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Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis
 

MITOS HITITAS Y SUS VÍNCULOS CON OTRAS CULTURAS
(2ª parte)

ÁNGELA SARDÁ - MARC GARCÍA


Detalle de la Puerta de la Esfinge de Yerkapu.
(Hattusa, ca. s. XIII a. C.).
Todo relato mítico despierta una emoción intelectiva que aflora de las profundidades más recónditas de nuestro ser, trasladándonos por su intermedio a un tiempo donde lo profano, lineal y sucesivo no existe. El tiempo mítico es en verdad un no-tiempo, en el sentido al menos en que lo computamos de ordinario, lo que quiere decir que está ocurriendo siempre, en este mismo instante, pues en la realidad del Ser Universal también existen orígenes atemporales.1

Como ya dijimos, una parte importante de los mitos hititas son un legado de la cultura hurrita.2 Aunque siempre existió una gran rivalidad entre los reinos hitita y hurrita y ésta desembocó en una guerra de dominación –que se decantó a favor del país de Hatti–, los hititas adoptaron los mitos de sus contendientes como propios porque reconocieron que se referían a una misma cosmogonía.3 Por otro lado, los principales mitos hititas –o al menos rasgos señeros de ellos– fueron absorbidos por la tradición griega y se transmitieron a través de ella a Occidente. En el mito del que trataremos más extensamente en este trabajo, el Canto de Kumarbi, hay ejemplos muy claros de la conexión entre las mitologías hitita y griega.

Todo lo cual nos hace reparar una vez más en el hilo sutil que recose al conjunto del universo, una unión invisible de las cosas manifestadas entre sí y de la periferia con el centro del que todo emana. Una red de analogías y correspondencias donde las ideas vehiculadas por los símbolos, mitos y ritos de las distintas tradiciones se imponen como lo que son: arquetipos unánimes y eternos que brotan de la mente divina y se repliegan en ella al final de cada ciclo para volver a ser emanados en un tiempo renovado.4

El Canto de Kumarbi es un poema hitita de raíz hurrita integrado en un conjunto más amplio de mitos que tratan de las luchas que sostienen los dioses por ocupar el trono de los cielos, una serie de gestas ejemplares que simboliza la sucesión de los ciclos cósmicos. El origen de esas divinidades va parejo a la creación del mundo y al despliegue de la cosmogonía, y encontramos mitos análogos en otras culturas, lo cual no es casual sino “la prueba de que existe una cosmogonía arquetípica, un modelo del universo cuya estructura manifiesta lo que se ha dado en llamar Filosofía Perenne, la que aparece de modo universal a pesar de los innumerables ropajes con que se viste en distintas geografías y tiempos”.5


Relieve en el que aparece el dios hitita de las tempestades, Tesub, junto a un personaje que escancia
un líquido en la copa del dios. Museo de las Civilizaciones de Anatolia, Ankara.

El canto empieza con una invocación:

Canto a Kumarbi, padre de los dioses

Que me oigan los dioses primigenios, que están en la negra tierra,
que me oigan estos poderosos dioses primigenios.
Que me oigan Nara, Napsara, Minki, Amunki,
Ammezzadu y Tuhusi, El Padre y la Madre del cielo.
Que me oigan Enlil y Abandu, el Padre y la Madre de Ishara,
que me oigan Enlil y Ninlil, que son, poderosos, perdurables dioses,
tanto cuando contienden como en la paz.6 - 7

En el mito son cuatro los dioses que se disputan el poder divino: Alalu, Anu, Kumarbi y Tesub. En esto la teogonía hitita se distingue de la griega ya que no se trata de luchas entre dioses vinculados por una genealogía común, sino de combates entre divinidades de las que algunas pertenecen a estirpes distintas. La narración comienza así:

Antes, en los antiguos años, fue rey en los cielos Alalu.8
Alalu está sentado en el trono
y el poderoso Anu,9 el primero de los dioses, se hallaba ante él,
se prosternaba ante sus pies
e iba poniéndole en la mano las copas para beber.10
Nueve años contados fue Alalu rey en el cielo.
Pero al noveno año, Anu entabló combate contra Alalu.
Derrotó a Alalu,
éste huyó corriendo ante él
y descendió a la negra tierra.


Vasos y jarras de oro hititas. Imagen de procedencia desconocida.

Son nueve los años que dura el reinado de Alalu y va a ser de otros nueve años el ciclo de Anu como dios supremo. El número 9, relacionado con la circunferencia, simboliza el cierre de un ciclo, el retorno al punto de partida.11 “Todo ser tiene un nacimiento y un crecimiento que llegará hasta su límite, el cual es seguido por una segunda etapa de contracción, decrecimiento y ocaso que lo conduce indefectiblemente a la muerte”,12 y los dioses no son ajenos a este “siendo” cíclico del Ser Universal.

El canto continúa así:

Descendió él a la negra tierra,
y en el trono se sentó Anu.
Anu está sentado en el trono
y el poderoso Kumarbi13 le daba de beber,
se prosternaba ante sus pies
e iba poniéndole en la mano las copas para beber.
Nueve años contados fue Anu rey en el cielo.
Al noveno año, Anu entabló combate contra Kumarbi,
Kumarbi, descendencia de Alalu,
entabló combate contra Anu.
Ante los ojos de Kumarbi ya no resiste Anu,
se zafó de las manos de Kumarbi, como un pájaro, Anu subía al cielo.


Figura de una diosa madre en terracota, dando a luz entre dos leones. Museo de las Civilizaciones de Anatolia, Ankara.

En la continuación del poema se habla de la castración de Anu por parte de Kumarbi14 para evitar que el dios fugitivo tenga descendencia, devorando sus miembros de un mordisco, pero lo que consigue es todo lo contrario: se queda embarazado de Anu y da a luz a varios dioses, entre ellos Tesub,15 su gran rival.

Por detrás se le acercó Kumarbi,
cogió por los pies a Anu
y tiró de él desde el cielo hacia abajo.
Le mordió los genitales
y su virilidad se mezcló, como el bronce,
con las entrañas de Kumarbi.

Cuando Kumarbi había tragado
la virilidad de Anu,
se regocijaba y se reía.
Anu se volvió hacia él
y comenzó a decirle a Kumarbi:
– Te regocijaste en tus entrañas
porque tragaste mi virilidad.
¡No te regocijes en tus entrañas!
En tus entrañas he puesto una carga.
En primer lugar te he preñado con el pesado Tesub,
en segundo lugar te he preñado con el Aranzah16 no soportable,
en tercer lugar te he preñado con el pesado Tasmisu.17
Otros dos espantosos dioses he puesto,
como una carga, en tus entrañas.
Tú te irás y acabarás
por golpear con tu cabeza los peñascos del Tassa.18

Cuando Anu terminó de hablar subió al cielo
y se escondió. Escupió de su boca Kumarbi, el sabio rey.
De su boca escupió saliva y la virilidad mezcladas en su seno.
Con lo que Kumarbi había escupido
Quedó preñada del terrible Tasmisu la montaña Kanzura.19

Alrededor de los genitales de Urano arrojados al mar por Cronos surgió la “espuma del mar” del que nació Afrodita, y de la sangre de Urano caída sobre Gea (como del esperma escupido por Kumarbi sobre la tierra) nacieron seres temibles. Es curioso, y muy significativo, que sea la castración de los dioses del cielo la que dé pie al despliegue de la creación.

El texto sigue con la cuenta de los meses (nueve) que transcurren hasta el nacimiento de los dioses que Kumarbi engendra:

Kumarbi llegó, repuesto, a Nippur, su ciudad
y se asentó señorialmente en ella.
Kumarbi no […]20 […] va contando los meses.
Llegó el noveno mes […] […] y sus entrañas los poderosos dioses […]

[…] a Kumarbi:
– ¡Sal de su cuerpo por el cráneo!
¡O bien sal de su ánima!
¡O bien sal por el buen lugar!21
Marduk comenzó a decir estas palabras
en las entrañas de Kumarbi:
– ¡Que sigas vivo, señor de los manantiales de la sabiduría!22

A continuación, Tesub afirma su primacía proclamando “que reúne en él las características que ha heredado de cada divinidad importante y que, por ello, se encuentra legitimado como nadie para ocupar el poder del cielo”:23

– La tierra me conferirá su fuerza, el cielo me conferirá su heroísmo,
Anu me conferirá su virilidad
y Kumarbi me conferirá su sabiduría.
El dios primigenio […] me conferirá su […],
Nara me conferirá su […],
Napsara24 me conferirá su […].
Enlil25 me conferirá su vigor
y (Ea?)26 me conferirá su potencia y sabiduría.
[…] a todos los corazones
[…] de la mente.


Relieve en piedra de Tesub.
Imagen de procedencia desconocida.

Anu comenzó a decir:
– ¡Sal! […]!
Temí sin razón.
¡Que salga la semilla que puse en tu interior!
¡Y que lo traten a él como una mujer!
¡Sal por el mismo camino […]!
¡O bien sal por la boca! […]
¡O si te parece bien, sal por el buen lugar!
Ea comenzó a decir a las entrañas de Kumarbi [...]

Ea también intenta ayudar a que el parto se desarrolle felizmente. Un dios (el texto no nos permite saber cuál) le responde desde las entrañas de Kumarbi:

– Si salgo por […]
me triturará como a una caña seca.
Si salgo por allí, me lo mancillaré.
... por la oreja, me la mancillaré.
Pero si salgo por el buen lugar,
toda mujer recibirá daño.

Después de unas líneas indescifrables del texto, el canto prosigue:

[…] dentro, se dispuso y como una piedra
rompió el cráneo de Kumarbi.
Así que por el cráneo subió KA.ZAL,27
el héroe, el rey.

Salta a la vista el paralelismo entre el nacimiento de la deidad de nombre KA.ZAL por la cabeza de Kumarbi y el de la diosa griega Atenea a través de la testa de Zeus, abierta por Hefesto con un golpe de hacha.28 Pero la analogía no se limita a la manera como se opera el parto: así como KA.ZAL es engendrada por Kumarbi a causa de la semilla de Anu que ingiere, Atenea nace de Zeus porque el dios olímpico se traga a su primera esposa, la oceánide Metis, diosa de la sabiduría y la prudencia, cuando ésta ya está encinta de Atenea.29

El mito continúa:

Cuando caminó,30 se puso delante de Ea,
Se inclinó y cayó al suelo.
Kumarbi se alteró por la cólera,
Miró a Namhe31 […] y comenzó a decirle a Ea:
– ¡Dame a mi hijo y lo devoraré!
A él, que me ha convertido en una mujer,
Y que me ha […]
¡A Tesub también lo devoraré
Y lo trituraré como a una caña seca!


Figurilla hitita de una mujer amamantando a un niño.
Imagen de procedencia desconocida.

Por la manera como sigue la narración, parece que lo que el dios Ea-Enki entrega a Kumarbi es una piedra envuelta en pañales:

Kumarbi se puso a comer,
pero la diorita32 le hirió en la boca los dientes a Kumarbi.
Cuando le hirió los dientes,
la escupió y se puso a lamentarse.

Este pasaje recuerda otro mito griego muy análogo, el de cómo Zeus, al nacer, evita ser devorado por su padre Cronos.33 Y continúa el mito hitita:

Se lamentó Kumarbi y comenzó a decir estas palabras:
– Esta piedra a la que he tenido miedo,
la colocaré en mi […] como un objeto de culto.

Cuando Kumarbi terminó de hablar,
Ea comenzó a decirle a Kumarbi:
– Que manden traer la piedra
y que esta sea colocada en su lugar.
La diorita que tú arrojaste,
que los hombres vayan junto a ella
y que la invoquen.
Y que los hombres ricos, los héroes y los señores
inmolen vacas y ovejas,
y que los hombres pobres
hagan libaciones con sémola.
Y no es vana la palabra
que a Kumarbi le salió de la boca.
Ninguno revocará esta palabra
que dijo Kumarbi.
Puesto que estuvo en su cuerpo,
lo honran los países de arriba y de abajo.
Los hombres ricos comenzaron a inmolar vacas y ovejas
y los hombres pobres
comenzaron a hacer libaciones con sémola.

En torno a la piedra escupida por Kumarbi, también existe un paralelismo con la tradición griega: según Pausanias, el betilo que se veneraba en Delfos era la roca entregada por Rea a Cronos camuflada entre pañales y luego escupida por el dios.34 El canto sigue así:

Las Gulses35 comenzaron a coserle el cráneo, como una tela.
Y cuando ellas habían cosido el cráneo a Kumarbi,
el heroico Tesub salió por buen lugar.
Las Gulses se pusieron a coserle su buen lugar como a una tela
[…] y en segundo lugar,
he aquí que salió el río Aranzah.
Ellas lo asistieron en el parto
y trataron a Kumarbi igual que a una mujer.
Las Gulses asistieron a la montaña Kanzura en el parto.
[…] salió Suwaliya,36 el héroe,
[…] salió de su buen lugar.
Anu lo veía,
[…] lo estaba observando.

Del canto de Kumarbi se conserva un fragmento intercalado en el que Tesub (aquí denominado “rey de Kummiya”) explica a Anu una serie de septenarios de hazañas encomendadas por su padre de las que ha salido triunfador. El número siete es simbólico, siendo “la suma de los tres principios esenciales con el cuatro, primer número de la manifestación, en cualquier sentido que se trate, 3 + 4 = 7. Tres es el número del triángulo (cielo), como el cuatro es el del cuadrado (tierra). Por lo que es el de la totalidad del universo, hombre incluido”.37


Tesub atraviesa el cielo montado sobre un toro echando rayos y centellas (para los hititas, el día y la noche son dos toros, Seri y Hurri respectivamente). Relieve en piedra. Imagen de procedencia desconocida.

El rey de Kummiya le dijo al dios Anu:
– Kumarbi, el padre de los dioses
(¡él, un varón!),
me parió y me hizo grande.
Siete veces me envió contra la negra tierra
y siete veces arrastré la tierra.
Siete veces me envió contra el cielo
y siete veces arrastré el cielo.
Siete veces me envió contra los montes y los ríos
y siete veces arrastré los montes y los ríos.
Las negras tierras me dieron valor.
[…] me dieron la sabiduría de Nara, […]
me dieron la sabiduría de […]
Y tengo el heroísmo de […]
y la sabiduría de […]
Tengo la virilidad de Anu,
tengo el heroísmo y la sabiduría de […]
tengo pues el heroísmo y la sabiduría de […]
atado bajo los montes y los ríos.

Este texto nos recuerda a los trabajos del Heracles griego (y Hércules romano), doce en total (12 = 3 x 4), y su sacrificio en la pira tras el cual es investido con la divinidad. De él se dice que “es el prototipo del héroe por excelencia y sus trabajos han sido asimilados por el esoterismo y la tradición popular a las duras labores del recorrido iniciático, o las contrariedades y fatigas que tiene que vencer el ser humano en este mundo, de modo general”.38

Tras este inserto, el mito continúa con un diálogo entre Tesub y Anu:

– ¡Mata a Kumarbi!
Anu comenzó a responderle a Tesub:
– Si lo hiciéramos perecer […]

Cuando Tesub hubo oído las palabras de Anu,
Se hicieron aborrecibles en sus entrañas.
Enfurecido, le dijo al toro Seri:39
– ¿Quiénes por fin, vienen contra mí en batalla?
¿Quién me derrotará?
¡Kumarbi no puede alzarse contra mi! [...]


Ritón (vaso para la bebida) hitita de plata con forma de toro.
Metropolitan Museum of Art, Nueva York.

El texto sigue, tras algunas líneas confusas, con otro fragmento intercalado:

– A éste lo imprequé,
y al dios Astabi40 lo imprequé,
y lo llevé a la ciudad de Banapi.
Ahora, ¿quién puede venir, por fin, contra mí en batalla?
El toro Seri comenzó a contestarle a Tesub:
– Mi señor, ¿por qué maldices a los dioses?
Mi señor, ¿por qué maldices a Ea?
Te oyó Ea […]


Deidad alada hitita. Imagen en bronce y oro.
Imagen de procedencia desconocida.

Después de unos párrafos con lagunas de texto importantes, el mito prosigue con referencias a maldiciones:

Cuando Ea oyó estas palabras,
se hicieron aborrecibles en sus entrañas.
Ea comenzó a responderle al dios Tauri:41
– ¡No profieras maldiciones contra mí!
El que me maldice, me maldice con grave riesgo para él.
Tú, que repetiste estas palabras de maldición,
estás, por tanto, maldiciéndome.
¡Si pones un cacharro con cerveza en el fuego,
ese cacharro se hará pedazos!

La parte legible del Canto de Kumarbi concluye con un nuevo nacimiento, recordándonos que “la creación perennemente se está haciendo y siempre es”:42


Relieve de la diosa de la fertilidad Kubaba (o Kubat) sosteniendo una granada con la mano derecha y un espejo con la izquierda. Arte hitita tardío con influencia aramea. Museo de las Civilizaciones de Anatolia, Ankara.

Cuando llegó el sexto mes,
el Carro43 […]
Y la virilidad del carro fluyó dentro de ella.
Volvió el Carro de la ciudad de Apsuwa,44
tomó sabiduría en su mente
y llevó a cabo el sabio consejo de Ea.
Por su parte, la Tierra fue a Apsuwa, diciendo:
– Ea, señor de las fuentes de la sabiduría,
sabe lo que hace.
Ella va contando los meses.
Pasó el primer mes, el segundo mes, el tercer mes,
pasó el cuarto mes, el quinto mes, el sexto mes,
pasó el séptimo mes, el octavo mes, el noveno mes,
y llegó entonces el décimo mes.
Al décimo mes, la Tierra comenzó a gritar.
Cuando la Tierra gritó, parió dos hijos.
Llegó un mensajero a Apsuwa
y, sobre el trono, dio su aprobación al dios Ea
a la buena noticia que le traía:
– La Tierra ha parido dos hijos.

Al estirar del hilo invisible que nos liga con la Cadena Áurea, nuestros ancestros nos han fecundado y ha nacido en nuestro corazón una memoria actualizada de la Filosofía Perenne, “o sea de una serie ordenada de conocimientos interrelacionados, de una doctrina (jamás de un dogma) capaz de explicar a los hombres su propia naturaleza y la del mundo en que viven”,45 la cual establece un vínculo de alcance universal entre la humanidad y su origen que las tradiciones sagradas de todos los pueblos y culturas del mundo han expresado de maneras análogas. Estamos, pues, de enhorabuena.


NOTAS.
1 Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Revista SYMBOLOS nº 25-26, Barcelona, 2003.
2 “Aún en estado fragmentario, los mitos de origen hurrita constituyen el grupo más importante en cantidad y en valor literario de los conservados en los archivos de Boghazköi” (la antigua Hattusa, capital imperial de los hititas). Alberto Bernabé Pajares, Mitos hititas. Entre Oriente y Occidente. Ed. Akal, Madrid, 2015.
3 Los hititas ya habían asimilado previamente los mitos de los pueblos autóctonos de Anatolia al llegar a las tierras de éstos desde la Europa suroriental, de donde eran originarios, y también lo hicieron más tarde con los mitos mesopotámicos (que recibieron principalmente a través de los hurritas). Como ya mencionamos, el panteón hitita llegó a ser tan extenso que era conocido como el de los “mil dioses”.
4 “Principio y fin tienen un origen y destino común, lo que da lugar, además, a las ideas de reincidencia o repetición, creencias y conceptos de todos los pueblos arcaicos y tradicionales que han vivido siempre un tiempo cíclico y no uno lineal e indefinido, tal como lo solemos concebir los contemporáneos. Cualquier punto de la periferia –los que son de número indefinido y pueden simbolizar, cada uno, la vida de un hombre en la multitud de lo creado– es un reflejo del centro y se encuentra conectado a él por el rayo, pero mientras que en la llanta todo es sucesivo, desde el punto de vista central las cosas son simultáneas”. Federico González, El Simbolismo de la Rueda, Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2016.
5 Federico González, El redescubrimiento de América. Revista SYMBOLOS nº 1, Guatemala, 1990.
6 El autor del canto comienza invocando a “dioses primigenios, que están en la negra tierra”, es decir, a deidades de ciclos anteriores que ahora habitan en el mundo subterráneo. Se cita a dioses sumerios, acadios, amorreos y hurritas.
7 Todas las citas del Canto de Kumarbi que aparecen en el artículo están extraídas del libro de Alberto Bernabé Pajares, Mitos hititas. Entre Oriente y Occidente, op. cit.
8 Alalu es una deidad de la tierra análoga a la Gea griega.
9 Anu es un dios sumerio análogo a Urano.
10 Cada dios tenía un copero, su numen de confianza y supuesto protector ante las conspiraciones, pero, como veremos, es justamente el copero de cada dios quien lo destrona. Estos derrocamientos a traición han tenido su reflejo en el plano horizontal de la historia de la humanidad en innumerables ocasiones.
11 “Al nueve se lo considera como un número circular, ya que es el único que tiene la particularidad de que todos sus múltiplos se reducen finalmente a él mismo (ej.: 473 x 9 = 4257 = 4 + 2 + 5 + 7 = 18 = 1 + 8 = 9) (...) Sin embargo la circunferencia no podría tener existencia alguna si no fuera por el punto central del cual sus indefinidos puntos periféricos no son sino los múltiples reflejos ilusorios a que ese punto da lugar”. Federico González y cols., Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha, op. cit.
12 Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada “Ciclos-Ciclología”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013.
13 Kumarbi es el padre de los dioses del panteón hurrita, y es análogo a Cronos. Es el rival de Tesub en diversos poemas.
14 Análoga a la emasculación de Urano a manos de su hijo Cronos. “Llegó, conduciendo a la noche, el gran Urano, y en torno de Gea, deseoso de amor, se extendió y se alargó en todas partes; mas el hijo desde el acecho tendióse con la mano izquierda, y con la derecha asió la hoz enorme, larga, de afilados dientes, y los genitales del padre con vehemencia amputó, y los echó tras de sí a dispersarse, después. Mas ellos no en balde de la mano escaparon; porque cuantas gotas surtieron, sangrientas, todas las acogió Gea; y con el volver de los años procreó a las fuertes Erinias y a los enormes gigantes, coruscos en armas, que largas lanzas tenían en sus manos, y a las Ninfas que Melias llaman sobre la tierra infinita (...)”. Cita de la Teogonía de Hesíodo por Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada “Surtido-Miscelánea”, op. cit.
15 Tesub es el dios hurrita e hitita de la tempestad. Es hermano de Sauska (Istar) y de Suwaliya (equivalente al babilonio Ninurta), y sus atributos son análogos a los del dios Zeus.
16 Es el río Tigris.
17 Tasmisu es el nombre hurrita de Suwaliya. Ver nota 14.
18 Es un monte del país de los hurritas.
19 Montaña próxima a las fuentes del Tigris.
20 Los puntos entre corchetes denotan fragmentos perdidos del canto.
21 Son consejos que un dios (por el contexto parece que sea la deidad mesopotámica Ea-Enki, señor del agua y la sabiduría) va dando a Kumarbi para que pueda dar a luz. La alusión “el buen lugar” es seguramente a los genitales del dios.
22 Marduk habla a Kumarbi desde sus entrañas. Es el dios principal de Babilonia, análogo a Tesub.
23 Alberto Bernabé Pajares, Mitos hititas. Entre Oriente y Occidente, ibíd.
24 Nara y Napsara son nombres de los dioses primigenios citados en la invocación inicial del canto.
25 Enlil es el dios mesopotámico del aire y la atmósfera.
26 Ver nota 20.
27 Puede que KA.ZAL sea la diosa Istar, la cual aparece como hermana de Tesub en muchos textos. Sabemos por el Canto de Plata, otro conocido mito hitita, que es hija de Kumarbi. Ver Alberto Bernabé Pajares, ibíd.
28 Atenea es el símbolo de la sabiduría y la inteligencia. “Ésta, para dar idea de la alta procedencia de esas energías universales, nace de la cabeza de su padre Zeus como una adulta guerrera y sabia conocedora de las ciencias y artes que legará a los hombres para que con su soporte puedan trascender los estrechos límites de la individualidad y viajar por el ancho mundo de las ideas y los arquetipos”. Texto de un artículo de Mireia Valls citado por Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada “Atenea-Palas Atenea (gr.)”, ibíd.
29 Metis era hija de los titanes Océano y Tetis. En griego, Metis significa “inteligencia primordial”. Esta diosa fue quien proporcionó a Zeus la droga de la que éste se sirvió para que Cronos vomitara a todos los hijos que había ido devorando. Zeus resuelve tragarse a Metis encinta de Atenea, la primera y única hija de la diosa, porque Urano y Gea le habían advertido del peligro de que fuese destronado por un hijo de su esposa si ella concebía una segunda vez. Ver René Martín (dir.), Diccionario Espasa de Mitología griega y romana. Ed. Espasa Calpe, Madrid, 1999.
30 Se refiere al dios o diosa recién nacido KA.ZAL.
31 Namhe es una divinidad de la abundancia aliada de Ea.
32 La diorita es una roca ígnea de gran dureza.
33 Cronos había oído decir a Urano y Gea que su destino fatal era ser derrocado por uno de sus hijos, y por ello devoraba a todos los vástagos de Rea nada más nacer. Ésta, cuando va a parir a Zeus, suplica a sus progenitores para que le ayuden a esconder al dios, y éstos le revelan “todo lo que decretara el destino acerca del soberano Cronos y de su hijo de ánimo vigoroso”. Hesíodo, Teogonía. Ed. Edicomunicación, Madrid, 1996.
34 Ver Pausanias, Descripción de Grecia. Citado por Alberto Bernabé Pajares, Mitos hititas. Entre Oriente y Occidente, ibíd.
35 Son deidades hititas femeninas que presiden los nacimientos y prefiguran el destino. Las Gulses son análogas a las Moiras griegas y a las Parcas latinas, diosas que tejen la creación y la vida de los hombres. “La Parcas son hilanderas y una hila, la otra enrolla y mide y la tercera corta el hilo del que pende la vida. Son asociadas igualmente con el pasado, el presente y el futuro”. Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada “Hilo”, ibíd.
36 Ver nota 14.
37 Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada “Siete”, ibíd. El siete es pues, en sí, un puente entre el cielo y la tierra cuyo tránsito es evocado por el siguiente número de la década, el ocho.
38 Ibíd., entrada “Heracles-Hércules (gr.-lat.)”.
39 Seri es el símbolo del día, uno de los toros que forma el tiro del carro de Tesub.
40 Atasbi es un dios hurrita de la guerra.
41 No sabemos de qué dios se trata.
42 Cita del artículo anónimo, La obra ensalza al artista. Revista Letra Viva nº 5, volumen monográfico “Por amor al Arte”. http://letraviva.es/La-obra-ensalza-al-artista.
43 Bernabé apunta que “verosímilmente es la Constelación del Carro, esto es, la Osa Mayor, que es denominada ‘el Carro’ en textos de astrología hititas y que viene a configurar, en su unión con la tierra, el tema tradicional de la unión del cielo y la tierra, para producir una nueva generación de dioses”. Ver Alberto Bernabé Pajares, Mitos hititas. Entre Oriente y Occidente, ibíd.
44 Apsuwa es la ciudad en la que reside Ea. La etimología de este nombre indica que se trata de un lugar simbólico análogo al Apsu mesopotámico, las aguas dulces subterráneas que constituyen el reino del dios.
45 Federico González, Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha, ibíd.
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