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Y EL MITO ÓRFICO DE DIONISO Y LOS TITANES LUCRECIA HERRERA |
Dioniso. Crátera del pintor de Altamura. Ferrara, Museo Archeologico Nazionale. |
… cualquiera que sea un poco prudente invoca a un dios antes de emprender una tarea o un asunto grande o pequeño. También nosotros, que vamos a hacer un discurso acerca del universo, cómo nació y si es o no generado, si no desvariamos completamente, debemos invocar a los dioses y diosas y pedirles que nuestra exposición sea adecuada, en primer lugar, a ellos y, en segundo, a nosotros. Sirva esto de invocación a los dioses.1 |
Orfeo: padre de los cantos divinos Recapitulación. En un artículo anterior hemos dado una breve pincelada de quién era Orfeo, refiriéndonos a su “historia” narrada por los historiadores, sabios, poetas, cantores, dramaturgos y filósofos de la antigüedad, o mejor, los autores de la antigua Grecia. Reverenciado por todos como gran poeta, cantor, mago y teúrgo, padre de los cantos divinos, tañedor de la lira, hijo del dios Apolo y Calíope, la Musa de la “voz más bella”, Orfeo fue un profundo “conocedor del poder de la Palabra, la magia y el encantamiento que produce la música en el alma humana y en la naturaleza entera”, pues “de su voz emanaba el hechizo de un canto que versaba sobre las cosas divinas”.2 Hay quienes han pensado que era un dios. Renombrado chamán y sanador, encantaba a los animales salvajes y a la naturaleza entera. El mito de su descenso a los infiernos para rescatar a su esposa Eurídice, detalladamente narrado por los grandes poetas latinos Virgilio y Ovidio, era conocido por todos en la antigüedad. Este extraordinario relato “trata del viaje de ultratumba que se equipara al recorrido iniciático y al camino que vivencia en los pueblos ‘primitivos’ el Chamán en sus éxtasis”.3 De su trágica muerte hay varios relatos que describen su desmembramiento –análogo al que sufre Dioniso niño, hijo de Zeus y Perséfone, por los Titanes–, en manos de las ménades o según otra leyenda, por las mujeres de Tracia quienes, por el encantamiento que ejercían sus cantos sobre sus maridos apartándolos de ellas, le despedazan, miembro por miembro, arrojándolos por separado, de uno y otro lado, cayendo su cabeza al río Hebro, llevada por las corrientes del mar hasta Lesbos acompañada de su lira. Allí llega fresca y lozana sin dejar de cantar –hasta que Apolo le ordena callar–, y cuentan los poetas que fue rescatada por un pescador y su madre Calíope que le dieron sepultura bajo un gran túmulo recibiendo todos los honores y tributos que se ofrecen a los dioses. Sacerdote del culto de Apolo, igualmente, fue iniciado en los “misterios” dionisíacos por los sacerdotes egipcios, adoptándolos y trasladando el nacimiento del dios a Grecia. Vinculado, asimismo, a Eleusis y a Samotracia y, evidentemente, a todas las escuelas iniciáticas de Grecia de las que se dice fundó. Por otra parte, se le conoce como reformador de los primitivos y salvajes ritos dionisíacos, instaurando nuevos ritos e iniciaciones “mistéricas”, revelando y enseñando a los hombres el profundo sentido de los ritos de iniciación, abriendo la puerta a un nuevo ciclo y a otras posibilidades de Conocimiento. Es por esto que la tradición hace de Orfeo el precursor de una “nueva religión”, pasando a ser patrono y símbolo de todo un “movimiento a la vez ‘iniciático’ y ‘popular’ conocido por el nombre de orfismo”,4 transmitiendo, “un grupo de espíritus reformadores en su condición civilizadora”,5 la doctrina y el mito por medio de la palabra escrita, o sea a través de una teogonía revelada donde se narra el Origen y la Creación del Universo y el nacimiento del hombre. Sin embargo, debemos distinguir “dos grupos de realidades religiosas: los mitos y tradiciones de carácter fabuloso en relación a Orfeo; y las ideas, creencias y costumbres consideradas órficas”,6 que giraban en torno a la inmortalidad y a la transmigración, purificación del alma en su viaje post mortem hacia la liberación final. En su obra Biblioteca Histórica, Diodoro de Sicilia ya nos advierte de los altos conocimientos que Orfeo poseía de las cosas divinas:
Sin duda, Orfeo fue, y es, considerado como un gran theólogos, si no el más renombrado de la antigüedad griega. Y es por las ideas transmitidas en sus versos y cantos escritos que dan cuenta de una cosmogonía con ciertos “rasgos peculiares” a él atribuida, que su Teogonía perduró en el tiempo provocando infinidad de controversias entre los mismos pensadores y filósofos a quienes influyó profundamente, prolongándose su influjo hasta los albores del cristianismo. Nos referimos a los relatos mitológicos revelados a los sabios acerca de los orígenes del Universo, es decir, de lo que había en el principio, cómo surgieron los dioses y cuáles eran sus relaciones en tiempos remotos y cómo llegó a ser creado el mundo, y el hombre. Platón hablaba de los poetas teológicos como “hombres divinos” o “hijos de dioses, de quienes cabe esperar que conozcan la verdad acerca de sus propios padres”, es decir, como de hombres inspirados, a quienes ha sido concedido un conocimiento más que humano, refiriéndose a los antiguos theológoi, de los cuales los principales eran Hesíodo y Orfeo.8
La curiosidad acerca de los orígenes del universo ha sido una realidad siempre presente en la mentalidad griega y en toda cultura tradicional, en el hombre mismo que se permitía pensar y concebir la idea de un Origen, de un Principio cuando nada era... ¿Quién?, se preguntaba. Mas Platón ya nos advierte sutilmente acerca de aquello que “ni siquiera está permitido pronunciar a nadie”...
En la cultura griega esa curiosidad encontró su expresión en la mitología y luego en la filosofía de donde surgirán tres preguntas fundamentales en el corazón de aquellos pensadores: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy? Interrogantes que permanentemente se plantea el “misto” en su viaje ascendente por las sefiroth del Árbol de la Vida, “disolviendo y coagulando”, conjugando los opuestos complementarios alrededor del eje central que une cielo y tierra, como lo muestra el caduceo de Hermes, resolviendo en sí las contradicciones y devolviéndolas a la Unidad; ideas reflejadas en los grandes mitos escatológicos expresados en los diálogos de Platón: Fedón, Gorgias, República y Timeo, en los que se vale liberalmente de los mitos órficos para probar la inmortalidad del alma.11
Recordando que
Las referencias a algunos poemas teogónicos de Orfeo que hablan del origen del universo, los dioses y el hombre las hemos recibido de varios autores neoplatónicos muy posteriores. Damascio menciona a tres: “la teogonía órfica que está en Eudemo, (filósofo del siglo IV a. C., discípulo de Aristóteles), otra, “según Jerónimo y Helánico”, muy similar a la tercera, la Teogonía Rapsódica, compuesta de 24 cantos, la cual se dice es la usual entre los órficos, siendo ésta la versión que citan los neoplatónicos. A éstas, habría que agregar la citada en el Papiro de Derveni, la más antigua que se tiene; la Teogonía de Protógono y la llamada Cíclica, así llamada porque “se habría insertado en el Ciclo épico que habría servido de fuente a la narración teogónica de Apolodoro”, según señala Alberto Bernabé.14 Igualmente, habría que mencionar a Apolonio de Rodas que en un pasaje de las Argonáuticas hace recitar al propio Orfeo una cosmogonía con elementos distintos.
Pero hay un grupo de teogonías órficas íntimamente emparentadas entre sí y deben tomarse en conjunto. Ya que en este grupo se encuentra una “doctrina central” resumida en palabras que se adjudican a Museo, discípulo de Orfeo:
Una idea central de que todo existía junto al comienzo en una masa confusa, y que el acto creador, análogo al despliegue de la escala numérica en su desarrollo del 1 al 10, se produce por un “desmembramiento” de la Unidad, o, en otras palabras:
Una nueva religión Llegamos pues a la parte central de la historia órfica: los relatos míticos de Dioniso niño, hijo de Zeus y Perséfone, sus sufrimientos –basados en fuentes cretenses–, su “desmembramiento”, su segunda muerte y tercer nacimiento. Esta parte del “corpus órfico” se encuentra abundantemente citado por los neoplatónicos, que Clemente de Alejandría en su obra Protréptico, siglo I/II d. C., atribuye “a un poema de Orfeo”.18
Si bien Clemente hace constante referencia en su obra a los filósofos griegos, a los dioses y sus ‘historias sagradas’ que bien conoce, no deja de criticar los misterios paganos, los mitos y ritos que, además, cita extensamente. Más adelante volveremos sobre este texto. Pausanias probablemente contemporáneo de Clemente agrega que:
Se sabía, sin duda, que Onomácrito había editado los poemas de Orfeo, así como en la misma época se editaban en Atenas los poemas de Homero con interpolaciones, pero sucedió que el conjunto del “corpus homérico” fue aceptado de esa manera por la mayoría de los griegos, quedando como lo conocemos. Pero,
Partimos, pues, del supuesto que la “religión órfica” de la que hablábamos más arriba, cobró forma en el siglo VI a. C., y que sus fundadores, entre lo cuales estaba Onomácrito, eligieron ponerse a sí mismos y a sus escritos bajo el patronazgo de Orfeo. Pero recordemos, nuevamente, que los antiguos poemas de Orfeo no eran órficos, y que fue a partir de esta época que se introdujo un nuevo influjo que dio todo un giro “tomando a Orfeo como profeta y el culto de Dioniso como centro de su vida”.24 De esta manera intervinieron los órficos que seguramente meditaron sobre los elementos necesarios para transmitir una “nueva religión que necesitaban predicar, exponiendo una norma de conducta basada en una teoría del origen de la humanidad; pero necesitaban una estructura mítica en que proponerla”.25
Conocedor del movimiento órfico, Guthrie señala que:
Siguiendo a Alberto Bernabé, en líneas generales, este era el mito:
El tema de la liberación era tratado en una ceremonia ritual que llevaba el nombre de que, en realidad, era una “iniciación en los misterios”. Lo extraordinario de esta iniciación es que, a pesar del transcurrir de los siglos, con frecuencia se atribuya su composición a Orfeo al igual que el llamado teletai, término que, en el orfismo, “designa la transmisión por medio del mito y el rito de un conjunto de creencias religiosas”,30 o sea, los ritos y las enseñanzas que en ella se cumplen y transmiten. La teletai es pues una “celebración mistérica” de venerable antigüedad, asociada a la divinidad y de carácter sagrado. Su transmisión y reorganización corresponde, como es de suponer, a la figura mítica de Orfeo, y a los sacerdotes oficiantes que lo llevan a cabo en la realidad del presente. Se hace hincapié en que más que un culto al dios propiamente, la teletai se orienta a la liberación del iniciado mediante la transmisión y adquisición de determinados conocimientos. La idea de enseñanza y aprendizaje es propio del mito y el rito, pero es preciso señalar que no se trata de una enseñanza discursiva sino de la vivencia de una experiencia anímica que provoca per se un cambio de mentalidad, un evento inolvidable que marca toda la vida del iniciado, ya que es una enseñanza que le prepara para la muerte, su viaje post mortem, y la liberación del alma. “Esta concepción de la teletai [o del rito] como experiencia anticipatoria de la muerte física” es propia de muchas de las prácticas y enseñanzas doctrinales órficas, que ilustran lo que debe hacer el difunto en su tránsito por el Hades.31 Las numerosas laminillas de oro órficas ejemplifican esta relación ritual-muerte y su función, adquiriendo su pleno sentido si el ritual se concibe como una puesta en escena simbólica de lo que sucederá en el “más allá”. Por esto es que se dice que “la teletai no sólo se celebra, sino que se revela, se enseña y se aprende”.32 En realidad no tenemos certeza de cómo eran estas iniciaciones, si bien podemos intuirlas, ya que estos “misterios” eran secretos y transmitidos únicamente a los iniciados quienes debían guardar silencio al respecto. Por ello,
Notemos aquí la analogía entre la “iniciación en los misterios” y lo relatado en la teogonía órfica referente al mito de Dioniso Zagreo, que se hará más evidente conforme avancemos en su narración. Vayamos, pues, desglosando de a poco la síntesis del mito planteada por Bernabé más arriba, apoyándonos en su narración del mito y sus comentarios, así como también en las citas de autores de la antigüedad, debidamente señaladas, extraídas de la Teogonía de las Rapsodias; así mismo incluiremos algunas citas, de otros autores, relacionados con el tema, aunque no necesariamente extraídas de la Rapsodias. Trataremos de seguir la secuencia de los acontecimientos del mito aunque a veces se deba hacer alguna digresión para exponerlo más claramente. ¡Que los dioses nos guíen en este intento! Reinado de Dioniso Llega ahora otra de las novedades de la teogonía órfica: el hecho de que la serie de los dioses que gobiernan los sucesivos ciclos cósmicos no se detiene en Zeus sino que sigue un nuevo reinado celeste que él instaura, el de su hijo Dioniso. El tema había sido preparado por la unión de Zeus con su madre, primero, para engendrar a Perséfone, y con ella misma, después, engendrar al propio dios “liberador”, el último rey de los dioses, “el dios joven”, después de Zeus, que en realidad no son sino uno y mismo.
Los Titanes matan a Dioniso
Oigamos este relato –aunque, de momento, sólo un extracto–, descripto por Fírmico Materno (época de Constantino y su sucesor) en una versión totalmente evemerista, pero que vale la pena citarlo no sólo por su interés sino porque es de las pocas versiones completas que tenemos del mito. Se da a los dioses sus nombres romanos por lo que Dioniso pasa a ser Líber:
Volvamos aquí al relato de Clemente de Alejandría citado más arriba,
Clemente nos revela en su texto que los juguetes con los que los Titanes engañan a Dioniso cumplían una doble función: eran “contraseñas” utilizadas en los ritos de iniciación, y además, cumplían funciones adivinatorias o mágicas. La piña, como sabemos, corona los tirsos que llevaban los adoradores durante las procesiones dionisíacas.
Las palabras kônos y rómbos del texto han sido traducidos aquí como “peonzas varias”. La peonza, con agujeros, producía una especie de zumbido al girar y es empleada en las ceremonias religiosas de pueblos primitivos en muchas regiones. Las tabas se utilizan en prácticas adivinatorias y rituales, así como la pelota, en ritos de fertilidad; las muñecas articuladas parecen tener usos mágicos. Aunque pueden haber sido simples juguetes Clemente los nombra como “símbolos de la iniciación”, es decir como símbolos de los “misterios”, y seguidamente, después del pasaje citado, procede a revelar los contenidos de los cofrecillos sagrados o cistas que se empleaban en los misterios dionisíacos. Guthrie, en su libro Orfeo y la religión griega, nos dice que,
Aunque se dice que
También se guardaban allí los instrumentos musicales que se utilizaban en los ritos y procesiones, y junto a la cista o canasto hay que citar la “criba”, un instrumento agrícola empleado para separar el trigo de la paja, que se convierte en uno de los símbolos de culto de los misterios báquicos de época clásica y helenística. Si bien del uso ritual de la criba entre los órficos nos han llegado pocos ejemplos, en varias representaciones iconográficas la criba aparece usada como una cesta llena de ofrendas, preferentemente, frutas diversas, en medio de las cuales se coloca el falo, emblema de la fertilidad. Pero según los antiguos teólogos, este instrumento agrícola adquirió una significación simbólica al emplearse como un elemento purificador del alma: los hombres se purificaban en “los misterios” como el grano en las cribas.46 Y agregar que,
En cuanto a la lana que también menciona Clemente se vinculaba a una significación religiosa, y dice Focio que se usaba “en ceremonias iniciáticas y en hechizos, específicamente en Atenas”.48
Pero sigamos la trama: los Titanes para engañar al niño, se pintan la cara de yeso. Existe una relación etimológica entre el nombre de los Titanes y el griego titanos, cal viva, y también yeso. Advertir que la cal viva además de tierra, es también fuego, elementos con los que están constituidos los Titanes. Éstos son potencias que en el mito órfico participan de la calidad de dioses.50
Explica Proclo que,
Sobre su desmembramiento, primero,
O sea que lo cuecen y lo asan. Es muy extraña la manera que adoptan los Titanes para cocinar al niño Dioniso. Hay varias explicaciones al respecto, pero aquí solamente diremos que “en el sacrificio las dos operaciones son separadas y sobre partes distintas: se dice que las vísceras se espetan, [es decir, se asan], y se comen ardiendo antes que nada en el propio sacrificio, mientras que la carne se cuece y se come después”.56 Lo que parece que quiere demostrar el mito órfico es que el sacrificio sangriento es originalmente un crimen, esencialmente, un crimen; por esto, es que tal vez, se diga: “añadiendo crimen sobre crimen”. Y aquí otro extracto del relato de Fírmico,
Esta devoración de la carne hace alusión a los ritos dionisíacos antiguos cuando las bacantes en su delirio báquico despedazaban a animales y aún a niños y los comían, práctica que fue reformada por Orfeo. Sin embargo, esta parte del mito es fundamental ya que servirá como aition de la dualidad de los seres humanos que procederán de los Titanes, la parte terrestre e inferior, malvada, del hombre, mientras que la parte positiva, celeste y divina procederá del “niño dios”, Dioniso, que había sido ingerido por ellos.58 Pero, prosigamos con el relato. Nos dice Bernabé que:
Zeus fulmina a los Titanes y Dioniso resucita Vayamos ahora a otra parte fundamental del mito órfico, es decir, la fulminación de los Titanes por Zeus, la resurrección de Dioniso niño y el nacimiento de los hombres.
Y dice Plutarco que
Y agrega que esta es
Pero lo que relaciona el mito de los Titanes con las creencias religiosas órficas es que de los restos de la fulminación de los Titanes nace la raza de los hombres. Y dice Olimpiodoro que:
Una vez castigados los Titanes, Zeus se preocupa por rescatar a su hijo de la muerte, y envía, primero, a Apolo a buscar sus restos para que luego los entierre. Zeus le dice:
Apolo, dios de la luz y la Inteligencia, –atributos que comparte con Palas Atenea, “Salvadora” del corazón palpitante del niño divino–, al que se identifica, en cierta medida, con el Sol, corazón del mundo, es el centro en el que todo se ordena y reúne en la Unidad del Ser, así como en Delfos, santuario de Apolo y de Dioniso, está indicado “claramente el omphalos, el centro del mundo, que se encuentra a los pies del monte Parnaso”, 72 donde habitan las Musas. Allí es donde, por mandato de Zeus, Apolo entierra “junta y aúna los miembros despedazados de Dioniso”. Y dicen que cuando Apolo realiza el sepelio, lloran al dios muerto su madre Perséfone y su abuela Deméter:
Aunque Dioniso vuelve a ser reconstituido hay dos versiones de la forma en que efectivamente llega a serlo. Entonces,
Vemos cómo vuelve a aparece el yeso al que también se le atribuían propiedades conservantes, el mismo material con el que los Titanes cubren su rostro para engañar al niño Dioniso, pero esta vez es una estatua de yeso que el padre, es decir Zeus, como demiurgo, hace construir por el arte de modelar colocando el escultor divino el corazón palpitante de Dioniso, salvado por Atenea, en el pecho, es decir en el centro de la estatua, a la que le insufla vida. Y agrega Macrobio que
En el libro Hieros Logos, del que hemos extraído varias citas y comentarios, aparece otra versión que combina la leyenda órfica primitiva con el mito de Sémele. Dice Bernabé:
Pues bien,
A lo que añade Proclo en esta enigmática cita,
¿Pero quién es Hipta, diosa que ahora irrumpe en este relato divino?
Y volviendo a nuestro relato...
En suma:
Regresemos, pues, a la enigmática cita de Proclo:
El hecho de llevar sobre la cabeza a Dioniso en una cesta en la que había enrollado una serpiente, símbolo de la vida y la muerte, nos ha hecho pensar en Atenea, diosa de la Inteligencia, nacida de la cabeza de Zeus. Por otra parte en el Papiro de Derveni se dice que: “Cuando la mente de Zeus hubo concebido todas sus obras, quiso unirse en amor con su propia madre”.82 Pero Orfeo habla enigmáticamente y su discurso es sagrado. Orfeo considera que “madre” es una forma de referirse al intelecto, con lo cual el poeta no quería decir “con su propia madre” sino con el intelecto.
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NOTAS. | |
1 | Platón, Timeo, 27 c. Ed. Gredos, Madrid, 1992. |
2 | Revista SYMBOLOS, nº 59, Solsticio invierno 2020. Afluentes de la Tradición Hermética. “Orfeo, hijo de los dioses”. https://symbolos.com/n59invierno2020/8.orfeo/0.orfeo-hijo-de-dioses.htm |
3 | Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada, Programa Agartha. Revista SYMBOLOS nº 25-26, Barcelona, 2003. |
4 | Mircea Eliade, Historia de la creencias y las ideas Religiosas II. Cap. XXII. Ed. Paidos, Barcelona, 1999. |
5 | W. K. C. Guthrie, Orfeo y la religión griega. Estudio sobre el “Movimiento Órfico”. Cap. IV, Editorial Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires, 1970. |
6 | Mircea Eliade, Historia de la creencias y las ideas Religiosas II. Cap. XXII, op. cit. |
7 | Diodoro de Sicilia, Biblioteca Histórica. Libro IV. 25 2-4. Ediciones Clásicas, Madrid, 2004. |
8 | W. K. C. Guthrie, Orfeo y la religión griega. Estudio sobre el “Movimiento Órfico”. Cap. VII, op. cit. |
9 | Platón, Timeo 40 d-e., op. cit. |
10 | Ibíd. |
11 | W. K. C. Guthrie, Orfeo y la religión griega. Estudio sobre el “Movimiento Órfico”. Cap. VII, ibíd. |
12 | Platón, Fedón,114 d. Ed. Gredos, Madrid, 1992. |
13 | Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, Entrada: “Filosofía”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. |
14 | Alberto Bernabé y Francesc Casadesús, (coords.) Orfeo y la tradición órfica, un reencuentro I. Cap. XIV. Ediciones Akal, Madrid, 2008. |
15 | Apolonio de Rodas, El viaje de los Argonautas. Introducción y notas de Carlos García Gual. Alianza Ed., Madrid, 1987. |
16 | W. K. C. Guthrie, Orfeo y la religión griega. Estudio sobre el “Movimiento Órfico”, ibíd. |
17 | Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada, “Marsilio Ficino”, op. cit. |
18 | W. K. C. Guthrie, Orfeo y la religión griega. Estudio sobre el “Movimiento Órfico”, ibíd. |
19 | “Personajes misteriosos a los que se les da distintos orígenes y progenitores. En realidad son unos genios que poblaban la atmósfera, en todos los casos donde se les presenta, tanto en Etolia, como en Eubea, en Frigia, en Cnossos, y en otros puntos geográficos y épocas helenas. Rea confió a Zeus cuando éste nació a la Ninfa Amaltea y a los Curetes, que hacían ruidosas danzas guerreras para que Crono no descubriera al niño”. Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Curetes”, op. cit. |
20 | Es decir, sobre el fuego. |
21 | Clemente de Alejandría, Protréptico, 17.2: 18.2. Ed. Gredos, Madrid, 1994. |
22 | Pausanias, Description of Greece 8. 37, en W. K. C. Guthrie, Orfeo y la religión griega. Estudio sobre el “Movimiento Órfico”, ibíd. |
23 | W. K. C. Guthrie, Orfeo y la religión griega. Estudio sobre el “Movimiento Órfico”. Cap. IV, ibíd. |
24 | Ibíd. |
25 | Ibíd. |
26 | Ibíd. |
27 | Ibíd. |
28 | Mircea Eliade, Historia de la creencias y las ideas Religiosas II. Cap. XXII, ibíd. |
29 | Alberto Bernabé y Francesc Casadesús (coords.). Orfeo y la tradición órfica, un reencuentro I. Cap. XXVII, op. cit. |
30 | Ana Isabel Jiménez San Cristóbal, El Ritual y los Ritos Órficos. En Alberto Bernabé y Francesc Casadesús (coords.). Orfeo y la tradición órfica, un reencuentro I. Cap. XXXIII, ibíd. |
31 | La Memoria, Mnemosine, cumple un papel fundamental en este tránsito por el Hades ya que se refiere al recuerdo de la “verdad”, o aquello que le ha sido revelado por la iniciación en los misterios del ser, y que ha vivenciado y comprendido. Alberto Bernabé, Textos órficos y filosofía presocrática. Cap. 2. Ed. Trotta, Madrid, 2004. |
32 | Ana Isabel Jiménez San Cristóbal, El Ritual y los Ritos Órficos. En Alberto Bernabé y Francesc Casadesús (coords), Orfeo y la tradición órfica, un reencuentro I. Cap. XXXIII, ibíd. |
33 | Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada, “La Iniciación II”, ibíd. |
34 | Alberto Bernabé, Hieros Logos. Poesía órfica sobre los dioses, el alma y el más allá. Ed. Akal, Madrid, 2003. |
35 | Proclo. En Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
36 | Ibíd. |
37 | Ibíd. |
38 | Ibíd. |
39 | Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
40 | Proclo. En Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
41 | Fírmico Materno, Sobre los errores de las religiones paganas. Versión en W. K. C. Guthrie, Orfeo y la religión griega. Estudio sobre el “Movimiento Órfico”, ibíd. |
42 | Clemente de Alejandría, Protréptico, 17.2: 18.2, op. cit. |
43 | W. K. C. Guthrie, Orfeo y la religión griega. Estudio sobre el “Movimiento Órfico”. Cap. IV, ibíd. |
44 | Proclo. En Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
45 | Alberto Bernabé, Hieros Logos. Poesía órfica sobre los dioses, el alma y el más allá, ibíd. |
46 | Ana Isabel Jiménez San Cristóbal, El Ritual y los Ritos Órficos. En Alberto Bernabé y Francesc Casadesús (coords.). Orfeo y la tradición órfica, un reencuentro I. Cap. XXXIII, ibíd. |
47 | Ibíd. |
48 | W. K. C. Guthrie, Orfeo y la religión griega. Estudio sobre el “Movimiento Órfico”. Cap. IV, ibíd. |
49 | Ibíd. |
50 | Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
51 | Nonnos de Panoplis. En Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
52 | Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
53 | Proclo. En Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
54 | Ibíd. |
55 | Clemente de Alejandría, Protréptico, 18.2., ibíd. |
56 | Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
57 | Fírmico Materno, Sobre los errores de las religiones paganas. Versión en W. K. C. Guthrie, Orfeo y la religión griega. Estudio sobre el “Movimiento Órfico”, ibíd. |
58 | Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
59 | Proclo. En Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
60 | Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
61 | Ibíd. |
62 | Ibíd. |
63 | Clemente de Alejandría. Traducción en Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
64 | Se refiere a la transmigración de las almas. Nota en Hieros Logos, ibíd. |
65 | Plutarco. Citado en Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
66 | Alberto Bernabé, El mito órfico de Dioniso y los Titanes. Citado en Alberto Bernabé y Francesc Casadesús (coords.). Orfeo y la tradición órfica, un reencuentro, I, ibíd. |
67 | Olimpiodoro. Citado en Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
68 | Alberto Bernabé, El mito órfico de Dioniso y los Titanes. Citado en, Alberto Bernabé y Francesc Casadesús (coords.). Orfeo y la tradición órfica, un reencuentro, I. cap. XXVII, ibíd. |
69 | Proclo. Citado en Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
70 | Clemente de Alejandría, Protréptico, 18.2., ibíd. |
71 | Proclo. Citado en Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
72 | Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Delfos”, ibíd. |
73 | Proclo. Citado en Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
74 | Fírmico Materno. Citado en Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
75 | Macrobio. Citado en Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
76 | Alberto Bernabé, Hieros Logos. Poesía órfica sobre los dioses, el alma y el más allá, ibíd. |
77 | Dión de Siracusa. Citado en Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
78 | Proclo. Citado en Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
79 | Karl Kerényi, Dionisios. Raíz de la vida indestructible. Ed. Herder, Barcelona, 1998. |
80 | Alberto Bernabé, Hieros Logos, ibíd. |
81 | Ibíd. |
82 | Alberto Bernabé, Textos órficos y filosofía presocrática. Ed. Trotta, Madrid, 2004. |
83 | Federico González Frías, Rapsodia. Ed. Symbolos, Barcelona, 2014. |
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