SYMBOLOS

Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis

BREVE SOBRE LA SIMBÓLICA ANIMAL: SÍMBOLO Y MITO

LUCRECIA HERRERA


Teodoro de Bry. Asia y África, 1597-1628.

“Los animales que rodean al hombre y algunas veces hemos visto emigrar de su territorio por la oscura ambición de los nuevos propietarios, los invasores de las tierras, ocupan un lugar especial en el laberinto que somos todos nosotros y que también nos muestra la circulatura multifacética del desvarío humano al haber eliminado especies enteras”.1

Tiempos finales del ciclo vivimos, cuando el hombre ignorante de las leyes que rigen el universo, su equilibrio y la sacralidad de su origen ha destrozado y quemado bosques enteros para su explotación, secando manantiales y nacimientos de agua, arrasando con plantas y animales y pequeñas tribus de indígenas que han vivido, desde siempre, en esas selvas entre la flora y fauna que les rodea, aislados y en paz. Y tantos otros excesos en su total delirio y falta de razón a causa de su ambición y comercio, destruyendo a miles de especies animales que viven en estado puro en su habitáculo natural manteniendo un equilibrio entre las fuerzas celestes y terrestres que conforman el cosmos.

Nos ocuparemos del tema del simbolismo animal penetrando en ese mundo mágico y sagrado intermediario entre los dioses y los hombres –apoyándonos en lo que señala acerca del tema Federico González Frías en su vasto Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos–, vinculándolo, en parte, con los cuatro elementos que conforman la materia: a la tierra los reptiles, al agua los anfibios y peces, al aire las aves y al fuego los mamíferos, aunque a veces no sigamos estrictamente este orden. Dejando, por tanto, que éstos vayan apareciendo según el libre albedrío, la magia y el azar. Es decir, por donde los dioses nos señalen y nos lleve el discurso y el relato mítico, las “historias” arquetípicas en las que la deidad, para manifestarse, se reviste de sus atributos divinos encarnando en forma animal. Los dioses siempre van acompañados por un animal que es el que les caracteriza. De esta manera la divinidad, frecuentemente, actúa a través del rapto amoroso de una diosa o una mortal, o a través de la fecundación y generación de la vida; otras, por mediación de la profecía, los augurios y la revelación. Mensajes del mundo invisible expresados a través del sutil lenguaje de los animales: el canto de las aves, el batir de sus alas y su vuelo circular; el grito del águila; el croar de sapos y ranas que llaman a la lluvia; los misteriosos cantos de las ballenas, sus chasquidos y secuencias sonoras; la irrupción del ladrido de los canes o lobos en el silencio de la noche, el canto nocturno del búho y la lechuza de resplandecientes ojos, símbolo de la Sabiduría; el continuo silbido del ruiseñor; el gruñido o rugido salvaje del tigre, el león, el leopardo o el jaguar, animales que habitan las tupidas selvas y frondosos bosques, como también la aparición de la temida serpiente o de algún animal fabuloso; el embeleso del canto de las cigarras y el zumbido de las abejas, por nombrar sólo algunos de ellos. En suma un lenguaje mágico y misterioso, pero real, aunque a lo mejor incomprensible para nosotros pero no para las antiguas culturas tradicionales que, inmersas en la sacralidad de la naturaleza, lo entendían como teofanías, pues sabían de la presencia real de la deidad en el mundo, de su manifestación en todo de cualquier forma que fuese, y en este caso a través de un animal u otro que “encarnaba determinados atributos divinos”.2

El término “animal” deriva del latín ánima, soplo, principio de vida, el alma del mundo, que liga y une a todas las criaturas animadas entre sí, humanas o no. Las culturas precolombinas, al igual de muchas otras, solían pensar “que el cosmos, esto es la Vida universal, era un animal gigantesco, del que todos formamos parte integrante”,3 razón por la cual la deidad creadora muchas veces aparece revestida como un animal. Igualmente recordar que las constelaciones que vemos moverse en el firmamento durante la noche o en el transcurrir cambiante de las estaciones en el año llevan nombres de animales al igual que el Zodíaco, que en todas las tradiciones está representado con formas animales, término que significa “rueda de los animales” o “rueda de la vida”,

lo que está obviamente ligado a la idea de movimiento y generación surgida del Ser Universal, o mejor de su energía creadora, que permanentemente se recrea a sí misma, en este caso a través de las indefinidas formas animales.4

Acerca del “Simbolismo Animal” se dice que,

Los animales además de expresar la parte instintiva e irracional del alma humana (los impulsos, deseos y emociones del ánima), siempre han ocupado un lugar destacadísimo en la cosmogonía de todos los pueblos y culturas tradicionales, que unánimemente han visto en ellos manifestaciones de las fuerzas cósmicas y divinas en su acción sobre el mundo, constituyéndose en vehículos y oráculos transmisores de la realidad de lo numinoso, y por tanto en mensajeros o intermediarios entre el Espíritu y el hombre. Ellos conforman, pues, un código simbólico de suma importancia, un lenguaje a través del cual el hombre ha podido y puede leer las claves que le permiten comprender las leyes y misterios del universo, y por consiguiente conocerse a sí mismo, pues siendo un microcosmos hecho a imagen y semejanza del macrocosmos, contiene dentro de sí todas las formas, lo cual es posible por la posición central que ocupa en su mundo, y que le fue designada por el Creador. En este sentido los textos tradicionales afirman que los primeros hombres tenían la potestad de poner nombres a todos los seres y cosas, lo que no sería tal si éstos no formaran ya parte de su naturaleza integral.5

Jacopo Tintoretto. La creación de los animales, c. 1550.

Los animales que viven bajo tierra están relacionados con la oscuridad y la noche, el inframundo, la muerte y la resurrección. También encontramos aquellos animales feroces y monstruosos que cuidan el umbral, la puerta estrecha, impidiendo la entrada a los no cualificados. O “el Cancerbero, animal mítico de tres cabezas, cuidador de las puertas de los infiernos”.6 Y los animales psicopompos, aliados en nuestro viaje por regiones peligrosas, como el mono, el caballo, o el perro que “va junto a los héroes mensajeros e iniciadores, como Hermes que en Egipto representa a Anubis”, cuyo animal emblemático es el negro chacal. Pero siempre, el perro con “su cola encendida lleva el fuego a los hombres para iluminarlos y guiarlos como antorcha en el viaje de ultratumba”.7


Anubis inclinado sobre la momia.
Valle de los Artífices, Tumba de Senedyén, Egipto.

Hay otros, que por su naturaleza, viven escondidos, ocultos, en lugares oscuros entre las rocas, los reptiles, que como su nombre indica, reptan, aunque hay alguno como el gusano que cambia de forma convirtiéndose en bella mariposa, imagen ésta del alma que en su viaje ascendente hacia la unión con el espíritu se libera de toda atadura terrestre y emprende vuelo –transformada–, hacia lo más alto cuando le crecen alas. Si bien el simple cambio de forma no es lo que se pretende en este viaje hacia la unión con el espíritu,

sino la transmutación, que sería un término más correcto y que significa lo que está más allá del cambio y aun del movimiento. Esta palabra sería la indicada para señalar estos fenómenos capaces de llevarnos a otro estado de conciencia pues se trata de temas que llegan hasta el final del proceso de lo móvil para internarse en lo inmóvil, o eterno.8

Posibilidad ésta que tiene el hombre por mediación de la Iniciación en los Misterios del Ser, la de acceder a lo verdaderamente sagrado y numinoso, y a través de la identificación con ello, conocer quién es y poder ascender por la escala evolutiva, al “encuentro con una imagen del Sí mismo”,9 con las alas del Pensamiento.

Sin embargo,

Una sinfonía de todos los colores son las mariposas que vuelan hacia lo alto. (...) Equiparadas al alma y la transitoriedad se queman en la luz que encienden las candelas. Tomadas como la expiración final, sin embargo son asimismo símbolos de la vida y en muchas Tradiciones son emisarias de la felicidad de vivir, aunque también por su ligereza son a veces equiparadas a las mujeres, o tal vez, a la psiqué propia de ese género. (...)

Sello con motivo de mariposa, Teotihuacán.
La mariposa nocturna es el alma de los difuntos así como en Mesoamérica ella estaba identificada –junto con el colibrí– con el alma de los guerreros muertos en combate.10

El colibrí, pequeño pajarito de plumas rojas, moradas y verdes, tan apreciado en las culturas precolombinas, íntimamente vinculado al gran dios azteca Huitzilopochtli, era “el patrono de los muertos en la guerra y como él mismo resucita cada mañana, el colibrí es su atributo”.11

Se creía que durante la estación seca este pajarito permanecía colgado de un árbol, muerto, seco, sin plumas, y que resucitaba al comenzar el tiempo de las lluvias. Dice Sahagún: “Renuévanse cada año; en el tiempo de invierno cuélganse de los árboles por el pico: allí colgados se secan y se les cae la pluma. Cuando el árbol torna a reverdecer, él vuelve a revivir y tórnale a nacer la pluma, y cuando comienza a tronar para llover, entonces despierta, vuela y resucita”.12

Damos un giro, y el azar nos lleva de nuevo a los animales que reptan. De la serpiente diremos que es un animal prototípico, al que “se le ha cargado de múltiples significados de acuerdo a su condición pasiva, y al mismo tiempo activa y fatal que la hacen en su polivalencia de sentidos, un símbolo tanto del universo (macro y microcósmico) como de su regeneración”.13

Es uno de los símbolos animales más frecuentes en todas las Tradiciones.
En la serpiente es obvia la presencia de lo no humano como en todo el simbolismo animal y aquellas han reaccionado unánimemente ante el misterio que la sustenta, desde sus movimientos helicoidales, conformando espirales, o su piel con un tipo de cuadriculado que representa la cosmovisión expresada en su lomo u otras formas igualmente sacras y mágicas, la mutación de su piel, ligada a la renovación cíclica, su fascinación por medio de la música y otros muchos elementos formales y de comportamiento.
Su rapidez es otra de sus características, al punto de que aparece de la nada. Es el símbolo de lo inerte que se expresa, cuando detectando un peligro se yergue sobre sí misma.14
Ya que

Cobra real.
Tumba de Senusert II,
El-Lahnu, Bajo Egipto.
se empina de pronto cuando se despierta, o cuando advierte algún peligro, [como ya se dijo] lo que es tomado en el simbolismo hindú como el desenroscamiento de la Kundalinî en el eje de la columna vertebral; lo mismo para Ananta enrollada en el axis mundi señalando la sumidad en su movimiento que significa desarrollo y tiende hacia lo alto.
En todo caso esto es importante porque normalmente repta, y en virtud de que vive en agujeros entre las rocas y lugares oscuros y húmedos en términos generales se la asocia al submundo, o sea a lo subhumano y también a la libido por su erección inmediata.
Fría y mortal no puede sino tenérsele miedo y respeto.
Entre las numerosas serpientes señalar el combate de Apolo con el ofidio Pitón y la función de las Pitonisas. Recordar igualmente que Dioniso Zagreus es hijo de Zeus y Perséfone, y su padre se transformó en serpiente para fecundarla.15

Cuenta el mito que Deméter, madre de Perséfone, había sido advertida previamente por una profecía sobre los pretendientes no solicitados de su hija, y por precaución escondió a Perséfone en una cueva. Pero ¿cómo mantener al padre de los dioses, Zeus, alejado? Tomando la forma de una serpiente –o de un dragón, según Nono de Panópolis– se le apareció a Perséfone, fecundándola, de cuya unión amorosa nació el niño Zagreo, llevado por su padre al Monte Ida. Así lo narra Nono de Panópolis en sus Dionisíacas:

… Sémele estaba reservada para el más resplandeciente de los himeneos. Pues Zeus, que gobierna en lo alto, deseaba con ardor hacer crecer un nuevo Dioniso, de naturaleza taurina e imagen del antiguo Dioniso, debido a su nostalgia por Zagreo, víctima de funesto destino a quien Perséfone, esposa del subterráneo rey de manto negro, engendró en el lecho dracontino de Zeus.
Sucedió que Zeus, enroscado varias veces sobre sí mismo, bajo una engañosa forma, dulce serpiente enrollada sobre sus hechizantes anillos, arrebató la virginidad de Perséfone, que se hallaba oculta, aún sin desposar. (…)
Así, a causa de estos himeneos de dragón, el vientre de Perséfone se hinchó de fecunda progenie, y dio a luz a Zagreo, un vástago cornudo. Él, por sí solo, subió sobre el celeste trono de Zeus; y con su pequeña mano blandió el relámpago; y recién nacido levantó con tiernas manos los rayos.
Pero no iba a poseer el trono de Zeus por mucho tiempo. Pues la vengadora cólera de Hera implacable invocó a los Titanes. Ellos, tras untarse los engañosos círculos del rostro con engañoso yeso, lo mataron con un cuchillo del Tártaro, justo cuando él observaba su figura reflejada en un espejo. Pero de los miembros descuartizados por el acero Titánico, el fin de una vida se tornó el principio renovador de otra.16

Nada escapa a la mirada de Zeus que todo abarca.

Pues bien, recordar que,


Alciato. Emblemas, 1531.
Hay víboras de dos cabezas y es sabido por los campesinos que las serpientes no se matan con cuchillo pues su cuerpo vuelve a regenerarse, sino simplemente con un golpe en la cabeza. El Ouroboros es una serpiente que se muerde la cola, indicando la resurrección de los cuerpos y por supuesto de las almas. Es también la imagen del tiempo y por ello asimismo de la eternidad (Timeo, 37d), simbolizando la rueda del mundo en acción.17

Aunque hay otras víboras aún más peligrosas, de malvado veneno, que toman forma humana, y con lengua viperina van regando el mal por donde se cuelan.

Del dragón señala Federico que es un:

Animal mítico, figuración de las energías ctónicas, pero también hay un dragón celeste y una constelación que lleva su nombre. Además los dragones también vuelan y casi todas las Tradiciones les han visto escupir su fuego malvado, y aun han conocido sus cuevas subterráneas.
Prácticamente el dragón (en algunos casos animales análogos) ha poblado todas las mitologías. Incluso es interesante observar que Tradiciones tan apartadas como la Griega, la Céltica y la China (y las derivadas de ellas) no sólo hayan conocido al dragón sino que hayan sentido su hálito de fuego y lo hayan visto volar y devorar hombres y pueblos.
Desde otro punto de vista sus hábitos se justifican cuando uno se entera de que es el guardián de un tesoro que le ha sido confiado, o de una bellísima princesa que se halla bajo su custodia.

Paollo Uccello. San Jorge y el dragón, 1465.
Parece ser asimismo una representación del enemigo que hay que vencer, y así es denominado por figuras clásicas como Apolo, y Perseo y también por el Sigfrido nórdico, y ya en el cristianismo hay una especie de resurrección cuando Miguel y Jorge los matan con su lanza. Aparecen en el Apocalipsis de Juan y en algún profeta y particularmente en la Alquimia donde según su color (y según los distintos autores) representan diversas operaciones que van de la putrefacción a la sublimación.
Emparentado con el simbolismo de la serpiente (muy parecido a la Kaliya hindú en las andanzas de Krishna).
En la misma Tradición India está asociado al soma, “licor de inmortalidad”, y el sacrificador se autoinmola por su ingestión, es decir identificándose con sí mismo.
Es también el emblema del Emperador chino, del que pudiera decirse que él mismo es el dragón.
El rey Arturo era hijo de Uther Pendragón y el nombre dragón significa cola de osa.
En el Sefer Yetsirah se dice:
El dragón (Teli) en el universo es como “un rey en su trono”.18

De los animales que habitan las profundidades de los oscuros y grandes océanos, relacionados con el agua, anfibios y peces, hay quienes cuentan que han visto enormes ballenas, monstruos marinos –como Ceto, “que Poseidón mandó para devorar a Andrómeda y fue muerto por Perseo”–,19 serpientes, y descomunales pulpos. ¿Verdad o ficción? Quién sabe. Pero sí, conocemos a los delfines siempre amigos, salvadores de náufragos, que alegran el corazón de los hombres y, a veces, es el mismo dios que toma esa forma para conducir a aquellos que él quiere cumplan una determinada función. Así sucedió a unos valerosos navegantes cretenses, de la minoica Cnosos, que iban con sus mercancías hacia Pilos, a quienes el dios de la luz y la inteligencia, Apolo, salió a su encuentro metamorfoseado en un enorme delfín que, dando un gran salto, fue a caer sobre el “raudo bajel” quedando tendido en él. La nave no obedecía, y aterrorizada la tripulación por tan inesperado prodigo guardaron silencio pues era el soberano Apolo quien la dirigía con toda facilidad con el soplo del viento. Y así, fueron conducidos hasta Crisia por el esplendoroso hijo de Leto, Apolo, con el propósito de que estos hombres fundaran allí su templo, declarando se le invocara con el nombre de “delfinio” y a su altar llamasen el “delfeo” por siempre.20


Suelo de mosaico greco romano, Ostia, Italia.
El delfín,
Simboliza a la rapidez y a veces se lo representa junto a otro que nada en sentido contrario tal cual las corrientes cósmicas, opuestas y complementarias. En otro simbolismo se lo asocia con el áncora con igual significado aunque más relacionado con el lema renacentista, “Festina Lente”. Es igualmente un emblema de Cristo y la salvación.21

Por otra parte están las Sirenas, divinidades del mar, mitad pez y mitad bellas féminas, parientes de las Ninfas y las Musas, a quienes no todos han oído ni visto, pero allí aparecen, en los mares, sobre las rocas, raptando y seduciendo a los navegantes lanzados a la aventura del Conocimiento y que hechizados por su belleza quieren oír su canto embelesador, aunque peligroso, ya que su “canto seductor es capaz de llevarnos a las profundidades de las aguas y naufragar en ellas”.22 Cuenta de ello nos dan los mitos que narran de su existencia.

Dice Homero en su Odisea que Ulises u Odiseo, valiente y sagaz héroe, protagonista de su extraordinaria epopeya, navegante y naúfrago, desciende al Averno, y a su regreso es tentado “por el canto de las sirenas, que desea oír, para lo cual ordena ser atado al palo mayor de su nave y a sus compañeros que se tapen los oídos con cera para no ser atraídos y morir”.23 Peligrosos son estos “cantos”, energías que pueblan el plano intermediario del alma, las aguas inferiores y superiores, que el héroe debe atravesar con valentía y perseverancia, asido al eje como Ulises para no sucumbir y quedar atrapado en el atractivo mundo de la psiqué. Además, se dice que las sirenas fueron pájaros antes de convertirse en sirenas...


Odiseo y las sirenas arrojándose al mar,
Stamnos ateniense. Principios del s. V a. C.

Pero veamos, ¿qué nos revelan aquellas aves, pequeñas y medianas (semiacuáticas o no) –las garzas, cigüeñas, cisnes, ocas o patos– y las enormes águilas, o cóndores y halcones, capaces de llevarse a cabritos y ovejas con sus fuertes garras y hasta bellos jóvenes, como le sucedió a Ganímedes? Fue Zeus quien, revistiéndose de su atributo, el águila, raptó al joven llevándolo al mismísimo Olimpo “para ser copero de los dioses”.24 Igualmente, convertido en inmensa águila fecundó a la titánide Mnemosine, diosa de la memoria, “la que insuflaba la anamnesis en los seres humanos”25 y a quien hizo su quinta esposa procreando con ella en nueve noches a las bellas Musas, que cantan lo que ha sido, es y será por siempre.

Es sabido que las Musas están íntimamente relacionadas con las abejas, de las que dan cuenta los poetas, ya que en sueños éstas se posan sobre sus bocas para que de ellas “dulce fluya la palabra”;

por su vuelo también son asociadas muchas veces a los pájaros y al igual que sucede con éstos, algunas personas hablan con ellas para que transmitan sus confidencias al más allá.26

¿Y las cigarras, relacionadas también con las Musas, las que con su delicioso canto arrebatan hasta el más sabio de los filósofos? De ellas,

Se cuenta que, en otros tiempos, las cigarras eran hombres de esos que existieron antes de las Musas, pero que, al nacer éstas y aparecer el canto, algunos de ellos quedaron embelesados de gozo hasta tal punto que se pusieron a cantar sin acordarse de comer ni beber, y en ese olvido se murieron. De ellos se originó, después, la raza de las cigarras, que recibieron de las Musas ese don de no necesitar alimento alguno desde que nacen y, sin comer ni beber, no dejar de cantar hasta que mueren, y, después de esto, el de ir a las Musas a anunciarles quién de los de aquí abajo honra a cada una de ellas. En efecto, a Terpsícore le cuentan quiénes de ellos la honran en las danzas, y hacen así que los mire con mejores ojos; a Erato le dicen quiénes la honran en el amor, y de semejante manera a todas las otras, según la especie de honor propio a cada una. Pero es a la mayor, Calíope, y a la que va detrás de ella, Urania, a quienes anuncian los que pasan la vida en la filosofía y honran la música. Precisamente éstas, por ser de entre las Musas las que tienen que ver con el cielo y con los discursos divinos y humanos, son también las que dejan oír la voz más bella. De mucho hay, pues, que hablar, en lugar de sestear, al mediodía.27

Pero claro, ¡estos son los dioses!, y en muchas ocasiones Zeus, el padre y rey del Olimpo, en quien ningún humano puede osar posar su mirada –si no quiere terminar calcinado–, se reviste no sólo del animal que le acompaña sino de otros, según él determina, fecundando a todos los seres, gobernando y legislando la Creación entera. Muchas veces actúa a través del rapto amoroso, como ya se dijo, análogo al “estado de la conciencia donde se perciben cosas que no son ordinarias y alteran el ritmo, la dinámica, el tedio de nuestros días”.28

Así sucedió a Europa cuando distraída jugaba con las ninfas a orillas del mar. Maravillado Zeus por su belleza, se convierte en un bello toro blanco –“imagen de fuerza, garbo y bravura”,29 adornado con flores y cuernos de media luna, y mezclándose entre las otras reses, fue a posarse frente ella. Sorprendida la joven ante la belleza y mansedumbre del animal, le acaricia el lomo y tomando confianza, lo monta. ¡Inesperadamente, se produce el rapto! Zeus, levantándose, la lleva, atemorizada, mar adentro hasta llegar a la isla de Creta. Y cerca de una fuente se une a ella de cuya unión nacerían tres hijos: Minos, Radamantis y Sarpedón.

Como vemos, este animal

Es el toro blanco que montan Europa y Astarté, el rebaño que roba Hermes recién nacido. En la mitología egipcia se le llama Apis y era una encarnación de Ptah y Osiris. Se le sacrificaba en los ritos mitraicos, como lo hizo el dios Mitra in illo tempore.

En la cultura hindú,

La vaca es también fecundadora, como la tierra y la luna y su leche es el alimento universal según los hindúes, que la veneran como lo más sagrado, y por lo tanto no la matan sino que, por el contrario le rinden culto.

Símbolo del sustento, altamente sagrado en India.
Tanto los cuernos de las vacas como los de los toros son sus armas y representan su poder. (...)
[Es] Símbolo de la gran madre y de todas las diosas lunares en su poder nutricio.30

¿Y Leda?, fecundada por un extraordinario y bello cisne de cuya unión nacerían dos huevos, dos pares de gemelos: Cástor y Pólux y Helena y Clitemnestra. ¿Pero quién sino Zeus, que descendió del Olimpo para yacer con Leda cobijándose en su regazo? Aunque hay quienes cuentan que Cástor y Clitemnestra eran los hijos de Tindáreo, rey de Esparta, y esposo de Leda quien esa misma noche se había unido a ella procreando estos hijos mortales. En tanto que Helena y Pólux eran los inmortales hijos de Zeus. Por lo que, quién sabe, en cualquier momento tal vez tocados por su infinita Misericordia y la Gracia, bañados por una lluvia de oro, seamos raptados a otros estados de la conciencia prohijados por el pensamiento.


Leonardo da Vinci. Leda y el cisne, c. 1515.
Y eso se debe a la ruptura de nivel que prodigan estos símbolos acerca del más allá cualquiera que sea el grado o la condición que suponen estos acercamientos a una realidad otra inscrita dentro de la vida que llevamos, o mejor padecemos.31

Del cisne se dice que está íntimamente emparentado con Apolo, dios de la luz y la inteligencia, también de la música, la medicina y la inspiración poética. Por lo que este ave suele acompañarle cuando en cierta época del año Apolo emprende su viaje hacia la Hiperbórea.

Es también muy común emparentar el bellísimo canto del cisne que vive muchos años, con el hecho de que lo emite cuando va a morir. Este canto es tan afortunado que siempre se le ha comparado con las artes, especialmente la poesía.
Representa el amanecer, el agua y el vuelo y en todas las Tradiciones se lo emparenta con el sol aunque es un ave como retraída en sí misma.32

Pero detengámonos nuevamente en el simbolismo de las aves semiacuáticas de las que hablábamos más arriba. Y apuntar que,

Esta relación entre el agua y el aire se halla asimismo en la simbólica de otros animales acuáticos –de patas largas y de patas cortas– cuya diferenciación está difícil de determinar. Estos animales también incluirían a otros que se alimentan del mar y que son capaces de volar, –y también los de la tierra, pues estas zancudas (en busca del Pájaro de Fuego) aparte de volar y nadar igualmente andan sobre tierra firme– como la grulla y los pelícanos, y el ya nombrado cisne, aves migratorias presentes en otras Tradiciones en cantidad, junto con la cigüeña, el ibis y los célebres flamencos rosa. Al punto de que esta resurrección que la iniciación procura se extendería a todos los pájaros acuáticos, en especial de entre los que hemos nombrado al cisne, tan presente en las decoraciones de la romana Pompeya como de paneles en villas y otras estructuras arquitectónicas romanas donde se presentan profusamente. Por otra parte, la idea del mar, emparentado obviamente con las Aguas Primordiales se traslada a otras superficies acuáticas tal el lago, los esteros –poblados de garzas– y aun a ríos caudalosos a cuya vera siempre se han encontrado edificadas las ciudades, especialmente las que han tenido relación con las iniciaciones, tal Eleusis, Samotracia y otras islas cercanas donde parece se celebraban los misterios menores, o sea una parte de los Mysteria preámbulo a los mayores, aunque no es el caso de establecer diferencias entre ellos pues poco se sabe, pero sí parece ser que los primeros se referían a la cosmogonía, es decir a los misterios de la tierra, o del mar, como es el caso anteriormente mencionado.
Por otra parte se conoce que aún en época prehelénica, el núcleo central de los misterios relacionados con Eleusis está relacionado con el sacrificio del toro y su sangre y trata de las iniciaciones que tienen su origen en Deméter y su hija Perséfone el día de su boda (es decir los misterios agrarios o sea la transformación que se va produciendo en la semilla [semen])...33

De igual manera, y curiosamente, en la entrada Mitra de este Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, se menciona de pasada que Platón narra de un antiguo rito celebrado una vez al año en la mítica isla desaparecida de la Atlántida en la que los habitantes se reunían, “para dedicarse a la caza del toro y se bebían ritualmente la sangre del animal sacrificado”.34 Ritos iniciáticos celebrados en muchas culturas desde muy antiguo, y que pervivieron por siglos vinculados con la iniciación en los “misterios”.

Por otra parte, la garza, la cigüeña, el cisne, la oca y el pato son aves “vinculadas al ibis egipcio y por lo tanto a Thot y a la Sabiduría. En este caso se señala a la garza blanca como relacionada con un centro espiritual y más especialmente con la isla blanca, o sea con la Atlántida”.35

Por lo que

No es de extrañar que estas aves representen el agua y el aire, dos elementos del plano intermediario, que aún está presente en el rito del bautismo, también relacionados en Egipto con la iniciación, tal las aves acuáticas, específicamente el ibis, símbolo gráfico de Thot (Mercurio), deidad de la iniciación por excelencia al que el ibis representaba y que se ha transmitido hasta hoy con el mito popular del Ave Fénix, capaz de renacer de sus propias cenizas.36
Símbolo del hombre nuevo, es también el del renacimiento y la resurrección por medio de la iniciación en los misterios de la metafísica.37
Manifestación de la perennidad. Para los egipcios [el fénix] renacía cada quinientos años de una gran hoguera y se realizaban perennemente ritos en su honor en los templos de Heliópolis, ciudad que le estaba dedicada.38

El fénix sobre su nido en llamas.
C. Lycosthenes. Prodigiorum ac Ostentorum Chronicon, Basilea, 1557.

Narra Plinio el Viejo, en su Historia Natural, (libro X) que,

En Etiopía y la India crían aves de muy diversos colores e indescriptibles y la más famosa de todas, el fénix de Arabia (no sé si se trata de una fábula), única en todo el mundo y muy difícil de ver. Se cuenta que es del tamaño de un águila, con brillo del oro en torno al cuello y el resto de color púrpura, con plumas rosas que adornan su cola azulada y con el ennoblecimiento de crestas en la garganta y de un copete de plumas en la cabeza. Manilio, aquel senador famoso por sus grandísimos saberes sin haber tenido maestro alguno, fue el que, entre los romanos, se refirió a él primero y con el mayor rigor. Señala que no ha existido nadie que lo haya visto comer, que en Arabia está consagrado al Sol, que vive quinientos años y que, al envejecer, hace un nido con ramitas de canelo y de incienso, lo llena de aromas y muere sobre él. Añade que, después, de sus huesos y médula nace primero como una larva y de él a continuación resulta polluelo, y lo primero que hace es rendir las honras fúnebres debidas a su predecesor, y lleva el nido entero cerca de Pancaya, a la Ciudad del Sol, y allí, lo deja en un altar. El mismo Manilio manifiesta que con la vida de este pájaro se cumple la revolución del Gran Año y que de nuevo retornan los mismos signos de las estaciones y las constelaciones, y que esto comienza en torno a mediodía, el día en que el Sol entra en el sino de Aries, y que el año de esta revolución en que él escribía, en el consulado de Publio Licinio y Gneo Cornelio, era el doscientos quince.39

Y, ¿qué hay de esos animales que también habitan la tierra pero que están relacionados con el elemento fuego? Su habitáculo son los campos, las cuevas, los bosques, las selvas, donde viven bestias salvajes que,

en cierto modo conservan todavía la pureza virginal de los orígenes: son lo que son, y en la espontaneidad de sus gestos participan, junto a la naturaleza entera, de la armonía y del rito perenne de la creación. Recordemos que en diversas culturas de las hoy llamadas ‘primitivas’ o chamánicas es muy importante la figura del ‘animal iniciador’, vinculado con la idea de un ‘alter ego’ animal en el hombre; además, en dichas culturas por lo general el ancestro mítico y civilizador es un animal, y su danza, o rito, creacional es la que se reitera e imita en las ceremonias de acceso a lo sagrado.40

En relación a esta idea vinculada al animal iniciador o alter ego animal en el hombre llamado nahual en las culturas precolombinas, nos aclara Federico que es un

Concepto complejo en las culturas mesoamericanas, que se refiere a un alter ego animal que posee cada individualidad. Es importantísimo relacionarse con él, conocerlo y comunicarse con ese espíritu animal que nos protege y nos discute y que existe de manera espiritual en relación con esta o aquella persona de modo decisivo y permanentemente. Esto es tan así que muchos indígenas llevan su nombre como Alce Negro, o Bisonte Furioso, es decir, que forma parte de su identidad y se considera tiene un contenido mágico-sagrado, a veces dado por su propio calendario como es el caso precisamente en Mesoamérica.41

Es sabido que el águila y el jaguar –animal vinculado al inframundo–, el tigre y el venado –este último entre los huicholes de México–, suelen ser animales iniciadores en varias culturas del continente americano. Existen ciertas plantas sagradas que son utilizadas por los chamanes en ceremonias mágicas como es la cohoba y el peyote, que producen transformaciones en aquellos que las ingieren, y están preparados para ese viaje.

El antropólogo Carlos Castaneda, investigador del chamanismo indígena nos dice en su libro El Don del Águila:
Don Juan me explicó que el mundo que percibimos no tiene existencia trascendental. Como estamos familiarizados con él creemos que lo que percibimos es un mundo de objetos que existen tal como lo percibimos, cuando en realidad no hay un mundo de objetos, sino, más bien, un universo de emanaciones del Águila. Esas emanaciones representan la única realidad inmutable. Es una realidad que abarca todo lo que existe, lo perceptible y lo imperceptible, lo conocible y lo inconocible.42

En párrafo aparte, Federico nos habla de las cualidades de este ave tan importante y fundamental en la simbólica de todos los pueblos, y en especial, de aquellos que conformaron el vasto continente americano.

La velocidad del águila, su vista, sus planeos majestuosos, la posibilidad de volar más alto que cualquier ave no pasó desapercibida por ningún pueblo, y tampoco para las culturas precolombinas que la integraron en sus complejos simbólicos de manera fundamental, desde el Norte al Sur de América. Junto con la serpiente y el tigre, se podría decir que son los símbolos animales más importantes y extendidos de esas naciones; se la relaciona con el sol, su fuerza y luminosidad, y esas significaciones se prolongan a su plumaje, tomado como signo precioso, mágico, atributo tanto de guerreros como de chamanes; las plumas suelen expresar los grados jerárquicos de quienes las exhiben en sus atuendos, en especial las que se usan sobre la cabeza, símbolo de autoridad; algunas otras aves rapaces, como el cóndor y el halcón, son también asimiladas al águila, especialmente en América del Sur.43

Horapolo. Hieroglyphica, 1505.
Igual que todos los símbolos es mucho más que una alegoría y ella representa, verdaderamente, una imagen solar y celeste, es decir, un atributo de la deidad. La capacidad de su vuelo, que la acerca físicamente más que ningún otro viviente al sol, y la majestuosidad de su porte, unido a la amplitud de su visión, hacen de este animal algo extraordinario, en relación a otros cuyo alcance es más limitado, en cuanto que condicionados por la misma topografía y sus características, su radio de acción es mucho menor.44

Del jaguar, que habita las selvas tropicales y a quien tenían en gran valía los precolombinos por su piel y sobre todo por su vínculo al inframundo y la iniciación en los misterios del Ser, se dice lo siguiente:

Tigre americano; animal fundamental en toda la iconografía de América, igual que el águila. Los aztecas tenían dos órdenes de caballeros; águilas y tigres respectivamente. En Sudamérica los incas guerreros también eran halcones y pumas. El simbolismo del tigre y el águila suele estar asimilado a un combate. (...)
En las culturas amazónicas aparece también como animal de poder, especialmente asociado con la tierra así como a la serpiente se la suele vincular con el inframundo y al águila (o el halcón) con el cielo. Sus pieles eran artículos lujosos (Matrícula de Tributos).
En los templos precolombinos de Campeche, en México, las fauces abiertas del jaguar eran la entrada al inframundo (como se ve en la arquitectura donde muchas veces las puertas de ciertos templos son fauces abiertas de este animal). Símbolo de la tierra, su boca marcaba la entrada a un recorrido por el interior de ésta en la que entraba el recipiendario de las iniciaciones y de la que renacía después de haber recorrido sus vericuetos, navegando en sus laberintos con gran paciencia y concentración; el iniciado en los misterios brota como planta nueva, es el auténtico neófito, y ha agregado una dimensión en el ámbito del sí mismo, dando lugar a ser penetrado por la inteligencia y gozarse en ello; por eso es también una deidad del inframundo, o al menos ha realizado su viaje por él.45

Por otra parte, el león es

Rey de la selva asociado al sol por su color y potencia, su cabellera se vincula con sus rayos. Imagen del poder y del sexo masculino.
Emblema del evangelista Marcos su rugido es análogo a la rotundez de la transmisión doctrinaria; su impasibilidad es sinónimo de sabiduría y protección contra las energías disolutivas.
En la India Krishna es el león, el que también es tomado como la luz y la energía de la deidad. Igualmente en el caso de Buda como también en el de Jesús. Su rugido es la doctrina y el poder emanado de ella. Aparece en el Apocalipsis como uno de los cuatro animales vivos.

“Tres cosas bastan al magisterio: humo blanco, esto es, agua;
  león verde, es decir, el metal de Hermes, y agua fétida”.
  M. Maier, Atalanta fugiens (37). Oppenheim, 1618.
El león rojo de la alquimia corresponde al fuego filosófico y es uno de los estados de los misterios menores. En la simbólica de los niveles es la tierra –como el jaguar precolombino–, el águila es el aire y la serpiente el inframundo.
(...)
Solitario, el macho vive alejado de todo hasta que debe entrar en acción y poner en relieve su ferocidad.46

Su hembra, la leona, que no tiene melena, suele encargarse de la caza mientras él pasa echado todo el día; ella suele “ser feroz y tan importante como la Sekhemet egipcia, una diosa íntimamente vinculada a Ra, el sol”.47

En el sur, entre los árboles de la floresta, la leona de la nieve trae prosperidad. Ella es la campeona de las bestias salvajes, galante e invencible.48

Eminentemente solar, el león está vinculado a Hércules-Heracles y su primer trabajo: matar al león de Nemea, cuya dura piel solía llevar como trofeo sobre su espalda. Trabajos, que por ser doce, se los relaciona con el viaje del sol a través del zodíaco.49

En la iconografía de Mesopotamia el león es un elemento fundamental, en las cacerías que se hacían especialmente para atraparlos, e igualmente domesticados habitando los palacios de reyes y señores, pero siempre presente denotando la importancia que se les otorgaba en las civilizaciones que se crearon entre los ríos Éufrates y Tigris.50

Por su carácter circular, el Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos nos lleva ahora del río Tigris en Mesopotamia, a la entrada Tigre, animal estrechamente vinculado a Dioniso.

En Extremo Oriente como en otras partes del mundo, el tigre está asociado con la caza y la guerra por su ferocidad. Igualmente en la cosmogonía china cuatro tigres vinculados en forma de cruz y uno más de ellos al centro simbolizan los puntos cardinales que se expanden por irradiación como las cuatro provincias chinas y la del Invariable Medio donde el emperador habitaba.
También se lo asociaba a Dioniso y al frenesí y la cólera.
La leyenda ha hecho de Dioniso un dios que va persiguiendo a una diosa asiática y así llega al río Tigris que antes se llamaba Sollax pero que a partir de que un tigre cruzara a la deidad por el río este posteriormente adquirió ese nombre.
En la iconografía de Dioniso se lo suele representar no sólo con uvas y hojas de parra sino con una piel de tigre entre sus atributos –como a Shiva.
El griego Plutarco es el que da cuenta de esta fábula que corría sobre Dioniso y su inesperada aparición en Caldea, o Sumeria, en fin, en la Mesopotamia, cuna de las más antiguas Tradiciones y madre del primer alfabeto conocido, ideogramático-fonético escrito en tablillas de arcilla, cuando ésta estaba blanda, y perfectamente grabados después de la cocción.51

El lobo, tan misterioso y sigiloso, está a su vez relacionado con Zeus y Apolo, como veremos.

Lupus, en latín, ha tenido un amplio simbolismo en distintas Tradiciones, y en griego su nombre deriva de liké, la luz y se han establecido varias vinculaciones entre ellos, tal la que une al lobo con Zeus (Lykaios).

Pseudo-Alberto Magno. Francfort, 1531.
El hombre lobo es igualmente un mito popular y muchos de nosotros nos hemos transformado en esta figura, en noches de luna o no.
Como el lobo ve en la noche –y de ahí su asociación con la luz– los griegos lo hicieron símbolo de Apolo, es decir, sorpresivamente, un emblema solar, tal la estrella Sirio, en el cielo nocturno, como guardián de la constelación polar.
Luperca se llamaba la loba que amamantó a Rómulo y Remo y Lupercal la cueva donde estos fueron hallados, los fundadores de Roma, habiendo generado así nuestra civilización.52

Rubens. Rómulo y Remo, detalle, 1618. Roma, Museo Capitolino.
Recordar aquí que
Los antiguos romanos azotaban a sus mujeres en el Monte Palatino con tripas sagradas de cabra para que éstas pariesen, realizando así el rito de la fecundación, que no sólo afectaba a sus intereses individuales. Estos ritos eran llamados las Lupercalias. En la etimología de esta voz está presente el nombre de lobo.53

Pero el lobo “también tiene significados oscuros, nefastos y el dicho de que aún se compara a la noche con la boca del lobo, es porque ésta es una entrada al inframundo, al abismo, e igualmente a la caverna”.54

Deucalión y sus hijos fueron transformados en lobos por Zeus, aparentemente por comer carne humana.
Asimismo han sido asociados a la luna, a la que rinden tributo con sus aullidos.55

Por las regiones mesoamericanas, al igual que en América del sur encontramos a un animal de gran tamaño y un tanto monstruoso, llamado danta o tapir, de importancia esencial para estos pueblos.

En los Anales de los Cakchiqueles, se dice que el origen del hombre es el maíz amasado con la sangre de la danta y la culebra:
…Y yendo el animal llamado Tiuh-tiuh [gavilán pequeño] a buscar para sí la masa de maíz, fue traída de entre el mar por el Tiuh-tiuh la sangre de la danta y de la culebra y con ellas se amasó el maíz. De esta masa se hizo la carne del hombre por el Creador y el Formador.
Mercedes de la Garza en el capítulo I: “Los Animales y lo Divino”, de su obra El Universo Sagrado de la Serpiente entre los mayas aclara que:
El tapir o danta es un animal importante pues, (…) es el amante de la diosa madre representando el aspecto monstruoso e irracional del Cosmos…
Por su sacralidad está prohibida su ingesta por los mortales.56

Por otra parte, los monos son animales sorprendentes y aparecen en muy diversas Tradiciones en las que, para manifestarse, el numen se reviste de aspectos muy distintos y hasta opuestos. Nos dice Federico que,

En la Tradición Hindú el dios Hanumân que tiene forma de mono y es el prototipo del amor, el valor y la lealtad es igualmente el de la habilidad, y la destreza. En el budismo el rey mono de los textos alcanza la categoría de Buda.
En los calendarios mesoamericanos el día onceavo es llamado Ozomatli, patrón de la música y el baile. Igualmente en el Popol Vuh los hombres al final de una creación cíclica fueron transformados en monos.57
Se dice que su descendencia son esos monitos que hoy se ven en los bosques.  Y por tal razón el hombre se parece al mono.58
En la iconografía de la Tradición Precolombina el mono es un animal, o la representación de un numen animal muy frecuente y en general se lo asocia con las artes y la alegría que, con su aspecto caricaturesco, disfraza otras características.

Sello. México.
Para los griegos los Cércopes, espíritus burlones y de buen humor, son sin embargo también bandidos y salteadores.
Los egipcios los llamaban hijos de Thot, el escriba divino. También eran los amos del tiempo y del calendario. Son igualmente guías o psicopompos en el viaje post-mortem, tal como los perros.59

Pero no olvidemos a los animales fabulosos, mitológicos, presentes en los cuentos y leyendas de todos los tiempos, protagonistas en los mitos y narraciones de poetas, cantores, viajeros y trovadores de la antigüedad. Mas nos es imposible abarcarlos todos en este breve escrito que ya se alarga, por lo que apenas mencionaremos alguno que otro.

El unicornio es un,

caballo blanco con pezuñas divididas y barba de cabra, con un cuerno frontal impelido hacia arriba y que toma forma espiral, tal cual se lo puede observar en el famoso tapiz que lo representa, depositado en la abadía de Cluny. En la iconografía cristiana indica curiosamente a la Virgen fecundada por el rayo del espíritu, por eso se los vincula en muchas representaciones. En todo caso siempre está relacionado con el rayo que toca a los hombres para despertarlos, al mismo tiempo que simboliza un arma de defensa. Posteriormente esta criatura imaginaria ha sido el protagonista de numerosos escritos y leyendas que han dado lugar a múltiples obras de arte relacionadas con los contenidos de la psiqué. En China fue durante un periodo el emblema real y en Inglaterra forma parte –con el león– del escudo del monarca británico.60

Flavio Josefo. Historia de los Judíos (edición francesa medieval).

Y, finalmente, del grifo se dice que es un

Animal fabuloso análogo a la esfinge ya que tiene alas de águila y garras de león, los dos animales simbólicos más poderosos de cielo y tierra y que se conjugan en la figura del potente grifo.
En Grecia se le atribuyó ser el vehículo que transportaba a Apolo en su viaje anual al país de los hiperbóreos.
Dante concibió a este animal como la personificación en Jesucristo –y en todos nosotros– de las dos naturalezas divina y humana que conformaban al hombre en términos generales, o sea del omphalos hacia arriba y hacia abajo.61
Y con el grifo, poderoso animal por su simbólica, damos fin a este recorrido por el mundo mágico y misterioso de los animales guiados por la pluma de Federico González Frías en su extenso y revelador Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, señalándonos siempre, con gran generosidad y amor, el camino y el vehículo, pues,

Fresco de una tumba de Paestum.
Todos somos jinetes cuyas cabalgaduras deben y pueden ser manejadas, incluso nuestra alma si la tomamos como el vehículo de realización intelectual-espiritual, haciendo un verdadero experimento, una transmutación con ella, con su inmenso poder creador.62

Y siendo,

Hijos de situaciones tan graves no cesemos de orar porque el hombre es el único animal en el Universo que está capacitado para ello.63
NOTAS
1 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Animal”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. Integramente en versión online: Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos.
2 Federico González. El Simbolismo Precolombino. Cosmovisión de las Culturas Arcaicas, cap. XVI. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2016.
3 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Símbolo”, op. cit.
4 Ibíd.
5 Ibíd.
6 Entrada: “Cancerbero”, ibíd.
7 Entrada: “Psicopompo”, ibíd.
8 Entrada: “Transmutación”, ibíd.
9 Ibíd.
10 Entrada: “Mariposa”, ibíd.
11 Entrada: “Colibrí”, ibíd.
12 Paul Westheim. Arte Antiguo de México. Citado en la entrada: “Colibrí”, ibíd.
13 Entrada: “Serpiente”, ibíd.
14 Ibíd.
15 Ibíd.
16 Nono de Panópolis. Dionisíacas, cantos I-XII. Introducción, traducción y notas: Sergio Daniel Manterola y Leandro Manuel Pinkler. Ed. Gredos, Madrid, 1995.
17 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Ouroboros”, ibíd.
18 Entrada: “Dragón”, ibíd.
19 Entrada: “Ballena”, ibíd.
20 Himnos Homéricos. “A Apolo Pítico”. Traducción, Introducción y Notas: Alberto Bernabé Pajares. Ed. Gredos, Madrid, 1978.
21 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Delfín“.
22 Entrada: “Sirenas”, ibíd.
23 Entrada: “Ulises”, ibíd.
24 Entrada: “Ganímedes”, ibíd.
25 Entrada: “Memoria”, ibíd.
26 Entrada: “Abejas”, ibíd.
27 Platón. Fedro. Citado en la entrada: “Cigarras”, ibíd.
28 Entrada: “Rapto”, ibíd.
29 Entrada: “Toro Buey-Vaca”, ibíd.
30 Ibíd.
31 Entrada: “Rapto”, ibíd.
32 Entrada: “Cisne”, ibíd.
33 Entrada: “Garza, Cigüeña, Cisne, Oca, Pato”, ibíd.
34 Entrada: “Mitra”, ibíd.
35 Entrada: “Garza, Cigüeña, Cisne, Oca, Pato”, ibíd.
36 Ibíd.
37 Entrada: “Fénix”, ibíd.
38 Ibíd.
39 Plinio el Viejo. Historia Natural, Libro X. Ed. Gredos, Madrid, 2003.
40 Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Símbolo”, ibíd.
41 Entrada: “Nahual”, ibíd.
42 Entrada: “Águila”, ibíd.
43 Ibíd.
44 Ibíd.
45 Entrada: “Jaguar”, ibíd.
46 Entrada: “León”, ibíd.
47 Ibíd.
48 Ibíd. Cita: Cantos de Milarepa, 4.
49 Entrada: “Heracles-Hércules”, ibíd.
50 Entrada: “León”, ibíd.
51 Entrada: “Tigre”, ibíd.
52 Entrada: “Lobo”, ibíd.
53 Entrada: “Luperco”, ibíd.
54 Entrada: “Lobo”, ibíd.
55 Ibíd.
56 Entrada: “Danta”, ibíd. Citas de Mercedes de la Garza. Anales de los Cakchiqueles y El Universo Sagrado de la Serpiente entre los mayas.
57 Entrada: “Mono”, ibíd.
58 Ibíd. Cita: Popol Vuh.
59 Entrada: “Mono”, ibíd.
60 Entrada: “Unicornio”, ibíd.
61 Entrada: “Grifo”, ibíd.
62 Entrada: “Jinete”, ibíd.
63 Entrada: “Incesto”, ibíd.
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