SYMBOLOS

Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis

SUMERGIÉNDONOS EN LA CÁBALA

ÁNGELA SARDÁ

Buenas tardes;* en este diálogo tenemos el placer de contar con la presencia de Federico González Frías y Mireia Valls, autores de los libros Presencia Viva de la Cábala y su segundo volumen Presencia Viva de la Cábala II. La Cábala Cristiana. En esta ocasión, hablaremos sobre el contenido del primer libro, Presencia Viva de la Cábala, abordando los temas de la tradición esotérica del pueblo judío, conocida como la Cábala, y cómo ésta fue expresada en varios libros, siendo el Sefer Yetsirah un pilar fundamental para la comprensión de dicha doctrina esotérica. También veremos de qué manera esta tradición floreció y se extendió a través de pequeños grupos de cabalistas en lugares como la Provenza, Gerona, Castilla y otras ciudades y regiones de España destacando Zaragoza o Andalucía, etc… Y detendremos este periplo en Safed (Israel), donde la Cábala alcanza su culminación con la llegada de los judíos expulsados de España a esa pequeña localidad de Galilea.

Pero dejémonos sumergir en este viaje…

Pregunta: ¿Qué es la Cábala?

F. G.: “La palabra Cábala significa tradición (o recepción), específicamente del pueblo hebreo desde sus comienzos hasta nuestros días, pues se trata del esoterismo judío, hoy vivo a través de los diferentes modos y adaptaciones que ha debido tomar en sus formas en el transcurso del tiempo debido a la diáspora y el exilio.

Desde luego se trata de la Tradición judía aunque ésta fue permeable a otras con las que habitó y emparentó, especialmente con la Egipcia y la Caldea.

Para los cabalistas la Cábala se entregó a Moisés en el Monte Sinaí, junto con las tablas de la ley, es decir los mandamientos exotéricos que gobernarán las conductas de ese pueblo. La Cábala es por lo tanto el aspecto esotérico del pueblo de Israel, el auténtico conocimiento, o sea la Tradición, la Ciencia Sagrada de los judíos que fue revelada a Moisés en cuarenta días.

Ciencia y arte se ha expresado en textos que se presentaron fundamentalmente como comentarios a la Torah, o sea al Pentateuco, los cinco primeros textos bíblicos del Antiguo Testamento, cuya redacción era atribuida al propio Moisés.

De hecho, la vinculación de los textos cabalísticos a autores míticos es común, tal la del Sefer Yetsirah a Abraham. Hacemos dicha observación sobre este libro específico pues él es fundamental en la Cábala; el cual es mencionado por primera vez en el siglo X, aunque algunos lo fechan en el VI y su autoría es anónima.

Otro libro fundamental es el Bahir, igualmente anónimo, cuya fecha de edición manuscrita es el siglo XI, aunque algunos estudiosos creen que es mucho más antiguo.

Pero el libro más importante de la Cábala es el Zohar, que se creía obra del mítico sabio Simón bar Yohai (siglo II) como se dice en el mismo texto, aunque la crítica del siglo XX, que es la que ha realizado los estudios más reveladores sobre esta ciencia, encabezados por Gershon Scholem, lo atribuye a un solo individuo, Moisés de León, autor también de otros textos firmados con su propio nombre”.1

Pregunta: ¿Qué conocimientos y enseñanzas contiene la Cábala?

M. V.: “El gran tema de la Cábala es la metafísica del lenguaje y ocupan en ella un papel fundamental las letras del alfabeto hebreo. En verdad el universo es un inmenso conjunto de letras que al articularse conforman el Nombre Divino, el Verbo Creador, un rollo donde están escritas, que al pronunciarlas las ordena. O sea, el cosmos como un libro en el que están cifradas todas las cosas.

Aquí se debe destacar que estas letras son a la vez números, es decir que el conjunto de los números y sus combinaciones configuran el mundo, ya que todo puede ser medido, pesado, y contado, y por lo tanto ser descrito de esa manera, en perfecto acuerdo con las ideas pitagóricas, tan presentes en el neoplatonismo (y neopitagorismo) de los primeros siglos de nuestra era. Por otra parte la traducción del término sefiroth, elementos constitutivos del Árbol de la Vida, modelo del Universo (Árbol Sefirótico), es numeraciones, cuentas o cálculos. (…)

Cada sefirah es un nombre divino, o sea un atributo o categoría de Dios y los arcángeles, o ángeles, los dioses intermediarios entre la suprema deidad y el hombre. Siendo las palabras hebreas indefinidas, las relaciones entre ellas y los números correspondientes también lo son. De otro lado igualmente existen transposiciones y otros medios de trabajo en los que no podemos aquí explayarnos. Todo lo cual constituye una verdadera arte combinatoria llamada, junto con otros métodos, las ciencias del Tseruf 2 divididas en gematria, notarikon y temurah.3

La Cábala (tradición) como la Shekinah siempre se está haciendo y no es letra muerta, pues está presente en el corazón del ser humano, en su alma, y por lo tanto en todas las cosas y tiempos y sería matarla –como el racionalismo ha hecho con Occidente–, si se tratara como algo fijo inflexible, o como un estudio meramente histórico y no como siempre viva, paradójica y cambiante como es la cosmogonía que describe, en vez de algo estático, como por otra parte lo demuestra su desarrollo en el tiempo. Es decir, una poética del espacio y la vida, perpetuamente actual, de donde deviene su inmenso poder transformador”.4

Pregunta: ¿Qué me podéis decir acerca de estos textos cabalísticos, El Sefer Yetsirah: “Libro de las formaciones”, el Bahir: “Libro de la claridad” y el Zohar: “Libro del Esplendor”?

F. G.: “El Sefer Yetsirah es el primer libro propiamente cabalístico donde se fijan con precisión las diez numeraciones, las sefiroth del Árbol de la Vida.

El Árbol de la Vida es una emanación entre Dios y el hombre, que va adquiriendo distintos nombres en su desarrollo decimal perfectamente equiparable al denario de Pitágoras y al de los neopitagóricos alejandrinos, o mejor griegos.5

Los cabalistas afirman que existen cuatro planos en cualquier creación, comenzando con la del mundo, y que se denominan –de lo alto a lo bajo– Atsiluth, Beriyah, Yetsirah y Asiyah y se corresponden con el mundo de las emanaciones, de la creación, de las formaciones y de la acción. Por otra parte hay diez sefiroth (numeraciones) que se manifiestan en estos cuatro planos o mundos conformando un diagrama cosmogónico válido tanto para el Universo como para el ser individual, llamado el Árbol de la Vida, o Árbol Sefirótico, a partir del cual los cabalistas efectúan todas sus meditaciones y especulaciones cuyo fin último es el Conocimiento.6

El texto del Sefer Yetsirah es dogmático, sin explicaciones, escueto llegando a lo descarnado, y los aprendices deben ser entrenados para irse acostumbrando con el Árbol comenzando por memorizar sus números y nombres. Las diez sefiroth en su primer nivel, de lo inmanifestado a lo manifestado se expresan mediante una tríada compuesta por las sefiroth KetherHokhmah y Binah, conformando el mundo de Atsiluth que se refiere a los Principios Ontológicos, al mundo de lo increado, a las ideas arquetípicas platónicas, y a los tres principios numéricos que solo tienen por encima al Infinito (En Sof) y por debajo a las numeraciones –informales y formales– de la construcción cósmica que a partir de la cuarta comienza a manifestarse, aunque la tríada siguiente –invertida con respecto a la anterior– mundo de Beriyah (Plano de las Creaciones), increado, irá tomando forma en el discurso sefirótico. Por último y por debajo del número siete (Netsah = Victoria) irá perfilándose el mundo de Yetsirah y las primeras manifestaciones de lo psíquico en el ser humano, hasta desembocar finalmente en el Plano de Asiyah, con una única numeración, la decena, esencia de Malkhuth. Llamada la esposa del Rey, Kether (Corona), y recipiendaria del flujo de vibraciones que la conforman y que constituyen el ‘cuerpo’ de las emanaciones; es allí donde se aloja la Shekhinah, la inmanencia divina, que por el camino de retorno a las fuentes (tikún) encontrará a la Primera triunidad sintetizada en Kether con el que se desposará gracias a los oficios de Metatron, (Tifereth) el heraldo divino, análogo a Henoch y Elías”.7
         

M. V.: “El Bahir es un libro sagrado, sapiencial y poético, anterior al Zohar; nace en la Provenza y se cree es el fruto de distintos sabios pertenecientes a la escuela cabalística de ese lugar. De pronto el tema principal se detiene o toma otro discurso abandonando las secuencias y el ritmo que llevaba por lo que éste deliberadamente se ocultó por los autores o por la censura rabínica siempre presente y análoga a la cristiana e islámica. En realidad podría ser considerado un conjunto de textos –como muchos libros sagrados– coleccionados para ser difundidos, leídos y salmodiados como ejercicios nemotécnicos. Se podría decir que este libro prologa la aparición de los textos de Isaac el Ciego, los de Cataluña y del Zohar y refleja el pensamiento cabalístico de la época a ambos lados de los Pirineos.

Como en el Sefer Yetsirah su tema es el alma por la que transcurren numerosas aventuras engendradas por temor a Yahvéh, o sea por profundo respeto a lo sagrado y a la autoridad de su Tradición expresada por Moisés y su decálogo, al que sin embargo trascienden en sus especulaciones, más allá de la ley. Por lo que han sido perseguidos los sabios israelitas, como otros muchos en distintas tradiciones abrahámicas donde hoy se visualiza al conocimiento de lo sagrado como una forma de la fantasía, en el mejor de los casos, o algo rígido que puede ser utilizado como forma de poder, individual o socialmente.

El Sepher ha Bahir, o Libro de la Claridad recibe este nombre del libro de Job, (37, 21) que dice así:”

Ahora ya no se ve la luz,
que queda oscurecida por las nubes;
pero pasa el viento y las despeja,
y una claridad llega del norte:
gloria terrible alrededor de Dios.

“Repasar una y otra vez los textos del Libro de la Claridad, soportes para la meditación y el conocimiento, es ir adentrándose en planos cada vez más profundos y sutiles del Ser Universal, del Adam Kadmon Primordial, que se expresa en todos los mundos, densos y sutiles, formales e informales, manifestados e inmanifestados que van estructurando un nuevo cuerpo de luz.

Mario Satz, en su traducción al castellano de nuestro libro afirma en su prólogo:”

Nadie llega a la Kábala por casualidad: su circunstancia, la sincronía de sus noches y días con días y noches de otras épocas, deben de haberlo arrojado antes contra el resplandor del mundo, que se alza entre el abismo y el éxtasis. Sólo allí, callado, desnudo, comienza el proceso de redescubrimiento, la lectura estelar de la carta natal, el cálido presentimiento de una familiaridad allende los mares y las fronteras. Es entonces cuando descubre la invisible compañía de quienes, como los inmortales taoístas, habitan la flotante, inspiradora isla del sentido.8

F. G.: “Y el Zohar culmina el proceso de gestación iniciado por el Sefer Yetsirah, el Bahir y las diversas influencias que lo incubaron como las Cábalas de Provenza y de Gerona a las que nos hemos referido, y que desembocaron en Castilla en la figura del copista Moisés de León y su entorno. Este sabio, muy probablemente en estrecha colaboración con un pequeño grupo de adeptos que por la unanimidad en el pensamiento no pueden distinguirse como individualidades en el texto, realizó una enorme labor de síntesis doctrinal, que –procedente de diversas fuentes tradicionales– integró en un discurso de formato judío, pero con claras reminiscencias neoplatónicas y neopitagóricas, herméticas, gnósticas e incluso cristianas. Al respecto, veamos lo investigado por Mopsik que incluyó en el prólogo del tomo III del Zohar editado por Verdier:”

El Zohar ha introducido ciertamente una ruptura temporal en la cronología de la evolución del pensamiento y de la práctica judías, al punto que es posible hablar de una época pre-zohárica y de una época post-zohárica. En tanto que fenómeno religioso, ha cristalizado toda una tradición escrita y oral para la que se ha convertido en libro de referencia principal si no es que en libro canónico. De todas maneras, él es primero el producto de una microsociedad compuesta de algunos rabís castellanos, más bien marginados, que se dio por misión hacia el fin del s. XIII regenerar el judaísmo, encontrar sus fuentes fecundas de revelaciones proféticas, a partir de sus tradiciones esotéricas descuidadas o aún rechazadas por las autoridades rabínicas dominantes, renovando la exégesis del midrash y dando a este género literario, sobrepasado por el peruch o exégesis literal, un nuevo soplo. Todas las energías, todas las fuerzas intelectuales que podían contribuir eficazmente a este proyecto audaz fueron movilizadas.9

“Mediante el estudio y la meditación sobre el Árbol Arquetípico, Modelo del Universo, éste se divide en cuatro mundos, o planos –que en el Zohar se sintetizan en tres– a los que corresponden cuatro Árboles que son las etapas en que se va conformando la manifestación que nos insinúa, por medio de treinta y dos canales misteriosamente, el descenso de la manifestación universal –o del alma en otra terminología– de Kether a Malkhuth (de la primera numeración a la décima) o sea, del plano de Atsiluth al de Asiyah, lo que también puede ser simbolizado por la “caída” del punto a la línea, de ésta a la figura y finalmente de esta primera forma al volumen, o sea al bulto. El que constituye –con agregados sensorios varios– el cuerpo del ser humano que ha venido a ser lo que es gracias a este descenso que tiene por origen la triunidad de la Idea, que por emanación se va transformando y corrompiendo por medio del tiempo y el espacio y los cuatro elementos generados por el éter (o quintaesencia); lo que viene a ser, nada menos, que el drama de la creación con el hombre por protagonista.

Este descenso por el mundo intermediario –que realizan conjuntamente el alma del mundo con la humana– es visto de modo análogo al neopitagórico y al hermético-alquímico, los que constatan una densificación evidente entre los planos más sutiles de la conciencia, equiparados a los gases más refinados, con la concreción de estados cada vez más enrarecidos y groseros, al punto que acaban solidificándose materialmente gracias a la danza de los elementos, y sus intermediarios, al frío y al calor, y al ‘solve’ y ‘coagula’ en Alquimia. Todo esto se observa también con claridad entre los gnósticos, el Pleroma de Plotino como ejemplo; asimismo en la alquimia de origen griego, etc., y su desarrollo en la Edad Media y el Renacimiento”.10

Pregunta: La Tradición esotérica judía se desarrolló a lo largo del tiempo a través de la Cábala en diferentes lugares, como Provenza, Gerona, Castilla y también en otras ciudades como Zaragoza u otras de Andalucía, etc. ¿Qué me podrían decir respecto a ello?

M. V.: “Hablemos primero sobre la Cábala de Provenza y posteriormente de su expansión a la ciudad de Gerona, en Cataluña.

Al adentrarnos en el tiempo cronológico del legado eterno y siempre actual del esoterismo judío, la región de Provenza representó la tierra fértil que en el siglo XII y principios del XIII acogió las semillas de esa herencia supranatural y gestó unas nuevas formas para vehicular y transmitir lo medular de su doctrina, que por aquél entonces, y debido en parte al desgaste ocasionado por la diáspora del pueblo de Israel (o sea, por unas condiciones cíclicas inherentes a toda manifestación), estaba diluida y necesitada de una regeneración. No olvidemos, además, que en estas comarcas del Languedoc confluyeron diversas expresiones del esoterismo de distintas tradiciones, como es el caso de la presencia de los Templarios, los monjes-guerreros guardianes y transmisores del esoterismo cristiano, así como la existencia de organizaciones iniciáticas de corte caballeresco inspiradas en la simbólica de las Cortes de Amor, o bien guildas de masones que se apoyaban en el oficio de constructor para la edificación interior y espiritual, y también círculos de iniciados del Islam, o adeptos solitarios que seguían su camino de realización interna a cielo raso, todo lo cual configuró una coyuntura en la que la corriente esotérica fluía con fuerza, y aunque en apariencia se revistiera de distintos ropajes, en el fondo se buscaba y experimentaba una sola y única Verdad.11

Pequeños grupos de sabios o iniciados judíos fueron gestando la vivificación de su esoterismo, y la Cábala experimentó un período que podríamos calificar de embrionario. Los historiadores han rescatado los nombres de una saga espiritual encabezada por Abraham ben Yitshac de Narbona que fue la propulsora o aglutinadora de esa reelaboración. Se dice de este cabalista que siendo presidente de la corte rabínica de Provenza y un gran talmudista, heredó la esencia de su tradición –recibida en parte según nos refiere G. Scholem de Yehudá ben Barzilay de Barcelona–, pero que nunca la reveló en sus escritos sino que la transmitió oralmente a su pequeño círculo, y especialmente a su hijo Abraham ben David.

Pero el personaje más conocido de esta familia es sin duda el descendiente de Abraham ben David, Isaac, apodado el Ciego, no tanto porque le faltara la visión de lo perceptible por los sentidos (lo cual nunca se podrá llegar a comprobar) sino porque simbólicamente fue tan grande la riqueza de la luz interior que ‘concientizó’ en sus experiencias de orden cosmogónico que su exceso lo cegó, abriéndose así la puerta hacia la inconmensurable realidad de lo que está más allá del Cosmos, de lo metafísico, que es de lo que se impregnan todos sus escritos y muchas de las enseñanzas que legó a sus discípulos. Isaac nació probablemente en Posquières o en Narbona y murió hacia 1235. Poco más se sabe de su vida individual, como suele ser habitual entre los iniciados judíos que llevaban una existencia al margen de la comunidad y dedicada íntegramente a la contemplación, al estudio de su tradición y a la transmisión de la doctrina a unos pocos adeptos cualificados. A estos sabios se los llamaba perusim, que significa apartados o separados, lo cual no quiere decir que vivieran ajenos al mundo, sino que supieron aprovechar las condiciones propicias para la concentración que les procuraba aquel modo de vida, y así se liberaron de las ataduras y esclavitudes de lo pasajero y perentorio, y pudieron sumergirse en las más profundas investigaciones sobre el ser humano y el universo, o el Mundo en su sentido más amplio. Tal como refiere Isaac en uno de sus manuscritos, el paso primero y principal en esta senda de Conocimiento es entregarse sin restricciones mentales de ningún tipo:”

Y de acuerdo con su afirmación... se prosternan: la prosternación es como uno que deja aparte sus cualidades y no se ocupa de nada más que del pensamiento, se vincula al Pensamiento, exalta el pensamiento y somete al cuerpo para reforzar su alma.12

“Todas estas producciones de Provenza –el sagrado Bahir, las especulaciones de Isaac el Ciego y su familia y las del círculo Iyyún– no quedaron encerradas en esa región, sino que su influencia se expandió al otro lado de los Pirineos, de tal manera que a lo largo del siglo XIII emergió en la ciudad de Gerona (urbe con una comunidad judía numerosa y de gran peso socio-cultural y político) un núcleo de cabalistas encabezados por Ezra, Azriel y Nahmánides (conocido también con el nombre de Bonastruc Saporta) que digirieron la savia nutricia recibida del norte y la devolvieron multiplicada. Mopsik, en su tratado Cabale et cabalistes, refiere que ese flujo intelectual esotérico se propagó hasta la pequeña ciudad catalana de este modo:”

Rabbí Acher ben David, nieto de R. Abraham ben David y sobrino de R. Isaac el Ciego, es en efecto uno de los raros cabalistas conocidos que estuvo activo en Provenza en el primer tercio del siglo XIII, cuando los primeros escritos cabalísticos vieron la luz. Su obra principal, el Libro de la Unidad, es el primer tratado cabalístico completo que nos ha llegado. G. Scholem afirma que R. Acher ben David fue la principal correa de transmisión de la enseñanza de las doctrinas místicas provenzales a Gerona.13

Pregunta: ¿Qué cabalistas en España recibieron esta influencia de Provenza?

M. V.: “De la escuela española se destacan Azriel de Gerona, directamente emparentado con las enseñanzas de Isaac el Ciego y su familia, es decir con la Cábala de Provenza, y que junto con Ezra y luego Nahmánides en Barcelona y Abulafia en Aragón configuran una escuela que fue recibida por los grupos de Castilla y produjo autores tan brillantes como Chiquitilla y Moisés de León, todos ellos aunados en la doctrina de la Cábala”.14

Pregunta: Me gustaría que me hicierais una síntesis sobre estos cabalistas de la escuela española, o de alguno de ellos. Si os parece, empecemos con Azriel. ¿Quién fue Azriel de Gerona y cuáles fueron los principales temas que abordó en sus comentarios cabalísticos?

F. G.: “Acerca de este iniciado nos dice un historiador y experto en literatura medieval judía llamado, G. Sed-Rajna en el prólogo del Comentario sobre la liturgia cotidiana:”

En lo que respecta al maestro, Azriel aparece como un pensador de envergadura dotado de una poderosa originalidad. Su horizonte intelectual sobrepasa ampliamente los dominios de su propia tradición; se muestra informado de las corrientes de pensamiento contemporáneas, exteriores a la Cábala, donde numerosos elementos reaparecen en sus trabajos, armoniosamente integrados en su sistema. Su estilo, sus expresiones, son remarcablemente ricas; su vocabulario contiene muchas expresiones novedosas o revestidas de una significación nueva. La misma forma de sus tratados varía en función del sujeto o del medio al cual se dirige. Se interesa apasionadamente por las cuestiones metafísicas, que dominan todo su pensamiento, y dota a la joven teosofía de una estructura intelectual con fuertes tintes de neoplatonismo. Entre los cabalistas, puede que ningún autor enuncie de una manera tan finamente matizada las definiciones doctrinales, de entre las cuales, las más importantes, pertenecen a la pluma de Azriel, desarrolladas de una forma siempre inédita.

“De sus escritos destacamos: el Comentario al Sefer Yetsirah, El Pórtico del Interrogador, el Comentario sobre la Unificación del Nombre, el Comentario sobre la liturgia cotidiana, otro Comentario sobre las leyendas talmúdicas, El camino de la fe y el camino de la herejía, así como un conjunto de tratados cortos de los que Scholem da referencia en su libro Grandes temas y personalidades de la Cábala.15

Citaré un breve comentario de Azriel sobre el Sepher Yetsirah:”

[Bendito Sea Aquél] Que Ha Dicho: Él ha proferido las letras que constituyen la esencia del mundo;
Quien Obra: las permutaciones de las letras que constituyen el fundamento de las criaturas;
Y Dice: es decir: nombra;
Y Obra: por la permutación de los nombres, Él los hace pasar de la potencia al acto,
Quien Decreta: determina y establece los límites;
Y Hace Subsistir: a la potencia que se expande más allá de su límite, Él le dice ‘basta ya’, y la establece conforme a su límite y la refuerza.

“Y en otro texto que también me parece interesante, llamado El Pórtico del Interrogador, del mismo autor, formulado a modo de preguntas y respuestas sobre el Conocimiento y la estructura cósmica, ya se enuncia lo siguiente refiriéndose al Modelo del Universo, lo que parece es lo mismo que tanto Nahmánides como Ezra expresaron en sus escritos, aunque algunos de estos comentarios, al igual que muchos de los de la época, se supongan perdidos o simplemente aún no ha llegado el momento de traducirlos y publicarlos como se ha comenzado a hacer con el renacimiento de la Cábala del siglo XX que esperamos se prosiga en este siglo, especialmente en Sefarad, de la que la Cábala de Gerona es, junto con la de Castilla, un núcleo fundamental. En este escrito ya se ve que el Árbol de la Vida, estructura teogónica en cuatro (o tres) niveles o mejor mundos, está siendo revelado:”

El interrogador insistirá aún: ¿En qué consiste la esencia de las sefirot?
Respuesta: La esencia de las sefirot se identifica tanto con una cosa como con su opuesto pues, si no hubiera en ellas una fuerza indiferenciada, no tendrían la capacidad de ejercer su influencia sobre todo lo que existe.
Y si el interrogador aún preguntara: ¿Cuáles son sus nombres, su orden y su posición?
Respuesta: El nombre de la primera es Altura Superior (Rom Ma’alah) porque está por encima de nuestra capacidad de investigación. La segunda se llama Sabiduría (Hokmah) porque es el comienzo de la actividad intelectual. La tercera se llama Entendimiento (Binah) y hasta ella se extiende el mundo del intelecto. La cuarta se llama Amor (Hesed). La quinta se llama Temor (Pahad). La sexta se llama Armonía (Tif’eret), hasta ella se extiende el mundo del alma. La séptima se llama Eternidad (Nesah). La octava se llama Majestad (Hod). La novena se llama Justo Fundamento del Mundo (Sadiq Yesod ’Olam). La décima se llama Justicia (Sedeq) y hasta ella se extiende el mundo del cuerpo.
Si el interrogador pregunta de nuevo: Ya me enseñaste sus nombres, su lugar, su orden; ya me dijiste que la Justicia recibe la fuerza de todas las otras. Explícame ahora cómo es posible que cada una de ellas pueda vertirse [hacia las otras] y recibir [el fluido que proviene de las precedentes].
Respuesta: Debes saber que el objetivo de toda emanación es el de testimoniar la unidad de En-Sof. Si el receptor no estuviera unido al emisor y viceversa, y si ambos no se reunieran en una fuerza única, nosotros no podríamos saber que los dos forman una fuerza única. Sólo gracias a su unidad se puede conocer ese poder de unificación. Y dado que es evidente que existe una fuerza unificadora revelada, a fortiori [se nos enseña] que no se debe meditar sobre lo que está oculto. Entonces, cada una de las sefirot cumple al mismo tiempo la función de emisor y de receptor.16

Pregunta: En esta ocasión tomará la palabra Mireia, ¿qué destacarías de Ezra de Gerona y de Nahmanides? ¿Qué aportaron estos cabalistas a la Cábala y al pensamiento judío?

M. V.: “Ezra, que era un destacado miembro del círculo de cabalistas de Gerona –supuestamente suegro de Azriel, aunque como ya se ha dicho otras fuentes sostienen que eran cuñados–, glosó uno de los escritos más breves y de profundo contenido esotérico y metafísico de la Biblia, el Cantar de los Cantares, atribuido al sabio rey Salomón. Tal como Ezra nos advierte en el primer proemio:”

En este texto (...), a partir del momento que posees por saber y por tradición las ideas generales, no debes preocuparte por sus detalles. Por un gran esfuerzo mental no lograrás sino perderte en vanos discursos y exponerte a numerosos tropiezos. Déjate penetrar por esta recomendación.17

“En realidad todo este Comentario al Cantar de los Cantares es una incantación constante a la diosa Sabiduría, Hokhmah, vista como ‘la nada de la que emanan todas las entidades’. De ella fluye la luz, símbolo de la ‘luz suprema que ya existía en la potencia suprema’, la cual será derramada en cada mundo o plano del Ser en la forma simbólica de diez esferas diáfanas unidas por senderos igualmente luminosos, y su resplandor no disminuirá con la emanación, sino que brillará en todas y cada una de sus producciones, pues el Principio es inmanente en toda su manifestación y nada hay fuera de él.”

A partir de la emanación de la Sabiduría y de su fulgor, Él difundió la luz primordial; de aquí ha emanado la luz, verdad ésta que el Génesis Rabba formula así: “¿De dónde fue creada la luz? Dios se cubrió con un manto e hizo irradiar de Él el fulgor, desde una extremidad a otra del universo”.

“Aquél que se ha adentrado por las vías, nombres y numeraciones luminosas de ese cuerpo de luz que es el universo, no aspira sino a identificarse plena y permanentemente con todos los matices de esa irradiación, y reunirlos en todo momento en su esencia única.18

Por otra parte, Nahmanides fue también un influyente cabalista nacido en Gerona. Su producción literaria es muy extensa y toca muchas ramas del saber, pero en lo referente a la Cábala siempre se mostró muy reservado y poco predispuesto a poner por escrito una doctrina que estimaba debía transmitirse de forma oral. De los pocos textos que fijó sobre este punto de vista interior destacamos el Comentario al Pentateuco (que sepamos, no traducido todavía del hebreo), el Comentario al Sefer Yetsirah (del que sólo nos ha llegado el primer capítulo), así como algunos sermones y homilías que traslucen veladamente las enseñanzas esotéricas. Nahmánides estuvo vinculado a Ezra y sobre todo a Azriel, pero también se sabe que recibió parte de su formación en Barcelona a través del maestro Yehudah ben Yaqar y que ciertos aspectos de la corriente de Provenza le llegaron por Yishaq Trinquetaille.

En el capítulo que se conserva sobre su Comentario al Sefer Yetsirah se percibe la sutileza con que este cabalista se adentra en los arcanos de su tradición, y lejos de repetir literalmente lo que ha recibido de sus maestros, regala las primicias de sus meditaciones y experiencias fundamentadas en el ‘Libro de la Formación’. Empieza así:”

Con treinta y dos senderos. Se trata de las diez sefyroth y de las veintidós letras. Las letras finales Mem-Nun-Tzade-Peh-Khaf, las debemos a los profetas y no entran en el cálculo de treinta y dos.
A pesar de que hemos incluido y contado las diez sefyroth en el conjunto de las letras, ellas no son como las letras sino que constituyen la interioridad de éstas; son algo invisible que se encuentra dentro de las letras, exteriorizándose con ellas al unísono, por una vía única, a través del espíritu y del cuerpo.
El número treinta y dos es una alusión al corazón, y el corazón es la Voluntad, tal como lo expresa el versículo “¿Es tu corazón tan recto como el mío, como el mío lo es con el tuyo?”. Todas y cada una de las cosas existentes deben su existencia a la Voluntad que se encuentra en ellas. Si se produce una inversión de Voluntad se provoca el retorno al origen inicial, como si alguien aspirara, atrayendo hacia sí mismo su propio soplo.
El principio de la Torah y su fin están en las letras Beth –de Ber’eshith– y Lamed –de Israel– es decir que el retorno del objeto a su verdadero propietario, la unión con la tierra, es la desaparición total. “Total” se ha traducido en arameo como “Eternidad absoluta”, lo que indica que se encuentra fuera del alcance del conocimiento humano.
Senderos. Son vías tan sutiles que el hombre que inicia su marcha por ellas no puede ver hacia dónde se dirige. Por esta razón, el Sefer Yetsirah no dice “caminos”, ya que éstos son anchos y despejados. Quien se encuentra en un cruce de caminos puede abarcar con su vista el lugar hacia donde marcha, lo que es imposible en dichas vías, a causa de su sutilidad. A ello hacen referencias las Escrituras diciendo: “Deteneos en los caminos y ved. Preguntad acerca de los senderos del mundo”. En dicho versículo, los caminos están relacionados con la visión y los senderos se asocian a la interrogación.

“De entrada, el recién iniciado en los misterios de la Cábala reconoce su enorme ignorancia; en el centro de su corazón se abre un gran interrogante y se agolpan las preguntas en tropel: ¿Quién soy? ¿Qué es el mundo? ¿De dónde surge? ¿Hay un orden que lo conforma? y, ¿Cuál es, cómo aprehenderlo? ¿Quién se formula estas cuestiones? ¿Quién contesta? ¿Quién enseña? ¿Quién aprende? ¿Quién es el maestro? ¿Quién en el origen? ¿Y antes...?”19

Pregunta: ¿Qué cabalistas destacaron en Castilla debido a la expansión de la Cábala en esa región y que pondríais de relieve acerca de ellos?

F. G.: “Después de la eclosión de la Cábala catalana en el siglo XIII, es a finales de éste que surgen tres grandes cabalistas en Castilla que son: Joseph Chiquitilla, o Gikatilla, Abraham Abulafia y el autor presunto del Zohar, Moisés de León (Moseh ben Sem Tob de León).

Sobre la vida de Abraham Abulafia (Zaragoza 1240, Comino s/f) está íntimamente relacionada con su propia Cábala ya que va percibiendo en diferentes momentos de su existencia y en distintos lugares diversas revelaciones, comenzando por su peregrinación a Palestina y el cercano Oriente buscando el mítico río Sambation, al que pretendía cruzar pues ello era considerado la búsqueda de las diez tribus perdidas de Israel, y siguiendo con las estadías en países y ciudades europeas (Tudela, Grecia, Italia, Verona, Cataluña, Castilla, Francia, Sicilia, Comino). De ese modo se le fueron dando paulatinamente las ideas fundamentales que irán conformando sus trabajos, vinculados con una serie de métodos, análogos a los de otras tradiciones, desarrollados posteriormente, de manera oral y en sus escritos. Esta posibilidad de lo que Abulafia llamaba en su grado culminante la profecía –o sea el más alto grado de iniciación en otros sistemas metafísicos– y que pudiera ser equiparado con la deificación del adepto, es decir con ideas posiblemente mesiánicas, no ha gozado generalmente de la aprobación de las autoridades exotéricas.20

Moshe Idel, extraordinario erudito, en su libro L'Expérience mystique d'Abraham Aboulafia establece una diferencia tajante entre la llamada Cábala teosófica y la extática (o lingüística), esta última encabezada por Abraham Abulafia que en sus muchos viajes por el Mediterráneo enseñó a numerosos discípulos, lo que explica su gran difusión posterior.

Así lo explica Abulafia en un fragmento del Séfer sitrê Tora:”

Es una cosa bien clara y conocida de todos los sabios versados en la Toráh –los cabalistas–, y que tampoco es ignorada por los verdaderos filósofos, que al hombre le ha sido dada una entera libertad, sin ningún factor de necesidad o de violación (de esta libertad); pero existe en el hombre una fuerza humana conocida con el nombre de “fuerza del despertar del sí mismo” y es la que despierta su corazón a actuar o no. Según esto el hombre halla en su corazón la fuerza que arbitra y decide, entre estas dos fuerzas contrarias, cuál de las dos lo conducirá y pondrá en movimiento los miembros que cumplirán las buenas o malas acciones. Es este principio el que explica que el hombre esté siempre en lucha, y que se bata con los pensamientos que habitan en su corazón, y son estas dos primeras fuerzas opuestas las que inician todo el encadenamiento de sus numerosos pensamientos, como dice el Sefer Yetsirah “El corazón del alma es como un rey en guerra…” El hombre posee estas dos formas denominadas ya sea inclinaciones, o fuerzas, o ángeles, o pensamientos, o imágenes o de cualquier otra manera como quieras designarlas. De hecho, la intención es una y única, y lo esencial es llegar a [sentir] su existencia y conocer verdaderamente su esencia por las pruebas tradicionales o racionales, y distinguir entre sus dos maneras de ser, y comprender el gran foso que las separa según su grado, y saber si ambas no son sino una misma realidad, o dos realidades combinadas, y si son separables o no pueden separarse. Pues no es sino viendo su combate en nuestro corazón que conoceremos [efectivamente] que son dos y que actúan una sobre otra, y una en función de la otra, y es por ello que hay un tiempo para ésta y un tiempo para la otra; y para el instante, no hay sino un pequeño punto indivisible, que dura menos que un guiño, lo que se explica alusivamente por la expresión “hay un tiempo de Dios que es como un guiño”.21

Y sobre Moisés de Leon, como he dicho antes, se le considera el autor del Zohar, que “significa Esplendor o Resplandor (fulgor), y da nombre a uno de los libros fundamentales de la Cábala escrito en Sefarad en el s. XIII. Pese a que es conocido como obra anónima su paternidad parece deberse a Moisés de León, un copista castellano.22

En este libro de libros se re-escriben de muchas maneras posibles las verdades eternas, siempre asombrosas e impactantes, las cuales van encaminadas a rescatar al ser humano del error y la ignorancia y a introducirlo en el esplendor de la conciencia del Santo, bendita sea, que como ya hemos ido intuyendo tiene muchas estancias y recámaras.23

Dice un pasaje del Zohar:”

Desdichados los pecadores que miran a la Torah como simples cuentos acerca de las cosas del mundo, y sólo ven así las vestiduras externas. Pero los justos, cuya mirada penetra hasta la Torah misma, dichosos sean. Y tal como el vino debe conservarse en un odre, así la Torah debe estar contenida en una vestidura exterior. La vestidura está hecha de los cuentos e historias; pero nosotros, debemos penetrar más allá.24

“En la tradición judía, la figura del justo, que en un sentido es la del cabalista, se relaciona con aquel ser humano que penetra e identifica en su interioridad esas dos tendencias, y al mantener una actitud totalmente guerrera, no se doblega a la presión de lo oscuro o descendente, sino que busca el sendero luminoso y ascendente, simbolizado por la derecha, como muestra este fragmento del tomo III del Zohar:”

Ven y mira: El Santo, bendito sea, modela al hombre para que se fortifique por la Torah y para que marche sobre el camino de la verdad, para que encuentre el lado derecho y no el lado de la izquierda. Y puesto que les incumbe marchar sobre el lado derecho, [los hombres] deben aumentar el amor recíproco, hacer que no haya odio entre ellos, para no renegar de la derecha, que es el lugar al que se adhieren los israelitas.25

M.V.: “De Joseph Chiquitilla diremos que había sido discípulo de Abulafia y junto con él practicaron la cábala del lenguaje, es decir que trabajaban con las letras del alfabeto hebreo en operaciones de gematrianotarikon y temurah, o sea el Tseruf. Esto implicaba infinidad de combinaciones, ya que las letras del alfabeto hebreo –como las del griego– tienen asignadas distintas numeraciones que son también cantidades, que relacionadas entre sí, ofrecen una expresión de posibilidades para quien quiera laborar con ellas. Este tipo de especulación ha sido en gran parte la labor de Ramón Llull en su Arte Combinatoria, sin proponer una influencia directa de Chiquitilla, o mejor aún de los métodos de Abulafia.

En cambio Chiquitilla y Moisés de León no insistieron tanto en estas combinaciones y cálculos sino que respetando a la Cábala lingüística la aplicaron a la teoría de las emanaciones o sefiroth. Es decir, le dieron una posibilidad teosófica al profundizar sobre la cosmogonía y las emanaciones o Nombres Divinos, los que agregan indefinidas proyecciones, sobre todo a partir del Sefer Yetsirah. La Cábala lingüística o sea la metafísica del lenguaje es para ellos un complemento de la concentración sobre los Nombres Divinos siguiendo en esto a la escuela de Provenza y Gerona.

Chiquitilla escribió en el tercer cuarto del siglo XIII un tratado extraordinario llamado Puertas de Luz (Sha'aré Orah) donde nombra las sefiroth en orden inverso al que normalmente son expuestas, ya que casi todos los diversos textos anteriores desarrollan las sefiroth como la emanación del Principio Supremo en diversas etapas igualmente sagradas hasta llegar a la Reina-la Novia, es decir, Malkhuth, el receptáculo de todas ellas. Inversamente, Chiquitilla emplea en este texto el camino ascendente, o sea, de Malkhuth a Kether. Hoy la investigación ha descubierto cuatro manuscritos anteriores del autor sobre el tema, más bien tres, pues uno de ellos constituye un libro también importante en la obra de Chiquitilla llamado Las Puertas de Justicia (Shaaréi Tsédéq) y por lo tanto el autor ya estaba totalmente interiorizado con los temas que Puertas de Luz trata.

Charles Mopsik sintetiza con exactitud Puertas de Luz en un capítulo que llama “Estructura y dinámica del mundo divino” de su obra sobre El Secreto de la Unión de David y Betsabé, también de Gikatilla.”

En unas pocas líneas, muy densas, Yoseph Chiquitilla expone la quintaesencia de la doctrina teosófica y teúrgica de la Cábala. Como es sabido, el mundo de la emanación está constituido por una sucesión de diez sefirot, llamadas aquí “niveles superiores”. Esas sefirot se encuentran conectadas unas a otras y el derramamiento divino que les confiere la existencia procede de la primera de ellas, la fuente de la emanación, llamada Corona suprema que nuestro autor identifica en su libro Las Puertas de la Luz (capítulo 10) con el Infinito. Raíz primordial situada en la cima de la jerarquía, esta sefirah vierte su influjo vivificador en el “tronco del árbol” de las emanaciones, la sefirah Tif’eret, también llamada “nombre” o “gran nombre”, porque está representada por el Tetragramatón (YHVH). Todas las sefirot se entroncan en este eje central como sendas ramificaciones, transmitiéndose el fluido divino unas a otras por medio de las conexiones que las unen, y que se llaman canales. El conjunto de los “niveles” de la emanación suma diez, pero constituye una perfecta unidad gracias a una pareja o díada de “funciones” dinámicas que mantienen su cohesión y se identifican a su vez con cada una de ellas, funciones denominadas “derramante y recipiente”. Es así como cada sefirah cuenta con dos facetas o rostros; por uno recibe el influjo existenciador de la sefirah situada encima de ella, y por el otro derrama su influjo en la que se sitúa por debajo. La presencia de la estructura dual, por la cual los diez grados de la emanación son sólo uno, autoriza a Yoseph Chiquitilla a afirmar lo siguiente: “Todas las carrozas y todos los niveles de la emanación obedecen a la forma derramante-recipiente y ése es el secreto de la androginia”.26

Pregunta: ¿Por qué Safed se volvió un centro importante de la Cábala en el siglo XVI?

F. G.: “La Cábala se extiende en tres corrientes distintas pero interrelacionadas a través del Renacimiento. Primero la corriente Judía, que surge en el norte de España y el sur de Francia en los siglos XII y XIII, luego se expande por Europa en el siglo XVI, mientras se ‘radicalizaba’ por medio de la ‘comunidad sagrada’ en Safed, en el Medio Oriente. El curso de la Cábala, mediante la cultura de la purificación, la exaltación y el ‘Paraíso Ahora’ de Safed, había sido cambiado profundamente y en una dirección mesiánica.27

El traductor al francés, del tratado La Dulce Luz, (’Or Né’érab) de Cordovero, Schmouel Ouziel, expone en su introducción hablando de la ciudad de Safed en Galilea:”

A diferencia de Jerusalén, que tenía gran importancia a los ojos de los musulmanes, Safed se benefició del poco interés que despertaba en ellos, y su comunidad no tuvo que sufrir el odio religioso que constituía la suerte de los habitantes de la ciudad santa. Esta coexistencia tranquila atrajo a los judíos, exiliados de España y de otras partes, que buscaban una vida religiosa intensa y una cómoda situación económica. Su llegada masiva provocó una profunda y rápida transformación de la comunidad local.
Hasta 1492, la mayor parte de la población judía estaba constituida por norteafricanos o por musta’arabim, es decir judíos que habían permanecido en Palestina desde siempre, y muy influenciados por la cultura árabe, sobre todo en el plano lingüístico; en cuanto a los españoles, no representaban sino una minoría muy pequeña. En 1516, la conquista turca implica para los judíos un giro favorable. De religión sunnita, los turcos son relativamente tolerantes y su represión del bandidismo beduino restablece un clima de seguridad en la región. Comienza entonces una ola de inmigración. Antiguos y nuevos arribantes se organizan separadamente de acuerdo a su país de origen, poseyendo cada grupo su sinagoga y sus dirigentes. Es así como se multiplican yeshibot, escuelas y asociaciones de ayuda mutua y beneficencia. Por su parte, los judíos autónomos rechazan en un primer momento unirse a los recién llegados, sospechosos a sus ojos de haber practicado en España el culto cristiano. Pero con el aumento de la inmigración, se dejan influenciar progresivamente e incluso adoptan algunas costumbres españolas. El movimiento prosigue: en 1521, españoles y portugueses representan ya un cuarto de la población judía; en 1570 constituyen su aplastante mayoría. A partir de entonces, los musta’arabim dejan de tener cualquier clase de influencia sobre la vida religiosa de Safed y, debido a ello, terminan por ocupar el grado más bajo en la escala social: reunidos en torno a una sola sinagoga, continúan practicando sus costumbres y estudiando en árabe.
Safed se caracteriza entonces por una maraña de diferentes comunidades: a los autóctonos y a los españoles divididos en castellanos, cordobeses, catalanes, se añaden los judíos italianos, húngaros y portugueses.28

“El tema del ‘exilio’ del pueblo de Israel que se ha actualizado en diferentes épocas históricas tiene aquí una nueva faz en el destierro de España, sin embargo, esta es una imagen del ‘exilio’ del ser humano apartado del seno de Dios, por lo que el hombre después de haber caído debe penar en la tierra; todo esto sucede en el alma del ser humano y por lo tanto mayor es el ‘exilio’ con sus problemas y adversidades, ya que no sólo es un peregrinaje en este mundo sino el peregrinar del alma en busca del espíritu, es decir de su Primera Identidad. La historia del pueblo de Israel es igualmente una imagen de la búsqueda humana del Sí Mismo”.29

Detenemos por ahora esta entrevista y dejamos abierto para otra ocasión el recorrido de la Cábala por Safed, ciudad situada en el norte de Israel conocida por su rica historia como centro clave de la mística judía a partir del siglo XVI. Reconocidos cabalistas como Moisés Cordovero, Elijah de Vidas, Isaac Luria, Hayyim Vital, entre otros, tuvieron una influencia significativa en el desarrollo y la difusión de enseñanzas cabalísticas desde esa región.

Nos despedimos, no sin antes agradecer a Federico y a Mireia el compartir con todos nosotros esta apasionante síntesis de un tema tan amplio como es el de la Cábala, su influencia y la vida de los cabalistas más destacados de la Edad Media. Reconociendo que la Cábala, al igual que otras tradiciones esotéricas, son una manifestación de distintos aspectos de una única realidad. “Ellas son los rayos que conducen al Cubo o Centro, donde está ubicada la Tradición Unánime, de la cual no han dejado de ser testigos los sabios e iniciados de todo tiempo y lugar”.30

NOTAS
* La autora ha imaginado esta entrevista con Federico González y Mireia Valls y se ha permitido algunas licencias literarias a la hora de redactarla. Todas las respuestas a las preguntas son extractos del libro que ambos escribieron, Presencia Viva de la Cábala. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2006; también en versión íntegra on-line, cuya referencia se da en todas las notas que siguen.
1 Federico González y Mireia Valls. Presencia Viva de la Cábala II. La Cábala Cristiana. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2007. Ir a la fuente.
2 Tseruf: Ciencia de las combinaciones y permutaciones de las letras, de las numeraciones que les corresponden y las ideas que expresan. Constituida por: Gematria, o sea la forma del Tseruf que interpreta y relaciona las palabras del texto sagrado según los valores numéricos de las letras que las constituyen. Notarikon: Forma del Tseruf que combina letras iniciales o finales de distintas palabras del texto sagrado, o forma frases a partir de las de una palabra. Temurah: Forma del Tseruf que lee en el texto sagrado permutando las letras según reglas precisas. Federico González y Mireia Valls. Presencia Viva de la Cábala, op. cit. Ir a la fuente.
3 Federico González y Mireia Valls. La Cábala del Renacimiento. Nuevas Aperturas. (Con Antología de Textos). Mtm editores, Barcelona, 2007. Ir a la fuente.
4 Federico González y Mireia Valls. Presencia Viva de la Cábala, ibid. Ir a la fuente.
5 Ir a la fuente, ibíd.
6 Federico González y Mireia Valls. La Cábala del Renacimiento. Nuevas Aperturas. (Con Antología de Textos), op. cit. Ir a la fuente
7 Federico González y Mireia Valls. Presencia Viva de la Cábala, ibid. Ir a la fuente
8 Ir a la fuente, ibid.
9 Ir a la fuente, ibid.
10 Ir a la fuente, ibid.
11 Ir a la fuente, ibid.
12 Ir a la fuente, ibid.
13 Ir a la fuente, Ibid.
14 Federico González y Mireia Valls. Presencia Viva de la Cábala II. La Cábala Cristiana, op. cit. Ir a la fuente
15 Federico González y Mireia Valls. Presencia Viva de la Cábala, ibid. Ir a la fuente.
16 Ir a la fuente, ibid.
17 Ir a la fuente, ibid.
18 Ir a la fuente, ibíd.
19 Ir a la fuente, ibid.
20 Ir a la fuente, ibid.
21 Ir a la fuente, ibid.
22 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Zohar (hbr.)”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. Integramente en versión on-line: Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos.
23 Federico González y Mireia Valls. Presencia Viva de la Cábala, ibid. Ir a la fuente.
24 Ibid.
25 Ir a la fuente, ibid.
26 Ir a la fuente, ibid.
27 Federico González y Mireia Valls. La Cábala del Renacimiento. Nuevas Aperturas. (Con Antología de Textos), ibid. Ir a la fuente.
28 Federico González y Mireia Valls. Presencia Viva de la Cábala, ibid. Ir a la fuente.
29 Ibid.
30 Federico González y cols. Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Revista SYMBOLOS nº 25-26, Barcelona, 2003. Integramente en versión online: Introducción a la Ciencia Sagrada.
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