SYMBOLOS

Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis

VENERADAS Y TEMIDAS
EXPOSICIÓN CAIXA FÓRUM
ZARAGOZA 2025

CARLOS ALCOLEA


Recientemente hemos tenido la oportunidad de visitar la exposición Veneradas y Temidas. El poder femenino en el arte y las creencias, emplazada en el Museo CaixaForum de Zaragoza. La muestra se presentó en rueda de prensa celebrada el pasado 4 de diciembre de 2024 en la ciudad de Zaragoza. Tal como recoge la nota de texto alojada en el sitio web de la Fundación organizadora del evento, dicha exposición “repasa 5.000 años de creencias espirituales alrededor de la mujer y la feminidad a través de piezas ancestrales y contemporáneas”. Y continúa diciendo:

Diosas, santas, demonios, brujas, rebeldes y maternales: el poder femenino adopta aspectos muy diferentes en las distintas creencias de todo el mundo. La exposición recorre la influencia espiritual femenina a lo largo de la historia y de seis continentes del globo, en una nueva colaboración con el British Museum.

Mediante 166 obras y cinco ámbitos temáticos –Creación y naturaleza, Pasión y deseo, Magia y maldad, Justicia y defensa y Compasión y salvación–, la muestra propone una reflexión sobre las representaciones del poder femenino y la feminidad, y cuenta con piezas muy icónicas, como una estatua griega de Afrodita, la figura de Sekhmet o de la diosa Isthar, entre otras. En cada sección, se reúnen objetos espirituales de diferentes culturas y periodos de la historia, buscando los puntos en común y también los contrastes.1

La verdad es que la calidad y belleza de la mayoría de las obras expuestas supone un gran aliciente para acercarse a contemplar estas pequeñas maravillas que vehiculan ideas muy poderosas –arquetípicas– relacionadas con el principio receptivo –pasivo o femenino–, complementario con el principio activo –positivo o masculino–. Principios que coinciden en un punto para poder separarse y su unión por lo tanto supone conjugar los contrarios en el orden de la Creación, por lo que cualquier pretensión de destacar a uno por encima del otro constituiría una cierta incomprensión, o sea un horizonte intelectual muy disminuido con respecto a la universalidad del Ser que lo comprende todo.

El hecho es que los lineamientos de la muestra tratan de poner en valor lo femenino, cosa que evidentemente no admite objeción, si no fuera porque el punto de vista se limita a cuestiones del todo contingentes con respecto a lo verdaderamente trascendente, es decir lo medular, central y esencial que permanece oculto, tomando relevancia ciertos aspectos que no pueden ser sino relativos, periféricos y sustanciales, tan característicos a la mentalidad de un fin de ciclo como el que estamos viviendo. Empero, como el Amor mueve a la Sabiduría y habla adoptando la forma de mujer virtuosa gracias a lo cual “la especie humana puede superar cuanto se contiene bajo la esfera menor del cielo”,2 propio es que se descorran los velos para contemplar la Pureza, Belleza y Armonía en esta creación, un “pequeño todo” que también incluye la destrucción y manifiesta lo abominable y la deformidad, es decir, aquellas energías que ejercen una irresistible atracción hacia lo bajo y la multiplicidad representadas por “la gran seductora no sólo de hombres sino también de espíritus y demonios”.3


Relieve de la diosa Ishtar, aunque también se lo
ha relacionado con la Lilith hebrea. Terracota.
Período babilónico antiguo, s. XVIII a. C.

Por lo que tanto estas como sus contrarias tienen igualmente su lugar, tal cual una moneda su cara y su cruz como representación del Ser que conjuga todo par de opuestos expresándose a distinto grado, en una escala entre lo sutil y lo denso en consonancia con la forma tradicional bajo la cual se los considere.

Conviene pues no perder nunca de vista la cuestión de los opuestos complementarios y ubicarnos en la verticalidad que representa a dichos principios simbolizados horizontalmente por un discurso que a lo largo de toda la exposición abunda en puntos de vista relativos e incluso invertidos con respecto a la auténtica espiritualidad –que es de orden suprahumano y no sujeta a ninguna determinación–, como se puede observar en ciertos comentarios a las piezas que forman parte de la muestra y particularmente en el puñado de obras concebidas por “una selección de artistas contemporáneas de renombre” (sic) incluidas con el fin de mostrar distintos enfoques que representen en la medida de lo posible algo tan complejo como es el sentir vital femenino con respecto a la realidad y circunstancias del entorno, las más de las veces hostil. Cuestión legítima para este género infravalorado, cuando no menospreciado y maltratado a distinto grado a escala global, lo que no quita para afirmar que todas estas son cuestiones de orden menor –pese a que en muchos casos sean tremendas, como lo son todos los horrores que estamos viviendo y que los textos sagrados vienen anunciando, léase el Corpus Herméticum de los egipcios, el Apocalipsis en la Biblia, o el Infierno que describe Dante en su Divina Comedia–, con respecto al punto de vista en el que ubicamos esta reseña, que es el de la Unidad o el Amor primero, lo inmutable y aun lo que esta más allá, es decir, la metafísica en su más elevado significado.

Como lo indica su nombre la metafísica es aquella ciencia que se encuentra más allá de la física.

Pero es necesario establecer niveles dentro de este arte, que podrían ser lo que va de lo visible y manifestado, a lo inmanifestado absoluto, estados que se escalonan como los niveles o mundos del Árbol de la Vida Cabalístico.

Vinculada directamente al Conocimiento (gnosis) esta disciplina es equiparable al Jnâna Yoga de la Tradición Hindú.

La base indefinible del conocimiento. El conocimiento o la ‘realización’ metafísica es una intensa claridad de la atención a aquel punto del conocimiento, indefinible e inmediato, que se halla siempre en el ‘ahora’, y del que todo otro conocimiento se elabora mediante el pensamiento reflexivo. Una conciencia de la ‘vida’ en la que la mente no está intentando apresar o definir lo que conoce. (Alan Watts. Mito y Ritual en el Cristianismo, cap. 2).4

Volviendo de nuevo a la exposición, la verdad es que hemos de celebrar la posibilidad de contemplar todas estas piezas tan extraordinarias que por sí mismas expresan la totalidad universal sin necesidad de más explicaciones que las de poner en valor lo que simbolizan y no subjetividades del tipo que vamos a ver un poco más adelante y que no hacen otra cosa que promover el desorden y la confusión. Aun así, apelando al sentido común, que no es nada del otro mundo, queremos animar a que se realicen este tipo de actividades, con todo el trabajo que implican en cuanto a la concepción, planificación, investigación y gestión del proyecto, que se nos antoja todo un reto por parte de quien asume comisariarlo, más aún conociendo el desgaste que supone tenérselas que ver en su realización con todas las cuestiones relativas al mundo y sus negocios de todo tipo: económicos, políticos, sentimentales, ideológicos, pasionales, etc.

Ojalá que continúen apareciendo más proyectos en colaboración con entidades con mayor proyección y fondos, como es el caso del British Museum, posibilitando que estas maravillas puedan contemplarse y conocerse en todas partes y las alternativas a que ello puede dar lugar en el indefinido horizontal en el que constantemente se producen escisiones, fugas a otro nivel o rupturas de plano, como de hecho es el caso en esta exposición que insinúa la entrada a otros mundos. Obviamente depende del observador, que además de un paseo entretenido –o tedioso– en el que admirar obras de arte por distintos intereses, la visita sea una posibilidad real para intuir la sagrada Unidad y sus aspectos, los dioses y diosas –estados de la conciencia– en sus distintos reinos, constitutivos de la cosmogonía en cualquiera de sus múltiples modos de expresarse, y sobre todo entender que existe una exacta y cabal correspondencia entre cualquiera de las cosmogonías del mundo y el propio ser humano, de manera tal que su pensamiento está modelado en base al orden prototípico que plantean: la Unidad y su despliegue. Es decir, alcanzar a comprender la analogía entre el microcosmos –ser individual– y el macrocosmos –Ser Universal–. Pero cómo advertir el juego orquestado en el que estamos implicados y en el que somos “utilizados como títeres por fuerzas desconocidas mucho más poderosas que son las que verdaderamente manejan las energías de este gran teatro del mundo”,5 si de hecho se ignora que existan otras realidades que no sea esta literal y rasante mediocridad en la que normalmente acreditamos. Cómo quitarnos las anteojeras pollinas del racionalismo, ligado a la comprobación estadística, el análisis empírico y todo lo que tiene que ver con la manifestación exclusivamente visible y fenoménica, que niega cualquier facultad de orden trascendente y nos convierte en unos deformes intelectuales adoctrinados para valorar solamente las cosas de naturaleza exterior y sensible, encerrados entonces en el ámbito no ya humano, sino en una limitación más reducida todavía si cabe, como es la de lo corpóreo en la que ponemos constantemente el acento.

Como dice la expresión, “de aquellos polvos estos lodos”. En el ámbito académico esto se traduce en la vana y nefasta pretensión de estudiar, investigar y explicar las singularidades que caracterizan otras sociedades y civilizaciones pretéritas desde el punto de vista de la propia mentalidad actual, cimentada en base a los factores anteriormente explicados, exteriores, cuantitativos, higiénico morales y económico políticos, a lo que se ha de sumar la pueril arrogancia de una supuesta superioridad sustentada en ciertos avances tecnológicos que nos otorgarían la supremacía en la historia de las civilizaciones. En verdad no somos conscientes de la situación caída en la que el ser humano se encuentra actualmente –pese a que no es difícil intuirla– totalmente volcada en la materialidad grosera y de consumo, junto con una aplastante literalidad que nos convierte en nada. Hay que ver lo que hemos hecho con este regalo de la deidad que es la vida.

Por lo que es necesario reconocer la Verdad señalando aquello que la niega o trata de tergiversarla ya sea por desconocimiento u olvido o intencionadamente, en todo caso lo que interesa es que brille, no por otra cosa que por amor hacia ella.

*

Ahora adentrémonos paso a paso y por orden, recorriendo cada uno de los cinco ámbitos que comprenden la muestra. De entrada, encontramos un texto introductorio que entre otras cosas dice:

Muchas de estas figuras tienen forma claramente femenina: desde la divinidad hinduista Shakti hasta Oshun, el orisha de la fertilidad en la cultura Yoruba de Nigeria. En algunas, la forma femenina se confunde con la masculina. Otras, sin embargo, trascienden la noción de género.6

Acerca de la Shakti hindú, nos dice Federico González en su Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos:

La energía femenina de un dios, su esposa, su cómplice, ella misma, como parte integrante del cosmos amalgamada en un abrazo a la deidad a la que se une como paredro. Así la Shakti de Shiva, de Varuna o de cualquier otro numen, incluso Garuda. Tienen actuaciones independientes a las de ellos.7

En cuanto a la entidad Yoruba llamada Oshun, nos atrevemos a decir por la información que de ella tenemos de acuerdo a las fuentes consultadas, que a su nivel y en su forma, es análoga a la diosa egipcia Isis, a la Ishtar e Inanna mesopotámicas, a la Venus o Afrodita, e incluso a la Hera-Juno grecorromana, es decir, la idea de “la energía femenina de un dios” expresándose a distintos grados simultáneamente en la escala del Ser. Por supuesto, dichas expresiones no son en modo alguno idénticas sino distintas y cada una siendo en esencia lo mismo, está en perfecta correspondencia con el estado en el que se considere. De ahí que se las contemple como aspectos del Principio que se está invocando, inseparable de su contraparte cuya presencia puede ser tácita, o manifiesta, lo mismo que en la idea de la androginia primordial, simbolizando

la unidad esencial antes de la partición binaria. En la alquimia este elemento portador de ambos sexos es denominado Rebis y es muy citado en el mismo sentido.8

Transcribimos ahora la continuación del enunciado introductorio de la muestra que estamos comentando. El texto prosigue así:

Pero lo que estas diosas y otros seres comparten es la profunda influencia que ejercen sobre las vidas humanas, tanto pasadas como actuales. Son cruciales para entender cómo muchas culturas interpretan el mundo, y sus atributos, a menudo contradictorios, afectan a la manera de entender la feminidad hoy.9

Pensamos que lo que verdaderamente afecta a la manera de entender la feminidad hoy –al igual que la masculinidad–, es el grado de degeneración en el que se encuentra el estado humano, totalmente olvidado y dando la espalda a su auténtica naturaleza, absolutamente volcado en las cuestiones más exteriores y groseras, como llevamos dicho, aunque esto ya viene de muy atrás de acuerdo a las doctrinas de los ciclos cósmicos que recogen distintas tradiciones. Este es el caso de la tradición Hindú –cuyas magnitudes numéricas refieren cifras que van más allá de cualquier intento por establecer una cronología temporal–, según la cual nos encontramos en el tramo final del actual Manvântara –de 64.800 años– comprendido dentro de otro ciclo aún mayor que estaría constituido por otros catorce. Añadir que cada Manvântara está compuesto por cuatro edades o ciclos dispuestos en el siguiente orden: Edad de Oro o Satya Yuga que comprende 25.920 años, edad de plata o Trêtâ Yuga de 19.440 años, edad de bronce o Dwâpara Yuga con 12.960 años y edad de hierro o Kali Yuga de 6.480 años, es decir, en total los 64.800 años indicados más atrás. Viene al caso aportar toda esta explicación de los ciclos y ritmos cósmicos para dar a conocer que el estado actual en el que nos encontramos viene de lejos, y la degradación se ha ido acentuando con el paso de las edades, signadas cada una por distintos cataclismos. A este respecto es bien interesante y revelador leer lo que dice el Critias de Platón.10

Ahora nos detendremos por un momento en el grupo de estatuillas que reciben al visitante apenas atravesado el umbral. Se trata de representaciones femeninas halladas en excavaciones de las islas Cícladas del mar Egeo, cuya fabricación está datada entre 5200 y 4000 años atrás. Si echamos cuentas de acuerdo a lo que acabamos de decir acerca de la doctrina de los ciclos cósmicos que recoge la tradición Hindú, dichas estatuillas son de la primera mitad de este último ciclo correspondiente a la edad de hierro, muy caído con respecto a su antecesor y ni qué decir a la edad de oro en que el ser humano no tendría necesidad de figuraciones dado que la presencia misma de lo sagrado e intemporal, es decir el sentido de la eternidad, era inmanente, consustancial a toda cosa y en todo momento.


Estatuillas femeninas. Mármol. 2500-2330 a. C., Grecia.

En esta primera parte de la muestra el visitante va a encontrar un nutrido grupo de entidades representativas de diversas cosmogonías cuyas cualidades destructoras y creadoras son sus principales y eminentes características. Aquí está la diosa guerrera Benzaiten –Japón–, relacionada con el mundo o plano de las formaciones correspondiente al elemento Agua, siendo venerada, según se nos dice, en lugares donde está presente. Con sus ocho brazos e igual número de atributos esta potencia coronada impresiona al igual que sus armas representativas de distintos reinos correspondientes a estados de la conciencia, planos o mundos. Así su brazo superior derecho empuña la espada como símbolo de la Sabiduría con su hoja atravesando la Corona que como ya se ha dicho representa a la Unidad; mientras que su brazo izquierdo sostiene un eje vertical simbolizando la Inteligencia que lo penetra todo. Se trata de un tridente que por abajo desaparece entre pliegues y encajes que recuerdan las espumantes aguas; mientras que por arriba sus tres puntas se reúnen en el centro, como imagen de la Unidad. Estas tres ideas simbolizadas por los atributos de la diosa son en realidad una sola: la Unidad se desdobla para conocerse a sí misma. El conocedor y lo conocido están unidos por el propio conocimiento. Y así se pueden continuar estableciendo correspondencias entre las demás armas que porta la diosa, sentada en medio de las aguas sobre un islote que parece flotar sobre ellas. El Fuego emerge del interior de la tierra, mientras arriba el aire ondea y eleva hacia lo alto los flecos blancos en los ropajes que porta la diosa. Entidad análoga a la Venus-Afrodita que veremos más adelante, Benzaiten destruye en el escenario de la conciencia todo aquello que impide el acceso al centro de uno mismo, donde tienen lugar las hierofanías.


Benzaiten. Pintura sobre seda. 1800-1880, Japón.

Citando el Tao Te King, el metafísico René Guenón se refiere a un cierto aspecto del simbolismo del agua que transcribimos por su interés para aproximarnos al conocimiento de la energía que se está presentado:

…‘se coloca siempre en los lugares más bajos y aún siendo lo más débil que hay, vence no obstante a las cosas más fuertes y más poderosas’. El agua, en tanto que es una imagen del principio ‘substancial’ de las cosas, también se puede tomar, en el orden social, como un símbolo del pueblo, lo que corresponde a su posición inferior; y el Sabio, al imitar a la naturaleza o a la manera de ser del agua, se confunde aparentemente con el pueblo; pero esto mismo le permite, mejor que cualquier otra situación, no sólo influenciar a todo el pueblo por su ‘acción de presencia’, sino también guardar intacto al abrigo de cualquier ataque aquello por lo que es interiormente superior a los demás hombres, y que constituye por lo demás la única superioridad verdadera.11

Pensamos que todo ello guarda relación con la transmisión y conservación del conocimiento esotérico. En este caso a través de la iniciación en ciertos oficios tradicionales vinculados con las artes escénicas, presididas por esta entidad a la que se honra por la palabra y la música, tal y como explica el texto que acompaña al tríptico en el que se observa una peregrinación de mujeres a la isla entrando a una cueva donde aguarda la diosa.


Utagawa Hiroshige (1797-1858). Peregrinación a la exposición del santuario
de Benzaiten en Enoshima, provincia de Sagami. Xilografía a color. 1851, Japón.

Dejamos atrás una gran figura de piedra mostrando su enorme vulva como símbolo del origen, principio y fin de todo –la gruta donde se gesta y fecunda la creatura–, y ahora nos recibe la célebre representación de la diosa egipcia Nut formando con su cuerpo la bóveda celeste. Generadora de los cuerpos celestes entre los que destaca Ra, el dios que nace cada mañana por la cópula constante con su hermano Geb, la Tierra, que de este modo es alumbrada en un proceso de renovación a perpetuidad. Y mientras todavía estamos meditando en esta extraordinaria manera de expresar el orden cosmogónico, se presenta una nueva forma que recuerda a las anteriores por la coincidencia esencial de las mismas ideas aunque en este caso expresadas en Vishnu y su contraparte, Lakshmî. De Vishnu leemos en el Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos:

Es el conservador de la Creación y el encargado de hacerla evolucionar por lo que, a veces, se lo toma como al dios creador por sus sectarios, que igualmente lo oponen a Shiva y le llaman el segundo Indra. Sus encarnaciones son diez y la última sería la de Kalki. Su animal es el pájaro Garuda relacionado con cada una de las creaciones cíclicas que él gesta con su propia substancia. Su Shakti es Lakshmi. Su función resguardar que el dharma, la ley divina, no caiga en manos de los enemigos y las fuerzas contrarias.12

En cuanto a Lakshmi recurrimos a la misma fuente que dice lo siguiente:

Shakti de Vishnu. Divinidad de la elegancia y la prosperidad nacida del Océano.13

El texto que acompaña a la figura de la exposición indica que “en el arte nepalí, a veces estas dos divinidades se representan como un único ser, simbolizando su unión intrínseca. En esta figura de cobre, Lakshmi es la parte izquierda y Vishnu, la derecha”.14 De nuevo aparece la idea del rebis mencionada con anterioridad.


Lakshmi y Vishnu.
Cobre bañado en oro. 1500-1600, Nepal.

Prosigue la exposición con otra imponente representación en la que Vishnu manifestado en forma de jabalí, sostiene sobre su brazo izquierdo la personificación de Bhudevi, diosa de la tierra análoga a Lakshmi a la que rescata de las aguas primordiales; mientras que abajo en la misma vertical se observa una figura con cuerpo de serpiente.


Vishnu representado en forma de jabalí,
rescatando a Bhudevi. Esquisto. 1200-1300, India.

Y de ahí pasamos a otras entidades análogas localizadas en sendos continentes más allá de las columnas de Hércules, es decir, Africa y América. Entre otras cosas, aquí podremos ver un vídeo que gira en torno a una peregrinación anual a cierto bosque sagrado que se encuentra a orillas del Río Osun en la región nigeriana de Osogbo, donde se ofrecen dones y sacrificios pidiendo salud y buena fortuna a una misteriosa entidad –sin duda se trata de la propia diosa Oshun presentada con anterioridad–, vinculada con el agua según indica la explicación de la muestra. Con lo que nos podemos hacer una idea bastante aproximada del sentir colectivo que flota en el ambiente de la romería que concurre en aquél bosque sagrado –declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2005–, para adorar con sincero fervor y hondo sentimiento a la deidad de sus más altos ideales. En el bosque también se pueden encontrar múltiples manifestaciones de aquella entidad capaz de adoptar entre la espontaneidad de las formas naturales, otras artificiales de acuerdo a la mentalidad de los artistas que han vehiculado esa posibilidad.

Tras esto, llama enormemente nuestra atención el texto que acompaña a cierta fotografía, obra de una artista cubana de renombre titulada ¡Jura! Adjuntamos la explicación a la que nos parece oportuno hacer alguna aclaración a ciertas confusiones desgraciadamente habituales.

El sincretismo espiritual de la religion afrocubana, sus signos, símbolos y rituales inspiran la obra de Marta María Pérez Bravo, que establece un respetuoso paralelismo moral entre ellos y sus propias creencias personales. “Me enfrento a mi obra como quien se asoma a un templo, a una iglesia, a un lugar sagrado”, dice la artista; y, en el proceso creativo, el compromiso entre la experiencia individual y la colectiva está siempre íntimamente conectado. Por eso, las rayas o marcas que aparecen en su espalda pintada de blanco son señales que corresponden a creencias profundas, a compromisos existenciales imborrables, a juramentos secretos que se inscriben en el cuerpo y en el alma, y que puntúan los caminos de la propia vida.15

De entrada, decir que el sincretismo no tiene nada que ver con lo espiritual. En palabras de René Guenón,

el sincretismo, entendido en su verdadero sentido, no es nada más que una simple yuxtaposición de elementos de procedencias diversas (...) sin que ningún principio de orden más profundo los venga a unificar.

[El ocultismo y el teosofismo son ejemplos de sincretismo.]

El sincretismo, en todos los casos, es siempre un proceder esencialmente profano, por su misma “exterioridad”; y no sólo no es una síntesis, sino que, en un cierto sentido, es incluso todo lo contrario a ella.

El sincretismo tiene, pues, un carácter totalmente analítico…16

Enfrentarse al hecho creacional como dice que lo hace la artista, significa distinguir entre un ámbito sagrado y otro que no lo es, si bien para una mentalidad verdaderamente tradicional todo es sagrado. De ahí en más, las explicaciones que se deslizan no exceden las cuestiones de índole sentimental, pasional y anímico, abonadas al terreno de lo psicológico en el que han enraizado esas creencias y juramentos secretos a los que se refiere la explicación, y que asegura están inscritos en el cuerpo y en el alma puntuando los caminos de la propia vida. O sea, que toma unos derroteros totalmente alineados con la mentalidad del mundo moderno cuyo horizonte intelectual está francamente disminuido respecto de sus verdaderas posibilidades.

Proseguimos la visita a la exposición, que sorprende por la variedad de formas que adopta la energía de lo femenino dependiendo de la cultura tradicional de que se trate y el nivel en el que se la considere. Del pueblo Inuit en el Ártico y Subártico bajo la protección de la diosa Sedna, considerada la señora del mar, saltamos a la antigua Grecia con la poderosa presencia de Deméter, hija de Crono y Rea y por lo tanto una de las diosas olímpicas que expresa la fecundidad y los misterios de la agricultura –cultura del agro–, o sea, el arte y la ciencia de la producción de la tierra.


Deméter. S. II d. C., Grecia.

En su iconografía se la aprecia con una antorcha y con un velo tal vez por los misterios que la rodeaban atenientes acaso a los de la germinación agraria –pero no sólo ellos– que celebraban las mujeres vinculadas a su figura para lograr la fecundidad.

Poseidón la deseaba y entonces ella se transformó en yegua, aunque éste la violó convirtiéndose en potrillo, de lo cual salió un hijo caballo, lo que representa una sorprendente ofensa al desbordante caudal poético de las mitologías.

Con Zeus al que también rechazó fue madre de Perséfone.

Deméter llena de rabia por el rapto de su hija a manos de Hades, dios del inframundo, abandonó el Olimpo, e inició una peregrinación por toda la tierra en búsqueda de su hija, aunque tuvo que retornar porque aquella se secaba y no daba fruto. Fue llamada por Zeus teniendo como mensajero a Hermes que fue a buscar a Perséfone o Koré en una carroza tras convenir que ésta pasara nueve meses al año en el Olimpo con su madre y tres en el Averno con Hades.

Este mito está muy relacionado con los misterios Eleusinos y de hecho en ellos se ritualizaba la búsqueda por Deméter de su hija Koré (Perséfone) raptada por Hades.

Diosa de la riqueza de los campos se la representa adornada con espigas de trigo y mazorcas de maíz en su papel de protectora de las cosechas.

Generalmente aparece rodeada de bestias feroces y serpientes y en las manos dos antorchas en relación a su búsqueda.

Sus mitos están muy vinculados con los de su hija Perséfone que es diosa del inframundo así como ella lo es de la tierra y la cosecha, tal cual la Ceres romana.17

Tras contemplar esta extraordinaria entidad, continuamos la visita agradeciendo en silencio la oportunidad de poder ver todas estas maravillas que nos hablan de las cosas celestes e infernales, y también de las de los mundos intermediarios, reflejadas en lo humano en una simple pero perfecta jerarquía entre lo de abajo –Tierra– con respecto a lo de arriba –Cielo–. Por lo que nuestra experiencia es muy parecida a la que describe el Corpus Herméticum con respecto al pasaje de las estatuas parlantes, aunque en este caso viene dada por las figuras que forman parte de la colección cedida por el British Museum.

En un momento dado, mientras estamos observando unas cerámicas buenísimas con escenas mitológicas que hablan de cosas tan inspiradoras como lo son las que conciernen a los principios universales, de pronto llama poderosamente nuestra atención cierto texto explicativo que acompaña a una de las espléndidas piezas atenienses datada del siglo V a. C. Explicación que no podemos pasar por alto ya que de nuevo vuelve a incurrir en los mismos puntos de vista relativos e inferiores que ya hemos estado comentando. Va la imagen de dicho texto junto a la magnifica cerámica.

    

Y como la totalidad de la creación está representada en este pequeño todo en forma de exposición, desde lo que está más arriba a lo más inferior, de un plumazo pasamos de las cosas superiores a las de orden más bajo e invertidas, y si hace un momento guardamos silencio ante la presencia del callado Misterio, ahora quedamos mudos ante el despropósito que supone la interpretación a la imagen de la cerámica, ajustada a intereses de dudosa legitimidad. Así y todo, ¡qué bien poder conversar con estas figuras y objetos cargados de poder!, en un recorrido en el que se ocultan revelaciones al más alto nivel incluso en las medias verdades cuando no directamente bulos y lecturas al grado más elemental e incluso que van en contra de la verdadera espiritualidad. En este sentido, jamás hubiéramos podido imaginar lo que más adelante estaría por dársenos a conocer, pero no adelantemos acontecimientos y sigamos gozando con estas maravillas.

Entre luces y sombras, dejamos atrás el primer ámbito de la muestra para adentrarnos en el segundo titulado “Pasión y deseo”. El texto con el que somos recibidos dice así:

El deseo es una idea muy poderosa, una fuerza impulsora que da forma al comportamiento humano. Los sentimientos pasionales pueden crear armonía o caos, y comportar alegría y unidad o sufrimiento y conflicto.

En muchas tradiciones espirituales, la pasión y el sexo se asocian con la vida y el conocimiento de lo divino. Muchos seres espirituales femeninos encarnan la pasión en todas sus expresiones, desde el amor y el éxtasis a la rabia y la violencia. La veneración a estas figuras es un ejemplo del amplio alcance de sus poderes. Tanto se las considera guerreras y portadoras de la victoria, como seductoras lujuriosas que atraen a las personas hacia el peligro.18

A un nivel, el deseo tiene que ver con el mundo de la ilusión y las apariencias, fruto del olvido que da lugar a la ignorancia, junto con una vertiginosa inclinación hacia los más bajos instintos, las pasiones y lo sentimental. Al más alto nivel lo anterior obviamente no puede tener lugar, pues en la Unidad no hay acepción de personas ni por lo tanto deseo, sólo conciencia de ser, carente de explicaciones, ausente de significado o de cualquier otra cosa con la que pudiera decirse que es algo. Claro que paradójicamente, el deseo –también la pasión– es intrínseco al propio discurso de la creación, aunque en el discurrir de la vida siempre es posible hacer que vaya perdiendo su poder con un frío desapego. Lo que tampoco quiere decir alejarte de los que amas y te aman, ni que dejen de agradarte las cosas bellas y buenas, ni aislarte en una burbuja, que eso sería pretender vivir la vida sin implicarse en el proceso. Lo cual no es contradictorio con desear trascender lo material, sentimental, ideológico, pasional, etc., reconociendo que la causa del deseo en este caso en especial es la natural imantación del alma hacia la fuente de la Vida, que desea ser absorbida por Amor a su morada en el centro de uno mismo, del Uno Mismo. Conocer es Ser. Ahora bien, si el ser únicamente conoce formas menores de deseo ¿qué se puede esperar en su comportamiento? Con la programación con que estamos condicionados, está difícil “tocar lo inasible, ver lo que ocultan las formas o lo que los sentidos apenas traducen”.19 Los mitos, esas narraciones simbólicas consideradas fábulas fantasiosas se refieren a verdades consubstanciales con el ser humano en íntima relación con lo inmutable, oculto y a cubierto de las vicisitudes que inevitablemente siempre se producen en el descenso o caída que realiza el ser humano en particular y la humanidad en general en su desarrollo cíclico. Ya lo hemos dicho antes y no nos cansaremos de repetirlo: no se puede dar testimonio veraz de civilizaciones precedentes con la programación mental de que disponemos. En este sentido, cualquier estudio o investigación que pretenda ser auténtico requiere en primer lugar de un conocimiento otro completamente ajeno al ordinario –las cosas como son–, además de una gran prudencia junto al rechazo absoluto de opiniones particulares y puntos de vista relativos.

Veamos ahora las sorpresas que nos depara este ámbito titulado “Pasión y Deseo”, en el que se alojan entidades como la Inanna-Ishtar mesopotámicas, la Venus-Afrodita o el Eros-Cupido grecorromanos entre otros, que esperamos ir comentando lo más sintéticamente posible –huyendo de los métodos clasificatorios, racionales y analíticos tan del gusto académico–, sin olvidar que son Energías o Ideas-Fuerza paradójicas y por lo tanto inabarcables. Pensamos que si ocupan el lugar que ocupan en la exposición es porque ellas mismas en sí son sustancialmente los padecimientos y flujos afectivos humanos, que van y vienen como las olas del mar. Pero aunque de hecho sea así, lo fatal es ignorar que esencialmente no sólo fundamentan estos dominios tan reducidos, sino que sobre todo sintetizan la infinitud al más alto nivel mediante la conjugación con su paredro, tal el caso de la diosa egipcia Isis en relación a Osiris, aunque los mitos que se refieren a Venus o Inanna no lo expresen así, sino de manera análoga. Con respecto a esta última, los relatos que conocemos se refieren a ella como la diosa del amor y la guerra –vaya paradoja– y narran entre otras cosas que es investida con los poderes, cargos y funciones sagradas que corresponden al dominio temporal y espiritual, otorgados por su padre Enki, el que ha dado forma a todo, el fabricante por naturaleza, el que enumera, ordena y proporciona los bienes dejando a los dioses el correspondiente reparto, el señor de las aguas subterráneas, fundamento abismal de la tierra y los cielos, análogo al Zeus-Júpiter grecorromano. Veamos las potencias cósmicas de las que se hace depositaria:

...el oficio de egizi, esto es, la duradera “Señoría”, el oficio de nindingir, o gran dignidad sacerdotal, y los siete ishib, lumah y gudu, poderes todos ellos sacerdotales. También le entrega la Verdad, el Descenso a los Infiernos, el Regreso de los Infiernos, el Travestismo, el Puñal y el Garrote, el Estado de cinedo, el Vestido negro, el Vestido polícromo, la Cabellera echada sobre la nuca y la recogida en la nuca. Además la hace merecedora del Estandarte de la batallas, del Carcaj, el Erotismo, las Relaciones sexuales, la Prostitución y la Ley, el Hablar franco, la Hipocresía, la Adulación, la Condición de oblata y la Taberna santa, la Hierodulía celeste, la Orquesta sonora, el Arte del canto y la Función de anciano. Destacan también las funciones bélicas: el Oficio de la guerra, la Autoridad militar, la Perfidia, la Lealtad, la Destrucción de ciudades, la Lamentación así como las Alegrías del corazón, la Astucia, la Rebelión, la Prosperidad, la Circulación y la Seguridad de las viviendas. Siguen las habilidades manuales, el Arte de trabajar la madera y los metales, el Arte de la Escritura, del metalista, del curtidor, del tejedor de ropas, de la arquitectura, de la cestería. Y para terminar, (…) la Inteligencia, los Conocimientos, la Purificación sagrada, el Cercado donde engordan los animales, el Amontonamiento de las brasas, el Redil, el Respeto, la Reverencia y la Moderación. (...)

...la Mentira y la Aspereza, el Arte de encender el fuego, el Arte de apagarlo, la Obligación de trabajar, la Formación de la familia, la Generación, la Controversia, la Fatiga, la Victoria, el Consejo, el Corazón turbado, el Juicio, la Sentencia del juez, la Vida familiar, la Belleza de la mujer, el Secreto, el Santo tigi, el Santo lilis, el Santo ub, el Santo mesi, el Santo ala, que son instrumentos musicales.20

Tras recibir los dones del Padre, la diosa los carga en su barca celeste y emprende el regreso a la ciudad que preside, donde comienza su actividad civilizadora. Desde luego el mito es demasiado largo como para incluirlo completo en un trabajo de estas características que no pretende sino reseñar una exposición. Solamente añadiremos que desciende a los Infiernos (lo que equivale a conocerlo todo de arriba a abajo), de los que sale regenerada y a su regreso al mundo de los vivos descubre que su contraparte masculina se ha olvidado de ella, es decir, se identifica con su estado humano y ya no guarda memoria de su naturaleza suprahumana, por lo que ha de purgar el desatino y sustituir a Inanna en el reino de los muertos, en cooperación con su hermana –por supuesto humana también– con la que se reparte el asunto, de cierto que el episodio recuerda mucho al que protagoniza Perséfone, sólo que ambos casos representan distintos órdenes cíclicos, aunque en esencia no varía la idea.

En cuanto a su análoga, Venus-Afrodita, desde luego no podía faltar en la exposición. Unánimemente reconocida en occidente como diosa del Amor y la Vida, aunque por lo mismo con los Misterios de la Muerte pues como se ha dicho, “morir es ser amado por un dios y viceversa, amar es morir o ser muerto por un dios”.21 Entidad que está representada también y a su medida por las vírgenes a las que se venera en toda la cuenca mediterránea. De ella nos dice el Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos:

Nacida de la espuma del mar (esperma) después de que Saturno le cortara los testículos a Urano (cielo) y montada en una concha, Venus ha sido el ejemplo del Amor, en especial de la atracción sexual simbolizada por Eros, elemento fundamental de cohesión en la manifestación universal. Son conocidos sus amores con el guerrero Marte y también con Adonis, muestra de la atracción por la belleza física, como introducción a la auténtica Belleza; desde antiguo se ha distinguido a dos Venus: la uránica y la pandemos, la celeste y la popular, aunque las dos están ligadas al instinto sexual. En las iconografías, ambas se asocian con la manzana.22

    
a) Venus. Mármol. 100-150 d. C., Italia.
b) Sello sumerio con escena erótica.

Por su parte Mireia Valls en su inspirado estudio sobre la prostitución sagrada, también aporta luz a esta misteriosa y ambigua entidad venerada en todo tiempo y lugar, desde los orígenes aunque hoy día oculta, a resguardo de las miradas profanas como se dice en determinados círculos esotéricos:

¡Inanna, Ishtar, Astarté, Isis, Afrodita, Venus! diosa del amor en todas sus vertientes, lo que no excluye su íntima relación con la guerra y también con la pasión y el deseo, que según la dirección tomada exaltan hacia las altas cumbres del intelecto o por contra sumergen en los bajos fondos de los infiernos mentales. Sus armas son la Belleza, la Persuasión y el Placer. Promotora del arte en todas sus facetas, deposita en la mujer su influjo inspirador y necesita del concurso de las hembras para expandir todos sus atributos por el cosmos, de ahí que en muchas culturas las mujeres le han rendido culto, algunas de ellas consagrándose en exclusiva a esta divinidad, como las sacerdotisas de sus templos y las innumerables “esclavas sagradas” que se entregaban a ritos sexuales para potenciar y vivificar la energía de la diosa, siendo también ésta la patrona de las heteras o “compañeras” de los banquetes griegos, así como de las cortesanas y las prostitutas en todas sus modalidades a lo largo del tiempo –aun y la degradación sufrida actualmente, donde la prostitución es un oficio con fines lucrativos y de satisfacciones carnales que da cabida a las más aberrantes explotaciones, vicios y abusos de todo tipo–, además de inspiradora de todas aquellas hembras que de una forma u otra se han dedicado al arte del embellecimiento, tales las ayudantes de cámara de las reinas o las preparadoras de ungüentos, perfumes, esencias y también las peluqueras, las masajistas, maquilladoras, etc., etc.23

Llegamos al punto donde se encuentra nada menos que Eros, el gran cohesionador, íntimo de la diosa y sus constantes cópulas en infinidad de formas por las que el mundo existe sin agotarse, perpetuándose la unión mediante la conjugación de un par de opuestos al más alto nivel: la Unidad sin par que precisamente es todo. En palabras de Dante, “ahí donde reside el Amor que mueve el Sol y las demás estrellas”. Ese es Eros, al que Sócrates se refiere en el Banquete de Platón, invocando la autoridad de su mentora Diótima para explicar que se trata de “un espíritu intermediario que igualmente toma otras formas vinculadas con la transmisión, la ignorancia y la sabiduría dada por su intermedio, y por ello este espíritu celeste inspirado por la deidad e hijo de Afrodita acuciado por la necesidad de unir las cosas entre sí, está estrechamente vinculado a la Necesidad (de conocer)…”.24 Hecho que implica la penetración de la enseñanza y simultáneamente la receptividad del Verbo espermático que fecunda el corazón. Y pensamos que esta es una de las más elevadas formas del Amor –aunque todas son igualmente extraordinarias– que opera sin necesidad de otra cosa que una entrega sincera y sin reparos a la Ciencia Sagrada y los ritos de consagración a los Misterios que vehiculan una influencia espiritual. Por último, en palabras de Federico González: considerando que “hay un Eros cósmico y un Eros supracósmico que desciende a unir toda la masa del Universo, digamos de éste que es un dios no humano”.25 A continuación va la imagen con la figura divina junto a una foto tomada al texto que la acompaña.

    

Continuamos la visita por este ámbito titulado “Pasión y Deseo” y ahora aparece la diosa hindú Radha, pastora de vacas, venerada como la encarnación de la belleza y el amor, cuya relación con Krishna representa “el anhelo del alma mortal por unirse con lo divino”,26 tal y como indica el texto que acompaña a la explicación de la bendita diosa que se nos ha dado a conocer. En ese sentido, no otra cosa simboliza el lingam, situado bien cerca de ella en este recorrido tan revelador como sorprendente. Y sería un despropósito hablar de este símbolo sin tener presente aquello por lo que efectivamente manifiesta plenitud, como de hecho así lo refleja el comentario adjunto –aunque de manera incompleta–, en tanto explica que “el lingam se introduce en el yoni (vulva) de su pareja femenina, la diosa Shakti, que encarna el poder femenino divino que da vida al universo. La unión de Shakti y Shiva [lingam] representa la unión de las fuerzas femeninas y masculinas en la cosmología hinduista”.27 Desde luego todo esto, por encima de cualquier otra cosa, es simbólico, y se refiere al propósito de fecundar la Shakti sin lo cual no podría jamás “dar vida al universo”, puesto que necesita del Verbo o Logos –semilla–. Esto en lo que concierne al ámbito macrocósmico, mientras que en el microcósmico, la Shakti es el propio iniciado o iniciada –no importa el sexo, esto va mucho más allá–, que es fecundado/a por la influencia espiritual en la copa de su corazón –caverna, vulva–. De hecho este es el objetivo del budismo tántrico al que también se menciona como otra vía de realizar la unión divina.

A modo de síntesis de este símbolo universal nos dice el Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos de Federico Gonzalez Frías:

Piedra cultual de forma cilíndrica y vertical, a veces de modo monumental, o en simples dibujos representando el poder universal del sexo masculino en relación con la vida y la fecundación. Se lo encuentra casi siempre conjuntamente con el yoni, su aspecto femenino, representando a la vulva de las mujeres de donde surge el lingam. Muy frecuentes en la India en cuyos templos se les ofrece devoción. Asociados al dios Shiva su función es también creativa y destructiva.28

Sin dejar de considerar la paradoja de los opuestos complementarios que se da en todos los niveles o estados del Ser, continuamos el recorrido que propone la muestra. Ahora estamos ante una breve filmación de la performance que presenta otra artista contemporánea, apoyada en una parafernalia que trata de expresar su particular visión de lo femenino valiéndose de imágenes metafóricas que en su conjunto pretenden aludir “a procesos de fusión, purificación y trascendencia, así como la fortaleza para volver a la génesis de la vida”.

Un poco más allá nos encontramos frente a la diosa precolombina Tlazolteotl, cuyo comentario anexo se refiere a ella como inspiradora del deseo sexual aunque también a su función de absolver de la “suciedad” formada por ciertas transgresiones que esta entidad transforma en fertilizante para la tierra. De nuevo consultamos el Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos que nos está sirviendo de apoyo en este itinerario simbólico donde se explica lo siguiente acerca de la confesión:

La confesión se basa en la creencia de que un acto de arrepentimiento actual, de contrición, borra los pecados cometidos, porque prohija una vuelta al origen.

Los antiguos cronistas españoles que visitaron América observaron entre los aztecas una situación parecida ya que un día al año hacían una confesión pública de sus pecados que posteriormente eran comidos por la diosa Tlazoltéotl.29


Representación escultórica que ha sido
relacionada con la diosa Tlazolteotl.
Arenisca. 900-1521 d. C. México.

Nos detendremos ahora en una imagen cuyo comentario anexo dice así:

Los historiadores tradicionales a menudo culpan a Eva y no a Adán de la Caída, asociando la seducción femenina con la tentación y el pecado. Pero en la Biblia, es la propia Eva quien es seducida por una serpiente. En esta Xilografía, Cranach dibuja a la serpiente como un reflejo de la imagen de Eva. La serpiente, con cara y senos femeninos, susurra en actitud cómplice a Eva, que le acerca la fruta prohibida a un Adán aparentemente receloso.30


Lucas Cranach el Viejo. La caída del hombre.
Xilografía sobre papel. S. XVI.

Como ya se sabe Eva es un personaje mítico y un símbolo, al igual que su contraparte masculina Adán, así como todos los protagonistas de la Historia Sagrada de cualquier tradición en toda época y lugar. Y como se ha dicho reiteradamente a lo largo de esta reseña, sería un error pretender interpretar el enigmático episodio de la fruta prohibida, o cualquier otro, con los condicionamientos de la mentalidad contemporánea, cosa que desgraciadamente sucede demasiado a menudo, lo que por otra parte anuncia la propia degradación en todo el sistema cultural, como de hecho ya lo estamos viendo hace rato en la gran confusión de lenguas a la que asistimos, cuestión en la que por cierto también incurre todo el aparato religioso. No obstante, la misma idea contemplada bajo la luz de los Principios universales es completamente otra cosa. Eva se revela como la “Esencia de lo femenino en paridad con lo masculino, que es su armonía”.31

Ahora daremos un salto al segundo ámbito titulado “Magia y malicia”, omitiendo algunas de las obras y comentarios que jalonan lo que queda del recorrido. No porque no tengan interés sino por no alargarnos demasiado, sobre todo teniendo en cuenta que de lo que se trata es de hacer memoria del Origen, que es lo que por encima de todo nos interesa, más allá de ofrecer un inventario de obras y comentarios, entre los cuales los hay que dan cuenta de cuestiones biológicas, culturales y sociales, junto a otros que o bien justifican o condenan, defienden o atacan tendencias y patrones de comportamiento con los que se podrá estar de acuerdo o no, sin que eso tenga nada que decir de lo inmutable, que es de otro orden. Veamos el comentario de la entrada a este espacio:

En muchas culturas del mundo, las diosas diabólicas, los monstruos femeninos, las diablesas y las brujas son símbolos extremadamente poderosos.

Figuras mitológicas como Medea o Taraka representan a mujeres que viven en los límites de la sociedad con historias que suelen ser de sufrimiento. Son viudas determinadas a reclamar venganza, mujeres que han muerto dando a luz o supervivientes de actos de violencia. La experiencia las transforma y empiezan a rebelarse contra las expectativas tradicionales del comportamiento femenino.

Su independencia es la fuente de su poder. Se asocian con la agresividad y el peligro, pero también con la libertad y el conocimiento. Son temidas, pero también buscadas para pedir protección y consejo.32

Por un lado el encabezado acierta a señalar el interés de estas féminas iniciadas en los Misterios por la Libertad y el Conocimiento, pues así se han de considerar a las verdaderas brujas y no como a mujeres decrépitas que aparecen en las fábulas o hembras tan feroces como sanguinarias –y todo el espectro de posibilidades invertidas entre estos extremos–, todas ellas consagradas al mal por el mal. De modo que aquellas mujeres iniciadas en los Misterios, se dejan penetrar por Amor guiadas por ciertos intermediarios que constituyen entidades telúricas, como es el caso del Diablo, representado mediante otras divinidades como Dioniso, acompañado por la tropa de oficiantes femeninos y masculinos, cuyas cópulas con lo celeste no hacen otra cosa que regenerar el cosmos.

Pero si decíamos que el presente encabezado de este ámbito en el que recién estamos entrando, acierta en el último párrafo al decir lo que dice, por el contrario lo que comenta en las líneas anteriores evidencia una inclinación a resaltar las formas menores e invertidas de la energía pasiva inmanente y potencial inherente al principio femenino, obviando que emana del primer principio –que es de orden superior– al que pertenece precisamente por la conjugación con su opuesto-complementario con el que siempre e indefectiblemente se une en un abrazo de amor. En cuanto a la transformación a la que se refiere el segundo párrafo de dicho encabezado, es exclusivamente de orden inferior. Esta sólo refleja una rebeldía estéril producto del olvido e ignorancia del Origen –la Unidad– que deriva en una dualidad irreconciliable. Otra cosa es la transmutación que excede toda expectativa relativa y contingente con respecto a las verdades superiores que son de orden universal –suprahumano– y fundamentan cualquier tradición, cosa que los propios miembros adscritos a ella reconocen, tanto los femeninos como los masculinos, por lo que en el caso que estamos considerando su comportamiento sólo puede ser conforme al orden que la propia tradición proyecta como modelo cosmogónico.

Este es el sentido en el que consideramos la Magia, vinculada a las Artes y Ciencias que se refieren a la “actividad ritual intermediaria dedicada a atraer las energías celestes a la realidad terrestre” es decir, “las prácticas cultuales, como los encantamientos, ejercicios rituales, concentraciones, estudios y meditaciones, y especialmente la oración, [que] deben efectuarse teniendo el ánimo y la inteligencia puestos en las verdades más elevadas, en el Dios supremo e incognoscible, más allá de su propia creación”.33 De ello se extrae que la malicia, esto es, la maldad como sinónimo de perversión no puede ir a la par de la Magia tal y como la entendemos, a no ser que la consideremos desde el punto de vista en que se manifiesta invertida por ciertos usos y deformaciones interesados, que, o bien por desconocimiento o intencionadamente –hecho este último más grave–, ponen en juego fuerzas inferiores extremadamente peligrosas que se cuelan por las grietas abiertas mediante estas prácticas.

Aquí se presentan una serie de entidades intermediarias tremendas pertenecientes a distintas formas tradicionales de la geografía terrestre, manifestadas en forma de figuras, máscaras, amuletos y otra suerte de piezas de factura excepcional, vinculadas con la muerte de las particularidades psicofísicas y por lo tanto con el nacimiento a un nuevo estado del ser. Aunque la lectura que se hace de todo ello en este caso no contempla este punto de vista, más bien se limita a dar cuenta del hecho como una curiosidad antropológica más bien. Llama la atención la presencia imponente de la diosa Cihuateotl o Cihuacóatl,

Vocablo náhuatl que significa “mujer-serpiente”, diosa de la tierra y la fertilidad. Era patrona de las parturientas y especialmente de las cihuatetes, mujeres que morían como consecuencia del parto y eran muy apreciadas por ello; se las equiparaba a los guerreros cuya suerte en el más allá compartían. También se llamaba así entre los aztecas a los encargados de ciertos aspectos del sacerdocio, tales como el realizar el cuidado de los templos y vigilar la correcta forma de los rituales.34


Cihuateotl. Andesita. 1400-1521, México.

También se menciona en esta exposición la lucha de fuerzas entre el bien y el mal, las cuales “deben equilibrarse para que el mundo y la sociedad estén en armonía”.35 Ello viene representado por la eterna contienda entre la reina demonio balinesa llamada Rangda con su contraparte masculina. Lucha que sólo es apariencia e ilusión, puesto que desde el punto de vista de la Unidad no hay dualidad posible, sino sólo inmutabilidad esencial.

Veamos ahora a otra entidad temible que nos sale al paso: Lilith, a la que se describe como “la más antigua de las diosas femeninas”. El Zohar se refiere a ella como “la gran seductora no sólo de hombres sino también de espíritus y demonios”.36

Y más adelante:

Un varón vino al mundo del lado del espíritu del lado de Caín, y lo llamaron Tubal Caín. Con él vino una hembra que se llamaba Naamá, de quien salieron otros espíritus y demonios; estos revolotean en el aire y dicen cosas a esos otros abajo. Este Tubal Caín produjo implementos de guerra, y esta Naamá adhirió a su propio lado, y aún existe, y tiene su morada entre las olas del gran mar. Ella avanza y se divierte con los hombres y concibe de ellos a través de sus sueños lujuriosos. Ella se embaraza de esa lujuria y produce más especies en el mundo. Los hijos que ella tiene de seres humanos se aparecen a las hembras de la humanidad, las que se embarazan de ellos y producen espíritus, y todos van a la anciana Lilith, la cual los cría. Ella va por el mundo y busca a sus pequeños, y cuando ella ve niños pequeños se adhiere a ellos para matarlos e insinuarse en sus espíritus. (El Zohar, L. Dujovne, vol. V).

2. Lilith, es la primera mujer de Adán, o la mujer de la primera Creación del mundo que narra el Génesis (Bereshit) la cual no ha salido de la costilla de Adán sino que nació conjuntamente con él “Hombre y mujer los creó” (I, 27). O sea, la idea tradicional del Hermafrodita Primigenio.

Lo mismo que le da de comer a Eva del árbol prohibido aquella fruta que los condenará y por consiguiente igualmente a nosotros, hijos del pecado y la desdicha que no sabemos ver en este universo sino un mecanismo electrónico que se pierde en los aires de las simas más bajas, en nuestro vuelo rasante compuesto de puras ilusiones, siempre desvaneciéndose.37

Continuando con este recorrido misterioso por los distintos planos del Ser Universal, quién iría a imaginar las sorpresas que reserva este ámbito que recordaremos se titula “Magia y malicia”. Ámbito en el que se encuentra nada más y nada menos que la gran Hécate, uno de los misteriosos aspectos en que se expresa la Unidad inmutable en el papel de Reina del plano intermediario. En este caso se la presenta como diosa griega de la brujería, creemos que de manera muy incompleta y relativa. Aportamos en imagen la figura retratada dos veces para mostrar su triple faz.

    
Hécate. Mármol. S. I-II d. C. Roma.

Imponente naturaleza sutil de una rara Belleza que contempla la eternidad comprendiendo lo de abajo con lo de arriba, como ejemplifican los ritos de iniciación en los Misterios a los que el iniciado, sea hombre o mujer, entrega su vida para nacer a otros estados sin necesidad de tener que dejar su apariencia física. Vamos a acercarnos a la grandeza y profundidad de tan asombrosa entidad por vías distintas a las que ofrece el comentario de la muestra. Nuestro interés se centra en comprender, y aquí está una de las claves del asunto, que la diosa no está fuera sino dentro. O sea, que se trata de recordar que para nada nos es ajena a pesar de ignorar su influencia. Tan cerca y tan lejos al mismo tiempo, vaya paradoja.

Va el siguiente himno consagrado a ella:

A Hécate
Alma del mundo, nacida del fuego del intelecto. Poderosa reina que gobiernas hasta los confines más profundos de la tierra, tú que esparces la semilla del asombroso Trono hacia las cuatro direcciones. A ti que a través de tu útero das rienda a los reinos que cohabitan en el cosmos. Altísima portadora de las Ideas, legisladora real, benefactora nutricia y celestial. Reina del plano intermediario, que recibes, alimentas y dispensas las almas.

Misteriosa Hécate, tras de ti el Misterio, frente a ti la existencia. ¡Rocíanos con tu sabia! ¡Aviva nuestra alma con el furor de la llama que anida en la negrura de tu mirada!

Siempre atenta y generosa con tus iniciados. Luz prendida de Verbo vivo, del latido de tu corazón manan las comprensiones, las intuiciones, las chispas divinas, el hálito vital y el vuelo del alma. A través de tu cuerpo nuestra alma transita hacia los estados más elevados en su viaje de retorno. Tu nombre tiene las llaves que dan acceso a la Libertad, pero también las mismas llaves que protegen y guardan cada uno de los pasos de las miradas profanas. Oh sagrada diosa del umbral, ¡sólo tu sabia nutricia calma el revuelo del alma!

Poderosa ctónica, tu fuerza telúrica no sólo une lo semejante, sino que también disocia lo caduco, lo humano y perentorio. Y ahí sí que eres letal. Sin cuidado ni medida, disuelves la tontera de un solo golpe. Implacable y fulminante, descarnada y temible nocturna.

¡Hécate! ¡Hécate! ¡Hécate! ¿Cuántos dioses te acompañan? Hermes, Ártemis, Anubis o Rea van junto a ti.

Diosa de ida y vuelta, contigo se abre todo el camino iniciático. Entre tus manos, poderosa Hécate, los símbolos: la antorcha, el puñal y las serpientes. Entre tus manos las claves para poder salir de la repetitiva existencia humana. Contigo la esperanza, protectora y fecunda, con tu presencia el fulgor del firmamento.

Gobiernas todos los planos del alma, los que vas velando y revelando con la única lumbre que produce la entrega absoluta y sin reservas. A ti te canto, Hécate. Te escucho por la noche, con el ladrido de los canes, en el silbido de los cipreses, en sueños, entre los cantos de las sirenas que tan bien protegen las esferas. Sagrada Hécate, antigua, altísima, nodriza, legisladora, guía iniciática. Diosa de la muerte y de la vida, del descenso y del ascenso.

¡Bendita eres, gran incomprendida! No te alejes de este recuerdo que hoy se hace presente, que tus bondades penetren todos los mundos y que toda tu grandeza termine con la tontera. ¡Sin medida! ¡Danos por favor el golpe, el impulso! ¡Sacúdenos Hécate!38

Y para más señas remitimos a la célebre obra de teatro en la que la diosa despliega sus artes manejando los hilos del destino para dar fin a la función del traidor que anida en uno mismo, el yo pequeño que por sus ambiciones y deseos “despreciará al hado, se mofará de la muerte y llevará sus esperanzas por encima de la sabiduría, la piedad y el temor”39 representado por Macbeth como una de las máscaras con que actúa la diosa dando igualmente vida a personajes tales como las brujas entre el resto del reparto. Escena memorable aquella en que vierten al caldero lo que corresponde al cocido del Hombre nuevo, mientras efectuan toda una invocación a Hécate, que se hace presente agradeciendo el trabajo emprendido por este trío consagrado a ella.

Todavía sobrecogidos ante semejante potestad, aparece Circe, célebre por el episodio relativo a la azarosa gesta cantada por Homero conocida como Odisea. Así lo cuenta:

Y llegamos a la isla de Eea, habitada por Circe, la de hermosos cabellos, potente deidad de habla humana. Es hermana de Eetes, el dios de la mente perversa; uno y otro nacieron del Sol que da luz a los hombres y su madre fue Persa, engendrada a su vez del Océano.40

Episodio en el que la Maga representa el papel del vicio y la maldad como corresponde al hecho de que convierte a la tripulación de Odiseo en animales haciéndoles ingerir una poción mágica, mientras que el protagonista logra evitarlo gracias al dios Hermes que le aconseja utilizar ciertas hierbas con las que taparse los oídos y bebiendo de la poción lograr de ese modo que la semidiosa devuelva al estado humano a sus acompañantes.

Y no sólo eso sino que posteriormente se enamora de él con el que pasa un año y tiene dos hijos (Agris y Latino) y lo guía en la ruta que ha de seguir. Y como buena hechicera le advierte de los contratiempos que ha de tener en su viaje al Hades.41

Entre ellos, tener que vérselas con Escila, monstruo marino de seis cabezas presente en la muestra, cuyas fauces tienen tres filas de dientes con las que devoran a quien se acerca a él. Según narra la epopeya homérica, enfrente se encuentra Caribdis a tiro de flecha, en la forma de tremendo remolino que se traga los barcos para escupir sus restos desguazados. Entre una y otra desproporción se abre un estrecho canal que el navegante en busca de su Destino debe atravesar, pero estas monstruosas potencias “amenazan con hacer zozobrar la nave de nuestro viaje interno”.42 Circe aconseja atravesar esta vía alejándose lo más posible del poder succionador de este gigantesco sumidero que simboliza la corriente profana y su fuerza de arrastre hacia los bajos fondos. Por lo cual no queda otra que afrontar el combate con Escila a costa de sufrir algunas bajas entre la tripulación. Es decir, asumir que ciertos personajes que han contribuido a la realización del viaje, perecerán sin remedio pues ya cumplieron su función.

Por cierto, la pieza cuya imagen adjuntamos debajo –perteneciente al asa de una jarra–, no nos parece que cuadre con la explicación que de ella se hace asociándola con el monstruo Escila por el hecho de que aparezca flanqueada por dos perros, uno a cada lado de esta figura, que serían más bien como prolongaciones del torso femenino y no tanto tentáculos como pretende el comentario. Por otro lado también nos dice que los ojos del rostro son de plata, atributos que junto a los ya indicados nos parece que son los de la diosa Artemisa.


Bronce. 300-100 a. C., Grecia.

Un poco más adelante encontramos a Medusa de temible apariencia. Utiliza para sus propósitos la debilidad humana, a través de la cual está viva y presente y se desenvuelve en el ambiente enrarecido y denso que ella misma alienta y en el que se hace fuerte, aunque apenas se nota su presencia ni cómo desde la sombra ejerce su función destructiva, al punto de ser uno de los agentes encargados de aislar la razón (por olvido) del intelecto puro y trascendente, convirtiéndose en una trampa, una cárcel. Y así para uno mismo que está instalado en esta cárcel sólo existe el polo inferior de la existencia que es el dominio de lo racional, y a causa de esto nos vamos hundiendo cada vez más en un punto de vista exclusivamente material, petrificado. De ahí que se hable de su poder para convertir en piedra con sólo una mirada. Aunque se ha de decir que de la sangre que mana de su cuello, cercenado por la espada que porta el héroe iniciado en los Misterios –símbolo de la fuerza de la luz frente a las tinieblas, capaz de ahuyentar al mal de cualquier naturaleza–, nace Pegaso, el caballo alado que representa el intelecto trascendente ajeno a las corrientes de opinión y lecturas egóticas de los hechos y las cosas, y todo tipo de chismes que no superan el plano psicológico con sus ilusiones identitarias o distintivas, ya sean religiosas, ideológicas, pasionales, sentimentales o de cualquier otra índole, o bien adopten formas tanto revolucionarias como conservadoras, oficialistas como opositoras, pacifistas como belicistas, las que tratarán de imponerse una a la otra mientras se van institucionalizando como de hecho ocurre siempre.


Medusa. Antefija de terracota. 500 a. C., Italia.

De nuevo recurrimos al Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos para consultar acerca de esta temible entidad:

Una de las Gorgonas que habitaban al extremo de Occidente, en la tierra de las Hespérides, vecina al país de los muertos. Estos seres horribles y marinos eran inmortales, aunque la Medusa, como excepción, podía morir.

Eran monstruosas y tenían serpientes en la cabeza y dientes enormes de potencia mortal y el poder de su mirada era tal que quien las veía se convertía en piedra.

Nadie se atrevía a tener contacto con ellas, aunque Poseidón violó a Medusa, del cuello cortado de la cual posteriormente nació Pegaso, el caballo alado, y también Crisaor.

Por influjo de Atenea, Perseo partió para matarla, lo que consiguió mientras ella dormía, elevándose en el aire merced a las sandalias aladas, regalo de Hermes, eludiendo su mirada asesina y cortándole la cabeza, la cual fijó Atenea en su escudo, ahora, con su poder, mientras Perseo se apoderó de su sangre que tenía la facultad de envenenar y curar.43

Dejamos este ámbito sin detenernos a comentar otros textos e imágenes de la muestra que entre otras cosas se refieren a las brujas. Optamos por no decir nada de ello no porque no nos parezca importante, sino porque en síntesis aquello que ellas mismas representan y lo que las anima a realizar sus invocaciones y encantamientos rituales es la propia naturaleza de Hécate con la que viven y participan conscientemente, acerca de la cual ya hemos aportado información precisa como para poder hacernos una idea de la elevada función que cumplen estas mujeres de Conocimiento. Tampoco decimos nada en torno a las obras de las artistas contemporáneas expuestas aquí, dado que los objetivos a los que apuntan no nos interesan en tanto pertenecen a dominios contingentes y relativos correspondientes a Medusa, por lo que cualquier comentario al respecto no añadiría nada nuevo a lo dicho. No obstante cuando llegue el momento sí nos detendremos en una instalación en particular, pero será la única del conjunto de obras modernas que nos gustaría comentar con el fin de señalar en ella ciertas cuestiones que representan el juego que ejercen fuerzas invisibles extremadamente adversas. En todo caso no nos adelantemos, pues todavía hemos de traspasar el umbral al siguiente ámbito que dice así:

Justicia y defensa
En algunas tradiciones espirituales, la feminidad es fuente de autoridad, liderazgo y fuerza física excepcional. Diosas marciales, como Minerva en la época romana y Sekhmet en el antiguo Egipto, eran veneradas como líderes de ejércitos capaces de desatar la violencia más extrema.

A menudo, estos seres están relacionados con la justicia. Aunque puedan parecer figuras sanguinarias y crueles, probablemente eran invocadas para pedir protección y estaban dispuestas a adoptar las medidas necesarias para proteger a las personas. Hasta la fecha, deidades como Durga, la diosa hindú de la guerra –encarnación del poder femenino divino–, son veneradas por su sabiduría y valentía supremas.44

En este ámbito dedicado a la Justicia, cuyo atributo es la espada que rasga los velos de la ignorancia así como la balanza con las fuerzas opuestas equilibradas, se encuentran nada menos que las diosas Sekhmet egipcia y Palas-Atenea grecorromana. Ambas se refieren a una sola y única naturaleza aunque expresada con desigual forma y distinto nombre. El arte de la guerra les es propio, si bien comprenden una función pacífica y protectora al mismo tiempo que destructora.

La primera está representada con cabeza de león, y es venerada también como entidad sanadora de almas. En este sentido recordaremos que el león –animal solar– está vinculado con la energía del Sol y la Belleza. Ademas, uno de los atributos de Hércules es la piel del león de Nemea, imagen de la soberbia, un verdadero guardián del umbral al que el héroe vence con la Fuerza sobrehumana de la que participa por ascendencia divina. Sobre los animales y su simbólica se sabe que “además de expresar la parte instintiva e irracional del alma humana (los impulsos, deseos y emociones del ánima), son manifestaciones de las fuerzas cósmicas y divinas en su acción sobre el mundo, constituyéndose en vehículos y oráculos transmisores de la realidad de lo numinoso, y por tanto en mensajeros intermediarios entre el Espíritu y el hombre”.45

En cuanto a la diosa Atenea, de características bisexuales, se dice que nace armada de la cabeza de Zeus-Júpiter, nada menos; con el casco, el escudo protector portador del rostro de la Gorgona –Medusa– y la lanza, símbolo del Conocimiento que atraviesa todos los planos o estados del Ser. A modo de invocación, va un himno órfico a la diosa Atenea que retrata las virtudes y vicios presentes en esta faceta de la energía femenina que estamos comentando:

Palas unigénita, venerable retoño del grandioso Zeus, divina y bienaventurada diosa, provocadora del estruendo guerrero, furibunda, nombrable e innombrable, celebérrima, cavernícola, que frecuentas las escarpadas cimas de las montañas y los umbrosos montes, y tu corazón alegras en los boscosos valles. Belicosa, que hieres las almas de los mortales con desvaríos, doncella que practicas el ejercicio, y posees un ánimo que infunde espanto, gorgonicida, que rehúyes el matrimonio, felicísima madre de las artes, excitante, inspirada de delirios alocados contra los malvados y, para los honrados, sana prudencia eres; varón y hembra por naturaleza, engendradora de guerras, prudente, de cambiantes formas, serpiente, deseosa de inspiración divina, receptora de brillantes honores, destructora de los Gigantes de Flegras, conductora de caballos, tritogenia, eliminadora de desdichas, victoriosa deidad, durante el día y la noche, sin cesar, en el último momento. Escucha, pues, mi súplica, dame una paz felicísima, abundancia y salud en medio de dichosos momentos, ojizarca, inventadora de las artes, soberana a la que dirigen muchas súplicas.46


Busto de Atenea-Minerva.

Toda batalla admite ser contemplada como un reflejo de las guerras internas en las que está involucrado el o la iniciada en los Misterios en la lucha contra el millón de egos. De ahí lo conveniente que resulta invocar a estas entidades trascendentales con facetas tan elevadas como son la Sabiduría y la Inteligencia, necesarias para vencer al enemigo –que está en uno mismo– utilizando su fuerza; y de esta manera “trascender los estrechos límites de la individualidad y viajar por el ancho mundo de las ideas y los arquetipos”.47 Se comprenderá entonces la importancia de esta energía absolutamente paradójica relacionada con aquello que dice el Diablo en la obra teatral Noche de Brujas: “la paz… el fin de la guerra”.48

Aquí van algunos de los nombres y formas en que se expresa la diosa de los mil nombres y atributos en estos dominios que estamos recorriendo: empezando por las figuras con senos femeninos y genitales masculinos que representan la androginia primordial relacionada con el poder espiritual, aunque la explicación que las acompaña las sitúa en el marco de “la ambigüedad de género en el poder [temporal] característica de los pueblos luba”.49 Por otro lado, decir que nos llama enormemente la atención otro comentario adjunto a las tallas que incluimos en imagen. En él se mencionan términos tales como secretismo y poder, lo cual nos ha hecho pensar en el nivel al que se refiere, por lo que creemos conveniente aportar alguna explicación al respecto con el fin de poner las cosas en claro sin ambigüedades.

     


Desde luego existe una diferencia abismal entre el carácter convencional de lo que significa el término secreto, en el sentido de ocultar intencionadamente algo que no se quiere dar a conocer por las razones que fuere, y el secreto propiamente iniciático eminentemente interior e incomunicable. De ello nos dice René Guenón:

…mientras todo secreto de orden exterior siempre puede ser traicionado, el secreto iniciático es el único que jamás podrá serlo en modo alguno, ya que, en sí mismo y de alguna manera por definición, es inaccesible e inaprensible a los profanos y no podría ser penetrado por ellos, ya que su conocimiento no es sino la consecuencia de la iniciación misma. En efecto, este secreto es de tal naturaleza que las palabras no pueden expresarlo; es por eso que, (…) la enseñanza iniciática no puede hacer uso sino de ritos y símbolos, que más bien sugieren que expresan en el sentido ordinario de esta palabra. Propiamente hablando, lo que se transmite por la iniciación no es el secreto en sí mismo, puesto que es incomunicable, sino la influencia espiritual que tiene a los ritos como vehículo, y que hace posible el trabajo interior por medio del cual, tomando los símbolos como base y soporte, cada uno alcanzará este secreto y lo penetrará más o menos profundamente, según la medida de sus propias posibilidades de comprensión y realización.50

En cuanto al resto de divinidades presentes en este ámbito de la exposición, nombraremos a Chamunda, “la manifestación más feroz y aterradora de la diosa Kali [‘diosa de la destrucción y la muerte, capaz del renacimiento y la resurrección, pues es necesaria la muerte para que otras cosas puedan generarse’].51 Destructora del orgullo y la ilusión (maya), la falsa distinción entre opuestos, incluyendo la mente y el cuerpo, el yo y el universo. En el shaktismo, se considera que tanto Chamunda como la amable y luminosa diosa Parvati [esposa de Shiva] provienen de la misma fuerza divina”.52


Diosa Chamunda. Arenisca. 1000-1100, India.


Diosa Kali. Fibra de vidrio, madera, cordel, colorante,
tela, yute, hilo de oro, perlas, uñas y cuentas. 2021, India.

Tambien está presente la diosa Mahadevi, otra de las formas en que encarna la Shakti de la que ya hemos hablado; y Durga, “diosa aterradora, manifestación de la vida del cosmos en perenne ebullición y transformación, a la que se la suele emparentar con el mal.53 Y alguna que otra más, integrando esta extraordinaria colección de entidades vinculadas con la Justicia.

Llegamos al tramo del recorrido donde se proyecta un audiovisual en el que una réplica a tamaño natural del Moisés de Miguel Angel es literalmente destruida a mazazos. Ofrecemos la fotografía del comentario que viene adjunto con la proyección.


Se trata de una acción inquietante que ni resulta modélica, ni instructiva, ni virtuosa, ni estimulante, sino que más bien lo que hace es vehicular ciertas influencias psicológicas inequívocamente opuestas a lo edificante, generadas por “fuerzas desconocidas y mucho más poderosas que son las que verdaderamente manejan las energías de este gran teatro del mundo”.54 De hecho, este impulso destructivo hacia una de las figuras protagonistas de la historia sagrada, verdadero símbolo receptor y a su nivel emisor de las energías y los mensajes suprahumanos –Moisés se inició en los misterios más profundos de Isis y Osiris–, más allá de desafiar al orden patriarcal “perpetuado por la religión monoteísta” –las tres en franca decadencia hace rato–, no deja de ser una irónica recreación de la autodestrucción que experimenta la humanidad actualmente, al negar por olvido los principios universales, que en su inmutabilidad permanecen completamente ajenos a reivindicaciones religiosas, ideológicas, sentimentales, pasionales y un montón de minucias pretendidamente transformadoras que se suceden sin solución de continuidad, con las que el ser humano ordinario se identifica haciendo poco menos que imposible que se produzca el despertar intelectual-espiritual, posibilidad que todos poseemos pero hemos olvidado. En cuanto a lo que dice el comentario con respecto al desafío “a la tradición artística occidental, basada en la teoría del genio individual”, hemos estado investigando acerca de dicha teoría y por lo visto se trataría de un movimiento que surge hacia finales del siglo XVIII consistente en la absurda idea de que el arte y la creatividad sólo era posible en una individualidad masculina cuya capacidad creativa se supondría por encima de la media, por lo que sus obras eran aceptadas sin discusión al igual que sus puntos de vista, aunque fueran del todo relativos y contingentes. Esto es precisamente lo que vendría a ser ni más ni menos un Mago negro, un hipnotizador de masas, como tantos los ha habido, los hay y los habrá –no olvidemos los dirigentes políticos y sobre todo económicos– al servicio de fuerzas inferiores poderosísimas que someten a miles de millones de seres humanos al sueño y la pesadilla. Hecho que ilustra un descenso cualitativo que viene produciéndose desde los orígenes de la propia humanidad, que en su progresivo alejamiento del Principio Original se ha ido pervirtiendo al punto de que el individualismo más exacerbado ha terminado por imponerse, de ahí la importancia desproporcionada que se le concede a todo lo psíquico, incluyendo sus excrecencias más elementales a las que ahora también se consideran “arte”. Y es que con el humanismo renacentista, materializa la idea de concederle importancia al individuo por encima de todo, que gradualmente ha ido viéndose menos como una proyección del Misterio y más como una persona –del latín máscara [de actor]– con derechos y deberes, que terminará proclamándose autosuficiente. De ahí el estado en el que nos encontramos actualmente, asediados por entidades sutiles temibles que han tomado cuerpo en una multiplicidad de formas y maneras de imponerse, como es el caso de Medusa –Gorgona–, actualmente disfrazada para la ocasión en la forma de una superestructura tecnificada,

…una computadora. Un cerebro gigante, mayor que todos; cuantitativo, automático y casi intangible. Una deidad perversa sumamente prolija y aséptica: ¡cien puntos en materia de disfraz maldito! Lo siniestro de la máquina es que paulatinamente nos ata a sus mecanismos. Establecemos relaciones con ellos y a su vez con otros hombres que establecen relaciones con ellos y nosotros. Mientras la estrechez se va produciendo, el nivel de comprensión baja y comenzamos a funcionar como esclavos de nuestros propios inventos. Esta situación ha desembocado en la cómoda simplificación electrónica que al deshumanizarnos por lo más bajo nos convierte en nada.55

Volviendo a la explicación del audiovisual, nos parece que esta acción antitradicional, en el fondo lo que está reclamando es una sabiduría a la medida correspondiente al amo invertido de este mundo que adopta la forma de reivindicación a golpe de mazo.

Finaliza este recorrido adentrándonos en el último ámbito de la exposición cuyo comentario introductorio dice así:

Compasión y salvación
El amor incondicional de una madre y un padre hacia su descendencia –un amor paciente y sin reproches– se manifiesta desde hace tiempo en las creencias sobre el amor y la orientación espirituales. La imagen de una madre cariñosa y protectora es, en muchas tradiciones, un ideal de compasión divina.

Estas figuras femeninas son particularmente importantes en la vida cotidiana de los devotos. Desde la Virgen María, en la tradición cristiana, hasta Guanyin, en el budismo, se cree que estas figuras aparecen directamente e intervienen cuando se las necesita.

Las actitudes hacia el poder femenino son a menudo paradójicas. Mientras que a nivel espiritual son fervorosamente veneradas, en muchas sociedades esta veneración no tiene una correlación directa con un estatus más elevado para las mujeres.56

En relación a los términos utilizados para titular este ámbito de la exposición, creemos que es importante hacer algunas precisiones con respecto a lo que se entiende por “salvación”. Para ello incluimos un fragmento del artículo escrito por René Guenón “Salvación y Liberación”, cuya lectura del texto completo perteneciente al volumen Iniciación y Realización Espiritual nos parece más que recomendable, ya que ofrece la posibilidad de conocer las limitaciones que implica la salvación para la individualidad humana en tanto su grado de desarrollo espiritual le impida hacer efectiva la Liberación. Para comprender cabalmente la diferencia abismal entre uno y otro, adjuntamos un fragmento de dicho artículo que bien merece la pena incluir por las luces que aporta al respecto.

En las condiciones presentes de la humanidad terrestre, es evidente que la gran mayoría de los hombres no son capaces de ninguna manera de rebasar los límites de la condición individual, ya sea durante el curso de su vida, ya sea al salir de este mundo por la muerte corporal, que en sí misma no podría cambiar nada en el nivel espiritual en el que se encuentran en el momento en que sobreviene.* Desde que la cosa es así, el exoterismo, entendido en su acepción más amplia, es decir, la parte de toda tradición que se dirige indistintamente a todos [la religión], no puede proponerles más que una finalidad de orden puramente individual, puesto que toda otra [la esotérica e iniciática] sería enteramente inaccesible para la mayor parte de los adherentes de esa tradición, y es precisamente esta finalidad la que constituye la salvación. No hay que decir que hay mucho trecho desde ahí a la realización efectiva de un estado supraindividual, aunque todavía condicionado, sin hablar siquiera de la Liberación, que, siendo la obtención del estado supremo e incondicionado, ya no tiene verdaderamente ninguna medida común con un estado condicionado cualquiera que sea.** Agregaremos seguidamente que, si “el Paraíso es una prisión” para algunos, como lo hemos dicho precedentemente, es justamente porque el ser que se encuentra en el estado que representa, es decir, el que ha llegado a la salvación, está todavía encerrado, e incluso por una duración indefinida, en las limitaciones que definen la individualidad humana; esta condición no podría ser en efecto más que un estado de “privación” para aquellos que aspiran a liberarse de esas limitaciones y a quienes su grado de desarrollo espiritual les hace efectivamente capaces de ello desde su vida terrestre, aunque, naturalmente, los demás, desde que no tienen actualmente en sí mismos la posibilidad de ir más lejos, no puedan sentir en modo alguno esta “privación”.57

Nada más adentrarnos en este último espacio aparece la diosa Isis en su faceta de Gran Madre protectora asociada a la Sabiduría. De ella incluimos dos imágenes tomadas de la exposición, la primera pertenece a la tradición egipcia donde se nos muestra “protegiendo con sus alas el cuerpo momificado de Osiris”.58 Mientras que la segunda corresponde al arte romano que presenta a esta entidad como portadora del disco solar sobre su cabeza, en referencia a su condición, amamantando a su hijo.

     
a) Isis. Limolita. 590-530 a. C., Egipto.
b) Ibid. Arcilla. C. 200 d. C., arte romano.

Al margen del resto de explicaciones que acompañan a dichas figuras, incluimos el texto íntegro que aparece en la Introducción a la Ciencia Sagrada, síntesis extraordinaria que nos pone en comunicación con los estados superiores del ser presididos por esta entidad:

A continuación queremos reproducir una oración a la diosa egipcia Isis, esposa de Osiris, asociada a la primera iniciación, lunar, mientras su paredro se encuentra vinculado con la segunda iniciación, solar, y ambos se hallan conjugados en la tercera y última iniciación, la polar, que hace posible la realización de lo supra-cósmico, de lo no humano. Apuleyo la incluye en su obra La Metamorfosis (o El Asno de Oro, siglo II d. C.) donde nos da noticias de que este antiguo mito egipcio sobrevivía incólume en la Roma de su tiempo. Esta invocación es pronunciada una vez que se efectúa el descenso a los infiernos, donde se percibe directamente y de modo potencial todo lo que seguirá, de lo cual este descenso es sólo una prueba. Recordemos por último la vinculación de la diosa Isis con el arcano del Tarot llamado La Papisa o La Sacerdotisa.

“Tú, en verdad santa, perpetua protectora del género humano, siempre generosa en favorecer a los mortales, tú tienes por las tribulaciones de los desdichados un dulce afecto de madre. No hay un día, una noche, ni siquiera un pequeño instante que pase, sin que hayas prodigado tus beneficios, sin que hayas protegido a los hombres en la tierra y en el mar, sin haber alargado tu salvadora mano, después de alejar los embates de la vida. Y con esa mano deshaces la inextricable y retorcida urdimbre de la Fatalidad, aplacas las tempestades de la Fortuna y neutralizas la influencia funesta de los astros. Te veneran las divinidades del cielo, te respetan las del infierno; tú das el movimiento de rotación al mundo; al Sol, su luz; al mundo, sus leyes, con tus pies hollas el Tártaro. A ti responden los astros; por ti vuelven las estaciones, se alegran los dioses, se muestran dóciles los elementos. A una indicación tuya soplan los vientos, se hinchan las nubes, germinan las simientes, crecen los gérmenes. Temen a tu majestad los pájaros que cruzan los cielos, los animales salvajes que van errantes por los montes, las serpientes que se ocultan bajo tierra, los monstruos del océano. Pero yo poseo un pobre ingenio para cantar tus alabanzas, y un reducido patrimonio para ofrecerte dignos sacrificios; no poseo la facundia necesaria para expresar los sentimientos que me inspira tu majestad; no poseo ni mil bocas, otras tantas lenguas, ni un inagotable manantial de infatigables palabras, pero tendré siempre delante de mi imaginación, guardándolos en lo más recóndito de mi corazón, tu rostro divino y tu santísimo numen”.

Isis es asociada al principio femenino (y por lo tanto vinculada a la Tierra y la Luna), presente en todas las cosas, y se manifiesta con los ropajes de la energía pasiva, inmanente y potencial. Nos dice Plutarco en uno de los títulos de su Ethika:

“Isis es, pues, la naturaleza considerada como mujer y apta para recibir toda generación. Este es el sentido en que Platón la llama ‘Nodriza’ y ‘Aquella que todo lo contiene’. La mayor parte la llaman ‘Diosa de infinitos nombres’, porque la divina Razón la conduce a recibir toda especie de formas y apariencias. Siente amor innato por el primer principio, por el principio que ejerce sobre todo supremo poder, y que es idéntico al principio del bien; lo desea, lo persigue, huyendo y rechazando toda participación con el principio del mal. Aunque sea tanto para el uno como para el otro materia y habitáculo, se inclina siempre voluntariamente hacia el mejor principio; a él se ofrece para que la fecunde, para que siembre en su seno lo que de él emana y lo semejante a él. Se regocija al recibir estos gérmenes y tiembla de alegría cuando se siente encinta y llena de gérmenes productores. En efecto, toda generación es imagen en la materia de la substancia fecundante, y la criatura se produce a imitación del ser que le dio la vida”.59

Terminamos nuestro recorrido aportando algunas imágenes de la diosa Guanyin y Tara, entidades relacionadas con la compasión, que más allá de expresar sentimientos como la pena, la ternura e identificación ante los males de alguien, son personificaciones o aspectos en que se expresa la más alta virtud que es la Caridad, inseparable de la Fe y la Esperanza. Una tríada extraordinaria a la que podemos entregarnos con plena confianza y que es análoga al triple gesto de las Gracias: aceptar, recibir y devolver, es decir, darlo todo sin pedir nada a cambio, entregarse al Misterio por Amor y devolver lo recibido de la manera que fuere. En este sentido, la Aceptación de la Virgen Madre María es el prototipo de la renuncia a la voluntad individual en favor de la Voluntad divina, al igual que de una u otra manera están expresando el resto de las representaciones como la mencionada Tara tibetana, o la Maryam islámica, nombre de la madre del profeta Isa (Jesús) imagen prototípica del cristo interno.

          
a) Representación de la diosa Guanyin.
b) Ibid. Porcelna. C. 1700-1722, China.
c) Ibid. Madera y oro. 1750-1850, Tibet.


Tara blanca. Bronce bañado en oro.
1700-1900, Tibet.

NOTAS.
1 Ver en la web: nota rueda de prensa.
2 Dante Alighieri. La Divina Comedia. “Infierno”, canto II. BAC, Madrid, 2015.
3 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Lilith (hbr.)”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. Integramente en versión online: Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos.
4 Entrada: “Metafísica”, ibid.
5 Entrada: “Horror”, ibid.
6 Texto de la exposición.
7 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Shakti (hindú)”, ibid.
8 Entrada: “Androginia”, ibid.
9 Texto de la exposición.
10 Ver en este mismo nº de SYMBOLOS Rapsodia. Obra en tres cuadros, de Federico Gonzalez Frías.
11 René Guenón. Iniciación y Realización Espiritual. “La máscara ‘popular’”. Trad. Juan de la Viuda. A. C. Pardés, 2013.
12 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Vishnú (hindú)”, ibid.
13 Entrada: “Lakshmî (hindú)”, ibid.
14 Texto de la exposición.
15 Ibid.
16 Marc García. Glosas de René Guenón III. Integramente en versión online: Glosas de René Guenón.
17 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Deméter-Ceres (gr.-lat.)”, ibid.
18 Texto de la exposición.
19 Federico González. En el vientre de la ballena. Textos alquímicos. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2025. Integramente en versión online: En el vientre de la ballena.
20 Letra Viva. “La Barca de Inanna”. Ver en la web: La barca de Inanna.
21 Federico Gonzalez y cols. Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Revista SYMBOLOS 25-26, Barcelona, 2003. Integramente en versión online: Programa Agartha.
22 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Venus-Afrodita (lat.-gr.)”, ibid.
23 Mireia Valls. La prostitución sagrada I. Revista SYMBOLOS 55. Ver en la web: La prostitución sagrada.
24 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Eros (gr.)”, ibid.
25 Ibid.
26 Texto de la exposición.
27 Ibid.
28 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Lingam y Yoni (hindú)”, ibid.
29 Entrada: “Confesión”, ibid.
30 Texto de la exposición.
31 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Eva”, ibid.
32 Texto de la exposición.
33 Federico Gonzalez y cols. Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Revista SYMBOLOS 25-26, op. cit.
34 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Cihuacóatl”, ibid.
35 Texto de la exposición.
36 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Lilith (hbr.)”, ibid.
37 Ibid.
38 Ateneo del Agartha. Himnos del Agartha. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019.
39 William Shakespeare. La tragedia de Macbeth. Ed. Aguilar, Madrid, 2003.
40 Homero. Od. X 135. Citado en Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Circe (gr.)”, ibid.
41 Ibid.
42 Federico González. En el vientre de la ballena. Textos Alquímicos, op. cit.
43 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Medusa (gr.)”, ibid.
44 Texto de la muestra.
45 Federico Gonzalez y cols. Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Revista SYMBOLOS 25-26, ibid.
46 Himno órfico. Citado en Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Atenea-Palas Atenea (gr.)”, ibid.
47 Mireia Valls. Comadronas y parturientas, en: La Caracola. La mujer y el simbolismo femenino. Integramente en versión online (en sección biografías): La Caracola.
48 Federico González. Noche de Brujas. Auto sacramental en dos actos. Ed. Symbolos, Barcelona, 2007. Integramente en versión online: Noche de Brujas.
49 Texto de la muestra. Los corchetes son nuestros.
50 René Guenón. Consideraciones sobre la Iniciación. Cap. XIII, “Del secreto iniciático”. A. C. Pardes, Barcelona, 2012.
51 La cita entre corchetes pertenece a Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Kali (hindú)”, ibid.
52 Texto de la muestra. Los corchetes son nuestros.
53 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Durgâ (hindú)”, ibid.
54 Entrada: “Horror”, ibid.
55 Federico González. En el vientre de la ballena. Textos alquímicos, ibid.
56 Texto de la muestra.
57 René Guenón. Iniciación y Realización Espiritual. Cap. VIII, “Salvación y Liberación”. A. C. Pardes, Barcelona, 2012. Ver en la web: Salvación y Liberación.
* Muchas gentes parecen imaginarse que el solo hecho de la muerte puede bastar para dar a un hombre cualidades intelectuales o espirituales que en modo alguno poseía en vida; eso es una extraña ilusión, y ni siquiera vemos qué razones podrían invocarse para darle la menor apariencia de justificación.
** Precisaremos incidentalmente que, si hemos tomado el hábito de escribir “salvación” con minúscula y “Liberación” con mayúscula, es, del mismo modo que cuando escribimos “mí mismo” y “Sí mismo”, para marcar claramente que uno es de orden individual y el otro de orden transcendente; esta precisión tiene por cometido evitar que nadie nos quiera atribuir intenciones que en modo alguno son las nuestras, como la de depreciar de alguna manera la salvación, mientras que se trata únicamente de situarla tan exactamente como es posible en el lugar que le pertenece de hecho en la realidad total.
58 Texto de la muestra.
59 Federico Gonzalez y cols. Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Revista SYMBOLOS 25-26, ibid.


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