SYMBOLOS

Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis

AZRIEL DE GERONA Y LA FUENTE
PRIMORDIAL EN LA CÁBALA

MONTSE GALLEGO


Tapiz de la Creación. Autores anónimos. Finales del siglo XI. Museo capitular
de la Catedral de Gerona. Inscripción con una frase del Génesis:
“Dixit quoque Deus fiat lux et facta est lux”
(Y dijo Dios sea hecha la luz y la luz fue hecha)
Rabí Azriel Ben Menajen de Gerona (1160-1238) fue un cabalista y filósofo de gran envergadura y un eslabón decisivo dentro del esoterismo judío, contribuyendo a la apertura y difusión de la tradición hebrea, sobre todo de la Cábala. Nace y tiene sus raíces en Provenza y continúa desarrollándose intelectualmente en los círculos de Gerona donde ejercerá, también, una gran influencia posteriormente en la gnosis cristiana. Siendo discípulo destacado de las enseñanzas de Isaac el Ciego, Azriel, como la mayor parte de los cabalistas de Gerona, pertenece a una herencia intelectual influenciada por las ideas pitagóricas y neoplatónicas, que alcanzan su máximo apogeo en su extensa obra, en oposición a las corrientes racionalistas que paralelamente imperaban en su época.
Es gracias a esta labor difusora que protagonizaron Ezra y Azriel de Gerona y a continuación Abulafia, Chiquitilla y Moisés de León, que la Cábala, que siempre ha sido un sistema abierto e inacabado al igual que la creación, ha llegado hasta nuestros días como uno de los patrimonios más grandes de la civilización occidental.
La arquitectura del Universo fundamentada en el modelo del Árbol de la Vida no es para Azriel un sistema rígido e inamovible, sino que atendiendo a un orden inmutable en esencia (la estructura de las esferas, los senderos que la unen, las columnas y los planos), se presta a diversas posibilidades de enunciación e intelección, que promoverán en el cabalista otras tantas posibilidades de penetrar la amplitud de sí mismo y del Cosmos, y su compleja, aunque nítida, manifestación. Nos referimos, por ejemplo, a los distintos nombres con los que Azriel va designando en sus tratados a cada una de las sefiroth (denominaciones que no se contradicen entre sí, ni se excluyen, sino que se complementan para enriquecerse de matices), o también a la forma como las agrupa en función del interés por destacar unos u otros aspectos.1

El Árbol de la Vida de la Cábala como modelo sintético de la creación opera de forma certera en el alma humana, donde se da la posibilidad de una comprensión íntima y secreta del universo y, por ende, del sentido de nuestra propia existencia. El ser individual se espeja en la creación y viceversa, constituyendo una realidad inseparable donde no existe nada que tenga una explicación externa a esta identidad analógica entre el micro y el macrocosmos. El conocimiento del ser universal que incluye estas dos vertientes se apoya en una cosmovisión donde no hay dentro ni fuera y donde la esencia divina se encuentra inmanente en todos los planos de la creación, los que conforman un engranaje perfecto en el que todo está enlazado por las leyes de la analogía.

Para la tradición no hay diferencia entre el Ser y el Cosmos, o dicho de otra manera, el Ser Universal es el Cosmos en su sentido más amplio, pues sus principios ontológicos (la primera Tríada, el Delta luminoso) son los que generan toda la Creación pero están implícitos en ella, no como una Deidad que está “fuera” del Cosmos, como “otro“ Ser. Naturalmente que ésta es la forma simbólica que interesa aquí, puesto que hay otras tríadas como la china (Cielo, Hombre, Tierra) –que se podría en realidad enunciar como Macrocosmos, Microcosmos y Tierra, es decir el conjunto cósmico en su totalidad– pero desde luego no hay ninguna deidad “de afuera” o Ser, que esté generando todo esto, sino el Océano, La noche, lo que “No Es”, “y que a falta de otro término llamaremos Tao”.2

Azriel pone en el centro de sus meditaciones este modelo sintético del universo que es el Árbol de la Vida y lo va desarrollando en varios de sus escritos. Aquí nos interesará destacar algunos aspectos que nos parecen esenciales sobre el vínculo de este mandala vivo con la fuente del que surge.

La transmisión toma formas misteriosas como es mistérico el tema del que trata, es decir, el de la realización metafísica, o iniciación, en el sentido más alto que se le pueda atribuir a esta palabra (tercer nacimiento). Pocas veces se da efectivamente de maestro a discípulo, como se supone y es habitual en Oriente, aunque la subsistencia de uno o más grupos emanados de una escuela de pensamiento, sin duda fomenta la posibilidad de la realización intelectual, o incluso prolongan una irradiación de este tipo de energía, o vibraciones.3

Ciertamente, el cabalista, como depositario y transmisor de los principios inmutables, está abierto a adentrarse en el estudio de unas energías que subyacen depositadas en los textos sagrados y en la cadena de transmisión oral que se ha prolongado a lo largo de los siglos. El hombre, aun manifestándose como un ser dotado de corporalidad, oculta realidades más profundas que paradójicamente se revelan y se ocultan al mismo tiempo. Es un intermediario entre las fuerzas invisibles y la concreción material y gracias a la iniciación en los Misterios del Ser aspira a ser uno con su verdadera esencia suprahumana y divina. Este es el caso del filósofo Azriel, que con la finalidad de dar testimonio de los mundos suprasensibles –o sea de los planos invisibles del Ser por encima de Olam ha Asiyah que la Cábala denomina en orden ascendente Olam ha Yetsirah, Olam ha Beriyah y Olam ha Atsiluth–, recrea cada uno de los detalles contenidos en los textos sagrados, dando un salto cualitativo, elevando y devolviendo el conocimiento de esas realidades formales, universales e incluso las ontológicas a la fuente original de la que proceden, y explicando en la medida de lo posible la Creación (entendida en su sentido más amplio o sea incluyendo los cuatro mundos anteriormente citados) surgida del Misterio insondable del No Ser. En este sentido, nos ha venido a la memoria este texto:

La piedra primigenia, inteligente, qué nombre tan veraz, tan de acuerdo con las circunstancias siempre presentes de tamaña perfección, qué nombre que como tal lo dice todo.
Enjoyada, simple, perfecta. Esta es la correspondencia exacta con la cosa que la denomina. He aquí el privilegio de ser, de uno, del mundo manifestado. Nada de más ni de menos, es como ser en el mundo, en grande y en chico, multiforme, ausente de explicaciones.
Nada más ni menos que eso; desde la perspectiva de todos los ángulos, la piedra inteligente. Sólo eso es el callado misterio de su manifestación.4

Pero volvamos a esa idea de la Fuente original:

Otro aspecto muy importante que aborda Azriel en sus tratados es el de la Creación a partir de la Nada, o la concepción de que el Ser Universal es el No-Ser afirmado, y a partir “de esa afirmación del Sí mismo se despliegan todas las posibilidades de manifestación incluidas en El, desde las más sutiles hasta las más groseras o materializadas, y totalizadas tanto en la década sefirótica como en la numérica”. Esta emanación obedece a un gesto gratuito, casi inexplicable, el de la Voluntad divina.5

Al respecto, Miriam Eisenfeld en el prólogo del libro de Azriel Cuatro textos Cabalísticos, nos dice:

Lo esencial del pensamiento de Azriel es elucidar las incógnitas que conciernen a la dinámica oculta que desemboca en el acto creador del mundo que conocemos. (…) Sus postulados aspiran a una intelección global del mundo, más allá de lo visible, que tiene como finalidad el establecimiento de una dialéctica benéfica entre el hombre y Dios. El instrumento utilizado para describir el proceso que va de la vida intradivina a la realidad visible es la teoría neoplatónica de las emanaciones.
(…) La teoría de las emanaciones describe el origen del universo material a partir de un primer principio trascendente. El universo, que es múltiple, fue generado a partir del Uno. Progresivamente, a medida que se alejan de la fuente original, las entidades –que emanan unas de otras– son menos perfectas. (…) La Cábala de Azriel, aprovechando las formulaciones neoplatónicas, saca a relucir la antigua concepción judía y enraíza el origen de la emanación en la Voluntad divina.
(…) Las emanaciones, representadas por las sefirot, tienen su raíz en el interior mismo del Infinito En Sof. Para Azriel las sefirot son el puente entre lo limitado y lo ilimitado, pero un puente activo que se encuentra contenido en lo ilimitado y que efectúa el proceso que lleva de la potencia al acto.6

En el caso de Azriel y otros cabalistas gerundenses existió cierta controversia entre la necesidad de la transmisión y enseñanza más abierta de la Cábala a personas no versadas en el estudio y la interpretación de estas fuentes sagradas o, por el contrario, mantener una postura muy prudente respecto a la revelación de los misterios que guardaba este saber.

La Historia es una proyección del Sí mismo y existe en el corazón del iniciado. En ese corazón en que no hay ni antes ni después.7

Había una preocupación sobre qué, cómo y a quién transmitir este conocimiento; en distintas épocas, el estudio y profundización de la Cábala quedó circunscrito a pequeños opúsculos secretos de sabios que se compartían en círculos cerrados. Y aunque Azriel adoptó una postura más abierta, al mismo tiempo sus enseñanzas siempre se mantuvieron dentro de los límites de círculos esotéricos y debían ser completadas con aprendizajes orales y una experiencia vivencial y práctica, para evitar cualquier deformación o profanación, contribuyendo así al mantenimiento de la transmisión del esoterismo judío.

La Cábala se condujo siempre como un delicado motor de renovación intelectual y espiritual. (…) El pensamiento de los cabalistas fue un desafío a los límites del conocimiento y no un sermón destinado a convertirse en el “opio de los pueblos”. La fuerza creativa de Azriel ha sistematizado de manera original conceptos como los del Ser y la Nada, la indiferenciación de los opuestos, el Infinito En Sof, la teoría neoplatónica de las emanaciones, la relación de lo limitado y lo ilimitado y muchísimas otras elaboraciones básicas que forman la esencia de la reflexión cabalística.8

Así pues, el lenguaje simbólico de la Cábala se refiere a una experiencia espiritual que se presta a múltiples niveles de comprensión y que se actualiza a cada instante en el alma humana. El lenguaje humano, por su poder evocador de nombrar todas las cosas y como expresión máxima de un Verbo único, permanece en íntima conexión con la voluntad del Creador.

Esta relación peculiar entre el hombre y la letra, este dialogo vivo con los textos, nos pone en el camino que lleva al mundo de la lengua hebrea. Lengua que insufla vida en la realidad, que la crea y la anima, ya que la lengua y la letra constituyen la realidad por excelencia, preexistente a la creación, pues ésta fue formada y, si se quiere, “escrita” por medio de ellas, como un libro rebosante de su sabiduría superior.9

El ser humano en su función de intermediario es capaz de experimentar en su alma todo el recorrido axial ascendente por el Árbol de la Vida. Todo ese despliegue cosmogónico sintetiza las posibilidades de realización espiritual y de poder acercarse a la experiencia del No Ser, a través de la vivencia de la Unidad, negando todo lo que no es esa Unidad, o sea negando la dualidad como un fin en sí misma, y experimentando la No-Dualidad entre el Uno y la Nada Infinita de donde todo ha surgido.

No hay nada que esté fuera de la Unidad, pero hay otro orden que no es cósmico, y eso está en el hombre también. Aún las Ideas, o los Principios Universales son increados desde el punto de vista de la Manifestación, mas lo verdaderamente Increado es lo que está más allá de todo cosmos, lo que no será generado jamás, ya que todo a lo que podemos aspirar, desde el punto de vista del Conocimiento, es a conocer las posibilidades de la Creación, de un modo más o menos lógico, pero jamás se podrá conocer lo Incognoscible, al menos desde la dialéctica, aunque sí puede reflejarse en nuestra conciencia el estado de eso que no es cognoscible.10

Tree of the soul. D. A. Freher
Works of J, Behmem, 1764

El Sefer Yetsirah (o Libro de la Formación del Mundo) es un tratado cosmogónico fundamental que aborda la Creación Universal mediante la combinación de las letras divinas que al ser a la vez números van fijando un modelo sintético del Universo conocido con el nombre de Árbol de la Vida, conformado por diez esferas o sefiroth y veintidós senderos que las unen (representados por las veintidós letras del alfabeto hebreo). “No olvidemos que en hebreo las palabras sefirah y número tienen la misma raíz gramatical –el verbo safor significa ‘contar’– y que a ambas se asocia la idea de infinitud”.11

En su comentario al Sefer Yetsirah, Azriel, influenciado por la filosofía pitagórica y neoplatónica, emplea en diversas ocasiones el lenguaje matemático para revelar la estructura y orden del Cosmos surgido del En Sof:

Con treinta y dos senderos prodigiosos de sabiduría, etc…, es una alusión al Infinito “En-Sof”, pues en el interior de la energía del Infinito es donde surge la existencia de la sefirah Altura Superior, de la que procede la emanación de la sefirah Sabiduría (Hokmah). De Sabiduría emanan los treinta y dos senderos ocultos. Los senderos fluyen de la sefirah Sabiduría y ésta emana de la sefirah Altura Superior que se origina a su vez en el Infinito, por esa razón son llamados senderos prodigiosos, que en arameo se traduce por velado. La distancia existente entre cada uno de dichos senderos da lugar al calificativo prodigiosos, pues en el versículo “quien se prodigara haciendo voto de nazareo”, el término “prodigarse” se entiende en el sentido de “separarse”. Cada uno de los senderos es atraído a la sefirah Entendimiento (Binah) desde la sefirah Sabiduría. Es Entendimiento donde se manifiestan, como lo explica el versículo “lo que fluye de la Sabiduría vale más que las piedras preciosas”. Esculpió. La energía de la causa de las causas es el Infinito, del que surge la primera sefirah que es “Corona Suprema” (llamada también Altura Superior). La sefirah Sabiduría esculpe y hace surgir la fuerza de la causa llamada Yod-He, que está en la energía de las esencias. De la fuerza de la sefirah Entendimiento se extrae todo el edificio llamado Conocimiento (Daat).12

Pero vayamos al capítulo I del Libro de la Formación del Mundo donde se dice:

Con treinta y dos senderos prodigiosos de Sabiduría esculpió Yah, YHWH Sebaot, ‘Elohim de Israel, ‘Elohim de vida, Rey del mundo, Todopoderoso, misericordioso y otorgador de gracia, “elevado y supremo que reside en la eternidad de la elevación cuyo nombre es Qadós”. Creó su mundo con tres sefarim: con Sefer, con Sefar y con Sippur.13

En el comentario al Sefer Yetsirah, Azriel explica la Creación del universo basándose en “tres atributos llamados como la esencia del Nombre, que los abarca”; éstos son Sefer (“texto”), es decir, la potencia interna de las letras; sefar “número”, o sea la potencia interna de los números, y finalmente Sippur, la “comunicación” entre ambos. Además:

Con Sefer, Sefar y Sippur. Se trata de las tres letras del Nombre Yod, He, Waw –que abarca todo hasta el Infinito–, y que se unen gracias a la acción del Creador que es Infinito.14

Reconocer este gran misterio promueve una completa revolución de los valores y concepciones del hombre viejo.

Por eso somos los cultores del Misterio, entre ello el profundísimo no saber intelectual de la Alquimia y la Cábala que se nos ha otorgado y que ahora se sigue expresando por símbolos.
Inteligencia y Sabiduría, el No Ser y su simbólica que nos ha traído a todo esto, a reconocer nuestra total ignorancia y a adorar este Misterio mediante un larguísimo proceso que va desde la estúpida ilusión a la docta ignorancia y a ser los súbditos de este grandísimo Misterio, que Todo es Uno y que Uno es Todo.15

Por ello, “El nombre divino es inefable”. El nombre contiene la esencia del Uno y el Misterio de lo Innombrable, de ahí que no se pueda pronunciar –lo cual sería limitarlo–, sino solamente deletrear.

Para los hebreos el nombre de Dios, constituido por las cuatro letras sagradas, es impronunciable, por respeto a su inmanifestación, y porque la pronunciación de su nombre lo revelaría en su tremenda majestad y grandeza. Estas cuatro letras son: Iod –letra a partir de la cual ha surgido todo el alfabeto hebreo, que es considerada un punto y cuyo valor numeral es diez;  –llamada la primera Hé para distinguirla de la segunda que compone el nombre divino, de valor numeral cinco; Vau –de valor numeral seis; y  –la segunda, de idéntico valor cinco. La suma de las letras del Nombre Divino da veintiséis, y este número es de particular importancia en el esoterismo y la cosmogonía cabalística.16

Para Rabí Azriel y la escuela de Gerona, la primera sefirah Kether es una dimensión impenetrable, “inefable” para el pensamiento meramente humano pues participa del Infinito En Sof, aunque al mismo tiempo es la afirmación en un punto de sus posibilidades de Ser. Uno de sus postulados es que no es posible definir el Infinito, pues su propia naturaleza lo hace indefinible.

El infinito En Sof, que es superior y anterior a todas las sefirot, se asimila a la Nada absoluta, pero una nada que no representa una oposición al Ser, sino una fuente creadora. Pese a que cada sefirah posee su especialidad, las sefirot no constituyen entidades autónomas, sino que todas forman parte de un proceso global de emanación y cada una debe su existencia y su potencia a la fuerza enviada desde la fuente del Todo, la causa de las causas, es decir el Infinito. Para algunos cabalistas como Azriel, el límite entre En Sof y la primera sefirah, es sumamente tenue, pero el Infinito corresponde a la Unidad absoluta que es la fuente tanto del Ser como del No-Ser y que no se incluye en el conjunto de las diez sefirot.17

Sobre este misterio de la Unidad que contiene potencialmente todas las posibilidades de manifestación y que al mismo tiempo participa de las posibilidades inmanifestadas del No Ser, leemos en el Programa Agartha:

(…) La Unidad es la síntesis donde puede encontrarse la esencia y el sentido de la totalidad de la Creación; pero al mismo tiempo esta asunción del Sí (llamado también Bien y Solo) es a su vez el único medio de pasaje a otros “espacios”, esta vez sí, auténtica y verdaderamente supraindividuales y supra-cósmicos, (metafísicos), claramente signados en la Cábala con el nombre de En Sof, equivalentes al No-Ser, de los cuales no se habla puesto que por definición son inefables.18
La palabra Ain (Nada), utilizada a veces por los cabalistas y el Zohar como idéntica a En Sof, entraña una idea de vacío absoluto. Pero esta nada y este vacío no son “algo” en el sentido de la expresión moderna, a saber: algo que pueda ser percibido o se exprese como una negación de otra cosa. En verdad En Sof no es nada de lo que pudiera ser algo, tal la Majestad Inmensurable de esta doctrina cabalística.19

Azriel, en su exégesis sobre la formación del mundo, sostiene que el Universo surge de esa ‘Nada incomprensible e innombrable’, ‘la fuente del Todo’. En la Nada se halla potencialmente contenido el Cosmos entero, o sea el Todo, pero de forma indiferenciada; podríamos decir que allí reside la concepción de lo que vendrá al Ser, y también de lo que jamás se manifestará, aunque siempre hay cierta torpeza a la hora de intentar expresar lo contenido en ese ámbito de la metafísica. Lo único que podemos saber es que las posibilidades de Ser se concentrarán en un punto llamado Kether, del que emanarán los principios ontológicos (Hokhmah y Binah) y de ellos todas las restantes sefiroth hasta llegar al mundo material simbolizado por Malkhuth, todo ello enlazado en perfecta armonía y orden. Su postulado principal se basa en que aquello cuanto nuestro pensamiento puede concebir del Cosmos en todas sus instancias visibles e invisibles son sólo las descripciones simbólicas tras las que se oculta la Presencia innombrable.

Formó la realidad del Tohu. Hizo que su nada existiera. Talló columnas grandes del éter impalpable y este es el signo: prevé e intercambia haciendo todo lo formado y todos los elementos nombre uno. La prueba de esto son los veintidós miembros en un solo cuerpo.20

En su obra, Azriel define las diez sefiroth como “la fuerza que determina todo lo que tiene límites, por medio de la numeración decimal”, denario que rige todo lo numerable que procede de lo más oculto del No Ser innombrable. Las sefiroth suponen el vínculo entre lo limitado y lo ilimitado. Aquí podemos constatar esa identidad entre la tetraktys pitagórica y el modelo del Árbol de la Vida cabalístico.

Diez sefirot. Los treinta y dos senderos –de los cuales dieciséis pertenecen a mundo superior y dieciséis al mundo inferior– están contenidos en las diez sefirot. Se les llama sefirot porque son la fuerza que determina todo lo que tiene límites, por medio de la numeración decimal.
Inefables. Debido a que las sefirot son el medio de acceso al Infinito –que es insondable, que no tiene esencia (que pueda ser captada por el hombre) y que no se define por una cualidad concreta– reciben el nombre de inefables “beli mah”.21

Azriel sigue describiendo el proceso de emanación como una forma de conocer la esencia de la divinidad, idéntica a la de la más alta fuente (En Sof); y así lo expresa:

Dos: soplo del soplo. Esculpió y talló con ella veintidós letras de fundamento, tres madres, siete dobles, doce simples y un soplo único surge de ellas.
Soplo del soplo. Como emana el perfume del perfume y la luz de la luz, así emana el Soplo del Soplo. Hay un soplo impalpable y un soplo palpable. El palpable está contenido en el impalpable, pues lo grosero procede de lo sutil.
Esculpió y talló en ella. El soplo primero es sutil y contiene solamente un trazado sutil. Respecto al soplo palpable se hablará en términos de escultura, y a medida que su naturaleza se vuelve más grosera se habla de tallado, pues es por medio del tallado como se realiza la división de este soplo. ¿En qué? En letras.22

Robert Fludd. Utriusque Cosmi, Oppenheim, 1619

Pero siempre girando en torno a la idea de que todo es Uno, un Nombre Uno.

Nombre Uno. No hay fuerza sensible que no proceda de lo perceptible, no hay fuerza perceptible que no proceda de lo inteligible y todo procede de un principio esencial único, un Nombre Uno. No se dice “en un Nombre Uno”, sino Nombre Uno. Cuando se menciona el comienzo de la creación de Sus obras se dice que tuvieron lugar “en un Nombre Uno”, pero cuando se mencionan las oposiciones se dice Nombre Uno. El significado de Nombre es el que se le da en el versículo “He aquí que el Nombre de Yah viene de lejos”.23
Cuando se unifique el Nombre que ha sido dividido en dos nombres (el que se escribe y el que se pronuncia), la Unidad será perfecta, pues fue escrito “Y YHWH será el rey de toda la tierra. En ese día YHWH será Uno y uno será su nombre” (Zacarías 14,9).24

Pues bien se dice que:

Para la Cábala el nombre indica la esencia de lo nombrado y por lo tanto la identidad. Esto es así porque ella configura una metafísica del lenguaje, y como tal, las letras del alfabeto son producto del Verbo y la Grafía divinos, de su Palabra y su Escritura.25

En otro de sus tratados, Saar ha-soel (El pórtico del interrogador), Azriel, mediante un diálogo de preguntas y respuestas con el fin de esclarecer incógnitas sobre la trascendencia e inmanencia divinas, nos presenta la relación entre lo divino y lo humano. Destaca su profundización en la naturaleza de la deidad, ligada a la intangibilidad, y la reconoce como una unidad perfecta e indisoluble con la fuente primera, En Sof.

Partiendo de la realidad concreta y material y apoyándose en el viaje de retorno por el Árbol de la Vida, el ser humano puede tomar conciencia de lo ilimitado. En ese proceso de emanación que desciende de En Sof en un continuum, se produce un reconocimiento de que las sefiroth son aspectos o facetas del Uno que todo lo contiene. Veamos un texto en el que vierte algunas de estas ideas:

Si el interrogador pregunta: ¿Por qué estoy obligado a creer en el Infinito En Sof?
Respuesta: Debes saber que todo lo que es visible y todo lo que pueda ser captado por medio de la capacidad del corazón humano es limitado, y todo lo que es limitado tiene un fin, y todo lo que tiene un fin carece de valor. Partiendo de esta constatación, debemos aceptar que lo que no es limitado debe llamarse Infinito –En Sof– y que es indiferenciación absoluta en la unidad perfecta sin alteraciones. Si algo es infinito, nada existe que le sea exterior. A medida que se eleva de la realidad perceptible es el principio esencial tanto de lo secreto como de lo manifiesto. A medida que se oculta, es la raíz tanto de la fidelidad como de la rebelión, y respecto a esto dicen las Escrituras que “Por su fidelidad, el justo vivirá”. Los filósofos concuerdan con quien afirma que no es posible llegar a definir el Infinito, salvo de manera negativa. Las entidades que emanan del Infinito son las sefirot.
Si el interrogador continúa preguntando: Me has obligado a admitir que las sefirot existen, pero ¿cómo podrás obligarme a aceptar que son diez y que constituyen una fuerza única?
Respuesta: Ya se te ha hecho saber que las sefirot son el origen y el principio de todo lo limitado y (como seguramente tú ya sabes) todo lo limitado se determina por medio de la substancia y del espacio, pues no existe substancia sin espacio y no existe espacio que no se exprese por medio de la substancia. No puede haber en la substancia una fuerza que sea menor que triple, (contenida) tanto en el largo, en el ancho, como en la profundidad: lo que da como resultado nueve. Puesto que ya dijimos que la substancia no puede existir sin el espacio; que el espacio no puede existir sin la substancia; (ahora decimos) que el número no puede estar completo ni en espacio ni en substancia en menos de diez, pues fue dicho “diez y no nueve, diez y no once”. El tres (multiplicado por sí mismo) da como resultado nueve, pero hay que agregar el cuarto –se trata del espacio necesario para contener el tres– y (si fuera posible multiplicarlos por sí mismos) se llegaría al resultado de dieciséis. Sin embargo, Su ley es diez para indicar claramente que el espacio y la substancia (de la que aquél depende) deben ser consideradas como una fuente única.26

Azriel destaca una y otra vez que el Uno es el origen de todo, pero éste no sería perfecto si no se manifestara por medio de las sefirot, como intermediarias entre la Unidad inalterable que todo lo contiene y el cosmos limitado, la multiplicidad y el cambio que son sinónimos de lo incompleto.

Si el interrogador continúa preguntando: Ahora debes explicarme desde cuándo existen las sefirot. Si me dices que comenzaron su existencia aproximadamente en la misma época en que tuvo lugar la creación del mundo, te objetaré lo siguiente: ¿Por qué la intención de provocar su emanación tuvo lugar en ese momento y no antes? ¿Acaso puede cambiar su opinión el Perfecto? En cambio, si me respondes que ellas forman parte de Su eternidad (deberás aceptar que) ellas estaban en Él de manera indiferenciada; y si todos ellos formaban una indiferenciación única, ¿qué es lo que separaba a En Sof de las sefirot?
Respuesta: Algunas de las sefirot estaban latentes en En Sof antes que se manifestaran en acto, tal es el caso de la primera sefirah que es igual a todas las otras (juntas). Otras se encontraban en el nivel de lo inteligible y emanaron antes (de la creación del mundo), como la segunda sefirah en la que tuvo lugar la Torah (primordial) que precede a la creación. Algunas de ellas están en (el nivel que corresponde al mundo de) lo perceptible y otras se encuentran en lo sensible, como las sefirot destinadas a las necesidades de este mundo, que fueron emanadas en una época próxima a la creación. Puesto que la fuerza de cada sefirah se encuentra incluida en la otra (que le precede), la existencia de las dos sefirot superiores que fueron emanadas de lo oculto y de lo inteligible (respectivamente) es suficiente para (hacer existir) las otras. Así lo expresaron nuestros maestros de bendita memoria: “Una sola palabra Le hubiera sido suficiente para crear el mundo”.
En cuanto a tu pregunta acerca de si (las sefirot) se encontraban en estado de indiferenciación, debo responderte: pese a que no es posible encontrar una analogía que pueda ilustrar lo que es ‘En Sof’, te diré un ejemplo para acercarte a la comprensión. Piensa en una sola lámpara que encienda miles de miríadas de luces, entre ellas algunas que brillarán más que las otras y, sin embargo, todas estaban ya contenidas e indiferenciadas en la luz inicial. Aunque todas proceden de un mismo principio esencial no hay que confundirlas (con Él), pues no hay que confundir Su primordialidad con Su eternidad. Él es superior a ellas, es de Él que emanan sus fuerzas a causa de la supremacía de Su eternidad. Ninguna renovación produce en Él un cambio, sino que es la potencia de la emanación la que se revela a través de la división en (múltiples) entidades. Por eso sería erróneo afirmar que se produjo un cambio en Su intención, a pesar de que nada existe fuera de Él.27

También invita a la observación del orden de la naturaleza y de los fenómenos celestes y terrestres dentro de una visión unitaria del cosmos donde todo emana del Principio de los Principios, En Sof.

Podemos constatar que en las criaturas hay un orden; que el sol aparece durante el día y la luna y las estrellas durante la noche; que todo nace según un orden y se renueva según un orden. En ese orden, según el cual todo surge y desaparece, es lo que llamamos sefirot, pues ellas son la fuerza que determina todo lo existe y que se limita por medio del número.28

Para terminar estas meditaciones con una última cita de este gran cabalista:

Cuando se habla de “silencio”, nuestros sabios lo interpretaron diciendo “El remedio para todo curar es el silencio”, también dijeron “La cerca (que protege) la sabiduría es el silencio” y “Lo que te sea prodigioso no lo interpretes y lo que te sea oculto no lo interrogues”. Las Escrituras dicen “¿Es necesario contarle lo que yo deseo proclamar?” lo que significa: lo que no tiene fin ¿podría acaso ser contenido en una palabra o en un relato? (Imaginemos que) el hombre fuera capaz de poner una palabra dentro de otra o de hacer que una palabra pudiera tragar el contenido de otra, ¿crees tú que aun así le sería posible glorificarlo (debidamente sólo) mediante la expresión humana?29
NOTAS
1 Federico González y Mireia Valls. Presencia Viva de la Cábala. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2006. Versión online: Presencia viva de la Cábala.
2 Entre el No Ser y el Ser. Antología para hamacados. Selección de textos a cargo de Marc García, fotografías de Lucrecia Herrera y prefacio Federico González Frías. Colección Aleteo de Mercurio. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2017.
3 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Transmisión-Cadena Áurea”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. Integramente en versión online: Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos.
4 Federico Gónzalez Frías. Rapsodia. Ed. Symbolos, Barcelona, 2014.
5 Federico González y Mireia Valls. Presencia viva de la Cábalaop. cit.
6 Azriel de Gerona. Cuatro textos cabalísticos. Introducción, traducción y notas por Miriam Eisenfeld. Ed. Riopiedras, Madrid, 1994.
7 Federico Gónzalez Frías. Rapsodia, op. cit.
8 Federico González y Mireia Valls. Presencia viva de la Cábala, ibid.
9 Ibid.
10 Entre el No Ser y el Ser. Antología para hamacados, op. cit.
11 Azriel de Gerona. Cuatro textos cabalísticos. “Comentario al libro de la Formación del Mundo”, op. cit.
12 Ibid.
13 Ibid.
14 Ibid.
15 Federico Gónzalez Frías. Rapsodia, ibid.
16 Federico González y cols. Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Revista SYMBOLOS nº 25-26, Barcelona, 2003. Integramente en versión online: Introducción a la Ciencia Sagrada.
17 Azriel de Gerona. Cuatro textos cabalísticos, ibid.
18 Federico González y cols. Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha, op. cit.
19 Ibid.
20 Azriel de Gerona. Cuatro textos cabalísticos, ibid.
21 Ibid.
22 Ibid.
23 Ibid.
24 Ibid.
25 Federico González y colaboradores. Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha, ibid.
26 Azriel de Gerona. Cuatro textos cabalísticos, ibid.
27 Ibid.
28 Ibid.
29 Ibid.
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