SYMBOLOS

Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis

UNA HIPÓTESIS SOBRE EL SENTIDO ORIGINAL
DE LA CABELLERA DE SANSÓN*

FELICE VINCI

Sumario: El artículo presenta los resultados de un estudio sobre el significado original de la cabellera de Sansón, que, según el texto bíblico, era el secreto de su fuerza sobrehumana. En la narración Dalila, tras descubrir que su poder reside en su cabello, se lo corta dejando a Sansón debilitado y vulnerable, y luego entrega a éste a los filisteos, quienes lo dejan ciego y lo encarcelan. Trazando un paralelismo entre las características de Dalila y las de antiguas diosas lunares como la caucásica Dali, Diana y Artemisa, se establecen conexiones entre Dalila y la Luna. Del mismo modo, una investigación anterior que profundizaba en el significado del famoso enigma de Sansón asociaba a éste con el fuego, las actividades metalúrgicas e incluso el propio Sol (como lo indica la etimología de su nombre). Esta doble vinculación —Dalila con la Luna y Sansón con el Sol— es la clave para comprender el significado original de la cabellera, la cual es una sofisticada metáfora de la corona solar que brilla en el clímax de un eclipse solar total, cuando la Tierra, la Luna y el Sol se alinean. Este fenómeno proyecta una fría oscuridad sobre la Tierra; el Sol aparece debilitado y “cegado”, asemejando un disco negro rodeado por su corona e incapaz de proporcionar luz y calor. Por otra parte hay indicios adicionales, aún por examinar, que sugieren que otras proezas atribuidas a Sansón quizás simbolicen fenómenos celestes. También es plausible que la corona del Sol inspirara en la antigüedad la creación de diademas reales y de coronas radiantes —a menudo adornadas con siete rayos, probablemente una reminiscencia de las siete trenzas de Sansón—, joyas que simbolizaban la identificación del regente con el propio Sol.

Palabras clave: Sansón, Dalila, Dali, Diana, Artemisa, Sol, Luna, la corona del Sol, eclipse solar, corona radiante.

En este artículo intentaremos demostrar que en el origen de la historia de la cabellera de Sansón, que fue cortado por Dalila y en el que se encerraba el secreto de la fuerza de aquél, puede haber una compleja metáfora inspirada en un fenómeno astronómico fascinante que aparece durante los eclipses solares: la corona solar.

Esta interpretación, influida por el análisis de la figura mitológica de la diosa caucásica Dali —cuyos atributos guardan semejanza tanto con Dalila como con las deidades asociadas a la Luna, Artemisa y Diana— así como por el vínculo etimológico entre el nombre de Sansón y el Sol, ha sido elaborada a partir de una metodología que se caracteriza por el escrutinio crítico y fresco de no sólo las fuentes bíblicas y clásicas, sino también de diversos contextos literarios.

El episodio bíblico que narra la historia de Sansón y Dalila se encuentra en el Libro de los Jueces y forma parte de una narración más amplia en torno a la vida y las hazañas de Sansón:

Después de esto, se enamoró de una mujer de la vaguada de Soreq, que se llamaba Dalila. Los tiranos de los filisteos subieron donde ella y le dijeron: “Sonsácale y entérate de dónde le viene esa fuerza tan enorme, y cómo podríamos dominarlo para amarrarlo y tenerlo sujeto. Nosotros te daremos cada uno mil cien siclos de plata”.

Dalila dijo a Sansón: “Dime, por favor, ¿de dónde te viene esa fuerza tan grande y con qué habría que atarte para tenerte sujeto?” Sansón le respondió: “Si me amarraran con siete cuerdas de arco todavía frescas, sin dejarlas secar, me debilitaría y sería como un hombre cualquiera”. Los tiranos de los filisteos llevaron a Dalila siete cuerdas de arco frescas, sin secar aún, y lo amarró con ellas. Tenía ella hombres apostados en la alcoba y le gritó: “Los filisteos contra ti, Sansón”. Él rompió las cuerdas de arco como se rompe el hilo de estopa en cuanto siente el fuego. Así no se descubrió el secreto de la fuerza.

Entonces Dalila dijo a Sansón: “Te has reído de mí y me has dicho mentiras; dime pues, por favor, con qué habría que atarte”. Él le respondió: “Si me amarraran bien con cordeles nuevos sin usar, me debilitaría y sería como un hombre cualquiera”. Dalila cogió unos cordeles nuevos, lo amarró con ellos y le gritó: “Los filisteos contra ti, Sansón”. Tenía ella hombres apostados en la alcoba, pero él rompió los cordeles de sus brazos como un hilo.

Entonces Dalila dijo a Sansón: “Hasta ahora te has estado burlando de mí y no me has dicho más que mentiras. Dime con qué habría de amarrarte”. Él le respondió: “Si tejieras las siete trenzas de mi cabellera con la trama y las clavaras con la clavija del tejedor, me debilitaría y sería como un hombre cualquiera”. Ella le hizo dormir, tejió luego las siete trenzas de su cabellera con la trama, las clavó con la clavija y le gritó: “Los filisteos contra ti, Sansón”. Él se despertó de su sueño y arrancó la trama y la clavija. Así no se descubrió el secreto de su fuerza.

Dalila le dijo: “¿Cómo puedes decir ‘Te amo’ si tu corazón no está conmigo? Tres veces te has reído ya de mí y no me has dicho en qué consiste esa fuerza tan grande”. Como todos los días le asediaba con sus palabras y le importunaba, aburrido de la vida, le abrió todo su corazón y le dijo: “La navaja no ha pasado jamás por mi cabeza, porque soy nazir de Dios desde el vientre de mi madre. Si me rasuraran, mi fuerza se retiraría de mí, me debilitaría y sería como un hombre cualquiera”. Dalila comprendió entonces que le había abierto todo su corazón, mandó llamar a los tiranos de los filisteos y les dijo: “Venid esta vez, pues me ha abierto todo su corazón”. Y los tiranos de los filisteos vinieron donde ella con el dinero en la mano. Ella hizo dormir a Sansón sobre sus rodillas y llamó a un hombre que le cortó las siete trenzas de su cabeza. Entonces ella comenzó a humillarlo, y se retiró de él su vigor. Ella gritó: “Los filisteos contra ti, Sansón”. El se despertó de su sueño y se dijo: “Saldré como las otras veces y me desembarazaré”. No sabía que Yahveh se había apartado de él. Los filisteos le echaron mano, le sacaron los ojos, y lo bajaron a Gaza. Allí lo ataron con una doble cadena de bronce y daba vueltas a la muela en la cárcel.

Pero el pelo de su cabeza, nada más rapado, empezó a crecer. Los tiranos de los filisteos se reunieron para ofrecer un gran sacrificio a su dios Dagón y hacer gran fiesta. Decían: “Nuestro dios ha puesto en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo”.

En cuanto lo vio la gente, alababa a su dios diciendo: “Nuestro dios ha puesto en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo, al que devastaba nuestro país y multiplicaba nuestras víctimas”.

Y como su corazón estaba alegre, dijeron: “Llamad a Sansón para que nos divierta”. Trajeron, pues, a Sansón de la cárcel, y él les estuvo divirtiendo; luego lo pusieron de pie entre las columnas. Sansón dijo entonces al muchacho que lo llevaba de la mano: “Ponme donde pueda tocar las columnas en las que descansa la casa para que me apoye en ellas”. La casa estaba llena de hombres y mujeres. Estaban dentro todos los tiranos de los filisteos y, en el terrado, unos tres mil hombres y mujeres contemplando los juegos de Sansón. Sansón invocó a Yahveh y exclamó: “Señor Yahveh, dígnate acordarte de mí, hazme fuerte nada más que esta vez, oh Dios, para que de un golpe me vengue de los filisteos por mis dos ojos”. Y Sansón palpó las dos columnas centrales sobre las que descansaba la casa, se apoyó contra ellas, en una con su brazo derecho, en la otra con el izquierdo, y gritó: “¡Muera yo con los filisteos!” Apretó con todas sus fuerzas y la casa se derrumbó sobre los tiranos y sobre toda la gente allí reunida. Los muertos que mató al morir fueron más que los que había matado en vida.1

De este pasaje se desprende que Dalila posee una naturaleza sumamente seductora, ambiciosa, decidida y falta de benevolencia hacia su amante. Por el contrario, Sansón aparece como completamente cautivado y dominado por ella, al extremo de confiar a Dalila el secreto auténtico de su fuerza aunque ésta haya intentado traicionarlo previamente ante los filisteos, haciendo uso de las confidencias —si bien engañosas— que aquél había compartido con ella tras su pertinaz insistencia.

En el reino del Cáucaso, particularmente en Georgia, se puede identificar un personaje que guarda similitudes significativas con Dalila. Este personaje se encuentra en el folklore y las antiguas tradiciones de Georgia, una cultura que ha conservado de manera excepcional un legado que posiblemente se remonta a hace más de 3.000 años (Virsaladze, 2017, p. 13). En la región georgiana de Svaneti, donde el pueblo svan sigue residiendo, emerge una figura prominente en su mitología: la diosa de la caza Dali, también conocida como Daal o Dæl.

Dali, conocida como “la dama de los animales salvajes” (Virsaladze, 2017, p. 106), es representada como una mujer deslumbrante ornada con una cabellera larga, trenzada y dorada (Davidson, 2002, p. 15), y su tez es descrita como luminosa, tan blanca que casi emite luz (Tuite, 2006, p. 2), algo que evidencia uno de sus epítetos: “radiante” (Rova, 2016, p. 522). A menudo se la representa desnuda (Tuite, 2006, p. 16) pero cuando está engalanada con prendas de vestir, éstas son siempre blancas (Berman et al., 2011, p. 105).

La belleza de Dali era a la vez hipnotizante y aterradora; poseía el poder de llevar a los hombres a la locura con sólo conversar con ella. Contrariamente a las normas de género tradicionales, a menudo era Dali quien seleccionaba al cazador e iniciaba la aventura (Tuite, 1997, p. 6). De hecho, en muchos cuentos se representa a Dali tomando a un cazador como amante, una circunstancia que podía reportar a éste beneficios pero también exponerlo a riesgos significativos. Por celos u otras motivaciones, Dali era capaz de causar daño al compañero elegido y, en casos extremos, incluso causar su muerte (Chaudhri, 2002, p. 170).

Un aspecto crucial de la personalidad de Dali era su largo cabello dorado que “brillaba como el sol” (Charachidzé, 1993, p. 260). En algunos cuentos utiliza su cabello, excepcionalmente fuerte, para atar a cazadores que la han agraviado e incluso para estrangular a un cazador que le había robado uno de sus cabellos para tensar su arco de caza (Davidson y Chaudhri, 1993, p. 159).

Por otra parte, el uso del cabello de Dali como medio para amenazarla, hacerle daño o incluso matarla es un motivo recurrente. Muchas narraciones muestran a cazadores que la capturan o le cortan el pelo para intentar someterla o asaltarla, y algunas variantes sugieren que cortarle el pelo acarrearía su muerte (Chirikba, 2015, p. 178). Sin embargo, tales acciones no logran disuadirla de vengarse. En un cuento de la región georgiana de Mingrelia protagonizado por una homóloga de Dali, Tkashi-Mapa, la diosa acepta a regañadientes casarse con un cazador después de que éste la amenace con cortarle el pelo; pero al final, ella toma represalias contra él aniquilando a todo su linaje (Virsaladze, 2017, p. 231).

A partir de estas observaciones, se hace muy evidente la resonancia de Dali con la diosa griega Artemisa (ver Figura 1), a la que Homero se refiere como “πότνια θηρῶν Ἄρτεμιζ ἀγροτέρη” (“la Señora de los animales Artemisa la cazadora”).2 Además, tanto la Ilíada como la Odisea destacan enfáticamente la belleza de Artemisa, su habilidad con el arco y su aspecto letal.


Detalle de un fresco de Pompeya en el que figura
una estatua de Artemisa con la corona radiante.

La asociación de la apariencia luminosa y radiante de Dali con el color blanco también indica claramente la conexión de la diosa con el simbolismo lunar, similar a la de Artemisa —que como hermana gemela de Apolo, el dios del Sol, personifica los atributos lunares— y a la de su contraparte romana, Diana. La naturaleza multifacética de Diana como deidad lunar y cazadora se alinea estrechamente con los atributos típicos de Dali.

Igualmente, aparecen paralelismos sorprendentes entre Dali y Dalila tales como sus actitudes seductoras pero agresivas e incluso malévolas hacia sus amantes y el énfasis que se pone en el cabello; si bien en el caso de Dali se trata de su propio pelo, la historia bíblica se refiere a la cabellera de Sansón —ésta es una discrepancia importante sobre la que tendremos oportunidad de volver más adelante—. También es interesante recordar que Dalila teje las trenzas de Sansón en su telar,3 como indicando la superposición de ambos personajes. Además, como hemos visto, el extraordinario cabello de Dali puede utilizarse para hacer arcos, un detalle nada desdeñable teniendo en cuenta que la forma de la Luna creciente se asemeja a la del arco de un cazador. Cabe destacar que el arco se menciona dos veces en el episodio de Dalila y luego no vuelve a aparecer en el Libro de los Jueces.

Teniendo en cuenta la similitud entre los nombres Dali y Dalila en el contexto más amplio de las características que comparten, parece razonable inferir que tal semejanza no es una mera coincidencia. Si la yuxtaponemos a los atributos lunares de Dali, que la vinculan estrechamente con su análoga clásica Artemisa-Diana —una y otra relacionadas con la caza y el simbolismo lunar—, podemos especular que Dalila, con su encantadora belleza capaz de atrapar completamente a Sansón, pudo haber tenido originalmente una dimensión lunar que se fue oscureciendo con el tiempo.

La asociación propuesta de Dalila con la Luna brinda una interpretación coherente de sus tres intentos fallidos para que Sansón le revele el secreto de su fuerza. Estos se relacionan perfectamente con las tres fases principales del ciclo lunar: luna creciente, luna llena y luna menguante. Además, la recurrencia del número siete —vinculado tradicionalmente a los días de las fases lunares— en el primer y tercer intentos refuerza esta perspectiva. Por otra parte, la mención del arco en el intento inicial de Dalila, instrumento emblemático de las diosas cazadoras por su semejanza con la Luna creciente, apoya aún más esta interpretación lunar.

En otro orden de cosas, la naturaleza tripartita de la Luna tal como se refleja en la historia bíblica de Dalila podría arrojar luz también sobre el significado original del adjetivo latino “triformis”, que quiere decir “con tres aspectos”, que se atribuye a Diana: “diva triformis”,4 “concebida como una triple unidad de la cazadora divina, la diosa de la Luna y la diosa del inframundo” (Alföldi, 1960, p. 141). Diana Nemorensis, venerada como tal desde el siglo VI a. C., era adorada como una diosa triple en su bosque sagrado a orillas del lago Nemi a 20 km de Roma, un lugar al que Virgilio se refiere como “Triviae lacus”.5

El culto a Diana en Nemi ofrece otra conexión intrigante. Según Servio,6 este culto fue establecido por Orestes, hermano de Ifigenia que huyó a Italia con su hermana después de matar a Toas, el rey del Quersoneso Táurico (situado en la península Crimea), y trajo consigo la imagen de la Diana Táurica (Frazer, 1996, p. 3). Teniendo en cuenta que Crimea se encuentra en la costa del Mar Negro, muy cerca de la región del Cáucaso asociada a Dali, esta conexión geográfica añade profundidad al discurso. Además, el papel significativo de Artemisa en los acontecimientos dramáticos relatados por Eurípides en las tragedias Ifigenia en Áulide e Ifigenia en Táuride7 subraya la interconexión entre Artemisa, Ifigenia y la Diana Táurica. Estas narrativas parecen apuntar a una herencia cultural y mitológica compartida que abarca diferentes regiones y civilizaciones.

Sin embargo, aquí conviene subrayar que los hechos de Ifigenia relatados por Eurípides, y en particular su sacrificio en Áulide, son totalmente contradictorios con lo que Homero dice sobre ella. En efecto, según la Ilíada, Ifigenia vivía plácidamente con su familia, incluidos su hermano Orestes y sus hermanas Crisótemis y Laodice, durante la guerra de Troya.8 Ello indica que la historia de su sacrificio pertenece a una tradición completamente ajena al mundo homérico.

También es digno de mención que los eruditos del Renacimiento establecieron comparaciones entre el sacrificio de Ifigenia y la historia bíblica de Jefté —quien ofrece a su hija como sacrificio para derrotar a los amonitas—,9 hasta el punto de que “el primer drama bíblico renacentista tomó como modelo la tragedia griega: la obra de George Buchanan Jephthes sive votum tragoedia (...) transpone la Ifigenia en Áulide de Eurípides a la historia de Jefté y su hija” (Shuger, 1998, p. 134-135). Además, la historia de Jefté es narrada en el Libro de los Jueces y los capítulos dedicados a éste son justamente los que preceden a los que tienen a Sansón como protagonista. Sería, pues, conveniente realizar más investigaciones para determinar si estas conexiones son meras coincidencias o bien indican influencias intertextuales y culturales más profundas.

Otra convergencia significativa entre la narrativa bíblica de Sansón y el mito caucásico de Dali refuerza aún más la coherencia de las conexiones que estamos estableciendo. Ésta involucra al hijo de Dali, que fue concebido cuando un cazador le cortó las trenzas mientras dormía, la violó y la dejó embarazada (Berman et al. 2011, p. 84). El hijo que nació tras la violación, llamado Amirani, aparece como una figura importante en la tradición épica georgiana, con sorprendentes similitudes con el Prometeo de la mitología clásica (Charachidzé 1986).

Al igual que Prometeo, Amirani desafía a los dioses al darle a la humanidad el conocimiento de la metalurgia. En consecuencia, es castigado y encadenado a las montañas del Cáucaso, donde un águila devora su hígado durante el día para que éste se regenere cada noche, análogamente al tormento de Prometeo en la mitología griega. Curiosamente, la conexión de Amirani con el fuego ha tenido un impacto duradero que se extiende más allá de la mitología: los astrónomos le han rendido homenaje bautizando con su nombre a un volcán extraterrestre activo en Io, una de las lunas de Júpiter (Smith, 1979).

Tras señalar que Prometeo, con su dimensión caucásica, nunca es mencionado en los poemas homéricos —análogamente a la observación anterior sobre los hechos de Ifigenia en Áulide y Táuride, que son narrados en las tragedias de Eurípides pero ignorados por Homero—, conviene destacar la dimensión ígneo-metalúrgica de Amirani. Este aspecto se alinea perfectamente con el hecho de que Svaneti, la patria de los esvanos —quienes nos han transmitido el mito de Dali—, ha sido explotada como fuente de cobre de alta calidad desde la Edad del Bronce (Tuite, 2006, p. 2). Además, cabe destacar que Dali y Artemisa, su contraparte griega, son, respectivamente, la madre de un personaje (Amirani) estrechamente vinculado al fuego y la hermana gemela del dios del sol (Apolo). Al considerar las conexiones entre ambas y de éstas con la Diana romana, más la dimensión lunar que comparten, emerge una compleja red de relaciones de la que otro ejemplo es Ticio, el análogo homérico de Amirani y Prometeo que sufre su mismo tormento.10 Ticio también comparte con Amirani su relación con una violación: Amirani es el resultado de la violación de Dali-Artemisa, y Ticio intenta violar a Leto, la madre de Artemisa.

Siguiendo con el hijo de Dali, su conexión íntima con el fuego es un punto de convergencia significativo con Sansón. En un artículo anterior (Vinci y Maiuri, 2023), que resumiremos brevemente aquí, analizamos la relación del héroe bíblico con el fuego y la metalurgia, empezando por las circunstancias que rodearon su nacimiento milagroso. La madre de Sansón, hasta entonces estéril, recibió la noticia del nacimiento inminente de su hijo de un ángel del Señor, que posteriormente ascendió al cielo en la llama que se elevaba de un altar tras un sacrificio.11 Esta asociación con el fuego se entrevera con la dimensión metalúrgica que revela el significado del famoso enigma de Sansón, “Del que come salió comida, y del fuerte salió dulzura”,12 referido a un enjambre de abejas y miel en el pellejo de un león rugiente que había matado en Timnah. Este antiguo enigma, contextualizado con hallazgos arqueológicos recientes en el valle de Timna —región que alberga antiguas minas de cobre y actividades metalúrgicas (Ben-Yosef, 2018)— revela un vínculo metafórico con el mundo de la metalurgia. El horno de fundición, similar al “devorador” del acertijo de Sansón, consume a los minerales con el fuego, emitiendo un ruido que recuerda al rugido de un león y al zumbido de las abejas que pululan alrededor de una colmena; y posteriormente surge el cobre, cuyo color se parece al de la miel silvestre.

Además, en ese artículo demostramos que la solución del acertijo de Sansón tiene paralelismos con mitos e historias de otras civilizaciones. Hicimos mención, por ejemplo, del mito del león de Nemea asesinado por Heracles y de la leyenda japonesa en la que Susanoo, hermano de la diosa del Sol, derrota a un dragón (igual que Amirani) de cuya cola recupera una espada considerada uno de los tesoros de la dinastía imperial japonesa. Por su semejanza, Susanoo ha sido llamado “el Sansón japonés” (de Santillana y von Dechend 2003, p. 205). Además exploramos la leyenda de la espada en la piedra del mito del rey Arturo (Vinci y Maiuri, 2023a), que se puede explicar como una metáfora metalúrgica que refleja la habilidad de los antiguos herreros para “extraer” espadas del mineral de hierro. Un ejemplo convincente es la espada clavada hasta la empuñadura en una roca en la ermita de Montesiepi, en las Colinas Metalíferas de la Toscana. Su leyenda está relacionada con San Galgano, caballero del siglo XII a quien está dedicada la abadía anexa. Durante la Edad Media, esta abadía fue un centro importante para la producción de armas y herramientas elaboradas a partir del hierro que se obtenía fundiendo pirita, mineral abundante en la región. Tales ejemplos resaltan la dimensión ígneo-metalúrgica del personaje de Sansón, conectándolo directamente con el hijo de Dali, quien, a su vez, tiene semejanzas con el griego Prometeo.

El hecho de que en el nombre de Sansón, שמשון —que en hebreo significa “hombre del Sol” (van der Toorn et al. 1999, p. 404)— esté incrustada la palabra hebrea que designa al Sol (שמש) está en perfecta consonancia con todo lo anterior. Esto ha conducido en el pasado a la hipótesis de que la cabellera de Sansón representaba los rayos del sol (Mobley 2006, p. 7). Se puede encontrar otra confirmación de la relación íntima entre las dimensiones solar y metalúrgica en la mitología del pueblo dogón de Mali. De acuerdo con sus creencias, al Sol se le representaba como un gran recipiente de cobre fundido (Griaule 1968, p. 25), lo que sugiere la imagen de un pequeño sol incandescente formándose dentro del crisol en la culminación del proceso de fusión del metal.

Después de profundizar en la relación del personaje de Sansón con el Sol y el fuego, y en paralelo en el de Dalila con la Luna, es hora de sacar conclusiones. A partir de nuestro análisis, se hace evidente que tras la imagen de un Sansón “debilitado” por el corte de su cabellera, perpetrado por Dalila, se esconde una metáfora extraordinaria que representa el encuentro del Sol y la Luna durante un eclipse solar total. Durante este acontecimiento, el cielo se oscurece, una fría oscuridad envuelve a la Tierra y el Sol aparece como un disco negro “cegado”, rodeado por su corona radiante (figura 2). La corona del Sol, que sólo se manifiesta en el clímax del eclipse, se asemeja a una cabellera brillante —es como si la Luna la hubiese separado de la cabeza del Sol, que en ese momento parece perder su luz y su calor, igual que Sansón perdió su fuerza al ser afeitado por Dalila—.


La corona solar aparece como una cabellera brillante
en el apogeo de los eclipses solares totales.

De esta poderosa imagen emerge una sensación arcana de belleza enigmática y fuerza sobrehumana que presumiblemente inspiró la metáfora de la “cabellera de Sansón” así como la del pelo de Dali, que, como hemos señalado, “brillaba como el sol”. Además, la contradicción entre el relato bíblico, que atribuye la fuerza al cabello de Sansón, y el mito caucásico, que en cambio la atribuye al de Dali, se explica fácilmente: ¡la incertidumbre sobre si la corona pertenece al Sol o a la Luna perduró hasta la época moderna! En efecto, no fue hasta 1724 cuando el astrónomo Giacomo Filippo Maraldi resolvió la duda demostrando que la corona que aparece durante el eclipse total pertenece al Sol.

En resumen, en el clímax de un eclipse total, el Sol parece estar “debilitado” (ya que deja de emitir luz y calor) y “cegado”, lo que se corresponde con la condición de Sansón cuando fue capturado y cegado por los filisteos después de que Dalila le cortara el cabello. El propio término “eclipse” deriva del griego antiguo ἔκλειψιζ, que significa “ausencia, abandono”. Curiosamente, en la mitología romana aparece una asociación similar entre la ceguera y el fuego, concretamente en el relato de Céculo, fundador mítico de Praeneste e hijo de Vulcano. En efecto, su nombre significa “pequeño ciego”, y a la vez, su historia está estrechamente vinculada con el fuego (Bremmer y Horsfall, 1987).

Hay, además, otra hazaña notable de Sansón que involucra al fuego: “Se fue Sansón, y cazó trescientas zorras; cogió unas teas y, juntando a los animales cola con cola, puso una tea en medio entre las dos colas. Prendió fuego a las teas y luego, soltando las zorras por las mieses de los filisteos, incendió las gavillas y el trigo todavía en pie y hasta las viñas y olivares”.13 Este extraño relato tiene un paralelismo notable con una costumbre romana peculiar: “cuando amanezca el tercer día después de la partida de las Híades, el circo mantendrá a los caballos separados en sus puestos de salida. Así que debo explicar la razón por la cual se sueltan zorros con antorchas encendidas sobre sus lomos”.14 A primera vista, parece imposible que estos raros cuentos de zorros con fuego tengan sentido. Pero tal vez pueda encontrarse la clave del enigma en el folklore finlandés, donde es conocido un zorro mítico cuyo nombre, Tulikettu, significa “zorro de fuego”. La cola de este zorro brilla con el fuego y presta su nombre a las auroras boreales, que en finlandés se denominan revontulet, es decir, “fuegos de zorro”. Según la leyenda, las auroras boreales son causadas por la cola del zorro de fuego (Ojanen y Linnea, 2019, p. 44), que lanza chispas cuando corre y toca el suelo nevado, las ramas o los arbustos (figura 3).


Una imagen artística del mítico zorro de fuego.

En esencia, los zorros de fuego del cuento de Sansón y los del circo romano parecen ser una metáfora extraordinaria de las auroras boreales, uno de los espectáculos celestes más fantásticos. Además, la forma alargada de las colas de los zorros, en particular las de los zorros rojos, representa acertadamente las brillantes columnas de fuego que exhiben las auroras boreales, o mejor dicho, los “fuegos de zorro” nórdicos.

Es interesante que un pasaje de la Ilíada quizás también aluda a las auroras boreales: “Cuando Zeus extiende un halo ondulante desde el cielo para los mortales, como presagio de guerra o de un frío invierno”.15 El adjetivo porphyreos, que significa “ondulante, flotante”, es muy adecuado para describir las fluctuaciones de las auroras boreales. Además, la asociación de estas luces con la guerra es evidente en la coraza de Agamenón, en la cual estaban representadas “serpientes de color azul oscuro que miraban hacia el cuello, tres a cada lado, similares a los ‘halos’ (irissin) que el hijo de Cronos coloca en una nube como augurio para los mortales”.16 Estos “halos similares a serpientes” expresan muy gráficamente la movilidad impresionante de las auroras boreales.17 Además, el término iris es también el nombre de Iris, la mensajera de los dioses en la Ilíada. Esto, unido a que las apariciones luminosas de las auroras boreales son siempre diferentes entre sí, sugiere que los pueblos antiguos pudieron haberlas interpretado como presagios, viéndolas posiblemente como expresiones de la voluntad divina. Incluso se podría especular sobre una conexión entre el “halo ondulante” de la Ilíada y la “señal de la alianza” bíblica que Dios colocó sobre las nubes después del Diluvio.18

Volviendo a Sansón, la relación entre su personaje y algunos fenómenos celestes impresionantes como el eclipse solar y la aurora boreal (que no resulta sorprendente si se considera que el Sol está en la raíz de su nombre) podría reflejar una Weltanschauung o cosmovisión que se encuentra frecuentemente en las mitologías del mundo antiguo y que se puede resumir con esta famosa frase atribuida a Hermes Trimegisto: “lo que está abajo es como lo que está arriba”. Otro ejemplo es la correspondencia entre las siete Pléyades y las siete colinas de Roma (Vinci y Maiuri, 2017) corroborada por la fecha tradicional de la fundación de Roma —el 21 de abril—, la cual también está vinculada directamente con las Pléyades porque ese día, el primero del mes zodiacal de Tauro, según el calendario mesopotámico, estaba dedicado a ellas (Vinci y Maiuri, 2019). Adviértase que hay otras ciudades antiguas, como Jerusalén, Bizancio, La Meca, Armagh, Teherán, Bamberg, Besançon, Moscú, incluso Macao en China, etc. cuya ubicación sobre siete colinas también podría estar vinculada a tal idea (Nissan et al., 2019).

Todos estos elementos podrían ofrecer una nueva interpretación de la proeza final de Sansón: los filisteos, aprovechando su debilidad después de que Dalila le haya cortado el pelo, le obligan a dar vueltas a una piedra de molino,19 pero al final hace que el templo se derrumbe sobre su cabeza y la de ellos —“Apretó con todas sus fuerzas y la casa se derrumbó sobre los tiranos y sobre toda la gente allí reunida”—.20 En nuestra opinión, teniendo en cuenta la dimensión cósmica del personaje de Sansón, evidente en la metáfora de su cabello y en el simbolismo de las zorras, esa piedra de molino podría simbolizar el mítico “molino del cielo”. Representa la bóveda celeste con su rotación perpetua, visible durante la noche, que “es una imagen en sí misma del tiempo que muele incesantemente las eras, completando la medida que se les asigna (...). El molino por excelencia de la mitología nórdica es Grotti, que muele la prosperidad y la abundancia del dios de la fertilidad. Tras la decadencia progresiva de las eras, cuando el viejo ciclo tenga que ser reemplazado por uno nuevo, el molino del cielo será engullido y desaparecerá en las profundidades del océano celestial” (Chiesa Isnardi, 1996, p. 183). Según el Gróttasongr, un antiguo poema nórdico, el molino de Grotti era manejado por dos gigantas prisioneras de un rey malvado que finalmente lo destruyeron por medio de su fuerza sobrehumana, de modo que “la estructura colapsó y la sólida piedra se partió en dos”.21 Este evento cataclísmico, que marcó el final de un era, parece semejante a la empresa final de Sansón.

Es interesante que Homero también mencione una piedra de molino comparable tanto a la nórdica como a la bíblica. Nos referimos a la piedra de molino en la que trabaja la mujer que profetiza a Odiseo la derrota de los pretendientes.22

Volviendo ahora al cabello de Sansón, su identificación con la corona solar, por un lado, refuerza aún más la idea de que los tres intentos fallidos de Dalila por robarle el secreto de su fuerza corresponden a las fases creciente, llena y menguante de la Luna; y por otro, ello se alinea perfectamente con la lógica de que su cuarto intento, exitoso, está asociado a la fase de luna nueva, cuando la Luna es invisible (por estar en el mismo lado del Sol respecto a la Tierra). De hecho, un eclipse solar total, con la consiguiente aparición de la corona, solo puede ocurrir en esta fase.

También es razonable suponer que el mito de la cabellera de Sansón se originó en una época muy antigua. En un principio pudo estar inspirado en el asombro y el miedo que provocan los eclipses solares totales, los que junto con las auroras boreales constituyen los fenómenos celestes más extraordinarios. Sin embargo, es probable que este mito haya sufrido distorsiones y corrupciones progresivas a lo largo de los siglos, oscureciéndose sus rasgos originales hasta el punto de hacerlo casi irreconocible tras la metáfora en la que ha permanecido escondido hasta ahora.

Sin embargo, como suele ocurrir en estos casos, cuando uno se topa con una solución inesperada nacen nuevas preguntas de ésta. Si recordamos, por ejemplo, que Ra, el dios egipcio del Sol, era considerado a la vez rey y padre del faraón, y que en la iconografía del antiguo Egipto la corona solar —un disco enmarcado por los cuernos de un carnero o de una vaca— era llevada por divinidades como Horus en su aspecto solar, Hathor e Isis así como por los propios faraones (Teissier, 1996, p. 122), surge inmediatamente una pregunta en relación con las coronas que han rodeado las cabezas de los reyes desde tiempos inmemoriales: ¿tiene su origen remoto precisamente en la corona del Sol? De hecho, se podría suponer que el aura sagrada que siempre ha rodeado a la figura del rey podría haber surgido de su identificación con el Sol mismo. Pero pensemos también en las puntas que caracterizan la apariencia tradicional de las coronas reales y las coronas radiantes, así como los tocados de plumas de los nativos americanos (figura 4).


La idea de las coronas radiantes, los tocados y las coronas reales que indican el poder
de quien las porta puede haber sido inspirada por la corona solar.

La corona radiante tiene un valor simbólico significativo, ya que representa al Sol y a su resplandor. Los emperadores romanos la usaban de forma destacada en conexión con el culto al Sol Invictus. Además, se pueden encontrar representaciones de una corona radiante con siete rayos en varios objetos antiguos, tales como el busto de Helios,23 del siglo I d. C., y la estatua de Artemisa de Pompeya. Incluso en tiempos modernos, este simbolismo persiste, como lo demuestra su presencia en la Estatua de la Libertad24 de Nueva York.

La presencia de siete rayos en las coronas radiantes, incluidas las que se ven en los objetos mencionados anteriormente, podría reflejar un vestigio de una tradición mucho más antigua, probablemente una reminiscencia de las “siete trenzas”25 que Dalila cortó a Sansón cuando afeitó su cabellera.

En conclusión y sin perjuicio de que este fascinante tema requiera un análisis e investigación más profundos, existen buenas razones para creer que la historia de la cabellera de Sansón es en realidad una metáfora tras la cual se esconde el último recuerdo de un antiguo mito, inspirado en el extraordinario espectáculo de la corona solar en el momento culminante de un eclipse solar total. Llegamos a este resultado tras comprobar la identificación de Dalila con la Luna y de Sansón con el Sol, y luego verificar que la cabellera de éste representa una sorprendente y luminosa metáfora, por así decirlo, de la corona solar. De hecho, la corona aparece en el momento en el que el Sol, privado de su “cabellera” por la interposición de la Luna, se encuentra debilitado y “cegado”.

Aunque este significado original se haya olvidado con el paso del tiempo, la permanencia de los múltiples vínculos del personaje de Sansón con el Sol y el fuego y la dimensión lunar de Dalila-Dali nos han permitido reconstruir su significado astronómico original. Por otra parte, la dimensión celeste de Sansón parece ser la clave para descifrar el significado de algunas otras de sus hazañas, como la de los zorros con las colas en llamas y la final, en la que se sacrifica haciendo que el templo de los filisteos se derrumbe sobre su cabeza y la de ellos. No obstante, estos son temas, como el del supuesto origen de las coronas reales y las coronas radiantes a partir de la corona del Sol, que merecen más investigaciones.

Trad. Marc García.

NOTAS
* La versión original en inglés de este trabajo, remitido por su autor a SYMBOLOS, ha sido publicada en el nº 10 de la Athens Journal of Mediterranean Studies, ATINER, Atenas, 2024.
1 Jc 16, 4-30.
2 Homero. Ilíada XXI, 470.
3 Jc 16, 13.
4 Ovidio. Carmen 3, 22, 4.
5 Virgilio. Eneida VI, 136.
6 Servio. Comentario sobre la Eneida VI, 136.
7 La azarosa historia de Ifigenia en Táuride —que incluye su atrevida huida del templo de Diana-Artemisa con Orestes y su amigo Pílades (quienes estaban a punto de ser sacrificados por ella en el altar de la diosa)— también es mencionada por Ovidio (Epistulae ex Ponto III, 2, 45-96).
8 Homero. Ilíada IX, 142-145.
9 Jc 11, 30-40.
10 Homero. Odisea XI, 576-581.
11 Jc 13, 20.
12 Jc 14, 14.
13 Jc 15, 4-5.
14 Ovidio. Fastos IV, 679-682: “Tertia post Hyadas cum lux erit orta remotas/ carcere partitos Circus habebit equos,/ cur igitur missae vinctis ardentia taedis/ terga ferant volpes causa docenda mihi est”.
15 ἠΰτε πορϕυρέην ἶριν θνητοῖσι τανύσσῃ/ Ζεὺζ ἐξ οὐρανόθεν τέραζ ἔμμεναι ἢ πολέμοιο/ ἢ καὶ γειμῶνοζ δυσθαλπέοζ (Homero, Ilíada XVII, 547-549).
16 κυάνεοι δὲ δράκοντεζ ὀρωρέχατο προτὶ δειρὴν/ τρεῖζ ἑκάτερθ᾽ ἴρισσιν ἐοικότεζ, ἅζ τε Κρονίων/ ἐν νέϕεϊ στήριξε, τέραζ μερόπων ἀνθρώπων (Homero, Ilíada XI, 26-28).
17 En cambio, la interpretación habitual de ἶριζ como “arco iris” nos deja perplejos, pues el arco iris, a diferencia de las auroras boreales, es un fenómeno completamente estático.
18 Gn 9, 12-16.
19 Jc 16, 21.
20 Jc 16, 30.
21 Gróttasongr, 88-89.
22 Homero. Odisea XX, 105-121.
23 https://en.m.wikipedia.org/wiki/File:Helios_with_chlamys_Louvre_AO7530.jpg
24 El gran parecido entre la Estatua de la Libertad y la de Artemisa representada en un fresco de Pompeya (ver figura 2) nos lleva a sospechar que su creador, Auguste Bartholdi, extrajo su inspiración de esta última.
25 Jc 16, 19.


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