulgarizándolo, ya que se le otorga en su obra un carácter alegórico-religioso, negándole a aquellos que están en la Vía Simbólica la posibilidad del auténtico Conocimiento y su identificación con él por medio de un control de tipo dogmático que ejerce a raíz de sus propias deficiencias espirituales, a las que otorga características universales, al igual que a su concepción personal de Dios.56

Tome nota de ello, pues, el viajero en pos del Conocimiento, y esté prevenido contra los vendedores de chocolate suizo que saldrán en numerosas ocasiones a su encuentro ofreciéndole endulzar su trayecto con píldoras schuonianas de estulticia. El propósito oculto de éstos no es otro que la anestesia del peregrino y distraerlo fatalmente de su meta.

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Brindis final
Para nosotros, las obras de René Guénon y de Federico González constituyen una referencia doctrinal insustituible sin la cual jamás hubiéramos podido entrever la inmensidad del Ser Universal ni la infinitud del Absoluto, ni tampoco concebir la posibilidad de una iniciación efectiva en los Misterios. Por motivos que escapan a nuestra comprensión racional, por una gracia que agradecemos en lo más hondo, hemos sido invitados a un banquete nupcial, a las bodas alquímicas del Azufre y el Mercurio. Felices, brindamos por su consumación y por el magisterio que nos ha guiado hasta el Templo del Amor.


NOTAS
23 René Guénon, Etudes sur la Franc-maçonnerie et le Compagnonnage, tomo II. Ed. Traditionnelles, París, 1992, p. 19.
24 Ibid., pp. 20-22.
25 René Guénon, Aperçus sur l'Initiation. Ed. Traditionnelles, París, 1992, p. 41.
26 Platón, República. Citado por: Federico González, Las Utopías Renacentistas. Esoterismo y Símbolo. Ed. Kier, Buenos Aires, 2004, p. 276.
27 A esta lista debemos añadir la escritura, arte practicado por hombres y mujeres sin distinción que hoy en día desempeña un papel muy importante en los trabajos de las logias masónicas. Ver a este respecto: Mª Victoria Espín, Sobre la Iniciación Femenina (2ª parte). SYMBOLOS nº 27-28, Barcelona, 2004, pp. 203-222.
28 Ver: Anónimo, Manuscrito Dumfries nº 4. El Taller, Revista de Estudios Masónicos.
29 Entre ellos, el oficio de constructor (N. del A.).
30 René Guénon, Etudes sur la Franc-maçonnerie et le Compagnonnage, tomo II. Ed. Traditionnelles, París, 1992, pp. 24-25. Por nuestra parte, hemos tenido la fortuna de conocer a maestros masones así y testimoniamos la regularidad tradicional de los talleres femeninos, mixtos y masculinos constituidos bajo sus auspicios.
31 Federico González, Carta Editorial. SYMBOLOS nº 13-14, Guatemala, 1997, p. 10.
32 Federico González, Las Utopías Renacentistas. Esoterismo y Símbolo. Ed. Kier, Buenos Aires, 2004, p. 300.
33 Ver con respecto a este tema: Mireia Valls, La Tradición Hermética y René Guénon. SYMBOLOS nº 23-24, Barcelona, 2002, pp. 33-98.
34 René Guénon, Formas Tradicionales y Ciclos Cósmicos. Ed. Obelisco, Barcelona, 1984, p.101.
35 Ibid., p. 102. Las "formas tradicionales ortodoxas" a las que se refiere Guénon pertenecen al esoterismo cristiano y el esoterismo islámico.
36 René Guénon, Aperçus sur l'initiation. Ed. Traditionnelles, París, 1992, pp. 248-249.
37 Ibid. pp. 249-250.
38 Federico González y colaboradores, Introducción a la Ciencia Sagrada. SYMBOLOS nº 25-26, Barcelona, 2003, pp. 106-107.
39 "En otras palabras, malkhuth es el 'descenso', el [la] shekhinah u omnipresencia del supremo, que se manifiesta por una parte por las emanaciones inteligibles unidas en el espíritu universal, y por la otra por emanaciones ininteligibles, cuya oscuridad se hace concreta en sustancia creativa. De este modo malkhuth tiene un aspecto esencial, un aspecto espiritual y un aspecto sustancial. En su esencia es superinteligible e idéntico al 'quien' (mi): es el 'fin que viene a unir el principio', y mediante aquél, la 'causa de las causas', que es incognoscible. En su espiritualidad es inteligible: es la 'luz del mundo', llamada 'eso' (eleh); y en su sustancialidad es ininteligible: es el 'firmamento sin luz en sí mismo', el 'qué' (mah) de toda sustancia." Leo Schaya, El significado universal de la Cábala. Ed. Dédalo, Buenos Aires, 1989, pp. 67-68.
40 "Los misterios menores corresponden a la totalidad de la obra alquímica y a la astrología y, por lo tanto, a la vía lunar y a la solar, la obra al blanco y la obra al rojo, los pequeños y los grandes viajes." Federico González, La Rueda: Una Imagen Simbólica del Cosmos. Ed. SYMBOLOS, Barcelona, 1986, pp. 94-95.
41 René Guénon, op. cit., p. 248.
42 "A quien verdaderamente está en la Vía del Conocimiento poco le importa si está en un tramo llamado Misterios Menores o no; de hecho muchos miles de hermetistas han recorrido su camino muchísimo antes de que esta división restablecida recientemente por Guénon –y que en la didáctica de su obra tiene un sentido– tuviera para ellos algún tipo de validez." Federico González, Hermetismo y Masonería. Ed. Kier, Buenos Aires, 2001, p. 175.
43 René Guénon, op. cit., p. 248.
44 Federico González, op. cit., p. 176. El autor añade: "(…) estas nomenclaturas de los Misterios Mayores y Menores, por convencionales, no se corresponden siempre con la misma realidad de los hechos que se examinan bajo su luz, añadiendo que los Misterios Mayores, si verdaderamente lo son, por su misma condición de suprahumanos no son expresables en el lenguaje de los hombres, y por lo tanto no pueden ser enseñados ni aprendidos, sino que se revelan de modo directo en aquellos que han sido elegidos para tal fin." (ibid.)
45 René Guénon, op. cit., p. 248.
46 Ver supra.
47 Federico González, La Rueda: Una Imagen Simbólica del Cosmos. Ed. SYMBOLOS, Barcelona, 1986, pp. 91-92.
48 Ibid., pp. 93-94.
49 Ibid., pp. 95-96.
50 Ibid., pp. 97-98.
51 Federico González, Esoterismo siglo XXI. En torno a René Guénon. Ed. Muñoz Moya y Montraveta, Sevilla, 2000, p. 54.
52 Ibid., p. 56.
53 En verdad, este impedimento es algo rigurosamente imposible. En cualquier civilización, el fin de su Tradición ha significado el fin de su tiempo, tal como ilustran la Historia y la Geografía.
54 Ibid., p. 335.
55 Ibid., p. 337.
56 Ibid., pp. 142-143.
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