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CARLOS ALCOLEA |
Introducción El pensamiento mágico simpático está de capa caída. En este momento del ciclo, apenas se contempla la existencia de otras realidades o mundos simultáneos, a los que se puede acceder, Dios mediante, por la Gracia y no por meritocracia, e incluye una enseñanza gradual que comprende el uso de la analogía y el símbolo, y la práctica de ciertas artes combinatorias poco o nada conocidas, pero tan familiares a los Magos, que se mueven libremente a distintos niveles sin que sus coetáneos modernos tengan conocimiento de la existencia de estas regiones sutiles, aulas del Pensamiento libres de ruido. Un lugar a cubierto, actualmente subterráneo, al amor del calor y la luz del Sol Invicto que representa la Verdad y la Vida. Mientras, en la superficie, los otros magos hacen lo contrario, invierten sus cualidades naturales en cantidades de poder llegando incluso a creer que manejan los hilos de su destino, lo que resulta irónico ya que en realidad ellos mismos son manejados por las propias energías adversas que tales métodos ponen en movimiento, engrosando el interminable listado de encadenados a la Rueda del devenir cíclico y su relación causa-efecto. Sirva lo dicho como enmarque de este pequeño juego sutil que hoy les presentamos, creado a partir de ciertos mitos mesopotámicos recogidos por diversos especialistas a los que no podemos dejar de reconocer su labor como recopiladores y sobre todo traductores, con comentarios que aportan luces y sombras a los mismos. En cualquier caso, interesa resaltar el carácter de estas historias míticas, que tras reiteradas lecturas y relecturas, observando a la luz de la simbólica las considerables repeticiones que jalonan sus escenas y estableciendo analogías con otras formas tradicionales, descubrimos gratamente sorprendidos la trascendencia de estos escritos conservados en tablillas de barro, que parecen ser el registro de las propias ceremonias Mágicas que se realizan por aquel entonces, en las que actúan los dioses. Y aquí entramos en el meollo del asunto, pues tales ceremonias no son meras representaciones con actores y/o actrices que hacen de tal o cual deidad, sino que son los propios dioses actuando, o sea auténticas teofanías dignas de una mentalidad abierta a semejante experiencia, similar a la de un niño al ver desfilar a los Reyes Magos o la de abrir los regalos en la Epifanía del Señor, sabiendo que los han traído esos misteriosos seres mágicos. El estudio atento y concentrado en estas recreaciones mágico-teúrgicas registradas en las tablillas mesopotámicas, ha coagulado finalmente en una obra de teatro que recoge las aventuras y cuitas de ciertas entidades arquetípicas que, en definitiva, son la base estructural de esta representación cósmica a la que llamamos realidad, o sea, la Cosmogonía. Reiteradas lecturas a modo de meditación evocativa han facilitado la realización de este trabajo que gira en torno a Inanna, diosa del amor y de la guerra, aunque también intervienen otras deidades no menos relevantes comenzando en la escala jerárquica con Anu, el inmutable y único, su segundo Enlil, Señor del Aire y de la Atmósfera, fecundador del alma del Mundo así como Enki, su hermano, Señor de las aguas subterráneas y de la Tierra, o Éreškigal, Soberana del Infierno, por nombrar alguno de los aspectos en que se expresa la Unidad en todos sus grados o planos.1 Las voces resonantes de los dioses que la mentalidad moderna supone pertenecientes al imaginario de un pasado remoto, surgen del olvido, y su virtud radica en la Verdad que participan. Oigamos lo que nos dice Cornelio Agrippa, –uno de los ilustres ciudadanos que se mueven libremente por esas regiones sutiles a las que nos referimos al comienzo–, acerca de las virtudes y efectos maravillosos presentes en todos los cultos y ceremonias sagradas, con lo que damos por terminada esta introducción con la esperanza de que sirva para ubicar el punto de vista con que consideramos hay que encarar el presente escrito:
LAS AVENTURAS DE INANNA 1. La creación de Querella.
Coro. – ¡Celebramos a la hija del detentador de los Poderes del cielo y de la tierra, capaz de penetrar en el corazón de los dioses! Elevada y profunda. ¡Omnisciente! Pródiga diosa que sostienes la pléyade de poderes emanados del Padre y a voluntad los repartes, de palabra vigorosa y decreto irrevocable, en tus manos están las riendas de los pueblos, inefable, gloriosa, espléndida. Por Amor, no gobernado por la prudencia ni la razón eres combativa, un caudal desenfrenado que arrasa con todo lo que niega la Vida. ¡Soberana investida del universo, ten a bien revelarnos cómo es eso de comprender los contrarios!
Inanna. – (Gestualizando) De debajo de sus garras, mi padre limpió siete veces la tierra, la amasó y coció creando a mi hermana Querella.
Coro. – Contemplad a Querella: de proporciones sobrenaturales, gigantesca, indiferente a todo, con total poder sobre hombres y mujeres, tremenda. Inanna. – Fue creada con el fin de que viera en ella mis propios excesos de agitadora temible. Coro. – Refréscanos la memoria. Inanna. – Los dioses pusieron el grito en el cielo debido a mis excesos bélicos que al parecer me hacían insoportable, de manera que se quejaron a mi padre.
Poder 1. – “¡Provoca más temor que un toro cuando desencadena su alboroto!” Poder 2. – “Es imposible de controlar”. Poder 3. – “Su fiesta consiste en pelear, en enfrentar a los combatientes, en excitar a los oficiales”. Poder 4. – “Siempre con su humor pendenciero”. Poder 5. – “Y el miedo generalizado que suscita.”4 Enki. – Concebiré al instante a Querella. Una criatura, irritable, brutal y asesina, a la que nada se le pueda comparar. Todo lo que salga de su boca ha de lograr el efecto deseado. Será la única capaz de contener sus impulsos de perpetua agitadora. Coro. – Animada la Bestia por su creador, que con sabiduría enriqueció su prestigio aumentando el caos, dispone que haga lo que le ordene y le da las instrucciones precisas para llevarlo a cabo. Inanna. – (Ilustrativa) Y Querella, arremete con todas sus fuerzas. Coro. – Pero la potencia de los embistes no hace mella en absoluto, ante el cuidado y el vigor con que la diosa del amor y la guerra hace valer su propia superioridad, proclamando los poderes que testimonian su omnipotencia. De inmediato se presentó entonces ante el padre de los dioses, sin ocultar su descontento: Inanna. – ¿Por qué has creado a esta Querella y autorizado sus proezas? Ahora ella está en mi contra, (tajante) ¡debe desaparecer! Enki. – Al instante llevaré a cabo aquello que has solicitado. Eliminando a Querella me has favorecido y llenado de júbilo. Y para que quede memoria y se sepa cual fue el objetivo al crear y dar forma a Querella, instauro un baile que tendrá lugar una vez al año y se ha de celebrar por todo lo alto. Coro. – Este es el fin de Querella: que reconozcan tus iniciados los signos de tu poder y magnifiquen tu grandeza, porque el Sabio detentador de los Poderes del cielo y de la tierra, capaz de penetrar a distancia en el propio corazón de los dioses, el omnisciente, ha restituido la preeminencia de Inanna. Así se calma el ánimo de la leona, la bestia con la que nos las hemos de ver. Los dioses proyectados tocan sus instrumentos que hacen bailar al Coro. 2. Los Poderes de la Diosa. Personajes que intervienen por orden de aparición. Coro. Durante la ceremonia se proyectarán imágenes sobre un espacio sonoro que inspire el Misterio. En cuanto a los personajes, tres miembros del Coro se entregarán en cuerpo y alma a la actuación de los dioses.
Coro. – ¡Inanna, Ishtar, Astarté, Isis, Afrodita, Venus! “Diosa del amor en todas sus vertientes, lo que no excluye su íntima relación con la guerra y también con la pasión y el deseo,…” Inanna-Ishtar Guerrera. cilindro-sello. Coro. – “…que según la dirección tomada exaltan hacia las altas cumbres del intelecto o por contra sumergen en los bajos fondos de los infiernos mentales. Sus armas son la Belleza, la Persuasión y el Placer…” Koré del peplo. Acrópolis de Atenas, hacia 525 a.C. Coro. – “…Promotora del arte en todas sus facetas, deposita en la mujer su influjo inspirador y necesita del concurso de las hembras para expandir todos sus atributos por el cosmos,…”
Coro. – “…de ahí que en muchas culturas las mujeres le han rendido culto, algunas de ellas consagrándose en exclusiva a esta divinidad,…” Hetaira, cerámica griega. Coro. – “…como las sacerdotisas de sus templos y las innumerables ‘esclavas sagradas’ que se entregaban a ritos sexuales para potenciar y vivificar la energía de la diosa,…” Banquete, cerámica griega. Coro. – “…así como de las cortesanas y las prostitutas en todas sus modalidades a lo largo del tiempo siendo también ésta la patrona de las heteras o ‘compañeras’ de los banquetes griegos,…” Robot sexual con inteligencia artificial. Coro. – “…–aun y la degradación sufrida actualmente, donde la prostitución es un oficio con fines lucrativos y de satisfacciones carnales que da cabida a las más aberrantes explotaciones, vicios y abusos de todo tipo–,…” Una antigua costumbre. Edwing Long, 1877. Coro. – “…además de inspiradora de todas aquellas hembras que de una forma u otra se han dedicado al arte del embellecimiento, tales las ayudantes de cámara de las reinas o las preparadoras de ungüentos, perfumes, esencias y también las peluqueras, las masajistas, maquilladoras, etc., etc”.5
Banquete de Aqueloo. Hendrik de Klerck. Bruselas, hacia 1610. Museo Nacional del Prado. Inanna. – Voy a contaros el episodio en que mi padre me invistió con poderes, cargos y funciones sagradas. Cómo penetré en su corazón y recibí los dones del Hacedor, el que ha dado forma a todo, el fabricante por naturaleza, el que enumera, ordena y proporciona los bienes dejando a los dioses el correspondiente reparto; aquél a quien mi abuela, la Madre primordial, le pidió que crease sustitutos para que los dioses pudieran dejar de trabajar. Coro. – Lo recordamos: hizo un molde con Inteligencia, lo estudió con suma atención y cuando tuvo el proyecto a punto, a su Madre lo entregó, a la gran Generadora, diciendo: Voz de Enki. – Aquí tienes a la criatura que pensaste, dará forma a la Arcilla cuyo destino está en tus manos.
Coro. – La humanidad fue concebida para hacer el trabajo de los dioses. Inanna. – Y ha invertido su destino repitiendo el mismo proceso sin siquiera sospecharlo. Coro. – Ahora se empeña en la fabricación de robots, esclavos de sus propios condicionamientos. Inanna. – Nada falta ni sobra. Todo está contado, pesado y medido. Cada quien estará representando hasta el fin su papel. Recordad que los dones recibidos del Padre –que también lo es del Mundo–, os los transferí a vosotros, constructores de civilizaciones remunerados por el espíritu, que sin saber para quien trabajáis habéis hecho un templo en el corazón, al mismo tiempo que construíais mi morada que igualmente es la vuestra, instaurando un orden y una creación que yo misma os inspiro, por la transferencia de Poderes recibidos del Señor del orden indiscutible, el supremo conocimiento, creador de la opulencia. Iglesia de San Clemente de Tahull. Cataluña, 1223.
Coro. – Tu padre te acogió con Amor, te dio la bienvenida, brindando en la sagrada mesa con lo mejor del cielo y de la tierra, y entre vino y cerveza, apurando sin prisa tan sagrada destilación, os sobrevino el rapto y el furor mistérico. Veámoslo:
Enki. – “A la santa Inanna, mi hija, le voy a ofrecer, sin que nada me lo impida las leyes divinas, la Función sagrada, la augusta Corona Legítima y el Trono real; el augusto Cetro, el Bastón de mando, el noble Manto, el Sacerdocio y la Realeza…”6 Inanna. – Los acepto. El Amor desinteresado. Guercino, hacia 1564. Museo Nacional de Prado. Coro. – ¡Bienaventurada depositaria de las Potencias cósmicas! Poderes que corresponden al dominio temporal y espiritual. Time Smoking a Picture (detail), by William Hogarth, 1761. Davis Museum and Cultural Center, Wellesley College. Enki. – “A la santa Inanna, mi hija, le voy a ofrecer, sin que nada me lo impida la Verdad, el Descenso al Infierno y el Regreso del Infierno, el Travestismo, el Puñal y el Garrote, el Estado de cinedo, el Vestido negro, el Vestido polícromo, la Cabellera echada sobre la nuca y la recogida en la nuca…” Inanna. – Los acepto. Coro. – ¡Te proporcionó la Verdad, el Descenso y el Regreso del Infierno! De rerum naturis, ca.1425. Biblioteca Apostólica Vaticana. Coro. – ¡Cómo no seguir tus pasos! Pese a lo dificultoso que se hace el tránsito por momentos en una vía llena de obstáculos, que desciende y finalmente se invierte dejando atrás para siempre el mundo tal como lo conocemos. Prosigamos con los ofrecimientos: Enki. – “…el Estandarte de las batallas, el Carcaj, el Erotismo, las Relaciones sexuales, la Prostitución y la Ley; el Hablar franco, la Hipocresía, la Adulación, la Condición de oblata y la Taberna santa, la Hierodulía celeste, la Orquesta sonora, el Arte del canto y la Función de anciano…” Inanna. – Los acepto. El Triunfo de la Virtud. Andrea Mantegna, 1431-1506. Coro. – ¡Señora de grandes dignidades entregadas por Enki! Rectora de las Virtudes tan apreciadas, cuando no se imponen los Vicios que someten al alma a permanecer en el orden más inferior, donde languidece. Declaramos la guerra a todo lo que nos esclaviza, incluyendo lo aceptado como bueno y deseable. Tuyas son también las funciones bélicas: Enki. – “…el Oficio de la guerra, la Autoridad militar, la Perfidia, la Lealtad, la Destrucción de ciudades, la Lamentación, así como las Alegrías del corazón, la Astucia, la Rebelión, la Prosperidad, la Circulación y la Seguridad de las viviendas…” Inanna. – Los acepto. Coro. – ¡Soberana del Orden y el Caos! ¡Gran Instructora de las Ciencias y las Artes que reiteran al Ser, siendo!
Enki. – “…las habilidades manuales, el Arte de trabajar la madera y los metales, el Arte de la Escritura, del metalista, del curtidor, del tejedor de ropas, de la arquitectura, de la cestería…” Inanna. – Los acepto. Origen desconocido. Coro. – Diosa de grandes Poderes, ocupante del sagrado templo hecho a imagen y semejanza de tu morada invisible en los Cielos, Corazón, secreto de secretos, en ti está todo: Enki. – “…la Inteligencia, los Conocimientos, la Purificación sagrada, el Cercado donde engordan los animales, el Amontonamiento de las brasas, el Redil, el Respeto, la Reverencia y la Moderación...” Inanna. – Los acepto. Coro. – Y así en lo bajo como en lo alto: Medicina catholica. Robert Fludd, Frankfurt 1629. Enki. – “…La Mentira y la Aspereza, el Arte de encender el fuego, el Arte de apagarlo, la Obligación de trabajar, la Formación de la familia, la Generación, la Controversia, la Fatiga, la Victoria, el Consejo, el Corazón turbado, el Juicio, la Sentencia del juez, la Vida familiar, la Belleza de la mujer, el Secreto,” la Música y sus instrumentos. Inanna. – Los acepto. Coro. – Para confirmar los dones recibidos, uno a uno los fuiste nombrando y a cada palabra pronunciada por ti, tu padre asentía inclinando la cabeza. Hecho esto, entre vapores espiritosos, se ordena tu retorno al punto de donde vienes. Inanna. – Así que cargué los Poderes en mi Navío celeste, partiendo con tan precioso tesoro. Triunfo de Venus. Palacio de la Alegría, Salón de los meses, Ferrara. Francesco del Cossa, ca. 1470. Coro. – Mas una vez disipados los efectos de las libaciones, recuperada la sobriedad, se da cuenta tu padre de lo que ha hecho, e intenta interceptar la navegación de la barca Celeste enviando a poderosas entidades que tratarán por todos los medios de hacerla naufragar. Herma. British Museum. Siglo II d.C. Inanna. – Logré resistir con la ayuda de mi asistente, de hábiles palabras, de eficaces discursos; es “un ‘conocido’ muy íntimo, una entidad tan anciana (por antediluviana) como tremendamente juvenil, casi un niño”.7 Coro. – Finalmente llegaste a Uruk, donde comienza tu actividad civilizadora. Tu padre terminaría resignándose y acabó bendiciéndote a ti y a la tarea que emprendiste: La Epístola Othea. Cristina de Pizán. Detalle miniatura, 1400. Enki. – “¡Inanna, que en la puerta de tu santo gipar, el Sumo sacerdote pase sus días en regocijo! ¡Que los ciudadanos de tu ciudad, los hijos de Uruk vivan en ella agradablemente! ¡En ella radican ahora los (me) Poderes! En cuanto a ti, Inanna, que tu ciudad permanezca debidamente aliada a Eridu: con ello se restaurará su situación original. ¡Al igual que ésta, en la que yo resido, ha sido grande, que Uruk también lo sea!”8
El triunfo del Amor. Willeboirts Bosschaert, Estocolmo. 3. Descenso al Infierno
Coro. – A ti te invocamos Inanna, Luz radiante, dadora de Vida, revestida de Gracia, admiración del mundo entero, soberana en el Cielo, Estrella solitaria, Venus, divino frenesí, de altura insondable, destructora de lo que no da más de sí.
Inanna. – Aquí estoy en persona, preparada para representar la historia del descenso a los Infiernos, con el fin de conocerlo Todo y alcanzar la bendita Gloria. ¿Me seguís? Coro. – Contigo al fin del Mundo. Inanna. – Primero os enseñaré mis Poderes. (Muestra cada uno de los adornos-poderes que lleva puestos, mientras los nombra) La Corona sobre mis sienes; el Módulo de lapislázuli empuñado con firmeza; el Collar de lapislázuli rodea mi garganta; las Perlas engarzadas, pendientes cual plomada; los Brazaletes de oro adornan mis extremidades con las que abarco todo; el Sostén en mi pecho de Madre nutricia; y el Manto real sobre mí. Coro. – ¡Salve, gran Veneranda! Inanna. – Emprendamos el camino que nadie desanda. Atrás quedan los lugares de culto, donde se rinde tributo al amor en mi nombre. ¡Ninšubur!
Inanna. – ¡Mi fiel ordenanza, clave en mi retorno!
Inanna. – Presta atención, mi querido mensajero, necesito de ti: me propongo marchar al Infierno. En caso de no poder salir, que será lo más probable, tu intervención será decisiva para sacarme de allí. (Le da un beso) Amor, eres mi tabla de salvación; oye esto: si soy retenida entona un profundo lamento en mi favor, toca el atabal en el Ateneo hasta que te oigan los dioses, quedarán impresionados si tu actitud es la adecuada. Después ruega a los Poderes más elevados. Ve por orden en la escala jerárquica, si de ninguno obtienes respuesta no pasa nada, debes armarte de paciencia y seguir adelante, –confía en Mí–, cuando llegues ante el Anciano de amplia inteligencia, Todopoderoso en el cielo y en la tierra, señor de la abundancia y el conocimiento, cuéntale el estado en que me encuentro. Él me concederá la Vida. Coro. – Con este ruego comienza nuestro descenso hasta llegar ante la puerta del Reino de los Muertos.
Inanna. – (Amenazante) ¡Abridme, que quiero entrar en Palacio!
Portero. – ¿Quién eres? Inanna. – ¡La reina del Cielo, de donde nace el sol! Portero. – ¿A qué has venido? Inanna. – Para asistir a las exequias del esposo de mi hermana mayor, que aquí gobierna. Portero. – Aguarda, tengo que informar a mi soberana. Ahora vuelvo.
Portero. – Señora, hay aquí una mujer que dice ser su hermana. No quiera saber el tono amenazante con que golpeó la puerta del mundo Inferior; y qué aires se trae, la agresividad con la que habla. La verdad, resulta impresionante, tan alta como el Cielo y como la tierra, fecunda; y agárrese que vienen curvas: he visto que está equipada con los Siete Poderes.
Éreškigal (soberana del Inframundo). – ¡Descorre el cerrojo de las Siete Puertas del mundo Inferior! ¡Que se presente ante mí sin Poderes, desnuda! Portero. – Así se hará, esté segura.
Portero. – Ya estoy contigo. Es como si no me hubiera ido ¿verdad? Entra. (Abre la puerta invisible invitándola a penetrar).
Coro. – ¡Ay Inanna! ¿Que será el mundo ahora que lo dejas todo? Nada más trasponer la primera de las Siete Puertas, la Corona desocupa tu cabeza, símbolo del poder divino con que estás investida, y de las funciones más elevadas en la escala jerárquica del Ser. Cuando la segunda Puerta se cierra tras de ti, ya no está en tus manos el Módulo de lapislázuli, paradigma del orden Universal y del vínculo cielo-tierra. Al franquear la tercera Puerta ya no eres dueña del Collar con que te adornas como Soberana de la cadena de mundos, y lo mismo ocurre al cruzar la número cuatro, en que te son sustraídas las Perlas engarzadas que simbolizan las eras de la humanidad o los estados múltiples del ser. Igual suerte corren tus Brazaletes de oro cuando atraviesas la quinta Puerta y quedan desnudas tus muñecas; de este modo se nos da a entender que ya no es tuyo el tesoro de poder encantar mediante gestos mágicos, ni hay manera de conciliar los opuestos. Al franquear la penúltima Puerta tu pecho se despoja del Sostén, y con ello se extingue la pasión, la atracción y el deseo, así que todo languidece. Finalmente, al traspasar la Puerta número siete, tu cuerpo es privado del Manto real, el hábito sagrado que oculta el Misterio en tu desnudez, símbolo del No Ser. (Pausa) Desposeída tu persona de vigor y autoridad, te presentan a tu hermana sin demora. Éreškigal. – (Con pompa y solemnidad) ¡Como Soberana del Mundo Inferior, ordeno y mando, preséntense de inmediato los Siete Magistrados!
Magistrado. – Sin poderes no eres nadie, estás muerta. Por lo tanto, determinamos que tu residencia sea el Infierno en igualdad de condiciones que el resto de sus ocupantes.
Éreškigal. – (Gritando) ¡Te maldigo a permanecer muerta en el mundo Inferior! ¡Que tu cadáver sea colgado de un clavo!
Coro. – (Sosegado) Pasados tres días con sus noches, Ninšubur, asistente de Inanna, de hábiles palabras y eficaces discursos, procede según lo acordado, solicitando ayuda a los dioses sin tregua ni resultado, hasta llegar a Enki, el gran Padre, quien comprende la pérdida irreparable que supone para la marcha del mundo la desaparición de su hija, por más que la considere extravagante, voluble e irreflexiva, aspectos que en definitiva, caracterizan al Amor.
Enki. – ¿Qué ha hecho ahora la reina de las regiones, la Hieródula de An? Esto me llena de preocupaciones. He de solucionarlo.
Enki. – Atended, encaminaos al Mundo Inferior y una vez estéis en sus puertas, esto es lo que debéis hacer…
Kurgara. – (Susurrando a su acompañante) Escucha, si nuestra actitud es la adecuada, vamos sobre seguro. Sólo hay que hacer lo que se nos ha dicho. Kalatur. – De acuerdo.
Éreškigal. – ¡Ay, mis entrañas! Kurgara. – (Consternado) ¡Su dolor es el nuestro, su grandeza Infernal! Éreškigal. – ¡Ay, mis miembros! Kalatur. – (Desconsolado, sonándose con un pañuelo)! ¡Ay sus miembros, cómo sufrimos, cómo padecemos con su majestad! Éreškigal. – ¿Quiénes sois que expresáis el dolor de mis entrañas y miembros haciéndolo vuestro? Si sois divinos, os saludo propiamente y si humanos, os prometo el destino favorable que pidáis. Kalatur. – ¿Es eso posible? Éreškigal. – ¿Lo dudáis? Kurgara. – (Conciliador) De ninguna manera, si por el Cielo y por la Tierra lo juras. Éreškigal. – Por el Cielo y por la Tierra lo juro.
Kalatur. – (Sobrecogido) ¿Pero de dónde provienen los gritos de esta Señora? Kurgara. – (Vehemente, poniendo su mano sobre las partes íntimas de Kalatur) ¡De aquí! Kalatur. – (Paralizado del susto) ¡Ay! Kurgara. – El señor del Universo estará satisfecho. Hemos conseguido el juramento de la reina tal como nos dijo que hiciéramos. Ya es nuestro el cadáver de Inanna. Pero atención: si como nuestro Señor nos advirtió, nos ofrece agua del rio, la rechazamos. Kalatur. – ¿Por qué? Kurgara. – (Le explica como a un niño pequeño) Porque es el río del olvido y ¿qué consecuencias tendría beber de él? Kalatur. – Dímelo tú, no lo sé. Kurgara. – Ese agua tiene el poder de borrar la Memoria. Quedaríamos atrapados en el Infierno. Al no recordar nada, no habría misión que cumplir, esta sería nuestra realidad: sólo lo que percibes y nada más, sin dejar de sentir una añoranza inmensa hacia algo inespecífico, nuestro origen, de donde venimos, que es adonde vamos. Kalatur. – ¡Por Dios, que situación! Kurgara. – Ya te digo. Kalatur. – ¿Y qué era lo otro que nos advirtió el Creador? Kurgara. – (Sarcástico) A veces me pregunto si no te has caído al río y te lo has bebido de un sorbo. Dijo que rechazáramos cualquier invitación a probar de los frutos del Infierno. No hacerlo implicaría un encadenamiento a las cosas de este. Kalatur. – Comprendo, nuestras acciones han de ser impecables. Kurgara. – Exacto, libres de intereses particulares para no generar reacciones que nos amarren a la rueda causa-efecto. Kalatur. – Sufriendo lo que no está escrito en el libreto. Kurgara. – Lo que nos interesa ahora es recuperar el cadáver de Inanna, que recobre la Vida y volver a casa. (Gesticulando) Una vez tengamos el cuerpo, –y esto es importante–, sobre él vierto el alimento de vida que me dio el Hacedor y entonces… (se lo queda mirando con expectación). Kalatur. – ¿Qué? Kurgara. – ¡Intervienes tú! Kalatur. – ¡Ah sí, voy!… ¡La bebida de vida también se la doy! Para eso me la confió el Creador. Kurgara. – Entonces resucitará y podremos respirar de nuevo. Ahora volvamos con la reina, sigámosle la corriente. Éreškigal. – ¿Os puedo ofrecer alivio a vuestra sed? ¿Un refrigerio, tal vez? Kurgara. – (Señalando en dirección al objeto de su interés) ¡Ofrécenos mejor, el cadáver que cuelga del clavo! Éreškigal. – ¡Es el cadáver de Inanna! Kurgara. – Entréganoslo y nos iremos. Éreškigal. – (A regañadientes) Consiento.
Kurgara. – ¿Cómo se encuentra mi Señora? Inanna. – Como nunca. Salgamos sin demora. Kalatur. – Eso.
Magistrado. – ¿Dónde crees que vas? ¿Acaso no conoces la ley que rige en el Reino de los Muertos? Una vez se entra es para siempre jamás. Quieres salir ¿no es cierto? Bien, tuya será esta Gracia si haces lo que es Justo: escogerás un sustituto que ocupe tu lugar; y para asegurarnos que se cumple el contrato, ¡designaremos al momento quién te habrá de acompañar! ¡Que forme ahora mismo el regimiento infernal!
Magistrado. – Vuestra crueldad y fuerza de voluntad es conforme al celo con que ejecutáis lealmente las órdenes. Rechazad toda ofrenda, sacrificio y libación ahí donde vayáis, con el mismo ardor con que hacéis vuestras las esposas de los hombres o arrancáis a un inocente del pecho que le alimenta. (Señalando a Inanna) Id ahora con ésta y no volváis sin un sustituto.
Ninšubur. – ¡Dios os guarde mi Señora! Demonio. – ¡Hola! ¿Quién es ésta que sin demora se presenta como candidata a engrosar las filas del Infierno? Nos la llevamos y aquí paz y después gloria. Inanna. – (Con firmeza) Retroceded, perturbaciones cultivadoras del caos, no traicionaré al Amor que en Mí anida. Esta criatura de Dios me ha salvado la vida. Demonio. – Está bien, prosigamos sin demora.
Demonio. – ¿Quién sale ahora al paso? ¡Una aspirante a vivir en el antro! Inanna. – Deséchenlo de inmediato, no entregaré a mi ayudante de cámara. Lo justo es que siga como hasta ahora: recreando mi estancia en la tierra como trovadora. (Le acaricia la mejilla con dulzura) Es un encanto, “reproduce de manera amable las asechanzas, gestos y paradojas de su Creador”10. Demonio. – Entendido, sí señor, sigamos.
Demonio. – ¡Regresa al hogar, Inanna, nos llevamos a este! Inanna. – Alto ahí, inquietudes perversas, generadores de profundas confusiones, no os llevaréis al que está a mi lado; representa el orden y mando, que se quede aquí donde es necesario el capitán de mi cohorte. Demonio. – Seguimos a la espera, entonces. Acerquémonos allí, donde el árbol sagrado. Inanna. – ¿No es aquél mi amor amado? (Airada) Y por lo que veo, cómodamente instalado, sin preocupaciones, totalmente ajeno a mi ausencia. ¡Qué despreciable!
Inanna. – (Gritando) ¡Él, él ocupará mi lugar en el Reino de los muertos! ¡Lleváoslo!
Dumuzi. – (Alzando las manos al cielo) ¡Oh Rey eterno! Tú me conoces bien. No tengas en cuenta mi inclinación a las cosas de este mundo, ayúdame en mi debilidad te lo ruego, sabes que siempre me llenó de gozo hacer ofrendas en el templo, donde sellé mi destino, allí se unieron para siempre los augustos labios de tu hermana Inanna con los míos, y de dos, hicimos Uno. Transfigura mi cuerpo para que pueda escapar de estos.
Demonio. – ¿A dónde ha ido? ¡Vamos tras él! No puede andar lejos.
Dumuzi. – (Aterrado con el rostro vuelto al cielo) ¡Oh Dios mío, te doy gracias! ¡Si estos intrigantes caen sobre mí soy hombre muerto! Mejor cuidarse de ellos. En casa de mi hermana estaré a salvo.
Demonio. – El muy zorro, si le pongo las manos encima va a saber lo que es bueno. Escuchad demonios inflexibles, removámoslo todo, batamos cielo y tierra hasta que aparezca. ¡Vamos!
Coro. – ¡Desdichado, corre al encuentro de tu hermana! ¡No mires atrás! ¡Vuela! ¿Quién te librará de esos bárbaros que no distinguen lo bueno de lo malo? La cacería ha comenzado, el amante de la diosa es la presa: el individuo que no se aparta de sus sentidos, que no se vuelve sobre sí mismo, que no penetra en las profundidades de su alma ni en los recovecos de su mente, que no abandona o no deja de sentirse condicionado por sus deseos y amores terrenales, –un reflejo invertido de los amores celestes a los que ignora completamente–, ese ha de perecer.11
Gestinanna. – (Cubre a Dumuzi con su manto, mientras gime con amargura) ¡Ay, hermano mío! ¡En la flor de la vida! Joven cuyos años no se han cumplido todavía, sin descendencia. ¿Cómo es posible que te persiga como dices, una banda de indeseables? ¿Qué va a ser de ti si te atrapan? No hables. (Le toma la mano y la pone en su corazón) Esta es tu casa, ya lo sabes. Ahora ve dentro, ponte a cubierto, no sea que estén merodeando esos que te buscan. Aquí me quedo, vigilando el acceso, si observo algo sospechoso te aviso. Dumuzi. – Ten cuidado. Los demonios andan sueltos.
Inanna. – Hola, qué es lo que veo, Gestinanna deshaciéndose en lamentos. Permaneceré oculta.
Gestinanna. – ¡Oh Inanna! ¿Quién sino tú intercederá por mi hermano, diosa cuyos dominios comprenden la tierra, así como el cielo? Apiádate de quien te ama, sé indulgente con la debilidad humana que le hace olvidarse de ti por momentos y se obnubila con las cosas mundanas que, al fin y al cabo, son las tuyas pues también eres eso. Pero si consideras irreparable el daño, por la falta grave tómame a mí en pago, pero no te lleves a mi hermano, te lo ruego. Inanna. – (Para sí) Me ha conmovido. Quizá lleguemos a un acuerdo.
Gestinanna. – Diosa, a ti me doy por Dumuzi, tómame en el lugar de mi hermano. Demonio. – ¡Demonios, nombra al que buscamos! ¿No se está lamentando y llora por él? Otro demonio. – Y dice que es su hermano. Demonio. – ¿En que lugar se encuentra siempre refugio si no es en casa de los parientes? ¡A ella! Gestinanna. – (Grita asustada) ¿Qué queréis de mi?
Demonio. – ¡Ahí está, rodeadlo, que no escape de aquí! Otro demonio. – ¡Chilla, llora y patalea cuanto quieras, de nada te va a servir!
Inanna. – Alto ahí. (Se acerca a Dumuzi, que llora desconsolado y tomándole la mano le habla) Descendí al Infierno con el fin de conocerlo todo, pues bien se sabe, y es verdadero, que no hay otro modo para estar completo que conocerlo todo, incluido el infierno, la bestia que somos, que también es Dios. Hay quienes lo llaman reunir lo disperso, otros de otras maneras, en todo caso, se considera una reintegración al estado original. Tres días estuve muerta tras los cuales resucité y tras negociar mi regreso con la promesa de nombrar a quien me supliera, cual es mi sorpresa que a mi vuelta te encuentro retozando tan tranquilo sin acordarte de tu esposa, acomodado y entretenido con tus cosas y caprichos. (Señala a los demonios) Por eso les dije a estos que te llevaran a ti en mi lugar. Pero los ruegos y súplicas de tu hermana me han conmovido, y por eso te concedo una reducción de la pena: estarás en el Infierno la mitad del año y la otra mitad Gestinanna, de manera que cuando se reclame tu presencia, se te llevarán los demonios y a su debido momento se apoderarán de ella. El primer turno corre de tu cuenta.
Coro. – Así Dumuzi y su querida hermana, quedan encadenados al momento en la Rueda del devenir cíclico, ora padeciendo un infierno, ora lo contrario. Inanna. – (Lamentándose) Mi amante ha desaparecido, se lo ha tragado la tierra, sus dotes encantadoras se han desvanecido. Para que no caiga en el olvido la causa de semejante desatino, sea esta historia memoria del viaje al Infierno y a todo iniciado sirva de ejemplo. Que suene la música, y bailen los invertidos. Coro. – Tomen nota quienes cortejen a la diosa, no se puede servir a dos amos. “Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”12.
4. Ascenso al Cielo: exaltación. Personajes que intervienen por orden de aparición. Coro. La puesta en escena de este último cuadro posee características semejantes a los anteriores. Coro. – Lo dejamos todo al seguirte, Inanna. ¿Qué nos aguarda ahora si ya no existe el mañana? Contigo conocimos a Querella, y también comprendimos que eres receptáculo del Verbo espermático, capaz de alumbrar “un modelo a escala de una Inteligencia viva”13, lo que ha dado lugar a las civilizaciones conocidas. Contigo tocamos fondo, morimos y aquí estamos, aguardando el fin ya próximo de esta función, aclamándote sin descanso: ¡Inanna! Inanna. – “Sin paso por el infierno no se hace el camino del cielo”14, previa purga del alma en el crisol de la Tierra. Ahora pongámonos en situación: en esta escena los dioses de más alto rango en la escala jerárquica del Ser se encuentran reunidos. Decretan mi Destino, que es el vuestro también, así que es de interés general seguir del diálogo, el hilo. Coro. – (Susurrando) El que está por encima de todos se llama Anu, equiparado al Toro, “‘Monarca del Mundo’ al que gobierna sin moverse de su elevadísimo trono”. Le sigue Enlil, Señor del Aire y de la Atmósfera, sutil, “desciende en espiral fecundando el vastísimo espacio del alma, distribuyendo los Poderes divinos, y encargando labores a las otras deidades”; Enki también está presente, de las Aguas subterráneas y de la Tierra regente, “‘Señor del Fundamento’, mago, teúrgo y creador del ser humano,… dios de la Sabiduría, fértil en recursos, instructor de los hombres en las artes y oficios”15 que son convenientemente repartidos por los dioses intermediarios, a los que podemos ver entre los primigenios, cumpliendo los más altos designios… Pero ahora conviene guardar silencio, pues toma la palabra Enlil. Enlil. – Gran Padre, justo al hablar, ordenas y eres favorable. Tu palabra es el fundamento del Cielo y de la Tierra. He aquí tu descendencia, toda tu prole ante ti, ¿cómo iríamos a negarte lo que es tuyo de por sí? Dices que a la joven Inanna has poseído, ¿qué podemos decir? “¡Dale la mano! Hazle conocer en nuestra asamblea tu sí inmutable que es augusto como el cielo”. Enki. – Ningún dios puede revocar tus decretos, señor de los destinos y las normas, gran Padre Anu, concédele el conjunto de funciones divinas, que sea tu igual, que se eleve hasta la altura de tu nombre, y aun más que eso: que tome al mismo tiempo posesión de los preceptos que a mi hermano y a mi nos corresponden. “Que únicamente ella tenga las riendas de los cielos y de la tierra, que sea la más poderosa entre nosotros”. Anu. – “El decreto de mi soberanía suprema es (como) el cielo armonioso que no tiene igual; él es mi confín implantado,” de accesos tan temibles que acercarse resulta imposible. “Yo soy Anu, el señor, que vela sobre los dioses”. Oh Inanna, guíales, “haz tuyo el orbe de su dominio, se tú sola la soberana. Ven, sube hasta el trono de mi realeza y reside en el más alto (de los cielos)”. Que mi nombre sea tu nombre. “Que Ilabrat, el mensajero apropiado a mi rango,” conocedor de todos mis secretos, “sea (también) para ti el que interceda, que haga que siempre te sean favorables presagios las palabras que los dioses y diosas (pronuncien) ante ti”16. Sea tu lugar el más importante, lo que en el cielo ha de notarse, donde has de brillar, más allá del influjo de Sin y Samash, dioses justos y sabios que alumbran la noche y el día. ¡Que los pueblos te admiren, que todos te sigan!
Coro. – Asignado tan gran destino la suprema divinidad te regala el vestido con destellos del Sol que te hacen resplandecer como el día; también recibes, diosa fecunda, el cetro de la realeza y la tiara magnífica sobre tu cabeza, pareja a la del dios de la Luna, Nannar, cuyo nombre significa “brillar”. Entonces Anu alentando a sus allegados, despierta el furor en ellos y he aquí que, presa del entusiasmo, no cesan de cantarte himnos bellos; a día de hoy a través nuestro. Y aunque se han ido retirando a recónditas estancias y parecieran apagarse sus voces dada la creciente huelga de escuchas que anuncia el fin de los tiempos,17 tienen como siempre, “la gracia de que por cualquier modo, o método que sea, de pronto, en un recodo nos iluminan y no sólo se dan a conocer, sino que nos aman y protegen”18. ¡Celebremos como merece tamaño regalo! ¡Cantar a los dioses es nuestro trabajo! ¿Quién nos lo impedirá? Aceptemos la realidad: “aquí no hay otra cosa sino un ahora reiterado”19.
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NOTAS. | |
1 | Para introducirnos e impregnarnos del pensamiento tradicional en las antiguas civilizaciones mesopotámicas sugerimos la lectura de los artículos publicados en la Revista SYMBOLOS nº 58. |
2 | Cornelio Agrippa, Filosofía Oculta. Libro I, La Magia Natural, Cap. LXXI. Ed. Kier, Buenos Aires, 1991. |
3 | Ibíd. Cap. LXXIII. |
4 | Los entrecomillados anteriores corresponden al Poema de Agušaya recogido en la obra Cuando los dioses hacían de hombres. Mitología Mesopotámica. Edición de Jean Bottero y Samuel Noah Kramer, Akal 2004. |
5 | Los entrecomillados anteriores corresponden a: Mireia Valls. La prostitución sagrada I. Ver en Revista Symbolos telemática: https://symbolos.com/n55invierno2018/la-prostitucion-sagrada-I/1.la-prostitucion-sagrada-I.htm |
6 | Recogido del Mito Inanna y Enki. Cuando los dioses hacían de hombres. Mitología Mesopotámica. Op. cit. |
7 | Los entrecomillados anteriores pertenecen a Letra Viva, nº 7. La Nave. La Barca de Inanna. Ver en: http://letraviva.es/La-barca-de-Inanna |
8 | Recogido del Mito Inanna y Enki. Cuando los dioses hacían de hombres. Mitología Mesopotámica. Ibíd. |
9 | Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: Hermafrodita. Ed. Libros del Innombrable. Zaragoza, 2013. |
10 | Federico González. El Tarot de los Cabalistas. Vehículo Mágico. Mtm editores. Barcelona, 2008. |
11 | Adaptación de una cita extraida del libro Introducción a la Ciencia Sagrada. El Amor. Federico González y col. Symbolos 2003. |
12 | Mt, 6:21. |
13 | Federico González. En el Vientre de la Ballena. Textos Alquímicos. Ed. Obelisco, Barcelona, 1990. |
14 | Federico González. Noche de Brujas. Auto sacramental en dos actos. Ed. Symbolos, junio 2007. |
15 | Los entrecomillados anteriores corresponden al texto del vídeo de presentación de la Revista SYMBOLOS nº 58, monográfico dedicado a Mesopotamia. |
16 | Los entrecomillados anteriores corresponden a Federico Lara Peinado. Mitos Sumerios y Acadios, La exaltación de Ishtar. Editora Nacional, 1984. |
17 | Ver en Federico González Frías: Simbolismo y Arte, “Arte Musical”. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2004. |
18 | Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: Dioses (Los), op. cit. |
19 | Federico González. En el Vientre de la Ballena. Textos Alquímicos, op. cit. |
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