SYMBOLOS
Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis
 

CARTA EDITORIAL

“Afluentes de la Tradición Hermética”

Cuanto más se acerca el fin de esta humanidad y la culminación del arrollador barrido de toda huella liberadora de la tradición, más se tiene la certeza que la Tradición Hermética está destinada a pervivir para conservar las verdades eternas hasta que el ciclo cierre su puerta. Para todos los colaboradores de este nº 59 de la revista SYMBOLOS es algo claro. La tradición de Hermes sigue palpitando y su latido es el que nos mueve a reunir lo disperso, trayendo a la luz en esta ocasión algunos aspectos poco conocidos de la conformación de su doctrina.

Si bien sus orígenes históricos se remontan a la Alejandría de los primeros siglos de nuestra era, sus raíces son mucho más antiguas, en verdad antediluvianas pues su genealogía se remonta hasta la gran Tradición Unánime o Primordial. O sea, que como un boomerang fue lanzada desde el origen y a él está retornando, iluminando a su paso un ciclo cósmico completo, fecundando geografías y culturas a través del “aliento” y la “palabra” del gran Thot, Hermes, Mercurio o Hermes Trismegisto, análogos todos ellos entre sí y también al Taautos fenicio, el Enki sumerio, etc. etc.

La Tradición Hermética no apareció de improviso. A lo largo del tiempo se fue configurando una síntesis nutrida por el aporte de muchos pueblos y culturas que reconocieron a este dios intermediario e instructor, revelador de la Sabiduría y de las vías iniciáticas para su aprehensión, abriéndose a su influencia para que su mensaje se actualizase en el alma de sus iniciados. Y aunque lo nuclear de la tradición de Hermes sea el aporte de la antigua ciencia sacerdotal egipcia, no se puede olvidar la importancia de la afluencia, al gran río ígneo que desembocó en el crisol alejandrino, de simbólicas y mitos de tradiciones como la grecorromana o la hebrea, las cuales a su vez asimilaron el acervo de civilizaciones anteriores de Europa y Asia a las que prestaremos nuestra atención en este nuevo número de SYMBOLOS.

Ni mucho menos pretendemos abarcar todo lo que significó el aporte de culturas como la tracia, la cretense, la fenicia, la hitita, la etrusca, celta, e incluso de otras limítrofes geográficamente como la escita o la antiquísima hiperbórea, ni ello sería posible por la vastedad de algunas de ellas y porque de otras sólo quedan cabos sueltos. Hemos dirigido nuestra mirada más bien hacia los aspectos simbólicos, míticos y rituales que afluyeron a la Tradición Hermética por intermedio de una cadena ininterrumpida de síntesis y reactualizaciones, contribuyendo a conformarla y con ello a perpetuar la posibilidad de la iniciación y su real efectivización para los que hemos venido al ser en Occidente.

Todos los trabajos aparentemente dispares guardan sin embargo vínculos sutiles entre ellos. El lector los podrá ir tejiendo para componer un tapiz original porque arranca del Origen, de la mano de Orfeo el tracio, del rey Minos de Creta, del dios hitita Telipinu, del Adonis fenicio y de otras deidades de distintos panteones, siguiendo también el rastro de genealogías semitas poco conocidas. Todo ello deteniéndonos en algunos centros oraculares de Grecia para acercarnos más a su función aglutinadora del saber, transbordando a la barca solar de Osiris y contemplando la imagen de la torre de Babel, repetida una y otra vez en la historia del Arte hasta época muy reciente. Platicando además alegremente en una tertulia con integrantes de la cadena áurea, impregnándonos de los saberes de los celtas, los etruscos o del nombre secreto de ciertas ciudades, y galopando por las inmensas llanuras que atravesaban los escitas podremos advertir que hay un sutil hilo conductor que va entrelazando todas estas simbólicas y mitos abocados al gran cauce de la Tradición Hermética.

Todo este mosaico no es fruto de un “sincretismo” como muchos autores contemporáneos gustan decir, sino de una verdadera asimilación y síntesis, que ha sido posible porque las ideas inspiradoras de todos esos mitos y simbólicas de distintos lugares y tiempos son universales. A través de vías diversas como los viajes, los intercambios comerciales e incluso la guerra, se produjeron contactos intelectuales que favorecieron el moldeamiento de esta Tradición tan maleable, dúctil y permeable. Tanto ha sido lo que se nos ha ido revelando en la investigación que muchos de nuestros trabajos tendrán una continuidad en el nº 60, que publicaremos, si los hados nos son propicios, en el solsticio de verano de 2021.

Vayan por ahora estas contribuciones más diversas novedades en las webs del Anillo Telemático de SYMBOLOS, amén de tres nuevos videos en el canal en YouTube de la serie de Himnos del Agartha, en esta ocasión los dedicados “A los Dioses Grecolatinos. A Caos, Gea, Urano y Eros”, “A Zeus y su parentela” y “A Hermes y su madre atlante”. Y una novedad más: una obra de teatro de voces inspirada en antiguos mitos mesopotámicos sobre la diosa del amor y de la guerra que se titula “Las aventuras de Inanna” y que hemos actuado a modo radiofónico para su publicación por entregas en el canal “Onda Hermética - Teatro de Voces” de Ivoox. Y en otro canal en la misma plataforma audio, “La Voz del Agartha”, la grabación de todos los acápites de la Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha de Federico González y colaboradores, lecturas que ojalá puedan convertirse en compañeros de nuestras meditaciones diarias.

Leer, ver y escuchar. Pongamos estas facultades al servicio del despertar intelectual, tan necesario para encontrar la salida a esta parálisis agitada que busca por todos los medios engullirnos. Como dice nuestro maestro y amigo al final de uno de los vídeos: “La gente tiene que empezar a despertarse, ¿verdad?, y a atesorar todo a lo que ya despertó o conoce, y ponerlo al servicio de ideas mucho más amplias, verdaderamente universales”.

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