SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis
 

LA PRAGA HERMÉTICA

Preparando el macuto y las herramientas del viaje
De primeras, y antes que nada, es necesario saber con qué cuenta el viajero en cada una de estas incursiones en terreno sagrado, pues uno debe estar atento y a la vez dispuesto para poder ser fecundado por todos los dioses y seres intermediarios que pueblan la geografía sagrada.
Bajo este prisma de disposición y fecundación, cabe nombrar en primer lugar a la humildad, o sea, saber que uno es nada, y que sólo así es posible que se produzcan las nupcias, y con éstas, que sus fecundas aguas sean vertidas a través de la vía simbólica al sujeto que está conociendo –el viajero–.

¡Feliz quien se hace pequeño en este mundo, como él es grande y elevado en el otro mundo! Así repitió el maestro de la escuela: quien es pequeño es grande, quien es grande es pequeño […]. Ven y ve: El Santo bendito sea sólo engrandece a quien se empequeñece, y él sólo empequeñece al que se engrandece. ¡Feliz quien se hace pequeño en este mundo, ya que él es puesto en lo alto dentro del otro mundo!1

Es decir, la humildad entendida como un rendirse a uno mismo y dejar que el Espíritu maneje el arca que el ser humano es en realidad. Reconocer esa altísima realidad que cada uno porta en su corazón y ser un templo vivo a través del cual se reproduce ritualmente la cosmogonía al completo; reconocer todas las partes como una sola Unidad indiferenciada.
La humildad vacía al individuo de cualquier pretensión, diferenciación e incluso de comportamientos –por muy correctos que sean éstos–, dejando así el “espacio” necesario para que sea el Ser quien “maneje” cada latir del hombre o mujer que se está entregando.
No se trata por lo tanto de un moralismo, ni un adoctrinamiento, tan cambiantes como las pasarelas de París o Roma. Ni mucho menos. Se trata verdaderamente de un acto arquetípico, análogo al que se produce entre el No-Ser y el Ser para que la creación-generación Sea.



Asimismo, también es imprescindible tener presente a la Tradición Unánime como el núcleo único de toda tradición, sean como fueren las formas mediante las que ésta se exprese. Es necesario saberse parte integrante –y viva– de una tradición que se manifiesta culturalmente de maneras muy diversas, aunque compartan una misma esencia.
El conocimiento de una base teórica (en el sentido etimológico del término) es necesario en cuanto a que posibilitará establecer correspondencias y analogías entre las distintas formas en que la tradición se presenta, lo que permitirá a su vez hacer frente y situar jerárquicamente a todos los estímulos que se van recibiendo durante el viaje. Las maravillas de la creación y las chispas que de ella se derivan son continuas y múltiples y sin una base teórica que permita asimilarlas y ordenarlas, el viajero estaría perdido, pues correría el riesgo de quedarse encandilado, prendido en lo que está viviendo sin ser capaz de ver qué hay más allá de todo ese concierto cósmico; la meta final siempre es el desprendimiento –por muy bellas que sean las imágenes que se tienen delante–, y la identificación con el No-Ser, la verdadera patria.

Muchas veces el lector a lo largo del Programa se ha encontrado con la idea de una Tradición Unánime y Universal, que manifestándose por medio de las culturas y civilizaciones adquiere distintos modos y conforma diferentes historias particulares, pese a lo cual, y más allá de la disimilitud de sus aspectos de una lectura literal y chata de los mismos, se encuentra una identidad esencial. Eso se debe a que esa Tradición Universal y Unánime, que se presenta como algo anterior y horizontal en la historia, es desde otro punto de vista algo vertical y arquetípico que ha existido y existirá por siempre, o sea como algo a-histórico. En ese orden de realidades la Tradición estará viva perennemente, pues se halla entretejida en la trama misma de la vida y es consubstancial con el hombre, amén de los distintos ropajes en que se expresa, de acuerdo con las diferentes coordenadas y variables de tiempo y lugar.2

Por último, el silencio y la soledad también son grandes aliados. La soledad permite adecuarse a los ritmos del viaje, que son vividos de manera distinta en cada individualidad. Si uno está solo puede escuchar cómo la Inteligencia va marcando cada paso: avances, paradas, carreras, detenciones, pérdidas, encuentros, retrocesos, etc., que permiten al viajero ir escuchando, cerciorando, comprendiendo y asimilando todo lo que está desplegándose en y ante su alma. Es evidente la relación que guarda la soledad con el silencio, pues si no hubiera silencio tampoco se podría escuchar por muy solo que uno estuviera. Evidentemente, este silencio no es solamente en su sentido literal sino también en el de acallar la psiqué, evitando esas idas y venidas que cada dos por tres procura la cada vez más acelerada mente. Consiste, pues, en dejarse guiar por la voz del silencio y transitar las calles abierto a lo inesperado.
Soledad…

En todo caso es conveniente señalar, de cuajo, que el hecho de tener que soportar la soledad no es como se supone malo en el orden en que está insertado un sujeto cualquiera, sino bueno, en cuanto uno descubre que más bien es un estado de ánimo positivo para nuestros trabajos, y lo que es más, una condición favorable ya que el mundo del silencio es mucho más rico que los simples ruidos y gestos profanos que nos rodean e invaden al punto de no saber lo magnífico de estar solo, condición indispensable para que surja el pensamiento en este teatro de pasiones y sombras que es el mundo de hoy, incapaz de llevarnos a ninguna parte, y aún menos a poder Ser.
La soledad es un lujo que muy pocos pueden darse, aferrados a su ropa, su cartera, a su careta, y a la imposibilidad de arribar así al Conocimiento. Es más bien un orgullo estar solo, debemos decirnos, ante la sorpresa ajena. 3

… y silencio.

El silencio es un acto de concentración en donde el ser que se retrae a todo lo que despierta el mundo puede abrirse un pasaje secreto de Conocimiento efectivo y verdadero. En el silencio absoluto puede percibirse que la deidad es la única realidad posible, aún sin hombre y sin mundo. Absorberse en el silencio es volver definitivamente a la Nada Primordial.4



Por último, habría que añadir las cualidades del guerrero, pues todo viaje va ligado a un romper cadenas, a terminar con modos de vida ideales –en el sentido de ensoñación–, a dejar de una vez por todas esas formas de pensar caducas encorsetadas por una educación chata rebosante de prejuicios, y sobre todo, a ahorcar esas actuaciones realizadas según modelos aprendidos que constantemente buscan/esperan la recompensa. O sea, se trata de sacar el machete e ir cortando todo lo que no sirve e imposibilita que esa nueva planta crezca con fuerza, enderezada, firme y con las miras puestas en lo más Alto.
Las cualidades del guerrero son sabiduría, valentía, paciencia y generosidad.



Rey David
Museo de la Torre de David, Jerusalén


La Praga Hermética


Antes de comenzar a pasear por sus encantadoras calles, atendemos al llamado interno que nos apela a saber qué se esconde detrás del nombre de Praga, pues no hay nada banal en la etimología de las palabras; éstas siempre revelan una realidad profunda, que es su esencia, en la que se esconde la idea que las originó.
Siguiendo este ímpetu explorador encontramos que el nombre de Praga viene dado por una profecía que vaticinó una de las gobernadoras míticas de Bohemia, la reina Libushe:

Una vez, durante una tranquila noche de verano cuando Libushe, su marido y los presbíteros estaban en un acantilado sobre el río Moldava, mientras miraba más allá del río hacia las colinas arboladas, fue embriagada por el Espíritu, levantó sus manos hacia la otra orilla y pronunció la profecía: “¡Veo una gran ciudad, cuya gloria tocará las estrellas!”. Guió a su pueblo hasta encontrar un hombre que estaba ocupado tallando el umbral de entrada de una casa y le preguntó si podría construir justo ahí un castillo al que llamarían Praga… “En el que príncipes e infantes inclinarán sus cabezas cuando entren en la casa”; ella proclamó, “así ellos se inclinarán a mi ciudad. Será honrada, noble y respetada por todo el mundo”.5

Ahora, a pesar de la distancia en el espacio y el tiempo, sus palabras no resultan ajenas aunque sea la primera vez que se lean, pues, ¿verdad que son análogas a las que inspiran cualquier edificación simbólica? En este caso, una ciudad situada en lo alto de una montaña que está protegida por frondosos bosques y por un acantilado, cuya majestad hace inclinarse a príncipes y duques. Realmente se está hablando de una cúspide sagrada protegida de las miradas profanas y repleta de pruebas para aquél que desee acceder a ella. Se trata sin duda de una construcción arquetípica, ante la cual el poder temporal (reyes, príncipes, duques, etc.) no puede hacer otra cosa sino reconocerla y rendirse ante el temor –respeto– de lo Alto.



Siguiendo con el hilo conductor –¿quién lo está tendiendo?–, vemos que la reina Libushe6 fue quien predijo la fundación de la ciudad mediante la profecía, “la proyección de la Teúrgia en el tiempo”. O sea, que Libushe poseía una realeza auténtica, interior, aquella que (se) reconoce (en) los estados superiores del Ser y trabaja intelectualmente para atraerlos y actualizarlos. A este respecto nos dice Federico González Frías en su Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, parafraseando su obra Simbolismo y Arte:

En la Teúrgia, no existen los fines particulares sino los prototípicos, que son simbólicos; en ese sentido suelen ser ejemplares, como los mitos, sus estructuras y personajes. (…) La Teúrgia es siempre actual, jamás a nadie que participó en alguno de sus ritos se le ocurrió verificar el “resultado” de sus ceremonias. Cuando el chamán enciende el fuego genera vida, en el momento en que derrama agua sobre la tierra ya está lloviendo, el universo se encuentra estrechamente ligado a los hombres, los cuales lo conforman; somos señales en un mundo de señales y el mago es un generador, operando sus ritos ancestrales, renovando el mundo a perpetuidad. (…) De allí la enorme importancia asignada a la Teúrgia, ciencia que acompaña a los ritmos del cosmos, como lo hace la naturaleza, y que, como ella realiza su gesto desinteresado y gratuito para preservar la vida del mundo, como igualmente la del hombre, por tanto, la de la especie; por lo que el objetivo último de la Teúrgia es ligar con la cadena interna de unión, con la Iglesia Secreta, que opera y se manifiesta en nosotros y en nuestro entorno, dándonos así el poder de expresar la Ciencia Sagrada (…).

Libushe era hija del mítico Krok, quien encabezó la dinastía Premislidas y estableció la monarquía y la justicia en el reino de Moldavia. Libushe era la más joven y sabia de tres hermanas, a ella se le atribuía el don de la profecía mientras que su hermana Kazi, la mayor, era curandera y poseía altos conocimientos sobre las facultades medicinales de las hierbas, así como de la pronunciación de los nombres divinos con fines curativos. Por último, Teta sabía del poder de las oraciones y los sacrificios y regía sus ritos de acuerdo con las pautas que leía en el cielo.



Existen diferentes mitos y leyendas alrededor de esta figura legendaria del pueblo checo7; todos ellos la destacan como implacable jueza portadora de una realeza interna que le permitió gobernar por encima de cualquier embestida temporal, situación especialmente difícil al tratarse de una mujer dirigente y no de un hombre como solía acontecer. Como testimonio de la Inteligencia que gobernaba a través de Libushe se puede hablar del modo en que encontró al que sería su marido; como respuesta ante un conflicto entre dos campesinos ella deliberó y se dijo: “cuando el caballo se detenga, habréis encontrado a vuestro rey”, siendo que el caballo se detuvo ante un humilde campesino –ni duque, ni rey– llamado Premysl, que significa “el pensativo”, dando así origen a la primera dinastía checa. ¿No recuerda esto a la humildad a que aludíamos anteriormente tan presente en el camino iniciático y sobre la que tanto inciden los libros judeocristianos? ¿No es Libushe una de las manifestaciones cíclicas de una idea llamada Inteligencia?



Rodeados de esta atmósfera mítica nos disponemos a aterrizar en la capital de la moderna Chequia, pequeña ciudad medieval de ensueño bañada por el río Moldava y coronada por un castillo amurallado.


          

Pasear por la antigua Praga es sumergirse en un ambiente mágico donde las calles están atestadas de puestos de artesanía y comida típica, las fachadas decoradas con multitud de símbolos universales, y pomposas iglesias y tabernas en las que se reunían los artesanos después de sus labores que todavía guardan un halo de misterio del medioevo. Ahondando en la Praga medieval, la que ahora estamos transitando, ¿quién impide al alma viajar a un tiempo otro cuyo recuerdo, sin embargo, sigue vivo?

En 1230, en la parte izquierda del río había ocho iglesias además de las propias del castillo y las adheridas en los monasterios, mientras que en la parte derecha del río había veintidós templos, incluidas la Vieja Sinagoga y la residencia de los Caballeros Templarios, quienes llegaron en 1223. Los franciscanos lo hicieron en 1220, durante la vida del Santo, y los dominicos en 1226, sólo diez años más tarde que las normas de su orden fueran aprobadas por el Papa.8

¿Cómo explicar este crisol de saberes si no es a través de una influencia espiritual directa que estaba fecundando las tierras fértiles de los alrededores del Moldava?
En el centro histórico de la ciudad (Stare Mesto) destacan la Torre de la Pólvora –una de las trece torres originales que daban acceso a la ciudad antigua–, la iglesia de Tyn, el Ayuntamiento Viejo y el antiguo barrio judío.



La plaza de la Ciudad Vieja hace de centro de toda esta irradiación histórica y es visitada por miles de turistas cada día. Aquí mismo, se encuentra el conocido reloj astronómico –Orloj– de la ciudad, el más antiguo de Europa. Construido por Nicolás de Kadan y Jan Sindel, el reloj integra un cuadrante astronómico que está compuesto a su vez del anillo zodiacal, un fondo sobre el que aparecen pintadas las cuatro posiciones del día (aurora, amanecer, ocaso y crepúsculo), las horas (en escala de tiempo de la antigua Bohemia), el sol moviéndose alrededor del círculo zodiacal, la luna en su elipse, un calendario (custodiado por un filósofo, un ángel, un astrónomo y un cronista) y figuras animadas (por ejemplo san Pablo con la espada y un libro o san Pedro con la llave).
¿Qué es esta torre sino un pantáculo, un pequeño-todo donde está inscrita la totalidad del saber astronómico-astrológico que el artista iba inteligiendo?.
Pero con frecuencia, ciertos seres humanos pretenden apropiarse de estos saberes, tan es así que se dice que cegaron al mismo Nicolás de Kan para que no revelara los secretos y no se pudiera construir un reloj igual.
Esto nos lleva también a meditar en la idea del artista o artesano, es decir, aquél que hace de su profesión un medio de realización espiritual y no vive una dualidad entre la actividad que está haciendo y su ser mismo, pues sabe que la materia de su trabajo es análoga a su propia alma.

El arte no es el resultado de una obra terminada, sino la posibilidad de hacer las cosas con arte. […] El artista es un ser intermediario que recoge los efluvios celestes y es capaz de verterlos al plano de la acción, los materializa. Por lo que este personaje intermediario tiene una función de gran importancia en el concierto de la creación universal.9

Además, y desde esta perspectiva, la astronomía no es sólo la ciencia que estudia los astros como algo externo, ajeno a uno mismo, sino como algo constituyente, vivo y actuante sobre el propio sujeto de conocimiento que se va identificando con aquello que conoce.

Desde el comienzo de los tiempos los astros grafican en el cielo una danza contrapuntística y armónica de formas y ritmos computables para el ser humano, el cual, sumido en el caos de un movimiento siempre cambiante, toma esas pautas como más fijas y estables en el transcurrir constante de noches y días que tiende a confundirse en un amorfo sin significado. Estas pautas condicionan su vida, tal cual la cultura en que nacemos, sujeta al devenir histórico y a la determinación geográfica, tampoco ajenos a la sutil influencia de planetas y estrellas. Se trata no sólo de conocer el mapa del cielo como introducción a la comprensión de la Cosmogonía, sino también de considerar la importancia que aquellos tienen en nuestra vida individual y en relación a la integración de ella en el macrocosmos, sin caer en planteos meramente egóticos o simplistas, sino por el contrario con objeto de encontrar en los planetas y el zodíaco puntos de referencia para conciliar las energías anímicas de nuestra personalidad, equilibrándolas de modo tal que el estudio de la Astrología sea un auxiliar precioso del Proceso de Conocimiento (fundamentado en la experiencia que los astros y sus movimientos producen en el ser individual y su existencia) y puedan ser manejadas de acuerdo a las pautas benéficas y maléficas que su propia energía-fuerza dual manifiesta en el conjunto cósmico.10

Volviendo a la hoja de ruta trazada en la ciudad de Praga y antes de cruzar el puente y empezar el ascenso hacia el castillo amurallado, nos detenemos en lo que puede ser considerado uno de los mayores complejos arquitectónicos de los judíos de la edad media, Josefov.
El conjunto incluye seis sinagogas y el antiguo cementerio judío. Sin entrar en los detalles de cada una de las sinagogas, éstas son la de Pinkas, Maisel, Española, Klausen, Alta y Vieja-Nueva, que es la más antigua de Europa (1240) donde todavía se sigue leyendo la Torah.


   

   

Actualmente están agrupadas bajo un proyecto museístico que incluye un recorrido a través de la historia de los judíos del antiguo reino de Baviera, sus usos y costumbres, y el desarrollo de su pueblo hasta llegar a la Chequia actual. No está de más nombrar a algunos de los sabios judíos que habitaron estas tierras, como el astrónomo David Gans o el misterioso cabalista Judá Loew Ben Bezalel “MaHaRaL” quien difundió y popularizó el mito del Gólem, del cual se dice que todavía hoy transita las galerías de la Praga oculta.
Una constante que asalta al viajero al visitar las exposiciones que hoy se muestran en las sinagogas es la persecución que ha sufrido el pueblo judío una y otra vez por todo tipo de poder político, social e incluso real. Uno se pregunta hasta qué punto puede la ignorancia llevar a realizar todo tipo de atrocidades monstruosas más propias de estados infrahumanos que del mismo hombre. Este hecho repetido innumerables veces a lo largo de la historia no hace sino alertarnos y advertirnos sobre la necesidad cada vez más imperante de la discreción como medio de protección –y fundamentalmente supervivencia– ante un medio cada vez más hostil.
Aunque en realidad la constante del exilio en el pueblo judío se corresponde con el exilio que padece el alma desde su expulsión del estado edénico y su inmediato viaje descendente, proceso que debe ser revertido, o sea, iniciar el ascenso a través de los distintos mundos para poder reunirse de nuevo con su “amado”, el Espíritu, que fue quien la originó, lo que implica un proceso de rectificación, Tikún, en hebreo.

Ellos han dicho que las almas de los justos deben ser limpiadas y purificadas de la suciedad de este mundo en el interior del Infierno para entrar en el jardín del Edén terrestre puras y blanquecinas. Ya que no hay limpieza posible sino es a través del fuego. En efecto, el alma tiene su origen al extraerse del fuego devorador y es por eso que su limpieza se efectúa a través del fuego.11

Junto al barrio judío se encuentra el simpático museo Speculum Alchimiae, cuyo tema central es la alquimia. Una pequeña entrada del tipo herboristería da paso a un recorrido subterráneo por una de las casas más antiguas de Praga, salas y galerías de piedra ambientadas con utensilios, hornos y vasijas de cristal propias de la ciencia alquímica de la edad media. Es muy curiosa su visita aunque desgraciadamente sólo se destaca a la alquimia en un sentido literal, es decir, como el conjunto de operaciones químicas que se llevaban a cabo para obtener el oro material, sin mencionar en ningún momento la idea de la alquimia como la ciencia que trata del equilibrio constante de los dos polos (positivo y negativo más el tercero que los conjuga y neutraliza) que operan en el cosmos a través de los cuatro estados que lo gobiernan (fuego, aire, agua y tierra más un quinto, el éter, que los origina y sintetiza) y cuyo equilibrio dará el verdadero Oro, que no es solamente el metal más puro, sino un estado del alma. O sea, la alquimia como ciencia simbólica de alcances espirituales que ayuda a templar el alma, purificarla y devolverla limpia de adherencias a su origen.


   

Al salir de este pequeño atanor, nos disponemos a atravesar el puente e iniciar el ascenso hacia el castillo. El puente de Carlos IV fue construido en 1357 después que el anterior, el puente de Judith, fuera destruido por una riada. Como curiosidad –y a la vez testimonio de un saber arcano–, diremos que astrónomos y matemáticos determinaron que la primera piedra fundacional del puente debía ser levantada a las 5:31 horas del 9 de julio de 1357, dando lugar así a la secuencia 135797531, secuencia capicúa de dígitos impares ascendentes y descendentes. Es natural en el ser humano establecer su vida de acuerdo con las pautas que marca el macrocosmos, que a su vez se expresan en el microcosmos que es el hombre o la mujer, y esto, aunque olvidado en nuestros días, no ha cambiado. No hace falta ser un experto en astronomía o ciclología para cerciorarse de los ciclos diarios del sol (que dividen el día en cuatro partes), del ciclo de la luna (de veintiocho días, que determina el de las cuatro semanas del mes) o del ciclo anual del sol sobre el zodíaco (que signa el año). Si esto es así, ¿cuántas más relaciones se pueden establecer teniendo en cuenta los ciclos de cada uno de los planetas, así como el movimiento de éstos a través del anillo zodiacal y de la esfera de las estrellas fijas?



Tal y como se va avanzando en la trayectoria y vamos pasando sobre las arcadas del puente, resuena una y otra vez la idea de pontífice, aquél que hace de intermediario entre dos orillas. Éste aparece representado en el arcano número V del Tarot, “El Papa”.

Llamado también El Hierofante o Sumo Sacerdote, es el iniciador en los Antiguos Misterios, guardián y transmisor de la Tradición Unánime. Con su mano derecha realiza el signo de la Enseñanza, y con la izquierda –cubierta con un guante– sostiene un cetro que representa, junto con la corona, el poder espiritual. Se encuentra, como La Sacerdotisa, sentado entre dos columnas, y generosamente imparte la Doctrina a quienes tienen oídos y ojos, guardando en secreto sus elevados conocimientos. Los personajes de espaldas, en actitud receptiva, son el símbolo del aprendizaje. El rojo de sus vestidos lo relaciona con Marte, que en este caso manifiesta un profundo rigor intelectual, necesario para que esa Doctrina se mantenga intacta y no sea deformada la verdad. Esta carta simboliza al maestro interior o guía oculto que nos conducirá en las distintas fases del proceso iniciático, a la vez que es amigo, consejero y confesor.12

Con esta carta bajo el brazo empezamos el ascenso.



Una vez cruzado el puente es necesario atravesar el laberíntico Malá Strana, barrio salpicado de bellos palacios, modernas cafeterías y comercios de souvenirs mezcladas con tiendas de artesanía local y rincones encantadores. Una verdadera amalgama de estímulos que no es posible ordenar sino es por el hilo que la Tradición nos ha tendido y que nos impele a seguir el ascenso, firmes y asidos a ese cayado que atraviesa todos los mundos y que portamos en nuestro interior. Ante la advertencia de la posibilidad de la pérdida en el camino iniciático, viene al encuentro la idea del laberinto y la necesidad de salir de él.

El símbolo del Laberinto ejemplifica perfectamente el proceso del Conocimiento, al menos en sus primeras etapas, aquellas en las que el ser ha de enfrentarse con la densidad de su propio psiquismo (reflejo del medio profano en que ha nacido y vive), esto es, con sus estados inferiores, separando alquímicamente lo espeso de lo sutil, que el alma experimenta como sucesivas muertes y nacimientos –solve et coagula–, sorteando al mismo tiempo numerosas pruebas y peligros que no hacen sino traducir el propio conflicto o psico-drama interior. Ese desasosiego es propio de aquel que habiendo abandonado sus seguridades e identificaciones egóticas descubre ante sí un mundo completamente nuevo, y por tanto desconocido, pero hacia el que se siente atraído porque en verdad intuye que atravesándolo es que podrá reencontrarse con su verdadera patria y destino. Esa impresión indeleble de estar totalmente perdidos ha de llevarnos imperiosamente a encontrar la salida, ayudados siempre por la Tradición (y sus mensajeros los símbolos), (…), que a modo de guía o eje ha de conducirnos (siempre y cuando nuestra actitud sea recta y sincera) a un estado de virginidad, a un espacio vacío imprescindible apto para la fecundación del Espíritu, lo cual se vive en lo más interno y secreto del corazón.13

Con el corazón en la mano llegamos al altiplano donde se sitúa el castillo. Monumentales edificios gubernamentales dan la bienvenida a un paisaje que de pronto se torna frío y desconocido. ¿Quién esperaba que la llegada a la cumbre iba a ser sinónimo de ser bien recibido? El otro, el dual, ése que siempre está ahí acechando, quien de pronto proyectaba una recepción cálida y victoriosa. Entonces resuenan en la conciencia las palabras de Dante: “dejad toda esperanza vosotros que entráis” y parece que así la niebla se va despejando. Además, ¿qué y de quién si la Plenitud que no tiene par todo lo abarca? Parece que el laberinto no es únicamente callejero, sino que también está en la propia psiquis.

Dr. Chuleta. –En este camino se muere y se renace a cada rato y hay que tomar decisiones todo el tiempo. Esto se hace aboliendo todas las imágenes mentales. Llegando a la nada, al vacío absoluto, a no ser ni esto ni aquello, ni lo uno ni lo otro, a no identificarse con ninguna cosa, a no poder hablar, a ahogarse, a no respirar, a no sentir miedo ni lo contrario.14

Este resquicio psicológico advierte del peligro constante del zozobrar de la nave cuando cualquier particularidad es considerada –¿qué particularidad cabe en una universalidad que todo lo colma?–. Y ojo porque en el Apocalipsis está escrito que hasta el final el Adversario estará al acecho, pendiente de atrapar a quien se preste a encarnarlo. Así, una vez reconocido, es situado en el lugar jerárquico que le corresponde –con su cabeza entre la bota y el suelo– para de este modo, más libres, entremos decididos en el recinto amurallado.



Después del choque de este encuentro, seguimos adentrándonos en el complejo palaciego. Dos controles y de pronto arribamos, esta vez sí, a un lugar que a pesar de estar abarrotado de turistas que hablan multitud de lenguas desconocidas, sí que es cálido y conocido. Uno enseguida se siente acogido y cobijado a pesar de las temperaturas rozando los cero grados y el frío que transmiten las piedras que enmarcan el patio. ¿Será por ese rendirse y dejar que así Sea?



Aquí está todo. Una catedral majestuosa, el antiguo Palacio Real –que albergó a distintos reyes de Bohemia, sede durante un tiempo del Sacro Imperio Romano Germánico y espacio, por tanto, central de la Europa de su tiempo–, una galería de arte, el convento y la basílica de san Jorge y diferentes estancias palaciegas. Y aquí nos podríamos extender y extender en cada uno de los nombres propios que colaboraron en estas bellísimas edificaciones o en sus relaciones con otras cortes y hombres y mujeres influyentes o en la importancia que tuvo este castillo en determinada época histórica15, etc. Sin embargo, no es ninguna de estas construcciones temporales lo que nos deja mudos, sino la luz fulgurante que de pronto ha surgido de un lugar desconocido y se ha hecho presente en este instante –ahora– atravesando cada uno de los cielos hasta arribar al centro del corazón de ese viajero que se postra entonces con un profundo respeto y un amor indescriptible ante lo que reconoce que es su Origen, parte integrante de Sí Mismo y Destino hacia el que va navegando su arca.



Suena: Poema sinfónico sobre la escorrentía de las aguas del río Moldava a su paso por Praga. Bedrich Smetana – Moldau.

https://www.youtube.com/watch?v=3G4NKzmfC-Q


Alberto Pitarch

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BIBLIOGRAFÍA.

– Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Revista Symbolos nº 25-26, Barcelona, 2003.

– Federico González, Simbolismo y Arte. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2004.

– Federico González, El Tarot de los Cabalistas. Vehículo Mágico. Ed. Mtm editores, Barcelona, 2008.

– Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013.

– Federico González Frías, Tres Teatro Tres. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2011.

– Federico González y Mireia Valls, Presencia Viva de la Cábala. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2006.

– Moisés de León, Le Sicle du Sanctuaire. Ed. Verdier, Lonrai, 2018.

– Ángel Sáenz-Badillos, Judit Targarona Borrás, Diccionario de autores judíos (Sefarad. Siglos X – XV). Ed. El Almendro, Córdoba, 1988.

– Arno Parik, La Praga Judía. Ed. Museo Judío de Praga, 2017.

– Alexandr Putík, Eva Kosáková, Dana Cabanová, Tradiciones y costumbres judías. Ed. Museo Judío de Praga, Praga, 2009.

– Alexander Putik, Olga Sixtová, Historia de los judíos en Bohemia y Moravia I. Ed. Museo Judío de Praga, Praga, 2009.

– Anita Franková, Vlastimila Hamácková, Helena Krejcová, Historia de los judíos en Bohemia y Moravia II. Ed. Museo Judío de Praga, Praga, 2009.

– Peter Demetz, Prague in Black and Gold. Ed. Hill and Wang, New York, 1998.

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NOTAS.
1 Zohar I, 122b (del libro de G. Scholem, Cábala y cabalistas).
2 Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Acápite: La Tradición Unánime. Ed. Symbolos, Barcelona, 2003.
3 Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: Soledad. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013.
4 Entrada: Silencio. Ibíd.
5 Peter Demetz, Prague in Black and Gold. Ed. Hill and Wang, New York, 1998.
6 De la reina Libushe también se dice que era pitonisa, aunque los distintos historiadores y escribas que fueron transmitiendo la obra escrita de este mito eran muy cautelosos con incluir términos que no eran aprobados por una sociedad mayoritariamente cristiana.
7 La leyenda de Libushe fue recogida por Cosmas de Praga (1045-1125) canciller de la corte del Emperador Enrique IV. Es considerado uno de los primeros intelectuales de Praga, viajó por las tierras de Mantua, Verona, Maguncia, Eslovaquia y Hungría, donde conoció a los clásicos Horacio, Ovidio, Boecio, Virgilio, etc. Por lo que bien se puede hablar de que forma parte de una cadena de saber ininterrumpida que se perpetua más allá de cualquier tiempo y lugar, transmitiendo lo profundo del auténtico saber que está más allá de cualquier limite geográfico y temporal.
8 Peter Demetz, op. cit.
9 Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misterioso. Entrada: Arte. Ibíd.
10 Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada, Programa Agartha. Op. cit.
11 Moisés de León, Le sicle du Santuaire. Ed. Verdier, Lonrai, 2018.
12 Federico González, El Tarot de los Cabalistas. Vehículo Mágico. Mtm editores, Barcelona, 2008.
13 Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Ibíd.
14 Federico González Frías, Tres Teatro Tres. Lunas Indefinidas. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2011.
15 ¿Cuántas relaciones se pueden establecer en el indefinido plano horizontal perpetuándose a través de espirales temporales? Y aún sabiendo que cada discurso está centrado en ese Espacio Vacío del que todo pende y al cual todo vuelve, y que es a través de estas figuras antropomórficas y de sus intelecciones y desvelos que se hace manifiesto, y todavía más allá de todo esto, ¿en qué punto puede finalizar una investigación particular cuyo único fin es unirse con el punto que precede todo discurso si no es en el momento en que este punto se hace presente?
Indefinidas son las cuerdas que la diosa Inteligencia y el rápido Hermes van tendiendo constantemente para que el hombre y la mujer puedan salir de sus estados humanos y ascender así la escala del pensamiento hacia lo Ilimitado. Por citar algunas de las claves que se nos han tendido: la relación del Príncipe Rastilav de Moravia con el Emperador Bizantino Miguel III solicitando consejos para la cristianización de su reino; la unión de Tortosa (España) con Praga a través de Ibrahim ibn Ya´qub y sus visitas a la ciudad de Praga en 945 atraído por el poder comercial y el saber científico que se estaba desarrollando bajo el reino de los Premyslidas; la aparición de dos mujeres legendarias (la Princesa Mlada y la Princesa Anezka); la inclusión del Rey Otakar II de Bohemia y el emperador Rodolfo II en la Divina Comedia de Dante (Purgatorio canto 7:91-102); la estrecha relación e intensa correspondencia entre el poeta italiano Petrarca y el Emperador Carlos IV o el establecimiento y desarrollo de la corte de Rodolfo II, quien acogió entre sus muros a personajes claves de la Tradición Hermética como John Dee (quien a su vez le dedicó la Mónada Jeroglífica), Michael Maier o Giordano Bruno aunque también a eminentes científicos y matemáticos como Tycho Brahe, Johannes Kepler o Tadeas Hajek.
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