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ANA CONTRERAS |
Y así fue.1 Algunos clanes empezaron sus migraciones dirigiéndose al sur, otros al norte, volvieron a trazar sus rutas para girar hacia el este y el oeste y de nuevo otra vez. Todas sus rutas formaron una gran cruz cuyo centro, Túwanasavi o Centro del Universo, se ubica en la que ahora es la tierra Hopi del suroeste de Estados Unidos. Sus brazos llegaban hasta los cuatro pásos2 correspondientes a las cuatro direcciones. Al dar la vuelta en cada uno de los extremos hicieron de esta gran cruz una esvástica, tanto en el sentido de las manecillas del reloj como al contrario, de acuerdo con el movimiento de la Tierra o del Sol. Luego, cuando sus migraciones se ralentizaron al irse acercando a su hogar permanente, formaron espirales y círculos cada vez más pequeños.3 |
Unos años antes de su muerte, acaecida en 1960, el jefe Hopi Tauákwaptiwa recordaba Palátkwapi, literalmente “casa roja”. Aunque se haya olvidado dónde se ubicaba, a pesar de que todos los clanes la conocieron en algún momento en sus migraciones, se sabe que estaba al sur, por lo que recibe el nombre de Ciudad Roja del Sur. Se dice que la construyeron los Kachinas, quienes habían acompañado en esa dirección, tras su Salida, a varios clanes liderados por el Clan del Oso.
Palátkwapi fue un centro cultural y ritual de enorme importancia para los Hopi. En aquel entonces no había kivas, y dos edificios, uno para iniciados y otro con fines ceremoniales hacían allí análoga función. Este último tenía cuatro pisos dispuestos en terrazas. La entrada principal se abría al Este, y otras dos puertas más pequeñas daban al norte y al sur.
Los dos espíritus jefes de los kachinas que impartían estas enseñanzas eran Eototo y Áholi, cada uno relacionado con un clan, respectivamente con el del Oso y el del Maíz y su ramificación, el del Maíz Verde. Este último debía asegurarse de que se cultivase maíz de los cuatro colores: rojo, negro, amarillo y blanco, para asegurar la fraternidad en este nuevo mundo de todas las razas venideras. También el Clan del Coyote juega un papel fundamental siendo el encargado de “cerrar la puerta”. Un miembro de dicho clan, denominado Qaletaqa, “guardián”, se mantenía siempre al final de la procesión durante las ceremonias para protegerla contra el mal. Pero el mal llegó, tal vez porque la vida allí era demasiado fácil o, según otros, porque el Clan de la Araña había usado sus poderes de forma errónea al llegar a la puerta negra del norte, la puerta trasera de la que les había hablado Sótuknang.4 Por ello, se les prohibió la entrada, y el Clan de la Araña decidió atacar al amanecer. Una de las mujeres kachina, Héhewúti, “madre guerrera”, advirtió el peligro, se vistió como pudo,5 cogió arco y flechas y se lanzó a defender la ciudad. Resistieron hasta que el Clan de la Araña cortó el curso del arroyo y les privó de agua. Los atacados decidieron entonces cavar un túnel por debajo del arroyo. Dirigidos por el jefe kachina, los habitantes salieron por orden y reanudaron sus migraciones, instados a recordar todo lo que habían aprendido y a mantener abiertas las puertas de sus coronillas.
Tras la huida, los clanes reanudaron sus migraciones. El Clan Kachina alcanzó sus pásos en las cuatro direcciones y construyó muchos asentamientos antes de llegar a Oraibi. Todo había salido bien, salvo que con las prisas y la confusión, el líder del Clan del Maíz Verde olvidó llevarse el mongko o Ley de Leyes.9 |
NOTAS | |
1 | Este artículo es continuación del anterior, Cosmogonía Hopi, y por tanto sigue basado en el libro de Frank Waters, Book of Hopi. Ed. Penguin Books, Nueva York, 1977. Todas las citas y entrecomillados están extraídos del libro y traducidos por la autora de este artículo. |
2 | El páso es allí donde la tierra se junta con el mar. Másaw explicó a los clanes que debían hacer cuatro migraciones siguiendo las cuatro direcciones y llegando cada vez al límite, es decir a los pásos. Sólo al acabar, podrían volver a reunirse, cumpliendo con el plan del Creador. |
3 | Todos estos patrones originados a partir de las cuatro migraciones constituyen los símbolos básicos presentes en la alfarería y cestería actuales, así como en las matracas kachina y en las tablas de los altares. |
4 | Ver artículo anterior, Cosmogonía Hopi. |
5 | Se explica que por eso este kachina aparece en los rituales despeinada y a medio vestir. Asimismo le pasa a Cha’kwaina, otro kachina, quien gritó hu-hu al ser alcanzado por las flechas del enemigo, y ese es el único sonido que emite durante los rituales. |
6 | Aunque los verdaderos kachina vienen del Cielo, la comunicación con ellos se establece desde el monte de San Francisco, al sudoeste de Oraibi, cerca de Flagstaff, Arizona. |
7 | Un páho es una pluma para la oración. De hecho son las plumas que llevan no sólo la oración sino también el pensamiento hacia el Creador. Pueden ser de cualquier ave, aunque normalmente son de águila, pues fue la primera ave con la que conoció el hombre y simboliza la elevación del Espíritu. Se introducen en una grieta o se cuelgan de un árbol. |
8 | Fue profetizado que las Danzas Kachina serían los últimos rituales que sobrevivirían, cuando todo se hubiera olvidado y abandonado. |
9 | El mongko es un cetro o vara de cacique utilizadas con fines rituales. Constituye el símbolo supremo de poder y autoridad espirituales y sigue usándose en la actualidad. Por eso, simbólicamente Áholi no llevaba mongko al llegar a Oraibi mucho después. |
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