SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis
 

 RENE GUENON
CARTA AL R. P. VICTOR POUCEL

El Cairo, 14 de julio de 1946

Reverendo Padre,

Acabo de recibir su carta, y me alegro de saber que le han hecho llegar mis últimos libros, o al menos tres de ellos; quizás tenga también ahora el cuarto.

He visto la reseña totalmente incomprensiva del Règne de la Quantité que se ha publicado en Études de la que he sabido también la tendencia actual a facilitar todas las ideas modernas, "científicas" y "evolucionistas", lo que encuentro verdaderamente deplorable. He sabido igualmente que usted no ha sido tratado con mucha más comprensión; me explico pues muy bien que no cuente con que se acepten las notas que ha enviado...

Ultimamente, me han hablado de usted por diversos lados, y me han dicho que había publicado aún varios volúmenes (no conocía más que los dos primeros), pero no sabía que sus trabajos se habían visto interrumpidos por la enfermedad; deseo no obstante que esto no sea sino momentáneo, y hago votos para que acabe pronto de restablecerse. ¿Quién sabe si vendrá aquí... y si podremos encontrarnos algún día?

He sentido mucho lo que me comunica a propósito de nuestro pobre amigo Ch. Grolleau, ya que ignoraba aún su muerte. A decir verdad, me inquietaba no saber nada de él después de la reanudación de las comunicaciones, y me preguntaba si su salud, tan frágil ya desde hace mucho tiempo, habría podido resistir a los acontecimientos; pero, ¿qué ha pasado pues exactamente?

Comprendo muy bien su punto de vista, y admiro que haya llegado por sí mismo a concepciones que contrastan tan felizmente con la idea "aminorada" que se hacen del Cristianismo la mayoría de nuestros contemporáneos. ­ Por otra parte, comprendo también que haya, en mi propio punto de vista, ciertas cosas que pueden sorprender a aquellos que no están acostumbrados a ello, aunque me esfuerzo en explicarlas tan claramente como es posible (quizás incluso demasiado claramente para el deseo de algunos).

Por supuesto que el punto de vista esotérico e iniciático (que hay que evitar cuidadosamente confundir con las falsificaciones modernas), al que se refiere propiamente la conciencia de la unidad esencial de todas las tradiciones bajo la aparente diversidad de las formas exteriores, es completamente distinto del punto de vista exotérico y religioso, el cual no es de mi incumbencia. Un punto sobre el que hay que evitar también todo equívoco, es que todo lo que merece realmente el nombre de "tradición" (y así es siempre como lo entiendo) es propiamente "supra-humano", y que, por consiguiente, las "iniciativas humanas" a las que usted hace alusión no podrían tener aquí la menor parte. ­ De hecho, expongo simplemente ciertas verdades para aquellos, de donde quiera que vengan, que pueden comprenderlas más o menos por completo, y mi papel debe limitarse a esto; a cada uno le corresponde sacar de aquí consecuencias de acuerdo a sus propias tendencias, ya que una misma vía no podría convenir a todos indistintamente (y es por esto por lo que la diversidad de formas es necesaria). Unicamente (y llamo muy particularmente su atención sobre ello), como lo he escrito en alguna parte, se puede estar por encima de las formas tradicionales particulares (mediante la conciencia efectiva de su unidad) o por debajo de ellas, y "la indiferencia religiosa" de la que usted habla se sitúa incontestablemente por debajo; los que se inclinaran de este lado probarían pues simplemente con ello que no han comprendido nada...

Reciba, mi Reverendo Padre, la expresión de mis muy respetuosos saludos.

Traducción: Miguel A. Aguirre

 



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