SYMBOLOS
Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis
 

LAS AMAZONAS Y OTRAS MUJERES GUERRERAS

ALBERTO PITARCH



Gema ovalada con el busto de Diana
o una amazona. Roma, 50-1 a. C.
Museum of Fine Arts, Boston.

Nos encontramos en la ciudad de Éfeso a orillas del Mar Egeo en las tierras más occidentales de la actual Turquía. Un ágora abarrotada de comerciantes da paso a un entresijo de calles y callejuelas que conectan el puerto de Panormo con el monte Pion. Los marineros van amarrando sus navíos con los que han recorrido islas, conectado poblaciones e intercambiado saberes, al mismo tiempo, se escucha una conversación entre varias artesanas que trabajan la cerámica y el vidrio, conversan sobre el punto medio de cocción, el equilibrio entre opuestos y la armonía de las partes. Más arriba, a los pies del monte, se oye un anciano de barba blanquecina platicar sobre los astros y su influencia en la tierra, sobre la posición central del ser humano y sobre la posibilidad siempre latente de poder trascender el cosmos y fundirse en el océano del No-Saber; una docena de niños lo rodean mientras escuchan atónitos.

Las edificaciones se van diluyendo y la arquitectura formal que acoge los hogares de los ciudadanos da paso a una arquitectura natural formada por cipreses y olivos que aparecen enmarcados con la manifestación más primigenia de la creación, las rocas. A todo este espectáculo de proporción y medida se suman los perfumes de las hierbas aromáticas como el tomillo y el espliego quienes campan a sus anchas en una atmósfera que es compartida con las aves que también la impregnan con su canto. La idea de Belleza está presente en toda su amplitud, ocupando los cuatro elementos ante los que te encuentras inserto y que conscientemente integras en el quinto que tú también eres.

Tenemos la fortuna de poder transitar dichos senderos que se van haciendo más y más angostos conforme se va ascendiendo, aunque no hay ningún sentimiento de temor ni de inquietud, al contrario, hay una confianza fundamentada en la fe que es sostenida en la certeza –vivencia– de una Unidad que abarca todas las partes.

De pronto la montaña se vuelve arisca, los contornos de las rocas parecen tallados por las furias, ni rastro de la arquitectura vegetal y los olores aromáticos dan paso a los violentos vientos del este. Aparece aquí el recuerdo de que todo debe dejarse en el camino de ascenso, incluida la idea de Belleza en todas sus expresiones. Un silencio sepulcral anuncia un estado de concentración, rigor y pureza que culminará con la apertura de la conciencia hacia nuevos mundos.

En la cima, un templo. Doce mujeres cantan y bailan en honor a Ártemis a puerta cerrada. Sus invocaciones y ritos anuncian un estado de conciencia fuera de lo ordinario, un jalón en la escala jerarquizada del Ser va a ser traspasado por las nuevas aprendices, quienes se están sometiendo a los misterios de la iniciación. Le cantan a Ártemis pero también traen al presente a Otrera, fundadora mítica de su pueblo y a sus cuatro hijas Hipólita, Pentesilea, Melanipe y Antíope. Las amazonas.


Artemisa de Éfeso, siglo II d. C.
Museo Arqueológico de Éfeso, Esmirna, Turquía.

Mucho se ha escrito a lo largo de la historia sobre las amazonas, que aparecen desde las primeras obras de la cultura occidental como la Ilíada, siguiendo con toda la pléyade de autores grecolatinos y continuando hasta nuestros días, donde ejercen un continuo protagonismo en las superproducciones cinematográficas. Sería un absurdo ahondar en las diferencias que existen entre la concepción amazónica de entonces y la de ahora pues es propio del movimiento de la historia que lo que ayer se manifestó de una forma hoy lo haga de otra y también mañana será diferente, adecuando así la idea-fuerza original a las circunstancias existenciales propias de cada momento, lo cual es al mismo tiempo testimonio de un organismo vivo que nunca ha cesado de latir. Así, lo que interesa es ahondar en el símbolo que las amazonas encarnan y descubrir que su fuerza sigue igual de viva hoy como entonces, sólo hace falta su recuerdo sincero, dispuesto y consciente para atraer la energía intelectiva y guerrera que este pueblo ha aportado a la cultura occidental.

No es menor el papel que éstas representan. Hércules, Teseo y Aquiles han tenido que enfrentárseles, así como también Alejandro Magno, el general romano Pompeyo, el rey Mitríades o Ciro el Grande; su rastro puede seguirse a través del relato escrito, el mito y el folklore por todos los territorios del mundo conocido: Egipto, Libia, Eurasia, India o China, por decir algunos. Por lo que no sólo es a través del tiempo que su recuerdo ha perdurado sino también a través del espacio, “amazonas antianeirai” son llamadas en la Ilíada, cuyo significado etimológico es “equivalente a los héroes”, no en un sentido sexuado –a los hombres héroes– sino como pertenecientes a la casta heroica (andres, aneres).

Aún habiendo sido consideradas como la eterna antítesis del pueblo heleno, han sido necesarias para la glorificación de los héroes a los cuales se enfrentaban y esto es así porque el campo de batalla donde se entablaba la lucha no era sino una representación formal de lo que se estaba produciendo en el interior del alma del héroe, quien veía en su adversario un reflejo antagónico de sí mismo, por lo que peleaba y se entregaba por entero, con todas sus fuerzas, pues la victoria no iba a ser una victoria formal en un plano histórico cualquiera, sino la victoria que se produce en el alma al lograr la conciliación de los opuestos. Así, las energías del adversario debían ser transmutadas e integradas en el alma del vencedor, pudiendo ser éstas amorosas, belicosas o inteligentes, o mejor, las tres. Y es precisamente esta figura la que han simbolizado las amazonas para la cultura occidental, un papel antagónico pero necesario para el establecimiento del orden y la armonía.

La primera amazona que aparece ahondando en la mitología es Otrera, fundadora de su cultura y reina mítica, concebida directamente de Euros, el temible dios del viento del Este, quien a su vez desciende del titán Astreo y la titánide Eos (o Aurora).1 A ella se le atribuye la fundación de diversas ciudades, la construcción del templo de Ártemis en Éfeso así como diversas danzas guerreras en su honor. Otrera se unió con Marte y de sus aventuras amorosas surgieron Hipólita, Antíope, Melanipa y Pentesilea.

Hipólita era la reina que gobernaba cuando Hércules, en el que fue su noveno trabajo, atracó en las orillas de Temiscira con la intención de apoderarse del cinturón que Marte le había regalado a ésta, siguiendo las órdenes del rey Euristeo. Hipólita, cuya etimología significa “soltar los caballos”, bajó a las orillas de forma amistosa y recibió a los invitados con viandas y presentes; Hércules le contó los duros trabajos a los que estaba siendo sometido por su madrastra Hera e Hipólita accede a regalarle el cinturón sin entablar batalla alguna. Hera, deshecha en celos, desciende del cielo vestida como una de las guardianas de Hipólita y se enmascara entre la multitud guerrera que aguardaba lejos del encuentro entre Hércules e Hipólita, gritando que Hércules y su tripulación habían raptado a su reina. Las amazonas, furiosas, montan los caballos, desenvainan las armas y se precipitan tumultuosamente hacia la orilla; Hércules sorprendido y pensando en la traición proporciona un golpe mortal a la reina amazona, se hace con el cinturón y toda la tripulación embarca de vuelta.

Este breve encuentro a orillas del Mar Negro fue suficiente para que Teseo, legendario rey ateniense y que también formaba parte de la expedición, embelesara a Antíope, trayéndola de vuelta hacia Atenas, donde se dice se “civilizó” al modo de vida ateniense, opuesto al de las amazonas.

Las amazonas, furiosas por sendas pérdidas, deciden asediar Atenas, donde finalmente logran penetrar, aunque la batalla no les fue favorable, perdiendo en ella a la reina Antíope. Orintia, quien gobernaba la misión, muere de tristeza y es enterrada junto con sus compañeras caídas en el santuario dedicado a Ares de Kelenderis, al lado de Trecén, ciudad natal de Teseo.

El panorama pudiera parecer desolador para las amazonas, pero no lo fue tanto pues decidieron embarcarse en una de las guerras que más pervive en la memoria de occidente, la guerra de Troya.

Pentesilea, quien sucede a Orintia, acude a Troya junto con doce guerreras venidas del Ponto Euxino (Mar Negro), donde son recibidas con todos los honores por el rey Príamo. Quinto de Esmirna narra cómo se prepara para la batalla:

Ha ajustado sobre su pecho su armadura de oro resplandeciente, cubre su cabeza con el casco ornamentado con el escudo de armas, y envaina una gran espada en su funda de oro y marfil junto a su cintura. Escogió el escudo en forma de semiluna y dos jabalinas, manteniendo en su mano derecha su hacha de combate. Su carcaj y sus flechas también son colgadas de su brillante caballo.2

Finalmente Pentesilea3 cae en el campo de batalla ante el temible Aquiles, quien acepta la demanda de Príamo de poder sepultar el cuerpo sin vida de la reina; Aquiles “lleno de piedad por la noble Pentesilea” admite la demanda del rey y le devuelve el cuerpo (opuesto a lo sucedido con el príncipe Héctor). Ambos bandos se lamentaron por la pérdida de quien era admirada entre los atridas y “querida como una hija” por los troyanos. Así, Príamo hizo levantar una pira donde dispusieron a Pentesilea y su caballo (según los ritos arcaicos seminómadas de las amazonas), recogiendo después sus cenizas y depositándolas en una pequeña urna con aceite perfumado y grasa de ternera, siguiendo los mismos honores que recibieron Patroclo y Héctor según la Ilíada.

Se puede afirmar que el poder que ejercían las amazonas pereció en cuanto sucumbieron al helenismo, tal y como simboliza la triple derrota real así como la fundación de diversas ciudades –siendo como eran un pueblo esencialmente nómada. Y al mismo tiempo se puede decir que el ciclo heroico heleno se fortaleció con dichas pérdidas, pues se estaba produciendo una asimilación de las potencias austeras, bellas, guerreras, vulnerables y andróginas que representaban esas mujeres. No puede pasar desapercibido que tres de los más grandes héroes que ha legado la cultura occidental (Heracles, Teseo y Aquiles) hayan tenido que enfrentarse a ellas, y que, además, los tres las han reconocido en su nobleza e inteligencia.

Se podrían escribir cientos de líneas describiendo el poder belicoso que estas mujeres ejercieron a lo largo del mundo conocido durante cientos de años, tanto en el periodo mítico con las tres reinas anteriormente nombradas, como después, a través de sus herederas, aunque lo que realmente interesa es la energía que ellas simbolizan y no las particularidades que se han ido desprendiendo de sus interpretaciones a lo largo del tiempo. La potencia guerrera que las amazonas simbolizaron se extendió más allá del espacio geográfico que conoció e integró la cultura grecolatina. Recurriendo ya no sólo a las fuentes escritas clásicas sino a las orales y a las tradicionales de otras culturas euroasiáticas,4 se hallan distintas mujeres que también encarnaron dicha potencia guerrera y que vale la pena traer al presente.

Así, por ejemplo, nos encontramos con Amezan de Circasia en las montañas del Cáucaso, cuyo nombre significa en lengua cabardiana “Madre Luna” o “Madre Bosque”, una bella y poderosa guerrera que cabalgaba las estepas donde resonaban “como truenos las pezuñas de los caballos”, secretamente enamorada de un guerrero de otra tribu. Un día, alarmada por la intrusión de extranjeros en su territorio, se dirige enfurecida a la batalla, abatiendo a uno de sus guerreros y su caballo. Momentos más tarde, cuando desenfunda el casco del abatido descubre que era su amado al que acababa de dar muerte. “Saltando del caballo, besó sus labios apasionadamente e intentó reanimarlo apretándole contra ella, rogando por escuchar latir su corazón”; “mi sol ha desaparecido para siempre” gritó ella, y seguidamente “valiéndose de sus fuertes brazos, desenvaina su daga y se traspasa su propio corazón… Así los dos yacían muertos, uno al lado del otro, Amezan y el hombre a quien amaba”, su sangre se derramó y “su valentía y su amor sin límites fue absorbido por la tierra” y al momento una fuente surgió, fuente que tenía el poder de reavivar la fuerza perdida y de reparar los corazones dañados.

Viajando ahora a Asia Central, nos encontramos con el ciclo épico Manas, en cuyos versos se recoge la mitología, leyendas y cantos kirguís, kazajos, nogayos, uigures y túrcicos recitados por bardos de generación en generación.5 El Manas cuenta en 500.000 versos6 donde se van narrando las “aventuras” que se producían entre los kirguís y sus vecinos. Así, la principal heroína es Kyz Saikal, una aémetzaine (amazona en kalmouk, etimológicamente “mujer poderosa”) a quien temía hasta el mismo Manas y sus cuarenta caballeros (personaje y círculo principal de la obra). A continuación, una de las canciones que todavía se entona en su nombre en el Kirguistán actual:

Tenía 17 años / de abundante y larga melena, / su caballo era marrón dorado. / ¡Miradla! Toda engalanada con sus atavíos de guerrera. / Sus piernas eran cubiertas con pantalones de piel. / Su lanza estaba coronada con una bandera. / En pie se halla la hija de Karachagan –la doncella Saikal.

Manas está preparado para luchar. / En su caballo, con la lanza ornamentada en su mano, una enfurecida Saikal está preparada para confrontarle. / Está preparada para vencerle. / “Te mataré Manas, apagaré tu alma.” / “Retaré a tus deseos. Extinguiré a tu pueblo”.

Con esto en mente, Saikal monta sobre su caballo dorado / y voltea su jabalina con la bandera amarilla. / Tal como él se acercó, la miró y vio a una joven. / Una hermosa joven. / Pensó entonces Manas que esta podría ser la joven con la que se podría casar. / “Si la golpeo fuerte, la podría herir.” / “¿Y si muriera?” / Él flexionó su lanza, intentando evitar su pecho. / Pero la astuta Saikal destrozó su lanza. / E impuso su lanza al poderoso Manas. / Su lanza le atravesó y sus ojos destellaron.

Manas era conocido como un mujeriego quien fácilmente se enamoraba. / Él había estado admirando su belleza y conteniendo su lanza con tal de poder casarse con ella sin herirla. / Pero ahora Manas está enfurecido. / Manas carga contra ella y se asestan poderosos golpes. / Encolerizado Manas le clava la lanza en el pecho de Saykal. / Saykal se desploma del caballo. / Tras ser golpeada en el pecho Saykal está aturdida por el dolor. / Casi inconsciente. / Ella vuelve al caballo, lo golpea / y se retira del campo de batalla. / Manas dice, “Si puede y no tiene miedo, que vuelva Saykal.” / “No me puedo retirar sin vencer o ser vencido.” / En lugar de volver, Saykal envió su caballo dorado como signo de rendición. / “Acepto tu derrota, he visto tu presente, te devuelvo tu caballo dorado”.

Desde entonces Saikal no volvió a aparecer frente al fiero Manas. / En su desdicha, soñaba con que Manas sería suyo en algún momento. / Y se decía que su poderosa belleza contenía en secreto su deseo por ser su esposa. / Un chamán llamado Kizir, sintió piedad por la doncella Saykal, / prometiéndola con el héroe Manas en sus sueños. / Y casándolos como pareja en la eternidad. / Así consumaron sus pasiones.7

En el mismo espacio geográfico, situados ahora sobre el Mar de Aral (Uzbequistán), nos hallamos junto con la tribu nómada de los Karakalpakos, quienes a través del canto épico de Qirq Qiz,8 narran la existencia y aventuras de cuarenta mujeres vírgenes que parten a la guerra encabezadas por Goulayim, quien a los quince años decidió que no quería acceder al matrimonio como estaba establecido y se marchó junto con cuarenta compañeras arqueras a una isla situada en el Mar de Aral. Allí fundaron una ciudadela donde vivían y se entrenaban en el arte de la guerra hasta que un día fueron asediadas por una tribu invasora, se dice que pelearon durante cuarenta noches y cuarenta días hasta que finalmente Gouyalim fue gravemente herida y en esas circunstancias le propuso al general enemigo un combate cara a cara. Éste accedió, pero una vez delante de ella quedo fulminado ante la valentía y belleza de la joven reina, le pidió disculpas y mandó a todos sus hombres retirarse.

Volviendo ahora a la cuenca Mediterránea del siglo VII a. C. nos topamos con un Egipto sometido a las fuerzas del Imperio Asirio. A esa época hacen referencia diversos papiros escritos en lengua demótica que narran la revuelta egipcia contra Asiria alrededor del 665 a. C. En ese momento, uno de los príncipes egipcios que se disputaba el poder, Pedikhons,9 invade un “territorio de mujeres” en Khor (Siria) gobernado por la reina amazonas Serpot. Ésta, ante la inminente amenaza, invoca a Isis y Osiris y envía a Ashteshyt, una mujer de sus ejércitos a espiar al enemigo vestida de hombre. Mientras tanto Serpot se consigue hacer con una gran armada proveniente de todo el país y, finalmente, se enfrentan ambos ejércitos. Al día siguiente, Pedikhons le propone un combate mano a mano, Serpot acepta: “se golpeaban como dos panteras, era como si la muerte fuera más grande que la vida. Ninguno de los dos se rendía”. Así, llegado el atardecer, Serpot se dirige a Pedikhons y le dice: “Mi hermano, el sol se pone, podemos retomar el combate mañana”; él lo acepta, “no podemos pelear en la oscuridad”. Finalmente, ambos se quitan las corazas y entablan una conversación sobre el amor y el deber, Pedikhons elogia la sabiduría de Serpot, se enamoran, se declara la paz y las dos armadas celebran las nupcias (aunque en plenas festividades una armada venida de India ataca al ejército egipcio, lo que obtuvo de respuesta inmediata el ataque conjunto y la victoria sobre el enemigo).

Mucho más alejados en el espacio, aunque en idéntico tiempo, encontramos en el sur del estado de Yue (China, Zhejiang actual) el reino de Goujian (496-465 a. C.) que está a punto de entrar en guerra contra el enemigo del Norte, el estado de Wu. El ministro de guerra le habla al rey de una joven guerrera criada en los bosques cuyo virtuosismo en esgrima la había tornado casi legendaria:

Intrigado Goujian la invita a la corte donde muestra su maravilloso talento, parando los golpes de varios atacantes a la vez. En el transcurso de un encuentro privado, Gouijian le pregunta cuál es la filosofía y el método que está detrás de la técnica de sus artes marciales. A lo que ella responde que vivió sola en el bosque y que fue también sola como había adquirido todas sus habilidades. Su técnica estaba fundada bajo los principios del Yin y el Yang, sencillos y poderosos. Una vez penetrado y asimilado la concepción esotérica de dichos principios, cualquier persona puede vencer docenas de enemigos en el combate.10

Gouijian impresionado por sus habilidades guerreras la deja al frente de la formación del ejército al mismo tiempo que cae rendido ante la joven guerrera. Su figura y su nombre alcanzó tal prestigio que aún hoy sus artes guerreras son recordadas como el “Sistema de esgrima de la joven mujer de Yue”; de hecho, es considerada como el origen chino de las artes marciales, donde, recordemos, la fuerza queda en un plano muy inferior, siendo la agilidad, la ductilidad, la rapidez, el equilibrio, la concentración y la estrategia las verdaderas potencias.

Más atrás en el tiempo, en plena edad de bronce (1250-1192 a. C.), pero sin movernos de China, nos encontramos a la joven guerrera Fu Hao, quien en principio formaba parte del harén del rey Wu Ding (dinastía Shang) aunque enseguida destacó de entre todas sus compañeras por su perspicacia e inteligencia, convirtiéndose en la favorita del rey y llegando a ser la cabeza militar más grande de entonces,11 logrando reunir a más de trece mil hombres bajo sus órdenes. Además, según las inscripciones que se encontraron en su tumba recientemente hallada (1976), no sólo era una importante estratega sino que también participaba de numerosos ritos y oráculos, por lo que su figura no sólo se centraría en un poder temporal sino que en sí misma aunaba tanto éste como la autoridad espiritual.12 Uno de los testimonios más importantes en cuanto al rol que tuvo Fu Hao en la dinastía Shang es su tumba, sobre todo teniendo en cuenta que entonces las mujeres eran enterradas junto con los varones y nunca en solitario. Su tumba, que hoy es visitable en Anyang, provincia de Henan, incluía 777 objetos en jade (todos provenientes de Khotan, al sur de la cuenca del Tarim, a más de 2000 km de la ruta de la seda) así como una suntuosa vajilla ritual en bronce, 130 armas, 6900 conchas, 16 personas y 6 perros, además de numerosos huesos y caparazones oraculares.

Finalmente sólo un apunte sobre la legendaria guerrera Mulán, a quien la factoría Disney popularizó en los noventa. Un reciente estudio lingüístico llevado a cabo por Samping Chen (2012), revela que el nombre de Mulán significa “ciervo o alce” en la antigua lengua altaica de los pueblos de Asia central. Aunque no hay más escrito sobre el tema, esto podría ligar a la célebre guerrera con las tribus nómadas altaicas y la cercanía de éstas con las amazonas es innegable. Asimismo, si la leyenda de Mulán es característica por ocultar la sexualidad para poder ir a la guerra, también existe la posibilidad de que su verdadero origen étnico fuera oculto y que el externo fuera alineado con el mundo chino donde pervivió su leyenda.

Y hasta aquí el periplo por la mitología, el folklore y las leyendas acerca de las amazonas que se han recogido en algunos de los muchos pueblos que conviven en la tierra. Las analogías son evidentes pues se trata de un único cosmos que es expresado de distintas maneras según el momento espacio-temporal en que se encuentre. Así es el mundo de las ideas, no tienen por qué adoptar siempre los mismos modos de expresión, ellas son energías vivas que pueblan el cosmos y que se van adaptando al contingente temporal que gobierna en cada periodo.

De la mano del símbolo y del lenguaje musical que de sus analogías se desprende, terminamos el camino que emprendimos en la ciudad costera de Éfeso y que nos llevó a atravesarla, ascendiendo el monte Pion y adentrándonos en el templo donde se reunían las amazonas. De ahí y a través de la energía intelectual y guerrera que éstas representan, hemos viajado por distintos escenarios donde también se han hecho manifiestas. Ahora toca dejar atrás todo lo conocido y ascender a la conquista del Pensamiento, accediendo a nuevos mundos cada vez más libres y universales. Aunque antes cabe detenerse y tener presente que ellas nunca perecieron pues siguen vivas en el recuerdo de quienes las aman; su potencia sigue intacta como el primer día esperando ser encarnada por los valientes de corazón. La historia también narra como en un momento dado dejaron atrás las estepas y los caballos, tomaron los botes y se volcaron a la conquista de la isla (Samos, Lesbos, Lemnos y Patmos), seguramente guiadas por la idea de la realización de un viaje intelectual que culmina dejándolo todo atrás y adentrándose desnudas y sin miedo, a través del Océano de la Sabiduría, en el No-Saber. La puerta sigue abierta y es atemporal; de la valentía, la concentración, la prudencia y la paciencia de cada uno depende el traspasarla.


Escultura de amazona. Roma, siglo I-II a. C.
MET Museum, Nueva York.

NOTAS.
1 La familia de vientos descendiente del matrimonio de ambos es conocida como Anemoi (junto con Bóreas, Céfiro y Noto). Es reseñable que desde que se tienen testimonios escritos, los vientos son asociados al caballo y que justo también era éste el animal sacrificado por los espartanos en el monte Taigeto en su honor. Teniendo esto en cuenta no es de extrañar que las amazonas fueran tan ágiles en las monturas y que aún hoy en día se siga refiriendo a la amazona como el jinete en femenino.
2 Adrienne Mayor, Les Amazones: quand les femmes étaient les égales des hommes. Editorial La Découverte, París, 2017.
3 De Melanipa se dice que murió en manos del héroe Telamón, compañero de Heracles.
4 Las epopeyas de la zona del Cáucaso fueron transmitidas por generaciones de bardos durante milenios y no fue hasta el siglo XIX cuando se fijaron por escrito de la mano de los folkloristas europeos –con todo el riesgo de desviación que esto conlleva–, así tan sólo doscientas de las más de mil epopeyas registradas han sido traducidas a lenguas europeas. Sobre la relación entre el nomadismo y la tradición oral ver el artículo sobre los escitas del número 59 de SYMBOLOS.
5 Hay algunas variantes de estas lenguas que han permanecido sin escritura hasta hace apenas un siglo, por ejemplo los Kirhiz que adoptaron una variante nogais-kipchak de la familia de las lenguas altaicas.
6 Sólo para saber la magnitud de lo abordado, la Ilíada cuenta con 15.000.
7 Canto tradicional Kirhiz donde se narra la epopeya de Manas y Saykal, interpretado por Sherin Sarigulova. Enlace al audio: https://www.bbc.com/news/av/magazine-38393984
8 Existen diferentes versiones, una de ellas la historicista. La que se presenta es la mitológica, que es la que este trabajo aborda desde el punto de vista del arquetipo y su relación mediante símbolos y analogías, muy lejos de la historicista de la que se apropiaron tanto la cultura que les siguió como el habitante del mundo contemporáneo.
9 Papiro demótico de Viena 6165 y 6165A. Lichtheim, 1980. Almasy, 2007. Dicho papiro “Egipcios y Amazonas” forma parte de los papiros “Inaros-Petubastis” encontrados en Dyma, Fayum.
10 Adrienne Mayor, Les Amazones: quand les femmes étaient les égales des hommes, op. cit.
11 En 1936 se descubrieron en las ruinas de Yinxu más de doscientos caparazones de tortuga (uno de los testimonios escritos más antiguos de China) donde se narran las conquistas de la guerrera.
12 A este respecto ver el libro de René Guénon Autoridad Espiritual y Poder Temporal.
BIBLIOGRAFÍA.
Adrienne Mayor, Les Amazones: quand les femmes étaient les égales des hommes. Editorial La Découverte, París, 2017.

Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Edición disponible en línea: https://www.diccionariodesimbolos.com/index.htm

Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada: Programa Agartha. Edición disponible en línea: https://www.introduccionalsimbolismo.com/

Mireia Valls, La Caracola: La Mujer y el Simbolismo Femenino. Edición disponible en línea: http://la-caracola.es/marco_general.html

Mireia Valls, Mujeres Herméticas: Voces de la sabiduría de Occidente. Mtm Editores, Barcelona, 2007.

Museo o la Voz del Silencio, página de Facebook del Anillo Telemático de Symbolos dedicada al simbolismo.

René Guénon, La Métaphysique Orientale. Editions Traditionnelles, París, 1939.

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