A PROPOSITO DE 'EL MENSAJE REENCONTRADO' DE LOUIS CATTIAUX 
En 1946 aparecían en París, en una modesta edición de autor, los doce primeros libros de El Mensaje Reencontrado, firmado por Louis Cattiaux. Su autor, de profesión pintor, era un ilustre desconocido en los medios literarios y el libro no contaba con el aparato propagandístico y comercial que le hubiera proporcionado un editor. Sin duda por estas razones, y acaso por otras más ocultas, este curioso libro tuvo escasísimo eco en los medios de comunicación. Prácticamente, sólo dos autores "famosos" parecieron haberse enterado de su existencia: René Guénon, que vivía por aquél entonces en Egipto y con quien Cattiaux mantenía una relación epistolar, y Lanza del Vasto, prologuista de la obra y amigo personal de su autor. 

Guénon, que escribiría una reseña publicada en 1948 en la revista Etudes Traditionnelles, se manifestaba "sorprendido" por "ciertos versículos que recuerdan algunas máximas taoístas" y que "no son ciertamente los menos dignos de interés." Tras varios años de correspondencia con el autor, tenía que escribir un prólogo a la edición completa de El Mensaje Reencontrado, que no aparecería hasta 1956, pero su muerte, en 1953, lo impidió. La 2ª edición de El Mensaje Reencontrado siguió llevando el bello prefacio de Lanza del Vasto, y una presentación al lector de dos amigos de Cattiaux, Charles y Emmanuel d'Hooghvorst. 

A pesar de su escasa difusión, El Mensaje Reencontrado fue leído en los círculos herméticos franceses de la época y a menudo parafraseado, aunque no citado, sin duda porque nadie consideraba a su discreto autor "una autoridad en la materia". Sólo ahora, a finales de siglo, nos encontramos con autores como Frédéric Lionel, Yves Dauge o Robert Amadou, entre los francófonos, que lo citan abiertamente. La edición española de Rondas (Barcelona, 1978) y, sobre todo, la de Sirio (Málaga, 1987), que lo han dado a conocer al público español e hispanoamericano, parecen haber tenido mejor acogida y Cattiaux no es sólo conocido, sino cada vez más citado, lo que indica que su pensamiento interesa, en este fin de ciclo, a un número creciente de almas inquietas. 

No nos cabe, pues, la menor duda de que El Mensaje Reencontrado ha tenido y sigue teniendo una influencia sutil y decisiva en un buen número de buscadores, muchos de ellos relacionados con dos publicaciones de orientación tradicional: la revista belga Le Fil d'Ariane y la española La Puerta, que se ha dedicado, entre otras cosas, a recuperar parte de la correspondencia de Cattiaux y a desarrollar trabajos sobre temas tradicionales apoyándose en su Mensaje Reencontrado. Ambas revistas han exumado textos alquímicos medievales prácticamente desconocidos para el lector del siglo XX. 

Pero, ¿de qué trata El Mensaje Reencontrado? ¿Qué nos propone que no sepamos (o creamos saber) ya? ¿Es un libro de Alquimia? ¿Una obra de mística que rezuma poesía? ¿Un portavoz de la tradición perenne? El título del libro ya es revelador. Nos indica que no se nos ofrece un mensaje nuevo, inventado, sino el mismo mensaje de siempre, encontrado de nuevo, pues "Los Sabios no inventan nada, solamente vuelven a poner a los hombres en la vía de la Luz y del amor que termina en Dios." (XIV-28). Se trata de un mensaje que nos exhorta al amor, a la oración, a la búsqueda y al estudio de los libros sagrados. Estos últimos contienen, al decir de Cattiaux, "la llave que abre y cierra el manantial del abismo". Su oscuridad aparente no debe determinarnos, antes al contrario, hemos de ser lo suficientemente arriesgados y tenaces como para penetrar en esta oscuridad "hasta la nube del amor y hasta el sol del conocimiento". 

Como todos los textos sagrados, El Mensaje Reencontrado nos habla del Hombre, del misterio del Hombre. "La más pequeña flor representa al universo, pero sólo el hombre lo contiene enteramente" (I-21). Pero no se trata del hombre caído, desviado, perverso, sino del hombre real, encarcelado en la prisión de este bajo mundo, aquel que "nos hace conocer a Dios" (XVI-50). No es el hombre "desordenado", "caótico". ¿No significa "Cosmogonía" generación de un orden? Como a un saco, se le ha dado la vuelta al caos que por fin es cosa. 

El Mensaje Reencontrado nos enseña que la salvación de dios no es una eventualidad vaga y alejada de la vida, o una cuestión meramente alegórica, sino una realidad sumamente palpable para aquel que la alcanza aquí abajo; éste es el misterio del Hombre, pues "en su corazón están contenidos los misterios de Dios". Por ello mismo este mensaje, como todos los mensajes, debe ser leído más con los ojos del corazón que con los de la carne, porque "el culto del Señor se realiza dentro de nuestros corazones, sin intermediarios y no en imagen sobre altares de piedra por medio de funcionarios" (XXII-69). 

Este libro, como cualquier texto sabio o sagrado, "bien puede contener la verdad, pero si nuestros corazones no participan de ella, es como un tesoro inútil ante el cual todos mueren de hambre y de sed" (XIX-69). 

De nosotros depende, pues, buscar y vivir acercándonos de un modo cordial a este Mensaje que, pidiéndonos nuestro corazón, nos reclama lo mejor de nosotros mismos. Si así lo hacemos, no dudemos de que nos responderá del mismo modo, alumbrándonos y perfumando los caminos de nuestra búsqueda, pues "su olor es suave y su luz persuasiva." Julio Peradejordi 

 
 
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