SYMBOLOS

Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis

LA SOMBRA DEL GNOMON

MARC GARCÍA

“Es una antorcha al aire esta palmera,
verde llama que busca al sol desnudo
para beberle sangre; en cada nudo
de su tronco cuajó una primavera.
Sin bretes ni eslabones, altanera
y erguida, pisa el yermo seco y rudo,
para la miel del cielo es un embudo
la copa de sus venas, sin madera.
No se retuerce ni se quiebra al suelo;
no hay sombra en su follaje, es luz cuajada
que en ofrenda de amor se alarga al cielo,
la sangre de un volcán que enamorada
del padre Sol se revistió de anhelo
se ofrece, columna, a su morada”.1




Palmera de la playa de Can Pere Antoni (Palma de Mallorca).
Imagen de Mireia Valls.

Los bellísimos versos que encabezan estas líneas, compuestos por Miguel de Unamuno durante su destierro a Fuerteventura —del que se cumplen ahora cien años—, nos presentan a la palmera como un erguido intermediario entre el Sol del que se alimenta y la áspera tierra en la que se enraíza. Una antorcha verde, una columna iluminada por la que descienden los efluvios del cielo y ascienden los fluidos ctónicos. “No hay sombra en su follaje” dice el poeta; y es que su sombra está en otro lugar, en la horizontal donde la palma la proyecta ordenando, cual un gnomon, el tiempo de quienes habitan el lugar. A éste, los antiguos constructores de relojes de sol lo denominaban “tiempo verdadero”,2 un nombre adecuadísimo porque su transcurrir, lineal sólo en apariencia, revela sutilmente el tiempo cíclico en el que se expande la existencia, una rueda de ruedas que a su vez simboliza el siendo del Ser universal, su latir.3

Ya fuese el gnomon un árbol como nuestra palmera, una piedra vertical o un poste clavado, los seres humanos constataban por su mediación en qué estación del año se encontraban, según la longitud de la sombra proyectada al mediodía —más larga en invierno y más corta en verano—, y a tenor de la dirección de la umbra entre el orto y el ocaso del Sol, en qué momento del día se hallaban.4

Es conocida la división en partes del día natural, es decir día más noche, por los egipcios, sumerios y babilonios, y de ellos tomaron esta división los hebreos, griegos y romanos. Las divisiones no fueron iguales en cada uno de estos pueblos, ni en diferentes épocas, pero, en síntesis, acabó siendo práctica generalizada la división del día natural en veinticuatro partes, con una subdivisión del día artificial,5 y de la noche, en doce partes, de tal suerte que la duración de las horas variaba día a día, en función de la mayor o menor duración de los días artificiales y las noches a lo largo del año.

En suma, se acabó realizando ya la actual división del día en veinticuatro horas, doce diurnas y doce nocturnas, pero de diferente duración,6 salvo en los equinoccios, en que se igualaban las de unas y otras. Esta práctica se encuentra plenamente difundida en la época del Imperio Romano y testimonio genuino de ello es la parábola de los trabajadores de la viña del Evangelio de San Mateo (XX, 1-15), donde se mencionan diversas horas del día artificial como son la tercera, la sexta, la novena y la undécima.7

En el Medioevo cristiano, la implantación de las horas litúrgicas de oración en los monasterios y la organización de las guardias militares nocturnas en cuatro vigilias condujo a una división del día en ocho partes de tres horas temporarias cada una. Los nombres que se daban a las “horas canónicas” que jalonaban esas ocho partes del día eran, comenzando por la medianoche, maitines, laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y completas.8


Reloj de torre del ayuntamiento de Praga, s. XV.
Fotografía de Livian Navarro.

El cómputo temporal diario de veinticuatro horas iguales se introdujo de manera paulatina durante la Baja Edad Media. También datan de esta época los primeros relojes mecánicos de torre, aunque por su tosquedad y necesidad de continuas correcciones, los relojes de sol continuaron ostentando la preeminencia en la medida del tiempo ordinario. También estos últimos fueron llevados a las torres y paredes de las iglesias y edificios nobles, normalmente en forma de “cuadrante solar” de disposición vertical.9 El gnomon fue trasladado, pues, a lo alto y se le dotó de una inclinación vertical y un giro adecuados para que su sombra se proyectase de la manera más conveniente sobre el muro que lo sustentaba.10


Cuadrante solar vertical del santuario de Falgars (La Pobla de Lillet),
restaurado el año 2003. Fotografía de Narcís Serrat.

Aún en estos relojes de gnomon oblicuo más alejados del observador, el tiempo cíclico continuaba dejando su impronta a través del alargamiento-acortamiento periódico de la sombra del gnomon a lo largo del año.11 Y también por medio de algo más sutil que puede que nos sorprenda: el aparente adelanto o atraso de hasta un cuarto de hora del reloj de sol al comparar su hora con la del reloj mecánico de tiempo uniforme, ajustado con la hora solar media.12 La razón de esta variación está implícita en el movimiento elíptico de traslación de la Tierra en torno al Sol.

Consideremos una estrella de cualquier constelación y observemos su paso por el meridiano local en dos días consecutivos: comprobaremos que el tiempo que transcurre entre un cruce del meridiano y el siguiente es de aproximadamente 23 horas y 56 minutos de tiempo solar medio. Esto quiere decir que la Tierra completa una vuelta de 360º sobre su eje en 23 horas y 56 minutos; pero para ver pasar el Sol dos veces consecutivas por el meridiano hay que esperar, como bien sabemos, 24 horas. Esta diferencia de 4 minutos entre el día solar medio y el “día sidéreo”13 se debe al desplazamiento retrógrado —de oeste a este— que el Sol va realizando a lo largo del año sobre el zodíaco —que marcha de este a oeste—, movimiento que implica que la Tierra gira sobre su eje algo más de 360º durante un día solar medio, aproximadamente 1º más.


Diferencia entre el día solar medio y el día sidéreo.
Gráfico de Francisco Javier Blanco.

Ahora bien, la segunda ley de Kepler dice que la recta que une un planeta del Sistema Solar —en nuestro caso, la Tierra— y el Sol recorre áreas iguales en tiempos iguales, lo cual significa que la velocidad de traslación de la Tierra va variando en el curso de su órbita elíptica,14 o lo que es equivalente, que el Sol no se desplaza sobre el zodíaco a una velocidad constante. En los periodos en que la Tierra va “corriendo” cada vez más, el Sol se va desplazando más y más rápidamente sobre el zodiaco de modo que, transcurridas 24 horas solares medias, no lo vamos a observar exactamente sobre el meridiano sino ligeramente al este (izquierda); por consiguiente, la Tierra necesita girar un poco más de 1º para que el Sol cruce el meridiano. En cambio, cuando la Tierra se va “frenando”, el Sol recorre el zodiaco cada vez más lentamente y se halla al oeste (derecha) del meridiano al cabo de un día solar medio, lo que indica que ya lo ha cruzado.


Representación gráfica de la segunda ley de Kepler.
Con licencia Creative Commons.

La combinación de estos avances y retrocesos del Sol debidos a la elipticidad de la órbita terrestre15 con la variación de la altura solar sobre el horizonte al transcurrir las estaciones, a causa de la inclinación del eje terrestre sobre el plano de la eclíptica, crea el fenómeno que se denomina “analema solar”, esto es, que las distintas posiciones ocupadas por el Sol a una hora determinada de tiempo solar medio a lo largo del año describen una curva en forma de 8 alargado.16 En las fechas en que el Sol se encuentra en la mitad izquierda (este) del analema, éste se “atrasa” respecto a la hora solar media y lo mismo hace la sombra del gnomon sobre el cuadrante solar; y en los días en que el Sol se encuentra en la parte derecha (oeste) de la figura, el luminar se “adelanta” y también lo hace el reloj de sol.


Analema sobre el Partenón a las 12.28 de tiempo solar medio.
Astrofotografía de Anthony Ayiomamitis.

Cuando el tiempo solar medio le robó la primacía en el cómputo de las horas del día al tiempo verdadero, se incorporó a los relojes de sol una corrección —gráfica o tabulada— denominada “ecuación del tiempo” para conseguir que la hora del cuadrante coincidiese con la oficial.17 Además, dado que las horas oficiales son uniformes dentro de cada franja horaria, se introdujo otra corrección por la longitud,18 y finalmente, en países como el nuestro en que hay un horario de verano distinto del de invierno, una corrección estacional.

Todo esto viene a colación de que nos han intentado hacer creer, con mixtificaciones de todo tipo, que devenimos en un tiempo uniforme y tedioso y no en el tiempo verdadero del Sol que marca la sombra del gnomon y la de nuestra palmera. Digámoslo claro: nuestra vida como seres humanos no se desarrolla en un tiempo convencional, gris y monótono sino en un tiempo elástico que se expande y se contrae porque está impregnado de los ciclos del cosmos y de la respiración del Ser Universal. Un tiempo significante que forma parte de nuestro propio ser y en cuyo curso podemos abrirnos a otros espacios, a esas otras realidades más altas de las que nos ha hablado el poeta:

Visto y oído el expediente sumario, en razón de pruebas evidentes y con voluntad precisa de esclarecer la verdad inteligente, declaramos lo que sigue: que este mundo nada tiene que ver con lo que nosotros imaginamos. Que estamos viajando constantemente en el tiempo y el espacio mientras pensamos en la casita propia. Que la vida entera es un código a descifrar. Que esa simbólica es Arquetípica. Que nosotros, como todas las cosas, somos signos y por lo tanto significantes. Que los sabios de todos los tiempos y lugares han conocido esta realidad. Que les ha sido revelada y es una sola y jamás podría ser propiedad de nadie. Y que las acciones más gloriosas de los simples mortales son apenas un remedo de las olímpicas aventuras celestes.19

NOTAS
1 Miguel de Unamuno. De Fuerteventura a París. Diario íntimo de confinamiento y destierro vertido en sonetos. Viceconsejería de Cultura y Deportes. Gobierno de Canarias, 1989. Poema también publicado en el portal Ecopalabras de internet, https://ecopalabras.com/tag/palmera/.
2 La oficialidad lo llama hoy en día “tiempo aparente”, como rebajándolo, porque entiende que el tiempo arbitrario de horas, minutos y segundos uniformes replicado por los relojes de pulsera, pared, teléfonos móviles y ordenadores tiene una calidad superior en su monotonía cuantitativa.
3 Ver Federico González. Simbolismo y Arte. Cap. “El Ser del Tiempo”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2004.
4 De noche, la medida del tiempo se hacía observando el movimiento de las estrellas.
5 En astronomía se llama “día artificial” al periodo durante el cual un lugar está iluminado por el Sol, o sea el lapso propicio para realizar (“facere” en latín) trabajos tales como las labores del campo practicando el arte (“ars”) de la agricultura.
6 A estas horas se las denomina “horas temporarias” o “antiguas”.
7 Rafael Soler Gayá y Josep Vicens. El tiempo verdadero. Ed. Formentor, Palma de Mallorca, 1988.
8 Tal división, hoy en día circunscrita al ámbito religioso, estuvo en uso hasta el siglo XIX.
9 Un cuadrante solar es un reloj de sol en el que se lee el tiempo según la sombra que el gnomon proyecta sobre una superficie dotada con una escala gráfica. Hay muchos tipos de reloj de sol que no vamos a describir aquí para no extendernos demasiado ni alejarnos del propósito de estas líneas. Remitimos al lector interesado a la obra de Rafael Soler Gayá y Josep Vicens, op. cit.
10 En los cuadrantes solares se suele orientar el gnomon paralelamente al eje de la Tierra, esto es, en dirección a la Polar (de este modo, el gnomon es coplanario con el meridiano y su sombra se proyecta sobre el cuadrante como una aguja de reloj que gira alrededor de su pie). En el caso más sencillo de cuadrante vertical, el de tipo “orientado” —que es el que está trazado o esculpido sobre un muro que mira exactamente al sur—, esto se consigue inclinando el gnomon sobre el plano vertical de manera que su ángulo con el muro sea igual a la colatitud del lugar (colatitud = ángulo resultante de restar a 90º el valor angular de la latitud geográfica). En los cuadrantes verticales “declinantes”, construidos sobre muros que no miran exactamente al sur, hay que realizar además un giro lateral del gnomon para compensar la declinación de la perpendicular al cuadrante respecto a la meridiana. Los cuadrantes orientados son simétricos pero no así los declinantes. Ver p. ej. Esteban Esteban. Reloj solar vertical. Network for Astronomy School Education, CSIC.
http://sac.csic.es/astrosecundaria/complementario/es/actividades/modelos/RELOJ%20SOLAR%20VERTICAL.pdf
11 En ciertos cuadrantes solares se dibujaba su “calendario”, un conjunto de doce curvas hiperbólicas que marcan las posiciones de la sombra de la punta del gnomon en las fechas de tránsito de un signo zodiacal a otro. Ver Rafael Soler Gayá y Josep Vicens, ibid.
12 El “tiempo solar medio”, convención sobre la que se basan el tiempo civil uniforme y los husos horarios, es el definido por el denominado “sol medio”, una estrella hipotética que recorre el ecuador celeste con un movimiento de velocidad angular uniforme de tal manera que completa una órbita aparente en el mismo tiempo —en promedio anual— que tarda el Sol verdadero en cubrir la suya. El “día solar medio” es el determinado por el sol medio. Tanto las horas como los minutos y segundos del día solar medio tienen duraciones iguales y constantes a lo largo del año.
13 Es el día definido por dos pasos consecutivos de una estrella fija por un meridiano terrestre dado. Las estrellas fijas son aquellas cuya posición relativa respecto a las otras no varía en apariencia.
14 De modo que, en general, la velocidad de la Tierra es mayor cuando está más cerca del Sol (en torno al solsticio de invierno y el perihelio) y menor cuando está más alejada de él (en torno al solsticio de verano y el afelio). El perihelio es el punto de la órbita terrestre más próximo al Sol, y el afelio, el más alejado. Las fechas de los solsticios no coinciden actualmente con las del perihelio y el afelio (3 de enero y 5 de julio respectivamente) a causa de la precesión de los equinoccios.
15 Si la órbita de la Tierra en torno al Sol fuese circular, su velocidad de traslación, y por lo tanto el ritmo de desplazamiento del Sol sobre el zodíaco, sería constante.
16 En geometría, a esta curva se la denomina “lemniscata”. La orientación del analema correspondiente al mediodía solar es vertical, mientras que los analemas de mañana y de tarde están inclinados hacia el este y hacia el oeste, respectivamente. El lóbulo superior del analema es más pequeño que el inferior en el hemisferio norte y al revés en el hemisferio sur (en el ecuador, ambos lóbulos tienen el mismo tamaño).
17 La ecuación del tiempo es una función trigonométrica semiempírica que proporciona la diferencia entre el tiempo solar medio y el tiempo verdadero para cada día del año.
18 A razón de 4 minutos de hora solar media por cada grado de longitud.
19 Federico González. En el vientre de la ballena. Textos alquímicos. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2024.
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