SYMBOLOS
Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis
 

LOS DIOSES FENICIOS
(2ª parte)

MARC GARCÍA



Concha decorada para su uso como recipiente de cosmética.
Arte fenicio. British Museum, ca. 700 a. C.

La teogonía de Sanjuniatón

Como ya hemos apuntado, el uso del papiro como soporte de escritura explica que se hayan perdido casi todos los textos antiguos de los fenicios sobre sus mitos. Por fortuna, éste no ha sido el caso de la teogonía escrita por Sanjuniatón, autor del siglo XIII a. C. cuyas obras fueron traducidas del fenicio al griego por Filón de Biblos en el siglo I d. C. El relato de Sanjuniatón ha llegado a nuestros días como parte integrante de la apología Preparación Evangélica, compuesta por el obispo Eusebio de Cesarea (ca. 260-340 d. C.) con el propósito de afianzar al cristianismo ante sus críticos.1

El método apologético empleado por Eusebio es muy sutil: hacer una exposición pormenorizada –y no exenta de comentarios sesgados– de las doctrinas tradicionales de los egipcios, los griegos, los hebreos y los fenicios con el convencimiento de que su mera explicación basta para que queden retratados los “errores” y “escándalos” de dichas doctrinas; desacreditadas éstas, la religión cristiana2 ha de brillar a ojos de todos como el único mensaje verdadero.3 La traducción de Filón le viene al pelo a Eusebio, pues el de Biblos desliza entre fragmento y fragmento de la obra de Sanjuniatón comentarios que tienden a disminuir el alcance metafísico y cosmogónico de la tradición de los fenicios, allanándole el trabajo al obispo.4

Por lo que tiene bastante de sorprendente que el propio Filón dé a entender, en su proemio a la traducción, que la teogonía consignada por Sanjuniatón es una revelación del dios Hermes:

Así las cosas, Sanjuniatón, hombre sabio y curioso, anhelando saber cuál fuera el principio originario de todo, lleno de inquietud, se puso a investigar la obra de Taauto, sabedor de que Taauto es, de los nacidos bajo el sol, el primero en haber ideado la invención de la escritura y en haber llevado registros memoriales, por lo que fue puesto como base del pensamiento; los egipcios lo llaman Tout, los alejandrinos Tot, y los griegos lo han interpretado como Hermes.5

El relato de Sanjuniatón comienza con la descripción de la cosmogonía.6 Según el texto de Filón:

“Supone el origen del universo un aire oscuro y ventoso, o bien un soplo de aire tenebroso, y un caos turbio y sombrío; y que éstos son infinitos, sin límite a lo largo de los siglos.7 Mas cuando –añade– el espíritu se enamoró de sus propios principios y se produjo la unión, dicho enlace se llamó Deseo. Éste fue el origen de la creación universal.8 Pero él no conoció la propia creación,9 y de la unión del espíritu consigo mismo nació Mot. A esto algunos lo llaman limo, y otros, putrefacción de una mezcla acuosa.10 Y de ella nació toda semilla de creación y generación de estrellas de todas las cosas.11 Y hubo seres vivos carentes de sentidos,12 de los cuales nacieron animales inteligentes, y [éstos] fueron llamados zofasemín, es decir, ‘contemplativos del cielo’. Y fueron modelados semejantes a un huevo por la forma,13 y Mot irradió de sí el sol y la luna, las estrellas y los grandes astros”.14

Y continúa:

“Y resplandeciente el aire, por el calentamiento del mar y de la tierra surgieron vientos, nubes y enormes precipitaciones y derramamientos de las aguas celestes. Y cuando por efecto del calentamiento del sol se separaron y apartaron de su propio asentamiento, de nuevo se encontraron todos en el aire unos con otros y explotaron, y produjeron truenos y rayos, y por el estruendo de los truenos se despertaron los antedichos animales inteligentes y, espantados por el estrépito los seres masculinos y femeninos, se pusieron en movimiento por tierra y por mar”.

Tal es también según ellos la zoogonía.15 Después de lo cual el mismo autor16 prosigue diciendo: “Esto es lo que se halló escrito en la cosmogonía de Taauto y en sus comentarios, fruto de los cálculos y datos que su inteligencia pudo percibir, discurrir e ilustrar para nosotros”.

Después de esto, tras declarar los nombres de los vientos, Noto, Bóreas y demás, añade: “Ellos17 fueron los primeros en divinizar los gérmenes de la tierra, en creerlos dioses y adorarlos por deberles la propia existencia, igual que sus descendientes y ascendientes, y les ofrecieron libaciones y sacrificios”.18

Los vientos inauguran una genealogía de dioses que anteceden a Gea, diosa primordial de la teogonía de Hesíodo que el relato de Sanjuniatón presenta como hermana de Urano. Dado que anteceden a la creación del cielo y de la tierra, estas deidades han de ser las de un “mundo anterior”. Según veremos, Taauto-Hermes nace en la duodécima generación de dioses del mundo “antiguo”, y reaparece en el “nuevo” mundo como consejero de su dios principal, Cronos. Ello significa que Hermes “atraviesa” la discontinuidad que media entre un ciclo cósmico y el que le sigue19 para transmitir a éste las artes y la cosmogonía, en definitiva la memoria del origen.20 La traducción prosigue de este modo:

“Después –dice–, del viento Colpias y de su esposa Baau (que interpreta como noche) nacieron Eón y Protógono, hombres mortales,21 llamados de este modo. Y que Eón descubrió el alimento producido por los árboles. Los nacidos de ellos se llamaron Genos y Genea, y habitaron Fenicia. Por las sequías habidas elevaron las manos al cielo en dirección al sol. Pues –dice– lo tenían por el único dios y señor del universo, llamándolo Beelsamen,22 esto es, para los fenicios, señor del cielo, y Zeus para los griegos”.

A continuación acusa a los griegos de error con estas palabras: “No hemos hecho tantas precisiones en vano; al contrario, los griegos han malinterpretado los nombres de las cosas y en su ignorancia las han tomado en otro sentido, engañados por la ambigüedad de la traducción”.23

Y prosigue diciendo: ”De la estirpe de Eón y Protógono nacieron a su vez hijos mortales,24 cuyos nombres fueron Fos (Luz), Pyr (Fuego) y Flox (Llama). Éstos –dice– descubrieron el fuego frotando palos y trasmitieron su uso. Y engendraron hijos más grandes en tamaño y prominencia,25 cuyos nombres fueron impuestos a las montañas de que fueron señores; por ejemplo, de ellos se llamaron el Casio, el Líbano y el Antilíbano, y también el Bratý. De éstos –dice– nacieron Samenrumo, llamado también Hypsuranio, y Usoo; y tomaban el nombre de sus madres porque entonces las mujeres se unían libremente a quienes se encontraban”.

Afirma después “que Hypsuranio habitó Tiro y que inventó las chozas hechas de cañas, juncos y espadañas, y que se levantó contra su hermano Usoo, que fue el primer inventor del vestido para el cuerpo con las pieles de las fieras que consiguió apresar. Habiéndose producido violentas lluvias y vientos, los árboles de Tiro, rozándose unos con otros, prendieron fuego, que arrasó la selva que allí había. Usoo cogió un árbol y, tras quitarle las ramas, fue el primero que se atrevió a adentrarse en el mar; consagró dos estelas, al fuego y al viento, y les rindió culto, e hizo libaciones en su honor con la sangre de los animales que cazaba. Muertos ellos –dice–, los que vinieron después les ofrendaron bastones, adoraron las estelas y les dedicaron fiestas anuales. Pasado mucho tiempo, de la estirpe de Hypsuranio nacieron Agreo y Halieo, inventores de la pesca y de la caza, de los cuales tomaron el nombre cazadores y pescadores. De ellos nacieron dos hermanos, descubridores del hierro y su manufactura, uno de los cuales, Cusor, se ejercitó en el arte del lenguaje, en los encantamientos y en la profecía. Y que éste era Hefesto, y que inventó el anzuelo, el cebo, el sedal y la balsa, y que fue el primero de todos los hombres en navegar. Por eso después de muerto lo veneraron como a un dios”.26

Lo llaman también Zeus Meiliquio. Otros dicen que sus hermanos inventaron las paredes de adobe. Después de esto, de su descendencia nacieron dos jóvenes: uno de ellos se llamó Tecnites y el otro Geino Autoctón; éstos tuvieron la idea de mezclar la paja con el barro de los adobes y secarlos al sol, e inventaron también las tejas. De ellos nacieron otros; uno se llamaba Agro, otro Agroero o Agrote, del cual hay en Fenicia una estatua muy venerada y un templete arrastrado por una yunta; entre los habitantes de Biblos sobre todo es denominado el dios supremo. Éstos fueron los que tuvieron la idea de añadir a las casas recintos vallados, corrales y bodegas.27 De ellos descienden los labradores y cazadores. Se les llama también Aletes y Titanes. Descendientes suyos son Amyno y Mago, quienes planearon las aldeas y los rebaños; de ellos nacieron Misor y Sydec, esto es, “Listo” y “Justo”. Ellos descubrieron el uso de la sal.

De Misor nació Taauto, que inventó los signos de las primeras letras, al que los egipcios llamaron Tout, los alejandrinos Tot y los griegos Hermes. De Sydec, los Cábiros28 o Coribantes29 o Samotracios. Éstos –dice– fueron los primeros en construir un navío. De éstos nacieron otros, que descubrieron las plantas medicinales, los remedios contra las mordeduras y los ensalmos.30

Tras estas primeras generaciones, el relato continúa así:

Por entonces nace un cierto Elium, llamado Hypsisto (Supremo), y una mujer, llamada Berut, los cuales habitaron cerca de Biblos”.31 De ellos nace Epigeio Autoctón, al que después llamaron Urano; por él se llamó “urano” o cielo al elemento que está sobre nosotros, por lo extremado de su belleza. De los antedichos le nace también una hermana, que fue llamada Gea. Y por su belleza llamaron con el mismo nombre a la tierra. Su padre Hypsisto [Elium], muerto en un ataque de las fieras, fue divinizado y sus hijos le ofrendaron libaciones y sacrificios.

Urano, tras heredar el poder de su padre, desposa a su hermana Gea y engendra de ella cuatro hijos: Elo, llamado también Crono, Betilo, Dagón, que es Sito, y Atlas.32 De otras esposas tuvo además Urano mucha descendencia. Por ello, Gea, fuera de sí por los celos, maltrataba a Urano hasta el punto de separarse. Urano, después de separado de ella, quería acercársele usando la fuerza, pero era rechazado una y otra vez. Trató incluso de matar a los hijos que había tenido con ella, pero Gea, tras recabar ayuda, acudió en su defensa muchas veces. Llegado Crono a la edad viril, con Hermes Trismegisto de consejero y ayudante –pues era su escriba–, decide castigar a su padre para vengar a su madre.33

A Crono le nacen sus hijas Perséfone y Atenea.34 La primera muere virgen; por parecer de Atenea y de Hermes preparó Crono la hoz y la lanza de hierro. Luego Hermes, aplicando a los aliados de Crono unas palabras mágicas, les despertó el deseo de luchar contra Crono35 y a favor de Gea. Y así fue como trabó Crono combate con Urano, lo privó del mando y recibió la realeza. Fue capturada asimismo en la lucha la amante compañera de lecho de Urano, que estaba encinta, a la que Crono entregó a Dagón en matrimonio. En casa de éste pare al hijo de Urano que llevaba en su vientre, al que llamó Demarús. Por entonces Crono rodea con un muro su casa y funda Biblos, la primera ciudad de Fenicia.36

Después de esto, Crono, lleno de sospechas contra su propio hermano Atlas, por consejo de Hermes lo arroja a una sima y lo entierra. Por aquel tiempo los descendientes de los Dióscuros,37 tras construir balsas y navíos, se hicieron a la mar, y, arribados a la falda del monte Casio, dedicaron allí un templo. Los aliados de Elo-Crono fueron llamados Eloim, igual que serían Cronios los que habían recibido el nombre en memoria de Crono.

Crono, después de tener a su hijo Sádido,38 usó con él del propio hierro por sospechas que de él había concebido, y lo privó, homicida de su hijo, de la vida. Del mismo modo cortó la cabeza de una hija propia, hasta el punto de dejar atónitos a todos los dioses la decisión de Crono.39 Pasado un tiempo, Urano, que se encontraba desterrado, envía secretamente a su hija la doncella Astarté junto con sus dos hermanas Rea y Dione40 a matar a Crono con un ardid, pero, tras capturarlas, Crono convirtió a las jóvenes en esposas suyas a pesar de que eran hermanas. Enterado Urano, envía contra Crono a Heimarmene y a Hora41 junto con otras auxiliares, pero Crono, habiéndoselas atraído a su causa, se las quedó para sí. Aún dicen que el dios Urano inventó los betilos, fabricando piedras animadas.42 A Crono le nacieron de Astarté siete hijas, las Titánidas o Artémidas.43

Al mismo tiempo le nacieron de Rea siete hijos, el más joven de los cuales fue divinizado en el momento de nacer;44 de Dione nacieron hembras, y, a su vez, de Astarté dos varones, Poto (Deseo) y Eros.45 Dagón, como descubrió el trigo y el arado, fue llamado Zeus Arotrio. A Sydec, llamado el Justo,46 una de las Titánidas unida a él le engendra a Asclepio.47 Así mismo fueron engendrados por Crono en Perea tres hijos: Crono, del mismo nombre que su padre, Zeus Belo y Apolo.48 Por entonces nacen Ponto y Tifón, y Nereo, padre de Ponto e hijo de Belo.49

De Ponto nace Sidón, quien, por lo extraordinario de su voz, fue la primera inventora de la melodía del canto, y también Poseidón.50 A Demarunte le nace Mélcatro,51 conocido como Heracles. Después entra Urano de nuevo en combate con Ponto, pero abandonando el campo se une a Demarunte; Demarunte se dirige contra Ponto, pero Ponto lo pone en fuga y Demarunte ofreció un sacrificio por haber logrado escapar. En el año treinta y dos de su reinado soberano, Elo, o sea Crono, le tendió una emboscada a su padre Urano en un lugar tierra adentro y, cuando lo tuvo a su merced, muy cerca de unas fuentes y de unos ríos, le cortó los genitales. Allí mismo fue Urano divinizado y entregó su espíritu, y la sangre de sus genitales se derramaba por las aguas de las fuentes y los ríos: hasta el día de hoy se enseña el lugar.52

Tan larga es la historia de Crono y así de venerable y pregonada su vida entre los griegos sus coetáneos, quienes, según la tradición, fueron “la primitiva raza de oro de los hombres mortales”, aquella edad dichosa de los antiguos. Después de otras consideraciones el autor continúa diciendo:

“Astarté la suprema y Zeus Demarunte, o Adodo, rey de los dioses, reinaban en el país con la aquiescencia de Crono.53 Astarté se puso sobre su cabeza, como signo de la realeza, la cabeza de un toro;54 en sus recorridos por el mundo habitado encontró un astro que volaba por los aires,55 lo tomó para sí y lo consagró en la santa isla de Tiro. Astarté dicen los fenicios que es Afrodita. También Crono, en su vagar por la tierra habitada, entrega a su hija Atenea la monarquía del Ática”.56

Con motivo de una peste y mortandad, Crono ofrece a Urano el holocausto de su hijo unigénito y se circuncida, obligando a sus aliados a hacer otro tanto.57 No mucho después diviniza a otro hijo suyo que había muerto, de nombre Mout, habido de Rea. Los fenicios lo llaman Tánato y Plutón.58 Después de esto Crono entrega la ciudad de Biblos a la diosa Baáltide, también conocida por Dione, y Berito59 a Poseidón y a los Cábiros labradores y pescadores, que dedicaron a Berito60 los restos mortales de Ponto.

Pero antes de esto el dios Taauto, tras hacer retratos de los dioses compañeros suyos, Crono, Dagón y demás, configuró los sagrados caracteres de las letras. Ideó para Crono, como signos de su monarquía, cuatro ojos: dos por delante y dos por detrás;61 unos despiertos y otros suavemente entornados, y cuatro alas sobre los hombros: dos en actitud de volar y las otras dos replegadas. Esto era un símbolo, ya que Crono velaba dormido y dormía despierto; y lo mismo de las alas, porque volaba en reposo y reposaba volando.62 Para los demás dioses, sin embargo, ideó dos alas sobre los hombros a cada uno, en cuanto que volaban en compañía de Crono. A éste además le puso dos alas sobre la cabeza: una por ser máximo intelecto conductor y otra por los sentidos. Llegado Crono al país de Noto,63 le entregó a Taauto todo el Egipto para que fuera su reino.64 Los primeros de todos –dice– en consignar estas cosas por escrito fueron los siete Cábiros hijos de Sydec y su octavo hermano Asclepio, como les había ordenado el dios Taauto.65

Tabión, absolutamente el primero de todos los hierofantes de Fenicia, expresándose por alegorías y mezclándolas con eventos físicos y cósmicos, transmitió todo esto a los sacerdotes que presiden las ceremonias mistéricas e iniciáticas; éstos fueron los que a propósito acentuaron la oscuridad de todo ello y lo transmitieron así a sus sucesores e iniciados; uno de ellos fue Isirio, el inventor de las tres letras, hermano de Cna, por otro nombre Fénix.

A continuación de esto añade: “Los griegos, que sobrepasan a todo el mundo en ingenio, desde un principio se apropiaron de la mayor parte de estas cosas; después las han revestido con todo género de adornos y, pensando seducir con las galas de los mitos, las han bordado de todos los colores. De ahí han imaginado Hesíodo y los celebrados poetas cíclicos sus particulares teogonías, gigantomaquias, titanomaquias y castraciones; divulgándolas por todas partes han hecho prevalecer su verdad. Nuestros oídos, alimentados con tales ficciones repetidas siglo tras siglo, las conservan como una herencia recibida, como ya dije al principio, y, consolidada por el tiempo, difícil de contrarrestar, de modo que la verdad parece fruslería y la falsificación del relato la verdad”.66

Hasta aquí la cosmogonía revelada por Hermes a Sanjuniatón, un texto extraordinario en muchos sentidos donde el dios se muestra como lo que es: un principio eterno, una entidad numénica que se manifiesta invariablemente en todos los ciclos cósmicos y los trasciende, transmitiendo el Conocimiento a los hombres y a las mujeres de cada tiempo que se abren a su soplo y haciendo que el Ser Universal sea. “Bien se ha dicho que Hermes es eterno, así sea este o aquel el nombre que le han dispensado los distintos pueblos”.67


Terracota de tres figuras femeninas cubiertas (quizás sacerdotisas)
en torno a un ónfalo. British Museum, ca. 500 a. C.

NOTAS.
1 Autores como el neopitagórico Porfirio, contemporáneo del obispo de Cesarea, acusaban a los cristianos de falta de cultura e inteligencia. En la misma obra crítica, Porfirio atestigua la antigüedad y la veracidad del testimonio de Sanjuniatón de este modo: “Sanjuniatón, el que reunió y compiló fielmente en lengua fenicia todas las historias antiguas basándose en los registros de las ciudades y en los archivos de los templos, vivió en tiempos de Semíramis, reina de Asiria, de la cual se cuenta haber vivido antes de la guerra de Troya o por aquella misma época”. Porfirio, Contra los cristianos. Cita extraída del libro primero de la Preparación Evangélica de Eusebio de Cesarea. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2009.
2 No vemos atisbo alguno de esoterismo en el punto de vista del obispo, quien confronta a doctrinas tradicionales entre sí sin elucidar la verdad interior, común y única que subyace a todas ellas (también a la revelación evangélica) como expresiones de una sola y misma Tradición Unánime.
3 La apologética cristiana es un género al que han contribuido muchos autores a lo largo de los siglos. También podrían encuadrarse en este tipo literario las crónicas de Indias compuestas por religiosos durante el descubrimiento de América, las cuales, como la obra del obispo de Cesarea, son testimonios preciosos pues nos han transmitido –pese a las grandes incomprensiones de sus autores– la memoria de los símbolos, los ritos y los mitos de pueblos ya desparecidos.
4 Un ejemplo: “Para aclaración de lo que sigue y su conocimiento preciso, es necesario explicar de antemano que los más antiguos bárbaros, fenicios y egipcios en particular, cuyas tradiciones adoptó el resto de los hombres, consideraban dioses a los personajes más sobresalientes que habían hallado las cosas útiles para la vida o habían procurado algún bien a las gentes; teniéndolos por bienhechores y causantes de múltiples bienes, los adoraban como a tales dioses y rectores del destino”. Del proemio de Filón de Biblos a la traducción de la cosmogonía de Sanjuniatón, citado en el libro primero de la Preparación Evangélica. Y Eusebio remata: “Este último [Sanjuniatón] no habla del Dios universal, ni de dioses celestes, sino de hombres y mujeres mortales, y no de carácter civilizado precisamente, que por su virtud fueran dignos de ser señalados o emulados por su saber, al contrario, revestidos de la maldad de todas las perversiones y miserias. Y da testimonio también de que esos mismos son los todavía hoy considerados dioses por todos, en ciudades y países. Y he aquí la prueba de ello tomada de sus escritos”. Eusebio de Cesarea, op. cit.
5 Ibíd. Acerca de la identificación de Taauto con Hermes, cuyo atributo principal es el caduceo, es muy interesante lo que dice otro texto de Sanjuniatón que Filón traduce igualmente y Eusebio también cita: “Taauto en persona, y a su zaga fenicios y egipcios, tuvo por divina la naturaleza del dragón y de las serpientes, pues fue presentado por él como el animal de espíritu más ígneo de entre todos los reptiles; está dotado asimismo de una velocidad insuperable gracias a su aliento; carece de patas, de brazos y de cualquier otra extremidad mediante las cuales el resto de los vivientes desarrolla los movimientos; adopta formas de figuras variadas, y al deslizarse lo hace sinuosamente a la velocidad que quiere. Y vive mucho tiempo, y en su naturaleza está no sólo el rejuvenecer con las mudas de la piel, sino el crecer continuamente; y cuando ha alcanzado una medida determinada se consume en sí mismo, del modo en que el propio Taauto ha consignado en sus escrituras sagradas. Por ello es por lo que este animal es parte de ritos sacros y de cultos mistéricos”.
6 Eusebio escribe como encabezamiento de la traducción de Filón: “Resumen de la antigua teología de los fenicios, de quienes la compilaron y de cuán justamente la despreciamos”. En las citas que siguen hemos procurado despojar al texto de todos los juicios de valor y comentarios tendenciosos de su traductor y del obispo de Cesarea.
7 Esta visión del caos primordial es análoga a la “oscuridad terrorífica y sombría, que se dirigió hacia abajo enrollándose en espirales tortuosas, semejante a una serpiente” del Poimandrés hermético. También al tohu va-bohu del Génesis hebreo: “La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas”. Gn 1, 2.
8 Del Rig Veda hindú: “Al principio, la oscuridad yacía velada por la oscuridad, indefinida, semejante a una masa de agua; luego, Eso, que así yacía cubierto de vacío, mediante su fervor hizo brotar la gloria. Primero se alzó el deseo, primera semilla de la mente (los sabios han visto todo eso en sus corazones); tamizando el no-ser para de él extraer el ser y sus rayos arriba, abajo, a los lados, se extendieron”. Cita extraída de la antología Entre el No Ser y el Ser. Antología para hamacados. Colección Aleteo de Mercurio nº 3. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2017.
9 De la primera determinación ontológica emana la Dualidad primordial con la cual aquélla integra la Tríada de principios del Ser Universal, permaneciendo ajena a la manifestación.
10 Un texto sagrado de los mixtecas dice: “En el año y en el día de la oscuridad y tinieblas, antes que hubiese días, ni años, estando el mundo en grande oscuridad, que todo era caos y confusión, estaba la tierra cubierta de agua, sólo había limo y lama sobre la haz de la tierra”. Cita de Entre el No Ser y el Ser, op. cit.
11 Mot es la sustancia primordial indiferenciada análoga a la Prakriti de la tradición hindú, principio pasivo inmanifestado sobre el que se proyecta el rayo de Purusha para producir lo que viene a la manifestación. En el seno de Mot se gestan todos los arquetipos (“toda semilla de creación y generación de estrellas de todas las cosas”) y de él es irradiada la creación.
12 Son los elementos. En el Poimandrés, “el Verbo santo vino a abrazar a la Naturaleza, y un Fuego sin mezcla se lanzó fuera de la naturaleza acuosa hacia lo alto, hacia la región sublime; era ligero y vivo, y activo al mismo tiempo; y el Aire, siendo ligero [también], siguió al soplo ígneo, elevándose hacia el Fuego a partir de la Tierra y el Agua, de manera que parecía suspendido del Fuego. La Tierra y el Agua permanecían en su lugar, ambas íntimamente mezcladas entre sí, tanto que no se distinguían: y eran incesantemente movidas bajo la acción del soplo del Verbo que se encontraba por encima de ellas, según el oído percibía”. Hermes Trismegisto, Obras Completas. Ed. Índigo, Barcelona, 1998. En el Timeo de Platón se dice: “Cuando dios se puso a ordenar el universo, primero dio forma y número al fuego, agua, tierra y aire, de los que, si bien había algunas huellas, se encontraban en el estado en que probablemente se halle todo cuando dios está ausente”. Platón, Diálogos VI. Ed. Gredos, Madrid, 1992.
13 En el Banquete, Platón, por boca de Aristófanes, explica que al principio los seres humanos eran esféricos.
14 Eusebio de Cesarea, ibíd. De Mot emanan “los siete gobernadores que envuelven al mundo sensible dentro de sus círculos” del Poimandrés. En el Timeo de Platón, su generación es simultánea a la del tiempo: “La decisión divina de crear el tiempo hizo que surgieran el sol, la luna y los otros cinco cuerpos celestes que llevan el nombre de planetas para que dividieran y guardaran las magnitudes temporales”. Platón, op. cit.
15 Esto es, el origen de la vida. Dice el Poimandrés: “No obstante, la Inteligencia creadora, unida al Verbo, envolvió los círculos y los hizo girar con un zumbido para poner en marcha el movimiento circular de sus criaturas, dejando que hicieran su revolución desde un comienzo indeterminado hasta un término sin fin, pues (esa revolución) comienza allí mismo donde termina. Y esa rotación de los círculos, por voluntad de la Inteligencia, produjo a los animales irracionales, extrayéndolos de los elementos inferiores (pues estaban desprovistos de la palabra); el aire produjo a las aves, y el agua a los animales nadadores. La tierra y el agua habían sido separadas la una de la otra conforme a la voluntad de la Inteligencia, y la tierra hizo surgir de su propio seno a los animales que conservaba en su interior, cuadrúpedos y reptiles, bestias salvajes y domésticas. Pero la Inteligencia, Padre de todos los seres, que es vida y es luz, engendró un hombre semejante a ella, y lo amó como si fuera su propio hijo”. Hermes Trismegisto, op. cit.
16 Sanjuniatón.
17 Se refiere a los fenicios, según acota el editor de la Preparación Evangélica que manejamos.
18 Eusebio de Cesarea, ibíd.
19 También Sydec, tío de Taauto-Hermes, y los Cábiros, hijos de aquél, aparecen en la genealogía de dioses del siguiente ciclo.
20 Este papel es análogo al del Manu de la tradición hindú, “la Inteligencia cósmica que refleja la luz espiritual pura y formula la Ley (Dharma) propia de las condiciones de nuestro mundo o de nuestro ciclo de existencia, y [que] es al mismo tiempo el arquetipo del hombre considerado especialmente en tanto que ser pensante (en sánscrito, Manawa)”. René Guénon, El Rey del Mundo. Ed. Luis Cárcamo, Madrid, 1987.
21 Ver nota 24.
22 Baal Shamen es, más específicamente, el dios de las tormentas, la nieve y la lluvia que fertiliza a la tierra. Es hijo de Dagón, dios de la agricultura. Sus símbolos son el toro y el rayo –atributo que comparte con el Zeus griego– y era el dios supremo del panteón de las antiguas ciudades fenicias. Ver la primera parte de este artículo en el nº 59 de SYMBOLOS.
23 Es difícil saber si este párrafo es literalmente del puño de Sanjuniatón o bien una cuña de Filón de Biblos. En todo caso, no cabe entenderlo como una descalificación de la tradición griega, la cual, como muchas otras ramas del gran árbol de la Tradición Unánime, es una recreación de ésta a partir de aportes sapienciales que en ocasiones han llegado sólo fragmentariamente sin que la verdad implícita al símbolo quede por ello alterada.
24 De la mortalidad de estos ancestros, Filón y el obispo de Cesarea coligen que se trata de hombres y mujeres (Eusebio añade que “revestidos de la maldad de todas las perversiones y miserias”) que más tarde fueron tomados ilusoriamente por dioses (ver nota 4). Pero son numerosas las tradiciones en que los dioses mueren y se regeneran o se transforman sin que por ello dejen de pertenecer a la “estirpe de los inmortales”, amén de los héroes que son elevados al cielo y divinizados. Lo que la muerte de los dioses y el advenimiento de una nueva generación de númenes simboliza es el tránsito a un nuevo ciclo de la cosmogonía, el cual comporta el nacimiento de un nuevo universo (en el caso de un kalpa), una nueva humanidad (en el caso de un manvántara) o el inicio de una nueva era en la existencia del género humano (en el caso de un yuga). Se ha dicho que en la unidad del Ser, los dioses representan estados superiores de los seres humanos, y éstos, estados terrenales de aquéllos.
25 Alusión a los gigantes del ciclo anterior.
26 Ver nota 24. En el ciclo bíblico, los hijos de Lamek, descendiente de Caín, son los inventores de los oficios. Túbal-Caín es el “padre de todos los forjadores de cobre y hierro”. Gn 4, 22.
27 Los vallados y los corrales también eran asunto de dioses en el antiguo Súmer. En el mito de la entrega de los me (los poderes divinos) a la diosa Inanna, su padre Enki le regala “la Inteligencia, los Conocimientos, la Purificación sagrada, el Cercado donde engordan los animales, el Amontonamiento de las brasas, el Redil, el Respeto, la Reverencia y la Moderación”. Federico Lara Peinado, Mitos de la antigua Mesopotamia. Héroes, dioses y seres fantásticos. Ed. Dilema, Madrid, 2017.
28 En la mitología griega, los Cábiros son hijos de Hefesto.
29 Los Coribantes o Curetes griegos son deidades que custodian a Zeus cuando nace en la cueva del monte Dicte, en Creta, golpeando sus armas ruidosamente y bailando para que Cronos no pueda oír los llantos del dios.
30 Eusebio de Cesarea, ibíd.
31 Elium es un dios demiurgo identificable con los Elohim, El-Elion y Yahve-Elion bíblicos. Elium y su paredro Berut, padres de Urano y Gea, serían los fundadores de Beirut –ciudad cercana a Biblos– en el alba de un nuevo mundo, siendo Cronos el fundador mítico de esta segunda ciudad. Ver José Mª Blázquez, Jaime Álvar y Carlos G. Wagner, Fenicios y cartagineses en el Mediterráneo. Ed. Cátedra, Madrid, 1999.
32 En la teogonía de Hesíodo, Crono o Cronos es igualmente hijo de Urano y Gea, mientras que Atlas nace de un titán y de una oceánide. El dios Betilo es el arquetipo de todas las “piedras del cielo”, veneradas como manifestaciones de la deidad en templos de diversas ciudades fenicias (ver primera parte de este artículo en el nº 59 de SYMBOLOS) y en santuarios griegos como Delfos. Dagón es el numen fenicio de la agricultura y el dios principal de los filisteos, al que más tarde los griegos consideraron análogo a Cronos (identificando a Baal, su hijo, con Zeus).
33 Como en la teogonía de Hesíodo, Cronos lleva a cabo un acto de venganza contra Urano pero Sanjuniatón no lo presenta como un medio para desalojar el vientre de Gea de los hijos engendrados en su cópula con el cielo (de hecho, la castración no ocurrirá hasta “el año treinta y dos del reinado soberano” de Cronos). El texto fenicio indica que son Hermes y Atenea quienes idean como ejecutar el castigo de Urano, para el que Cronos contará con la ayuda de sus aliados.
34 Son hijas de Zeus en la teogonía griega.
35 Sanjuniatón se refiere claramente a Urano. Puede que se trate de un error de la edición.
36 Cronos opera la fundación de Biblos por el trazado de sus límites.
37 Cástor y Póllux.
38 No conocemos otras mitologías en las que aparezca este dios.
39 En el relato de Sanjuniatón, Cronos defiende su trono a capa y espada y consigue prevalecer frente a todos sus oponentes.
40 Más adelante, Sanjuniatón explica que Astarté es análoga a Afrodita. En la mitología homérica, Dione es su madre.
41 Es decir, a las diosas del Destino y del Orden de la naturaleza.
42 Ver nota 32.
43 Las titánides son hijas de Urano y Gea en la teogonía griega.
44 En Hesíodo, Zeus es el hijo más joven de Rea.
45 El dios Poto-Potos de la mitología griega es hijo de Céfiro, dios del viento del oeste, y de Iris, y forma parte del cortejo de Afrodita. Para Hesíodo, Eros nace del caos como Gea y el Tártaro; en otros autores griegos es hijo de la Noche y el Érebo, de Gea y Urano o de Afrodita y Ares, entre otras paternidades. Ver Antonio Ruiz de Elvira, Mitología clásica. Ed. RBA - Gredos, Barcelona, 2018.
46 Ver nota 19.
47 Asclepio es hijo de Apolo y de la mortal Coronis en la tradición griega.
48 El Apolo griego es hijo de Zeus y Leto.
49 En la mitología griega, Belo-Belos es hijo de Poseidón y Libia, Ponto y Tifón son engendrados por Gea, y Nereo nace de la unión de la diosa primordial con Ponto.
50 El Poseidón de la tradición griega es hijo de Cronos y Rea y hermano de Zeus y Hades.
51 Es el dios fenicio Melqart, análogo al Heracles griego hijo de Zeus y de la mortal Alcmena. Demarús y Demarunte son el mismo dios, hijo de Urano y de una amante cuyo nombre desconocemos.
52 Hesíodo dice que con la sangre de Urano vertida sobre Gea, ésta engendra a las Furias, los Gigantes y las Melias, ninfas de los fresnos. Hesíodo, Teogonía. Ed. Edicomunicación, Barcelona, 1995.
53 Como el Zeus griego, Demarunte es el “rey de los dioses”, un título que aquí ostenta con el beneplácito de Cronos.
54 El toro es uno de los animales sagrados relacionado con la Astarté sumeria, análoga a la Ishtar acadia. En la Epopeya de Gilgamesh, Ishtar exige a su padre que cree al Toro Celeste para que mate al héroe por haberla desdeñado. Ver Federico Lara Peinado, op. cit.
55 Se trata del planeta Venus.
56 Cronos va ordenando el gobierno divino del mundo y establece que la pareja Demarunte-Astarté sean los “reyes del país” de los fenicios, Atenea la monarca de los atenienses, Dione la reina de Biblos, Poseidón y los Cábiros los regentes de Beirut, y Taauto-Hermes el rey de Egipto.
57 Cronos honra a su padre Urano, muerto a manos de éste, con una mutilación genital que evoca la castración de aquél. Este sería el significado de la circuncisión en el relato de Sanjuniatón.
58 El Tánato-Tánatos griego es hijo de la Noche y el Érebo. Plutón es Hades.
59 Beirut.
60 La diosa Berut, fundadora de Beirut con el dios Elium.
61 Cronos mira hacia adelante y hacia atrás como el dios mesopotámico Isimud, mensajero del gran dios Enki, y el dios Jano Bifronte de la tradición latina, al cual se relaciona con Saturno.
62 En Cronos, que ostenta la primacía divina (incluso por encima de Demarunte, rey de los dioses), los opuestos se concilian. Los atributos herméticos que recibe son semejantes a los de los cuatro seres de la visión del carro de Yahveh del profeta Ezequiel. Ver Ez 1, 4-28.
63 El dios viento del sur.
64 Ver nota 56.
65 Ver nota 19.
66 Eusebio de Cesarea, ibíd. Para Filón de Biblos y el obispo de Cesarea, este párrafo de Sanjuniatón debía ser una confirmación de que la tradición de los fenicios (y de propina, la de los griegos) era pura superchería. Para nosotros, su significado es muy, muy distinto.
67 Federico González y cols., Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. SYMBOLOS nº 25-26, Barcelona, 2003.

Detalle de la terracota de tres figuras femeninas en torno a un ónfalo.
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