SYMBOLOS

Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis

PHOENIX 33:
EL SIMBOLISMO DE LA RUEDA

MARÍA CORREA


Sintonía del programa. “Unforgettable”, por Natalie Cole y Nat King Cole.

Voz de Federico: “La rueda es uno de los símbolos básicos —primarios— que está presente en todas las culturas de una u otra forma y representa —dicho de una forma sencilla— un punto, que en el código numérico es la unidad que por irradiación, por los rayos —sus radios— produce todo el entorno, el perímetro de la circunferencia. Mientras el centro permanece inmóvil, la circunferencia rueda. Entonces en términos simbólicos, se podría decir que hay un poder del cual se irradian todas las cosas y nosotros los hombres, las naciones, los siglos, no somos sino vueltas en ese rodar perenne. Eso es lo que creo que significa el símbolo de la rueda en un aspecto, en otro aspecto, la irradiación de este principio en el campo que él mismo genera da lugar a la entera manifestación universal, es decir, al cosmos mismo. Como nosotros somos una parte constitutiva de él por un mandato ignorado que hemos recibido, debemos tomar responsabilidades, porque esto se refleja también dentro de cada quien”.1

Sintonía del programa.

Locutor: Así se expresaba Federico en un programa de televisión al que le invitaron a conversar sobre el símbolo allá por los años noventa.

¡Bienvenidos de nuevo a Phoenix 33! Un espacio en el que se quiere homenajear la labor de Federico Gonzalez Frías cuando se cumplen ahora 10 años de su traspaso al Oriente eterno, y ahí está —aunque de otro modo— pero muy presente guiándonos en la batalla contra las espesísimas tinieblas que nos asfixian a los últimos hijos de este ciclo cuyo rodar está a punto de finalizar para efectivizarse la reintegración a la actualidad de su arquetipo, según se lee en los datos tradicionales que nos han llegado.

Y precisamente el podcast de hoy que hemos titulado El Simbolismo de La Rueda, gira en torno a la obra escrita por Federico González que trata sobre este símbolo universal y cuya última edición revisada corre a cargo de Libros del Innombrable, dentro de la colección Thot. Y para llevarlo a cabo, contamos como en anteriores ocasiones con la generosa colaboración de los miembros del Ateneo del Agartha a quienes damos la bienvenida agradeciendo su presencia y aportaciones. También saludamos al público aquí presente con el que venimos compartiendo esta celebración.

Creo que merece ser destacado que el espacio sonoro de este podcast está constituido por músicas de estructura circular como marco a las lecturas y comentarios al libro. Un hecho que viene a poner de relieve lo que precisamente dice el libro acerca de que “la reiteración cíclica y circular en las ceremonias culturales, recrea y regenera a quien participa de ellas —a cualquier grado que sea esta participación—, pues imitan consciente y deliberadamente un gesto original revelado”.2

Pues bien, esta idea de circularidad también está presente en el libro con sus 9 capítulos, número asociado a la circunferencia, que es la mas perfecta figura para simbolizar la irradiación o manifestación de la Unidad.

Pausa musical. Baile tradicional Maya de Guatemala, y sigue como fondo sonoro.

Voz del Ateneo: Sí, y al hilo de lo dicho también escribe Federico González en esta obra: “Cada cosa tiene nueve reflejos de sí, dice la tradición cabalística, y esos reflejos o aspectos de la unidad original, sumados a ella misma (1 + 9 = 10), conforman un todo, o un ciclo completo, que es tanto el del universo entero como el ciclo particularizado de cada una de sus partes. El código simbólico de la aritmética de Pitágoras no dice otra cosa, y llama a este ciclo de los nueve primeros números, el de los números naturales, al cual pueden reducirse todos los números posibles. Este código básico numérico es fundamental, pues sintetiza todas las posibilidades de la serie y crea un sistema con el que es posible numerar todas las cosas. Numerar todas las cosas es darles vida, es nombrarlas”.3

Locutor: ¡Parece que esto empieza con intensidad! Pienso que estaría bien seguir la estructura cíclica del libro y dar lectura a algún pasaje de cada uno de los nueve capítulos en los que Federico aborda desde distintas perspectivas y niveles el tema del simbolismo de la Rueda. Si están de acuerdo los colaboradores del Ateneo del Agartha, podríamos empezar con unas lecturas del libro siguiendo el orden de nuestra mesa redonda. Ah, y por supuesto me incluyo en esta ronda de participaciones.

Voz del Ateneo: ¡Sí, que bueno!, empezaré yo entonces leyendo este texto perteneciente al primer capítulo que trata de los símbolos y la simbólica.

Pausa musical. Rondo en D major de Mozart, y sigue como fondo sonoro.

Voz del Ateneo: “La unidad es el símbolo más alto de todos, el símbolo por excelencia, porque lleva en sí la potencialidad de lo simbolizable. El principio ontológico es la razón de ser del símbolo; y la unidad, su manifestación simbólica. El Ser, Él mismo, aún siendo increado es el origen de la emanación que dará lugar a la concreción material”.4

Voz del Ateneo: El segundo capítulo profundiza sobre el simbolismo de la rueda con algunos aspectos de este simbolismo y algunas de sus modalidades. Leo: “Para una civilización tradicional, las fiestas sagradas son puntos significativos en la circunferencia del ciclo calendárico, que garantizan la comunicación con la energía invisible del centro, reflejo de la verticalidad. Lo mismo sucede con el vasto espacio que, como el año, presenta puntos y situaciones de coyuntura, de comunicación de energía a través de distintos planos o niveles. Ellas están dadas en circunstancias geográficas precisas, en los lugares en donde se establecen las ciudades, se fundan los templos, o se instala la casa habitación”.5

Voz del Ateneo: El tercer capítulo está dedicado a las perspectivas desde el arte y ahí se dice: “Lo más sencillo está siempre al alcance de la mano y en la interioridad de cada cual. Realizar nuestra labor con la suma de nuestras posibilidades, participando de la gran obra universal mediante pautas y métodos concretos; el primero de los cuales, ya se sabe, es la entrega al trabajo: una forma de amor. Y comprendiendo que no estamos excluidos de la vida y la manifestación, sino que más bien se está esperando todo de nosotros, de acuerdo a nuestras particularidades, cualesquiera que éstas fueran, sin establecer comparaciones ni juicios, tan relativos como arbitrarios”.6

Locutor: Estamos en el podcast de Ivoox Phoenix 33: El Simbolismo de la Rueda, dando lectura a esta obra tan extraordinaria que gira en torno a este arquetipo universal conocido por todas las civilizaciones y culturas tradicionales.

Pausa musical. Baile tradicional Maya de Guatemala, y sigue como fondo sonoro.

Voz del Ateneo: El cuarto capítulo de El Simbolismo de la Rueda se ocupa de la visión hermética y lo titula la tradición hermética. De ahí extraemos: “Conocer una cosmogonía significa vivir el mandala tridimensional del cosmos. Comprender la revelación de un universo y sus leyes, absolutamente diferente del que nos fue enseñado. Donde los valores son tan otros, que únicamente pueden ser percibidos por medio de una total conversión psicológica.

Este proceso necesita de un orden y de un trabajo. No sólo tiene enormes riesgos de desviación de muchos tipos (los cuales, generalmente, son parte del proceso), sino que puede resultar casi imposible de realizar, por indefinidos motivos. Se dice que es difícil, pero no imposible. En el camino pueden quedar, entre otras cosas, la salud, la fama y la honra, es decir, toda seguridad. Pero la recompensa es la identidad, el conocimiento, el ser. El aprendiz de alquimista está dispuesto a la realización espiritual, que incluye el conocimiento vivo de las leyes del cosmos, en definitiva, el conocimiento de sí mismo, y de la realidad, del orden, de la vida. Recibirá, pues, lo que ha deseado, siempre que su trabajo sea paciente y sacrificado y pase las pruebas de los héroes mitológicos”.7

Y algo más adelante sigue diciendo que: “Siendo tanto lo que tiene en las manos, ha de tomar conciencia entonces de su responsabilidad con respecto a sí, y advertir que no ha sido por su mérito, ni un descubrimiento propio, lo obtenido, sino que simplemente eso es así, y que, además, a él no le pertenece. Y es más aún, reconocerá que su personalidad, tal cual la imaginaba, no existe”.8

Locutor: ¡Hay que ver con que luminosidad expresa Federico estas verdades! Como apolíneas flechas que penetran en las fibras del alma. Bueno, continúo con el quinto capítulo que profundiza sobre dos modelos simbólicos herméticos, conectándolos con la Rueda. Éstos son el Tarot y el Arbol de la Vida Sefirótico, y aquí escribe: “Las energías de las sefiroth del árbol, interactuando e interrelacionándose entre sí, son las que finalmente conforman el cosmos, haciendo que todas las cosas se desenvuelvan en un perfecto orden y disponiendo los cuerpos celestes y terrestres en armónicos movimientos. Este equilibrio universal es actualizado por intermedio de las energías angélicas llamadas ofanim (ruedas) y sus gravitaciones en espiral conocidas como remolinos (galgalim)”.9

Y al hilo de lo dicho, creo que también puede ser interesante leer una de las notas del capítulo que dice así: “La traducción de sefirah, de la que sefiroth es plural, es la de número o determinación; la de ofan es rueda, como arquetipo de los mundos. Hay que recordar que esta última es también la designación del ángel Metatrón, como mediador universal y mensajero de la plenitud de Dios o de las energías divinas, símbolo asimismo del alma universal”.10

Voz del Ateneo: El sexto capítulo trata de la rueda y sus relaciones con otros símbolos tradicionales. Se menciona la relación con el zodíaco o el tiempo y habla del Chakra-varthi, “el servidor de la Rueda, idéntico al mítico Tiranis druídico, al ‘sabio perfecto’ de los chinos, al Ometéotl náhuatl (…) que tendido e inmóvil da la vida”.11

También se señala la relación entre el círculo con el cuadrado, a través de sus cualidades, de la cruz y el centro, el triángulo, el éter; las cualidades de algunos números; la relación de la rueda con el fuego mencionando la danza de Shiva, algunos juegos como el Bridge o el ajedrez, además del circo, la espiral, la esvástica, los gunas, y otros más.

Voz de Federico: “Todas las tradiciones han tratado de ir hacia el centro, es decir, hacia el eje, realizando un movimiento concéntrico. Porque el centro en la tridimensionalidad es un eje. Esto da lugar al simbolismo de la esfera que es análogo al de la rueda. Se ha de decir que el símbolo del cuadrado no es tan perfecto como el del círculo o el de la esfera, porque todos los puntos de un cuadrado, o de un cuadrángulo no están a igual distancia del centro, en cambio la esfera es una forma perfecta, expresado en términos aritméticos, digamos, porque todos los puntos están a igual distancia y equidistantes del centro”.12

Sintonía del programa.

Locutor: Estamos en el podcast de Ivoox Phoenix 33: El Simbolismo de la Rueda, dando lectura a esta obra tan interesante y conversando en torno a este arquetipo universal que es la rueda, un símbolo reconocido unánimemente como vehículo de conocimiento y nexo de comunicación entre el hombre y lo innombrable.

Pausa musical. “Jai Ganesh Deva Aarti”, y sigue como fondo sonoro.

Voz de Federico: El séptimo capítulo de El Simbolismo de la Rueda se titula “Los ciclos y los ritmos”. Leo el extracto: “La vida del hombre —y del mundo— no sólo constituye una gran oportunidad para la integración con el Ser Universal y sus numerosos estados, absolutamente desconocidos para el grueso de la población, sino que nos señala igualmente que ese Ser Universal se manifiesta, o existe, gracias a estas coordenadas espacio-temporales, que vienen a ser como su corpus sensible —los ‘sentidos’ del mundo, análogos a los sentidos de los hombres—, en los que tanto él como nosotros nos reflejamos, tomando conciencia así de la unidad original; o dicho de otro modo: que el espíritu se reconoce a sí mismo por sí mismo”.13

Voz del Ateneo: “Las dos mitades del modelo cósmico” es como se titula el octavo capítulo y aquí se dice entre otras cosas lo siguiente: “Cualquier punto manifestado es el centro de un sistema. O dicho de otra manera, que este centro no se halla en ninguna parte, por encontrarse en todas. Efectivamente, si eso es así, y ese centro se identifica por otra parte con el ‘cielo’, éste se halla también en la tierra”.14

Voz del Ateneo: El noveno capítulo nos regala una conclusión extraordinaria y confirma la circularidad de la obra de esta manera: (Estos textos) “se han ido entretejiendo a sí mismos en una especie de cadencia circular, dada por la propia naturaleza del tema que hemos pretendido describir. De más está decir que hemos realizado este trabajo sin intentar agotar un modelo simbólico, que, como el cosmos, es inagotable”.15

Locutor: Con todo lo que hemos escuchado, creo que vale la pena leer algo más de esta Conclusión y quizá podemos hacerlo siguiendo con la ronda de intervenciones de nuestra mesa redonda si les parece bien.

Voz del Ateneo: Sí, muy bien, volvamos a rodar.

Pausa musical. “Danza Sufi”. (Dervishes Giróvagos), y sigue como fondo sonoro.

Voz del Ateneo: “Los ritos, los mitos y los símbolos, forman parte de la vida misma —o mejor, son la vida misma— y su reiteración cíclica y rítmica es la memoria arquetípica de un hecho original, no signado por el espacio y el tiempo ordinario y lineal, sino ubicado en otra dimensión que es la propia de lo sagrado. En este sentido, el símbolo de la rueda es extremadamente dual: por una parte significa la increíble generosidad de la vida manifestada, por la otra, el encadenamiento, la esclavitud de nuestras reiteraciones y hábitos, ejemplificados por los engranajes de la sociedad industrial y de consumo, que ha terminado de mecanizarnos; y peor aún, desde una dimensión más perturbadora: la posibilidad de permanecer prisioneros indefinidamente en la rueda de las encarnaciones”.16

Voz del Ateneo: Sigo leyendo: “El viaje iniciático —o recorrido de ultratumba— también describe una parábola circular, lo que se puede ver no sólo en los mitos de resurrección, vida-muerte-vida, y en los ritos de fecundación y vegetación, sino asimismo en algunos símbolos tan claros como la Parusía cristiana, que era, y es, común a todas las tradiciones: el regreso del héroe civilizador y educador, la vuelta del salvador —portador del conocimiento y la verdadera vida— que ha de restaurar aquel tiempo mítico, aquella época y estado original donde la belleza y la sabiduría realmente existían sobre la tierra”.17

Breve pausa musical.

Voz del Ateneo: “Esto igualmente se advierte en el viaje extático del chaman, que sale de sí para recorrer los infiernos —el país de los difuntos— y los cielos y finalmente vuelve a sí mismo, a su ubicación tangible y concreta, luego de haber efectuado una circunvalación, una vuelta sobre sí mismo, que se ha realizado en su psique. Al finalizar esta revolución, la psique, se halla totalmente regenerada. Después de haber transcurrido todo un mundo o ciclo, se ha dado lugar a un nuevo ser. A saber: el conocimiento de ese ser por sí mismo, aunque ahora a otro nivel, lo que se advierte por la misma caducidad o muerte del estado ‘anterior’, que se experimenta como algo pasado, como un sueño”.18

Voz del Ateneo: “Esta renovación consciente de la vida es más una integración que un descubrimiento. El hombre verdadero ha estado siempre presente aunque permaneciera desconocido para quien ocupaba su lugar. Desde otro punto de vista, éste es el conocimiento o constatación del Supra-Ser, o No-Ser, por el Ser. De lo supracósmico, a través del cosmos y su modelo ejemplar, o sea, de lo suprahumano, por la intermediación del hombre, en un proceso circular”.19

Pausa musical. “Rondo Alla Turca” de Mozart, y sigue como fondo sonoro.

Locutor: Continuo leyendo lo que sigue: “Por otra parte, se dice que el pulimento de la piedra bruta exige herramientas cada vez más precisas y sutiles. Si al principio del viaje iniciático, o proceso de conocimiento, hay que eliminar lo más basto, es decir: advertir el engaño de la personalidad y correlativamente negarla, así como comprender la ilusión de nuestra vida y concepciones, y la relatividad de todas las cosas, posteriormente —se nos dice— se va encontrando mayor sentido en la totalidad de lo manifestado, tanto en lo individual o microcósmico, como en lo universal o macrocósmico, ya que esos estados son modos, o grados, de la conciencia del Ser universal, transparentes emanaciones y opacamientos de la Suprema Identidad, que desembocarán en el cosmos y en el hombre, y que constituyen no sólo la huella digital de la deidad, sino que son, además, la forma en que ella se percibe a Sí misma”.20

Voz del Ateneo: “Es un hecho que cuanto más una persona se concentra en la búsqueda de la verdad, la obtención de la unidad y la realización de sí mismo, más se amplía su capacidad de percibir lo universal. Sin embargo, es necesario advertir que en un viaje de este tipo es imposible mirar hacia atrás, pues recordar el pasado es desatar a las Furias”.21

Y mas adelante nos dice: “la rueda es el instrumento principal de la ciencia de los ritmos, cuyo fin es ritmar, conectarse con el ritmo del Ser universal”.22

Voz del Ateneo: Imprescindible en el proceso iniciático es el amor del que dice Federico en esta conclusión:

Pausa musical. “Rondó de Amor” (guitarra), y sigue como fondo sonoro.

Voz del Ateneo: “El amor —a cualquier nivel que se presente, aun como pasión— es una energía que funciona como un motor fundamental, como un medio especialmente adecuado para la realización”.23 Y señala: “Al amor como intermediario le caben las generales de la ley simbólica, que claramente expresan que no se debe tomar al símbolo por lo simbolizado; que no se puede confundir al vehículo con el nuevo espacio al que nos transporta; que mal haríamos con hacer un absoluto de algo relativo, por más satisfactorio o útil que esto nos resulte o haya resultado”.24

Voz del Ateneo: “Repetimos: el amor, de cualquier naturaleza que fuere, ha sido unánimemente considerado una vía de acceso al conocimiento. Especialmente cuando esa emoción se transfiere a la sabiduría, la que suele ejemplificarse con la mujer como imagen del intelecto trascendente”.25

Voz del Ateneo: Precisamente de este amor a la Sabiduría tratan los cantos del rey Salomón. Federico incluye en esta conclusión el de Sabiduría VII, que canta a la diosa con un lenguaje lleno de esta poderosa energía que es el amor: “Pues hay en ella un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, ágil, perspicaz, inmaculado, claro, impasible, amante del bien, agudo, incoercible, bienhechor, amigo del hombre, firme, seguro, que todo lo puede, todo lo observa, penetra todos los espíritus, los inteligentes, los puros, los más sutiles”.26

Locutor: Y más adelante sigue así el Salmo: “Es un hálito del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Omnipotente, por lo que nada manchado llega a alcanzarla. Es un reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios, una imagen de su bondad. Aun siendo sola, lo puede todo; sin salir de sí misma, renueva el universo”.27

Federico seguidamente escribe en bellísimas líneas lo que bien podría ser una continuación al canto del rey. Si les parece podríamos darle voz para sumarnos en este canto a la Sabiduría.

Voz del Ateneo: “Se ve claramente aquí que esta hembra es una deidad: una diosa. Y para ser exactos: la Diosa, que va cambiando sus nombres y quitando sus ropajes antes de entregarse definitivamente”.28

Voz del Ateneo: “Ella es madre y esposa, hermana y novia, hija y concubina, su sexualidad se expande en forma esférica en todas direcciones. La promesa que exhala su fragancia es la misma que nuestra necesidad de copular místicamente con ella. Nos llama con el fuego de su ardiente amor, amor divino, y se nos revela virgen y vacía, oscura, sutil y misteriosa, perfectamente invisible, pero también pura, limpia y clara como el esplendor desnudo de la idea”.29

Voz del Ateneo: “La tierra, la naturaleza y la vida han heredado estos atributos que reflejan generosamente y nos los ofrecen como medios de realización. Por el amor a la vida y a las criaturas —amor que de ninguna manera es ‘ideal’— y a través de ellas, y conjuntamente con ellas, se reitera el rito cósmico permanente”.30

Voz del Ateneo: “Ella simboliza la recepción, en cuanto es la contraparte femenina del cielo, y genera el dulce y delicioso vino de la vida, la comunión en la sangre del cosmos, en los efluvios secretos y nutritivos de la savia de la tierra, y nos transmite el vértigo y el éxtasis de la belleza”.31

Sintonía del programa.

Locutor: Muchísimas gracias por estas lecturas. La verdad es que son unos textos que conviene leer con suma concentración y que invitan al recogimiento y la meditación, que son verdaderamente extraordinarios, que presentan a la Sabiduría como una entidad que está viva y muy presente, y esto se manifiesta por el amor al conocimiento que transmite toda la obra de Federico González Frías.

Finalizamos este podcast con las siguientes palabras escritas por Federico, con las que se cierra el círculo de lo expresado en este espacio, que repitámoslo una vez más, está dedicado a la obra El Simbolismo de la Rueda. Dice así: “Llegamos ya al final de estos textos, que tal vez hayan dejado traslucir la posibilidad de una vía simbólica como forma y método de acceder al conocimiento. En verdad, la simbólica es una ciencia de estructuras, una ciencia arquetípica, una ciencia de ciencias. Existe desde siempre, y todos los pueblos y dioses se han expresado a través de ella. Asimismo puede plantearse —y de hecho actualmente así se la plantea— como una ciencia nueva: la simbología que cumplirá sus funciones y propósitos en cuanto restituya al símbolo su sentido original y haga de esta manera que las energías potenciales que yacen en él, resuciten, vivificando a su vez todo su entorno”.32

Voz de Federico: “El símbolo es transformardor, o sea el símbolo tiene poder. Una civilización en los pueblos arcaicos eso se puede percibir perfectamente, donde todavía el símbolo es todo. Luego viene la parte del rito, que no te contesté, te hablé del mito y mito y rito son símbolos. En realidad el rito es la psicodramatización del mito ¿no es cierto? y la reiteración constante de aquella historia ejemplar, arquetípica, que se produjo en el origen”.33

Locutor: Hemos agotado prácticamente todo el tiempo con esta obra extraordinaria de la mano de Federico González Frías. Y ahora ha llegado el momento de las intervenciones por parte del público, si es que hay alguna pregunta o pensamiento que deseen compartir a micrófono abierto.

Voz del público: ¿Hola qué tal? Me nace compartir en este momento que una manera de experimentar en uno mismo lo dicho aquí es a través de las danzas circulares. Al realizarlas como un rito cada individualidad se va disolviendo al dejarse bailar por la música en esa rueda en movimiento. Una verdadera entidad que se manifiesta como un vehículo mágico hacia la Unidad. Muchas gracias por la escucha.

Locutor: Muchas gracias a ti por tus palabras. Si hay alguien que desea añadir algo más, este es el momento.

Voz del Ateneo: Deseo compartir algo. No sé, lo he visto como una poesía. Todo lo que se ha dicho... poético, que te llega al corazón y que realmente es una maravilla... y que es verdad. Muchas gracias.

Locutor: Muchas gracias por tus palabras.

Sintonía del programa.

Locutor: Muchísimas gracias a todos por hacer posible este espacio y les esperamos en el próximo podcast que dedicaremos a la obra Esoterismo Siglo XXI: en torno a René Guénon, escrita también por Federico González Frías. No se lo pierdan. Promete ser bien interesante.



Podcast
NOTAS
1 Federico González. Intervención en programa de tve a principios de los años noventa.
2 Federico González Frías. El Simbolismo de la Rueda. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2016. Integramente en versión online: El Simbolismo de la Rueda
3 Ibid.
4 Ibid.
5 Ibid.
6 Ibid.
7 Ibid.
8 Ibid.
9 Ibid.
10 Ibid.
11 Ibid.
12 Federico González. Intervención en programa de tve a principios de los años noventa.
13 Ibid.
14 Ibid.
15 Ibid.
16 Ibid.
17 Ibid.
18 Ibid.
19 Ibid.
20 Ibid.
21 Ibid.
22 Ibid.
23 Ibid.
24 Ibid.
25 Ibid.
26 Ibid.
27 Ibid.
28 Ibid.
29 Ibid.
30 Ibid.
31 Ibid.
32 Ibid.
33 Federico González. Intervención en programa de tve a principios de los años noventa.
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