SYMBOLOS Nº 9-10
"RENE GUENON"
Carta al lector
 
Publicamos con bastante orgullo este número doble de homenaje a René Guénon porque creemos haber reunido un excelente material que sintetiza, aclara y sobre todo difunde el pensamiento y la obra del gran metafísico francés. Desde luego es prácticamente imposible tratar este tema, por su propia naturaleza, de manera completa y siempre quedarán puntos que merecen ser elucidados o debatidos, aún con riesgo de provocar polémicas, tal la amplitud y la vastedad del mensaje guenoniano que toca elementos esenciales de la Metafísica y la Ciencia Sagrada; de hecho una vez terminado este Nº 9-10 de SYMBOLOS, podríamos decir que tenemos material para publicar otro número análogo donde se tratasen y discutiesen cantidad de cuestiones que no hemos consignado en éste, o que solo brevemente han sido tocadas. 

Hemos aprovechado para este homenaje la estructura normal de la revista y sus secciones fijas como bien podrán observar nuestros suscriptores y lectores, sólo que referidas exclusivamente a la figura de Guénon, lo cual nos ha dado espacio para mencionar distintos temas. 

Han dicho los cabalistas (entre sus numerosas formas de trabajar) que puede leerse un escrito no sólo de la manera normal en que se organizan las letras, sino incluso entre los espacios que se producen entre las palabras, los que constituirían igualmente un código; algo así sucede con la obra de René Guénon e incluso con sus paradojas, pues aunque el mensaje central es claro y sencillo, sus derivaciones son múltiples, de acuerdo a la posición polar en que el autor se ubica, y aún sus propias contradicciones o aparentes contradicciones, que igualmente configuran un discurso que cada uno de sus lectores interpretará dentro de sus límites y su punto de vista y a su manera como una vía de acceso a lo que el esoterista francés dedicó su vida: es decir, el Conocimiento, tanto cosmogónico, ontológico o metafísico; estas "puertas" están igualmente mencionadas en la Cábala y conforman puntos de coyuntura por donde puede ligarse con otros espacios de la conciencia individual y también con lo Universal en la medida en que estas operaciones puedan definirse como ritos, es decir como invocaciones fundamentalmente dirigidas, en este caso, al dios Hermes, hijo, mensajero, y cónyuge de la diosa Sophia. 

Ello se debe a que nuestro punto de vista es el de la Tradición Hermética, y por lo tanto al de la Cosmogonía, la Alquimia y el simbolismo constructivo al que dedica sus labores la Masonería. 

Guénon escribe para Occidente, para un público de occidentales, es decir para el medio donde nació para así posibilitar la realización (intelectual-espiritual) de ese medio; cabría preguntarse si no ¿para quién escribe? Lo hace acudiendo a las doctrinas y símbolos de otras tradiciones para demostrar la Unanimidad Tradicional; por otra parte constantemente da indicaciones y pautas, para que los hombres de este siglo, particularmente Europeos y Americanos, puedan comenzar a reconstruir particularmente su cultura, reflejo y proyección de varias corrientes de pensamiento, Gnosticismo, Cristianismo, Cábala, Tradición Hermética y otras derivadas de la Tradición Polar, y por lo tanto Unánime ya que desde allí todas las formas adquieren un sentido Único. Se le ha reprochado a Guénon no ocuparse más extensamente del pensamiento clásico (griegos y romanos) y aún del neoplatónico así como de otros elementos de la cultura Indoeuropea. Sin embargo las alusiones a estas doctrinas son numerosas a lo largo de su obra que, de ninguna manera es enciclopédica o sistemática, y por el contrario ofrece de modo sutil los elementos y las pautas que permiten afirmar la Cultura Occidental y las corrientes que la conforman como vehículos de Conocimiento y vías de realización espiritual, dejando en las manos del lector -o aprendiz- la tarea de reconstruir y vivenciar como si se tratara de un rompecabezas, sin dejar huecos, la Filosofía Perenne, lo cual equivale a su efectivización, es decir, a la salida del laberinto y el encuentro con el centro, imagen del Eje. 

Por las propias circunstancias de tiempo y espacio en que a nuestro grupo le tocó conocer el pensamiento de Guénon y por las características de nuestra formación es que la lectura de su obra es distinta, en general de muchos de aquellos autodenominados "guenonianos", en particular los que se dicen católicos, e incluso los que se adhieren a cualquier religión. Por ello debemos destacar algunos rasgos y ciertas circunstancias, sin duda menores, que marcaron nuestra forma de encarar la Vía Simbólica como manera de aproximarnos al Conocimiento. No sólo porque la mayor parte de nuestros colaboradores habiendo absorbido bastante íntegramente la Simbólica de la Tradición Hermética -que la lectura de Guénon iluminó de forma total, atrapándonos en la magia de su discurso- conocen tanto las tendencias nefastas del "ocultismo", (en definitiva una materialización de lo espiritual) como la diferencia entre Metafísica y Religión, una confusión -o una impostura- que también han experimentado por su entrega en la juventud a la ortodoxia católica, en la que se educaron. 

Añadiremos que hace ya más de quince años que un grupo de amigos trabaja en torno a la obra y las ideas de Guénon, aunque algunos de sus integrantes conocen desde tiempo atrás su pensamiento. Sin embargo este grupo no se nucleó en torno a Guénon sino que lo hizo como ya señalamos alrededor de la Tradición Hermética y la Simbólica y sólo hasta la aparición de SYMBOLOS, es decir, cuando quiso externar su trabajo interior a un grupo más amplio reconoció a Guénon como su guía intelectual, ya que su obra entera es un canto permanente a la Unidad, a la Trascendencia; una invocación constante desde la Inmanencia. 

Esto se debió a varias razones: la primera es que correspondía a la naturaleza de las cosas dada la importancia y sobre todo la influencia que había tenido su pensamiento sobre ellos, aunque se debe aclarar que no fue sólo la obra del gran metafísico francés la que influenció o coadyuvó a su proceso de Conocimiento, sino que éste fue apuntalado por un grandísimo número de autores, métodos y prácticas propios del esoterismo en general, incluso de las grandes tradiciones religiosas o de las chamánicas, que fueron estudiados más allá de una simple lectura literal o erudita, lo cual también permitió ubicar y valorar en su justo lugar la inmensa síntesis guenoniana dentro del panorama de la Cosmogonía, Sophia, o Gnosis Perenne, de la cual Guénon ha sido el emisario más completo y revelador en Occidente durante el presente siglo. En segundo término debe también señalarse que esta decisión fue adoptada para brindar a nuestros lectores un punto de vista cada vez más amplio y estable en el encuadre didáctico de nuestra revista y difundir al mismo tiempo la obra de un autor de tal jerarquía. Por otra parte ha existido la necesidad de poner las cosas en su lugar y destacar a un autor que ha tenido seguidores de segunda o tercera mano o categoría que desgraciadamente incluso han llegado a desvirtuar su pensamiento al punto de traicionarlo; eso sin considerar a sus enemigos enrolados en cualquiera de las coyunturas del mundo moderno, aunque por otra parte no negamos cualquier crítica válida que pudiera efectuarse a su obra o su pensamiento por muchos y varios motivos. 

De otro lado se sintió la necesidad de conectar nuestra pequeña publicación con otras que desarrollaban análogos temas y conceptos. Así como en este sendero que implica el Conocimiento, cada quien debe hacer su trabajo por sí mismo, y nadie puede hacerlo por otro, así también cada cual lo hace con sus propias imágenes las que le han correspondido a su programación familiar, social, económica y a las propias, al carácter de cada personalidad o individualidad. 

Sin embargo esta fragmentación en distintos puntos de vista, también trae aparejados innumerables roces y aún verdaderas conflagraciones entre diversos grupos, e igualmente entre personas o individualidades. De hecho, si se estudia el pensamiento esotérico, o mejor la Ciencia Sagrada, a la luz de la Historia se podrá observar que su mensaje, expresado en sus símbolos, ritos y mitos, en su doctrina, y manifestado siempre de modo revelado, siempre se ha transmitido de esta manera, luchando los distintos pueblos o comunidades entre sí constantemente por las formas que tomaba su Tradición. Ese es nada menos que uno de los orígenes de todas las guerras, en especial de las guerras religiosas, tribales o grupales. Y lo curioso de ello es que el fondo o esencia, es el mismo, lo que hoy llamamos la Cosmogonía, la Ontología y la Metafísica, es decir el Origen de su Cultura revelándose de modo idéntico, de maneras todas referidas al Ser Universal, y aún en una instancia más alta al No Ser y la No dualidad. 

Eso se debe a que la historia repite a su medida la gran batalla cósmica, perpetuamente actual que signa el Universo, es decir, a la permanente lucha entre dos opuestos que, curiosamente, se complementan para producir el milagroso Equilibrio Universal. 

De acuerdo a lo arriba enunciado es más sencillo comprender los antagonismos que se produjeron en la época en que Guénon vivía -y que él provocó en gran parte- y los que han seguido después de su muerte, y a muchos de nosotros nos deja anonadados tanto que se trate de convertir a este guerrero más bien revolucionario, en un ente de ortodoxia oficial, o pretenda ser utilizado por grupos neo ocultistas, a los que combatió toda su vida, concretamente en el ámbito de la lengua castellana, en España y Argentina. 

De hecho, la lucha entre diversos grupos esotéricos y aún las de algunas individualidades o diferencias de religión, o criterio, entre ellos como ya señalamos no es sino la dinámica de los desequilibrios cósmicos, la batalla astral, capaz por lo tanto de lograr la conjunción de los contrarios y de ese modo recrear el Universo y sus leyes manteniéndolos perpetuamente actuales, es decir, presentes en la posibilidad de ser revivificados a través del sacrificio y por la intermediación cabal del símbolo, expresión de la analogía y sus correspondencias. 

En diversas oportunidades hemos aclarado lo que pensamos acerca de la "infalibilidad" de Guénon y de la "infalibilidad" en general considerándola una forma de la literalidad, incluso imposible en su discurso (falible-infalible), un circuito cerrado que no excede la dualidad. 

Creemos que eso ha movido a algunos ha convertirse en entes de estricta obediencia guenoniana mucho más "ortodoxos" que Guénon, -aunque fue éste quien introdujo el término en su obra- llegando a una especie de "guenolatría" de tipo inquisitorial, tan yerma como vacía. 

Por último señalar el lenguaje de Guénon, es decir su articulación y renovación del discurso lineal, mediante la restitución de muchos términos a su origen etimológico, la selección de palabras que denotan conceptos gastados por el uso y que se recrean e iluminan y el estilo poético de toda esta labor manifestado particularmente en el uso de la matemática, la geometría, e incluso en la precisión del lenguaje cotidiano y el buen sentido. 

Hay un Guénon secreto, siempre actual, que dice cosas muy inesperadas y susceptibles de diversas lecturas referidas a la Tradición Unánime y a muchas de sus ramificaciones, en especial como mensajes a Occidente, y que no han sido suficientemente investigados tarea que le corresponde a una nueva generación esotérica, interesada en conocer los Orígenes de la Ciencia Sagrada.

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