La piedra, proveniente del Cielo, y como materia más pura y representativa del Principio, fecunda la arcilla, depositaria y síntesis de toda la energía de la Tierra. El principio activo y pasivo del cosmos se unen en perfecta hierogamia en un punto que contiene potencialmente la totalidad de lo creado. Piedra tallada en forma de sellos cilíndricos con diminutas concavidades que al pasarse por una base arcillosa imprimirán en la cinta del tiempo el testimonio de una memoria viva.

Sellos que contienen oraciones, invocaciones, sortilegios, plegarias, agradecimientos, súplicas, mitos, nombres divinos e incluso ritos mágicos. También los hay más épicos y belicosos, que recogen las gestas de los reyes, héroes y dioses, sus batallas, victorias e interrelaciones; o los relacionados con el comercio, con la firma de documentos legales, de propiedad o contables, además de copiosos inventarios y firmes sentencias. Sin olvidar aquellos que se refieren a las artes y los oficios -entonces era lo mismo- como la recogida de la cosecha, el pastoreo, la metalurgia, la cocina o las celebraciones.






‹    
    ›