SYMBOLOS

Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis

CIUDADES Y CENTROS SAGRADOS: LONDRES

ALBERTO PITARCH


Catedral de San Pablo. Londres, 1676-1710.
Tras el recorrido por la capital gala es el turno de ahondar en otra de las ciudades más conocidas de Occidente. Estamos hablando de Londres que con sus más de nueve millones de habitantes es considerada uno de los centros de mayor influencia a nivel global.

Al igual que París, Londres también está situada a orillas de un río, en este caso el Támesis. Tal y como vimos en el capítulo precedente, las aguas fluviales contienen en potencia la semilla de toda civilización, pues de ellas se derivan todos los recursos necesarios para el desarrollo de cualquier cultura. Para adentrarnos en el caso que nos ocupa recurriremos a la etimología de la palabra con el fin de alcanzar a comprender el sentido original de dicho enclave geográfico, pues como dice Federico González en su Diccionario:

… las palabras que usamos de modo corriente tienen aspectos ocultos en su forma y significado, que nos indican más exactamente el sentido de los términos, su procedencia y parentesco. […] Siendo que para la Cábala –y otras Tradiciones– el nombre es la verdadera esencia de la cosa, su procedencia debe ser reveladora ya que éste designa a la cosa en sí.1

Profundizando entonces en los arcanos que se esconden tras la etimología de la palabra vemos que el río enraíza en el latín Tamesis y en el británico celta Tamesa. En ambos casos nos encontramos con la raíz Tam que significa “obscuro”. Lo que la ligaría al culto de la diosa Artemisa-Diana, entidad agreste muy venerada por la cultura británica-celta, tal y como veremos más adelante.

Y si de arcanos y dioses se trata también conviene traer al presente que en determinados puntos de la geografía inglesa, el Támesis es conocido como el río de Isis. Así ocurre aún en nuestros días en aquellas poblaciones colindantes circunscritas al ámbito geográfico que abarca desde el nacimiento del río hasta Dorchester (Oxfordshire), siendo a partir de este punto que pasa a llamarse Támesis.

Este hecho totalmente análogo a la fundación y culto de la ciudad primitiva de París, nos sitúa en el reconocimiento unánime de una diosa primitiva de origen egipcio que protege, fecunda, alienta, ordena y desarrolla a la civilización occidental. Por lo que sabiendo que los dioses son eternos y que dichas cualidades o funciones son las propias de dicha diosa, podemos afirmar sin pudor alguno que Isis sigue viva, aún con sus achaques y olvidos, al igual que Artemisa-Diana, y que ambas inflaman con sus fluidos salvíficos los paisajes formales y anímicos de la Inglaterra actual.2

Tras este breve apunte sobre el enclave geográfico nos disponemos a penetrar de pleno la ciudad de Londres. A tal efecto, comenzaremos por recordar su origen mitológico, tras lo cual visitaremos su omphalos y nos dispondremos a recorrer sus calles y a adentrarnos en varios lugares significativos en la estructuración y desarrollo de la ciudad. Terminaremos el artículo recorriendo brevemente algunas de las expresiones artísticas que el alma de la ciudad ha producido a lo largo de su historia.

El origen mitológico de Londres nos sitúa mil años antes de la conquista romana, cuando el bisnieto del héroe troyano Eneas, Brutus, tiene un sueño en el que se le revela que debe lanzarse a la conquista de una isla verde donde tras luchar contra unos gigantes autóctonos podrá establecer un reino. Así, el rey se adentra allende los mares y funda Nueva Troya o Trinovantum, donde gobernó hasta su muerte.3 Se dice que sus restos fueron enterrados en Bryn Gwyn (del galés Bryn, colina y Gwyn, blanca o sagrada), que es donde actualmente se levanta la Torre de Londres. Recordando a este respecto lo que Federico González Frías escribió en su Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos acerca del simbolismo de la montaña, que liga directamente con la función real que le había sido encomendada:

La montaña es uno de los símbolos más evidentes del eje [..]. Por otra parte la montaña representa la sumidad, y el ascenso a ella, en todas las Tradiciones, es signo de elevación espiritual.4

Sesenta y ocho generaciones más tarde reinó Lud, quien fortificó la ciudad y le dio su actual nombre Lud-Dun (fuerte, fortaleza de Lud). Monarca todavía presente en la ciudad gracias a una estatua erigida en la Iglesia de San Dunstan de Fleet Street así como a la inclusión de su nombre en varias calles adyacentes a la Catedral de San Pablo.5

Podríamos seguir con la interesantísima genealogía de Londres gracias a los escritos legados de sus habitantes, aunque correríamos el riesgo de perdernos en indefinidos desarrollos espacio-temporales que no harían sino alejarnos del propósito sintético y concentrado del presente artículo, por lo que dejamos al lector curioso subsecuentes investigaciones.6 En realidad, lo que nos interesa de estos hechos es saber qué se esconde detrás de estos personajes y lugares, su alma, y cómo el Espíritu los ha fecundado con su presencia. Por ejemplo, no podemos pasar por alto la recién nombrada Torre de Londres, todavía hoy vinculada a la realeza –que como vimos es quien debiera abogar por el mantenimiento del orden y la justicia siguiendo los designios celestes–, cuyo simbolismo sigue intacto al que tuvo en su origen, aunque ahora la montaña o colina esté sustituida por una construcción humana, la Torre Blanca, edificio principal de dicho castillo.

Estos vínculos nos permiten vislumbrar la existencia de una historia mítica que ha cristalizado en una geografía todavía presente, aunque la mayoría de sus habitantes no sean conscientes de ello o decidan mirar para otro lado. Es decir, que existe una Historia Sagrada presente perennemente y que nada tiene que ver con los registros y cómputos que aparentemente rigen la era actual. Una Historia invisible,

incapaz de ser percibida por los sentidos,7

que late en el corazón de quienes la reciben y que pervive gracias al recuerdo,

estado del alma al que se accede, paradójicamente, por el olvido de todo lo superfluo y anecdótico. Evocación de la memoria primigenia que es llamada anamnesis.8

Nos dice Federico González sobre Historia Sagrada:

La expresión de ciclos, ritmos, formas, números, vida, muerte, y resurrección, etc., es la existencia misma transcurriendo; un todo biológico que incluye en su constitución la misma historia que siempre se está haciendo en el espacio-tiempo, movimientos que apenas destellan, o laten generando círculos y esferas, o cosmos que se advierten como simultáneos.
Es decir que esta vibración coagula en el mito y de éste emana la Historia que ha estado entonces también en su origen y destino, aunque todo esto es una manera de decir ya que tratamos de lo supracósmico y metafísico, invisible a los ojos de los sentidos, y además atemporal, con lo que estamos diciendo todo.
Y es en este sentido que debe entenderse la Historia Sagrada.9

Aterrizando ahora en la geografía del Londres de nuestros días y teniendo en cuenta los enclaves nombrados en su mitología, viajamos directamente hacia el punto más alto de la ciudad, lugar donde se encuentra edificada la monumental Catedral de San Pablo.

En la actualidad es considerada como un lugar de culto cristiano, el cual fue encargado al maestro masón Christopher Wren10 quien aparte de rehabilitar 52 iglesias del viejo Londres tras el gran incendio de 1666 edificó este monumental navío de 111 metros de alto con el que se coronaría el antiguo centro de Londres.11 Sus muros se levantan sobre Ludgate Hill, lugar donde descansa la genealogía troyana que fundó la ciudad y sobre la que más tarde se erigiría un templo romano a la diosa Diana.

La presencia de la diosa Artemisa-Diana en la ciudad no es baladí pues ella simboliza la belleza agreste, la fuerza y la caza, actividad esta última asociada a la sociedad británica desde muy antiguo. Dicha energía-fuerza también era una de las entidades principales de los sajones, quienes conformaron la cultura británica tras la retirada de las tropas romanas. Asimismo, Diana también ayudó a Heracles a combatir contra los gigantes12 en su versión helena, análogo a lo narrado en la genealogía mítica británica. Diosa luminar encargada de reflejar la belleza radiante de Apolo y capaz de dar forma al hálito vital que éste distribuye, es una entidad clave en la formación de cualquier cuerpo, en este caso, Londres.

Alrededor de la catedral se encontraba lo que fuera la ciudad en la antigüedad, Square Mile, cuyo cielo quedaba cubierto con los más de cien campanarios que testimoniaban la riqueza espiritual de la época. Éstos se redujeron a la mitad tras el Gran Incendio, aunque no todo fue pena y desolación pues tras las cenizas y los escombros de los cientos de edificios que ardieron, empezaron a aflorar testimonios de las culturas precedentes sobre las que se construyeron los hogares medioevales.

Así, bajo la Iglesia de St. Bride en Fleet Street apareció un pozo prehistórico donde se rendía culto a entidades paganas y que más tarde sería venerado durante el cristianismo a través de St. Bride. Templos y elementos de culto sajones, romanos y celtas fueron hallados bajo este mismo emplazamiento donde todavía hoy se rinde culto cristiano y se realizan conciertos de música sacra. Los mismos elementos fueron hallados en St. Olave en Hart Street. O el santuario pagano hallado bajo St. Peter en Cornhill. O el mitreo descubierto en Walbrook, accesible hoy en día bajo la forma de museo.

Aunque si algo llama la atención por encima de todos los hallazgos arqueológicos es la enigmática London Stone, que en la actualidad se encuentra incrustada en la pared de un banco pasando totalmente desapercibida a los miles de personas que atraviesan el distrito a diario, y que cuenta con página web gubernamental propia.13 Se trata de un oolito, es decir un cuerpo esférico del jurásico compuesto por capas concéntricas de minerales que guarda en su núcleo una concha o cuarzo, una roca rara de la que se cuenta fue traída a Londres. Existen diferentes leyendas acerca del origen de esta piedra: como monumento de culto en el palacio del gobernador romano, como altar druídico, como lugar de culto al que acudían los reyes británicos antes de ser coronados, etc. Es considerada como el corazón simbólico de la ciudad y se dice que si algún día es movida de su emplazamiento original Londres caerá.

Todo ello nos recuerda tanto a los betilos,

piedras sagradas, unánimemente en todos los pueblos y lugares muchas veces caídas del cielo (hoy llamadas aerolitos),14

como el omphalos griego, que como nos dice Federico en su Diccionario es:

Centro del mundo y el ser humano. Todas las Tradiciones han cimentado sus creencias bajo estos supuestos.15

Y sabiendo la ambivalencia del símbolo y la perpetuidad de lo sagrado, ¿por qué no todo ello al mismo tiempo? Está claro que existe un reconocimiento suprahumano sobre lo que simboliza dicha piedra y que por eso todas las culturas que han habitado la ciudad le han rendido culto. No un culto animista, agorero o supersticioso; hablamos de un culto sagrado hacia lo que la piedra en sí simboliza (y no al elemento material-formal que recoge dicha idea). Así, leemos en el Diccionario:

Esencialmente la piedra es la solidificación de las energías y ritmos primeros, alberga dentro de sí la ebullición de los poderes cósmicos de manera cristalizada. Por ese motivo también simboliza lo potencial y por lo tanto lo más poderoso, de lo cual su dureza es un reflejo en el plano creacional. De allí igualmente el culto a determinadas piedras en distintas Tradiciones o a través de diferentes epifanías, o personajes tocados por lo sagrado. (...)
Su condición inerte y su energía potencial la asocian con la deidad y de allí lo de Casa de Dios en el caso de las piedras del rayo o betilos.16

Terminamos el breve recorrido geográfico con la visita a la colegiata de San Pedro de Westminster, también conocida como la abadía de Westminster, enclave principal en lo que a la historia reciente se refiere. La importancia en el devenir temporal de la isla británica ha sido capital pues en su interior se han realizado todas las coronaciones reales desde Guillermo el Conquistador en 1066, así como también distintas nupcias, entre ellas la de los regentes actuales.

¿Cómo es posible que durante más de mil años las celebraciones más importantes del país se hayan producido en el mismo lugar? Sin ninguna duda por el influjo espiritual que ese conjunto geográfico-formal recibe. Como recoge John Michell en Sacred England:

No hay terreno más sagrado en Inglaterra que el lugar donde se emplaza la Abadía de Westminster, en la antigua Isla de Thorns, o Thorney Island. En sus orígenes estaba aislado por el Támesis y por dos brazos del río Tyburn ahora canalizados de forma subterránea. Según sus primeras leyendas, fue una isla sagrada en tiempos prehistóricos, donde se levantaba sobre un montículo cónico llamado Tothill un palacio real y un colegio druida. No hay constancia escrita ni arqueológica de aquellos tiempos ni de la primera fundación cristiana allí. La tradición dice que fue el rey Lucius quien se convirtió al cristianismo en el segundo siglo, edificando la primera iglesia de Thorney que sustituiría un antiguo templo dedicado al dios Apolo.17

Sin entrar en más detalles sobre toda la simbólica que queda recogida en su edificación o la cantidad de personajes célebres e ilustres a los que se le recuerda en sus naves, queremos destacar la Silla de la Coronación la cual fue encargada por el rey Eduardo I en 1296 para recoger en su interior los fragmentos de otra piedra sagrada, la Scoone Stone.

La leyenda la identifica como la piedra descrita en Génesis 28:18 sobre la que Jacob tuvo su sueño profético tras el cual la erigió como monumento y la ungió. Se dice que los hijos de Jacob la llevaron a Egipto y de allí viajó hasta Irlanda de la mano de Scota –hija de un faraón egipcio y apóstol de los pictos–, contemporánea a Moisés, quien la colocó en la colina sagrada de Tara, donde se produjeron las coronaciones irlandesas durante más de mil años. Durante el siglo V fue trasladada a Escocia, convirtiéndose de nuevo en el lugar de coronación para la realeza escocesa. En 1296 Eduardo I se hizo con ella, le construyó el mencionado trono y desde entonces todos los monarcas británicos han jurado cargo sobre este misterioso monumento.18

De nuevo la Historia londinense nos asalta con otra piedra, esta vez en forma de trono, sobre el que comenta Federico:

Símbolo del poder y del mando, donde descansan tanto faraones como emperadores o reyes. Con la lanza sucede lo mismo aunque es mucho más descansado que sentarse en la piedra ya que esta se convirtió posteriormente en un trono que, aunque frágil, tuvo los atributos del poder, tal el estilo de ese pueblo que también los construyó en madera muy fina, o muy difícil de trabajar. Siendo substituida la piedra en subciclos –que iban cristalizando del mismo modo que el gran ciclo en que estaban inscritos– por la humedad y la vida breve de lo tallado en palos.19

Nos disponemos ahora a penetrar en el alma de la ciudad y en el modo de vida de sus habitantes; su idiosincrasia y manifestaciones culturales.

Caminar por Londres es deambular por una ciudad cuyos edificios han sido construidos siguiendo un orden geométrico, respetando los espacios públicos y facilitando las infraestructuras comunes. Esto se manifiesta en una proporción20 paisajista y una armonía que se presiente en el alma del visitante. No es fácil que una ciudad que ocupa una superficie igual a quince veces la de París se presente de forma ordenada, y menos aún si consideramos que con el tiempo Londres fue creciendo y absorbiendo todas las poblaciones adyacentes.

Los dirigentes que gobernaron la ciudad pensaron desde bien temprano cómo facilitar las comunicaciones de tan vasto terreno, surgiendo así el primer metro del mundo –este año se celebra su 160 aniversario. Del mismo modo, se respetaron las zonas verdes y se promovieron áreas de descanso, dando lugar a parques tan conocidos como Burgess, Kennington, Battersea, Gunnesbury, Busy, Richmond, Regent´s, Victoria, etc., etc. Las zonas verdes que ofrece la ciudad se cuentan por cientos, aunque nos gustaría destacar el conocido Hyde Park, un verdadero remanso de paz en el centro de la ciudad donde todavía es posible detenerse y entregarse a la contemplación de la belleza que conduce al encuentro del Sí Mismo.

La estatuaria, las rosaledas, la fauna, el río, los lagos y lo variopinto de sus visitantes impulsan al alma del viajero a meditar acerca del sentido de la vida, la ilusión y la identidad. El sol de media noche da paso al cielo estrellado y con él las reflexiones acerca de los ancestros, los dioses y, de nuevo, la pregunta de la identidad.

Sobre este término leemos en el Diccionario:

Ser uno consigo mismo.
La sagrada identidad: lo que es el hombre con Dios, o sea con el verdadero Yo, la Unidad.21

Otro de los ámbitos en que destaca la capital inglesa son sus expresiones culturales, que incluyen tanto las asociadas al espacio –arquitectura, estatuaria y pintura; todo ello recogido en museos– como las que van ligadas al tiempo –música, danza y artes escénicas, representadas en auditorios y teatros–.

Las calles de Londres albergan docenas de museos de todo tipo, algunos muy absurdos, otros verdaderas joyas. El Museo Británico es el diamante central de la corona tallada durante más de tres siglos con más de ocho millones de piezas de las cuales sólo 50.000 están expuestas. Imposible destacar las piezas que en él se depositan y que abarcan el conjunto de la historia de la presente humanidad.

Junto con el Museo Británico también se pueden nombrar la National Gallery, dedicada principalmente a la pintura, el Victorian and Albert Museum, el Museo de Londres o el Tate Britain –donde con frecuencia presentan a W. Blake–.

En cuanto a la cultura asociada al tiempo, es decir, las artes escénicas, la música y la danza, Londres también ha destacado de forma notable, especialmente durante los últimos siglos. Desde tiempos del Renacimiento Isabelino la ciudad inglesa ha sabido reflejar la riqueza de su mitología y sus símbolos a través de representaciones teatrales y musicales cuya puesta en marcha traía al presente los orígenes de su cultura. Es decir, se hacía una memoria viva insuflando con ello la llama de sus deidades tutelares. Podemos hablar del eterno Shakespeare así como de otros muchos autores anónimos que sin producir obras nuevas rescataban los mitos, leyendas y folclore locales adaptándolos a la sociedad del momento. Es indiscutible la cantidad de teatros que albergaba la ciudad con este propósito, a cada cual más bello: Covent Garden, Royal Opera House, Her Majesty´s, The Alhambra, The Adelphi, Wyndham´s, The Albery, The Strand, The Aldwych, The coronet, The Queen´s, Criterion, Tivoli, The Imperial, Empire & Comedy o The Globe, donde se dice que se utilizaron escritos de John Dee sobre la cuadratura del círculo para su construcción.

La actualidad respecto a esta expresión artística que ha caracterizado a la sociedad londinense es que la mitad de los teatros ya no operan como tales y los que sí realizan funciones están más centrados en los musicales y en temas de amor humano que en trasmitir el precioso legado cultural que los celtas, sajones, británicos, romanos y primeros cristianos legaron.

En cuanto a la música se refiere, existen cientos de bares musicales donde cada día se realiza música en vivo que van desde el pop, el rock, el techno y la electrónica hasta el jazz, blues, R&B, salsa, bossa-nova, etc. La música sacra también se ejecuta por igual en los templos cristianos y determinados auditorios –destacando el Royal Albert Hall–. Esto nos da una idea de la importancia de lo musical para los habitantes de Londres –pues no todas las ciudades poseen esa amplísima oferta sonora–, lo cual nos hace pensar en el simbolismo musical y cómo éste influye en el alma. Recordemos que los testimonios que indican a la música como medicina para el alma van desde Pitágoras hasta los eruditos y pensadores actuales, pasando por una nueva rama de estudio llamada arqueomusicología.

Sócrates, en boca de Platón, confirma a las Musas como las primeras protectoras del arte de la música, de quienes ella recibió su nombre. Como ya hemos afirmado, el tiempo y el espacio se relacionan mutuamente a través del movimiento, y éste no es sino la expresión dinámica o rítmica de una armonía cuyos modelos son los números. Ritmo y proporción, asimilados respectivamente al tiempo y al espacio, son la métrica por la cual ambos quedan recíprocamente ordenados, conformando la presencia viva de aquella misma armonía que se da por igual en el cielo y en la tierra. La propia geometría (geo = tierra, metría = medida) que ordena idealmente el espacio, está virtualmente implícita en la música como relación métrica de sus intervalos. Armonía, número y movimiento son pues términos equivalentes y mutables entre sí, en cuanto se refieren a una misma realidad, ya sea la arquitectura sutil y musical del cosmos, el ritmo respiratorio, las pulsaciones del corazón o el compás alterno de las fases diurna y nocturna del día.
El hombre especialmente recibe con más intensidad que ningún otro ser terrestre el ritmo pulsatorio de la existencia, lo cual, en un sentido, lo convierte en el más capaz de reproducirlo. De naturaleza musical está hecha el alma humana y su inteligencia, ya que son ellas las que captan las sutiles relaciones entre las cosas; la maravillosa articulación que a todas las mantiene unidas, con sus matices, en un todo indivisible que se va revelando a medida que la unidad y la armonía se imponen a nuestro caos particular.
En el hombre, como en un pequeño instrumento en manos de un músico invisible, según se nos dice en el hermetismo antiguo y del Renacimiento, se dan cita todas las potencias, virtudes y ritmos del universo, homologadas o en diapasón con la naturaleza de su estado. Sin embargo no siempre es consciente de ello, ya que su diapasón particular no está en general ritmado al tono universal.22

De nuevo podemos cerciorar que a poco que se penetre en el sentido profundo de la existencia, o sea, en las ideas que la originan, subyacen unas potencias que son las que la caracterizan en cuanto expresión histórico-geográfica de lo Inmutable. En el caso de Londres vemos que es la idea de orden y proporción junto con la resultante armonía la que no ha dejado de sentirse jamás, ni en el alma de la ciudad ni en la de sus habitantes.

¿Hasta cuándo estas ideas seguirán latentes en la isla británica? Muy pocos habitantes son hoy conscientes de la realidad metafísica que se esconde tras las miles de manifestaciones que de forma diaria rodean al ciudadano del siglo XXI. El panorama no es muy esperanzador en este sentido. Asimismo, si consideramos que Londres es hoy una de las capitales financieras del mundo entero y que son los capitales financieros quienes rigen el futuro de gobiernos, países y regiones completas –y con ello a sus ciudadanos y necesidades–, cuando las ideas de orden y armonía se desvanezcan en/de Londres, todo habrá acabado.

Aunque para los actores, guerreros y sabios que transitan bajo el rayo del Misterio y el Silencio, –aquellos que han nacido de la casta de artistas y artesanos y que tienen por fin el Misterio mismo–,23 esa realidad temporal ya fue. Y aunque sigue “siendo” y gracias a ello pueden leer en el libro de la vida, también habitan otra ciudad mucho más sutil pero igualmente real, y de la que todas las ciudades no son sino su reflejo en la tierra. Hablamos de la Ciudad Celeste,

Todas las Tradiciones han conocido, bajo otros nombres, esta idea del otro mundo a la que apodaban: “Ciudad de los Inmortales”, “Ciudad de Dios”, “Tierra de los Vivos”, “Tierra de los Bienaventurados”, Colegio Invisible, o Iglesia Secreta, Olimpo o Elíseos, Jerusalén Celeste, etc., las utopías de todo el mundo como testimonio de que puede arribarse a ese sitio. Allí moran los dioses y los inmortales, o sea, los que han realizado la unión última entre el Ser Universal y lo que No-Es, aceptando el mundo tal como es, y su ignorancia propia de ese mismo mundo a la par que su condición. Lo cierto es que al lugar se lo presenta siempre como lo mejor que hay, un tesoro entre tesoros y esto, curiosamente, lo han hecho todos los pueblos.
“Pues para vosotros se ha abierto el paraíso, ha sido plantado el árbol de la vida, ha sido preparado el tiempo futuro, ha sido dispuesta la abundancia, ha sido edificada la ciudad, ha sido concedido el reposo, ha sido consumada la bondad, y ha sido cumplida la sabiduría, ha sido sellada la raíz para vosotros, ha sido extinguida de entre vosotros la enfermedad, ha sido escondida, ha huido el infierno y la corrupción ha sido olvidada, han pasado los dolores, y ha sido mostrado al final el tesoro de la inmortalidad”. (Libro IV de Esdras, Apócrifos del Antiguo Testamento).24

Tarot Visconti-Sforza, mitad s. XV.
NOTAS
1 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Etimología”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. Integramente en versión online: Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos.
2 Pobres aquellos que imaginaban que tras la muerte iban a encontrar a una deidad antropomórfica esperándole en un paraíso cinematográfico. Los dioses viven hoy.
3 Tras su muerte el reino quedo repartido entre sus tres hijos. Locrinus gobernaría en Inglaterrra, Albanactus en Escocia y Kamber en Gales.
4 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada “Montaña”, op. cit.
5 Ludgate Circus y Ludgate Hill.
6 Otro de los descendientes de Brutus, Molmotius, el dirigente número veintiuno, estableció las principales carreteras del país así como las primeras leyes inglesas consideradas hoy como el fundamento de las actuales.
Shakespeare lo nombra en una de sus obras, Cimbelino, como creador de las leyes inglesas. Otro de los reyes legendarios que queda recogido en la obra de este autor es Bladud (Señor de los lobos), mago-adivino quien se dice que volaba con unas alas artificiales y que se estampó donde hoy se levanta la Catedral de San Pablo. Algunos autores lo emparentan con el mítico héroe hiperbóreo Abaris. Shakespeare recoge la sucesión de su reino por Leir II en El rey Lear.
7 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Invisible”, ibíd.
8 Entrada: “Recuerdo”, ibíd.
9 Entrada: “Historia Sagrada”, ibíd.
10 La importancia de este personaje en la historia de Londres es de primera magnitud, pues no sólo fue responsable de restablecer el orden tras el caos ocasionado por el Gran Incendio, sino que su influencia también se dejó ver en otros campos como la geometría, la astronomía, la matemática y la física. Profesor de Oxford y Cambridge, fue uno de los miembros fundadores del Royal Society de Londres y por tanto coetáneo a Elías Ashmole con quien compartía intereses intelectuales, entre ellos el desarrollo espiritual a través de la masonería. Fue quien provocó el desarrolló de los Principia Mathematica de Isaac Newton que tanta influencia ha tenido en el devenir temporal actual. Sus obras, principalmente arquitectónicas, se cuentan por docenas y abarcan desde iglesias hasta hospitales, teatros, palacios, universidades, monumentos, capillas, etc.
11 También es remarcable que San Pablo cuente con el logro de ser la catedral con la cripta subterránea más grande de Europa, lo que de nuevo la pone en relación con la cultura del Antiguo Egipto y sus megaconstrucciones funerarias; y aún con sus coetáneas megalíticas europeas, como el túmulo de New Grange en Irlanda.
12 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Artemisa-Diana”, ibíd.
13 Ir a la web.
14 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Betilo”, ibíd.
15 Entrada: “Omphalos-Ombligo”, ibíd.
16 Entrada: “Piedra”, ibíd.
17 John Michell. The traveller´s guide to sacred England. Ed. Gothic Image Publications, Glastonbury, 1996.
18 En 1996 el gobierno británico decidió devolver la piedra a Escocia, aunque ésta deberá regresar a Londres a ocupar el emplazamiento que le corresponde cada vez que se produzca una nueva coronación real.
19 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Trono”, ibíd.
20 Entrada: “Geometría”, ibíd.
21 Entrada: “Identidad”, ibíd.
22 Federico González Frías y cols. Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Revista SYMBOLOS nº 25-26, Barcelona, 2003.
23 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Iniciación”, ibíd.
24 Entrada: “Ciudad Celeste”, ibíd.

BIBLIOGRAFÍA
Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013.

Federico González Frías y cols. Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Revista SYMBOLOS nº 25-26, Barcelona, 2003.

Geoffrey de Monmouth. Historia de los reyes de Britania. Ed. Alianza, Madrid, 2004.

John Michell. The traveller´s guide to sacred England. Ed. Gothic Image Publications, Glastonbury, 1996.

John Michell, Jason Goodwin. A Pilgrim’s guide to Sacred London. Ed. Argonaut Books, Londres, 2017.

Victor Glasstone. Victorian & Edwardian Theatres. Ed. Thames & Hudson, Londres, 1975.

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