SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis
La NAturaleza y las tres Gracias.
La Naturaleza servida por las tres Gracias. Pedro Pablo Rubens. Glasgow, Corporation Art Gallery

EL COSMOS Y SU MATRIZ (y 2)
MARC GARCIA

La matriz musical

Escribe Robert Fludd en De Musica Mundana:

Así, pues, las proporciones conducen, sin duda, a la muy notable harmonía mundana, proporciones por las que, operando la naturaleza de la luz primera en la materia intermedia, se consigue la concordia indisoluble de todas las cosas y las orejas del intelecto son acariciadas por una música inexplicable, pues el instrumento de esta melodía, esto es, la máquina del mundo, es como un monocordio cuya cuerda, por medio de la cual se logra el consenso de las partes, es la materia intermedia de todo el mundo.38

La "música mundana" de la que habla Fludd es la "música de las esferas" pitagórica, el orden de todo lo manifestado que las armonías de la "música común" simbolizan. El monocordio, instrumento musical de una sola cuerda, es una imagen tangible del seno receptivo donde se suscitan los indefinidos arquetipos –análogos a las notas musicales– por obra de la "luz primera", Spiritus mundi o Principio de la manifestación y desde donde éstos se proyectan sobre los planos formal y material de la existencia. Del monocordio emanan las distintas notas de la escala musical al pulsar su cuerda única cuando ésta es 'pisada' a unas distancias de sus extremos que guardan determinadas proporciones con la longitud total del hilo vibrante. Dichas proporciones son análogas a las relaciones existentes entre los módulos numéricos que emplea el demiurgo del Timeo para crear el mundo:

Comenzó a dividir así: primero, extrajo una parte del todo; a continuación, sacó una porción el doble de ésta; posteriormente tomó la tercera porción, que era una vez y media la segunda y tres veces la primera; y la cuarta, el doble de la segunda, y la quinta, el triple de la tercera, y la sexta, ocho veces la primera, y, finalmente, la séptima, veintisiete veces la primera.39

Las proporciones entre los módulos anteriores –1, 2, 3, 4, 8, 9, 27– generan la escala musical en el monocordio. En efecto, consideremos las proporciones más simples que pueden establecerse entre los cuatro primeros números de la anterior secuencia numérica:40 1/2, 2/3, 3/4. Si el monocordio41 está afinado en la tonalidad de do, 'pisando' su cuerda sucesivamente a distancias de su extremo inferior o puente iguales a 3/4, 2/3 y 1/2 veces su longitud total obtendremos respectivamente, al pulsarla, un fa, un sol y un do en la octava superior.42 Estas cuatro notas, las tres generadas 'pisando' la cuerda según las proporciones mencionadas y el do grave inicial correspondiente a la vibración libre del monocordio que corresponde al módulo unidad, son precisamente las del tetracordio de Filolao43 y conforman un acorde que expresa la Cosmogonía al igual que la Tetraktys. La relación existente entre las proporciones asociadas a las notas del tetracordio de Filolao

do - fa - sol - do

se puede escribir matemáticamente de este modo:

1 : 3/4 = 2/3 : 1/2

La ecuación anterior expresa que dada una longitud (1) y su mitad (1/2), el cociente de dicha longitud entre la media aritmética de ambos extremos (3/4, que es la media aritmética de 1 y 1/2) es igual al cociente de la denominada media armónica (en este caso, 2/3) entre la mitad de la longitud inicial (1/2).44 Si ahora aplicamos esta ecuación para una longitud de partida igual a 2/3, correspondiente a la nota sol, calculando su mitad (1/3) y la media aritmética entre ambas longitudes (1/2) tenemos:

2/3 : 1/2 = x : 1/3

de lo que resulta x = 4/9, longitud de cuerda que produce un re agudo.45 Si aplicamos de nuevo este procedimiento tomando como longitud de partida la correspondiente al re grave (8/9):

8/9 : 2/3 = x : 4/9

obtenemos x = 16/27, longitud que corresponde a un la. Análogamente, a partir de la longitud de cuerda correspondiente a dicha nota:

16/27 : 4/9 = x : 8/27

se infiere x = 32/81, correspondiente al mi agudo. Del mismo modo, partiendo de la longitud asociada al mi grave (64/81):

64/81 : 16/27 = x : 32/81

resulta x = 128/243, que corresponde al si y con lo cual se completa la escala musical pitagórica.46 Dicha escala es un símbolo de la manifestación universal desarrollada conforme al orden arquetípico contenido en la unidad del Ser y revelado por los números y las figuras geométricas. A este respecto dice Federico González:

Siendo esto así, cualquier ser, fenómeno o cosa, está dentro de una escala, salvo lo no determinado, cuya ausencia ha de corresponderse necesariamente con el silencio, o con el No Ser. Sin embargo debe advertirse que estos conceptos rebasan y superan lo sensible, aunque de hecho cualquier audición sea el límite en que se encuadra lo ilimitado. Esta es la gracia del Arte Musical capaz por su propia naturaleza y sus valores intrínsecos de manifestar ayer, hoy y mañana, lo no manifestado, la perpetua posibilidad: aquello que, sin ser jamás, igualmente conforma el sonido paradigmático de la esperanza.47


La generación del firmamento estrellado
Los mitos cosmogónicos de las distintas tradiciones expresan unánimemente la génesis del Universo en el seno del Principio, y todos ellos describen la creación del firmamento estrellado como un hecho fundamental. Por ejemplo, en el Pentateuco hebreo se lee:

Dijo Dios: "Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y valgan de señales y para solemnidades, días y años; y valgan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra". Y así fue. Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para el dominio del día, y el lucero pequeño para el dominio de la noche, y las estrellas; y púsolos Dios en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra, y para dominar en el día y en la noche, y para apartar la luz de la oscuridad; y vio Dios que estaba bien. Y atardeció y amaneció: día cuarto.48

El principal relato cosmogónico de la tradición persa cuenta que Ahura Mazda creó el tiempo y dio comienzo al mundo trayendo los días soleados y poniendo las estrellas para que brillaran en el cielo. Por otra parte, los aborígenes aranda del centro de Australia explican que la tierra era al principio una llanura desierta donde todo era oscuridad, no existía la vida ni la muerte y el sol, la luna, las estrellas y los antepasados eternos yacían bajo tierra, hasta que un día éstos despertaron y salieron a la superficie. En Serbia cuenta una leyenda popular que al principio Dios dormía y soñaba, pero al cabo de muchos siglos despertó, miró a su alrededor y aquello que miraba se convertía en una estrella.49 Asimismo, Hesíodo narra en su Teogonía:

Del Caos nacieron el Érebo y la negra Noche; y de la última, que quedó encinta por haber tenido amoroso consorcio con el Érebo, se originaron el Éter y el Día. La Tierra comenzó por producir el Cielo estrellado, de igual extensión que ella, con el fin de que la cubriese toda y fuera una morada perenne y segura para los bienaventurados dioses.50

La creación de la bóveda estrellada, descrita en los anteriores relatos tradicionales y en tantos otros, es la escritura de un libro de imágenes simbólicas por medio del cual el hombre puede acceder al conocimiento de su verdadero Sí. La naturaleza es "un recipiente donde se reflejan los diversos niveles de la existencia universal. Y es por los símbolos reveladores que se expresan en ella (como si de un oráculo se tratara) que el hombre puede remontarse hacia su origen, ascendiendo por los peldaños de la Escala Filosófica pues conserva en su interior la semilla del alma inmortal. Pero ese ascenso se hace efectivo mediante la ciencia teúrgica, que pone al hombre en comunicación con los dioses y las entidades angélicas, las cuales, mediante el rito y la invocación, transmiten su inteligencia y sabiduría al corazón del adepto".51 Brindar la posibilidad del Conocimiento por intermedio del símbolo es la verdadera razón de ser de las artes herméticas, y en particular de la Astronomía o Astrología, ciencia cosmogónica considerada como "uno de los caminos más importantes para el conocimiento espacial y temporal de la realidad en la que estamos inscriptos" ya que "en sus recorridos los astros diseñan formas directamente ligadas a la suerte de la Tierra, y de sus habitantes, los hombres, miembros activos del sistema. Estas condiciones nos signan y nos sirven para conocer nuestros límites, marcados primeramente por el lugar y el tiempo de nuestro nacimiento, y a partir de dichos límites podremos optar por lo ilimitado como fundamento de todo orden verdadero".52

Los astrónomos de todos los tiempos y lugares (con la única excepción de los del Occidente moderno) han escrutado el movimiento de las estrellas y los planetas a fin de conocer las claves sutiles de la naturaleza interior de las cosas y de sí mismos; ese, y no otro, ha sido su afán. Así, aunque sea incomprensible para una sociedad como la nuestra cuyo paradigma científico es el materialismo radical –que reduce el ser a lo que existe y lo que existe a lo que los sentidos corporales captan– y la especialización, personajes como Kepler o Newton no fueron expertos en la formulación de leyes de la mecánica celeste que además se ocuparon, como hobby al margen de sus investigaciones, del estudio de los cuerpos platónicos y del Templo de Salomón, sino adeptos de la Tradición Hermética que trabajaron con todos los soportes a su alcance –los símbolos de todas las ciencias sagradas, y entre ellos, los astros y su movimiento relativo– para alcanzar el conocimiento integral de sí mismos.

El análisis del espectro de la luz emitida por todas las galaxias visibles al telescopio muestra un desplazamiento al rojo o aumento de la longitud de onda que evidencia su alejamiento progresivo respecto a nuestro Sistema Solar.53 Dicho desplazamiento es más intenso en las galaxias más lejanas, lo que sugiere que éstas se alejan más rápidamente que las cercanas. La explicación más plausible de estas observaciones es suponer que el universo está 'inflándose' de una manera acelerada tras una explosión inicial o big bang de un núcleo indefinidamente denso donde estaba contenida toda la materia. Esta idea ha sido formulada y desarrollada por científicos modernos cuya programación materialista les impide ver más allá de la literalidad de su conjetura; pero si por obra de la Gracia pudiesen desembarazarse de sus ligaduras mentales, gozarían redescubriendo ese punto inicial inmensamente luminoso que conciben como una imagen del Ser como Matriz y Principio de la manifestación cósmica afirmado en el No-Ser.54 Y se darían cuenta de que su hipótesis es, ante todo, un poema análogo a muchos relatos tradicionales de la cosmogonía, como por ejemplo esta narración de los muiscas colombianos:

Cuando era noche, o como ellos [los muiscas] lo interpretan, antes que hubiera nada de este mundo, estaba la luz metida allá en una cosa grande, para significarla la llamaban Chiminigagua de donde después salió; y que aquella cosa o este Chiminigagua en que estaba metida esta luz, y según el modo que tienen de darse a entender en esto quieren decir que es lo que nosotros llamamos Dios, comenzó a amanecer y mostrar la luz que en sí tenía y dando luego principio a crear cosas en aquella primera luz.55

o esta leyenda china:

Al inicio de los tiempos todo era un caos, y este caos tenía forma de huevo de gallina. El huevo contenía el Yin y el Yang, las dos fuerzas contrapuestas de las que está hecho el universo. Yin y Yang son la oscuridad y la luz, lo femenino y lo masculino, el frío y el calor, la humedad y la sequedad.

Un día, las energías en guerra que había dentro del aquel huevo lo hicieron estallar. Los elementos más pesados se hundieron, formando la tierra, y los más ligeros flotaron, formando el cielo. Y entre el cielo y la tierra quedó P'an-ku, el primer ser. Cada día, durante dieciocho mil años, el cielo y la tierra se fueron separando un poco más, y cada día P'an-ku crecía a la misma velocidad, de modo que siempre llenaba el espacio entre los dos elementos.56


La matriz alquímica
La alquimia es la ciencia hermética de las transmutaciones que se operan en la naturaleza. "Estas operaciones tienen una réplica en el hombre, que puede verse en ellas como en un espejo que reflejara su propio proceso de desarrollo, y simbolizan la posibilidad de la regeneración. Es decir, la de mudar de condición y de forma, a tal punto que la sustancia con que se trabaja –en este caso la psiquis humana en los primeros niveles– pase a ser una cosa distinta de la que conocemos actualmente. Esta búsqueda y hallazgo del Ser es en suma, la auténtica Libertad, no empañada por ningún prejuicio, y puede ser equiparada a un nuevo nacimiento".57

La simbólica hermético-alquímica está trufada de imágenes de la matriz de los seres cuya contemplación con una visión interior –la que proporciona la intuición intelectual– conduce a la conciencia de identidad con el Ser Universal, y aun más allá del Ser, al estado de conciencia del No-Ser infinito del que nada puede ser dicho, es decir a la completa liberación de las condiciones limitativas de la existencia individual, según han atestiguado los alquimistas y sabios herméticos de todos los tiempos:

El hombre contiene en sí todas las cualidades del mundo, por eso dice la Escritura que somos polvo y cenizas y que a las cenizas volveremos. Ahora bien, aunque el hombre sea de carne y hueso, aunque sea tierra, polvo y cenizas, no es como el mundo, sino más que el mundo, pues ha sido hecho a imagen de Dios. Si el hombre pudiese tener en cuenta esto, si no estuviese en el exilio, podría estar en paz en su corazón sin sufrir por su cuerpo, pues tendría presente en todo momento lo que realmente es, lo que fue en su origen y aquello en lo que se convertirá.58

Los símbolos alquímicos revelan, en el ámbito de lo sensible, el Principio Absoluto en sus facetas metafísica, ontológica y cosmogónica: como Suprema Identidad, Nada Infinita y Posibilidad Ilimitada anterior al Ser y a cualquier determinación (Brahma), como Ser Universal o determinación primera y no dual del Principio Supremo (Îshwara), y como Principio Productor (Brahmâ), Padre Generador (Vishnu) y Madre Transformadora (Shiva) de toda la manifestación. En este sentido, la tríada Azufre - Mercurio - Sal evoca la polaridad de la que se reviste el Principio en su accionar cosmogónico, la cópula del Padre expansivo (Azufre) con la Madre receptiva (Mercurio) que produce todo lo manifestado (Sal). El Athanor, como espacio en que se desarrolla la obra alquímica que refleja y actualiza el matrimonio entre el Cielo y la Tierra, es una imagen simbólica del Ser Universal en cuyo seno se produce la manifestación. Por su parte, la quintaesencia, cuya naturaleza comparten los cuatro elementos alquímicos (fuego, aire, agua y tierra), es una idea que expresa en el plano cosmológico la indeterminación principial. El Timeo se refiere a esa quintaesencia de este modo:

Por tanto, concluyamos que la madre y receptáculo de lo visible devenido y completamente sensible no es ni la tierra, ni el aire, ni el fuego ni el agua, ni cuanto nace de éstos ni aquello de lo que éstos nacen. Si afirmamos, contrariamente, que es una cierta especie invisible, amorfa, que admite todo y que participa de la manera más paradójica y difícil de comprender de lo inteligible, no nos equivocaremos. En la medida en que sea posible alcanzar a comprender su naturaleza a partir de lo expuesto, uno podría expresarse de la siguiente manera: la parte de él que se está quemando se manifiesta siempre como fuego, la mojada, como agua; como tierra y aire, en tanto admite imitaciones de éstos.59

Y también:

Debemos decir que [la naturaleza que recibe todos los cuerpos] es siempre idéntica a sí misma, pues no cambia para nada sus propiedades. En efecto, recibe siempre todo sin adoptar en lo más mínimo ninguna forma semejante a nada de lo que entra en ella (…). Y también se puede asemejar el recipiente a la madre, aquello que se imita, al padre, y la naturaleza intermedia, al hijo, y pensar que, de manera similar, cuando un relieve ha de ser de una gran variedad, el material en que se va a realizar el grabado estaría bien preparado sólo si careciera de todas aquellas formas que ha de recibir de algún lugar. Si fuera semejante a algo de lo que entra en él, al recibir lo contrario o lo que no está en absoluto relacionado con eso, lo imitaría mal porque manifestaría, además, su propio aspecto. Por tanto, es necesario que se encuentre exento de todas las formas lo que ha de tomar todas las especies en sí mismo.60

La quintaesencia es la síntesis esencial de los cuatro elementos de la Alquimia, los que a su vez representan principios universales originados por la tríada de Principios Cósmicos que el Azufre, el Mercurio y la Sal simbolizan. El Athanor es el recipiente alquímico donde los tres principios y los cuatro elementos circulan, se interpenetran y se transforman unos en otros para operar la transmutación de la materia prima en Piedra Filosofal, "la realidad única que trasciende toda manifestación",61 lo cual es análogo a lo que sucede en el interior del adepto y en el macrocosmos:

El cosmos todo puede ser observado como un gran Athanor en el que estas fuerzas se interrelacionan oponiéndose y conjugándose perpetuamente, tal cual lo afirma el Corpus Hermeticum. En el interior del alquimista (microcosmos) ocurre lo mismo: estos principios y elementos se combinan entre sí produciendo desequilibrios, combustiones, alteraciones y contradicciones. Pero el iniciado sabe que en el constante desequilibrio de las partes en que aparentemente el cosmos se divide radica el equilibrio del conjunto, el orden del todo.62


La madre Logia
La Masonería es una vía de Conocimiento que constituye todavía, en el Occidente de nuestros días, una posibilidad efectiva de iniciación en los Misterios. Nutrida por el hermetismo y el pitagorismo, corrientes sapienciales enraizadas en la antigua tradición egipcia que afluyen a la Tradición Hermética, la Masonería se apoya en los símbolos, los ritos y los mitos del oficio de constructor para propiciar la transmisión de una influencia espiritual que permite al iniciado regenerar su psiqué, acceder a la contemplación de la Luz primigenia por encima de las brumas confusas de su individualidad, y trascendiendo a ésta, fundirse con el Cosmos, el Ser y la Fuente Suprema de todo lo que es. La transformación de la piedra bruta en una piedra pulida apta para la edificación del templo interior –esto es, la reconstrucción de la conciencia del ser– es idéntica a la transmutación alquímica de la materia prima en piedra filosofal, y de ahí que a una y otra vías, la masónica y la alquímica, se las denomine del mismo modo (Arte Real).

Como en la Alquimia, los símbolos de la Masonería expresan sensiblemente el Principio Supremo en su doble aspecto de No-Ser y de Ser o Principio de lo manifestado. De entre ellos, la Logia traduce esta significación de un modo especialmente palmario. Dice Francisco Ariza:

Hablaremos ahora del simbolismo de la Logia, y lo primero que llama nuestra atención es la propia palabra Logia, prácticamente idéntica a Logos, que significa justamente la palabra o el Verbo con que el Gran Arquitecto crea el Cosmos. Igualmente, Logia, si no etimológicamente sí al menos en su sentido simbólico, es idéntica a la palabra sánscrita loka, que quiere decir "mundo", "lugar", y por extensión "cosmos". Por otro lado, también se da una identidad entre Logia, Logos y el griego lyke, que significa "luz".63

Cuando el Maestro de Ceremonias convoca a los hermanos masones al trabajo, la Logia está a oscuras; es una imagen de la total indeterminación propia del seno metafísico en el que todo es posible y está por concretar, del Caos principial que precede al Fiat Lux cosmogónico. Ese espacio, que es análogo a lo que desde el punto de vista de la manifestación es absolutamente vacuo y desde el punto de vista metafísico es el Principio de los Principios, se transforma en el rito de apertura, por obra de la Luz que alumbra en Oriente, en "un lugar muy iluminado y muy regular", un espacio que en nada difiere de la Logia oscura salvo en su aspecto luminoso, lo que evoca la no-dualidad entre el No-Ser y el Ser Universal o No-Ser afirmado ontológicamente.

La iluminación de la Logia da pie a la aparición de los símbolos que la adornan conformando una estructura ordenada a imagen del Cosmos producido en el seno del Ser Universal. En el centro de la Logia, las Tres Grandes Luces –el Volumen de la Ley Sagrada, el Compás y la Escuadra– que el masón advierte sobre el ara, el punto en torno al cual se organiza todo el espacio cosmogonizado en el rito de apertura, revelan el Principio de lo manifestado como principio productor, principio efusivo y principio receptivo al igual que lo hacen los pilares de la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza, cuyas estrellas son encendidas en un rito ternario. En el Oriente, este aspecto triple del Principio está expresado por el Delta Luminoso, cuyo ojo central se relaciona con el pensamiento del Gran Arquitecto del Universo que concibe todos los arquetipos, y los dos luminares, el Sol y la Luna, que son imágenes de los aspectos generativo y transformador del principio cosmogónico.

La Logia es, pues, el símbolo de la Matriz del macrocosmos, y también del microcosmos. Las dos columnas de la entrada del Templo masónico "son las piernas de la Madre Logia, por las que es parido el Neófito, es decir por la sabiduría de Hermes, el gran iniciador, y por Pitágoras el instructor gnóstico".64 Muerto el profano en el Gabinete de Reflexión, atraviesa, con la asistencia del Experto y del Maestro de Ceremonias como comadronas, el canal del parto abierto entre las columnas J.·. y B.·. para renacer al espacio y al tiempo sagrados instaurados por el rito cosmogónico. El masón es engendrado de nuevo para inteligir el significado de la generación del Cosmos y así poder fundirse con su Principio y el Principio de dicho Principio.


Corolario

Si una mujer sufre mucho durante el parto,
cocer en agua, lentamente y con precaución,
hierbas perfumadas como el hinojo y el ásaro;
quitar el agua y poner las hierbas aún calientes
alrededor de sus muslos y en su espalda;
envolverlas con una sábana con cuidado
para que desaparezca el dolor
y su vientre se abra más fácilmente
y de manera menos dolorosa
Hildegarda de Bingen, Causae et Curae

Gratuitamente, la Posibilidad Absoluta se afirma como Ser Uno y se inviste como Principio, Padre y Madre Cósmicos generando el Universo en su seno. Todo ello sucede simultáneamente fuera del tiempo y del espacio y a la vez se refleja en todas las cosas manifestadas, sujetas como tales a una condición espacio-temporal.

El Cosmos se produce in principio en el eterno presente del "Érase que se era", en todos los lugares y en ninguno en particular, y cualquier génesis en el ámbito de lo manifestado, ya sea la de un niño saliendo del vientre de su madre, la de un polígono al ser determinados sus vértices en una circunferencia y ser trazadas sus aristas, la de una supernova al explotar una estrella, la de un bloque de basalto al cristalizar una masa de magma, etc., revela la esencia de lo generado, del acto cosmogónico, del Principio Cósmico, del Ser Universal y del Principio Supremo. Estas imágenes son símbolos universales, "realidades que manifiestan la inteligencia" y medios que ayudan a que el ser humano renazca a lo que verdaderamente es para reconocerse como Cosmos, o Ser o Manifestación, y como No-Ser o Inmanifestaci ón, conjugados en la Suprema Identidad.


NOTAS
38 R. Fludd, Escritos sobre Música. Editora Nacional, Madrid, 1979, p. 84.
39 Platón, op. cit., pp. 179-180.
40 Y entre los cuatro elementos de la Tetraktys pitagórica.
41 O la cuerda de una guitarra o de cualquier otro instrumento musical de cuerda que tengamos a mano.
42 Dicho en otros términos, si una cuerda tensa emite al vibrar un do, cuerdas de las mismas características en cuanto a material, sección y tensión cuyas longitudes sean iguales a 3/4, 2/3 y 1/2 veces la longitud de la cuerda inicial producirán, respectivamente, un fa, un sol y un do, siendo esta última nota una octava más aguda que el primer do.
43 Arturo Reghini identifica este instrumento musical pitagórico que "contiene los intervalos más característicos de la voz en la declamación" con la lira de Orfeo. Ver A. Reghini, Les Nombres Sacrés dans la Tradition Pythagoricienne Maçonnique. Ed. Arché, Milán, 1981.
44 Ibid.
45 Utilizamos el adjetivo 'agudo' para referirnos a una nota que es más alta que el do asociado a la longitud 1/2, y 'grave' para las notas que pertenecen a la octava inicial. La longitud correspondiente a una nota equivalente en la octava inferior es el doble de la longitud asociada a la nota aguda homónima.
46 La escala musical denominada "natural" difiere ligeramente de la escala pitagórica al haberse simplificado las longitudes de cuerda correspondientes al mi (4/5 en vez de 64/81), al la (3/5 en vez de 16/27) y al si (8/15 en vez de 128/243). Ver A. Reghini, op. cit.
47 F. González, Simbolismo y Arte. Ed. Symbolos, Barcelona, 1998, p. 108.
48 Gn 1, 14-19.
49 Ver N. Philip, El libro ilustrado de los mitos. Ediciones B, Barcelona, 1996, 192 pp.
50 Hesíodo, La Teogonía. Ed. Edicomunicación, Barcelona, 1995, p. 44.
51 F. González et al., Introducción a la Ciencia Sagrada. SYMBOLOS N 25-26, Barcelona, 2003, pp. 319-320.
52 F. González et al., op. cit., pp. 31-32.
53 Dicho aumento de la longitud de onda luminosa es debido al denominado efecto Doppler. Es la misma causa por la que percibimos que el sonido que emite la sirena de una ambulancia que se aleja de nosotros es cada vez más grave.
54 Se dice que "la inteligencia goza con aquello que la revela".
55 P. Simón, Noticias Historiales. En: W. Krickeberg, Mitos y leyendas de los aztecas, incas, mayas y muiscas. Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1995, p. 151.
56 N. Philip, op. cit., p. 22.
57 F. González et al., op. cit., p. 35.
58 Paracelso, La Astronomía Hermética. Índigo, Barcelona, 2001, p. 44.
59 Platón, op. cit., p. 203.
60 Platón, op. cit., p. 202.
61 F. González et al., op. cit., p. 93.
62 F. González et al., op. cit., pp. 92-93.
63 F. Ariza, op. cit., p. 23.
64 F. González, Hermetismo y Masonería. Ed. Kier, Buenos Aires, 2001, p. 103.

 
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