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Ed. Dédalo, Buenos Aires 1985 Punto de vista Iniciático: "El viaje de Dante se cumple según el 'eje espiritual del mundo'. En efecto sólo desde allí puede encararse la totalidad de las cosas de modo permanente porque se ha logrado sustraerse al cambio y tener entonces una visión sintética y total." "Desde el punto de vista iniciático, esto último corresponde a una verdad profunda: el ser debe identificar ante todo el centro de su propia individualidad (representada por el corazón en el simbolismo tradicional) con el centro cósmico del estado de existencia al cual pertenece esta individualidad y que se tomará como base para elevarse a los estados superiores. En ese centro reside el equilibrio perfecto, imagen de la inmutabilidad principial en el mundo manifestado. Allí se proyecta el eje que vincula entre ellos a todos los estados, el 'rayo divino' que en su sentido ascendente conduce directamente a los estados superiores que se pretenden alcanzar." (pág. 104) Ciclo: "En efecto el fin de un ciclo es análogo a su comienzo y coincide con el comienzo del ciclo siguiente: lo que no era sino virtual en el principio del ciclo, se halla efectivamente realizado en el fin y engendra entonces inmediatamente las virtualidades que se desarrollarán a su vez en el curso del ciclo futuro." (pág. 109) Lucifer: "Lucifer simboliza 'la atracción inversa de la naturaleza', es decir la tendencia a la individualización, con todas las limitaciones que le son inherentes; su morada es entonces 'il punto al qual si traggon d'ogni parte i pesi' (Inferno XXXIV, 110-111). En otros términos, el centro de esas fuerzas atractivas y compresivas representadas en el mundo terrestre por la gravidez. La cual atrae los cuerpos hacia lo bajo (que es siempre el centro de la Tierra), siendo una verdadera manifestación de tamas." (pág. 113) El Centro de la Tierra: "El centro de la tierra representa por tanto el punto extremo de la manifestación en el estado de existencia considerado; es un cabal punto de detención, a partir del cual se produce un cambio de dirección, pasando la preponderancia de una a otra de las tendencias adversas. Por ello cuando se ha arribado al fondo de los infiernos, la ascensión o el retorno hacia el principio comienza, sucediendo inmediatamente al descenso. El paso del uno al otro, de un hemisferio a otro, se cumple rodeando el cuerpo de Lucifer, de una manera que sugiere la consideración de que ese punto central no carece de relaciones con los misterios masónicos de la Cámara del Medio, en la cual también es cuestión de muerte y de resurrección." (pág. 114) La Función de los Símbolos: "Corresponde a la esencia misma del simbolismo iniciático no poder reducirse a fórmulas estrechamente sistemáticas, como las que elabora la filosofía profana." La función de los símbolos consiste en ser el soporte de concepciones cuyas posibilidades de extensión son ilimitadas, y toda expresión no es sino un símbolo. Siempre es preciso reservar una parte para lo inexpresable que suele ser aún en la metafísica lo que más importa. (pág. 118)
SIMBOLOS
FUNDAMENTALES DE LA CIENCIA SAGRADA Centro: "El centro es ante todo, el origen, el punto de partida de todas las cosas; es el punto principial, sin forma ni dimensiones, por lo tanto indivisible y, por consiguiente, la única imagen que pueda darse de la Unidad Primordial. De él, por su irradiación, son producidas todas las cosas, así como la Unidad produce todos los números, sin que por ello su esencia quede modificada o afectada en manera alguna." (pág. 52) Centro y Círculo: "… el punto central, es el Principio, el Ser puro; y el espacio que colma con su irradiación misma (el Fiat Lux del Génesis) sin la cual tal espacio no sería sino 'privación' y nada, es el Mundo en el sentido más amplio del término, el conjunto de todos los seres y todos los estados de Existencia que constituyen la manifestación universal. La representación más sencilla de la idea que acabamos de formular es el punto en el centro del círculo: el punto es el emblema del Principio, y el círculo el del Mundo. Es imposible asignar al empleo de esta figuración ningún origen en el tiempo, pues se la encuentra con frecuencia en objetos prehistóricos; sin duda hay que ver en ella uno de los signos que se vinculan directamente con la tradición primordial." (pág. 52-53) Centro del Mundo: "… Quizá por esta razón los arqueólogos, dondequiera encuentran el símbolo del sol, pretenden asignarle una significación exclusivamente 'solar', cuando en realidad tiene un sentido mucho más vasto y profundo; olvidan o ignoran que el sol, desde el punto de vista de todas las tradiciones antiguas, no es él mismo sino un símbolo, el del verdadero 'Centro del Mundo' que es el Principio divino." (pág. 53) Centro y Circunferencia: "La relación existente entre el centro y la circunferencia, o entre lo que respectivamente representan, está ya bien claramente indicada por el hecho de que la circunferencia no podría existir sin su centro, mientras que éste es absolutamente independiente de aquella." (pág. 53) Rueda: "... ahora bien: la rueda, en lugar de ser simplemente un signo solar, como se enseña comúnmente en nuestra época, es ante todo un símbolo del Mundo, lo que podrá comprenderse sin dificultad. En el lenguaje simbólico de la India, se habla constantemente de la 'rueda de las cosas' o de la 'rueda de la vida', lo cual corresponde netamente a esta significación; y también se encuentra la 'rueda de la Ley', expresión que el budismo ha tomado, como tantas otras, de las doctrinas anteriores y que por lo menos originariamente se refiere sobre todo a las teorías cíclicas." (pág. 54) Zodíaco: "Debe agregarse aún que el zodíaco también está representado en forma de una rueda, de doce rayos, naturalmente, y que por otra parte, el nombre que se le da en sánscrito significa literalmente 'rueda de los signos'; se podría también traducirlo por 'rueda de los números' según el sentido primero de la palabra râçi, con que se designan los signos zodiacales." (pág. 54-55) El Principio Inmutable: "El principio Inmutable, pues, al mismo tiempo y ya por el hecho de que todo cuanto existe, todo cuanto cambia o se mueve, no tiene realidad sino por él y depende totalmente de él, es lo que da al movimiento su impulso primero y también lo que enseguida lo gobierna y dirige y legisla, pues la conservación del orden del Mundo no es, en cierto modo, sino una prolongación del acto creador. El Principio es, según la expresión hindú, 'el ordenador interno' (antaryâmî), pues dirige todas las cosas desde el interior, residiendo él mismo en el punto más interno de todos que es el Centro." (pág. 56-57) Eje: "En vez de la rotación de una circunferencia en torno de su centro, puede también considerarse la de una esfera en torno de un eje fijo; la significación simbólica es exactamente la misma. Por eso las representaciones del 'Eje del Mundo' son tan frecuentes e importantes en todas las tradiciones antiguas; y el sentido general es en el fondo el mismo que el de las figuras del 'Centro del Mundo', salvo quizá en que evocan más directamente el papel del Principio inmutable con respecto a la manifestación universal que los otros aspectos en que el Centro puede ser igualmente considerado." (pág. 57) Polo: "Cuando la esfera terrestre o celeste, cumple su revolución en torno de su eje, hay en esta esfera dos puntos que permanecen fijos: son los polos, las extremidades del eje o sus puntos de encuentro con la superficie de la esfera; por eso la idea de Polo es también un equivalente a la idea de Centro." (pág. 57) Círculo y Cuadrado: "En efecto hay siempre analogía y correspondencia entre el comienzo y fin de un ciclo cualquiera; pero en el fin, el círculo se reemplaza por el cuadrado, y esto indica la realización de lo que los hermetistas designaban simbólicamente como 'la cuadratura del círculo'." (pág. 69-70) "Tierra Santa": "Existe una 'Tierra Santa' por excelencia, prototipo de todas las otras, centro espiritual al cual todas las demás están subordinadas, sede de la tradición primordial, de la cual todas las tradiciones particulares derivan por adaptación a tales o cuales condiciones definidas de un pueblo o de una época. (pág. 75) Cuaternario: "El cuaternario se ha considerado siempre y en todas partes como el número propio de la manifestación universal; señala pues a este respecto, el punto de partida mismo de la 'cosmología', mientras que los números antecedentes, o sea la unidad, el binario y el ternario, se refieren estrictamente a la 'ontología'; así, la importancia particular otorgada al cuaternario se corresponde perfectamente con la otorgada al punto de vista 'cosmológico' mismo." (pág. 92) Simbolismo axial y de pasaje (págs. 277 a 357):Escala: "... Se ve que la escala ofrece, así, un simbolismo muy completo; es, podría decirse, como un 'puente' vertical que se eleva a través de todos los mundos y permite recorrer toda su jerarquía, pasando de peldaño en peldaño; y a la vez, los peldaños son los mundos mismos, es decir, los diferentes niveles o grados de la Existencia universal." (pág. 294) Escala Doble: "En ciertos casos se encuentra también el símbolo de una escala doble, lo que implica la idea de que la subida debe ser seguida de un redescenso; se suben entonces, por un lado, peldaños que son 'ciencias', es decir, grados de conocimiento correspondientes a la realización de otros tantos estados, y se baja del otro lado por peldaños que son 'virtudes', es decir, los frutos de esos mismos grados de conocimiento aplicados a sus niveles respectivos*. * Debe decirse que esta correspondencia del ascenso y el redescenso parece a veces invertida; pero ello puede provenir simplemente de alguna alteración del sentido primitivo, como ocurre a menudo en el estado más o menos confuso e incompleto en que han llegado a la época actual los rituales iniciáticos occidentales." (p. 295) Escalera en Espiral: "… el ascenso de una escalera en espiral; en este caso se trata, podría decirse, de una ascensión menos directa, puesto que, en vez de realizarse verticalmente según la dirección del eje mismo, se realiza según las vueltas de la hélice que se enrolla en torno del eje, de modo que su avance aparece más como 'periférico' que como 'central'; pero, en principio, el resultado final debe ser no obstante el mismo, pues se trata siempre de una subida a través de la jerarquía de los estados del ser, y las espiras sucesivas de la hélice son también, según lo hemos explicado ampliamente en otra ocasión, una representación exacta de los grados de la Existencia universal." (p. 296)"Nudo Vital": "En efecto, el 'nudo vital' representa el vínculo que mantiene reunidos entre sí los diferentes elementos constitutivos de la individualidad; él es pues quien mantiene al ser en su condición de paçu, ya que, cuando ese vínculo se rompe o deshace, se sigue de ello la desagregación de dichos elementos, la cual es propiamente la muerte de la individualidad, que entraña el paso del ser a otro estado." [Nota: paçu - ser individual]. (p. 299). Septenario: "El verdadero septenario, pues, está formado aquí por la luz blanca y los seis colores en los cuales se diferencia; y va de suyo que el séptimo término es en realidad el primero, puesto que es el principio de todos los demás, los cuales no podrían tener sin él existencia alguna; pero es también el último en el sentido de que todos retornan finalmente a él: la reunión de todos los colores reconstituye la luz blanca que les ha dado nacimiento. Podría decirse que en un septenario así constituido, uno está en el centro y seis en la circunferencia; en otros términos, tal septenario está formado por la unidad y el senario, correspondiendo la unidad al principio no-manifestado y el senario al conjunto de la manifestación." ("Los siete rayos y el arco iris"). (p. 306-307) "Cielo": "… de modo general, en efecto, el término 'cielo' puede emplearse para designar todo lo que se refiere a los estados suprahumanos; pero es evidente que ha de establecerse una gran diferencia entre aquellos de esos estados que pertenecen aún al cosmos y lo que, al contrario, está más allá del cosmos mismo. En lo que concierne a la 'puerta solar' se trata del cielo que puede denominarse supremo o 'extracósmico'; en cambio en lo que concierne a la 'puerta lunar', se trata sólo del swarga, es decir, de aquel de los tres mundos que, aún siendo el más elevado, está empero comprendido en el cosmos, lo mismo que los otros dos." (p. 311) El Loco: "Este cocodrilo [Mákara], es el Ammit de los antiguos egip-cios, monstruo que aguarda el resultado de la 'psicostasis' o 'pesada de las almas' para devorar a quienes no hayan pasado satisfactoriamente esta prueba. Es también el mismo cocodrilo que, abiertas las fauces, acecha al 'loco' del vigésimo primer arcano del Tarot; el 'loco' se interpreta generalmente como la imagen del profano que no sabe de dónde viene ni adónde va, y marcha ciegamente sin conciencia del abismo al cual está a punto de precipitarse." (p. 316, nota 17) Angel: "Según la concepción ortodoxa, un ángel, en cuanto 'intermediario celeste', no es en el fondo sino la expresión misma de un atributo divino en el orden de la manifestación no formal, pues sólo eso permite establecer, a través de él, una comunicación real entre el estado humano y el Principio mismo, del cual representa así un aspecto más particularmente accesible para los seres que están en ese estado humano." (p. 332) Puente: "Los dos mundos representados por las dos orillas son, en el sentido más general, el cielo y la tierra, que al comienzo estaban unidos y fueron separados por el hecho mismo de la manifestación, cuyo dominio íntegro se asimila entonces a un río o a un mar que se extiende entre ellos. El puente equivale exactamente, pues, al pilar que une el cielo y la tierra a la vez que los mantiene separados; y a causa de esta significación, debe ser concebido esencialmente como vertical, lo mismo que todos los demás símbolos del 'Eje del Mundo'"… (p. 337) Laberinto: "… puesto que el ser que recorre el laberinto o cualquier otra figuración equivalente llega finalmente a encontrar así el 'lugar central', es decir, desde el punto de vista de la realización iniciática, su propio centro, el recorrido mismo, con todas sus complicaciones, es a todas luces una representación de la multiplicidad de los estados o modalidades de la existencia manifestada, a través de cuya serie indefinida el ser ha debido 'errar' primero, antes de poder establecerse en ese centro." (p. 349) Simbolismo del Corazón (págs. 363 a 406):Sentimentalismo: "... por otra parte el mundo moderno debía también ver surgir, como una suerte de contrapartida del racionalismo, lo que puede llamarse el sentimentalismo, es decir, la tendencia a ver el sentimiento como lo más profundo y elevado que hay en el ser, y a afirmar su supremacía sobre la inteligencia; y es bien evidente que tal cosa, como todo lo que no es en realidad sino exaltación de lo 'infrarracional' en una u otra forma, no ha podido producirse sino porque la inteligencia había sido previamente reducida a la simple razón." (pág. 365) Razón e Intuición Intelectual: "La razón en efecto, que no es sino una facultad de conocimiento mediato, es el modo propiamente humano de la inteligencia; la intuición intelectual puede llamarse suprahumana, puesto que es una participación directa de la inteligencia universal, la cual, residente en el corazón, es decir, en el centro mismo del ser, allí donde está su punto de contacto con lo Divino, penetra a ese ser desde el interior y lo ilumina con su irradiación." (p. 373) Conocimiento del Corazón: "Esta percepción directa de la verdad, esta intuición intelectual y supra racional, de la cual los modernos parecen haber perdido hasta la simple noción, es verdaderamente el 'conocimiento del corazón' según una expresión frecuente en las doctrinas orientales…" "…El 'conocimiento del corazón' es la percepción directa de la luz inteligible, esa luz del Verbo de que habla San Juan al comienzo de su Evangelio, luz irradiante del 'Sol Espiritual' que es el verdadero 'Corazón del Mundo'." (p. 375-376) Luz: "La luz es el símbolo más habitual del conocimiento; es, pues, natural representar por medio de la luz solar el conocimiento directo, es decir, intuitivo, que es el del intelecto puro, y por la luz lunar el conocimiento reflejo, es decir, discursivo, que es el de la razón. Como la luna no puede dar su luz sino es a su vez iluminada por el sol, así tampoco la razón puede funcionar válidamente en el orden de realidad que es su dominio propio, sino bajo la garantía de principios que la iluminan y dirigen, y que ella recibe del intelecto superior." (p. 373-374) El Yod en el Corazón: "El yod en el corazón es, pues, el Principio residente en el centro, ya sea, desde el punto de vista 'macro cósmico', en el 'Centro del Mundo' que es el 'Santo Palacio' de la Cábala, ya sea, desde el punto de vista 'microcósmico' y virtualmente por lo menos, en el centro de todo ser, centro simbolizado siempre por el corazón en las diferentes doctrinas tradicionales y que constituye el punto más interior, el punto de contacto con lo Divino." (p. 388) Eje del Mundo: "…se dice que el grano al desarrollarse se convierte en árbol; y sabido es que el árbol constituye en todas las tradiciones uno de los principales símbolos del 'Eje del Mundo'. Esta significación conviene perfectamente al caso: el grano es el centro, el árbol que de él brota es el eje directamente salido de ese centro y que extiende a través de todos los mundos sus ramas, en las cuales vienen a posarse las 'aves del cielo' que, como en ciertos textos hindúes, representan los estados superiores del ser. Ese eje invariable, en efecto, es el 'soporte divino' de toda existencia; es, como lo enseñan las doctrinas extremo-orientales, la dirección según la cual se ejerce la 'Actividad del Cielo', el lugar de manifestación de la 'Voluntad del Cielo'." (p. 393) El Eter en el Corazón: "El Eter también, en el mundo corpóreo, puede considerarse como el que produce y penetra todo, y por eso todos los textos sagrados de la India y sus comentarios autorizados lo presentan como un símbolo de Brahma; lo que se designa como 'el Eter en el corazón', en el sentido más elevado, es, pues, Brahma mismo, y por consiguiente, el 'conocimiento del corazón', cuando alcanza su grado más profundo, se identifica verdaderamente con el 'conocimiento divino'." (p. 400-401) La Ciudad Divina: "Hemos hablado ya en varias oportunidades sobre el simbolismo de la 'Ciudad divina' (Brahma-pura en la tradición hindú); sabido es que lo así designado propiamente es el centro del ser, representado por el corazón que por lo demás le corresponde efectivamente en el organismo corpóreo, y que ese centro es la residencia de Púrusha, identificado con el Principio Divino (Brahma) en cuanto éste es el 'ordenador interno' (ántar-yâmî) que rige el conjunto de las facultades de ese ser por la actividad 'no actuante' que es consecuencia inmediata de su sola presencia." (p. 402) Simbolismo Constructivo (págs. 221 a 274):Piedra angular: Es la última piedra, la "cabeza de ángulo" del edificio. Por su reflejo se sitúa la "piedra fundamental" a partir de la cual se cimenta la construcción que viene coronada por la piedra angular. Símbolo de Cristo. "Sois edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra angular el mismo Cristo Jesús, en la cual todo el edificio, armónicamente trabado, se alza hasta ser templo santo en el Señor, en el cual también vosotros sois juntamente edificados" (Efesios II, 20-22). Piedra fundamental: Es la primera piedra, reflejo simbólico de la Unidad en la multiplicidad de la manifestación que a través de la construcción retorna al Principio. Como piedra primera es situada en los fundamentos del edificio, en el ángulo nordeste; las piedras sucesivas se colocarán posteriormente en los ángulos respectivos según el sentido del curso aparente del sol. Piedra caída de los cielos: Denominada "Lapsit exillis". Para los alquimistas imagen de la piedra filosofal. Piedra celeste que mora como exilada en la tierra y se remonta finalmente a los cielos. Ciertas inscripciones grabadas en ellas de origen no humano nos remiten a la idea de "piedra parlante u oracular". Betilo: Piedra sagrada vinculada a la idea de "piedra caída del cielo", representación del omphalos como símbolo del "Centro del mundo" que se identifica con el habitáculo divino. En todos los casos piedra "profética", gracias a los influjos espirituales de los que es soporte. El omphalos de Delfos ejemplifica este respecto. Piedra negra: "De forma cónica, y como todos los' betilos' de la misma forma, debe considerarse una figuración reducida de la montaña en cuanto símbolo 'axial'." (pág. 268) Piedra Cúbica: "Es esencialmente una 'piedra de fundación'; es pues ciertamente 'terrestre', como lo indica por otra parte su forma, y además la idea de 'estabilidad' expresada por esta forma misma conviene perfectamente a la función de Cibeles en cuanto 'Madre Tierra', es decir, como representación del principio 'substancial' de la manifestación universal". (pág. 269) Piedra bruta y piedra tallada: "Ahora bien, para los canteros y para los constructores que empleaban los productos de ese trabajo, la piedra bruta no podía representar sino la 'materia prima' indiferenciada, o el 'caos', con todas las correspondencias tanto microcósmicas como macrocósmicas, mientras que, al contrario, la piedra completamente tallada en todas sus caras representaba el cumplimiento o perfección de la 'obra'." (pág. 273) Los Oficios: Los oficios, en virtud de la realización "artesanal" de un modelo cósmico poseen en una civilización tradicional un valor espiritual y un carácter verdaderamente "sagrado" y por eso pueden servir normalmente de "soporte" a una iniciación. Ming Tang: "... Ming Tang, cuyo 'techo redondo está soportado por ocho columnas que reposan sobre una base cuadrada, como la tierra, pues, para realizar esta cuadratura del círculo, que va de la unidad celeste de la bóveda al cuadrado de los elementos terrestres, es menester pasar por el octógono, que se halla en relación con el mundo intermedio de las ocho direcciones, de las ocho puertas y de los ocho vientos'. (Luc Benoist, Art du monde)." (pág. 236) Angeles: "Literalmente 'los mensajeros divinos'." (p. 237) Cibeles: Cibeles es propiamente la "diosa de la montaña", asimilada a menudo a la "Madre Tierra", como representación del principio "substancial" de la manifestación universal. Simbolizada por la "piedra negra" debe considerarse como una figuración reducida de la montaña que representa en sí al eje mismo que vincula cielo y tierra. El Octógono: Forma de transición, intermedia entre el cuadrado y el círculo, forma que generalmente es la del octógono. (p. 234) Baptisterio: El baptisterio, normalmente de construcción octogonal, fue situado en los primeros siglos fuera de la iglesia y más tarde dentro del recinto con igual significado; en cierto sentido el pasaje de la iglesia al exterior es como una imagen de el del mundo celeste al mundo terrestre. El baptisterio corresponde al mundo intermedio para pasar de éste a aquél. Adam Qadmon: De su fragmentación "fue formado el Universo, con todos los seres que contiene, de modo que éstos son como parcelas de ese cuerpo, y la 'reintegración' de ellos a la unidad aparece como la reconstrucción misma del Adam Qadmon. Este es el 'Hombre Universal', y Púrusha, según uno de los sentidos del término, es también el 'Hombre' por excelencia…" (p. 262) El simbolismo tradicional y algunas de sus aplicaciones Religión: "Por otra parte, para la gran mayoría, la religión no es sino asunto del sentimiento, sin ningún alcance intelectual; se confunde la religión con una vaga religiosidad, se la reduce a una moral; se disminuye lo más posible el lugar de la doctrina, que es empero lo absolutamente esencial, aquello de lo cual el resto no debe lógicamente ser sino consecuencia." (p. 4-5) Simbolismo: "El simbolismo es el medio mejor adaptado a las enseñanzas de las verdades de orden superior, religiosas y metafísicas, es decir, de todo lo que el espíritu moderno desdeña o rechaza; es todo lo contrario de lo que conviene al racionalismo, y sus adversarios todos se comportan, algunos sin saberlo, como verdaderos racionalistas. En cuanto a nosotros consideramos que si el simbolismo es hoy incomprendido, es esta una razón más para insistir en él, exponiendo lo más completamente posible la significación real de los símbolos tradicionales y restituyéndoles todo su alcance intelectual, en vez de utilizarlos simplemente como tema de exhortaciones sentimentales, para las cuales, por lo demás, el empleo del simbolismo es bien inútil." (p. 7) El Corazón: "Si el simbolismo es, en su esencia, estrictamente conforme al 'plan divino' y si el Sagrado Corazón es el centro del ser, de modo real y simbólico juntamente, este símbolo del Corazón, por sí mismo o por sus equivalentes, debe ocupar en todas las doctrinas emanadas más o menos directamente de la tradición primordial un lugar propiamente central." (p. 12)
LOS ESTADOS MULTIPLES DEL SER Infinito: "Infinito es, según la significación etimológica del término que lo designa, lo que no tiene límites: y para conservar el sentido que a este término le es propio será preciso reservar rigurosamente su utilización a la designación de lo que no tiene absolutamente ningún límite..." (pág. 15). "El Infinito, por el contrario, para ser verdaderamente tal, no puede admitir ninguna restricción, lo que supone que debe ser absolutamente incondicionado e indeterminado, pues toda determinación, sea cual fuere, es forzosamente una limitación por el mero hecho de dejar algo fuera de sí, a saber, todas las determinaciones igualmente posibles" (pág. 17). Posibilidad Universal: "... Por tanto, cuando decimos que la Posibilidad Universal es infinita o ilimitada, es preciso entender por ello que no es otra cosa que el Infinito mismo contemplado bajo un determinado aspecto, en la medida en que nos esté permitido afirmar que hay aspectos en el Infinito. Puesto que el Infinito es verdaderamente 'sin partes', tampoco podría hablarse, en rigor, de una multiplicidad de aspectos existentes real y 'distintivamente' en él: somos nosotros quienes, a decir verdad, concebimos el Infinito bajo uno u otro aspecto, porque no nos es posible hacerlo de otra forma, e, incluso si nuestra concepción no fuera esencialmente limitada, como lo es en tanto que estamos en un estado individual, debería forzosamente limitarse para hacerse expresable, pues para ello debe necesariamente revestirse de una forma determinada" (pág. 21). No-Ser: "Para designar lo que así está fuera y más allá del Ser, nos vemos obligados, a falta de otro término mejor, a llamarlo No-Ser: y esta expresión negativa que para nosotros no es de ningún modo sinónimo de 'nada', como parece serlo en el lenguaje de algunos filósofos (...) Se puede decir también que el No-Ser, en el lenguaje que acabamos de proponer, es más que el Ser, o si se quiere superior al Ser, siempre que estas palabras sean entendidas en el sentido de que lo que el No-Ser comprende está más allá de la extensión del Ser y contiene en principio al propio Ser". (pág. 36). Ser-Infinito: "Es preciso comprender correctamente que el Ser no encierra toda la Posibilidad y que, en consecuencia, no puede de ninguna manera ser identificado con el Infinito" (pág. 22). Principio Supremo: "El Ser, al no ser más que la primera afirmación, la determinación más primordial, no es el principio supremo de todas las cosas; no es, repitámoslo, más que el principio de la manifestación, y se aprecia aquí hasta qué punto es una restricción la pretensión de reducir la metafísica a una mera 'ontología'; hacer así abstracción del No-Ser significa excluir todo lo que es más verdadera y puramente metafísico" (pág. 52-53). El Ser: "El Ser, en tanto que principio de la manifestación, comprende sin duda todas las posibilidades de manifestación, pero solamente en tanto que se manifiestan. Más allá del Ser está, pues, todo lo demás, es decir, todas las posibilidades de no-manifestación con las propias posibilidades de manifestación en tanto en cuanto están en estado no-manifestado; y el propio Ser se encuentra incluido en ellas, pues no pudiendo pertenecer a la manifestación, por ser su principio, es en sí-mismo no manifestado" (pág. 35-36). Filosofía occidental moderna: "No hay duda de que siempre es legítimo contemplar de forma particular, si así se considera oportuno, ciertos órdenes de posibilidades con exclusión de otros y eso es en definitiva lo que necesariamente debe hacer una ciencia cualquiera, pero lo que ya no es legítimo es afirmar que ahí está contenida toda la Posibilidad, negando cuanto sobrepase la capacidad de la propia comprensión individual, más o menos estrechamente limitada. Este es, sin embargo, en uno u otro grado el carácter esencial de la forma sistemática que parece inherente a toda la filosofía occidental moderna; y esta es también una de las razones por las que el pensamiento filosófico, en el sentido ordinario de la palabra, no tiene ni puede tener nada en común con las doctrinas de orden puramente metafísico" (pág. 25-26). Consciencia: "La conciencia sería más bien una condición de la existencia en ciertos estados, aunque no estrictamente en el sentido en que podemos hablar, por ejemplo, de las condiciones de la existencia corporal; podríamos decir, de manera más exacta, por extraño que a primera vista pueda parecer, que es una 'razón de ser' de los estados a que nos estamos refiriendo, pues la consciencia es manifiestamente aquello por lo que el ser individual participa de la inteligencia universal (el Buddhi de la doctrina hindú); pero naturalmente es inherente a la facultad mental individual (manas) bajo su forma determinada (como ahamkâra), y, por consiguiente, la misma participación del ser en la inteligencia universal puede traducirse en otros estados de modos muy diferentes" (pág. 64-65). Mente: "No obstante, entre todas las formas de que puede revestirse la consciencia, hay una que es propiamente humana, y esta forma determinada (ahamkâra o 'consciencia del yo') es inherente a la facultad que denominamos 'mente', es decir precisamente a ese 'sentido interno' denominado manas en sánscrito y que es ciertamente la característica de la individualidad humana" (pág. 72). Distinción entre mente e intelecto puro: "En lo que se refiere a la distinción esencial entre la 'mente' y el intelecto puro, recordaremos solamente lo siguiente: en el paso de lo universal a lo individual, el intelecto produce la consciencia, pero siendo ésta de orden individual, no es de ninguna manera idéntica al principio intelectual en sí mismo, aunque proceda de él de manera inmediata como la resultante de la intersección de este principio con el dominio específico de ciertas condiciones de existencia, por las que se define la individualidad considerada. (Esta intersección es, según lo expusimos en otro lugar, la del 'Rayo Celeste' con su plano de reflexión, ver El Simbolismo de la Cruz, cap. XXIV)" (pág. 77). Jerarquías espirituales: "De lo que acabamos de decir se deduce que por 'jerarquías espirituales' no podemos entender nada más que el conjunto de los estados superiores a la individualidad humana, más especialmente los estados informales o supra-individuales, estados que debemos considerar realizables para el ser a partir del estado humano, y esto incluso en el curso de su existencia corporal y terrestre" (pág. 106). Conocimiento: "En otros términos, sólo hay Conocimiento verdadero en tanto en cuanto hay identificación del sujeto con el objeto o, si se prefiere considerar la relación en sentido inverso, en tanto en cuanto hay asimilación del objeto por el sujeto*, y en la medida precisa en que el Conocimiento implique efectivamente tal identificación o asimilación; consecuentemente, los grados de esta identificación o asimilación constituyen los grados del Conocimiento mismo. (*Debe quedar claro que aquí tomamos los términos 'sujeto' y 'objeto' en su sentido más habitual para designar respectivamente a 'el que conoce' y 'lo que es conocido')" (pág. 117). Realización del ser por el Conocimiento: "Debemos insistir de manera particular, siempre que la ocasión se preste a ello, sobre esta realización del ser por el conocimiento, pues es un concepto totalmente extraño a las concepciones occidentales modernas, que no van más allá del conocimiento teórico o, más exactamente, de una mínima parte de él, y que oponen artificialmente el 'conocer' al 'ser', como si no fueran las dos caras inseparables de una sola y misma realidad; no puede haber metafísica auténtica para quien no comprenda verdaderamente que el ser se realiza por el conocimiento y sólo por el conocimiento" (pág. 120-121). Contingente: "Es contingente todo lo que no tiene en sí mismo su razón suficiente; queda claro entonces que toda cosa contingente no es por ello menos necesaria, en el sentido de que es necesitada por su razón suficiente pues, para existir, debe tener una, si bien no reside en ella, al menos en tanto que la consideramos bajo la condición específica en la que tiene precisamente su carácter de contingencia, que ya no tendría si se la considerara en su principio, puesto que se identificaría entonces con su propia razón suficiente" (pág. 134). Libertad: "Mientras que una libertad relativa pertenece a todo ser bajo cualquier condición, sin importar cuál ésta sea, la libertad absoluta no puede pertenecer más que al ser liberado de las condiciones de la existencia manifestada, individual o incluso supra-individual, y convertido en absolutamente 'uno' habiendo alcanzado el grado del Ser puro, o 'sin dualidad' si su realización sobrepasa al Ser. Es entonces, pero sólo entonces, cuando podemos hablar del ser 'que es para sí mismo su propia ley', porque este ser es plenamente idéntico a su razón suficiente, que es a la vez su origen principial y su destino final" (pág. 143-144).
LA CRISIS DEL MUNDO MODERNO Filosofía: "La palabra 'filosofía', en sí misma, puede sin duda ser tomada en un sentido muy legítimo, que fue su sentido primitivo, sobre todo si es verdad que, como se pretende, fue Pitágoras el primero en emplearla: etimológicamente no significa otra cosa que 'amor a la sabiduría'; designa pues en principio una disposición previa requerida para acceder a la sabiduría, y puede designar también, por una extensión completamente natural, la búsqueda que naciendo de esta misma disposición debe conducir al conocimiento. No es pues más que un estado preliminar y preparatorio, un encaminamiento hacia la sabiduría, un grado correspondiente a un estado inferior de ésta; la desviación que se ha producido después ha consistido en tomar este grado transitorio por el fin en sí mismo, en pretender sustituir la sabiduría por la 'filosofía', lo que implica el olvido o el desconocimiento de la verdadera naturaleza de esta última. Es así como nació lo que podemos llamar la filosofía 'pro-fana', es decir una pretendida sabiduría puramente humana, luego de orden simplemente racional, que ocupa el lugar de la verdadera sabiduría tradicional, suprarracional y 'no humana'." (pág. 13) Racionalismo: "Actitud especialmente moderna que consiste, no ya simplemente en ignorar, sino en negar expresamente todo lo que es de orden suprarracional." (pág. 13) Humanismo: "Hay una palabra que fue honrada en el Renacimiento y que resumía por adelantado todo el programa de la civilización moderna: es la palabra 'humanismo'. Se trataba en efecto de reducirlo todo a proporciones puramente humanas, de hacer abstracción de todo principio de orden superior y, podría decirse simbólicamente, de apartarse del cielo so pretexto de conquistar la tierra." (pág. 17) Epoca Moderna: "Este es en efecto, el carácter más visible de la época moderna: necesidad de agitación incesante, de cambio continuo, de velocidad continuamente creciente como aquella a la que se desarrollan los mismos acontecimientos. Es la dispersión en la multiplicidad ... que no está ya unificada por la conciencia de ningún principio superior; es, en la vida corriente como en las concepciones científicas, el análisis llevado al extremo, la división indefinida, una verdadera disgregación de la actividad humana en todos los órdenes en que todavía puede ejercerse; y, de la inaptitud para la síntesis, surge la imposibilidad de toda concentración ... " (pág. 37) Relativismo: "Se puede llegar incluso más lejos: [el relativismo] es la negación de todo conocimiento real, en cualquier orden que sea, inclusive en el relativo, puesto que, como lo indicábamos más arriba, lo relativo es ininteligible e imposible sin lo absoluto, lo contingente sin lo necesario, el cambio sin lo inmutable, la multiplicidad sin la unidad; el 'relativismo' encierra una contradicción en sí mismo y, cuando se quiere reducir todo al cambio, se debería llegar lógicamente a negar la existencia misma del cambio; …" (pág. 38) Naturalismo: "... Recordaremos solamente que toda concepción que no admite nada más que el 'devenir' es necesariamente, por esto mismo, una concepción 'naturalista', implicando como tal una negación formal de lo que esta más allá de la naturaleza, es decir del dominio metafísico, que es el dominio de los principios inmutables y eternos." (pág. 39) Ciencia Moderna: "La ciencia moderna, procedente de una limitación arbitraria del conocimiento a un cierto orden particular, y que es el más inferior de todos, el de la realidad material o sensible, ha perdido, por el hecho de esta limitación y de las consecuencias que ella entraña inmediatamente, todo valor intelectual, al menos si se da a la intelectualidad la plenitud de su verdadero sentido…" (p. 53) Individualismo: "Entendemos por 'individualismo' la negación de todo principio superior a la individualidad y por consiguiente la reducción de la civilización, en todos los dominios, a los solos elementos puramente humanos; se trata pues en el fondo, de lo mismo que en la época del Renacimiento fue designado por el nombre de 'humanismo' como hemos dicho más arriba y es también lo que caracteriza propiamente eso que hemos llamado 'el punto de vista profano'." (pág. 54) Civilización Tradicional: "En una civilización tradicional, es casi inconcebible que un hombre pretenda reivindicar la propiedad de una idea y en todo caso si lo hace, pierde por esto mismo todo crédito y toda autoridad, porque de esta manera la reduce a no ser más que una especie de fantasía sin ningún alcance real: si una idea es verdadera, pertenece igualmente a todos aquellos que son capaces de comprenderla; si es falsa, no hay por qué vanagloriarse de haberla inventado." (pág. 55) Protestantismo: "Es lo que ocurre en efecto: a la autoridad de la organización cualificada por interpretar legítimamente la tradición religiosa del Occidente, el Protestantismo pretendió sustituir lo que él llama el 'libre examen', es decir la interpretación dejada al arbitrio de cada uno, inclusive de los ignorantes y los incompetentes, y fundada, únicamente sobre el ejercicio de la razón humana. Era pues, en el dominio religioso, algo análogo a lo que iba a ser el 'racionalismo' en filosofía; era la puerta abierta a todas las discusiones, a todas las divergencias, a todas las desviaciones; y el resultado fue el que tenía que ser: la dispersión en una multitud siempre creciente de sectas, de la que cada una no representa más que la opinión particular de unos pocos individuos." (pág. 59-60) Materialismo: "Este estado de espíritu es aquel que consiste en dar más o menos conscientemente la preponderancia a las cosas de orden material y a las preocupaciones que con ellas se relacionan, ya estas preocupaciones conserven una cierta apariencia especulativa o ya sean puramente prácticas; y nadie podrá negar seriamente que esta es la mentalidad de la inmensa mayoría de nuestros contemporáneos." (pág. 81) Cientismo: "Cuando se ve a una ciencia exclusivamente material presentarse como la única ciencia posible, cuando los hombres se muestran habituados a admitir como una verdad indiscutible que no puede haber conocimiento válido fuera de ella, cuando toda la educación que les es suministrada tiende a inculcarles la superstición de esta ciencia, lo que es propiamente el 'cientismo', ¿cómo podrían estos hombres no ser prácticamente materialistas, es decir, no tener todas sus preocupaciones vueltas del lado de la materia? (pág. 82) Antonio Casanovas Viladomiu (†) |
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