UN ARQUITECTO INGLES: SIR JOHN
SOANE
Una visita a Londres, una mañana en un lugar singular, un viaje por un mundo personal, la casa-museo de Sir John Soane, 13 Lincoln's Inn Fields, y ciertas reflexiones sobre ello, tras la lectura del bellísimo libro John Soane (Academy Editions/St. Martin's Press, Londres, 1983). ¿Por qué el pararse en la figura de Sir John Soane?, varias razones. Primera, por consagrar su vida al arte edilicio tomado en su entera dimensión. Perseguido, criticado, entre otros cargos por ser su obra demasiado esotérica; obra que toma un sentido y una forma totalmente diferentes a la de sus contemporáneos, como pudiera ser Georges Nash. Influido por visionarios utopistas franceses, Mesières y Boullée, por su maestro directo, Dance, se apartará pronto de la escuela neoclasicista, empezando una trayectoria personal de fuerte y marcada creatividad y originalidad, volviendo en su última producción a la línea por la que comenzó, la neoclásica. Soane hace uso de elementos arquitectónicos más o menos singulares pertenecientes a los diversos momentos de la historia, combinándolos de manera personal de suerte que el resultado es siempre sorpresivo, concibiendo él mismo su estilo como unificador de potencialidades, en cuanto que reconcilia en sí los distintos tipos de clasicismo con el estilo gótico. Un breve recorrido por la obra de este arquitecto nos llama la atención en lo que respecta a dos temas estrechamente ligados: el tratamiento de la luz y de la estructura, basados respectivamente en la teoría francesa de la llamada Lumière mysterieuse, y en la verdadera estructura gótica de las catedrales y demás edificios medievales. La luz, generadora del espacio, en cuanto que configura su atmósfera, da sentido a las formas que se manejan, moldeándolas e incluso disolviéndolas, de manera similar al alquimista; Soane relaciona constantemente el microcosmos y el macrocosmos, destaca el aspecto trascendente de una arquitectura. Influido por las arquitecturas sagradas, medievales y antiguas, su obra siempre se basa en establecer un eje de comunicación vertical, sirviéndose como instrumento para ello de elementos que serán los protagonistas de su arte: cúpulas colgantes, óculos, ventanas semicirculares sobre segmentos de arco, techos de bóvedas cruzadas... Empleo constante del círculo en los temas relativos a la iluminación: el óculo, el ojo. Espacios concebidos como seres vivos, cuyo punto de comunicación con lo superior, siempre a través de la luz (del vacío, del éter), se efectúa en los puntos más altos, en los remates del edificio, en las partes que miran al cielo. Importancia primordial de la geometría, y de su relación con la visión tal como la concebía Platón. Soane basará su manejo de las proporciones en lo arbitrario, en la inspiración de las combinaciones, sin seguir ningún orden establecido, pudiéndose quizás asimilar este modo proyectual a una ruptura de nivel, a una toma de conciencia puntual, que se opera en lo exterior, en las formas, y por lo tanto puede ser leída en el interior, en la reacción individual. Se podría hablar por tanto de una superación, en cuanto que invalida lo anterior y despierta a nuevos estados; superación cargada de una buena dosis de ironía, al dar un sentido lúdico a la plástica. John Soane rompe con el orden establecido, convertido en medio de propaganda de los estatutos de poder, cuestionándose el verdadero sentido de las proporciones, y demostrando el error de caer en una arquitectura "dogmatizada". En un momento posterior su arquitectura se verá marcada por claves manieristas, en donde el autor se complacerá en establecer una combinatoria de los elementos utilizados anteriormente, como recreación de las formas. No se puede hablar de superación, sino tal vez de introspección, experimentación personal sobre un mensaje ya lanzado. A este período involutivo pertenece la casa museo de la que al principio se habló. Un juguete y una joya, que se muestra como ejemplar en el uso que se ha hecho de los artificios arquitectónicos. Cada momento, cada esquina están sutilmente trabajados y pulidos. La luz envuelve cada estancia, juega con la materia, desdibuja las formas y es la que verdaderamente nos introduce en la atmósfera, en el mundo mágico invocado por el autor. Soane se complace en la extrañeza que produce su obra -incluso está pensada para tal fin- como un muestrario de posibilidades, que finalmente muere en sí mismo. La casa concebida como organización de espacios, donde cada uno tiene una función, quedando todas las habitaciones perfectamente ordenadas bajo una jerarquía principal. Siempre el respeto por lo sagrado, dedicando una habitación como oratorio. También esto da lugar a una lectura sobre la organicidad de esta arquitectura, donde desde la estructura hasta el mínimo detalle son fundamentales para lograr un conjunto armónico, bello; el orden interno reflejado en el externo. Hemos pasado por una arquitectura cargada de significados, de símbolos, que incluso si no percibimos en cada parte, sí lo hacemos en el todo. Perfecta muestra de integración del artista con su obra, y que nos hace plantearnos el significado de un "estilo" particular o personal, e incluso su sentido. Ver si el artista ha de centrar su trabajo en la búsqueda de ciertos rasgos particulares para potenciarlos y desarrollar así un "estilo", o por el contrario, entender que este no es el nivel a conseguir, sino únicamente un medio, que como tal necesariamente ha de reflejarse en el plano horizontal, manteniendo una trayectoria siempre como herramienta, como estadio primero que pronto pueda ser superado. En la dualidad, el estilo no puede quedarse en tal, ha de dar el salto que lo conduzca a expresar el sentido verdadero de la arquitectura, no el modo en que ha de ser formalizada. Alicia López-Izquierdo |
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