SYMBOLOS
Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis
 

LA RECEPCIÓN DEL MITO HESIÓDICO
DE LAS EDADES EN LEOPOLDO MARECHAL

MARCOS FABIÁN POLISENA

Abstract

El presente trabajo tiene un enfoque básicamente comparatista y se propone indagar acerca de la recepción que hace Leopoldo Marechal del mito hesiódico de las edades, y cómo en torno a éste funda su filosofía de la historia.

Marechal asimila la edad de hierro que canta Hesíodo a la modernidad, época que está marcada por una fragmentación en todos los ámbitos del ser humano, y que se caracteriza por una sobrevaloración de la materia por encima de la contemplación y del cuidado del espíritu. Tanto Marechal como Hesíodo se creían exponentes que habitan la edad de hierro; pero el escritor argentino da un paso más: él considera que la modernidad es el «locus horridus» propio de este hombre de hierro, y se ubica a sí mismo en el punto más bajo de la curva descendente que corresponde a esta Edad.

En la obra de Marechal convergen una vasta cantidad de lecturas y de simbolismos, y el mito de las edades que canta Hesíodo en Trabajos y días corre el albur de expresar un diagnóstico de su época. La “Teoría y Práctica de la Catástrofe” o la “inmortalidad del cangrejo” que esgrime Marechal en Megafón o la guerra, son ejemplos de una concepción cíclica del tiempo que nos remite a Trabajos y días de Hesíodo. Además de la lectura de la obra del antiguo griego, haremos algunas observaciones en Megafón o la guerra (1970), El Banquete de Severo Arcángelo (1965), Cuaderno de Navegación (1966) y El Poema de la Física1 de Marechal.

Palabras Clave: Hesíodo, Marechal, Edades, Tiempo cíclico.

Introducción

El relato que canta Hesíodo en su poema Trabajos y días, entre los versos 109 y 201, comúnmente llamado por la crítica el mito de las edades, relata el devenir de cinco estirpes de hombres que habitan el mundo sucediéndose en el tiempo. Estas estirpes son: la de oro, la de plata, la de bronce, la de los héroes y la de hierro.2

Marechal recoge solamente cuatro en su obra, omitiendo la cuarta edad: la de los héroes. Desconocemos el motivo de dicha omisión por parte del autor y no osamos aventurar conjetura alguna al respecto por el momento. Sólo cabe indicar que el argentino parece preferir el esquema de cuatro edades compartido por la tradición en general, cuyos antecedentes se remontan a la literatura oriental. Nos interesa ahora atender especialmente a algunos detalles que giran en torno de nuestra hipótesis: sostenemos que en la obra de Marechal se establece una expresa relación con la versión hesiódica del mito, en el sentido de que produce una recepción directa que implica una inevitable y rica resemantización de dicho mito. Creemos que la asunción del mito de las Edades es un eje fundamental que contribuye a entender la filosofía de la historia marechaliana y su propuesta metafísica.

Para avanzar en nuestro camino observaremos algunos detalles léxicos en el texto hesiódico y su ubicación en la estructura general del ciclo mítico que tiene lugar en 111 versos dentro del poema Trabajos y días. Nos referimos a los verbos: «καλύπτω», «κρύπτω», «καταναίνω», y «ὄλλυμι», ya que nos parece que ellos expresan un motivo básico de la concepción del poeta beocio.

1. Acerca del fin de las edades

El campo semántico que utiliza Hesíodo para referirse a la “desaparición” de estas estirpes presenta términos similares, aunque no idénticos. Para referirse al fin de la edad de oro en el verso 121 emplea el aoristo del verbo καλύπτω, que tiene el sentido de cubrir, envolver, ocultar, esconder.

Mas después que la tierra cubrió esta raza...

Luego, Hesíodo nos cuenta acerca de la estirpe de plata, la cual era muy inferior a la de oro. Los hombres de esta estirpe vivían cien años como niños, en el seno de su madre. Y morían apenas alcanzaban la edad adulta, padecían sufrimientos por su insensatez (ἀφραδίῃς) y no podían contener su insolente desmesura (ὓβριν ἀτάσθαλον); eran impíos por no honrar a los dioses en sus altares ni realizar sacrificios. Hesíodo, entonces, para referirse al fin de esta estirpe argéntea utiliza el aoristo de «κρύπτω», que también tiene el sentido de esconder, ocultar o cubrir para defender3.

vv. 137 -138.
A éstos luego
Zeus Crónida los ocultó irritado, porque honores
no concedían a los bienaventurados dioses que habitan el Olimpo.

En cuanto a la tercera edad, la de bronce, Hesíodo nos canta cómo los hombres de este γένος eran harto belicosos y sanguinarios. Para señalar su fin, el poeta vuelve a emplear en el v. 156 el verbo κάλυψεν, en la expresión “la tierra cubrió esta raza”.

vv. 152-156
Ciertamente dañándose con sus propias manos
fueron hacia la mohosa morada del glacial Hades
anónimos; aun siendo asombrosos, la muerte
negra los arrebató y abandonaron la resplandeciente luz del sol.
Después que esta raza la tierra cubrió...

Luego viene la cuarta estirpe, la de los héroes, esta raza de hombres semidivinos es claramente superior a las dos anteriores (la de bronce y la de plata) por ser más justa y valerosa (δικαιότερον καὶ ἄρειον); sin embargo, la mayoría de estos hombres perecieron batiéndose en combate frente a dos guerras legendarias, la de Troya y la de Tebas cadmea.

vv. 157-160.
[…] aún otra cuarta sobre la tierra que a muchos nutre
creó Zeus Crónida, más justa y valerosa,
divina raza de hombres héroes, que son llamados
semidioses, generación anterior sobre la infinita tierra.

Esta generación de héroes tuvo un destino completamente distinto a las otras tres edades. Hesíodo nos muestra que estos hombres no fueron ocultados bajo tierra, sino que aquellos quienes no encontraron la muerte por las funestas guerras, Zeus los afincó en otra parte. En el v. 160 el poeta emplea el verbo κατένασσε, aoristo indicativo activo de κατα-ναίω,4 que significa mandar a habitar, establecer, hacer habitar.

v.160.
Zeus Cronida los estableció en los confines de la tierra.

Por último, Hesíodo nos canta el devenir de la quinta raza, la de hierro. Esta es la estirpe más desdichada de todas, porque es víctima de innumerables pesares que caracterizan a estos hombres: su vida se consume de día y de noche sin que cesen el dolor, la fatiga y la angustia. El relato que canta Hesíodo de la edad de hierro es realmente pasmoso, los órdenes del mundo están trastocados: el injusto reina; el padre no se parece al hijo; ni el huésped al que hospeda; ni el amigo al amigo, los juramentos pierden su valor y la asimetría se condensa como un elemento simbólico destacado de esta edad.

Por otra parte, la gran diferencia con las últimas cuatro en cuanto al fin que corresponde a cada edad, es que a esta estirpe de hierro Zeus la destruirá. Hesíodo utiliza en el v. 180 el verbo ὀλέσει, futuro indicativo activo de ὄλλυμι, que significa hacer perecer, destruir, aniquilar.

v.180
Ζεὺς δ᾽ ὀλέσει καὶ τοῦτο γένος μερόπων ἀνθρώπον, [...]
Pero Zeus destruirá también esta raza de mortales hombres, […].

2. El eterno retorno

Ahora bien, la presentación de la edad de hierro está introducida por dos versos (174-175) sumamente sugestivos:

«Μηκέτ᾿ ἔπειτ᾿ ὤφελλον ἐγὼ πέπτοισι μετεῖναι
ἀνδράσιν, ἀλλ ἢ πρόσθε θανεῖν ἢ ἔπειτα γενέσθαι»
¡Ojalá no estuviera yo entre los quintos
hombres, sino que hubiera muerto antes o naciera después!

Sobre estos enigmáticos versos tiene asidero la convicción que postulan algunos en torno a que Hesíodo presenta una idea cíclica del tiempo5. En efecto, el texto puede darnos a entender que si Hesíodo moría antes, nacía en la edad de los héroes; en cambio, si nacía después, vivía en la de oro o en otra que no se especifica, mas en cualquiera de los dos casos el panorama sería eventualmente mejor. La edad de hierro se encuentra en el medio entre dos edades superiores ontológicamente hablando. Se insinúa así una reflexión, al menos germinal, sobre el curso de la historia.

Siguiendo a diversos estudiosos de la Grecia arcaica, entre ellos a Olof Gigon (1994) quien señala que en las obras de Hesíodo hay una marcada preocupación por la verdad, el principio y la totalidad, tópicos éstos que serán constitutivos para la filosofía posterior, podemos vindicar a Hesíodo como un filósofo-poeta. Por otra parte, Hesíodo se diferencia de Homero, principalmente, en el hecho de presentar un marcado interés en el acontecer histórico, por lo que ha existido antes y de lo que ha brotado el presente6. Continuando entonces, en esta línea de reflexión, no parece descabellado postular que en Hesíodo se daría un primer intento de pensar la historia, una reflexión en torno al principio y devenir del cosmos y del microcosmos que es el ser humano.

Esta observación nos invita para establecer una relación con la obra de Marechal, ya que en ella existen múltiples pasajes donde podemos observar una afiliación a la concepción cíclica del tiempo. Como no podría ser de otra manera, Marechal incluye esto en su filosofía de la historia:

Una de mis advertencias añade a la concepción del mundo que utilizó el Autodidacto de Villa Crespo: entendía él que los conflictos del hombre no son muchos en lo esencial y que se repiten a través de las edades con el mismo común denominador pero con diferentes numeradores encarnados en los mismos paladines, ángeles o demonios, aunque bajo formas distintas y muchas veces despistantes en su modernidad. “No hay monstruos anacrónicos”, aseguraba Megafón.7

3. Teoría y Práctica de la Catástrofe

Marechal liga el mito de las edades hesiódico con la idea de que una gran conflagración universal (al modo de los estoicos) dará fin al hombre de la edad de hierro. Recordemos la breve acotación que hicimos acerca de los términos que utiliza Hesíodo para narrar la consumación de cada estirpe: solamente para indicar el fin de la quinta, la de hierro, utiliza el verbo ὀλέσει, verbo que remite a la noción de “ruina” o “destrucción”.

En El Banquete de Severo Arcángelo Marechal advierte que existe una degradación del ser humano, que corresponde a un oscurecimiento intelectual. Y que lo “importante” de la lectura de este mito es la degradación ontológica que sufren los humanos, que va desde el Adán hasta el hombre de hierro, este último encarnado por el personaje Johnny López.

[…] -¿Qué importan las cronologías? –rezongó-. Lo que nos interesa no es la sucesión temporal, sino la sucesión “ontológica” que se dio en los humanos, hasta convertir a un Hombre de Oro en un Hombre de Chatarra. Pero lo que más debe interesarnos ahora es el “cataclismo” en que terminó cada una de las edades.8

Con severidad y entusiasmo literario describe y evalúa Marechal las manifestaciones de un oscurecimiento intelectual que hostigan al Hombre de Hierro, a saber, el deseo impetuoso por la materialidad, el olvido de su espiritualidad, trascendentalidad y el establecimiento del cientificismo como la nueva religión del hombre de hierro.

La Teoría y Práctica de la Catástrofe que esboza Marechal contiene un diagnóstico del hombre moderno; éste se procura sus males a causa del olvido9. Si bien, comparte con Hesíodo el v. 179 de Trabajos y días, que señala que incluso para ellos habrán de mezclarse bienes con males, Marechal entiende que la etapa más decadente de esta edad de hierro se verá inundada por un materialismo frenético. El Paraíso Científico que describe en El Banquete (…) muestra cómo los hombres modernos confían su vida a la tecnología y al avance de la ciencia; y en este contexto, la des-espiritualización y el oscurecimiento del intelecto son los dos grandes rasgos que caracterizan al hombre de hierro que describe Marechal.

“¿Y en qué se mutiló?”, pensarás todavía.
Se mutiló en su rama trascendente,
hasta circunscribirse y afirmarse
tan sólo en su envoltura material.
“El Principio y el Fin es la materia”,
se dijo entonces frente al nuevo dios.10

Cierre

A modo de corolario, podemos indicar que en la obra de Marechal se constata una recepción directa –que implica una resemantización y una profunda asunción propia– del mito de las edades que canta Hesíodo en Trabajos y días. La recepción del antiguo mito le brinda el sostén literario, filosófico y simbólico para expresar su propia concepción de la historia. De esta manera, no podría soslayarse la lectura de Hesíodo en el momento de tratar de entender la propuesta metafísica de Marechal. En la lectura marechaliana el hombre de la edad hierro, descripta por Hesíodo, coincide con la modernidad, que viene a ser la edad de decadencia más baja del hombre; ella se caracteriza por la fragmentación del ser, la opacidad intelectual y el menosprecio por lo contemplativo, lo que, por su parte, conduce a un desordenamiento del mundo. Marechal interpreta la sucesión oro-plata-bronce-hierro como una degradación ontológica. El hombre de esta última edad apuesta y cree en el modelo de la ciencia dura y confía su vida al avance científico, sin tomar conciencia de que esto es un síntoma de la ausencia de espiritualidad y pensamiento.



NOTAS.
1 Escrito en 1969 y recuperado póstumamente en 1979.
2 Para un análisis global del mito hesiódico resultan siempre muy instructivos los comentarios de West (1966) y de Vernant (2001). Véase también Colombani (2016), especialmente pp. 386-409.
3 La diferencia semántica entre kalýpto y krýpto no es muy clara. Cfr. Chantraine (1980).
4 El verbo no aparece en Homero. En Teogonía se usa en dos ocasiones (v. 329 y 620).
5 El Profesor Néstor Cordero en su artículo Hubiese querido morir antes o nacer después se aparta de esta interpretación. Véase bibliografía.
6 Gigon, O. (1994:23).
7 Marechal, L. (1970:25).
8 Marechal, L. (1985:208).
9 Cfr. Coulson, G. (1974). p. 20: Característica de la degradada época actual es la negligencia y olvido de la facultad intelectiva o trascendente, negación a que conduce, como lo demuestran los resultados históricos-sociales, la hegemonía de la materia.
10 Marechal, L (2005:166). Poema de la Física.


BIBLIOGRAFÍA.

Chantraine, P. (1980). Dictionnaire étymologique de la langue grecque. Paris. Klincksieck.

Cordero, N. L. (2018). Hubiese querido morir antes o nacer después (Hesíodo, Op. 175). Archai, n.°, 22, Jan.-Apr., p. 41-64.

Coulson, G. (1974). Marechal. La pasión metafísica. Buenos Aires. Fernando García Cambeiro.

Gigon, O. (1994). Los orígenes de la filosofía griega. De Hesíodo a Parménides. Trad. Carrión Gútiez, M. Madrid. Gredos.

Hesíodo. (2006). Teogonía - Trabajos y días - Escudo - Fragmentos - Certamen. Trad. Pérez Jiménez, A. y Martínez Díaz, A. Madrid. Gredos.
(2006). Teogonía. Trabajos y días. Trad. Liñares, L. Buenos Aires. Losada bilingüe.
(1978). Works and Days, edited with Prologomena ad Comentary M. L. West. Oxford. Clarendon Press.

Marechal, L. (1966). Cuaderno de navegación. Buenos Aires. Sudamericana.
(1985). El banquete de Severo Arcángelo. Buenos Aires. Sudamericana.
(1970). Megafón o la guerra. Buenos Aires. Sudamericana.
(2005). Largo día de cólera. Antología poética. Buenos Aires. Colihue.

Mayoral, J. A. (comp.) (1987). Estética de la recepción. Madrid. Arco/Libros.


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