SYMBOLOS

Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis

A PROPÓSITO DEL COMENTARIO SOBRE
EL CANTAR DE LOS CANTARES

DE EZRA DE GERONA

CARLOS ALCOLEA

Este cabalista perteneciente al grupo de los de Gerona dedicado al estudio de su tradición y a transmitir la doctrina a los adeptos cualificados, se propone explicar el que a su parecer es el texto de entre todos los de la Biblia que contiene mayores misterios y guarda secretos preciosos dignos de veneración. Con lo que de entrada está señalando el profundo contenido esotérico y metafísico revelado a través de la energía Erótica que toma formas vinculadas con la transmisión, la ignorancia y la sabiduría, al decir de Sócrates en el Banquete de Platón.

No es de extrañar entonces la atracción insondable que experimenta el alma humana si se adentra sin prejuicios en este más que hermoso canto poético, breve, pero de una intensidad y belleza que sobrepasan el genio humano “capaz de reverberar a su medida y en su plano los efluvios del Verbo creador que se expresa mediante la música de las esferas, la poesis, la arquitectura, la escultura y las ciencias de los ciclos y ritmos en general”.1

En este sentido, justo es reconocer que detrás de esta sublime arquitectura musical representando la irrevocable atracción entre dos opuestos complementarios y la explícita rotundidad con que se expresa la bendita cópula, o matrimonio sagrado del Cielo y la Tierra, o del alma y el espíritu en el propio corazón del ser, análogo al del mundo –hierogamia donde las haya–, se encuentra “el espíritu celeste inspirado por la deidad e hijo de Afrodita acuciado por la necesidad de unir las cosas entre sí, estrechamente vinculado a la Necesidad (de conocer)”.2 Necesidad que observamos en Ezra, un loco de Amor a la Vida y al Conocimiento, quien reconoce haber escrito el presente Comentario sobre el Cantar de los Cantares en la medida de sus fuerzas y según la tradición recibida de sus maestros, o sea, con las luces que le han sido dadas: activamente pasivo –receptivo– respecto a las influencias espirituales, y pasivamente activo respecto a la creación formal, cooperando con la regeneración del Cosmos por el Verbo encendido y asistiendo a la expansión e influencia del conocimiento esotérico encarnado en sabios como Isaac el Ciego perteneciente al círculo de cabalistas provenzales, que nutrirá el núcleo gerundense encabezado por Ezra, Azriel y Nahmánides.

La unión entre ambos centros fue muy estrecha, no sólo porque la doctrina se transmitió de forma horizontal a través de la enseñanza oral y de los escritos y cartas que circularon entre ellos, sino porque muchos de sus integrantes recibieron una influencia espiritual vertical vehiculada por Elías –que en el esoterismo judío es una entidad intermediaria análoga al mítico Hermes Trismegisto alejandrino, al Hermes griego o al Mercurio romano, deidad universal que con diferentes nombres está presente en todas las culturas y pueblos y que cumple idénticas funciones instructoras e iniciadoras– y que los religó por lo más alto.3

Ezra advierte entre los comentaristas tres modos de interpretar los textos sagrados: el literal, el alegórico y el simbólico o cosmogónico. Modos que están relacionados con la disposición que presenta el modelo cabalístico del Árbol de la Vida, un mandala del Cosmos análogo al ser humano –microcosmos–, representado por diez esferas –sefiroth– dispuestas en cuatro niveles, simbolizando otros tantos planos de la realidad, a saber: el plano de la creación material sujeto a la percepción de los sentidos –lectura literal–; por encima de este se encuentra el plano relativo al mundo de la psique, vinculado con la idea de las Aguas Inferiores correspondientes al mundo especular –lectura alegórica–, reflejo del mundo arquetípico, las Aguas Superiores representadas por el elemento aire en correspondencia con su naturaleza sutil –lectura simbólica o cosmogónica–. Conviene saber que ambas, las Aguas Inferiores y las Superiores están paradójicamente separadas y unidas por la superficie donde se tocan sin confundirse, y así mismo que ambas realidades son por Naturaleza los dos aspectos jerarquizados del alma, que ejerce de intermediaria entre el cuerpo y el espíritu, el cual está en correspondencia con la triunidad de principios que conforma “las realidades ontológicas, referidas al conocimiento del Ser Universal, precediendo por tanto a la manifestación y progresiva solidificación de todas las cosas”.4 Más allá, En Sof, el No Ser, la Posibilidad Universal, mientras que la afirmación de esa posibilidad es lo que se conoce como el Ser, la Unidad, “la primera determinación, que lleva en sí todas las posibilidades de desarrollo que se sintetizan en ella”.5

Ezra hace tres observaciones preliminares a fin de instruir al buscador y aclarar su inteligencia: la primera se refiere a la forma poética del discurso expresado mediante parábolas y la necesidad de desentrañar lo que oculta de simbólico, distinguiéndolo de lo alegórico y lo literal representado en determinadas particularidades, necesarias en la medida en que cohesionan y dan coherencia al discurso. Y lo ilustra con el versículo “Que me bese con los besos de su boca” (Cant I, 2) diciendo que el besar es la adhesión del alma que se identifica con lo conocido mediante el acto de besar, mientras que el hecho de explicitar “de su boca” es el complemento que cohesiona y da coherencia al sutil significado del discurso.

A estas alturas se habrá advertido que el Cantar de los Cantares no es de fácil lectura, en primer lugar porque se trata de un lenguaje fundamentado en un conocimiento hoy por hoy encriptado –más adelante se explica la causa por la que es así–, que hace necesario recibir una enseñanza doctrinal como herramienta imprescindible con la que poder desbrozar un camino lleno de obstáculos en forma de incomprensiones y dudas que el propio proceso irá aclarando si hay una perfecta conformidad con la voluntad divina. Esto no puede uno hacerlo por sí mismo, sino por la Gracia luminosa recibida en el alma que disuelve las intenciones particulares de la propia voluntad enfocada en las cosas mundanas debido a un aprendizaje equivocado. Sin resistencia, la Luz y la Gracia manifiestan el esplendor en las tinieblas que es el ser criatura.

…a partir del momento que posees por saber y por tradición las ideas generales, no debes preocuparte por sus detalles. Por un gran esfuerzo mental no lograrás sino perderte en vanos discursos y exponerte a numerosos tropiezos. Déjate penetrar por esta recomendación.6

La segunda observación preliminar está destinada a enseñar que el Cantar de los Cantares incluye una serie de términos y expresiones con sus respectivos valores numéricos que son las formas que adopta la Sabiduría en el juego de la Creación, unas veces como esencia derramada que exhala los más delicados aromas en jardines perfumados, otras como dulce vino, análogo al néctar, la ambrosía y el soma Hindú. Aunque también en la forma del fruto del “árbol de la ciencia del bien y del mal” que consume la pareja primordial en atención a lo que repta, e implica la expulsión –caída– del estado edénico en el que la deidad juega a ser hombre y se manifiesta como el ocultamiento de Sí al hacerse exterior. Por lo que la manzana simboliza igualmente la Gloria de la Presencia de acuerdo a lo que el autor dice saber por tradición, tal y como ocurre al mencionar la flor de lis y el lirio, así como los jardines donde habita la Presencia, que a nuestra forma de ver es la contraparte femenina de Metatron –jefe de las milicias celestes–, esto es, la Shekinah o inmanencia divina.

La tercera observación preliminar se concibe como una instrucción en correspondencia con la herencia esotérica y sus misterios iniciáticos, los que constituyen un corpus de ideas que toma la forma de una determinada doctrina tradicional con la que el autor está hermanado, al punto de focalizar dicha instrucción en aquellos textos que reconoce fundamentales para asimilarla e interpretarla como corresponde, de tal manera que algunas de sus potencialidades lleguen a efectivizarse, fecundando la vida al recibirla. La imagen de un pilar en el que todo se apoya y una estaca de la que todo pende, es decir, un eje que vincula lo de arriba con lo de abajo para obrar los milagros de una sola cosa, le es sumamente útil a Ezra como metáfora mediante la cual expresar la idea arquetípica de Unidad en la forma simbólica de una aparente dualidad complementaria, fundamento de la doctrina tradicional que debe ser enseñada y cuyo fin es reconocer el destino último al que está llamado a realizar el ser humano entre el No-Ser y el Ser.

…la “Tercera observación preliminar” que es una síntesis de todo el Comentario, Ezra empieza por referirse al más alto misterio que puede aspirar penetrar todo ser humano, a saber, la experiencia siempre posible y actual en la conciencia de ese estado de indiferenciación precósmica y la vivencia simultánea de cómo lo Innombrable o Infinito concentra en un punto de su seno sin fondo la posibilidad del Ser, dando lugar, si así pudiera decirse, a la primera dualidad, a la Androginia Primordial, principio de la aparente polarización que originará el Cosmos y cuyo despliegue estará siempre signado por la permanente conjugación de las dos corrientes sexuadas complementarias. El símbolo de la Androginia Primordial revela y vela en última instancia la verdad o realidad en sí inexpresable de la unión indisoluble sin confusión jerárquica del No-Ser y el Ser.7

Dicho lo cual, desde ya nos permitimos recomendar su lectura al tratarse de un mapa de ruta inteligente hecho con Sabiduría, pues recrea el orden arquetípico y el camino de ida y vuelta al Origen o Principio en el seno de lo que no tiene medida por ser infinito, es decir, la Posibilidad Universal que los cabalistas denominan No-Ser –mientras que el Ser sería la afirmación de dicha posibilidad, como ya se ha dicho en el párrafo referente a la nota 5–. Para muestra, así concluye el final de la tercera observación:

Todas las cosas toman su existencia, proceden y emanan del esplendor de la Sabiduría, y reciben de ella su bendición, constantemente y sin interrupción. Derivadas de ella y teniendo en ella el fondo de su subsistencia, todas las cosas no tienen sino un deseo, y no aspiran sino a elevarse y penetrar en las habitaciones íntimas del santuario, a extraer el agua de las fuentes de la Sabiduría.8

Penetremos pues en las benditas y secretas estancias de la Sabiduría, en la intimidad del Corazón donde se encuentran en esencia los más profundos misterios que vivifican la totalidad del ser individual, pudiéndose dar la inefable Gracia de tomar verdadera conciencia del Ser Arquetípico materializado en el ser individual. Es decir, la sagrada cópula de Kether con Malkuth que sacude el Cosmos y supone el advenimiento de la Gloria. Para mostrarlo de una vez no se nos ocurre mejor representación gráfica que la que nos brinda la doctrina esotérica, que entre sus distintas formas de una riqueza sin igual incluye la de un grabado cosmogónico que la sintetiza. Se trata del modelo del árbol cabalístico que nos está sirviendo como guía en este recorrido, al ser un método eficaz mediante el que visualizar un proceso que está fuera de toda medida y que implica un ascenso escalonado, gradual, que se inicia en el plano de la creación material figurado por la esfera 10 denominada Malkuth, el Reino, y que culmina en la Suprema identidad simbolizada por la esfera 1, denominada Kether, la Corona, de la que emana todo el Árbol Cósmico con sus planos o mundos y sus sefiroth, esferas, como aspectos en que se expresa la primera determinación.


O sea, aspirar a la elevación y conjunción, a fin de ser iluminado el plano de la creación material por la Luz Suprema, lo cual ha sido descrito como el descenso de la Jerusalén Celeste, el Nuevo Mundo según lo atestiguan incontables hombres y mujeres de Conocimiento de todos los tiempos y lugares que han degustado los caldos del más allá a los que el Cantar de los Cantares presenta en la forma del “vino” como símbolo de Sabiduría, mientras que su aroma es su irradiación que “se expande hacia la Gloria” en palabras de Ezra. “A partir de la Gloria, la irradiación se multiplica y desciende por las ramas”,9 32 senderos constituidos por 10 esferas, sefiroth, y 22 letras del alfabeto con sus correspondencias combinatorias, coagulando en Malkuth, la Presencia que experimenta el exilio en la propia tierra –nación– “y camina sombría entre las potencias angélicas encargadas de las naciones”,10 expulsada del lugar que le corresponde. “En este sentido los sabios enseñan: ‘jamás una nación cae si su príncipe angélico no cae antes, pues está escrito (Is XIV, 12): El Señor castigará al ejército de lo alto y a los reyes de aquí abajo’…”.11 La nación es designada en el Cantar de los Cantares por “viña”;

en efecto, así como la viña necesita ser cavada, podada y regada, las naciones y todas las cosas que existen en el mundo necesitan de las fuerzas primordiales para asegurarles subsistencia y prosperidad.12

De ahí el ruego al amado del alma que le haga saber y se le muestre el lugar para ir hacia él y así no andar más “errante tras los rebaños de los compañeros”,13 que apacientan en los prados de la vanidad y el engaño en los que la Presencia se encuentra exiliada hasta que se reconozca. Entonces entra en la cámara nupcial como la esposa, adornada con las galas que le son propias: la Ley escrita y la Ley oral. Ezra nos dice que la segunda emana de la primera “del mismo modo que el cuerpo subsiste gracias al aliento vital”, lo que representa la transmisión por la Palabra que vehicula una influencia espiritual y fecunda el corazón colmándolo de bendiciones e indica la naturaleza esotérica que sustenta todo el aparato exotérico.

Propia del amor, la santa unión que promueve Eros, llena de dicha por la plena adhesión hacia el amado del alma: “saquito de mirra que reposa entre sus pechos” –junto al corazón–, al decir de la esposa y “racimo de cipro en las viñas de Engadi”, simbolizando respectivamente “las fuerzas intrínsecas latentes en la Gloria” y “las fuerzas descubiertas y manifiestas”.14 Pero si la Presencia reconoce la Gloria en el esposo dentro de la cámara nupcial sostenida por la Sabiduría, este se da a conocer como la Belleza en una flor que “canta la alabanza de Aquél que creó el universo” y como lirio, que al decir del cabalista de Gerona “presenta seis hojas del mismo modo que la Presencia unió en ella seis extremidades”, simbolizando las seis direcciones del espacio, norte, sur, este, oeste, zenit y nadir, es decir, la manifestación de los límites fijados en la Ley divina de la que emana el Orden que se expresa mediante una cosmogonía. Entre los hindúes el Dharma que “significa todo lo existente en el momento actual y también en todo momento del pasado en perfecta simultaneidad con el Presente Eterno”.15 Además, si como ya se ha dicho al comentar la segunda observación preliminar, el lirio simboliza la Presencia –inmanencia divina o Shekinah–, no es de extrañar que el esposo considere a su esposa “lirio entre los abrojos” y “amada entre las doncellas”16 al mismo tiempo que la esposa reconoce en su contraparte la Gloria simbolizada por un manzano entre los árboles y lo concibe como amado entre los mancebos. Dice estar sentada a su sombra y ser su fruto dulce al paladar, queriendo señalar que la propia Gloria, es su “causa eficiente y final” que la “mantiene en el ser”.

Introducida en su bodega –habitación de la Sabiduría simbolizada por el vino–, se da a entender que la santa unión promovida por Amor como bandera, blasón que representa la identidad innombrable, vaya paradoja, está en acto de consumarse en la caverna del corazón –bodega–: centro subterráneo análogo al pesebre cristiano en el que nace el niño alquímico y donde la conjunción de los fundamentos de lo de arriba y lo de abajo así como los de izquierda y derecha, cristaliza en un estado indescriptible que se manifiesta como un profundo deleite y arrobamiento. Pero en tanto la cosa no se termina de realizar, el mal de Amor que Ezra define como “la intensidad del placer del corazón y del desfallecimiento del alma” no pierde su poder. Por ello el esposo conjura a las hijas de Jerusalén para que se recuerde la Presencia y no decaiga ni se olvide que la nación a la que representan ha sido elegida por el Nombre del Santo, bendito sea, y constituye sus potencias. No sea que se produzca su partida, tal cual el retiro protagonizado por los dioses ante el olvido de tan eminentes realidades. Aunque hay quienes misteriosamente lograron mantener un resquicio de su actualidad en la Memoria, que se ha desarrollado y ganando la batalla pueden contemplarla ahora oculta tras el muro de las lamentaciones de donde obtienen lo necesario para realizar la transmutación, lo cual es cierto, literal, poética y simbólicamente hablando.

La esposa recibe la voz de su amado del alma que la conmina a levantarse e ir a su encuentro, así la Presencia retorna del exilio. Las condiciones adversas ya no son un obstáculo, ahora se muestra la Belleza en la nueva vida manifestándose “en las grietas de las peñas, en escarpados escondrijos”.17 Se ha producido la conciencia de Unidad que paradójicamente solo puede expresarse en términos opuestos, o sea de manera dual, de ahí que la esposa verbalice cosas tales como “mi amado es para mí, yo soy de mi amado”, queriendo señalarse la íntima unión que hace de dos uno, siendo inseparables, aunque desde el punto de vista de nuestro estado de manifestación sean de hecho la pareja prototípica tal cual Adán y Eva, cristalización del rebis arquetípico. Esto se comprenderá mejor mediante la imagen del árbol cabalístico consistente en dos columnas –Fuerzas–, activa y pasiva o masculina y femenina, conjugadas en una tercera, central que representa la vía del medio o lo que Ezra viene a llamar la “línea media”:

El equilibrio procurado por la línea media o central es un equilibrio tributario del flujo procedente de la luz suprema. Este flujo tiene un carácter bidireccional, es decir, aunque el flujo procedente de la luz suprema no cesa jamás, sólo es efectivo si hay una respuesta de retorno por parte del receptor.18

Es decir, devolver lo recibido, dos fuerzas contrarias representadas en el Cantar de los Cantares como incienso y mirra –el azufre y mercurio alquímicos–, dos corrientes de Energía ascendente y descendente entre las que se emplaza la Gloria de la Presencia como columna que las sintetiza, recibiendo su influjo e integrando la Creación. La voz de la Sabiduría explica esto mismo de muchísimas otras maneras generando una exuberante variedad de riqueza sin igual que es alimento sustancial para el alma, teniendo en cuenta que no sólo de pan vive el hombre. Para muestra un botón: “la pasividad, es el elemento que constantemente recibe, tal un receptáculo, la energía positiva emanada de lo alto, que la hace concebir”.19

El tálamo conyugal donde descansa la corona proporcionando el poder espiritual y temporal a Salomón está rodeado por sesenta expertos en el manejo de la espada; diestros en la lucha su atributo es el rigor y su número se corresponde con las seis direcciones del espacio a las que ya nos hemos referido con anterioridad, siendo la séptima el punto central que representa la Unidad, “principio de la sustancia del todo” de la que emana la soberanía como fundamento de la nación, la Ley y el Orden.

Además de recurrir a las fuentes doctrinales del esoterismo hebreo, Ezra también reconoce en otras formas tradicionales igualmente válidas un soporte de meditación y realización intelectual-espiritual mediante el que hacer inteligibles aquellos versos del Cantar de los Cantares que se refieren al lecho –en ciertas ediciones traducido también por litera, entendida ésta como soporte portátil, tal cual el arca de la alianza– inteligentemente fabricado por el rey con Sabiduría al encarnar las funciones demiúrgicas correspondientes al Mago en cuanto a que hace que tenga lugar lo que nunca ha dejado de existir, de acuerdo a lo que explica el cabalista como conviene a la doctrina de Platón: “es inadmisible que el Creador produzca alguna cosa de la nada, ya que todo lo que existe tiene una materia comparable, por ejemplo, a la arcilla que moldea el alfarero o al hierro forjado por el herrero: el artesano le imprime la forma que quiere”.20

Del mismo modo, Dios forma de la materia en cuestión los cielos y la tierra, y algunas veces, otras cosas distintas. La imposibilidad de crear de la nada, no es una imperfección de Dios, como no lo es el hecho de no producir cosas imposibles, como, por ejemplo, un cuadrado cuya diagonal sea igual al lado, o reunir en un mismo momento a los dos contrarios.21

Así como la luz emana de la Luz ininteligible que existe desde siempre en la Potencia Suprema, así Salomón ha hecho su sede con Sabiduría de la que se elevan cuatro columnas de plata que Ezra concibe como la derecha del Santo, bendito sea, “agua surgida de espíritu”, mientras que la izquierda está simbolizada por el dosel, todo de oro, es decir, “fuego surgido de agua”. El asiento es de púrpura donde descansa la Gloria, y su fondo tapizado con amor es la Presencia o inmanencia divina. Por lo que el trono es una síntesis de la cosmogonía con la que se identifica quien ha llegado a ser rey de sí mismo e investido de majestad y magnificencia camina por la vía del medio entre la buena y la mala inclinación –derecha e izquierda– atributos que se corresponden con todo un aparato de preceptos positivos y negativos –con sus correspondientes reglas– vinculados con la ley y el gobierno.

He aquí la intención que presidió en el momento de instituir los preceptos, los ritos del templo, las plegarias y los ayunos: rebajar la mala inclinación y volverla dependiente de la buena inclinación, de tal manera que el cuerpo, cuyo fundamento es el polvo, de una mala naturaleza, esclava de la pesadez que la atrae hacia abajo, se subordina a la virtud del alma, cuyo fundamento es vida, de naturaleza completamente buena y que tiende hacia lo alto.
Escucha atentamente las maravillosas enseñanzas que se desprenden de mis palabras, manténlas constantemente delante de tus ojos, pues constituye un enorme placer guardarlas en tu interior…22

Lógicamente el ser humano que se entrega al cumplimiento de los preceptos impulsado por una natural e irresistible atracción hacia los “elementos esenciales de la ley, de la pureza y de la santidad”, se purifica y se santifica, lo que incluye entre otros placeres saborear un amor más delicioso que el vino y detectar fragancias que vivifican el alma.

El Cantar traduce esta idea diciendo: el aroma de tus vestidos es como el perfume del Líbano, pues los “vestidos” son los adornos y los senderos de la Sabiduría, formados por los seiscientos trece preceptos, con sus correspondientes reglas; esto es lo que simbolizan las palabras “como el perfume del Líbano”, pues el perfume del que se trata constituye la prenda de la subsistencia de los dos mundos y de la vida de las almas.23

Ezra se refiere al mundo sutil e invisible de las Ideas y su imagen en el plano de la creación material, el Reino figurado por la décima sefirah, Malkhuth que es asimismo el “receptáculo de todas las emanaciones superiores e invisibles. La deidad inmanente”.24 O sea, la Presencia simbolizada en el Cantar de los Cantares por un jardín a resguardo de miradas indiscretas, inaccesible por su naturaleza esotérica, oculta, subterránea, secreta o cerrada, de lo cual dan testimonio ilustres personajes que lo han conocido y lo habitan actualmente, como el sabio alquimista Ireneo Filaleteo que viene a cuento recordar por una de sus más celebradas obras: La Entrada Abierta al Palacio Cerrado del Rey, donde se refiere precisamente al carácter hermético de unas labores dirigidas a la transmutación, es decir a la recuperación del estado edénico –el sentido de la eternidad– y los obstáculos que surgen así como dificultades de todo tipo en un proceso de por sí complicado ya que nuestra programación adquirida del medio se le opone. Por lo que es muy de agradecer el gesto generoso de los integrantes de la cadena áurea entregados a perpetuar la memoria del Origen y la posibilidad de ingresar en este Colegio Invisible –jardín cósmico– cuya vitalidad reside en su fuente central que simboliza la Sabiduría transmitida ininterrumpidamente mediante canales o senderos que lo irrigan y que a su vez se manifiestan como torrentes cristalinos por cuyos cauces corren las aguas originales en las que abrevar confiadamente si bien en su descenso arrastran particularidades que las hacen parecer distintas entre sí. De ahí las diferentes corrientes de pensamiento y las individualidades adscritas a ellas, entregadas a labores de transmisión de la doctrina esotérica y la realización intelectual-espiritual, lo que como se acaba de explicar da lugar a toda una cadena de Conocimiento que liga a sus integrantes con el Misterio, principio y fin de todo lo que ha sido, es y será.

Que “el amado penetre en su jardín y coma de los exquisitos frutos” tal y como refiere el Cantar constata el cumplimiento de los sacrificios como ofrenda, lo que se equipara a un banquete al más alto nivel al que todos los seres humanos estamos invitados pese a que la inmensa mayoría desconoce esta posibilidad y se conforma con las migajas, esas que se sirven en las reuniones al más alto nivel que organizan las supuestas élites en el mundo moderno, verdaderos agentes de la división, la multiplicidad y la confusión que no saben para quién trabajan. Pero el llamado de la Gloria infunde la necesidad de estar en vigilia, orando, cumpliendo los ritos, es decir los sacrificios –del latín sacrum facere, hacer sagrado– mediante los que se opera la reconstrucción del templo interior, o en términos análogos la reunión de lo disperso que otros mitos como el de Isis y Osiris en el antiguo Egipto atestiguan. Lo contrario implica ruina y calamidades sin cuento.

Hay quien ha dicho que “una huelga de escuchas anuncia el final de los tiempos”,25 lo que viene dado por una pérdida cualitativa de la memoria, elemento muy útil para traer el pasado al presente y fijar conceptos, lo que no es poca cosa, aunque no deja de ser un signo muy desfavorable la rigidez y literalidad con que se la encara actualmente con respecto al pensamiento tradicional que reconoce en la diosa Memoria la entidad reveladora que es: hija del Cielo y de la Tierra nada menos, y madre de las Musas inspiradoras de las Artes y las Ciencias. “Invocarla es llamar a la Inteligencia Universal para que se haga en nosotros”.26 Por lo que a los habitantes de este final de ciclo nos sale bien caro el pernicioso olvido, quedando sometidos a la imposibilidad de la Sabiduría en tanto el recuerdo del Sí Mismo no sea restablecido. “En ese sentido recuperar la memoria es recuperar el Ser que yace dentro de nosotros aprisionado por las sombras y autocastigado por sus propios errores”.27

Para que el buscador comprenda lo delicado del asunto a cabalidad, Ezra recurre a los textos sagrados entre los que cita diversos pasajes mencionando cosas tales como el ladroneo y pillaje por parte de los que harán uso y abuso de las palabras de la Torah, que pretenderán apropiarse además de “cambiar las verdaderas fiestas por sus falsas solemnidades” y ser sustituidos los auténticos intermediarios de la deidad cualificados para serlo por “servidores de ídolos”. Hechos lamentables de los que estamos saturados hoy en día, al punto de que estos personajes se consideran los guardianes, ya sean laicos o religiosos, de la ley, el orden y el buen gobierno fundamentado en una justicia a la medida de una humanidad deshumanizada, corrupta, en un avanzado estado de descomposición tal, que huele a podrido como la Dinamarca en la que vive Hamlet, el infierno en el que la ambición y el poder justifica el asesinato.

Pero volvamos al aire fresco que respira el Cantar de los Cantares, con la esposa ensalzando y distinguiendo al amado entre diez mil –una multiplicidad uniformizada–, mientras que él compara los ojos de ella con los de la divinidad “que recorren toda la tierra” sobrenadando arroyos y fuentes de la Sabiduría, llena de pureza sus órbitas, de una perfección y belleza insuperables. También sus mejillas, semejantes a un jardín de perfumes, símbolo todo ello “del fulgor del Rostro que el hombre no puede ver sin perder la vida” aunque el Éxodo y los Proverbios le sirven a Ezra para reconocer la paradoja de que sin esa luz no hay criatura que subsista pues ella es Vida.

Sus labios son equiparados a lirios de los que ya se ha dicho representan “las seis direcciones espaciales gobernadas por su palabra y por el soplo de su boca”.

El Santo, bendito sea, tiene un árbol que presenta doce ramas, este-norte, este-sur, este-arriba, este-abajo, oeste-sur, oeste-norte, oeste-arriba, oeste-abajo, sur-arriba, sur-abajo, norte-arriba, norte-abajo; estas ramas se prolongan hasta el infinito: son los brazos del universo.28

El cabalista explica la jerarquía cosmogónica representada mediante gobernantes, príncipes y otras autoridades significativas en una escala gradual expuesta numéricamente en correspondencia con la rueda zodiacal, así como otros sistemas en el que aparece un reparto en tres docenas de los dichos gobernantes, es decir, 36, además del cuaternario presente en los puntos cardinales de los que nueve príncipes se hacen cargo en cada uno de ellos, lo que da una cifra igual (4 x 9 = 36), múltiplo de 9 en el que está implícito lo circular. Por lo que tenemos un cuadro numérico bien interesante que remite a ciclos cósmicos –jerarquías angélicas– computables mediante la contemplación y estudio del movimiento y posición de los astros en el firmamento. Esto ha sido descrito como una danza ejecutada por los dioses –equiparados a los ciclos cósmicos– cuyas pautas y ritmos contrapuntísticos generan nuestras coordenadas espacio-temporales. En el fondo, un sistema combinatorio de indefinidas posibilidades que vehicula el despertar de la conciencia de Unidad, como es el caso también de los 32 senderos de Sabiduría a los que se refiere Ezra a lo largo de su Comentario, quien en ningún momento olvida el corazón o centro del que reciben su ser, cual ramaje de la palmera con respecto a su tronco. O sea, que coincidiendo con Pitágoras y Platón se trata de Ideas o Arquetipos que son los números y las letras que generan todas las cosas y en las cuales las cosas se sintetizan.29

La Fuerza y la Potencia divina se oculta en las 22 letras del alfabeto hebreo y las 10 sefiroth (32 senderos), lo que Ezra entiende como que dichas formas son los guardianes que revelan el camino o guardan el paso al interior del Edén. Lo paradójico es que el acceso supone un descenso o exilio por parte del amante que va ahí donde la Sabiduría se oculta en la forma de un jardín de plantas aromáticas, tal como lo presenta el Cantar de los Cantares, de manera que por su intermedio recibe los bienes de la Presencia y los devuelve dirigiéndolos “hacia las seis extremidades”. Por lo que en realidad dicho descenso –necesario para que se cumplan las Escrituras– es un ascenso, pues todo lo que es de índole intelectual-espiritual tiene tendencia a retornar al origen del que recibe su alimento. Un peregrinaje escalonado, gradual, por distintos ámbitos de la conciencia conocidos por los cabalistas como Palacios celestes –Hekhalot en hebreo–. Son ni más ni menos que “las estaciones del peregrinar del alquimista, semejantes a paradas que reconoce como paisajes en los estados de su alma. Son grandes aulas conceptuales o espacios propios de esas construcciones así como de los castillos interiores, o ‘palacios’ que recorren los cabalistas”.30

Se trata del proceso que ya hemos descrito: cada causa tiende a ascender y espera el flujo vital de aquélla que le es superior; cada atributo es receptor de otro atributo: la talla del grabado, el grabado del trazo, el trazo de lo oculto; cada uno se encuentra en el interior del otro, cada uno procede del otro, cada uno se encuentra ligado, unido al otro.31

Posteriormente Ezra se concentra en el tema de la creación –Génesis– en correspondencia con los Salmos para presentar todo un edificio de Ideas sustentadas en el número y los elementos a disposición del iniciado en los Misterios –la doctrina esotérica que vehicula la realización intelectual-espiritual–, recreando la cosmogonía de arriba a abajo y de abajo a arriba, o de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro –de la esencia a la sustancia y de la sustancia a la esencia– en la que se reconoce la huella del Santo, bendito sea, “a través de los atributos con los que obra, del mismo modo que las operaciones del alma se revelan a través del cuerpo”.32

Como conclusión, dichos atributos equiparados a las esferas de construcción cósmica en el Árbol de la Vida sefirótico son “terminados por completo convirtiéndose en vasos exquisitos, perfectamente acabados en estructura, en estatura y en belleza”.33 Es decir, la consumación de la creación descrita en el Génesis llegado el séptimo día, como símbolo inequívoco del cierre de un ciclo mucho más amplio, el de una humanidad –un manvántara en la cosmogonía hindú– con lo que sobrevendrá el final al interrumpirse el flujo que mantiene el mundo “y entonces este último será devastado”.34 Lo mismo nos recuerdan los mandalas tibetanos de arena a cuya laboriosa y paciente realización, una meditación en toda regla, le sigue la completa destrucción. Lo que nuestra mentalidad “civilizada” no termina de aceptar abrazando la absurda pretensión de un progreso indefinido y la perpetuación de la actual humanidad por obra y gracia de los adelantos científicos entre los que despunta la inteligencia artificial, una burda copia de un falso original que quizá sea el definitivo agente disolvente de esta gran ilusión, mientras se desatan epidemias y plagas de todo tipo que paralizan a la población a nivel global o a una gran parte de ella, hambrunas, migraciones masivas por falta de lo esencial para sobrevivir, guerras en las que los extremos se radicalizan siendo imposibles de conjugar, atentados, constantes violaciones de unos supuestos derechos humanos que sólo son “papel mojado”, corrupción en todas las entidades –incluidas por supuesto las religiosas– cuyos organismos están ideologizados, ni qué decir los llamados poderes del estado. Lo que en definitiva no es más que el modo en que se manifiesta el desmesurado dominio de fuerzas adversas –infrahumanas–, disolutivas y tendentes a la multiplicidad que se han desatado sin que seamos demasiado conscientes de ello, a pesar de estar colaborando cada quien en que eso sea así e ingenuamente se continúe apostando por el autocosuelo pensando aquello de que “ya vendrán tiempos mejores” en vez de reconocer que “aquí solo hay un ahora reiterado”. Todo lo cual sólo son los signos de un oscurecimiento gradual equivalente al que reproduce el astro rey de manera natural en su recorrido por el firmamento. Esto mismo hay quien lo ha descrito como un retiro gradual de los dioses a estancias cada vez más ocultas e invisibles hasta el momento en que baje el telón y esta divina comedia toque a su fin, haciéndose entonces presentes, visibles y bien manifiestos los actores responsables de la representación en el gran teatro del mundo, dioses y diosas como aspectos de la Unidad que no están fuera de uno mismo sino dentro. Entonces las almas, deleitadas en la hermosura de la amada, sin mancha alguna tal cual dice el versículo IV, 7, del Cantar de los Cantares, conocerán la Gloria en la Presencia, simbolizada por la palmera “árbol que es macho y hembra, un solo cuerpo, dos ramas”,35 por la que es posible subir para recoger sus frutos.

… el alma no manifiesta sus operaciones más que a través del cuerpo, del mismo modo que éste no opera sin el alma; del mismo modo el Santo, bendito sea, manifiesta sus elevados actos y sus signos mediando el instrumento de sus atributos. Te daré de beber vinos aromáticos…, todo ello simboliza la provisión de luz suprema de la que Padres e hijos reciben la bendición.36

Si la presencia es descendente, la Gloria no hace sino ascender, de ahí que el cabalista considere incluir el texto Rosh ha-Shana 31a en el que se describen los diez desplazamientos que realiza, significando su recorrido de retorno al origen:

… del propiciatorio al querubín, de un querubín a otro, del querubín al umbral, del umbral al atrio, del atrio al altar, del altar al tejado, del tejado a la muralla, de la muralla a la ciudad, de la ciudad a la montaña, de la montaña al desierto y, finalmente, desde el desierto subió y volvió a instalarse en su lugar, tal y como está dicho en Os V, 15: Sí, yo recuperaré mi morada…37

Lo cual se refiere al mandala Cabalístico que consta de diez esferas, tres columnas y cuatro niveles con sus treinta y dos senderos de Sabiduría. Árbol de la Vida del que llevamos hablando desde el principio y que sintetiza la totalidad que puede recorrerse de arriba a abajo y de abajo a arriba, como se ha dicho más atrás.

Finalmente la esposa es conducida a la casa del esposo y este dice despertarla allí donde la concibió aquella que la alumbró, bajo el manzano, símbolo de la Sabiduría que habita en los jardines con la Presencia que se encontrará ahí en unión con la Gloria. Por eso le pide ser puesta sobre su corazón y su brazo como sello por ser fuerte el amor como la muerte, al punto de no poder apagarlo Aguas inmensas ni ser ahogado por río alguno.

Que Aquél que realiza tan maravillosas obras, que edifica sobre las aguas sus aposentos, permita que merezcamos contar y figurar entre el número de los humildes que no pretenden sino el último rango; que permita que revivamos al cabo de dos días para permitirnos ser testigos de la felicidad de Jerusalén, cuando se cumplan las palabras del profeta (Is XXX, 26):
Entonces la luz de la luna
será como la luz del Sol,
Y la luz del Sol
será siete veces mayor,
como la luz de los siete días,
así será el día que el Señor sabrá
la llaga de su pueblo
Y vendará su herida.38
NOTAS
1 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Arte”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. Integramente en versión online: Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos.
2 Entrada: “Eros”, ibid.
3 Federico González y Mireia Valls. Presencia viva de la Cábala, “La Cábala de Provenza y Gerona”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2006. Versión online: Presencia viva de la Cábala.
4 Federico González y cols. Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Revista SYMBOLOS nº 25-26, Barcelona, 2003. Integramente en versión online: Introducción a la Ciencia Sagrada.
5 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “No-Ser”, ibid.
6 Ezra de Gerona. Comentario sobre el Cantar de los Cantares. Traducción al castellano y notas por Núria García i Amat. Ed. Índigo, Barcelona, 1998.
7 Federico González y Mireia Valls. Presencia viva de la Cábala, “La Cábala de Provenza y Gerona”, op. cit.
8 Ezra de Gerona. Comentario sobre el Cantar de los Cantares, op. cit.
9 Ibid.
10 Ibid.
11 Ibid.
12 Ibid.
13 Cantar de los Cantares, 1, 7.
14 Ezra de Gerona. Comentario sobre el Cantar de los Cantares, ibid.
15 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Dharma (hindú)”, ibid.
16 Cantar de los Cantares, 2, 1.
17 Ibid, 2, 14.
18 Ezra de Gerona. Comentario sobre el Cantar de los Cantares. Nota al texto de Ezra, ibid.
19 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Fuerza de la Gravedad”, ibid.
20 Ezra de Gerona. Comentario sobre el Cantar de los Cantares, ibid.
21 Ibid.
22 Ibid.
23 Ibid.
24 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Malkhuth”, ibid.
25 Federico González. Simbolismo y Arte. Ed. Libros de Innombrable, Zaragoza, 2004. Versión online: Simbolismo y Arte.
26 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Memoria”, ibid.
27 Entrada “Hades-Leteo (gr.)”, ibid.
28 Ezra de Gerona. Comentario sobre el Cantar de los Cantares, ibid.
29 Ver Federico González y cols. Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Mód. I, acápite 49, “Platón”. Revista SYMBOLOS nº 25-26, op. cit.
30 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Hekhalot-Palacios (hbr.)”, ibid.
31 Ezra de Gerona. Comentario sobre el Cantar de los Cantares, ibid.
32 Ibid.
33 Ibid.
34 Ibid.
35 Ibid.
36 Ibid.
37 Ibid.
38 Ibid.
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