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UNA OBRA HERMÉTICO-ALQUÍMICA. CARLOS ALCOLEA. |
Introducción. Antes de adentrarnos en el tema, creemos conveniente hablar acerca de los cuatro planos de la realidad y sus niveles jerárquicos de conocimiento en correspondencia con otros tantos niveles de lectura de esta. Dichos planos en sentido ascendente son: el literal, el alegórico, el simbólico y el metafísico, este último el plano de las Emanaciones divinas, que cristalizan en la creación material, recipiente de las energías celestes, lo cual lógicamente, es a su vez la posibilidad de la revelación de lo metafísico, no sin el concurso de los planos intermediarios, las aguas superiores correspondientes a los arquetipos y las inferiores que son su coagulación, las luminosas y abisales aguas de la psiqué, –es decir, los planos simbólico y alegórico respectivamente–. Pues bien, esta manera de ser, de pensar y de vivir la cosmogonía a tres niveles simultáneamente1, esta forma de actuarla, de actualizarla –no sólo en modo horizontal como es propio a todo fin de ciclo signado por la rigidez de las concepciones2–, es la que caracteriza a toda mentalidad tradicional que no ha roto sus vínculos con la esencia que la vivifica y de la que el Renacimiento –época en que ve la luz la obra que vamos a comentar–, sería una muestra que si bien desde cierto punto de vista de la ciencia de los ciclos y ritmos cósmicos constituye un renacer, desde otro más amplio resulta ser el principio del fin de una civilización que agota sus últimos cartuchos, basta con observar el desorden generalizado que reina en la actualidad. * * Para introducirnos en el pensamiento del autor, nada mejor que ubicarlo dentro de su contexto social, que es el del Renacimiento como se acaba de apuntar.
Ahí lo dejamos por el momento. A lo largo de la exposición hemos de volver a ello. * * Cuadro. San Jerónimo en el desierto, es una pintura al temple sobre tabla (48 x 36 cm), fechada en torno a la mitad del siglo XV, que se conserva en el Museo de Arte de Sao Paulo. Escena. Preside la obra la lechuza de Minerva, símbolo de la Sabiduría. Si la observas con atención veras que te mira todo el tiempo, de hecho, siempre está mirando, siempre insinuándose la Omnipotencia, ya sea a uno o a varios a la vez a todos observa por igual. Y si uno prueba a moverse a un lado y otro se advierte, como dice Nicolás de Cusa, que “la mirada se mueve con él, y tampoco le dejará si vuelve”6. Para que tenga lugar este efecto asombroso, el sujeto “debe haber sido representado originalmente como si estuviera mirando directamente al artista”7. Resulta evidente entonces cual ha de ser la disposición del artista en la realización del “trabajo”8, en la concepción y creación de una obra fiel, original en el sentido de ser una recreación del Origen. Añadiendo además que “nada en el resto del dibujo debe estar en desacuerdo con esta apariencia”9, y esto puede apreciarse sencillamente en que la Sabiduría adopta aquí la forma de una lechuza, cuya mirada representa la Omnipotencia que está por igual en toda la escena y se revela a quien alcanza a verla con el Corazón.
Las extremidades inferiores del contemplativo reposan sobre la piedra y también la bestia que según se cuenta, fue amansada por éste al extraerle la espina que tenía clavada. Si nos fijamos bien, la bestia mira a quien la mira, análogamente a como lo hace la lechuza en lo alto, que como se ha dicho simboliza a la Sabiduría. No es casual que esto sea así, de hecho ambas figuras están en el mismo eje, subscribiendo la máxima hermética de la Tabla Esmeralda16, según la cual “lo de abajo es como lo de arriba y lo de arriba como lo de abajo para que se obren los milagros de una sola cosa”17, que es lo mismo que decir que “el espíritu y el ego (el yo y el otro) son una misma entidad”18. Aunque claro está, una invertida con respecto a la otra, existiendo una jerarquía.
Es notoria la presencia de los libros y la pluma sobre la piedra, a modo de bancada en la entrada de la caverna, que sugieren las labores a las que el escribano dedica su vida: traducir e interpretar las Sagradas Escrituras, del griego al hebreo y al latín, o sea, actualizarlas.
El resto de los instrumentos que se encuentran en la escena, pensamos que son objetos de poder y no meras alegorías: sobre la pared de la caverna, se ven dos mazos apoyados en una traviesa cuya mitad queda fuera y la otra dentro de la caverna, ámbitos en los que el Mago realiza simultáneamente sus trabajos consistentes en conocerse a sí mismo.
Con respecto a los mazos, de sobra es conocida su utilidad en la construcción, “imagen de la fuerza, la destreza y la precisión”22. Herramienta propia del “carpintero, por un lado, y del herrero por otro, le caben las simbólicas generales de ambas profesiones, y la actividad demiúrgica que tienen en común, teniendo en cuenta además su raigambre guerrera”.23
En lo más interno, la “manifestación de la deidad”25 simbolizada mediante una luz perpetuamente encendida, la “lámpara luminosísima” a la que alude San Agustín en referencia a la obra emprendida por San Jerónimo: “la doctrina contenida en sus sublimes tratados (…) alumbra con sus destellos todas las tierras, desde oriente hasta occidente, como hacen lo rayos del sol”, nos dice el autor de Ciudad de Dios. Lo que no es incompatible con lo que San Jerónimo expusiera en una de sus cartas, testimonio que habla por sí solo y que no podemos dejar de suscribir: “prefiero la virginidad del cielo, ya que no tengo la de la tierra”.26
Si una apunta a la coagulación del espíritu o materialización de las energías celestes, la otra lo hace con respecto a la sutilización de dichas energías coaguladas. El solve et coagula alquímico en correspondencia con la respiración del cosmos.
Simbólica relacionada con la Melancolía –estado en el que se encuentra el contemplativo–, acerca de lo cual nos dice la siguiente cita extraída de la Introducción a la Ciencia Sagrada:
En este sentido, no menos expresivo resulta el lenguaje sencillo y la lucidez penetrante de Jacob Böhme, al dar cuenta de esta experiencia tan tremenda, retratada cabalmente por el artífice de esta pintura. Experiencia igualmente testimoniada por otros iniciados en distinta época y lugar, que ha dado pie a obras tanto literarias como pictóricas, escultóricas, musicales, teatrales, y un largo etc. –todas ellas como forma de representar la inspiración manifiesta en una poética universal–, obras que en realidad están llevadas a cabo por la fuerza del Espíritu de Dios del que están llenos sus artífices así como todas las cosas, lo que se ha revelado en ellos, sintiendo entonces “un grande impulso a describir la esencia divina”, como el propio Böhme revela en el presente escrito, con el que termina esta meditación. Conclusión.
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BIBLIOGRAFÍA.
– Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, Edit. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. |
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NOTAS. | |
1 | Omitimos el nivel metafísico, del que nada puede decirse. Acerca de la metafísica nos dice Alan Watts en Mito y Ritual en el Cristianismo, cap. 2: La base indefinible del conocimiento. El conocimiento o la «realización» metafísica es una intensa claridad de la atención a aquel punto del conocimiento, indefinible e inmediato, que se halla siempre en el «ahora», y del que todo otro conocimiento se elabora mediante el pensamiento reflexivo. Una conciencia de la «vida» en la que la mente no está intentando apresar o definir lo que conoce. Citado en Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, entrada: “Metafísica”. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. |
2 | Conviene recordar aquí el pasaje de los Evangelios que dice “por sus frutos los conoceréis”. (Mt. 7, 15:20). |
3 | Santiago de la Vorágine, La Leyenda Dorada 2. Alianza Editorial, Madrid, 2017. |
4 | Citado en Federico González, Las Utopías Renacentistas. Esoterismo y Símbolo. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2016. |
5 | Lao Tsé. Tao Te Ching. |
6 | El texto en cursiva pertenece a Ananda K. Coomaraswamy, La Filosofía del Arte. Arte y estética medievales. El encuentro de los ojos. Ignitus Ediciones y editorial Sanz y Torres, Madrid, 2006. La Filosofía del Arte es un claro exponente de la unanimidad de pensamiento en distintos tiempos y lugares geográficos que religa el Origen con la actualidad, como lo testimonian las distintas formas tradicionales que sirven de ejemplo al autor de la obra para ilustrarlo. |
7 | Ibíd. |
8 | El entrecomillado es para resaltar que la concepción del trabajo a la que nos referimos en este caso, no es la que tiene el hombre moderno, –sin olvidar que la deidad lo impone al hombre como castigo por la falta cometida, según determina el Génesis–, sino la de una labor sagrada o ritual que el artista tiene la necesidad de realizar por voluntad de la Inteligencia inspiradora que se actualiza de esta manera, o dicho de otro modo, como una proyección de la divinidad. |
9 | Ananda K. Coomaraswamy. La Filosofía del Arte, op. cit. |
10 | Federico González Frías. Rapsodia. Obra en Tres Cuadros. Ed. Symbolos, Barcelona, 2015. |
11 | Federico González y col. Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Ed. Symbolos, Barcelona, 2003. |
12 | Ibíd. |
13 | Palabra que proviene de Pontifex, puente en el sentido de unir orillas opuestas o mediar entre lo de abajo y lo de arriba. |
14 | Federico González. El Simbolismo de la Rueda. Conclusión. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2016. |
15 | ibíd. |
16 | "Esta tablilla posee un texto grabado en ella que es una síntesis de la Tradición Hermética, propia del pensamiento de Hermes Trismegisto fundamental en los primeros siglos de esta era y característico de los autores de la escuela de Alejandría que persiste hasta la fecha, y que igualmente han redactado los textos del Corpus Hermeticum, también llamados los Hermetica, que dan lugar al Hermetismo que tiene como patrón a Hermes, tres veces grande, en relación con cada uno de sus planos de manifestación." (Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Tabla Esmeralda”. Op. cit.). |
17 | Ibíd. Texto completo en diccionariodesimbolos.com |
18 | Ibíd. Entrada: “Creación”. Texto completo en diccionariodesimbolos.com |
19 | Federico González. Mtm Editores, Barcelona, 2008. Ver capítulo completo en diccionario-símbolos-Tarot |
20 | Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Collar”. Ibíd. |
21 | Ibíd. Entrada: “Reunir lo disperso.” Texto completo en diccionariodesimbolos.com |
22 | Ibíd. Entrada: “Martillo”. Texto completo en diccionariodesimbolos.com |
23 | Ibíd. |
* | Estos términos se han sacado del leguaje esotérico islámico, que es especialmente preciso en este punto. – Dentro del mundo occidental, el simbolismo de la «Rosacruz» tuvo exactamente el mismo sentido, antes de que la incomprensión moderna diera lugar a toda una serie de interpretaciones raras e insignificantes; más abajo explicaremos el significado de la rosa. |
** | «Cuando el hombre, en el "grado universal", se exalta hacia lo sublime cuando en él surgen los demás grados (estados no humanos) en perfecto desarrollo, él es entonces el "Hombre Universal", tanto la exaltación como la amplitud han alcanzado su plenitud en el Profeta (quien es, por lo tanto, idéntico al "Hombre Universal")» (Epístola sobre la Manifestación del Profeta, escrita por el Sheik Mohammed ibn Fadlallah El-Hindi). – Esto permite comprender la siguiente sentencia pronunciada, hace una veintena de años, por un personaje que entonces ocupaba dentro del Islam, incluso desde el simple punto de vista exotérico, un rango muy elevado: «Si los Cristianos tienen el signo de la cruz, los Musulmanes tienen la doctrina». Añadiremos que, desde el punto de vista exotérico, la relación existente, por un lado, entre el «Hombre Universal» y el Profeta, no permite que subsista, en el fondo mismo de la doctrina, ninguna divergencia real entre el Cristianismo y el Islam, ambos entendidos en su verdadero significado. – Según parece, el concepto del Vohu-Mana entre los antiguos persas también correspondería al del «Hombre Universal». |
24 | René Guénon. El Simbolismo de la Cruz. Cap. III, El simbolismo metafísico de la cruz. Edit. Obelisco, Barcelona, 1987. |
25 | Federico González Frías, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Luz”, ibíd. |
26 | Los entrecomillados en este párrafo pertenecen a Santiago de la Vorágine, La Leyenda Dorada 2, op. cit. |
27 | Jose Antonio Bertrand. La Alquimia en el Bosco, Durero y otros pintores del Renacimiento. La “Melancolía” de Alberto Durero: un pequeño tratado de Alquimia. Ed. Symbolos, colección Arte y Literatura. Barcelona, 1989. Texto completo del capítulo antologiaesoterica.com |
28 | Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: “Mago”: “El que se mueve libremente por el universo significativo”. Ibíd. |
29 | Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Entrada: "Negro". Ibíd. |
30 | Federico González y col, Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Op. cit. |
31 | Jacob Böhme. Aurora, cap. XIX, “Sobre el cielo”. Ed. Siruela, Madrid, 2012. Para leer acápite completo ir a esenciadelcristianismo.com |
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