SYMBOLOS

Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis

LA VOZ DEL CHAMÁN

MIREIA VALLS

A veces es tan sutil el hilo que separa lo engañoso de lo verdadero, las burdas copias del auténtico original, que abordar ahora el tema del chamán resulta un tanto fastidioso por las confusiones o malas interpretaciones a que se presta. Hay mucho charlatán disfrazado de chamán, mucho embaucador que pretende detentar poderes sobrenaturales, demasiados farsantes que se hacen pasar por hombres o mujeres de conocimiento arrastrando tras de sí a buscadores de experiencias fenoménicas, oníricas o astrales sin más fin que el de engordar sus egos o adherirse a una suma de individualidades que confunden el plano del alma inferior con el de la universal, y que por supuesto nada saben del espíritu. En verdad:

Él es en las sociedades arcaicas el introductor o psicopompo en los misterios, tal como el sabio de siglos posteriores, el cual ofrece una iniciación intelectual-espiritual, aunque asimismo –o tal vez por ello– es el encargado de administrar los venenos necesarios de manera eficiente, incluso mágica-teúrgica. Por ello y por otras razones es el guía de una sociedad o un grupo, para el que es el hombre –o mujer– de conocimiento y también el que detenta, a menudo, la autoridad temporal.1

Y lo más paradójico es que los pocos chamanes que quedan hoy en día no son sólo los hombres-mujeres medicina y guías espirituales de los menguados pueblos indígenas que malviven en distintos puntos del planeta, sino que algunos pueden incluso habitar en grandes ciudades o permanecer apartados en sus refugios, pasando desapercibidos, siendo los que se dan notoriedad aquellos showmen de turno a los que nos hemos referido más arriba. Un chamán no tiene porque ir con taparrabos ni ataviado con plumas y sonajas, administrando hierbas o imponiendo las manos. Lo que lo inviste como tal es el hecho de

… que ha experimentado el acceso a otros planos cada vez más sutiles, y abstractos (para decirlo de algún modo), pues se refiere en verdad a grados en la senda del Conocimiento y son más reales que la versión que ofrecen los sentidos, aunque desde luego, basándose en ellos para poder trascenderlos. O sea, darles sentido, encuadrándolos tomando y utilizando los elementos doctrinales o arquetípicos de ese grupo, o de una futura identificación con lo sagrado al ser fecundados por la palabra divina, o la revelación directa que se puede observar en todo lo creado y lo que está por detrás de ello.2

Estos auténticos chamanes han muerto en vida y han renacido gracias al influjo espiritual directo; guiados por una doctrina cosmogónica que entronca con la Tradición Unánime, han pasado durísimas pruebas, todas ellas encaminadas a determinar sus cualificaciones espirituales a la par que se ejercitan en el conocimiento de los indefinidos planos del Ser, los que recorren en sus vuelos internos.

Se suele llamar con este nombre a la idea de un cambio fundamental de estado vinculado con lo alto.3

Alto, vuelan alto y también descienden a los gélidos dominios del inframundo. Vivencian tanto lo supra como lo infrahumano, o sea la totalidad del universo en el interior de sus conciencias; conocimiento que les otorga la potestad de guiar, sanar, instruir y dar testimonio, o sea transmitir acerca de la rotunda vigencia del símbolo como vehículo para la experiencia metafísica. Y eso, muy pocos hombres y mujeres actuales lo realizan en sí; pero los que por la gracia divina y una entrega radical al Conocimiento lo llevan a cabo, deben ser reconocidos como tales.

Se trata siempre, desde el principio, de saber qué es el símbolo. Si uno toma al símbolo como lo que verdaderamente es, va a cambiar todo su mundo, porque en definitiva todo son símbolos. Y en ese viaje, establecido un centro, siempre hay un lugar donde retornar y por donde uno puede ir escapándose propiciando una ruptura de plano de la percepción, o mundo, realizando otros estados de la conciencia.4

Nosotros, minúsculo grupo adherido a la cadena de Hermes, hemos tenido la inmensa fortuna de conocer a uno de ellos. Un mago sin varita que no buscaba impresionar con trucos o poderes psíquicos, sino enseñar acerca de la doctrina revelada y la verdadera magia y teúrgia, lo que le acarreó no pocos problemas con las “autoridades” ortodoxas.

Para aquellos que tanto se han sorprendido en los primeros años de nuestra entrada en las filas esotéricas comprometidas con la Tradición Hermética pues se decía en aquel entonces que sin religión (o Masonería, en el mejor de los casos) no había iniciación posible y que ésta comenzaba con la participación en lo religioso con lo cual nuestras creencias metafísicas eran una grosera vulgaridad impensada en un intelectual de hoy en día y completamente despreciadas por todo tipo de filosofía o sistema filosófico moderno: ignorantes, solíamos pensar de ellos, y aún nos animábamos a darles alguna explicación o les hacíamos ver que vivían como autómatas, especie de estatuas que sólo se movían por intereses económico-sexuales y que eso era un vulgar error con lo cual he llegado a disgustarme a diestra y siniestra en absurdos disparates sin sentido, siendo imposible el diálogo por la violencia en el modo de expresar su fanatismo de cualquier forma, cada vez más inadecuadas. En las cuales descubrí no conocían para nada la idea de una Tradición Áurea que se expresa por un hilo de conducción, existente y real. Pero nada. Y me tuve que enterar que era imposible moverlos en ningún sentido porque eran de tal naturaleza sus prejuicios personales y literales que no correspondía hablar una palabra más en materia de doctrina ni de ninguna otra cosa.5

Ubicado siempre en el centro del mundo, en el centro de sí mismo, su trabajo fue incansable y con una intención bien clara: atravesar las grandes aguas de la psiqué para abismarse en las profundidades del ser en sí mismo y fugar hacia ese misterioso ámbito del que nada puede revelarse por su propia naturaleza indefinible e infinita. Conoció el universo entero en su interior, y cada jornada lo hacía todo de nuevo; una creación permanente, partiendo de cero y laborando en la soledad de su fuero interno.

La labor no es una cuestión moral ni un tributo diario a pagar por nuestros pecados, bien por el contrario esta actividad de la que nosotros hablamos está llena de interés y es alegre por naturaleza puesto que reconforta el corazón y aun cuando pasamos por malas épocas sin embargo sentimos que estamos asumiendo nuestros problemas y encarnando la vida como debemos. Por lo que no hay ningún deber respecto al trabajo sino que éste es libre y está fundamentado en nuestra elección.
La búsqueda en pos del Conocimiento es un simbolismo de pasaje entre lo que se ignora y lo que se descubre de nuevo, nada más feliz que esta satisfacción que es lograr lo que siempre, en el fondo, se ha deseado y se ha olvidado completamente. Entregarse a este trabajo es verdaderamente entregarse a la vida por y para la que hemos sido creados.6
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En este momento el discurso da un vuelco y la voz inmemorial del chamán se deja oír de modos sorprendentes, pudiéndose seguir el hilo del discurso a través de lo que escribió en su Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, obra que en verdad es un testimonio de su experiencia vital en el camino del Conocimiento y de cómo esa voz de la que se hizo emisario es capaz de atravesar tiempos y espacios ofreciendo una guía, ahora, en este mismo instante, para el viaje iniciático de los adheridos a la Tradición Hermética. Una vez elegido el camino, integrada la doctrina y habiéndola llevado a la cotidianidad,

el adepto ya conoce la presencia de la deidad mensajera, pero quiere hacerla suya como un valor perenne en sí mismo. A través de muchas dificultades y trabajos ya ha reconocido diversas formas de la deidad que han aparecido, o se han presentado en su alma. Pero desea realizar en ella un vergel en el que cada macizo de flores, cada planta esté en su lugar correcto.
Para ello lo primero que debe saber es que con objeto de lograr el orden que pretende –cualquiera que éste sea– no debe confiar en su voluntad humana para conseguirlo, sino abandonarse a la Voluntad divina.
Esto no es lo que ha estado haciendo, sino lo inverso, aunque él no lo crea y en su necedad trate de demostrar lo contrario. Estaba esperando que esas imágenes difusas de la deidad –muchas veces ligadas a la niñez– se hicieran suyas para establecer así su propiedad y una vez munido de ella ser el beneficiario de algo que merece y se le ha otorgado por sus esfuerzos y virtudes.
Con la mentalidad del hombre viejo jamás la obtendrá y pospondrá indefinidamente sus posibilidades pues todavía imagina un tesoro, que hay que obtener.7

¡Qué de malas pasadas juega el infantilismo arrastrado hasta la edad adulta, la imaginación desvinculada de las ideas universales, el autoengaño consentido que retiene en los ámbitos de confort, las proyecciones constantes para contrarrestar expectativas no cumplidas, en definitiva ese saco de deseos insaciables a los que uno se aferra por miedo a soltarlo todo, o por la soberbia de creer que ya lo hizo! Vagando y divagando, la vida se escapa entre las manos. Pero siempre puede conducir a una nueva encrucijada donde nos aguarda su correspondiente umbral, el cual

también es un lugar de tropiezo para aquél que quiere apresurarse o que simplemente ha entrevisto la grandeza aunque advierte el peligro de quedarse sin nada de lo que valora y no es capaz entonces de dar el paso necesario para transponer un límite que, como tal, es la puerta a lo ilimitado, la puerta del cielo según lo enunciaba el gran cabalista Chiquitilla en un libro dedicado justamente a ello.8

Claro, las “Puertas de Luz” de ese cuerpo luminoso que en verdad somos y que por un extremo egocentrismo nos resistimos a dejar brillar, acreditando en este pellejo de carne y huesos que cualquier día será reducido a polvo o cenizas; contentos y satisfechos nos miramos y remiramos en el espejo y le cantamos, “espejito, espejito mágico, ¿quién es la más bella, la más lista o mañosa en tal o cual faceta que para el caso es más de lo mismo, según interrogaría la madrastra de Blancanieves? Y el espejo, soltando una estruendosa carcajada espeta:

El espejo es siempre el otro, el que no es el que es, o el que lo sustituye en una constante interrelación de personajes, la danza del yo y el otro.
En este sentido los espejos serían enemigos del Sí Mismo y el Conocimiento, e incluso capaces de atrapar la imagen del que se mira en ellos, cautivo de su individualidad. Su utilización mágica seguramente deriva de que la ilusión es imagen de la realidad como la ciudad terrestre lo es de la ciudad celeste. Nunca es verdad lo que nos dicen los espejos.9

Sin embargo,

hay igualmente un espejo donde todo se ve, que es atributo de adivinos y chamanes. Por otra parte y siendo que los símbolos deben necesariamente ser enseñados y aprendidos sin lo cual no pueden comprenderse, el iniciador o hierofante cumple siempre también una función especular donde el aprendiz pueda mirarse, o viceversa.10

¿Qué contiene esta copa que ahora nos acercas?¿Es imprescindible beber el veneno? ¿No habrá otra forma de traspasar esta puerta que se abre al abismo, a lo desconocido? Te sigues riendo a pierna suelta…

Tal vez sea hora de dejar nuestra caja de sueños y obtener lo que se busca viendo lo que las cosas son en este ciclo, es decir, beber la hiel de la amargura como si fuera lo que hoy se nos da, nuestro alimento, y recibir la angustia de la desesperación con mucha objetividad. Quizá haya situaciones que no podremos resolver nunca. No esperar milagros; son contraproducentes. ¡Bájate de la nube!11

El batacazo duele, pero el ego se resiste a desaparecer. Es de ilusos pretender modificar el molde que nos conforma, pero asumir las limitaciones no es venderse a ellas ni quedarse complacido o resentido con los brazos cruzados. ¡Todavía podemos reconquistar el alma y volar, entonces, libres! Traspasar fronteras, conquistar estados de sí misma no sujetos a estas formas limitadas y limitativas de la transitoria individualidad.

El alma es el paso obligado hacia el espíritu como éste lo es hacia el No-Ser o verdaderamente infinito…12

¿Infinito has dicho? Esta palabra siempre provoca desconcierto, vértigo, temor. ¡No se puede saber qué es!

Muchas gracias, Señor, por no ser nada de lo que conozco.13

Todo esto tiene mucho de locura. ¡Tanto conocimiento para topar a cada paso con lo Desconocido que jamás podrá ser conocido! Y aunque Platón ya advierte que la locura de amor por el Conocimiento arrebata al alma del filósofo, y que es justo que su pensamiento

tenga sólo alas, pensamiento que se liga siempre cuanto es posible por el recuerdo de las esencias a que Dios mismo debe su divinidad. El hombre que sabe servirse de estas reminiscencias está iniciado constantemente en los misterios de la infinita perfección y solo se hace él mismo, verdaderamente, perfecto. Desprendido de los cuidados que agitan a los hombres y curándose sólo de las cosas divinas, el vulgo pretende sanarle en su locura y no ve que es un hombre inspirado…14

Empero, la andanza de este “loco” es peligrosa. Camina constantemente por el filo del abismo, ora aspirado por el auténtico furor divino, ora por la enfermiza demencia que anula la inspiración y el arrebato hacia las altas esferas, deviniendo a veces un mediocre conformista auto-complacido o un amargado quejoso porque no logra hallar la salida del laberinto.

Se dice muchas veces –y por algo ha de ser la repetición– que el aprendiz de mago, o artista, debe sopesar y medir prudentemente el significado de los símbolos que se le presentan en su viaje por los grados de conciencia, planos de Conocimiento, o estados del Ser Universal. Inclusive debe comenzar por tratar de distinguir el mismo símbolo de la inmensa masa de signos que lo circundan. Es de hacer notar que muchas de las señales que podrán tomarse como auténticas manifestaciones simbólicas, sólo son subproductos de nuestra cárcel mental manifestándose por medio de fantasías que terminan siendo expresiones de deseos, relacionadas a veces con los bajos fondos psíquicos. Mejor sería comenzar por considerar simbólico nuestro ser en el mundo: raza, continente, país, región, barrio, familia, medios económicos, educación, capacidades, y sobre todo sus inversas: las incapacidades de todo tipo como nuestras enfermedades, y en general todo condicionamiento, que como se sabe ha de ser prima facie destruido en el camino iniciático (que nada tiene que ver con una alegre ruta “diferente”), comenzando con la determinación del nacimiento ordinario, o sea con el influjo poderosísimo del mapa astral.15

¡Ah, el poder de los astros, su insoslayable influencia que condiciona y restringe, marca y rige el destino de seres, ciudades y mundos, acontecimientos, suertes y desventuras! Afortunadamente, si se está bien atento, ciertas coyunturas abren brechas instantáneas, vías que atraviesan las esferas planetarias invistiendo al raptado de una lucidez tal que se rinde sin reservas a la Providencia,

… el mayor regalo de los dioses, el que crea una necesidad a la cual auxilia la voluntad para arribar a su propio destino.16

¡Saltos en espiral ascendente! Ese es el trazado del recorrido que va marcando el destino para la prosecución de la providencia. De pronto ya no estamos donde siempre, atados a la rutina, los hábitos, la geografía o las ocupaciones-preocupaciones. Todo ello ha confluido en un punto de fuga y nos reconocemos en un plano otro, donde somos ciudadanos del gran mundo y habitantes de una ciudad erigida más allá del sol.

Antes de este espacio tridimensional llamado erróneamente euclidiano (es de hecho descartiano) el lugar mental era otro.
Vivimos en un espacio pintado. Se dice que (jerárquicamente) después de este ámbito hay otro análogo. Al igual que en el ejército hay soldados, suboficiales, oficiales y dentro de ellos subgrados; esta jerarquía es inherente a la idea de estructura. Y entre dos grados definidos, nombrados, hay otros cuarenta –por decir un número– que están en silencio.
Son grados progresivos de inmanifestación, y el ejemplo más sencillo o evidente de estructura es la misma serie numérica, que se expresa además de modo geométrico.17

Lo penoso es que con demasiada frecuencia no escuchamos, seguimos con nuestro rollo de siempre y lo emitimos sin censura. ¡Vaya sordera y verborrea! Un discurso de la mente tan arraigado que tapona la posibilidad de la audición liberadora, porque

oír es ser. En verdad se trata de nuestra única oportunidad de ser. Y ser además raptados y aprovechar las aguas del Cocito para barrenarlas y por la gracia de Hermes poder salir airoso de todos los infiernos, arribando nuevamente a la superficie y a otro grado de conocimiento después de una muerte gloriosa.
Para todo ello están los métodos y las escuelas invisibles (y aún visibles) capaces de formarnos en un viaje que incluye todo el cosmos, de los pies, a la cabeza, y aún a lo que está sobre ella.18

Venga, venga, venga, una vez agarrados el timón ya no cabe soltarlo; él nos va llevando entre tempestades y calmas chichas al puerto de destino, viajando por una red de analogías que intenta abrirse paso entre las aguas, sin olvidar que

para obedecer ese Destino hay que ver constantemente qué se está edificando, no perderse en indefinidos horizontales, equiparables a charlas de café; sino que se necesita una concentración, y tener presente en cierto modo todas las posibilidades, abocado uno a una permanente síntesis, y no moverse de esa perspectiva, o sea, no ser como otro –o el “otro”–, que eso no es ser: el hecho de imitar un modelo pero sin vivir el dramatismo y la comedia que éste te impone.
Quizá podría parecer que uno se evade, pero ello es imposible; son múltiples, indefinidos los recovecos que utiliza este juego, que es el Destino. Seguramente el sujeto haya luchado de joven en batallas más materializadas, o mejor, más visibles, aunque igualmente válidas, no obstante después vienen guerras más invisibles, internas, y desde luego, sin aquellas cualidades necesarias o sin haberlas terminado de realizar, hay al menos que comprender de qué se trata la doctrina para no retornar a lo mismo una y otra vez. Como se ha visto no todos los hombres tienen un destino sino que éste lo hace crecer y lo va forjando posteriormente. O, lisa y llanamente: “Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos”. (Mateo 22, 14).19

Es que uno ya no quiere otra cosa; dar cumplimiento al Destino deviene una necesidad, se vive sólo para eso. Entonces a santo de qué toda esta ansiedad, esta agitación, este despiste continuado si

lo necesario siempre es suficiente. La máxima aspiración es posible cuando no se destruyan o contaminen las vías de acceso a ella, teniendo en cuenta que la Sabiduría nace de la necesidad que es el único camino seguro para llegar a la verdad.20

Refulge como una pequeñísima luz, inmutable como la Polar, pero es mucho más que eso, y no es nada de lo que se pueda ni siquiera hablar, tan misterioso resulta ser el Misterio que nunca será porque de ser ya no podría hablarse de Misterio.

Nuestro punto de concentración en el Misterio nos ha interesado tanto que por eso sin quererlo se ha hecho para muy pocos el privilegio de haber recibido un grado más en el camino del Conocimiento.
Nuestro objetivo debe ser el Misterio. El Misterio siempre lo es. El Misterio es como el Secreto, dos fuertes rayos que iluminan la noche y el sendero por el que transitan los actores (antiguamente cómicos) guerreros, sabios, nada más ni nada menos que los adoradores del Misterio, los que han nacido en la casta de los artistas y artesanos de todo tipo que fuese, arquitectos e ingenieros incluidos. Los que tienen por su fin el Misterio y también por los que niegan el Misterio, una espada que sale de pronto y refulge como la ira del kshatrîya y es capaz de matar a cualquier ignorante que se le presente. Ha comenzado la vida y ésta lo ha llevado una vez más al Misterio por lo que no nos importa que nos llamen cultores del Misterio, o mejor, los adoradores del Misterio.21

Actores o artistas, magos “que se mueven libremente por el universo significativo”,22 los que persiguen esta meta sin nombre recuerdan constantemente la impronta intelectual de este viaje, aunque

hay mucha confusión en cuanto a lo que el término intelectual o intelectualidad se refiere. Tal vez a personajes intelectuales exitosos como Borges, o yo mismo, capaz de entrever la esencia del misterio y el secreto y verterla impúdicamente sobre la hoja de papel. Y es notorio también que diciéndose aquí lo que se dice de renunciamiento, se siga pensando en algún premio profano que se pudiera obtener mediante estas líneas, ya sea económico o referido a cualquier poder al que se pretendiese aspirar.
Por lo que sugerimos se retiren aquellos que no están dispuestos a comprender con el corazón lo enunciado.23

Adiós, adiós, adiós al engolado mí mismo farsante y cansino de tanto repetirse, análogo al tú que no comparte el punto de vista no dual y se empeña siempre en ser alguien, poseer un estatus, ser reconocido y adulado en la fila de turno que toque.

El verdadero intelecto es una energía capaz de transformarlo todo debido a la fuerza de esa misma idea, generativa de un lenguaje, que a su vez pueda ser repetido mediante la potencia desprendida de la piedra imán.
Otra cosa es la Intuición Intelectual, o “el tercer ojo” para los hindúes, que nos da la certeza.24

Acerquemos las copas y brindemos al unísono los que participamos de este banquete, de esta unión por y en el pensamiento. Prendamos el cigarro y fumemos, invoquemos desde lo más hondo del corazón al Dios Desconocido, compartamos este secreto que jamás podrá ser revelado.

El secreto ocurre en un estado muy alto de desarrollo intelectual, que implica callar lo que se sabe para así hacerse digno de ello.25

¿Sentimos cómo se va apoderando de nosotros la sutil embriaguez?

Estado de aquel que se sume en las ideas universales y se deja llevar por ellas.
Igualmente significa embriaguez la que se obtiene mediante la ingesta de la bebida ritual al producirse dentro de un estado que puede ir de la risa, al llanto, empujado por ideas que se presentan en orden o no, al pensamiento, que es capaz de modificar por su presencia, o formulación, el universo entero.26

Aunque aquí nunca se ha abogado por la ingesta colectiva de las substancias que pueden abrir la conciencia a otros grados, tan de moda hoy en día entre las filas neo-espiritualistas o simple y llanamente entre los que buscan nuevas experiencias sin la imprescindible guía de una doctrina tradicional íntegra; ésta, de por sí es catártica por momentos, y por otros fiel y paciente guía.

El efecto de las drogas es precedido generalmente por estados, que los propios chamanes denominan embriaguez; esto es cuestionable puesto que el vino como intermediario de conocimiento actúa de manera muy diversa sobre el bebedor, que no debe asociar para nada su experiencia, en el caso de ser alucinógena, al alcohol. Pues en otros casos la embriaguez es sufrimiento y torpeza y causa de diversos males.27

Podemos practicar el Jnâna yoga, el tántrico o el sefirótico; el de los nombres divinos, las numeraciones, o bien las indefinidas cópulas de los mitos encarnados. También las sagradas uniones en sueños entre el yo y el otro que hacen decir al soñador: “Yo soy tú”.

En cuanto a las chamanas es común en muchas Tradiciones que experimenten en un sueño (o en sueños) ser poseídas por un dios que es, generalmente representado por el chamán iniciador con el que realizan un coito ritual. También esto es válido para ciertas iniciaciones masculinas donde cogerse a la Diosa es índice de una ruptura de nivel, tal la Afrodita Pandemos transformada en la Venus Urania, es decir a su iniciadora, como representante del amor más alto.28

Y sobre todo tomar conciencia de la respiración del universo –herramienta poderosa de la que se vale el Ser para Ser, para alimentarse, morir y regenerarse–, así como del soporte de la oración silenciosa que jamás comercia con el dios particularizado, también llamada

oración del corazón. La que no pide nada y todo lo agradece. La más extraordinaria energía de que puede disponer un ser humano, no sólo en relación con los dioses, es decir, con todas las cosas, sino particularmente consigo mismo.
La oración secreta, la oración del corazón, la que se hace sin pensar en ella, es la entrada más afortunada a la religio mentis.29

El chamán nos tiende la mano, o nos rechaza si aún andamos con los bolsillos demasiado cargados de monedas y la cabeza atiborrada de distracciones; en todo caso no nos ahorra una sacudida debidamente administrada para que caiga el velo que corresponde a este mismo momento. Y cuidadito porque

el mundo de lo que no se ve está recubierto por deidades tramposas. Este dios aparece en casi todas las Tradiciones, muchas veces por medio de la figura sorprendente del Bes egipcio, como ejemplo, en los desfiles grecorromanos en honor a Dioniso o representados por artistas cómicos u otros personajes de la farándula, como el también grecorromano phlyax, la commedia dell’arte, o los bufones de la corte, los cuales muy a menudo solían tener un cortejo de bailarinas y música, primas hermanas de ninfas y musas, y de caballeros que repartían su lealtad en la guerra con su gusto por la literatura, la poesía, y ¿por qué no decirlo?, por el espíritu femenino contorneado por tan graciosas redondeces –con una atracción tal por éste que varias veces tuve que filtrarme hasta que no me viera antes de meterme en su lecho.30

Y aunque los mitos que protagonizan todos los dioses –o sea las extraordinarias aventuras de nuestros estados superiores– son un buen soporte en los primeros tramos del viaje, también llegará el momento de abandonar sus trajines interminables.

Una de las primeras cosas que hay que dejar en el camino del Conocimiento es la mitología, y el propio vehículo te lo indica, cuando ya no evoca nada sino que te confunde. La mitología está escrita toda en un ambiente yetsirático.31

En fin, que uno está más solo que la una, y lograr esa soledad en la conciencia es estar muy, pero que muy cerca del origen.

La soledad es un lujo que muy pocos pueden darse, aferrados a su ropa, su cartera, a su careta, y a la imposibilidad de arribar así al Conocimiento. Es más bien un orgullo estar solo, debemos decirnos, ante la sorpresa ajena.
Vivimos sobrellevando un fantasma que hemos engendrado para, en última instancia, negar lo que verdaderamente es, o quienes somos, en esta comedia cómica llamada vida.
Como en el caso del silencio y el misterio, de la soledad puede afirmarse –como dice el refrán–, que “no hay mal que por bien no venga”.
El ámbito del silencio es tan limpio y puro como un brillante y tan luminoso como él; de la soledad podemos decir lo mismo.
Pero la soledad pura y dura, o sea la soledad por la soledad misma, no lleva a ninguna parte y es tan infecunda como su contraria: la multiplicidad de lo masificado.
Por lo que no tenemos necesariamente que despedir a la familia y hacerles un gesto de adiós a aquellos que amamos y nos necesitan, pues bien nos pueden bastar nuestros estudios, trabajos y meditaciones y la soledad necesaria para llevarlos a cabo y asimismo la percepción de la auténtica soledad, la que llevamos a cuestas de toda la vida y que no nos atrevemos a nombrar por un miedo atroz a que se produzca en nuestra existencia, o nos la reproche vaya a saber qué entidad tan inútil como ilusoria.
Estando solos repetimos la imagen de la Unidad, que no tiene par y que no necesita de nada, salvo de ella misma. Y así actualizamos un gesto ritual primigenio.32

Lo cual no nos identifica con los anacoretas, ermitaños o místicos, ni con los enfermos mentales que detestan cualquier contacto con sus semejantes. Somos más bien los solitarios arrebatados por el dios de los furores mistéricos, el que conduce a su nutrido séquito a “la unión orgiástica con el cosmos invisible”.

Y cabe destacar en este caso la vinculación directa entre el dios del vino y de la alegría y la prosperidad representadas por Dioniso, al que siguen como en fila india todos los demás héroes que esta alegre chusma momentáneamente encarnaba y por lo mismo la relación vinculación de estos con el teatro ya que bailaban y actuaban de modo un tanto demencial, y esto nos muestra una vez más la importantísima presencia del teatro en nuestra civilización y cultura hoy tan seria y estucada.33
El teatro puede alcanzar un estado sagrado como si una obra o su representación que así lo hiciese pudiese llegar a un sitio y tiempo distinto, una ruptura de nivel, como si se lograra expresar la idea de un teatro dentro de otro teatro, como lo hace el Teatro de la Memoria, o con impertinencia y estulticia agregar una ilusión a la ilusión como lo hace casi siempre el teatro contemporáneo.34

Copartícipes del Gran Teatro del Mundo, ensayamos todos los papeles, nos ponemos y sacamos máscaras, sin perder la fe en medio de la hecatombe que se avecina y evitando a toda costa quedar petrificados.Vamos a ver cómo nos las arreglamos para salir de todos los atolladeros, de las vías muertas que nos vende este mundo, falto por completo de aperturas a los planos diáfanos de las ideas puras. Ya hace tiempo que declaramos no creer en la psicología, que esta sociedad tecnológica y mecanizada es un infierno, que el dinero no lo puede todo, que los trabajos actuales esclavizan, etc., etc. Hemos aprendido a decir no a muchos cortapisas. Vivimos tejiendo analogías con los símbolos y bien asidos al eje, que soltaremos cuando la Necesidad nos haya conducido al Destino, que es la plena asunción de la Providencia.

La técnica chamánica por excelencia consiste en el paso de una región cósmica a otra: de la tierra al cielo, o de la tierra a los infiernos. El chamán conoce el misterio de la ruptura de los niveles. Esta comunicación entre las zonas cósmicas se ha hecho posible gracias a la propia estructura del Universo. El Universo, en efecto, y vamos a verlo enseguida, se concibe, grosso modo, como constituido por tres regiones –Cielo, Tierra e Infiernos, o Cielo, Tierra y Hombre en la Tradición China–, unidas entre sí por un eje central. El simbolismo mediante el cual se expresa la solidaridad y la comunicación entre las tres zonas cósmicas es bastante complejo y no está siempre exento de contradicciones; este simbolismo tiene una historia y ha sido muchas veces contaminado y modificado en el curso del tiempo por otros simbolismos cosmológicos más recientes. Pero el esquema esencial continúa siendo transparente, incluso después de las muchas influencias sufridas. Existen tres grandes regiones cósmicas, que se pueden atravesar sucesivamente porque están unidas por un eje central. Este eje pasa, desde luego, en cada una de ellas, por una abertura, por un “agujero”, y por este agujero los dioses descienden a la Tierra y los muertos bajan a las regiones subterráneas o ascienden a las celestes; asimismo por él, el alma del chamán en éxtasis puede subir o bajar durante sus viajes al Cielo o a los Infiernos (inframundo).35

¡Zas, nos colamos! El recuerdo de lo que somos se ha hecho omnipresente.

En el esoterismo no es simplemente un ejercicio de la memoria, o algo que no estábamos conscientes de haber registrado, sino la evocación de la memoria primigenia que es llamada anamnesis. Se trata de un estado del alma al que se accede, paradójicamente, por el olvido de todo lo superfluo y anecdótico.
Algunos creen que es una especie de amnesia producida por negación o neurosis, ignorando la importancia de este estado que nada tiene de impreciso o confuso, cuando por lo contrario, se trata de la aparición de la conciencia del ser humano como tal, instantáneamente, donde se presenta en forma evidente la irrealidad del mundo y el verdadero recuerdo del Sí Mismo en nuestra interioridad.36

¿Qué cantas?

Siempre es ahora y la eternidad es eso. En los comienzos la obtención de la sabiduría es una carrera de postas, pero cuando llega el momento del Sí mismo, siempre es actual, y la vivencia de lo simultáneo deviene eso, un ahora reiterado donde ya no hay adonde ir ni nada que percibir. No hay nada que conocer.
Y ello es haberse deificado y no unas vagas ensoñaciones, o unas ilusiones poéticas que sólo suelen ser unas falsas ideas del hombre profano, no sacralizado.37

Nos nace callar.

El silencio es un acto de concentración en donde el ser que se retrae a todo lo que despierta el mundo puede abrirse un pasaje secreto de Conocimiento efectivo y verdadero. En el silencio absoluto puede percibirse que la deidad es la única realidad posible, aun sin hombre y sin mundo. Absorberse en el silencio es volver definitivamente a la Nada Primordial.38
NOTAS
1 Todas las citas pertenecen al Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos de Federico González Frías. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. También disponible la versión íntegra online: Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. La entrada de esta nota es “Chamán”.
2 Entrada: “Chamán”, ibíd.
3 Entrada: “Vuelo”, ibíd.
4 Entrada: “Fuga”, ibíd.
5 Entrada: “Trabajo”, ibíd.
6 Ver nota 5.
7 Entrada: “Fijar lo volátil”, ibíd.
8 Entrada: “Umbral”, ibíd.
9 Entrada: “Espejo”, ibíd.
10 Ver nota 9.
11 Entrada: “Fijar lo volátil”, ibíd.
12 Entrada: “Espíritu-alma-cuerpo”, ibíd.
13 Entrada: “Cero”, ibíd.
14 Entrada: “Loco”, ibíd.
15 Entrada: “Fantasmas”, ibíd.
16 Entrada: “Providencia”, ibíd.
17 Entrada: “Grados de la conciencia”, ibíd.
18 Entrada: “Audición”, ibíd.
19 Entrada: “Destino”, ibíd.
20 Entrada: “Necesidad”, ibíd.
21 Entrada: “Alta Distancia” –inédita–, ibíd.
22 Entrada: “Mago”, ibíd.
23 Entrada: “Intelectual”, ibíd.
24 Ver nota 23.
25 Entrada: “Secreto”, ibíd.
26 Entrada: “Embriaguez”, ibíd.
27 Ver nota 26.
28 Entrada: “Chamán”, ibíd.
29 Entrada: “Oración”, ibíd.
30 Entrada: “Joker, clown (Deidad tramposa)”, ibíd.
31 Entrada: “Mitología”, ibíd.
32 Entrada: “Soledad”, ibíd.
33 Entrada: “Dioniso”, ibíd.
34 Entrada: “Teatro”, ibíd.
35 Entrada: “Eje”, ibíd.
36 Entrada: “Recuerdo”, ibíd.
37 Entrada: “Fijar lo volátil”, ibíd.
38 Entrada: “Silencio”, ibíd.
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